LOS TRANVÍAS de PRAGA - de Antonio J. Desmonts

El patio de mi casa es particular.-

Este es un libro de relatos con una textura particular.

Está hecho de ecos y presencias. En los tranvías de Praga es el tío Ernesto, escondida durante años su existencia, nombrado siempre entre susurros en una negra época de posguerra, oficialmente muerto en un accidente en Praga, mitificado por un niño que desconoce los engranajes adultos. En el relato En medio como los jueves es Susanita, la adolescente de piel blanquísima, quien bulle por sus párrafos. En Nexos es todo el pueblo del que me pide noticias un paisano al que no dejo de encontrarme en el extranjero. En La fecha, es una mujer que apareció un día inopinadamente y constituyó un hecho tan extraordinario que condiciona todos los días y meses, gestos y horarios en espera de su regreso.

La obsesión es otro de los materiales de construcción como también vemos en El vecino, donde nos encontramos un ambiente doméstico opresivo:

"Nunca miro por los ojos de las cerraduras. Me da miedo. Vergüenza aparte. Alguien podría meter al mismo tiempo una aguja de hacer calceta por el otro lado. Sé poco, pues, de mis vecinos. No he entrado en la casa de ninguno. Escasas posibilidades hay de que penetre alguna vez. No me importa. Sólo distingo/odio a uno. Le tengo una manía injustificada. No lo conozco. Aunque tengo mis razones. Es vulgar, por ejemplo. O vive solo. Van dos. Y tres: sospecho que se me parece." pág. 59

El flujo de conciencia de seres tullidos o atrofiados es la característica de algunos de los más brillantes como En medio como los jueves, que es un perfecto relato circular con un caballito irisado como totem de los anhelos y vitalidad de una juventud ya lejana. O en El patio de mi casa es particular, en el que un herido supura a borbotones recuerdos y sensaciones del presente y del pasado en una única corriente. O en El mal del ciclo donde se nos presentan tres escenas inyectadas de irrealidad: un oficinista ocioso sentado día tras día en el despacho del jefe sin más tarea que su presencia. O el sufrimiento de un emigrante que llegó al soñado norte pero no encuentra la puerta por donde acceder a la realidad: 

"Transito por las aceras, en ellas duermo y es de suponer que las beso cuando las pesadillas lo exigen. Porque, aunque sin rastro, sospecho que sueño y no sé cuáles son mis pesadillas. Desconozco esta visionaria parcela de mi yo actual. No dudo de que algunas noches amo a mis fantasmas. Entonces, muy probablemente, acariciaré los adoquines, el césped, los periódicos, según. Me gustaría paladear las imágenes que segrego en la inconsciencia" pág. 81

R. Crumb - Kafka

Su escritura es tenaz y concreta, muy vívida. Bascula entre un realismo de patatas como en Los esquimales, donde un pobre hombre va de pensión en pensión, con la literatura más experimental y surrealista que encontramos en  el Díptico Orgásmico I y II. Sus personajes son seres marchitos tan pegados a lo mostrenco que acaban deslizándose por los intersticios de la locura.

"Asimismo dispongo de una técnica probada para esquivar al portero sin pincharme en las verjas. Si controlo la musculatura para desarrollar la cadena de acción sin un solo error. Van siete días de experiencia y el empirismo original debe haber cristalizado en método. Cuesta admitir una repetida improvisación invariablemente afortunada. Tales razones me procuran fe y tesón y confianza. Pese a lo cual no doy con el primer movimiento. Hecho el primero, cuento con que los demás saldrán de carrerilla. Tan sabios como han sido los pies, trayéndome motu propio, ahora me dejan en la estacada. ¿Se habrán embrutecido de pronto? Es duro de tragar. Tal vez no sean los pies los actores indicados." pág. 83

Antonio J. Desmonts es una semilla casi perdida en el tiempo (este libro no se ha vuelto a reeditar desde su aparición en 1990) de la época en que el relato español comenzó a cobrar fuerza. Uno de los más conspicuos cultivadores del genero -Hipólito G. Navarro- no deja de recomendar en cualquier foro o entrevista tanto el libro como en especial su relato En medio como los jueves. Y tiene toda la razón.