lunes, 27 de julio de 2020

En LA LAGUNA ESTIGIA y otros relatos - de Peter Matthiessen





Los cuentos de este volumen son realistas y bárbaros. En ellos prima la estupidez, la ignorancia y una violencia descarnada producto de un racismo recalcitrante.

Muchas veces ocurre. Parece que todo esté conectado. Con lo que está pasando en el mundo y el vibrante movimiento Black Matter Live ganando una fuerza increíble y justa, voy yo y abro este libro que contiene 3 relatos soberbios y brutales con el racismo campando a sus anchas.

El primero es el que da título a todo el volumen y nos presenta a un abogado de Washington que llega a unos cayos remotos en Florida para practicar la pesca del róbalo. Pero aquellos andurriales perdidos de la mano de Dios están bajo el férreo dominio de un juez corrupto y racista. El abogado intenta unas relaciones abiertas tanto con el juez como con su guía negro, pero el statu quo en esa comunidad es fiero y un pequeño robo le dará oportunidad al juez para demostrarle al abogado cómo hay que tratar a los negros. 

Los mosquitos, el motel destartalado, la injusticia y la humillación crearán un caldo de cultivo malsano y viciado. Los intentos de preservar la justicia y la presunción de inocencia acabarán provocando un cataclismo de intimidación y rabia. El abogado sentirá que su intento de defensa se vuelve contra su defendido. Hasta Dickie, su guía negro, despreciará sus intentos de justificarse: 

"-Usted se marcha -dijo con voz ahogada-, y nos deja que carguemos con el mochuelo." pág. 42

El segundo relato, "Viajero", relata minuciosamente la persecución y caza de un hombre negro por los manglares de Carolina del Sur. Yo lo hubiese titulado La Caza Humana. Se trata de un duelo a muerte, con la aureola del mito, entre un convicto fugitivo negro y un cazador furtivo blanco por enseñorearse de una isla deshabitada. A pesar de que en muchos momentos el fugitivo actúa como si se tratara de un juego, la historia muestra con desgarro la violencia intrínseca de esa sociedad y el papel de los marginados sociales.
"Debido a su ropa de presidiario, podían disparar contra él nada más verlo y sin que nadie hiciera preguntas." pág. 52.
Me pone los pelos de punta que por el simple hecho de haberse escapado de la cárcel, un hombre negro pueda ser tiroteado impunemente. Recientemente George Floyd fue arrestado de forma brutal hasta provocarle la asfixia por sospechar que había pasado ¡un billete falso de 20 dólares!. También en 2014, un oficial de policía arrestó a otro afroamericano desarmado, Eric Garner, usando una técnica de estrangulamiento que resultó mortal. Su aparente delito había sido vender cigarrillos por la calle sin licencia. Todo resulta fatalmente desproporcionado y delata un racismo letal y sin paliativos. "Nos están cazando" llegó a declarar Lebron James, jugador estrella de la NBA.


La última historia recogida en el libro también es compleja y extraordinaria, "Lumumba vive". En este caso Henry Harkness regresa a la que fue su Arcadia natal en el Valle del río Hudson. Viene de trabajar en África al servicio de la CIA y presumiblemente ha estado involucrado en el asesinato del presidente Patrice Lumumba

"Lleva jerez seco en la petaca de plata de su padre, un sandwich, una manzana y también un libro nuevo sobre la política actual en el antiguo Congo Belga escrito por uno de esos comunistas de pacotilla. Su nombre se menciona de pasada, pero con dureza. que se vayan al infierno. Hice lo que se me pidió que hiciera. Cumplí con mi deber. Tener el valor de ensuciarse las manos sin esperanza de gloria y con gran riesgo de ingratitud puede convertirse en el deber más sagrado para con el propio país; ¿no es cierto? pág. 203.
Esto es lo que deben de pensar todos los fanáticos y asesinos que muchas veces envuelven su odio en banderas esperando ser aclamados como grandes patriotas. No es su caso y su padre se lo advierte.
"Haz el favor de no confundir tus actividades en África con el servicio diplomático, ni tampoco con un verdadero servicio a tu país y menos aún con una carrera honorable capaz de dar prestigio a esta familia". pág. 206

Fracasado su sueño de recuperar su casa y su vida perdida emprende el rito de la caza del pato que le enseñó su padre. Pero cuando cobra la pieza y va a recogerla se cruza con un grupo de jóvenes negros en el que casualmente uno porta una camiseta con el lema "Lumumba vive". A pesar de dirigirse a él con bromas, el estrés postraumático por crímenes pasados y el odio y racismo instrínsecos provocarán un cóctel psicótico que le hace huir y camuflarse como cuando estaba en Vietnam.
"Le sonríen. Henry conoce a estos africanos; sabe lo bien que fingen sumisión y respeto cuando en realidad se están riendo de alguien a quien tienen a su merced." pág. 217
Al final, humillado, atormentado y lleno de ira espera emboscado a un terrible perseguidor que nunca aparece.

Los lugares donde transcurren la mayoría de los cuentos son remotos y desolados como las almas de los protagonistas: la laguna, el desierto, los manglares, un psiquiátrico.... Incluso en el territorio civilizado de Arcadia, los personajes de Matthiessen están en la jungla. Pero no se trata de una lucha del hombre contra la naturaleza. Lo que caracteriza estos relatos es la lucha del hombre contra el hombre, un combate ancestral donde el ejercicio de la violencia es la expresión del poder.

Como se ha podido apreciar, en varias ocasiones el relato adopta la forma de la llegada de un extraño o su presencia en el lugar equivocado. Así ocurre con el abogado que llega a los cayos de Florida y también con el extraño que, en "Sadie", llega al estado sureño de Georgia para comprar perros de caza. De nuevo en la granja nos encontramos un ambiente enrarecido y brutal. Allí se da la circunstancia de que un cazador furtivo ha sido recogido por un terrateniente para domesticar y entrenar a sus perros. Pero en el fondo late también la "domesticación" de ese ser asilvestrado que demuestra una gran humanidad con los perros pero que también es capaz de transformarse en un animal por culpa del alcohol. 

En prácticamente todas las historias aflora un debate entre distintos códigos morales o directamente una lucha de poder. Muchos de los protagonistas son seres repugnantes y cobardes que ansían ejercer su potestad sobre otros hombres sojuzgándolos. También sobre los animales se ejerce la violencia e incluso la muerte gratuita. En "Fuera de temporada" la simple aparición de una tortuga gigante y majestuosa despierta los más bajos instintos de uno de los invitados que de forma ofuscada ansía dispararla.

Desierto de Sonora





























Lo mismo ocurre con los hermosos y solemnes lobos grises que son perseguidos hasta la muerte en el relato "Los lobos de águila". A pesar de que hace años que se han retirado tan lejos que ya no son una amenaza, los ganaderos blancos contratan a un indio navajo, cazador de lobos profesional, para perseguir sus últimos vestigios por el desierto de Sonora. Al indio le asaltan conflictos morales sobre su actuación y se ve reflejado en los lobos.
"No se le escapaba, aunque le costara reconocerlo, que cada ejecución no estrictamente planificada contribuía a la muerte de un trozo de naturaleza y de un modo de vida que, estaba convencido, era la patria que le quedaba." pág. 114
Finalmente reseñar una historia en un psiquiátrico titulada "Gris se vuelve la medianoche". En ella una terapeuta ocupacional se hace amigo de un recluso que está sano pero que tiene accesos de locura por un trozo de metralla incrustada en el cerebro. En su deseo de ayudarle y conseguirle la libertad provoca lo contrario ya que él se autolesiona y provoca un sangriento motín. El gris del título parece referirse a la complejidad del ser humano, al que no cabe estudiar sólo en blanco y negro.

Tanto los personajes como la escritura de Peter Matthiessen (Nueva York, 1927-2014) son enormemente vitales y siempre albergan una visión moral de la existencia. Su visión del mundo no es nada condescendiente. Fue un comprometido activista medioambiental que nunca dejó de escribir sobre las personas oprimidas, las desaparición de las culturas indígenas y la presión de la civilización sobre la vida salvaje. 

domingo, 26 de julio de 2020

PETER MATTHIESSEN, ESCRITOR



El escritor y naturalista Peter Matthiessen (1927-2014), escribió más de 30 obras a lo largo de su carrera. Su obra número 33, "In Paradise" se público justo después de morir y vuelve su mirada hacia el Holocausto para narrar el retiro de búsqueda y oración de un centenar de personas zen, en los tétricos barracones de un campo de exterminio nazi.

Fue el único escritor que ha ganado el Premio Nacional del Libro en EEUU en las dos categorías de Ficción y No Ficción. Éste último, en 1978, por un libro memorable, "El leopardo de las nieves", relato muy personal sobre una expedición al Himalaya que se convirtió en un viaje espiritual tras la muerte de su segunda esposa, Deborah Love. El Premio en Ficción llegaría más tarde, en 2008, por la monumental novela "País de sombras".


Matthiessen Nació en Manhattan en 1927 en una familia acomodada. Después de un período en la Marina, estudió en Yale, donde comenzó a escribir cuentos y fue reclutado para la CIA por uno de sus profesores. En París, en 1953, Matthiessen cofundó la que se convertiría en una de las revistas literarias más importantes del siglo XX, The Paris Review. Pero lo hizo como tapadera para sus actividades de la CIA, única aventura en su larga vida de la que declaró estar arrepentido.

Su forma de trabajar era inmiscuirse hasta las trancas en situaciones conflictivas o penosas que luego relataba. Durante toda su vida desarrolló un persistente trabajo como activista que quedó reflejado en libros como los que escribió sobre el sindicalista César Chávez, el Movimiento Indígena Americano o los pescadores desaparecidos en el este de Long Island. Así en 1954 pasó tres años trabajando como pescador comercial en la bahía de South Fork. La experiencia fue dura y peligrosa y la reflejó posteriormente en el libro "Vidas de los hombres" (Men´s Lives), una elegía por un estilo de vida que ya en esa época estaba desapareciendo.


Matthiessen viajó por África, Asia, el Himalaya, Australia, América del Sur y la Antártida. Ya desde su primer libro de no ficción definió los temas y el territorio que atravesarían su vida: la destrucción de la naturaleza y los pueblos indígenas a manos de la humanidad. 

"La vida silvestre en América" (Wildlife in America), publicado en 1959, es la primera historia del impacto del hombre en la extinción de especies animales y de aves en América del Norte.

"En el espíritu de Caballo Loco" (1983), se basa en una investigación rigurosa de los testimonios, pruebas y declaraciones juradas de los implicados en un tiroteo ocurrido en 1975 entre agentes del FBI y un grupo de indios americanos en una reserva próxima a Wounded Knee, Dakota del Sur. Su denuncia es tan contundente y clara que estuvo prohibido durante ocho años en los Estados Unidos tras ser demandado por un agente y el ex-gobernador de Dakota del Sur. La demanda finalmente se desestimó.

En la acción murieron dos agentes y un indio. Cuatro indios, todos ellos miembros del American Indian Movement (AIM) fueron acusados de asesinato. Sólo uno de ellos, Leonard Peltier, fue condenado. En 1993, precisamente el año declarado por la Naciones Unidas "de los pueblos indígenas", se confirmaron las dos sentencias a cadena perpetua contra Leonard Peltier. Matthiessen relató lo que ocurrió realmente y se mostró convencido de la inocencia de Peltier, demostrando su compromiso con la causa de los indios americanos y desenmascarando la hipocresía de la sociedad norteamericana en cuanto al genocidio de los pueblos indígenas. Matthiessen revela con nitidez los problemas de fondo que hay detrás del tiroteo de Pine Ridge: la discriminación sistemática de los indios por parte de las autoridades; la determinación de las grandes corporaciones industriales de explotar los yacimientos de uranio de las Black Hills —las montañas sagradas de los sioux—; el incumplimiento de los tratados; y la hostilidad del FBI hacia el AIM.



En 1962 cuando Truman Capote leyó "Al pie de la montaña", sobre la vida de una tribu de Nueva Guinea que, ajena a toda influencia, seguía viviendo en la Edad de Piedra, le atribuyó a Matthiessen la invención de lo que posteriormente se denominó literatura no ficción (desarrollar técnicas de ficción para relatar hechos reales), hallazgo que siempre se asigna a la obra "A sangre fría" del propio Capote. En este libro Peter Matthiessen relata, con agudeza y lirismo, la experiencia de vivir con estos contemporáneos prehistóricos hasta hacérnoslos entrañables.
La expedición Harvard-Peabody penetró en el valle de Baliem en 1961 y durante 6 meses convivió con la tribu de los Kurelu filmando y registrando sus guerras, rituales y vida diaria interfiriendo lo mínimo posible, a fin de poder conservar una imagen auténtica de una cultura de la Edad de Piedra.



Practicante comprometido y, finalmente ordenado sacerdote del budismo zen, Matthiessen fue un hombre de una integridad inspiradora. Tanto sus personajes como su escritura son enormemente vitales y siempre albergan una visión moral de la existencia. Las páginas de este naturalista y viajero navegan entre la antropología y la filosofía. Muchas de sus novelas están basadas en los documentadísimos viajes que llevó a cabo por todo el planeta. Su visión del mundo no es nada condescendiente. Fue un comprometido activista medioambiental que nunca dejó de escribir sobre las personas oprimidas, las desaparición de las culturas y la presión de la civilización sobre la vida salvaje. Defendió ardientemente tanto a culturas como a especies en peligro de extinción, así como a los nativos americanos y a trabajadores agrícolas latinos. Con los años esta defensa se fue modulando hasta alcanzar un tono irónico y elegíaco.

Es conocido que en la pared de su casa colgaba una frase de Albert Camus: "Debemos aceptar que resulta imposible evitar el dolor y que nuestra única justificación –si acaso tenemos alguna- reside en hablar en nombre de los que no pueden hacerlo”. Para él la frase era un recordatorio: "Creo en la responsabilidad social, en la capacidad de cada individuo para la resolución de situaciones injustas. Y me parece especialmente importante en el caso de los escritores."

Aparte de su libro de cuentos "En la laguna Estigia" reseñado aquí, entre sus obras destacan:
Jugando en los campos del Señor (At Play in the Fields of the Lord), obra con la que se dio a conocer en 1961 obteniendo un éxito resonante, fija su atención en la destrucción del Amazonas.

Después de que su avión se quedara sin combustible en una zona perdida del Amazonas, un par de exploradores reciben una oferta del oficial de policía local: bombardear a la tribu Niaruna para que se desplacen de su asentamiento y facilitar las minas de oro.
En paralelo un misionero junto con su esposa y su hijo llegan a la zona para unirse a otros dos con la pretensión de establecer una misión evangelizadora con los Niaruna. Por su parte uno de los exploradores, según va conociendo a los indígenas, más se va integrando en su vida y cultura. Los conflictos morales, las enfermedades, la muerte y los intereses económicos reviven el conflicto entre Naturaleza y civilización de una forma emotiva y perturbadora. Una historia con tintes conradianos que fue adaptada a la gran pantalla por Héctor Babenco en 1991, con el protagonismo de John Lithgow y Daryl Hannah. También sirvió de inspiración para Avatar, según declaró su director James Cameron.


El leopardo de las nieves (The Snow Leopard, 1978).
En otoño de 1973 Matthiessen y el zoólogo George Schaller emprendieron una expedición a la Montaña de Cristal, en la meseta del Tibet, para estudiar los hábitos de un animal no muy conocido: el bharal o cordero azul himalayo. Pero su auténtica esperanza era poder ver al más hermoso y raro de los grandes felinos, el leopardo de las nieves. Lo que comenzó como una búsqueda de un leopardo raro, venerado y emblema budista, se convirtió en una búsqueda del sentido del ser. Más todavía si tenemos en cuenta que Matthiessen lo afrontó muy afectado por la reciente muerte de su segunda esposa.

Para Matthiessen, adentrarse en la tierra de Dolpo significó mucho más que una expedición naturalista o una aventura: despojarse de las ventajas y las ataduras de la civilización, convivir con hombres y paisajes en su más elemental belleza, adentrarse en sí mismo por las vías que le proporcionaron el budismo o el zen.

De forma evocadora y con una gran carga de reflexión escribió sobre un viaje espiritual en el que acepta la imposibilidad de capturar la experiencia con palabras:
"El secreto de las montañas es que existen, igual que yo, pero se limitan a existir, cosa que yo no hago. Las montañas no tienen significado, son significado; las montañas son. El sol es redondo. Yo vibro con la vida y las montañas vibran y, si soy capaz de oírlas, hay una vibración que compartimos. Entiendo todo esto, no con la cabeza, sino con el corazón, sabiendo cuán absurdo es tratar de captar lo que no se puede expresar, sabiendo que otro día, cuando vuelva a leer esto, sólo quedarán las palabras." 

"Sobre el camino, en el brillo de la mica y de extrañas piedras resplandecientes, yace la pluma amarilla y gris azulada de un pájaro desconocido. Y acto seguido llega una intuición penetrante, en modo alguno entendida, de que en esta pluma sobre la senda plateada, en este ritmo de sonidos de madera y cuero, respiración, sol y viento e ímpetu de río, en este paisaje sin tiempo pasado o futuro, en este instante, en todos los instantes, transitoriedad y eternidad, muerte y vida son una y la misma cosa."

Far Tortuga, escrita en 1975 está considerada una novela de culto. A pesar de ello hubo que esperar a 2012 para poder leerla en español. Far Tortuga es una de los trabajos fundamentales de Matthiessen y, según declaró, su novela favorita. Sin duda es su obra de ficción más inventiva y experimental. 
Estamos en abril a mediados de los 60, época de pesca de tortugas en los bancos y arrecifes del Caribe. La destartalada goleta Lillias Eden abandona Gran Caimán con una tripulación mestiza de 9 marineros que representan todos los matices del Caribe blanco y negro. La novela relata ese viaje y su simplicidad narrativa contrasta con la profundidad que aporta cada personaje con su voz, ya que la novela está compuesta principalmente por diálogos sin identificar al hablante, pero impresos con diferente tipografía para orientarnos. En sus páginas no sólo caben palabras. Se reproduce el manifiesto del barco así como un diagrama del mismo en lugar de una descripción verbal. Del mismo modo, los días y la hora del día se muestran mediante una representación gráfica del sol y la luna. Todo ello hace que su lectura sea una experiencia singular y evocadora. Sus diálogos capturan los momentos de un modo cósmico y resuenan con una claridad que impacta en el teatro gigantesco del mar.

Las páginas están inusualmente organizadas jugando con le texto y frecuentes espacios en blanco. Siendo un budista Zen practicante, para Matthiessen los espacios en blanco juegan un papel importante en la narración, llegando a escribir cada palabra como si fuera una meditación.

La narración está radicalmente separada del diálogo, no ofrece comentarios y solo proporciona unos escasos pasajes descriptivos. El lector navega a través de las páginas dejándose llevar por la voz narrativa de cada personaje, conformando una aventura vital difícil de olvidar.

De los pescadores no sabemos nada más que lo dicen o hacen. Los tripulantes relatan aventuras de pesca pasadas y recuerdos de capitanes, singladuras y tormentas que vivieron. De vez en cuando se encuentran con otros barcos y tripulaciones. El capitán del barco está decidido a mantener las tradiciones, aunque la industria está cambiando y, con las nuevas leyes, amenazando esa forma de vida. Sus obsesiones juegan un papel crítico en el resultado del viaje. 

Los nueve hombres a bordo hacen lo que deben porque es todo lo que saben hacer. No son muy diferentes de las tortugas. Nacen, viven, trabajan, comen, se reproducen y mueren. Apenas perciben un chispazo alentador en su existencia. Solo tienen el mundo en el que habitan, y los está desahuciando. El simbolismo de este impresionante relato sobre las relaciones entre el hombre y la naturaleza adquiere un tono elegíaco cuando enfrenta una forma de vida abocada a desaparecer.

País de sombras, (Shadow country, 2008) es una obra de madurez, una novela épica y trágica que consagró a Matthiessen. La obra definitiva surge de la reescritura de tres obras anteriores publicadas durante los años 90 e inspiradas en los años fronterizos de Florida del Sur y la muerte del dueño de la plantación Edgar J. Watson poco después del Huracán de Florida Sudoeste de 1910: Matanza del Sr. Watson (1990), el Río del Hombre Perdido (1997) y Hueso por Hueso (1999).


En esta verdadera epopeya, Matthiessen revisa una leyenda y cuenta a través de diferentes voces la ascensión y caída de E.J. Watson, terrateniente de las plantaciones azucareras en los Everglades, personaje mítico que impuso su violento sentido de la justicia y el orden en una tierra plagada de miseria, caimanes y racismo. Watson cometió múltiples asesinatos y murió a manos de sus vecinos en 1910.

En la primera parte, a lo largo de varios monólogos breves, numerosos personajes cuentan su versión de los hechos. La narración engancha en seguida y recuerda mucho a Mientras agonizo, de William Faulkner. La leyenda erigida en torno a esta figura siniestra le sirve para hablarnos de la historia de su país entre finales del siglo XIX y principios del XX, y de cómo los EE.UU. hunden sus raíces en el racismo, la explotación de los recursos, las injusticias cometidas contra los pobres, indios y negros, y la obsesión por la propiedad.

Una crónica sobre una Florida pantanosa y profunda que se devora a si misma. Matthiessen realiza una descripción estremecedora del deterioro de una naturaleza virgen, y del carácter sureño, una “gente anticuada que venía de las montañas con una bolsita alrededor del cuello que contenía un pedazo de su propia mierda para mantener a raya al mal y también a la gente honrada”.

lunes, 20 de julio de 2020

THE TALE - de Jennifer Fox

EEUU, 2018


Una niña de 13 años siente que es invisible en la vida, tanto en el colegio como en su familia. Un hombre adulto, divorciado, logra que se sienta especial. Cultiva sus ganas de ser independiente, sentirse mujer y ser querida. Embauca a la niña que le consiente todo hasta llegar a la copulación.


Estos son los hechos desnudos y ponen los pelos de punta. Pero si sólo fuese eso, la película no valdría más que una noticia de abuso de menores, de las muchas que lamentablemente se repiten sin cesar. Además, seguramente, yo no la habría visto. Me repugna el abuso. Odio a esos cabrones. 

Pero me llamó la atención que la historia estuviese escrita y dirigida por la protagonista que sufrió el abuso, ¡Qué valiente!. Además, cuando acabé el visionado, no pude dejar de pensar ¡qué bien lo ha contado!. Sin caer en el melodrama, la carnaza o el fácil escándalo. Jennifer Fox es hoy una documentalista de prestigio y ejerce de profesora en una universidad. Durante diez años ha dado vueltas a su relato hasta encontrar una estructura narrativa sutil y compleja que ayuda enormemente a acercarnos a una verdad llena de aristas. 

El caso es que después de 30 años dirigiendo documentales para exponer la realidad, y en pleno rodaje de su trabajo Flying: Confessions of a Free Woman; se dio cuenta de que estaba escuchando historias de abusos que sonaban como lo que ella vivió en su infancia...aunque ella lo recordaba como un romance. ¿se había estado engañando a sí misma desde que su entrenador de 40 años se apropió de su virginidad cuando ella tenía 13?.

Hay que elogiar sin paliativos la sinceridad de que hace gala la cineasta, que pone en imágenes su propia indagación del pasado: "Mi objetivo era comprender cómo y por qué sucedió para ayudar a otras personas y al mundo a entender lo complejo y los matices de este tipo de experiencias". 

El arranque de la historia se produce cuando la madre (Ellen Burstyn) de la autora descubre un relato (The Tale) de su hija entre los papeles del instituto. Alarmada por su contenido y sospechando que lo que allí se cuenta realmente ocurrió, la presiona para que revise sus recuerdos y le cuente esa oculta verdad de sus vivencias en un campamento de equitación. Al leer su propio relato, la autora (interpretada con una gran profundidad dramática por Laura Dern) debe afrontar que sus recuerdos están enmarañados y edulcorados. Congeló aquella historia y la guardó en el desván de tal modo que, al visitar ahora ese texto, parece la historia de otra persona.






















De ahí que la película tenga los trazos de una indagación histórica con su búsqueda de testigos y todo. Pero evidentemente la mejor entrevista que puede hacer para aclarar los hechos es a la niña de 13 años que los vivió. De este modo la película se acerca al abuso sexual desde dos puntos de vista, el de la víctima de 13 años que lo vivió como un triunfo y la mujer adulta que lo dejó enterrado en su memoria. 


En el pasado la cineasta revela, paso a paso, la estrategia de un depredador sexual, cómo embauca a la niña con halagos y teorías: eres especial, más madura que otras niñas, nuestra relación es algo único que nadie puede entender; todos viven en el convencionalismo, pero tú eres valiente, eres capaz de tomar tus propias decisiones.... Mientras que en el presente Jennifer tiene que despojar a sus recuerdos de un halo dulcificado que los presenta como el éxito de una madurez anticipada.

"The tale" se despliega así entre escenas del presente y del pasado que fluyen de un forma increíble y que llegan incluso a contrastarse cuando la niña responde a las preguntas de la Jennifer adulta.

-"Me mentiste. Todos estos años me dijiste que fue algo bueno.
-Y lo fue. Saqué un 10 (con la redacción de "la historia").
-Un 10...¿crees que eso importa? Eso no hace que esté bien.
-¿Prefieres que sea una víctima patética? Pero ¿sabes qué? No lo soy. Tengo algo que nadie más tiene. Ahora soy la maestra, no una niña invisible."
Esta estructura nos permite adentrarnos en el drama de un modo que muchas veces es desconcertante y siempre desgarrador. Porque la niña lo cataloga como un triunfo: evidentemente la niña fue manipulada por su entrenador pero también por su propia mente.
Jennifer portando su sobresaliente.


























El tema principal es espeluznante; pero ello no debe hacernos olvidar la estructura narrativa tan maravillosamente trenzada por la directora para contar su historia y enfrentarse a sus propios fantasmas. De hecho Jennifer se ve, en principio, como una adolescente de 15 años, y así aparece representada por Jessica Sarah Flaum durante varias escenas. Pero cuando su madre le enseña su foto de aquella época, con sólo 13 años, debe aceptar que era una simple niña (y así aparece interpretada ya definitivamente por Isabelle Nélisse), inmadura, sin criterio y con una escasa formación moral.


En definitiva la película desarrolla la indagación de un trauma y el esfuerzo por revelar los mecanismos de la mente humana para salir indemne. Jennifer Fox se va quitando las vendas con gran valentía y nos muestra unas cicatrices que ella misma desconocía. 
"Nuestra perspectiva y las historias que nos contamos cambian todo el tiempo y se nos enseña que una historia borra la siguiente en un embudo que cambia constantemente  hacia esta cosa llamada 'verdad'. Esa es la ideología occidental, me atrevo a decir que es la esencia de los conceptos freudianos. Pero a medida que envejezco, me doy cuenta de que la verdad tiene muchas historias paralelas que conviven simultáneamente en nuestras vidas como las capas de un pastel. Para cuidar realmente el alma, tenemos que permitir aflorar la verdad completa en toda su complejidad y honrar las contradicciones." 



viernes, 17 de julio de 2020

BUCLE (LOOP) - De Sr. y Sra.

Corto.
Supercorto.
Impactante.
Este electrizante corto de un solo minuto, posee todas las cualidades para disfrutar de una idea brillante y una realización milimétrica.
No es vano ganó el Gran Premio del Jurado en el Short Short Film Festival de Nueva York o el Best Filminute en 2011.

Detrás de la productora Sr. y Sra. se encuentran Aritz Moreno y Leire Apellaniz, que después de ganar varios premios internacionales con sus cortometrajes (por ejemplo Cotton Candy), se estrenaron como director y productora respectivamente en el largo con tintes fantásticos "Ventajas de viajar en tren".



Bucle from Sr.&Sra. on Vimeo.

lunes, 13 de julio de 2020

LA POESÍA de EDWARD THOMAS


Edward Thomas comenzó a escribir poemas muy tarde. Contaba treinta y seis años y sólo le quedaban 3 años más de vida, puesto que fue muerto el primer día de la batalla de Arras, en la Pascua de 1917, durante la Gran Guerra. Su poesía es un prodigio de rápida maduración e intensidad: "142 poemas en poco más de dos años, con escasas excepciones que desdigan de la calidad general".

Edward Thomas es el poeta de la Naturaleza, el Tiempo y los recuerdos. También de la muerte como una plenitud insoslayable. Sus versos se paran muchas veces sobre un paisaje o un rincón para extraer, de pronto, un atisbo de eternidad. Muchas de sus estrofas poseen esa calidad límpida y clásica de una poesía que antes que nada es próxima y sincera. Su lectura no hace sino confirmar que nos encontramos ante un poeta sencillo y natural donde encontramos el antiguo venero de la poesía más genuina. 

Thomas es un poeta apegado a los hechos, casi descriptivo. Deja que su mirada vague por la naturaleza y desde allí logra transmitirnos el sutilísimo eco de la música que acompaña el devenir de la humanidad. Tanto Robert Frost como Thomas solían defender que el motor de la poesía no era la rima o la forma, sino el ritmo; que a Frost le gustaba denominar "cadencia". Él defendía que al escuchar voces tras una puerta cerrada, podías no identificar las palabras exactas, pero accedías a comprender su sentido. Es a través de ese sentido, desbloqueado por los ritmos de la voz que habla, cuando la poesía se comunica más profundamente, defendían.

EL POSTE DE SEÑALES 
El mar, entre la niebla. El sol es tímido
y la hierba crecida y la maleza,
húmeda y áspera, están blancas por la escarcha
en la colina, junto a un poste de señales.
El humo del cigarro del viajero
flota sobre avellanos, sobre espinos.
Yo leo las señales. ¿Cuál será mi camino?
Dice una voz: "No habrías tú dudado
a los veinte". Pero otra voz, con sorna:
"A los veinte querías estar muerto".

Cayó de un avellano el oro de una hoja
de lo alto de su copa, y la primera
voz preguntó a la otra qué sería
ser un anciano ante ese poste. "Lo verás",
rió, y yo me uní a aquella risa.
"Tú lo verás, pero antes o más tarde
y pase lo que pase, te será concedido
un bocado de tierra que lo cure
todo, deseos y reproches, todo.
Y si hay algún defecto en ese Cielo
será la libertad de desear
y será tu deseo estar aquí, o en cualquier parte
hablándome, sin importar qué tiempo hace
ni cuál es nuestra edad -cualquiera vale-,
para saber qué pueden ser días y noches,
el sol, la helada, el mar, la tierra misma,
verano, otoño, invierno, primavera,
con un hombre cualquiera, hasta un rey,
en pie a la intemperie, preguntándose
por dónde continúa su camino, dónde."
         


Thomas siempre tiende a evocar la vida en toda su sencillez. A través de su recorrido por la naturaleza el poeta busca encontrar el lugar del hombre en el universo. Prácticamente cualquiera puede percibir en su poesía "una morosa observación de la vida concreta de seres concretos en un espacio y un tiempo concretos. Los árboles, pájaros, graneros, casas, vagabundos, estanques y molinos de sus poemas poseen una inamovible facticidad."

Eso ocurre porque su poesía es directa, parte de una intuición inmediata, que se nos transmite sin artificio ni aspavientos, que intenta penetrar el pulso de la vida en su más primigenia emoción.

Las metáforas y reflexiones de Thomas no requieren de alusiones mitológicas. Wordsworth liberó a la poesía de sus referencias clásicas y mitológicas, reclamó "el derecho de contemplar directamente las cosas sin el recurso a los antiguos", como bien indica el poeta Gabriel Insausti (autor de la traducción) en su esclarecedor Prólogo. 

Como buen seguidor de Wordsworth, Thomas esquiva las tradiciones bucólicas, llenas de artificio y referencias mitológicas, en su visión de la Naturaleza. "Mientras que la tradición bucólica es tópica e intemporal, la imagen de la Naturaleza en Thomas es cercana, personal, habitable...y fugaz."

La Naturaleza y el Tiempo en Thomas están pegados a la experiencia personal y, por lo tanto, son efímeros e irrecuperables.


YO NUNCA HABÍA VISTO AQUELLA TIERRA

Yo nunca había visto aquella tierra
ni podré ya volver a verla nunca.
Pero, por el dolor o la alegría
o por haberla hallado por azar,
fue muy grande el amor que en mí creció

hacia el valle y el río y el ganado
y la hierba y los fresnos ya sin hojas,
las aves de corral que se escondían
entre los grandes olmos, y los ríos
que bajaban a iguales intervalos.

Y también los espinos que acompañan
el arroyo, teñidos de amarillo,
allí donde la hoz del operario
los fue podando ayer, y a esa brisa
que todo lo sugiere y nada dice.

No esperaba que nada sucediera
ni recordaba nada, pero algo
logré tocar entonces. Si pudiera
cantar lo que a mi alma ni siquiera
susurro mientras sigo mi camino,

emplearía, al igual que aves y árboles,
un lenguaje que nadie pueda traicionar.
Y lo que estaba oculto seguiría oculto
salvo para unos pocos, como yo,
que responden cuando oyen un susurro.

"Toda la poesía de Edward Thomas está escrita durante la Primera Guerra Mundial: el comienzo del conflicto coincidió precisamente con la visita de Robert Frost durante la cual el poeta norteamericano le instó a escribir versos, y dos años y medio después Thomas moría en el frente". Pero, aunque es posible reconocer la amenaza bélica en muchos versos de Thomas, siempre es de modo alusivo y oblicuo. De hecho algunos críticos lo han acusado de practicar una suerte de escapismo. La verdad es que la poesía de Thomas huye "del lenguaje ampuloso y hueco de la soflama belicista o la exaltación patriótica". Era antinacionalista. Una vez dijo que sus verdaderos compatriotas eran los pájaros. En cambio mantuvo siempre esa mirada un tanto melancólica sobre un mundo rural que sabía en extinción; bien por la industrialización, el éxodo rural o en su momento la guerra.

"En la poesía de Edward Thomas hay más de un tema, pero sólo un escenario: el campo del South Country en el que pasó sus días más felices de niño y vivió la mayor parte de su vida adulta. La irrupción de la amenaza de la guerra en ese escenario resumiría el conjunto de la obra poética de Thomas."

LLUVIA

La lluvia a medianoche. Nada sino esta lluvia
sobre esta lóbrega cabaña. Y la soledad.
Y recuerdo que yo también he de morir
y ni oigo la lluvia ni le doy las gracias
por dejarme más limpio que yo jamás he estado
desde que vivo en esta soledad.
Dios bendiga a los muertos en la lluvia,
pero hoy ruego que nadie que he amado
esté muriendo ahora o yazga solo
escuchando, despierto, esta llovizna,
padeciendo dolor u objeto de cuidados,
inerme entre los vivos y los muertos
como un arroyo entre los juncos rotos,
miríadas de juncos tiesos, rotos
como yo, que no tengo amor alguno
que esta lluvia no arrastre, salvo amor por la muerte,
si es amor lo que siento por eso que es perfecto
y no puede -me dice la tormenta- defraudarme.









El lenguaje y los lugares están profundamente entrelazados en la poesía de Thomas. Sus poemas tienen un instinto adánico, que nos devuelve a un tiempo primigenio donde no había escisión entre el nombre y lo nombrado. El lenguaje de estos poemas es humilde y natural. Ni tan siquiera canta. Nos muestra una cabaña, una estación de tren o un olmo y "hemos de estar atentos para percibir su rotundidad, una verdad que no necesita más que nombrarse".

LA PALABRA 
Hay tantas cosas que he olvidado y fueron
tan queridas un día, o no lo fueron,
perdidas como el hijo de una estéril
mujer, como sus nietos, en el pozo
de lo que nunca volverá ya a ser.
He olvidado también a aquellos hombres
que una guerra ganaron o perdieron,
a los reyes, demonios, dioses, astros.
He olvidado qué cosas no recuerdo.
Pero hay pequeñas cosas que no olvido
y un nombre que conservo, aunque vacío
y carente de objeto, y que no puede
morir, porque una primavera y otra
los tordos se lo aprenden mientras cantan.
Siempre hay, a mediodía, uno que
lo dice claro, y yo oigo sólo el nombre.
Tal vez mientras cavilo en un aroma
que casi me alimenta, o me contento
con oler una rosa en la memoria,
de repente hay un pájaro que grita
escondido en los setos, este nombre
que es la palabra pura de los tordos.


CAMINOS


Yo amo los caminos
y las diosas que habitan
en ellos, invisibles,
serán mis favoritas.

Pues los caminos siguen
aunque nos olvidemos
de ellos, como estrellas
que brillan un momento.

En esta tierra, nada
los hombres hemos hecho
que tan pronto se borre ni dure tanto tiempo.

El camino llovido,
al sol no brillaría
como un río, si no
lo pisamos un día.

Se quedan siempre solos
mientras dormimos, echan
en falta al caminante
que ya es un sueño apenas.

Desde el alba y las nubes,
como ovejas en grupo,
por los montes del sueño
se hunden en lo oscuro.

Tras la siguiente curva
puede esconderse el cielo;
sobre la cima, el pino
quizás oculta el infierno.

Aun con los pies cansados,
no me harto del sendero
sea largo o pesado,
pues continúa eterno.

Elena del camino,
de Gales y sus cerros
y de los Mabinogion,
es un dios verdadero

que habita entre los árboles
ante los caminantes
que en manada o a solas
se detienen al margen

y bajo el cobertizo
que no habita ya nadie
a excepción de los muertos.
Es su risa en el aire

lo que oigo día y noche
cuando el tordillo canta
sus tonadas sin cuento
y también cuando llama

a la sombra a las tropas
que la soledad siembran
con sus pasos ligeros
igual que los de Elena.

Hoy todos los caminos
van a Francia, y la marcha
de los vivos es lenta.
Pero los muertos bailan.

No importa qué me dé
o me quite el camino,
pues siempre me acompaña
con paso decidido

poblando desolados
meandros tras los campos,
silenciando el estruendo
de ciudades y barrios.



COMO EL TACTO DE LA LLUVIA


Ella era como el tacto de la lluvia
en la carne de un hombre, en su cabello,
que una nube cogiera por sorpresa
en la alegría abierta del paseo.

Él arde por amor a la tormenta
y canta y ríe, bien sé yo por qué,
pero todo lo olvida a su regreso
mientras que yo jamás olvidaré.

"Vete". Cerró una puerta esa palabra
entre aquella bendita lluvia y yo,
una puerta que estaba siempre abierta
y ese día por siempre se cerró.




LUCES FUERA


He llegado a las lindes del sueño,
el bosque impenetrable
donde, antes o más tarde,
todos perdemos el camino
por muy recto que sea,
irremediablemente.

Muchos caminos y veredas
que desde la primera alba
engañaron a los viajeros
en la espesura del bosque
se van borrando ahora
y se hunden.

Aquí acaba el amor,
la desesperanza y la ambición;
todo placer y toda cuita,
sea dulce o amargo,
termina en este sueño, que es más dulce
que la más noble tarea.

No hay ningún libro
ni rostro de mirada tan amable
como para que le dé la espalda
para hundirme en lo ignoto,
donde he de entrar yo solo,
no sé cómo.

Las altas torres del bosque,
su espesura, descienden
una capa tras otra.
Oigo su silencio y obedezco
hasta perder mi camino
y a mí mismo.





Notas.
-Todos los párrafos entrecomillados pertenecen al Prólogo de Gabriel Insausti.
-La traducción de los poemas también corresponde a Insausti.

-Quiso la casualidad que en 2012 se publicaran, prácticamente a la vez, dos ediciones de la Poesía Completa de Edward Thomas. Una en la Editorial Linteo, con traducción del poeta Ben Clark y otra en la Editorial Pre-textos con traducción de Gabriel Insausti. Puedes leer un escueto comentario comparativo aquí.

EL CUENTO de las COMADREJAS - de Juan José Campanella

Argentina,2019


Comedia negra de alto standing. 

Un cruce guasón y muy cinéfilo entre The Ladykillers y Sunset Boulevard. Juan José Campanella rinde un sentido homenaje a una de las mejores películas del cine argentino, Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976), de su maestro y mentor José Martínez Suárez. 

En una mansión retirada conviven cuatro personajes estrafalarios que triunfaron en el cine 40 años atrás, pero que ahora simplemente se maceran entre resentimientos mutuos, cinismo y recuerdos amargos. En el centro la diva, la legendaria actriz Mara Ordaz (Graciela Borges), acompañada de su marido (Luis Brandoni), un actor que nunca tuvo gancho. Completan el grupo el director y el guionista de sus películas de mayor éxito, Norberto Imbert (Oscar Martínez) y Martín Saravia (Marcos Mundstrock).

Nada más entrar en la casona un pedestal con la estatuilla dorada del más alto premio declara a todo el mundo que está en el territorio de la diva. Detrás de la estatuilla una lujosa escalinata  y en uno de los salones, la gran pantalla y el proyector. Casi esperamos ver aparecer a Norma Desmond  (Gloria Swanson) y a su criado Max (Erich von Stroheim) en el inmarchitable clásico La caída de los dioses, de Billy Wilder (Sunset Boulevard, 1950). Del mismo modo que Gloria Swanson le proyecta a William Holden películas reales de su época de esplendor, también aquí Graciela Borges les proyecta a los jóvenes admiradores sus películas reales interpretadas en su dorada juventud.

Un maravilloso juego entre la realidad y la ficción que abunda en los deseos de Mara por volver a los rodajes y sentir el calor de los focos y la prensa. Pero la realidad es chabacana. 

El universo cerrado de la mansión -allí transcurre toda la película con la excepción de un par de secuencias en las oficinas inmobiliarias y en un restaurante- resulta enrarecido y perturbador.
"Brindo porque la vida no es como uno de tus guiones", le dice el director a su guionista. 
Y también "En el cine no existe una vida como la nuestra, sin problemas, tendría que haber peligro, algo que la amenace, un villano", lo que da un pie perfecto a la aparición de los dos jóvenes que irrumpen en su estancado retiro. Bárbara Otamendi (Clara Lago) y Francisco Gourmand (Nicolas Francella), llegan como por accidente y descubren como por sorpresa a la ínclita Mara Ordaz, ante quien caen rendidos, colmándola de halagos...  

Pero el guionista de verbo afilado y el director que se pasa el día disparando a las comadrejas que asedian la mansión sospechan que hay gato encerrado. Se trata de un pelotazo inmobiliario. Comprarán la mansión a Mara con la promesa de un céntrico apartamento en la ciudad donde ya la están esperando admiradores y flashes. 

De este modo la película se plantea como un guerra soterrada entre la juventud, arrogante y ambiciosa, y la vejez llena de suspicacia e ingenio. Lo que comienza como una relación encantadora de halago y seducción, va derivando en sospechas, cinismo y, finalmente, una lucha feroz por la propia supervivencia. 

Lo mejor ocurre cuando están presentes esos tres ancianos que se aman y se odian a partes iguales. El ejercicio de su profesión los ha hecho adorables, cínicos, perversos y tramposos...y están dispuestos a lo que sea necesario para conservar su pequeño refugio de tranquilidad. La evolución de la trama nos dirá finalmente quienes son los lobos y quienes los corderos. 


La aviesa comedia se presenta muy bien engrasada. Las réplicas y contrarréplicas son envenenadas, las sonrisas tirantes y falsas, mientras que las miradas transportan tambores de guerra. Como ejemplo el cruce de miradas que desde el principio intercambian la joven Bárbara y los recelosos ancianos, nos avisa de que las huestes están posicionadas. 

Pero la escena antológica de intención e ironía tiene lugar en la Sala de Estrategias en que se convierte una partida de billar. La jovencita Bárbara Otamendi va metiendo eufórica bola tras bola sin darse cuenta de que el guionista la está haciendo bailar a lo que él pretende. 

Con un guión que rezuma acidez e ingenio y unos actores inmensos la película es una gozada.


Acabando la reseña me asalta una forma nueva de ver esta contienda. Más allá de la lucha intergeneracional, se puede ver la refriega como el enfrentamiento de dos mundos sin piedad, el de los negocios y el del cine. Por lo que parece el negocio del cine parece más arduo y más acostumbrado a la maquinación letal.


P.D.
Seguro que hay homenajes y guiños a la cinematografía argentina que lamentablemente se pierden en otros lares. Por ejemplo, ante la insistencia del director en presentarse camuflado como Soficci, lo busqué y encontré que era el actor de ese mismo papel en la película original de 1975. Este actor también fue director de 40 películas y además dirigió el Instituto del Cine argentino. En 1973, con el retorno transitorio de la democracia, el presidente peronista Héctor J. Cámpora designó a Hugo del Carril y a Mario Soffici para dirigir el Instituto de Cine que desarrolló una importante tarea para revitalizar el cine nacional, destruido por la dictadura de Juan Carlos Onganía y Alejandro Agustín Lanusse. Además dirigió una obra que podríamos considerar de culto, Rosaura a la diez, sobre la novela de Marco Denevi

martes, 7 de julio de 2020

SÁNCHEZ - de Esther García Llovet



Toda la acción concentrada en una sola noche, la de San Lorenzo y sus estrellas fugaces, y tres personajes insomnes, perdedores rodeados de mucho lumpen, deambulan en busca de un galgo que es la clave de su penúltimo golpe. El territorio que recorren es un Madrid fantasmagórico, a la vez suburbial y onírico, donde la ciudad se convierte en la basura que inunda el campo, donde surgen gasolineras y bares perdidos que son como estaciones de tránsito en medio de la nada y camino a ninguna parte.
Así se presenta Sánchez, una novela corta nocturna y trepidante.

Cuando Sánchez y Nikki se encuentran esa noche de madrugada están lampando como siempre y poco más tienen que hacer: rememorar un pasado en pareja que no salió bien y atisbar un futuro que no puede ser más que precario. Nikki ha vuelto a Madrid después de estar trapicheando en La Línea con tabaco. Ahora está metida en una carrera ilegal de galgos: "Va a ser el taquillazo del verano, con apuestas de tres mil para arriba. Hay un galgo, un galgo que es una mala bestia. Tendrías que verlo. Filardi ha montado la carrera solo para él." Pero el dueño ha muerto y el galgo casi se escapa. Lo acabó encontrando Bertrán, un niño pijo y con insomnio, presente en mil chanchullos, al que todo el mundo debe dinero. 


Así que esa noche insólita se convierte en una búsqueda incesante, una road movie por un Madrid espectral en busca de un escurridizo galgo que les lleva a tropezarse con un buen puñado de náufragos.




Sánchez es todo un tipo. Un ludópata con más deudas que pelos tiene en la cabeza y que ignora la primera ley del jugador: 

"Hay un dicho entre los jugadores de cartas que viene a decir que si llegas a una partida y no sabes a la primera quién es el novato es que el novato eres tú." (La primera vez que oí esta sentencia fue en la formidable Rounders, de John Dahl).

Pero Sánchez tiene otras cualidades. Es guapo, tímido y muy hábil en los robos, trapicheos y cambiazos. Siempre está al cabo de la calle, de palo en palo. Igual baja a La Línea que se mete en el alquiler de pisos piloto o hace los turnos de noche en las colas del Cristo de Medinacelli para sacarse unos billetes. 

"...hasta que se hizo con una licencia de taxi y empezó a dar vueltas por Madrid. En turno de noche. Vueltas y más vueltas por el Madrid del desierto de Nevada. Algo se le empezó a fundir muy lentamente entonces."

Paradójicamente la protagonista de Sánchez es Nikki, la testigo y narradora de este viaje a ninguna parte. Los tres protagonistas, Nikki, Sánchez y Bertrán son tres polos opuestos, aunque esto sea físicamente imposible. Nikki es consciente de que la ha cagado, cayó a las cloacas y simplemente intenta sobrevivir. Sánchez es un gafe. Dando golpes aquí y allá se ha acostumbrado a ir perdiendo y a sablear a todo el que se pone por medio. Pero quizás esta noche llena de estrellas fugaces obtenga su redención. Bertrán es un niño pijo con un halo de suerte casi sobrenatural y una familia adinerada detrás. Todos están perdidos y además no saben lo que buscan. Por eso la novela está llena de agujeros en los que tropezaron y cayeron. A lo largo de la noche iremos descubriendo lo profundamente frágil que es el ser humano.
Esa noche Sánchez parecía el de antes.
—Esto no funciona así -le dije
—Por qué.
—Es capaz de cualquier cosa.
Se pasó el dedo por la cicatriz muy blanca de la ceja, producto de una de sus mil caídas.
—La realidad es gratis.
—Pero no barata.
El dinero. La pasta, la guita, la lana, la plata, el parné. Un agujero en cada mano y otro en la cabeza.




La trama es vertiginosa y la ambientación soberbia. Se diría que es el cuarto personaje.  Las escenas city lights prenden en la retina. Las gasolineras insomnes en la madrugada, los desiertos aparcamientos de los parques comerciales, Mercamadrid, los 24 horas, los descampados más allá de la M30... ¡Que alguien haga la película ya!. De hecho, según ha declarado la autora, la historia nació como guión (García Llovet ha estudiado Dirección de Cine) y evolucionó a novela. Pero ahí está todo. El estilo desnudo sustentado en frases cortas y compactas. El ambiente alucinado. Los diálogos cortantes y directos que impactan. No sé por qué (quizás por la eterna noche) he estado "viendo" la novela en Blanco y Negro: desde el mismísimo comienzo, con ese grupo de sordomudos bajo una farola mientras en primer plano se encuentran Nikky y Sánchez. También la visita al peruano del 24 horas que les lanza botellines a la cabeza o la terraza destartalada del antiguo bar de Nikki denominado, cómo no tratándose de tahúres y trileros, La Racha.

—¿Y dónde hemos quedado con la italiana?
—En La Racha —dije.
—¿La Racha?
—Un antiguo bar de Nikki.
—¿Tú antes tenías un bar?
—Yo antes era filóloga.
—¿Y qué tiene que ver la filología con los bares?
—Nada. La filología no tiene que ver con nada.
Yo antes era filóloga, sí, iba a ver pelis iraníes, dejaba propina, adelantaba por la izquierda. Hay que ver qué rápido acaba la ruina con la vergüenza."
La autora centra la acción en una sola noche, en tiempo real; como ya hiciera antes el maestro Scorsese en la enloquecida After Hours o Jarnusch en Into the Night o Linklater en la romántica Before sunrise (Antes de amanecer).
"Las cinco de la mañana existen aunque no las mire nadie. Están ahí, las cinco, muertas de aburrimiento, sin ganas de palique ya, esperando sentadas a que se haga de día y pase algo de una vez. Nos habíamos quedado casi sin gasolina y allí estábamos, en la gasolinera más cercana que encontramos antes de quedarnos tirados en medio de la M-30."


La novela nos traslada un turbia sensación de cansancio, de precariedad sin límite, de expectativa rota. Hay dos leit motiv que se repiten a lo largo del libro. El timo del trile y las estrellas fugaces. 

El contraste entre la bolita que aparece y desaparece en el baile de los tres cubiletes y los meteoritos cayendo del cielo es enorme. La magia de las perseidas y los deseos que conceden contrasta enormemente con el engaño manifiesto de las bolitas. Incluso hay una escena muy sintomática en la que Nikki y Sánchez acaban confundiendo las estrellas fugaces con botellines de cerveza que vuelan sobre sus cabezas.




Entre estos dos extremos podemos encontrar la linea moral de los protagonistas. La realidad los expulsó («Qué buenos somos aprovechando las sobras») y ahora pretenden la magia, pero se saben engañados por la vida. Más todavía. La visión del mundo que nos trasladan es la de que no somos más que meros comparsas en este mercado consumista:
“mira toda esta gente, los anuncios para tenernos despiertos, con los ojos como platos, dormidos no compramos cosas. Nos quieren despiertos a todas horas, que me lo digan a mí. Internet las veinticuatro horas, McDonald’s y Amazon y Netflix la noche entera, así consumimos. Aunque solo sean somníferos.”

Con Sánchez, Esther García Llovet confirma que ha destilado su propio estilo de narrar y ha encontrado un territorio propio: ese Madrid marginal que cobra vida en las altas horas de la madrugada, con personajes escurridizos que deambulan por espacios marginales y un tanto noir; sin nada que perder o ganar.




P.D._________________________________________________
Aunque es una novela totalmente autónoma, Sánchez constituye una especie de segunda entrega de la "Trilogía instantánea de Madrid" que se inició con la muy notable "Cómo dejar de escribir". 
Esther García Llovet nació en Málaga, en 1963; pero vive en Madrid desde 1970. Allí estudió Psicología Clínica y Direc­ción de Cine. Ha publicado Coda (2003), Submáquina (2009), Las crudas (2009) y Mamut (2013), además de las dos obras referidas y diversos relatos publicados en revistas y antologías.