viernes, 31 de diciembre de 2010

La Guerra de Charlie Wilson

de Mike Nichols





El gran Aaron Sorkin, guionista de la memorable serie "El ala oeste de la casa blanca" nos invita aquí a un divertimento ácido. Un congresista vividor y mujeriego es capaz de ver cómo se puede derrotar a los rusos en Afganistán y conseguir que se aprueben cientos de millones de dólares para apoyar con armamento a los entonces amigos talibanes.
Una vez expulsados los rusos es incapaz de lograr ni siquiera un millón en calderilla para ayudar a crear escuelas y hospitales.

Prevenir es curar parece gritar. Pero para los EEUU la enfermedad ofrece réditos.

La película es seca y precisa. Destila mala leche, humor y unos diálogos marca de la casa, brillantes y afilados. Cada uno ocupa su lugar: el juego de favores entre los congresistas, los lobbys de influencia, los actuales y tan de moda tea partys representados por Julia Roberts que utiliza todo a su alcance para imponer su ideologizada visión del mundo.

El personaje de Tom Hanks es brillante y sutil, la fascista encarnada por Julia Roberts sabe jugar la partida alternando sus bazas con dinero, amenazas o directamente sexo. Pero el personaje más enloquecido y bestial es el espía que encarna Seymour-Hoffman, candidato al Oscar con todo merecimiento. Un descreido superviviente de mil batallas que como todo buen cínico conoce la verdad y sabe que la darán mil patadas antes de ponerla sobre la mesa.

"(El Congresista) -Quién está llevando esta guerra.

(El Espía) -Yo y otro."

Esta pose y esta respuesta resume lo que cuenta la película. Una visión cateta y miope del mundo y sus conflictos. Desnudos en sus miserias.

Avatar


de James Cameron


¿Qué más se puede decir de Avatar si es que se puede decir algo? Ahora que ha pasado el tsunami y los agoreros de turno ya empiezan a cantar que no fue para tanto, quisiera volver a decir que es una gran película y explicarlo basándome en tres aspectos:

Nos descubre un mundo nuevo (nueva naturaleza, lenguaje, nuevos mitos). Siempre será un disfrute convertirnos en aventureros y descubrir esas montañas flotantes o esa naturaleza vivificante y espiritual cuya cima es el árbol de las almas.
Nos relata una lucha épica entre un pueblo atecnológico y un potente conquistador sólo aparentemente más civilizado. Por cierto siguiendo los canones del western: conquista de un territorio virgen ante unos salvajes. Ya el western nos enseñó que los salvajes no lo eran tanto y que poseían una propia filosofía de vida y de interrelación con la naturaleza. Del mismo modo en Avatar -y aunque muchos lo tachen de oportunista ecologismo- yo encuentro que en el relato todos estos aspectos están perfectamente entrelazados: imperialismo agresor, choque entre culturas tanto en el plano espiritual como en el concepto del propio papel en el ecosistema...

Asistimos al cambio, a la evolución de un personaje, cuyas peripecias físicas conllevan tomas de decisiones y cambios morales. Asistir a esta transformación de uno en otro prende en nuestros íntimos deseos de cambio hacia alguien mejor.
Y rodado con maestría y brío que es lo que queda para siempre independientemente del 3D´, que es la guinda de una gran película.

La FÁBRICA de AVISPAS - de Iain Banks











Un niño o adolescente nos relata sus vivencias desde los límites medio desintegrados del mundo civilizado. Con un carácter netamente obsesivo, un hermano huido del manicomio y un pasado cargado con tres asesinatos, este protagonista nos conduce hasta los infiernos de su alma donde conviven el carácter fantástico con que bautiza sus experiencias y una mente desequilibrada que busca el equilibrio aunque sea a través del crimen.


Iain Banks nos arranca de la realidad haciéndonos transitar por un espacio vital convertido en mito. El niño está solo en un isla desierta, protege su territorio colocando Postes del Sacrificio, guarda su memoria en el Búnker, recorre el Círculo de la Calavera y desde su torre de marfil del desván otea el futuro y sus amenazas consultando la Fábrica de Avispas.


El territorio físico y mental del protagonista es fantástico, pleno de ritos: afeitarse, emborracharse, componer el Macuto de Guerra, vigilar los Territorios del Conejo, visitar el altar del Cráneo del Viejo Saúl, engrasar las trampas y mecanismos de la Fábrica de Avispas.



"Todas nuestras vidas son símbolos. Todo lo que hacemos es parte de una pauta en la que al menos tenemos algo que decir. (...) La Fábrica de Avispas forma parte de la pauta porque es parte de la vida, y aún más, parte de la muerte. Es complicada, igual que la vida, así que en ella se encuentran todos sus componentes. La razón de que pueda responder preguntas es que toda pregunta es un comienzo que busca un final y la Fábrica se ocupa del Final -de la muerte, nada menos." (pág. 133)


La disposición de los materiales narrativos es modélica. Hay tres crímenes en el pasado del protagonista, una discapacidad a la que intenta sobreponerse, un padre seco que le informa de la vida y sus parientes generalmente con mentiras, un hermano cuya mente quebró ante un suceso extraordinario y cuyas andanzas tras huir del manicomio dota de pegamento a toda la narración. Cada una de estas historias se va desgranando en el momento oportuno. Igual que el protagonista recorre su isla, nos hace recorrer su mente, sus vicisitudes, sus pesadillas hasta la composición de un cuadro completo y final.
La irrealidad viene subrrayada por situaciones verdaderamente delirantes: el padre le pregunta periódicamente la medida exacta de cualquier objeto común como la pata de la mesa, la capacidad en pintas del paragüero o el área total en fracciones de acre de todas las cortinas de la casa; el niño no tiene certificado de nacimiento ni número de la Seguridad Social, la locura del hermano le lleva a incendiar perros u ovejas e intentar meter gusanos en la boca de los niños, el padre tiene un cuarto secreto siempre bajo llave, donde se supone que realiza experimentos.

Turbadora novela que nos sumerge en una mente criminal. Inmersión que Banks repetiría en la también magistral "El Cómplice" aunque en un ámbito más adulto y urbano.

Banks, defensor de la independencia de Escocia, a finales de 2004 formó parte de un grupo de políticos y figuras mediáticas, que hizo campaña para acusar al primer ministro, Tony Blair, de prevaricación tras la invasión de Iraq en 2003. En protesta por esta invasión, rompió su pasaporte y lo envió al 10 de la calle Downing. Es miembro honorario de la National Secular Society, una sociedad británica que promueve el laicismo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

BALADA TRISTE DE TROMPETA - de Alex de la Iglesia






España en el corazón.-


Desbarre total. Vorágine. Genio. Aunque digámoslo ya, no es la mejor película de Alex de la Iglesia. Es muy irregular, pero también es arriesgada, original y brillante. Su pulso narrativo y visual es el de un verdadero talento.

La película no es una obra maestra pero cada escena lo es: la secuencia de los créditos con un montaje y una música excepcionales; el asalto inicial entre republicanos y nacionales con el "payaso" Santiago Segura degollando a diestro y siniestro no tiene nada que envidiar a asaltos rodados en cualquier cinematografía mundial, el sueño del "payaso triste" en el hospital, toda la vertiginosa secuencia final en el Valle de los Caídos, etc, etc.

Me parece tanto un pastiche genial -no me extrañan los halagos de Quentin Tarantino en el Festival de Venecia- como un "Forrest Gump" a la española con escenas de nuestra historia reciente desde el fatídico 36 hasta el 78. Pero claro todo bajo un prisma muy autóctono. Y es que Alex de la Iglesia es el último cabo de un hilo que viene de Quevedo, las pinturas negras de Goya o los esperpentos de Valle-Inclán. El colmo del humor negro me parece que es el plano donde el payaso triste después de asistir en directo a la voladura de Carrero Blanco, se cruza con el coche de los etarras y ante la mirada estupefacta de éstos, les pregunta: "vosotros ¿de qué circo sois?"
Alex de la Iglesia reúne calidad cinematográfica a raudales con sinceridad y pasión. No rehúye hablar de España, su historia y problemas; y no rehúye tomar partido por el sufriente: un redivivo Fofito abomina de la política y espeta "¡déjennos trabajar en paz!". O también cuando en la vertiginosa escena final en el Valle de los Caídos parece que todos se han vuelto locos, el director del circo suspira: "No, no somos nosotros los locos, es este país".

La película sirve para estudiar cómo hacer cine e incluso reconocemos modos de los grandes en su metraje: El inicio de la persecución por el bosque nos remite a Fritz Lang y al expresionismo alemán. La finca donde va a cazar el dictador Franco y se encuentra con el payaso triste autoflagelado y disfrazado de obispo satánico, al universo onírico de Carlos Saura en películas como Ana y los lobos. La presentación del payaso en el circo y el espacio donde actúan nos recuerda al maestro Fellini. La persecución final sobre la cruz al Hichtcock de los montes Rushmore en North by Northwest o incluso el autohomenaje a sus inicios con metralleta en un bar donde se tomaban "Mirindas asesinas".

Entre los muchos aciertos de la cinematografía de Alex de la Iglesia hay que destacar su capacidad para convertir en mito paisajes reales: permanecen indelebles en nuestras retinas espacios como el edificio y anuncio de Shweeppes de la Plaza Callao en El Día de la Bestia, la monumental escultura del auriga y los caballos de la Gran Vía en La Comunidad y ahora se suma el Valle de los Caídos. Pocos cineastas poseen ese toque y son de altura.
Quizá la película es un contenedor de demasiadas cosas: la guerra civil, la dictadura, el amor, la venganza, los desheredados, los malos tratos, la iglesia, España, el surrealismo..... y unos acaban molestando a otros para un desarrollo más armonioso. Un ejemplo: Toda una película sobre los malos tratos está comprimida en los menos de cinco minutos que dura la secuencia de la cena con todos los cómicos que concluye con una paliza a la chica. El maltratador vuelve, es perdonado e incluso hacen el amor apasionadamente.
Especial alabanza merece el trabajo actoral y especialmente los dos payasos cuyo trabajo es excepcional como lo es la forma de rodar de Alex de la Iglesia, el montaje crispado que te deja sin aliento, el color que impone la grisura y los negros de una realidad miserable a los colorines circenses y la música imponente de Roque Baños. En fin todo aquello que se conoce como la factura técnica de una película es aquí brillantísimo.
Lo dicho. Portentosa. Desbordante de ideas. Volcánica.

sábado, 18 de diciembre de 2010

ESTRELLA DISTANTE - de Roberto Bolaño






Estupendo libro sin duda. El personaje Carlos Wieder es poeta, frecuentador de los talleres literarios y asesino inmisericorde cuando llega el Golpe (caída de Allende). Asistimos a su peripecia posterior, al seguimiento de su vida a través de testimonios de distintas personas (cada una con su propia historia); hasta el desenlace en Barcelona.

No sé si será por la cercanía en el tiempo que en pocos meses he leído "Soldados de Salamina" de Javier Cercas y ahora este libro. Y además ser consciente -porque así lo relata Cercas en su libro-, que es amigo de Bolaño. Encuentro que estos dos libros tienen un tema y un tono muy semejante. En cualquier caso ambos son excelentes. En ambos ocurre la llegada de una dictadura fascista, en ambos un personaje con inclinaciones literarias recorre los médanos de acceso al poder, tiene las vidas de otras personas en sus manos, tiene la voluntad de hacer una obra literaria con sus manos.
Finalmente la historia pasa por encima de ellos.

En su conjunto y articulación, creo más completa y redonda la obra de Cercas. Bolaño tiene partes y personajes brillantemente desarrollados. El narrador en Cercas tiene voluntad de investigar una historia, en Bolaño la historia ha llevado y traído al narrador como un barril en el mar. Hay dos momentos memorables y parejos: En Cercas cuando el joven soldado encara al fugitivo fascista bajo la lluvia y en ese segundo eterno decide salvarle la vida. En Bolaño cuando Carlos Wieder visita a las hermanas Garmendia como viejo amigo y poeta, para acabar cometiendo un crimen atroz y sanguinario.

En Estrella distante asistimos a un juego de huidas, de espejos y de laberintos.

FALCONER - de John Cheever





"Con excepción de la religión organizada y el coito triunfante, Farragut consideraba que la experiencia transcendente era un absurdo peligroso. La flora y la fauna de la selva lluviosa eran incomprensibles, pero uno podía comprender el camino que le llevaba a destino. Pero en Falconer a veces había parecido que los muros y los barrotes amenazaban con esfumarse, y que le dejaban con una nada que podía ser aún peor. Por ejemplo, una mañana le despertó temprano el ruido del inodoro y se encontró entre los fragmentos evanescentes de un sueño.
No estaba seguro de la profundidad del sueño, pero nunca había podido definir claramente las morrenas de conciencia que forman las costas del despertar. En el sueño veía el rostro de una bella mujer que le complacía, pero a quien nunca había amado mucho. También veía o sentía la presencia de una de las grandes palayas de una isla. Se entonaba un verso o cancioncilla infantil. Persiguió estos fragmentos evanescentes como si su vida y el respecto de sí mismo dependiesen de la posibilidad de agruparlos en un recuerdo coherente y útil. Huían, huían intencionadamente como el que lleva la pelota en un partido de fútbol, y sucesivamente veía que la mujer y la presencia del mar se esfumaban, y que la música de la cancioncilla se extinguía. Miró su reloj. Eran las tres y diez. El estrépito del inodoro se atenuó. Volvió a dormirse.
Días, semanas, meses o lo que fuere más tarde, despertó del mismo sueño de la mujer, la playa y la canción, las persiguió con la misma intensidad que había demostrado antes, y una por una las perdió mientras la música se extinguía. Se preguntó si el sueño tenía color. Lo había tenido, pero no era un color brillante. El mar aparecía oscuro y la mujer no tenía los labios pintados, pero el recuerdo no se limitaba al negro y al blanco. Perdió el sueño. Le irritaba sinceramente el hecho de haberlo perdido. Por supuesto, carecía de valor, pero se le antojaba que era un talismán. Miró su reloj y vio que eran las tres y diez. El inodoro estaba quieto. Regresó al sueño.
Ocurrió lo mismo una y otra vez, y quizá de nuevo. La hora no siempre era exactamente las tres y diez, pero siempre ocurría entre las tres y las cuatro de la mañana. Siempre quedaba con un ánimo irritable ante el hecho de que, con total independencia de todo lo que él sabía acerca de sí mismo, su memoria podía manipular sus recursos formando diseños controlados y repetidos. Su memoria gozaba de libre albedrío, y su irritabilidad se acentuaba cuando advertía que su memoria era tan díscola como sus genitales….Y luego una noche en su celda, mientras leía a Descartes, oyó la música y esperó que aparecieran la mujer y el mar. El pabellón de celdas estaba sumido en silencio. Las circunstancias que favorecían la concentración eran perfectas. Pensó que si podía fijar un verso o dos palabras y la música se retiraban ya, pero él pudo adelantarse a la retirada. Tomó un lápiz y un pedazo de papel, y se disponía a anotar los versos que había captado cuando comprendió que no sabía quién era o dónde estaba, que los usos del inodoro que estaban frente a él eran absolutamente misteriosos, y que no podía comprender una palabra del libro que sostenía en las manos. No se conocía a sí mismo. No conocía su propio idioma. Interrumpió bruscamente la persecución de la mujer y la música y, aliviado, las vio desparecer. Se llevaron consigo una leve náusea. Estaba más conmovido que lastimado. Recogió el libro y comprobó que podía leer. El inodoro era para recibir los productos de desecho. La cárcel se llamaba Falconer. Le había condenado por asesinato. Uno por uno recogió todos los detalles del momento. No eran particularmente gratos, pero sí útiles y duraderos. Ignoraba qué habría ocurrido si hubiese anotado las palabras de la canción. No parecía tratarse de muerte ni de locura, pero él no se sentía comprometido a descubrir qué habría ocurrido si armaba los distintos elementos del ensueño. El ensueño volvió a él una y otra vez, pero lo rechazó vigorosamente, porque nada tenía que ver con el sendero que él seguía ni con su destino." Pág. 102

domingo, 12 de diciembre de 2010

"Océano mar" - de Alessandro Baricco





"La única persona que de verdad me ha enseñado algo, un viejo que se llamaba Darrel, decía siempre que hay tres clases de hombres: los que viven frente al mar, los que se internan en el mar y los que logran regresar, vivos, del mar. Y decía: ya verás qué sorpresa cuando descubras cuáles son los más felices. Yo era un niño, por aquel entonces. (...) Y pensaba:yo no me quedaré aquí. Quiero llegar hasta el interior del mar. Porque si hay algo cierto en este mundo, está allí. Ahora estoy allí, en lo más profundo del vientre del mar. Todavía estoy vivo porque he matado sin piedad, porque como esta carne arrancada a los cadáveres de mis compañeros, porque he bebido su sangre. He visto infinitas cosas que desde la orilla del mar son invisibles. He visto lo que de verdad es el deseo, y lo que es el miedo. He visto a hombres desmoronarse y transformarse en niños. Y después cambiar de nuevo y convertirse en bestias feroces. He visto soñar sueños mravillosos, y he escuchado las historias más hermosas de mi vida, contadas por hombres cualesquiera un instante antes de lanzarse al mar y desaparecer para siempre. He leíodo en el cielo signos que no conocía y contemplado el horizonte con ojos que no creía poseer. He comprendido lo que es verdaderamente el odio sobre estos tablones ensangrentados, con el agua del mar encima, pudriendo las heridas. Y no sabía lo que es la piedad antes de haber visto nuestras manos de asesinos acariciando durante horas los cabellos de un compañero que no acababa de morir. (...) Aunque viviera mil años más, amor sería el nombre del leve peso de Thérèse, entre mis brazos, antes de deslizarse entre las olas, Y destino sería el nombre de este océano mar, infinito y hermoso. No me equivocaba allá en la orilla, en aquellos inviernos, al pensar que aquí se encontraba la verdad. He tardado años en descender hasta el fondo del vientre del mar: pero he hallado lo que buscaba. Las cosas ciertas. Incluso la más insoportable y atrozmente cierta entre todas. Esta mar es un espejo. Aquí, en su vientre, me he visto a mí mismo. He visto la verdad."

Océano mar
, Alessandro Baricco. págs. 126 y 127. Ed. Anagrama

“Matadero Cinco” Kurt Vonnegut


"Era una película sobre la actuación de los bombarderos americanos durante la Segunda Guerra Mundial y sobre los valientes hombres que los tripulaban. Vista hacia atrás la historia era así:
Aviones americanos llenos de agujeros, de hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron a la formación.
La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombardeos abrieron sus portillones y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.
Cuando los bombarderos volvieron a sus bases, los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barcos a los Estados Unidos de América. Allí las fábricas funcionaban de día y de noche extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte, mujeres. Los minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que así no volvieron a hacer daño a nadie.
Los pilotos americanos mudaron sus uniformes para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba. Porque Billy extrapolaba. Y se imagino que todos se volvían niños, que toda la humanidad, sin excepción, conspiraba biológicamente para producir dos criaturas perfectas llamadas Adán y Eva."


"Matadero cinco" Kurt Vonnegut. Pags. 71, 72 y 73. Ed. Anagrama

“Voces” Antonio Porchia


“Con mi encadenamiento a la tierra pago la libertad de mis ojos”

“Hay fuegos que desde lejos dan calor y desde cerca frío.”

"Un alma santa no nace de un paraíso; nace de un infierno."

"Quien conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza."

“Todas las almas necesitan un baño de mala salud.”

“Mi espíritu puede trasladarme hasta la última estrella, y yo a él, no puedo trasladarlo unos centímetros.”

“Fuera de mi estrecha celda, no hallo holgura.”

"Trátame como debes tratarme, no como merezco ser tratado."

“Uno es uno con otro; solo no es nadie.”

“Por salvar lo que hemos sido, nunca llegamos a ser lo que somos.”

“Lo bello se halla removiendo escombros.”

“Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.”

“En el último instante toda mi vida durará un instante”

“Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo”

“Mis ojos por haber sido puentes, son abismos”

"Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno."

"Voces reunidas" Antonio Porchia. Pre-textos. Valencia. 2.006

Voltaire






"Nadie en la historia de la filosofía fue tan vivaracho como el gran Voltaire. Nadie tan ameno ni menos pesado, menos dogmático o académico; pero tampoco nadie fue más ducho en cuanto a conducir la propia vida hacia toda clase de problemas, aunque también supiera dirigirla hacia el logro de una casi cierta felicidad. (...) Escribió de todo por vocación de aprender, enseñar y advertir y hasta amonestar; desde panfletos políticos y tratados filosóficos hasta opúsculos de ciencias naturales y gruesos tomos de historia (El siglo de Luis XIV es una obra maestra); compuso obras de teatro de gran éxito en su época y publicó mordaces sátiras y entretenidos cuentos filosóficos que hoy se leen con admiración y que perdurarán entre lo mejor de la literatura universal. Voltaire fue corrosivo, burlón y pesimista -aunque lo animaba una gran alegría de vivir-, por eso fue indigesto para monarcas y religiosos; en París llegaron a quemarse en público sus Cartas filosóficas por republicano y hereje, pues abogaba por la libertad de expresión y la tolerancia religiosa. La Iglesia siempre lo tuvo por su más acérrimo demonio. Y eso que Voltaire no fue ateo, pues creía en el Dios bondadoso que todos llevamos dentro, que nos ayuda a distinguir en nuestro corazón el bien del mal, y cuya invocación nos refuerza en el amor a nuestros semejantes. Jamás tragó a los curas ni a sus hipócritas oropeles. Denunció y satirizó las falacias y abusos de los que se creen poseedores de la "Verdad", sobre todo de cuantos incitaban a matar en nombre de la divinidad. Voltaire odiaba el fanatismo, y luchó contra sus raíces: la superstición y el oscurantismo. Abominaba de las paparruchas con las que los sacerdotes y afines engañan a los ingenuos. Creía que el infierno está en la tierra y que los diablos que atizan el fuego son seres con sotana, cetros y mitras. Confiaba en el pensamiento, la razón y la ciencia; en las "luces" de la inteligencia humana y en el poder de la imaginación; ambas son útiles para propagar el bien y ampliar la libertad de hombres y mujeres. Y, como Sócrates, consideraba que quien más culto es debe dar ejemplo a los demás en coherencia de vida y humildad, pues quien sabe hará el bien.


LUIS FERNANDO MORENO CLAROS (publicado en Babelia, El País, 04/12/2010)

sábado, 11 de diciembre de 2010

Más allá del límite (Edge Darkness)

Edge Darkness
de Martin Campbell
Notable thriller que abunda en las conspiraciones, en este caso por parte de una multinacional con tapadera de empresa ecológica pero en verdad destinada a la fabricación secreta de armas nucleares con fines secretos.

En contra de su presentación como película de acción (en el trailer proyectado en los cines han juntado las únicas tres escenas de persecuciones y tiros que hay en el metraje), es una tragedia que comienza con el asesinato de una joven y concluye con dos ejecuciones sumarias. Todo ello con un desenlace que esconde varios giros.

Entre un Mel Gibson -maduro y comedido- y un Danny Huston -malvado oficial y elegante del cine de hoy- podemos encontrar a un personaje espléndido, el oscuro agente que como él mismo revela se encarga de ofrecer la versión oficial y hacer que todo lo demás sea confuso.
Una vez más Ray Winstone lo borda. A estas alturas reune ya puñado de secundarios de lujo. Cuando el personaje principal le pregunta con qué bando está, le responde: "Sabes lo que dijo Scott Fitzgerald sobre que el artista es aquel que tiene dos ideas contrapuestas y está de acuerdo con ambas". Pues eso. Él controla los hilos de quién debe morir en aras del secretismo (bienvenida wikileaks) y nos ofrece asimismo un poso dramático con su propia historia: se ve a sí mismo como Diógenes, con un farol y gritando por las calles en busca de un sólo hombre honesto. Él mismo tiene cáncer, lo que unido a la desesperación del padre-policía que ha perdido a su hija se convierte en un cóctel explosivo con unos brillantísimos diálogos por el juego ambiguo que nos ofrece.

Con las corporaciones a lo suyo y la sacrosanta Seguridad Nacional campando a sus anchas, la intriga nunca decae. La película se beneficia de basarse en una serie emitida en la BBC, ya que nos ofrece una seriedad en el desarrollo y un dramatismo muy alejado de las típicas películas de acción.

EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL - de Connie Willis












La Peste Negra.-

Autora de reconocido prestigio en la ciencia-ficción, cuando afrontas la lectura del libro, a las primeras de cambio albergas rechazo. 

Una estudiante de Historia afronta un viaje en el tiempo a la Edad Media para resolver unas cuantas dudas. Te preguntas si es novela histórica o de ciencia ficción ya que el único elemento sci-fi es meramente instrumental, el viaje en el tiempo. El resto son los dos relatos en paralelo con la "peste" que se desata a la vez tanto en la actualidad del relato como en le Edad Media donde se encuentra prisionera la historiadora.

Y ahora es cuando hay que decir que ese rechazo inicial no te lleva a abandonar el libro, sino muy al contrario. La escritura, el hilván de las situaciones, el dramatismo de la supervivencia en un medio hostil tiene tal potencia que te arrastra de forma atractiva en sus más de 600 páginas.

Del mismo modo que nosotros cambiamos de parecer y caemos atrapados en la propia historia, asimismo la estudiante de historia que cae en 1.348, en plena Peste Negra comienza despreciando a aquellos habitantes, sus castas y miserias; para finalizar reconciliándose con los más elementales valores de humanidad ayudando a todos y cada uno -incluso a los más ladinos y miserables- hasta el postrer estertor.

La humanidad de los personajes enfrentados a la enfermedad y a la muerte, la tensión del tiempo que se acaba, la agilidad para entreverar distintas tramas y protagonistas; estos serían los valores que hacen de este libro una aventura que te atrapa hasta el final.

Océano mar



Océano mar
Alessandro Baricco

Poético libro lleno de historias y personajes de alma doliente que coinciden en la Posada Almayer buscando el remedio a sus existencias.

El libro es como uno de sus personajes, el almirante Langlais, encargado en el reino de recibir todo tipo de noticias y decidir si deben ser publicadas y fijadas en los mapas del reino o si son meras fantasías. Del mismo modo en este mágico libro encontramos a un niña enferma de miedo a todo hasta lo más leve, a una hermosísima señora infeliz y solitaria, a un lobo solitario que todos perciben como "bestia al acecho", a un científico que escribe la Enciclopedia de los límites verificables de la naturaleza mientras escribe cartas de amor a una mujer que todavía no conoce o a un pintor que con los pies y el caballete anclados en el mar intenta pintarlo untando los pinceles en la propia agua salada...

Todos los personajes adolecen por un deseo, por un amor, por una expectativa y hasta por un ansia de venganza. La propia existencia de la posada Almayer parece quimérica. Todo el libro está atravesado por esa niebla que hace que no percibamos realidades sino pensamientos, dudas, ensoñaciones...

"Sabes lo que es más hermoso de aquí? Mira: nosotros caminamos, dejamos todas esas huellas sobre la arena, y ahí se quedan, precisas, ordenadas. Pero mañana, cuando te levantes, al mirar esta enorme playa no habrá ya nada, ni una huella, ni una señal cualquiera, nada. El mar borra por la noche. La marea esconde. Es como si no hubiera pasado nunca nadie. Es como si no hubiéramos existido nunca. Si hay un lugar en el mundo en el que puedes pensar que no eres nada, ese lugar está aquí. Ya no es tierra, todavía no es mar. No es vida falsa, no es vida verdadera. Es tiempo."

La obra está dividida en tres libros. El primero, titulado "La Posada Almayer" es donde confluyen todos los personajes. El segundo, titulado "El vientre del mar" es la narración apocalíptica de un naufragio desde dentro con la dosis completa de desesperación, muerte y canibalismo. El tercero se titula "Los cantos del Retorno" y muestra la salida de todos los personajes hacia su futuro.

Se trata de un libro coral, donde los personajes y las historias se multiplican. La esencia del libro es sin duda alguna el estilo. Cada personaje se nos refiere desde su interior, con una formar de narrar absolutamente subjetiva y donde en no pocas ocasiones surje el humor (el capítulo del pobre científico Barttleboom yendo en pos de su amada en medio de las circunvoluciones de sus despistes e indecisiones es de una comicidad antológica.)

Quizás entre todos los personajes haya uno principal, al que comenzamos conociendo como jardinero y después protagoniza el terrible libro segundo donde se nos cuenta el naufragio, la vida en la balsa con su juego de muerte y deseperación, donde el narrador por fin descubre la esencia del océano mar: "Esta mar es un espejo. Aquí, en su vientre, me he visto a mí mismo".

Es un libro cautivador. Se puede leer como la historia de una venganza, como un poema en prosa, un conte philosophique o una novela de magia y aventuras donde los hombres pueden volar o visitar la mítica ciudad de Tombuctú. O donde antes de acostarte puedes recibir la visita de un niño que te pregunta qué quieres soñar esta noche.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El Escritor


El Escritor
de Roman Polanski


En la presentación de la estupenda Shutter Island, comentaba Leo di Caprio que cómo iba a decir no a la propuesta de Scorssese para hacer un hichtcock. Claro, ni él ni nadie. Pero de todos modos, siendo Shutter Island una gran película de intriga, es El Escritor quien auna más elementos de semejanza con el maestro del suspense.

Es una historia modélica en su sencillez: un ex-primer ministro redacta sus memorias. Su primer ayudante en esta tarea ha muerto, así que contrata a un negro (The Ghost Writer).
Retirado del mundo en una isla, sobre este escritor fantasma se ciernen la personalidad del ex-ministro, su mujer y sobretodo la del ayudante fallecido. En medio del frío y la soledad de la isla pululan los fantasmas, las manipulaciones y los clics que revelan la verdad de las cosas: ¿el mandatario actuó en conciencia o fue manipulado? ¿cómo y desde cuándo se urdió la trama?
Resulta sarcástico que las cuartillas del borrador original de la memorias, secretas y guardadas bajo siete llaves, sean esparcidas por una céntrica calle de Londres en la escena final. En tiempos abominables, la verdad no importa.

El guión es certero a más no poder, la realización clásica y las interpretaciones un regalo: Pierce Brosnan está genial como Tony Blair, Ewan Mc Gregor da el tipo perfectamente y los secundarios son de altura: inmejorable como siempre Tom Wilkinson, entrañable Eli Walach y con oscuridad Kim Catrall.

Situaciones livianas como coger el coche, el ferry o tomar una bicicleta para dar un paseo se vuelven tensos mecanos de suspense en donde la verdad se devela capa a capa: el anterior ayudante fue asesinado y el actual corre el mismo riesgo.
De fondo a la subyugante intriga está el juego de la realidad, descubrir a Tony Blair y su "relación especial" con Bush, el papel de los lobbys o el apunte de las conspiraciones para dominar el mundo. Una sabia mezcla de suspense y política actual.

Película diáfana en su desarrollo pero que contiene impiadosas cargas de profundidad para con el juego político. Memorable.

El regreso

de Alistair Macleod

Albricias. Recorro un par de librerías de viejo en Málaga y encuentro este libro en tapa dura de la editorial RBA. Lo típico: leo la solapa sobre el autor y los exagerados halagos de la contraportada. Pero hay algo que me llama la atención aparte de los 5 € del precio y lo compro.

Así es como entro en contacto con este maravilloso autor que tan bien sabe buscar las fibras del corazón y delicadamente tañerlas.

Hoy en día está de moda y hay carreras para publicar todo y lo último de Alice Munro -maravillosa autora también de cuentos y también canadiense-; pero por el motivo que sea, el señor Macleod se ha quedado en el limbo. Leo en algún blog que no es un autor multitudinario, sino secreto y que los verdaderos paladares literarios lo tienen en su altar. Será verdad.

Sus relatos están trenzados sobre lo más auténtico del alma humana. Pienso que cualquiera de nosotros nos vemos reflejados en esos jóvenes repletos de deseos que huyen del pueblo a la ciudad, que ven desde fuera a los adultos como rocas empeñadas en resistir todo tipo de embates y sólo sospechando que hubo un tiempo en que no todo fue así.

Por supuesto hay un poso de tristeza en todos los relatos y máxime cuando su territorio es rural e insular (ese Cabo Bretón tan remoto y tan cercano), pero la belleza entera de esta batalla perdida que es la vida, podemos encontrarla en cada uno de ellos.

En este caso comparto los elogios de la contraportada, que no son exagerados: "Estos pausados y maravillosos cuentos -vibrantes y audaces-, aparentemente simples, pero de una extraordinaria destreza y precisión son, sin duda, pequeñas obras maestras."

El Quimérico Inquilino


El Quimérico Inquilino
de Roland Topor

Al concluir el círculo terrorífico que este libro dibuja, no pude por menos que recordar el comentario de Borges sobre El Marqués de Bolivar del gran Leo Perutz:"se trata de la novela fantástica perfecta".

Un inocente joven al alojarse en un apartamento se ve prisionero de una trama irresistible que se cumple paso a paso hasta el crimen final.

Lo espeluznante es que el protagonista es consciente de lo que ocurre y aun luchando contra ello ve cómo se cumple cada etapa irremisiblemente.

De ahí la frase de Borges. El camino está trazado, el protagonista lo conoce y a pesar de ello cada situación se resuelve añadiendo un candado al destino del joven Trelkovski.

Pero más allá de toda esta perfecta arquitectura con una conclusión espantosa y redonda, creo que hay que subrayar el carácter de la propia peripecia: al estar contado en primera persona los golpes de efecto los descubrimos a la vez que el protagonista. Así cuando abrimos la puerta a cada uno de los terribles vecinos del edificio, o vigilamos por la ventana lo que ocurre en el W.C que está enfrente, o cuando nos despertamos en la cama vestidos y pintados como una mujer. El carácter de esta vivencia es lo que encuentro más desasosegante: en estas situaciones traspasamos el umbral entre la realidad y la pesadilla. Por allí se cuelan pulsiones sexuales y miedos recónditos.

Aunque la obra elija un único y perfecto camino en la resolución, el apunte de todas esas pesadillas dota a la novela de una entidad sobresaliente: quienes son los vecinos, ¿son simplemente el terror de los otros o es la norma social que busca su imperio?. Quienes son los que aparecen el el W.C a los que nunca puede encontrar, quien es la propia inquilina a la que suplanta, hasta dónde llegan las dudas sobre su homosexualidad.

Roland Topor, personaje multifacético de la bohemia parisina, cofundador del Grupo Pánico, nos regala aquí una obra transparente en su desarrollo pero con una entraña llena de cuevas oscuras y arañas.


P.D. Nunca me cansaré de dar las gracias y la enhorabuena a la editorial Valdemar por sus colecciones. En la del Club Diógenes y a buen precio, cualquier aficionado puede encontrar y descubrir un fabuloso compendio de literatura fantástica en una muy cuidada edición que incluye hasta ¡cuadernillos cosidos!