martes, 29 de diciembre de 2020

EL SABOR de LAS MARGARITAS - de Ghaleb Jaber Martínez



En un pueblo remoto de Galicia ha desaparecido misteriosamente Marta Labrada (Paloma Saavedra), una joven huérfana y conflictiva cuya búsqueda no parece interesar a nadie. Pero la inminente visita al pueblo del Papa Benedicto XVI activa las alarmas de que el caso pueda saltar a los medios, de modo que la Guardia Civil envía a una agente de la policía judicial, Rosa Vargas, para investigar el caso.

Para la joven teniente Rosa Vargas (María Mera) este es su primer caso y su relación con los dos agentes locales con los que colabora es cuando menos tirante. Murias es un pueblo donde nunca pasa nada y las adolescentes suelen huir buscando una vida mejor. Según los agentes Marta era una chica de esas, vivía a salto de mata y fumaba marihuana. La investigación parece avalar este punto muerto; pero Rosa persiste en su empeño y gracias a ser una mujer de recursos y a su carácter decidido encuentra una pista de la que tirar en otras desapariciones que han pasado desapercibidas. 

La pesquisa en torno a Marta sacará a la luz los secretos que esconde este pueblo aparentemente aletargado; todo un entramado de drogas, prostitución, chantaje, encubrimiento y asesinato. Una de las prostitutas del club del pueblo le llega a confesar a Rosa. "Este es un pueblo de muchos pecados y quizás la desaparición de una chica sea la mejor forma de taparlos".






El dramatismo se acentúa cuando comprobamos que la propia agente judicial arrastra un pasado traumático que la asedia como un fantasma: reiteradamente se automedica con pastillas, así como contempla obsesivamente una foto que guarda con celo y escucha una misteriosa grabación de un mensaje donde una chica le comunica que se ha perdido en una carretera cercana. Según avanza la trama parece claro que ella misma está implicada en algún aspecto de la investigación. 

La serie se desarrolla en seis episodios y es modesta hasta la frugalidad. No hay persecuciones en coche, ni explosiones, ni tiroteos. Toda la solidez que derrocha se basa en una trama vigorosa que pone el foco en un pueblo discreto, para ir destapando las capas donde anida un submundo de prostitución, rituales secretos y trata de blancas. El armazón que conforman una trama compleja y muy elaborada más unos personajes que van mostrando su doblez y perversidad rezuma verosimilitud. El entorno del paisaje gallego hace el resto. Los clubs de alterne combinados con la vida rural y solitaria ofrecen mucho juego.



Hay que resaltar la cuidada narración que lleva a cabo el director Miguel Conde manteniendo el suspense hasta el final y enriqueciéndolo con unos trazos de gran poder simbólico. Están por un lado las citas del Infierno de la Divina Comedia que encabezan cada episodio, a lo que se suma el hecho de que en las redes sociales de Marta el nickname del sospechoso es dante78. Por otro lado está el uso simbólico del color rojo, de modo que cuando aparece una silla o una puerta recién pintada de este color te adelanta un escalofrío de lo que vas a descubrir. Finalmente y no menos importante, mediada la serie, la teniente descubre los restos de una serie de ritos satánicos con toda la parafernalia de sangre, velas y calaveras de carneros con toda su cornamenta.

La mezcla de perversiones sexuales y encubrimientos, adobados con un toque diabólico, definen el universo cerrado y los silencios de este pequeño pueblo como un infierno bullente de miserias y corrupción. Tras la aparición del cráneo de un macho cabrío ataviado con un hábito eclesial, la teniente habla con el cura párroco del pueblo, que la orienta sobre dónde se esconde el verdadero mal.
-¿Está segura que esas muertes tienen que ver con ritos satánicos?
-Es nuestra mejor teoría.
-Mire...yo no soy detective pero me parece que se equivoca.
-¿Por qué? Un cura creerá en el diablo ¿no?
-Sí, creo. Pero el diablo es más sutil. No se esconde detrás de un carnero sacrificado o de una estrella de cinco puntas. Eso es superficial, efectista. Un juego. No tiene nada que ver con el verdadero mal.
-Y dónde se esconde el diablo entonces.
-Mire. Hay crímenes terribles; pero el culpable no llega a ellos así, de repente, sino poco a poco. Empieza por pequeñas cosas. El aspecto de Lucifer no era el de un monstruo... era hermoso. No usaba amenazas ni poseía a nadie; al contrario, era amable y persuasivo. El mal, lejos de rituales y gestos grandilocuentes, se esconde a la vista de todos, bajo vestimentas inesperadas, a nuestro lado, en lo cotidiano.







Una serie densa, de las que se cuecen poco a poco mientras avanza firme en su trama, hurgando en los secretos de personajes muy verosímiles y cercanos. Por este localismo y la paradoja de una potente investigación pero desarrollada a ras de suelo, por agentes locales, me recuerda mucho a la estupenda serie Happy Valley; aunque la gallega esté mas centrada en lo criminal y deje en un segundo plano los dramas personales y familiares que con tanto acierto afronta la inglesa. 

Es una lástima que todo lo que derrocha la serie en cuanto a misterio e imaginación queda un poco empañado por la interpretación de la protagonista, una María Mera que peca de monocorde e inexpresiva. El resto del elenco cuenta con actuaciones muy dignas, destacando secundarios como Yelena Molina y Nerea Barros, como prostitutas atormentadas, y Denis Gómez como un joven discapacitado que da mucho juego a la historia.









El sabor de las margaritas saltó al estrellato de forma inopinada en pleno confinamiento (marzo-mayo 2020), cuando se convirtió en una de las 10 series más vistas tanto en Irlanda como en Reino Unido, con el título de Bitter Daisies. Se trata de la primera serie en gallego que llegó al catálogo de la plataforma Netflix, por lo que se ha podido ver en 180 países y subtitulada en 30 lenguas, incluida el chino y el swahili. Este éxito ha propiciado una segunda temporada que está próxima a estrenarse.





















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La idea original es de Ghaleb Jaber Martínez, directivo a su vez de la productora gallega CTV, quien ha desarrollado la serie junto a los guionistas Eligio Montero y Raquel Arias, con dirección de Miguel Conde. Un perfecto ejemplo de cómo una pequeña productora puede generar un producto global en esta era de plataformas digitales. La propia historia de este directivo refleja el mundo globalizado en que vivimos, tal y como ha subrayado en alguna entrevista: "Una mezcla de una alemana que conoce a un gallego en Venezuela y cuya hija regresa a España y vive una historia de amor con un chico palestino que escapa de la guerra. Más culturas y más viajes que la historia de esta familia no puede haber. Yo me siento gallego y árabe cien por cien y es algo que veo positivamente, como una gran riqueza". Consecuente con sus raíces culturales Jaber Martínez ha puesto en pie y dirige desde 2004 en Santiago de Compostela la Semana de Cine Euroárabe AMAL.

lunes, 21 de diciembre de 2020

LA MUCAMA de OMICUNLÉ - de Rita Indiana


Novela eléctrica y polifónica donde se convoca a la santería, deidades afroantillanas, realidades paralelas, tecnología integrada en el cuerpo, miseria, sexo, mucho sexo, drogas y unos personajes desportillados habitantes de un Caribe pastoso a punto de putrefacción.

También es una novela de fascinantes conexiones entre el pasado, el presente y un futuro poco halagüeño. De hecho comienza en un futuro próximo -en 2027- y gira alrededor de dos personajes, Acilde Figueroa y Argenis, dos pobres infelices que serán tocados por el dios Olokun, "una criatura marina que camina hacia atrás en el tiempo", cambiando drásticamente sus destinos. 

Acilde es la mucama de Esther Escudero, una santera que asesora al Presidente de la República Dominicana. Esther fue iniciada como Omicunlé, servidora de Yemayá, la diosa del mar, y el oráculo le reveló que su casa recibiría al elegido y que gracias a éste, ella encontraría la muerte. Esther ha asumido esa calamidad futura, pero Acilde está ajena a todo, no sabe que fue admitida en la casa por ciertas marcas que la señalaban. Antes de trabajar para Esther se prostituía para reunir dinero y pagarse el cambio de sexo con el Rainbow Bright, un tratamiento bioquímico arrollador que metamorfoseará su cuerpo en el de un hombre. Cuando Eric, la persona de confianza de Esther, le acaba de ayudar con la transformación sexual, la inicia en el vudú dominicano como Omo Olokun, el elegido.  

Por su parte Argenis vive un par de décadas antes que Acilde y es otro joven dominicano sin futuro, obligado a sobrevivir. Tiene un enorme talento para las artes plásticas, pero subsiste atendiendo una línea de tarot telefónico. De allí lo rescata un mecenas para incorporarlo a una comunidad de artistas, el Sosúa Project en Playa Bo, donde tiene un accidente de buceo con unas anémonas misteriosas que le provocan un desdoblamiento de conciencia: vive a la vez una doble vida siendo plenamente consciente en ambas; en 2001 en la colonia artística y como un bucanero de la colonización en 1590.
"Elizabeth saca un CD de Morcheeba y lo pone en el equipo de sonido de la terraza, Roque le muestras las modestas instalaciones donde curten el cuero de las vacas que cazan tierra adentro. Mientras Malagueta se hurga los dientes con un palillo de madera, Argenis siente el olor a orina, humo y cuero de ese otro lugar. ¿Qué coño es esto? Contrario a los sueños con transiciones extrañas y agujeros en el tiempo y en las cosas, esta historia que se desarrolla en su interior es coherente y lineal." pág.77 
Anémona Condylactis Gigantea
Este desdoblamiento temporal, que rememora el cuento de Cortázar "La noche boca arriba", es el mismo que experimenta Acilde desde que fue iniciado como Omo Olokun, también por contacto con la mística anémona. Él transita simultáneamente por 1590, 1991 y 2027. 
Todo ello provoca una catarata de historias, subtramas y encrucijadas que se traduce en un libro tan vertiginoso como excitante y burlesco. La multiplicidad de líneas temporales permiten, además, a la autora llevar a cabo un repaso de la historia de su país, desde la época colonial hasta el dictador Trujillo y lanzando un dardo envenenado hacia el futuro en forma del ficticio presidente Said Bona: un populista que se apoya en las premoniciones de Esther para formar un régimen totalitario de izquierda que declaró el vudú dominicano como religión oficial y se alió con otros gobiernos de la región en la Alianza Bolivariana.
"El carisma de este hombre, que se había echado al bolsillo la voluntad del país durante quince años, surtía el mismo efecto en él que en las masas que había seducido a golpe de videos de youtube en los que criticaba al gobierno y usaba el español dominicano que se hablaba en la calle. Ya en el poder se declaró socialista, firmó una caterva de tratados con los miembros de la Alianza Bolivariana Latinoamericana, quienes perseguían el sueño de la Gran Colombia desde sus estados totalitarios. Encarceló a todos los ex funcionarios corruptos con cargos reales; y a los líderes de la oposición, con cargos inventados." pág. 113
Hay tres asuntos que destacan como sustrato y crítica en el libro, la política caribeña, los desastres medioambientales y una reflexión sobre el arte moderno que cifra su origen en el mismísimo Goya, cuya presencia es recurrente en las ponencias y debates de la colonia por lo rupturista de sus propuestas:
"El ejercicio buscaba problematizar la noción de contemporaneidad en el arte y analizar la forma en que Goya, hacía ya dos siglos, al articular sus observaciones filosóficas y formales, se había divorciado de las expectativas de las obras encargadas por sus clientes e inaugurado el arte moderno." pág. 75


"Dejaron la sala a oscuras cuando cerraron las cortinas. Iván encendió el proyector y apareció en la pared el grabado 66 de Los caprichos. «En esta serie de grabados —además de hacer una fusión de técnicas— Goya presenta una sátira subjetiva que no se amarra a una sola lectura, desestabiliza los paradigmas sociopolíticos de su tiempo a partir de personajes y situaciones que oscilan entre lo pintoresco local y lo mitológico universal.»" pág. 78
Incluso Argenis había elegido Psichyc Goya como nombre de batalla en su trabajo de tarot. Sin embargo cuando llega a la colonia se percata de que su obra está hueca porque simplemente reproduce la tradición: "Despierte, Goya, póngase las pilas, usted tiene una técnica impecable, pero no tiene nada que decir, mire a su alrededor, carajo, ¿usted cree que la cosa está para angelitos?".
"Al día siguiente, durante la primera clase de historia del arte, la profesora Herman había decidido empezar por lo que se había producido durante los últimos diez años, la década de los noventa. Marina Abramovic, Jeff Koons, Takashi Murakami, Santiago Sierra, Damien Hirst, Pipilotti Rist. La profesora Herman lo explicaba todo muy bien, incluyendo los precios de las piezas y las referencias de cada artista. A Argenis le bajó el azúcar. Tuvo que excusarse y caminó con la vista borrosa hasta el minimarket. ¿Dónde diablos había estado? Se sintió pobre, ignorante y, sobre todo, confundido. Las obras que había visto, aunque a veces ni siquiera estaban hechas por el autor sino por una fábrica de juguetes en China, se ajustaban en forma y vitalidad a la época a la que pertenecían, como las de Velázquez o Goya a la suya. Recordó el cafetín asqueroso en el que tertuliaba enajenado con pintores de dientes negros que habían compartido con él los secretos de Leonardo, Rembrandt y Durero.
Tremenda mierda."  pág. 38
Por otro lado tanto los desastres de la política como los medioambientales están relacionados entre sí por una gestión desastrosa del presidente que ha dejado estéril el mar Caribe, convertido "en una batida de mierda".
Pero ahora Said Bona estaba en aprietos. Tras aceptar almacenar armas biológicas venezolanas en Ocoa, el maremoto de 2024 había arrasado con la base que las albergaba y dispersado su contenido en el mar Caribe.
Desaparecieron especies completas en cuestión de semanas. La crisis ambiental se extendió hasta el Atlántico.
Mientras su gestión perdía puntos, Said se esmeraba en culpar a los Estados Unidos y a la Unión Europea de haber fabricado el tsunami con el fin de desestabilizar la región. pág. 114 

 

El mar parece dar una continuidad telúrica al mundo que nos presenta Rita Indiana. Un mar que da el sustento y la vida, que es el hogar de los dioses y del conocimiento (Omo Olokun también significa "el que sabe lo que hay en el fondo del mar") y que condiciona el futuro y la política. De hecho la misión del elegido es salvar el mar: 
"Acilde intuyó que la tarea que deseaban que realizara tenía que ver con ese desastre, que hacía llorar a Esther Escudero durante los rezos con que abría el día. Ese desastre por el que llegaban al país oceanógrafos y médicos y por el que ahora el Caribe era un caldo oscuro y putrefacto. (...) Se veía como Acilde imaginaba se vería su fantasma, y este fantasma, sonriente y pacífico, dijo: «Si estás viendo esto significa que todo salió bien. Eric te inició y ya sabes que eres el Omo Olokun: el que sabe lo que hay en el fondo del mar. Said cuenta contigo, utiliza los poderes que recién empiezas a descubrir para el bien de la humanidad. Salva el mar, Maferefún Olokun, Maferefún Yemayá»".
Los dos valores de excelencia de la novela son la escritura eléctrica, a veces culta, a veces callejera ("mielda mano, qué bad trip"), y el trenzado magnífico de la trama que se bifurca en múltiples líneas temporales. Hay momentos de verdadero gozo cuando se van desvelando las conexiones (como el tesoro bucanero) entre las distintas épocas.

Combinando ciencia ficción, misticismo, aventura y realismo mágico en un potaje improbable, Rita Indiana sabe articular con verdadero talento narrativo la continuidad y el vértigo que experimentan los personajes.

Atendiendo al espacio físico, prácticamente todas las épocas transcurren en Sosúa y su Playa Bo. Todos los personajes están allí, sólo que en distinto tiempo. Este maravilloso hallazgo narrativo me recuerda al revolucionario cómic de Richard McGuire Aquí (Here), donde las páginas experimentan con el tiempo superponiendo capas de distintas épocas que transcurren en el mismo espacio físico, una habitación: la misma que en 1957 recorre una mujer, que en 1907 está construyendo un carpintero y que en 1620 atraviesa un indígena cuando sólo era una pradera... Una combinación de épocas y viñetas solapadas que dan cuenta de una historia que se inicia hace más de tres mil millones de años y llega hasta un 2313 apocalíptico.
Página del cómic "Aquí", de Richard McGuire



















Siendo una novela tan breve y cautivadora (180 páginas) quizás se echa en falta un mayor desarrollo de ese mundo místico y sagrado que se hunde en los orígenes del Caribe o de la misión del Omo Olokun que, siendo "el de las siete perfecciones, el Señor de las profundidades que sabe lo hay en el fondo del mar", acaba centrándose en salvar la valiosísima barrera de coral de Playa Bo; quizás una misión no muy ambiciosa, a no ser que pensemos en el lema "piensa globalmente, actúa localmente".

Lo mismo cabe decir de ese mundo futuro, tan distópico y perturbadoramente cercano, que nos gustaría explorar y en el que la autora dominicana nos sumerge con unos escuetos pero potentes brochazos. 
"El timbre del apartamento de Esther Escudero ha sido programado para sonar como una ola. Acilde, su mucama, afanada con las primeras labores del día, escucha cómo alguien allá abajo, en el portón del edificio, hunde el botón hasta el fondo y hace que el sonido se repita, restándole veracidad al efecto playero que produce cuando se retira el dedo tras oprimirlo una sola vez. Juntando meñique y pulgar, Acilde activa en su ojo la cámara de seguridad que da a la calle y ve a uno de los muchos haitianos que cruzan la frontera para huir de la cuarentena declarada en la otra mitad de la isla.
Al reconocer el virus en el negro, el dispositivo de seguridad de la torre lanza un chorro de gas letal e informa a su vez al resto de los vecinos, que evitarán la entrada al edificio hasta que los recolectores automáticos, que patrullan calles y avenidas, recojan el cuerpo y lo desintegren"
pág. 11







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Rita Indiana Hernández Sánchez, nacida en Santo Domingo, el 11 de junio de 1977, es escritora, cantante, merenguera y compositora.
Tras publicar dos libros de cuentos, Rumiantes (1998) y Ciencia succión (2002), y dos novelas, La estrategia de Chochueca (2003) y Papi (2005, en Ed. Periférica 2011), lanzó un disco de merengue psicodélico al que llamó El Juidero.
La publicación de Papi formó el revuelo típico de cuando aparece algo realmente nuevo y auténtico. Papi es un rap de lectura sincopada que celebra y tritura la sociedad de consumo y el capitalismo que vivió la República Dominicana a principios de los noventa. La historia está atravesada por la música, la cultura pop, las costumbres de Santo Domingo y el fantasma latente del dictador Rafael Trujillo, cuya sombra planea por las páginas. La novela trata de una niña que espera a su padre, un mafioso dominicano que vive en Nueva York y que periódicamente vuelve a la isla. En cada visita el padre mima a su hija mientras va cambiando de novia y escondiendo sus oscuros negocios.
Con esta novela la autora exorcizó la muerte de su padre que fue asesinado en el barrio del Bronx, en Nueva York. Comienza así: "Papi es como Jason, el de Viernes trece. O como Freddy Krueger. Más como Jason que como Freddy Krueger. Cuando uno menos lo espera se aparece. Yo a veces hasta oigo la musiquita de terror y me pongo contenta porque sé que puede ser él (…). Pero en lo que más se parece papi a Jason no es en que se aparece cuando una menos lo espera, sino en que vuelve siempre. Aunque lo maten".
Después de una etapa musical, en 2014 volvió a la escritura y publicó la novela Nombres y Animales (Ed. Periférica, 2013) en la que aborda la historia de una adolescente que trabaja en la clínica veterinaria de sus tíos mientras sus padres viajan a España para visitar la Expo 92 de Sevilla. Los tíos son dos personajes de carcajada que Rita dibuja con maestría; pero también aparecen otros asuntos como el de los hijos ilegítimos, el maltrato animal, el desprecio a los haitianos (muy patente en República Dominicana) o el despertar sexual.
Referente de la cultura popular latinoamericana desde la publicación de Papi, Rita Indiana se consagró definitivamente con la publicación de La mucama de Omicunlé (Ed. Periférica, 2015). La posterior publicación de Hecho en Saturno (Periférica, 2018) no hizo sino confirmar su valía. Esta obra tiene una estructura circular (empieza y termina en Cuba) y La Habana se convierte en un personaje con vida propia, testigo de la transformación de los personajes que la pueblan, los hijos de los que hicieron la revolución pero que ahora están huérfanos de referentes y raíces culturales. En la novela vuelven a brillar las referencias intertextuales (musicales, literarias y pictóricas) entre las que vuelve a destacar una obra de Goya, ´Saturno devorando a su hijo´.
Este mismo año y tras una década, Rita Indiana ha vuelto a la música sacando el disco "Mandinga Times" en el que aborda asuntos tan actuales como la impunidad en los casos de corrupción o el tabú persistente hacia la homosexualidad. Su capacidad para relatar historias aparece en temas como 'The Heist' donde se cuenta la historia del robo de 7 millones de dólares a la Wells Fargo, en 1983, por parte del grupo independentista puertorriqueño, Los Macheteros. También el tema ´Pa'Ayotzinapa' está dedicado a los 43 alumnos de la escuela rural de Ayotzinapa, en México, secuestrados y desaparecidos desde 2014.

jueves, 17 de diciembre de 2020

GAMBITO de DAMA - de Scott Frank y Alan Scott




Scott Frank adapta, con suma intensidad y elegancia, la novela de Walter Tavis "The Queen´s Gambit", para contarnos la historia de una huérfana que encuentra en el mundo del ajedrez el modo de encauzar su vida y superar sus problemas de adicción y soledad. Con sólo 8 años Beth Harmon (Anya Taylor-Joy)  descubre que tiene un cerebro prodigioso para el ajedrez. En el rígido y empobrecedor orfanato donde ha ido a parar tiene la suerte de encontrar a un conserje estudioso de los trebejos que la inicia en el deporte mental y cuanto más juega más alimenta una obsesión que no dejará de crecer. Gambito significa sacrificio y en la apertura así denominada, 1.d4 d5 2.c4., las blancas ofrecen el peón de la reina a cambio de controlar mejor el centro del tablero. La respuesta que finalmente ofrece Beth Harmon es no aceptar ese sacrificio, ni en el tablero ni en su vida, para controlar y buscar su propio destino. 
 
Del mismo modo que hizo en El color del dinero (otra de sus novelas adaptadas a la pantalla), Walter Tavis relata el camino que recorre esta prodigiosa jugadora hasta la cima del campeonato mundial. El drama personal de Beth, la tensión de los campeonatos y una perfecta ambientación en plena Guerra Fría son las bazas ganadoras de esta serie.

Beth no sólo encontró el ajedrez en el orfanato; allí también se volvió adicta a los sedantes. El orfanato practicaba algo que estaba muy generalizado en los años 50 y 60, suministrar un sedante para equilibrar el ánimo y aplacar cualquier tipo de neurosis o preocupación. Estas pastillas se convirtieron en la droga habitual de amas de casa frustradas y aburridas en EEUU, hasta el punto de que una letra escrita por Mick Jagger y Keith Richards en 1965 las introdujo en la cultura popular como "mother´s little helper" (el pequeño ayudante de la madre). Las pastillas verdes que persiguen a Beth se convierten en un desinhibidor de sus dolorosos recuerdos (su madre su suicidó), de su sensación de abandono y de sus propios demonios.

Beth aprende a reservarlas para poder tomar varias por la noche y alucinar con un gran tablero de ajedrez que emerge del techo, en el que imagina todo tipo de variantes y movimientos. Esta imagen de Beth "viendo" desarrollarse las partidas en el techo de su habitación es una de las más icónicas de la serie y nos mete de lleno en sus momentos de anfetamínica lucidez. A este abuso de sustancias añadirá más adelante la del alcohol, que le producirá alguna que otra mala pasada.
Beth no lo tiene fácil y cuando sale del orfanato adoptada es para vivir con un matrimonio que no sabe bien qué hacer con ella. De modo que siendo el ajedrez un deporte exigente y hasta angustiante, paradójicamente a ella le sirve de consuelo y liberación para encauzar su soledad y sus frustraciones emocionales.  

Este es uno de los primeros cambios a los que tuve que acostumbrarme viendo la serie. Mis expectativas con ella era un drama de locura, obsesión y frustración a cuenta de su afición por el ajedrez. Pero no es el caso. Las competiciones y las partidas serán el lago profundo y sereno por donde Beth navegue en paz. En una de las mejores líneas del guión, Beth explica que ama el ajedrez porque a diferencia de su vida, en el tablero de 64 casillas es ella quien tiene el control. Allí todo es predecible y calculado.

Éste es otro de los aspectos sorprendentes de la serie. La vida aprieta a Beth pero nunca la ahoga. Los conflictos que afronta la joven parecen insuperables, pero en cada caso asistimos a una superación imprevista de situaciones que amenazaban desastre. Y no nos sentimos engañados. En los tiempos que corren apetece ver cómo alguien supera las dificultades. Aunque por momentos el barco parezca hundirse Beth sale indemne del orfanato, los mismo que de sus adicciones. También su madrastra, que es abandonada por su marido, coquetea con el alcoholismo; pero en última instancia elige secundar a Beth y acompañarla en su carrera ajedrecística. 


En este sentido se trata de un bildungsroman amable y positivo aunque incluya algunas pinceladas oscuras; lo que no quita que esté desarrollado con unos potentes mimbres dramáticos (sus adicciones siempre aparecen en el peor momento, su primer enfrentamiento con el campeón ruso es un desastre, etc.) que mantienen muy alto el interés y la tensión durante los 7 capítulos que tiene la serie.

Uno de sus mayores aciertos es la intensa dramatización del juego. Para ello no sólo han adaptado la novela de Tavis, sino que le han añadido a la protagonista retazos de la personalidad de Bobby Fischer, el obsesivo y genial ajedrecista norteamericano, primero en ganar el Campeonato Mundial a los rusos (a Borís Spasski, en 1972)) en plena Guerra Fría. 

Beth Harmon es tan obsesiva como Fischer y desarrolla un juego muy similar, siempre agresivo. Como él vive sola y aislada, dedicando todas sus horas al juego. También la época en que triunfa Beth, el período de 1958 a 1968, coincide con el período de esplendor de Bobby Fischer, culminado con el Campeonato del Mundo de 1972. Beth gana el campeonato de EEUU en 1967, el año en que Fischer ganó su octavo, y último, título nacional. Por otro lado plasmar la personalidad ajedrecística de Fischer en Beth tiene un punto de suprema ironía, teniendo en cuenta que las opiniones del campeón sobre las jugadoras siempre fue muy despectiva. En una entrevista de 1963 llegó a calificarlas de terribles y poco inteligentes. 



Legos y expertos disfrutarán de las partidas que se presentan gracias a la capacidad de Scott Frank para mostrar los vaivenes emocionales del juego por un lado y por haber seleccionado partidas realmente históricas que ha incluido en la ficción. Por ejemplo, cuando Beth vence a su oponente en menos de 12 movimientos que están inspirados en el juego de Gioachino Greco, del siglo XVII o cuando se disputa el título estatal de Kentucky que se recrea una partida que tuvo lugar en Riga, en 1955. También la partida final ante el campeón ruso Borgov (Marcin Doroncinski) reproduce una que tuvo lugar en Biel, Suiza, en 1993. Y por supuesto en el guión afloran grandes maestros y estrategias como el genial cubano Capablanca, apodado el "Mozart del ajedrez", la apertura Ruy López, la defensa siciliana o la defensa Caro-Kann para cuando juegas con negras. 

El guionista y director ha reconocido que analizó la película de Edward Zwick, El caso Fischer, donde aprendió que para transmitir el intenso dramatismo de las partidas no tenía que mostrar demasiado el tablero. Los rostros, las miradas y el lenguaje corporal de los contendientes son los mejores comunicadores de las fatalidades y alegrías que provoca el juego. Lo cual no  hace más que reafirmar la enorme y melancólica actuación que lleva a cabo Anya Taylor-Joy, sobre quien recae toda la carga dramática de la serie (sin olvidar la excepcional interpretación de Isla Johnston dando vida a Beth en el orfanato).

Por otro lado se contó con dos asesores tan reputados como Bruce Pandolfini y el campeón mundial Gary Kaspárov. Gracias a ellos todo resulta muy convincente, tanto las partidas y movimientos que se presentan como el ambiente que las rodea e incluso el expresivo movimiento de manos que realizan para mover y capturar piezas.


La ambientación en plena Guerra fría, el glamuroso estilismo de Beth, muy aficionada a los vestidos, y el empoderamiento del que hace gala la joven redondean la función. 

El empoderamiento de Beth es una de las noticias principales de la serie. La novela es de 1983 y presentar entonces una protagonista femenina en un entorno predominantemente masculino no parecía más que una entelequia... pero los tiempos han cambiado y el éxito de la serie así lo ratifica. Hoy se ve como una situación normal y posible. Walter Tevis era un jugador de ajedrez de nivel C que falleció un año después de la presentación del libro y que en una columna del New York Times aseguró que esta novela era un homenaje a todas las mujeres inteligentes del mundo.

Además los estilismos de Beth son un añadido muy particular que logra transmitir la evolución y liberación del personaje, lo que me hace recordar a la maravillosa asesina Villanelle en la estilosa serie Killing Eve. Beth es muy aficionada a la ropa y con los outfits que va eligiendo para cada ocasión nos va declarando su camino hacia la autoafirmación. La responsable de vestuario es la francesa Gabrielle Finder y jugando con la melena pelirroja de la protagonista y los cuadros y líneas de los escaques, ha logrado transmitir el cambio desde los sobrios y grises looks de los primeros campeonatos en los 50 a los más atrevidos y glamurosos de los 60; reflejando el  ansia de libertad y la búsqueda de uno mismo que bullía en esa década prodigiosa. Incluso hay quien ha lanzado la teoría de que la serie tiene 7 capítulos porque ése es el número de casillas que un peón debe cruzar para convertirse en reina...

Además es otra de las características que hacen un guiño a Fischer ya que, aunque a veces pasaba apuros económicos, siempre disponía de trajes y zapatos hechos a medida. 


No quisiera dejar de subrayar la presencia de la actriz y directora Marielle Heller como Alma Wheatley, la madrastra de Beth. La cineasta posee una filmografía de una coherencia temática y moral abrumadora (A Beautiful Day in the Neighborhood, Can You Ever Forgive Me y Diary of a Teenage Girl) que, sin duda, añade profundidad al personaje que acompaña y vela por Beth.

La última metáfora está incluida en los títulos de cada capítulo. Todos ellos refieren circunstancias del juego (Aperturas, Peones Doblados, Medio Juego, Aplazamiento, etc.) que tienen su correlato en las vivencias de Beth. Por ejemplo el capítulo 1, Aperturas (Openings), está dedicado al descubrimiento y aprendizaje del ajedrez que hace Beth en el orfanato; mientras que el capítulo 3, Peones doblados (Double Paws), se refiere a la ventaja que se tiene sobre el oponente al bloquear el avance de sus piezas con sus peones. Una jugada que es arriesgada, porque expone al jugador a demasiados riesgos; los mismos que corre Beth al desafiar al campeón de EEUU en aquel momento, Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster), sufriendo su primera derrota. 
La vida como un tablero donde cada casilla esconde triunfos, sacrificios y decepciones. 













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Scott Frank también es el guionista y director de la serie Godless y de la película Caminando entre las tumbas (A Walk Among the Tombstones), una buena muestra del mejor cine negro. Anteriormente había firmado los guiones de Un romance muy peligroso (Out of Sight) sobre una novela de Elmore Leonard y también la historia del humanizado Lobezno en Logan.  Como director debutó en 2007 con el thriller  Lookout.

sábado, 12 de diciembre de 2020

BANSKY, Irreverente y Transgresor























El pasado mes de octubre el óleo de Bansky "Muéstrame el Monet" (Show me the Monet), se vendió por 9,8 millones de dólares en la casa de subastas Sotheby´s de Londres. Se trata de una sarcástica versión del clásico impresionista "El puente del jardín japonés de Giverny" de Claude Monet, 1911, perteneciente a la serie "Los nenúfares" que el artista francés estuvo ejecutando desde 1898 hasta 1926. 

Admiro a Bansky porque es un artista activo y comprometido, lleno de ideas incisivas que interactúan cáusticamente con su tiempo para sacar a la luz las miserias del mundo moderno. En su obra siempre está presente una crítica acerada a la sociedad, a la política y al autoritarismo. En su forma de criticarlos nunca falta el ingenio y la ironía. A través de sus grafitis estarcidos y el color negro, ha conseguido una iconografía distintiva y muy reconocible; en ella abundan las ratas, la basura, los niños y los policías. Los elementos visuales que utiliza son simples y limpios pero con ellos logra destilar profundas reflexiones éticas, políticas y sociales. Sus sátiras se dirigen contra el capitalismo, la guerra, la codicia y la hipocresía. Se trata de un artista agitador y altamente subversivo contra la sociedad de consumo en la que nos regodeamos. 

Pero a lo que iba.
Me llamó la atención que la noticia de la subasta se ilustrara con la imagen que reproduzco más arriba. Creo que es un Bansky sobre otro Bansky. 
Bansky "pervierte" la obra de Monet y transforma el idílico jardín en un canal de desagüe donde la gente ha tirado un par de carritos de supermercado y un cono fosforescente de tráfico. Pero resulta que la obra final, subversión de la pintura clásica, vuelve a ser sacralizada, enmarcada y tratada por los operarios como una nueva pieza de culto dispuesta para su venta y consumo. 
Círculo completado. 

Parecería como si Bansky, sacando su obra a subasta, se riese de la sociedad que lo venera y donde cotiza al alta, como hace el bufón cuando señala al rey su propio ridículo. ¿Provocador, avispado o transgresor?. Siendo así que la obra contiene una reflexión irreverente e impactante sobre el arte y el consumismo visto desde fuera; verla integrada en el circuito de subastas como un van Gogh o un Monet más, no deja de ser paradójico.

Recordemos que todo en el cuadro pone en la diana al consumismo. No sólo los carritos del supermercado son una imagen emblemática de la fiebre consumista, sino que también en el título, “Show Me the Monet”, el artista juega con la homofonía que se da entre "Monet" y "Money" (dinero), para articular una crítica a la banalización y comercialización espuria del arte. Los elementos invasores en la obra son mínimos, pero en cambio el impacto es máximo gracias al anacronismo disruptivo de mezclar una pintura clásica de museo con tres objetos comunes y muy contemporáneos. 

Además al elegir objetos vulgares y urbanos abandonados en un entorno natural idílico, coloca sobre el tapete el desprecio de la sociedad actual por la naturaleza, en favor de la producción exagerada y el exceso derrochador del consumismo. 



Show Me the Monet fue pintado como parte de una serie denominada Crude Oils, en la que Bansky subvierte y actualiza obras de arte canónicas introduciendo en ellas elementos transgresores capaces de provocar nuevos significados. 

La muestra incluía 22 pinturas entre las que se encontraban Los Girasoles de Van Gogh, (sólo que marchitos, porque la belleza también es atacada por el tiempo); los retratos coloreados que Andy Wharhol hizo de Marilyn Monroe, pero trastocada ésta por Kate Moss o el cuadro Nighthawks de Edward Hopper, pero con la irrupción de un hooligan vestido con un calzón estampado con la union jack y lanzando sillas contra la cristalera del restaurante. 




Show me the Monet tuvo su primera aparición pública en 2005, en la segunda exposición que una galería dedicaba al artista inglés. La muestra tuvo lugar en un local abandonado en Notting Hill y su visita tenía unos requerimientos muy especiales. Antes de acceder al espacio los visitantes debían firmar una renuncia a eventuales acciones legales y prepararse para compartir la experiencia con 164 ratas que Banksy contrató para ambientar adecuadamente la exposición. Su visión del mercado del arte como un albañal parecía nítida. 

Esta venta supone la segunda en valor por una de sus obras. El récord lo ostenta Devolved Parliament, que representa a los parlamentarios como chimpancés en la Cámara de los Comunes. Se vendió por 12 millones de dólares hace un año.


























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Desde el inicio de la pandemia, el anónimo artista se ha mostrado muy activo presentando en diversas obras su preocupación por los efectos del coronavirus. Empezó con un homenaje a los sanitarios -Game Changer- a través de la imagen de un niño jugando con su heroína favorita, una enfermera del Servicio Público de Salud británico (NHS) con capa y mascarilla, por encima de Spiderman o Batman. Apareció en el vestíbulo del Departamento de Emergencia del Hospital de Southampton. 

Continuó en julio cuando sus célebres ratas tomaron el underground de Londres para concienciar sobre el uso de los geles y las mascarillas. Lástima que sólo duraron unas horas porque la empresa Transport for London procedió a su borrado debido a su "estricta política antigrafiti". 
Lo siguiente fue un niña con hula hoop en Nothingham. 

Aunque la obra más contundente y necesaria de este malhadado 2020 la lanzó contra la lacra del racismo sistemático que sufre EEUU. Con el movimiento Black Live Matter en pleno auge, publicó en su cuenta de Instagram un sentido homenaje a George Floyd acompañada de una reflexión:



"Al principio pensé que debía callarme y escuchar a la gente negra sobre este asunto. Pero, ¿por qué debería hacerlo? No es su problema, es el mío. El sistema está fallando a la gente negra. El sistema blanco. Como una tubería rota que inunda el piso de las personas que viven debajo. Este sistema defectuoso hace su vida miserable, pero no es su trabajo arreglarlo. No pueden, nadie les dejará entrar en el piso de arriba. Esto es un problema blanco. Si la gente blanca no lo arregla, alguien tendrá que subir y dar una patada en la puerta"© Banksy

Su última actuación hasta ahora es Achoo!! y ha aparecido esta misma semana en Bristol, la que se supone su ciudad natal. El estornudo de una anciana (tan fuerte que hasta se le escapa la dentadura) juega con el efecto óptico de una de las calles con más pendiente de la ciudad (y del país según dicen), Vale Street, con 22 grados de inclinación. Un signo de los tiempos, que un simple estornudo haga tambalearse al mundo.


miércoles, 9 de diciembre de 2020

TRAMPA para CENICIENTA - de Sébastien Japrisot




Yo hubiera asesinado, Yo he asesinado, Yo habría asesinado, Yo asesiné.... así  se titulan los capítulos de esta novela llena de laberintos, espejos y flashback donde a la vuelta de cada página tendemos a confundir a asesina y asesinada.

Una joven despierta en el hospital tras un horrible incendio que la ha desfigurado. En el incendio pereció otra chica. La superviviente tiene envueltas en blancas vendas todo su cuerpo y también su memoria, puesto que no recuerda nada sobre sí misma o su vida anterior. ¿Quién es ella y cuál era su relación con la chica muerta?. Contada en primera persona y desde la mente quebrada de la joven, la novela se convierte en un rompecabezas que se recompone y desbarata según van llegando los recuerdos y testimonios. 

Me llamo Michèle Isola tengo veinte años. La historia que les cuento es la historia de un asesinato. Soy el investigador, soy el testigo, soy la víctima, soy el asesino, soy los cuatro a la vez, pero ¿Quién soy ? 



Del mismo modo que en el cuento clásico la Cenicienta transita entre dos mundos opuestos, en esta novela la protagonista tiene que buscar su identidad entre las dos jóvenes del incendio: ¿Será ella Michèle la joven rica, tiránica y caprichosa de vida disipada o bien será Domenica, la amiga y esclava que la acompañaba? Para subrayar el carácter fantástico del cuento, la novela comienza como una fábula: 
Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, tres niñas: la primera se llamaba Mi, la segunda Do, la tercera La. Tenían una madrina que olía bien, que no las regañaba jamás cuando no se portaban bien, y a la que llamaban madrina Midola.
Un día, están en el patio. La madrina besa a Mi, no besa a Do, no besa tampoco a La.
Un día, juegan a los matrimonios. La madrina elige a Mi, no elige nunca a Do, no elige tampoco a La.
Un día, están tristes. La madrina, que se va, llora con Mi, no dice nada a Do, tampoco dice nada a La.
De las tres niñitas, Mi es la más guapa, Do la más inteligente, La muere enseguida.
El entierro de La es un gran acontecimiento en la vida de Mi y de Do. Hay muchos cirios, muchos sombreros encima de la mesa. El ataúd de La está pintado de blanco, la tierra del cementerio es blanda. El hombre que cava el hoyo lleva una chaqueta con botones dorados. La madrina Midola ha venido. A Mi, que le da un beso, le dice: «mi amor». A Do: «me manchas la ropa».
El relato nos irá descubriendo las relaciones que unen a estas dos jóvenes cuyo destino ha quedado fundido en el accidente, Michèle y Domenica; los juegos perversos en que se fueron enredando. Oiremos los ecos lejanos de la madrina Midola y su cuantiosa herencia. También conoceremos a Jeanne Murneau, la preceptora que se ha ocupado de Michèle desde que era niña, por encargo de la madrina, y que ha sido la primera en acudir a su auxilio. 
Tenías un capricho nuevo cada dos o tres días: un coche, un perro, un poeta americano, Domenica Loï... todo eran las mismas tonterías. Con dieciocho años te encontré en un hotel de Ginebra con un oficinista. Con veinte te encontré en otro hotel con Domenica Loï.
—¿Y ella qué era para mí?
—Una esclava, como todo el mundo.
—¿Como tú?
—Como yo.
Angustiada, la superviviente se lanzará a reconstruir sus recuerdos y sus relaciones para apresar su identidad; pero cuanto más descubre más confuso se vuelve todo. Nota que Jeanne le escamotea información, que no se identifica con alguno de sus testimonios y que entre sus propios y confusos recuerdos reina la confusión. 
"Me dormí con la boca apoyada en su mano. ella no hablaba. Justo antes del sueño, en ese espacio que linda con la inconsciencia en el que todo es absurdo, en el que todo es posible, por primera vez se me ocurrió la idea de que yo no era nada, solo lo que Jeanne decía de mí, y que bastaba con una Jeanne mentirosa para que yo fuese una mentira."
Fotograma de la película "Piege pour Cendrillon" de André Cayatte














Cuando se siente recuperada huye del retiro donde le cuida una solícita Jeanne y corre en busca de la verdad. Primero encuentra a François que parece haber sido su amante aunque ella lo siente como algo ajeno. Luego conoce a Gabriel, que le informa de cómo lo sedujo para que rompiese con Domenica. Para Gabriel Domenica era un inocente cordero que cayó en las garras de Michèle; pero cuando aparece de nuevo Jeanne Murnau ésta le explica que en realidad Dominique no era la chica amable y simpática que le ofrecía su hombro; sino una alimaña que logró infiltrarse en la vida de Michèle para manipularla. 

Japrisot consigue tejer una telaraña cada vez más compleja e intrigante en la que la narradora se ve golpeada por un perturbador oleaje de remordimiento y enajenación. 
Aun quemada, yo era reconocible. El error era posible para los extraños, pero no para Jeanne.
Entonces era lo contrario, más horrible, pero mucho más sencillo.
«¿Quién me dice que no estás haciendo comedia?». Jeanne tenía miedo, miedo de mí. No porque yo me pareciese cada vez más y más a Do, ¡sino porque sabía que yo era Do!
Trampa para Cenicienta es una novela negra y thriller psicológico que se nutre de la angustia existencial por hallar la propia identidad. Un asunto nada convencional en la novela negra y más si consideramos que está narrada desde la mente atormentada y amnésica de quien realiza esta búsqueda. Pero no sólo importa esta pesquisa, sino que también tienen sustancia los giros radicales de la trama, las distintas máscaras de cada personaje y la naturaleza de esta enfermiza relación entre dos chicas tan diferentes... sin olvidar la tortuosa personalidad de la institutriz. 

Por la transformación de una persona en otra, la novela nos remite al clásico de Boileau-Narcejac, D´entre les morts, publicada en 1.954 y adaptada por Hitchcock a la pantalla como Vértigo. Mientras que por la suplantación de identidad en una lucha muy particular de clases, no podemos dejar de recordar la elegante y siniestra novela de Patricia Highsmith, El talento de Mr. Ripley.

Apasionante. 





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Sébastien Japrisot (1931-2003) estudió en los jesuitas y luego en la Universidad de la Sorbona. A los diecisiete años publicó su primera novela con su verdadero nombre (Jean-Baptiste Rossi) titulada Les mal partis, por la que recibió el Prix de l´Unanimité con un jurado compuesto, entre otros, por Jean Paul Sartre y Louis Aragon. Con veinte años, tradujo varias obras de Salinger. Más adelante compaginó su trabajo como creativo y director de publicidad con la escritura de ficción. Todas sus novelas han sido llevadas a la gran pantalla desde que en 1984 le fue concedido el César a la mejor adaptación cinematográfica por Verano asesino. Largo domingo de noviazgo fue llevada al cine en 2004 por Jean-Pierre Jeunet. Cabe destacar y recomendar sus otras dos novelas negras y criminales El tren de la muerte y La mujer del coche, con gafas y un fusil.

lunes, 7 de diciembre de 2020

ROSARIO CASTELLANOS, Poetisa
























Rosario Castellanos nació el 25 de mayo de 1.925 en México D.F. y murió en Tel Aviv en 1974. Fue poetisa (así se nombraba ella), novelista, dramaturga, ensayista, periodista, profesora, diplomática y una feminista pionera ya desde los 25 años de edad, cuando presentó su tesis universitaria titulada "Sobre cultura femenina" en junio de 1950, tres años antes de que las mexicanas obtuvieran el derecho de votar. Dedicó gran parte de su obra y de sus energías a defender los derechos de la mujer y de los indígenas de México. Siendo uno de los símbolos del feminismo latinoamericano, su vida personal estuvo marcada por un matrimonio desastroso que la llevó a sufrir continuas depresiones. Se enamoró del filósofo Ricardo Guerra y se casaron en 1958, pero las infidelidades de su marido le llevaron a continuas depresiones. 

Fue muy crítica con la sociedad machista y patriarcal que le tocó vivir, la cual imponía a la mujer una posición sumisa y pasiva. Exteriorizó como nadie (en ensayos y multitud de artículos periodísticos) la repulsa contra los prejuicios de una sociedad que restringía la realización de la mujer a la maternidad y al seno de la vida familiar. Castellanos rechazaba el victimismo y reivindicaba la necesidad de terminar con la autocomplacencia femenina proponiendo que las mujeres se responsabilizaran de sus propias vidas y las encauzaran a su desarrollo personal e intelectual. En uno de sus poemas más famoso, «Lamentación de Dido», redefine el mito de la reina Dido de Cartago, que se entrega a Eneas y tras ser abandonada por él se incinera cubierta por las pertenencias de su amado. En este poema Castellanos eleva a metáfora el abandono que sufrió por parte de su marido pero, rebelde antes las normas sociales, hizo que su reina no abdicara de la vida. Estas son sus estrofas finales: 
Mis amigos me miran al través de sus lágrimas; mis
deudos vuelven el rostro hacia otra parte. Porque la
desgracia es espectáculo que algunos no deben
contemplar.

Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no
hay muerte.
Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que
dolor?— me ha hecho eterna. 
Aunque nació en la ciudad de México, pasó su infancia y juventud en la tierra de sus mayores, la región maya de Comitán, Chiapas. La cultura indígena y segregación racial que vivió allí marcaría poderosamente la identidad y el estilo de su obra. A los 16 años volvió a México DF, donde cursó la Licenciatura y Maestría en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se relacionó con Ernesto Cardenal, Dolores Castro, Jaime Sabines y Augusto Monterroso. Después de realizar cursos de postgrado en Madrid, regresó a la UNAM como profesora de la Facultad de Filosofía y Letras. También impartió cursos en las Universidades de Winsconsin, Colorado e Indiana en EEUU.  Mujer de grandes inquietudes, en 1971 recibió el nombramiento de embajadora de México en Israel, donde trabajó como catedrática de la Universidad Hebrea de Jerusalén hasta su muerte, a la edad de 49 años, a causa de un desafortunado accidente doméstico. 

Trabajó como promotora de cultura en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, en el Centro Coordinador del Instituto Indigenista de San Cristóbal de las Casas. Balún Canán fue su primera novela y en ella refleja el conflicto racial. Junto con Ciudad Real, su primer libro de cuentos, y Oficio de Tinieblas, su segunda novela, forman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana del siglo XX. Oficio de Tinieblas fue editada en 1962 y mereció el premio "Sor Juana Inés de la Cruz" por la conmovedora recreación del levantamiento de los Chamulas en 1867, producto del conflicto que mantenían hacendados e indígenas por la tierra. 
Los convidados de agosto, su segundo libro de relatos, recrea los prejuicios de la clase media provinciana de su estado natal, y Álbum de familia, el tercero y último, los de la clase media urbana. Según algunos autores, Rosario Castellanos logró fundir el realismo indigenista de la Revolución mexicana con el realismo mágico latinoamericano de los sesenta y setenta, aportando una estética y una mirada crítica muy personal.

En 1948 comenzó a publicar sus poemas hasta abarcar once volúmenes: Trayectoria del polvo, 1948; Apuntes para una declaración de fe, 1948; De la vigilia estéril, 1950; El rescate del mundo, 1952; Presentación al templo: poemas, 1952; Poemas (1953-1955), 1957; Al pie de la letra, 1959; Salomé y Judith: poemas dramáticos, 1959; Lívida luz, 1960; Materia memorable, 1960. En 1972 reunió su obra poética completa en el volumen Poesía no eres tú: obra poética, 1948-1971, 1972. 


Elena Poniatowska dijo al recibir el Premio Cervantes: “Los mexicanos que me han precedido son cuatro: Octavio Paz en 1981, Carlos Fuentes en 1987, Sergio Pitol en 2005 y José Emilio Pacheco en 2009. Rosario Castellanos y María Luisa Puga no tuvieron la misma suerte y las invoco así como a José Revueltas”. Su muerte prematura, a los 49 años, lo impidió ya que  murió dos años antes de instaurar dicho premio.

Su poesía es directa y crítica; atravesada siempre por el hecho de que es una mujer quien escribe, lo que suponía para ella una forma de ver y estar en el mundo. Amalia Bautista en el Prólogo de la antología Juegos de Inteligencia (Ed. Renacimiento) dijo: "Tuvo, desde su infancia, una conciencia clara de lo que significaba ser blanca frente a los indios y mujer frente a los hombres". La soledad y el tiempo, el amor y la muerte, el desgarro y la amargura son algunos de los temas y tonos de una poesía de enorme potencia verbal y emocional. A pesar del dolor que refleja en ningún caso hay patetismo. Tratándose de una mujer inquieta e inteligente practicaba la rebeldía y la ironía con un humor cada vez más negro. Sus versos también dan cuenta de las pequeñas y grandes derrotas que nos regala la vida. La muerte la marcó desde muy pronto ya que con escasos siete años tuvo que afrontar la pérdida de su hermano menor y posteriormente quedó huérfana de padre y madre con sólo 22 años. La relación entre el amor y la muerte en su poesía es cambiante. A veces los enfrenta, "Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo"; a veces los une: "Matamos lo que amamos/lo demás/no ha estado vivo nunca". El amor es la salvación como en "Límite" o la perdición: "más que la derrota, el desamparo".
LÍMITE

Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.

Más allá es la ley, es la necesidad,
la pista de la fuerza, el coto del terror,
el feudo del castigo.

Más allá, no.

En Destino, un poema del libro Lívida luz que empieza con dos versos memorables (“Matamos lo que amamos. Lo demás/no ha estado vivo nunca.”), confluyen los temas esenciales de su poesía, en la que se fusionan ejemplarmente el ímpetu del sentimiento y el nervio de una expresión directa. "El dolor no se puede compartir" dice uno de sus versos y también, cuando el ciervo va a beber agua la imagen que ve reflejada, en su fascinación, es la del enemigo que lo va a devorar. Matamos lo que amamos porque es lo que está más cerca, es a quien mejor y más fácilmente podemos herir.
DESTINO


Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.  
                                                      
                                                                                 De Lívida Luz

 
Claudia Espinoza recoge una reflexión de Rosario Castellanos sobre la poesía. Según su percepción la poesía era el género que más se aproximaba a la filosofía ubicando su diferencia en el uso del lenguaje: “si la filosofía tiene su principio de identidad, la poesía también lo tiene: es la metáfora. Para mi la poesía es un ejercicio de ascetismo, un intento de llegar a la raíz de los objetos, intento que, por otros caminos, es la preocupación de la filosofía”.

ELEGIA


Nunca, como a tu lado, fui de piedra.

Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.
                                                                       De En la Tierra de en medio








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MEDITACIÓN EN EL UMBRAL


No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.






DESTINO 


Alguien me hincó sobre este suelo duro.
Alguien dijo: Bebamos de su sangre
y hagamos un festín sobre sus huesos.
Y yo me doblegué como un arbusto
cuando lo acosa y lo tritura el viento,
sin gemir el lamento de Job, sin desgarrarme
gritando el nombre oculto de Dios, esa blasfemia
que todos escondemos
en el rincón más lóbrego del pecho.

Olvidé mi memoria,
dejé jirones rotos, esparcidos
en el último sitio donde una breve estancia
se creyera dichosa:
allí donde comíamos en torno de una mesa
el pan de la alegría y los frutos del gozo.
(Era una sola sangre en varios cuerpos
como un vino vertido en muchas copas.)
Pero a veces el cuerpo se nos quiebra
y el vino se derrama.
Pero a veces la copa reposa para siempre
junto a la gran raíz de un árbol de silencio.
Y hay una sangre sola
moviendo un corazón desorbitado
como aturdido pájaro
que torpe se golpea en muros pertinaces,
que no conoce el cielo,
que no sabe siquiera que hay un ámbito
donde acaso sus alas ensayarían el vuelo.)

Una mujer camina por un camino estéril
rumbo al más desolado y tremendo crepúsculo.
Una mujer se queda tirada como piedra
enmedio de un desierto
o se apaga o se enfría como un remoto fuego.
Una mujer se ahoga lentamente
en un pantano de saliva amarga.
Quien la mira no puede acercarle ni una esponja
con vinagre, ni un frasco de veneno,
ni un apretado y doloroso puño.
Una mujer se llama soledad.
Se llamará locura.


                                                                        De De la Vigilia Estéril






PRESENCIA


Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.

Esto que uní alrededor de un ansia,
de un dolor, de un recuerdo,
desertará buscando el agua, la hoja,
la espora original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que fui (inextricable
de cólera, traiciones, esperanzas,
vislumbres repentinos, abandonos,
hambres, gritos de miedo y desamparo
y alegría fulgiendo en las tinieblas
y palabras y amor y amor y amores)
lo cortarán los años.

Nadie verá la destrucción. Ninguno
recogerá la página inconclusa.

Entre el puñado de actos
dispersos, aventados al azar, no habrá uno
al que pongan aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
amigo, antepasado,
no hay soledad, no hay muerte
aunque yo olvide y aunque yo me acabe.

Hombre, donde tú estás, donde tú vives
permanecemos todos.
Tàpies - "Amor" -







DOS POEMAS



1


Aquí vine sin saberlo. Después de andar golpeándome
como agua entre las piedras y de alzar roncos gritos
de agua que cae despedazada y rota
he venido a quedarme aquí ya sin lamento.
Hablo no por la boca de mis heridas. Hablo
con mis primeros labios. Las palabras
ya no se disuelven como hiel en la lengua.
Vine a saberlo aquí: el amor no es la hoguera
para arrojar en ella nuestros días
a que ardan como leños resecos u hojarasca.
Mientras escribo escucho
cómo crepita en mí la última chispa
de un extinguido infierno.
Ya no tengo más fuego que el de esta ciega lámpara
que camina tanteando, pegada a la pared
y tiembla a la amenaza del aire más ligero.
Si muriera esta noche
sería sólo como abrir la mano,
como cuando los niños la abren ante su madre
para mostrarla limpia, limpia de tan vacía.
Nada me llevo. Tuve sólo un hueco
que no se colmó nunca. Tuve arena
resbalando en mis dedos. Tuve un gesto
crispado y tenso. Todo lo he perdido.
Todo se queda aquí: la tierra, las pezuñas
que la huellan, los belfos que la triscan,
los pájaros llamándose de una enramada a otra,
ese cielo quebrado que es el mar, las gaviotas
con sus alas en viaje,
las cartas que volaban también y que murieron
estranguladas con listones viejos.
Todo se queda aquí: he venido a saber
que no era mío nada: ni el trigo, ni la estrella,
ni su voz, ni su cuerpo era un árbol y el dueño de los árboles
no es su sombra, es el viento.


2


En mi casa, colmena donde la única abeja
volando es el silencio,
la soledad ocupa los sillones
y revuelve las sábanas del lecho
y abre el libro en la página
donde está escrito el nombre de mi duelo.
La soledad me pide, para saciarse, lágrimas
y me espera en el fondo de todos los espejos
y cierra con cuidado las ventanas
para que no entre el cielo.
Soledad, mi enemiga. Se levanta
como una espalda a herirme, como soga
a ceñir mi garganta.
Yo no soy la que toma
en su inocencia el agua;
no soy la que amanece con las nubes
ni la hiedra subiendo por las barbas.
Estoy sola: rodeada de paredes
y puertas clausuradas;
sola para partir el pan sobre la mesa,
sola para decir la oración de la noche
y para recibir la visita del diablo.
A veces mi enemiga se abalanza
con los puños cerrados
y pregunta y pregunta hasta quedarse ronca
y me ata con los garfios de un obstinado diálogo.
Yo callaré algún día; pero antes habré dicho
que el hombre que camina por la calle es mi hermano,
que estoy donde está
la mujer de atributos vegetales.
Nadie, con mi enemiga, me condene
como a una isla inerte entre los mares.
Nadie miente diciendo que no luché contra ella
hasta la última gota de mi sangre.
Más allá de mi piel y más adentro
de mis huesos, he amado.
Más allá de mi boca y sus palabras,
del nudo de mi sexo atormentado.
Yo no voy a morir de enfermedad
ni de vejez, de angustia o de cansancio.
Voy a morir de amor, voy a entregarme
al más hondo regazo.
Yo no tendré vergüenza de estas manos vacías
ni de esta celda hermética que se llama Rosario.
En los labios del viento he de llamarme
árbol de muchos pájaros.






EL OTRO 


¿Por qué decir nombres de dioses, astros
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.

                                                                                          De Al Pie de la Letra







EN EL FILO DEL GOZO 


                          I
 
Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
y resbale en espuma deshecha y humillada.

Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,
palabras que los vientos dispensan como pétalos,
campanas delirantes al crepúsculo.

Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran de cielo
más el bosque y la piedra y las colmenas.

Cuajada de cosechas bailo sobre las eras
mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas.

Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros, descanso en el recinto
de este cuerpo que empieza donde termina el mío.

 

                          II 
Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas,
rompiéndome en el filo del gozo o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.

Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.

Mi sangre se enardece igual que una jauría
olfateando la presa y el estrago
pero bajo tu voz mi corazón se rinde
en palomas devotas y sumidas.





Tàpies - "Amor amb signs blancs"
 


 

VALIUM 10 



A veces (y no trates 
de restarle importancia 
diciendo que no ocurre con frecuencia 
se te quiebra la vara con que mides 
se te extravía la brújula 
y ya no entiendes nada 

El día se convierte en una sucesión 
de hechos incoherentes, de funciones 
que vas desempeñando por inercia y por hábito. 

Y lo vives. Y dictas el oficio 
a quienes corresponde. Y das la clase 
lo mismo a los alumnos inscritos que al oyente. 
Y en la noche redactas el texto que la imprenta 
devorará mañana. 
Y vigilas (oh, sólo por encima) 
la marcha de la casa, la perfecta 
coordinación de múltiples programas 
—porque el hijo mayor ya viste de etiqueta 
para ir de chambelán a un baile de quince años 
y el menor quiere ser futbolista y el de en medio 
tiene un póster del Che junto a su tocadiscos—. 

Y repasas las cuentas del gasto y reflexionas, 
junto a la cocinera, sobre el costo 
de la vida y el ars magna combinatoria 
del que surge el menú posible y cotidiano. 

Y aún tienes voluntad para desmaquillarte 
y ponerte la crema nutritiva y aún leer 
algunas líneas antes de consumir la lámpara. 

Y ya en la oscuridad, en el umbral del sueño, 
echas de menos lo que se ha perdido: 
el diamante de más precio, la carta 
de marear, el libro 
con cien preguntas básicas (y sus correspondientes 
respuestas) para un diálogo 
elemental siquiera con la Esfinge. 

Y tienes la penosa sensación 
De que en el crucigrama se deslizó una errata 
Que lo hace irresoluble. 

Y deletreas el nombre del Caos. Y no puedes 
dormir si no destapas 
el frasco de pastillas y si no tragas una 
en la que se condensa, 
químicamente pura, la ordenación del mundo.


                                                                          De En la Tierra de enmedio (1972)






ESTOY AQUÍ, SENTADA EN TODAS MIS PALABRAS…

 

Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras
como con una cesta de fruta verde, intactas.

Los fragmentos
de mil dioses antiguos derribados
se buscan por mi sangre, se aprisionan, queriendo
recomponer su estatua.
De las bocas destruidas
quiere subir hasta mi boca un canto,
un olor de resinas quemadas, algún gesto
de misteriosa roca trabajada.
Pero soy el olvido, la traición,
el caracol que no guardó del mar
ni el eco de la más pequeña ola.
Y no miro los templos sumergidos;
sólo miro los árboles que encima de las ruinas
mueven su vasta sombra, muerden con dientes ácidos
el viento cuando pasa.
Y los signos se cierran bajo mis ojos como
la flor bajo los dedos torpísimos de un ciego.
Pero yo sé: detrás
de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa,
y alrededor de mí muchas respiraciones
cruzan furtivamente
como los animales nocturnos en la selva.
Yo sé, en algún lugar,
lo mismo
que en el desierto cactus,
un constelado corazón de espinas
está aguardando un hombre como el cactus la lluvia.
Pero yo no conozco más que ciertas palabras
en el idioma o lápida
bajo el que sepultaron vivo a mi antepasado.





 










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“Lamentación de Dido,” es uno de los poemas más famosos de Rosario Castellanos. Lo escribió en 1955 mientras sufría de tuberculosis y se publicó en 1957 en el libro Poemas 1953-1955. Es un poema basado en el Libro IV de la Eneida de Virgilio. Allí se relata el mito de Dido, reina de Cartago, adonde arriba Eneas desde Troya, en busca de refugio. El esposo de la reina acababa de ser asesinado por lo que Dido estaba viuda y sola cuando acoge a Eneas. 
Finalmente termina enamorada de él por voluntad de los dioses, los cuales le hacen pensar que está casada con Eneas. Arrojando su honra por la borda por el hombre al que ama, Dido se ve traicionada cuando Eneas decide abandonarla para ir a fundar la ciudad de Roma en las costas italianas. Con el corazón roto, humillada y completamente derrotada, Dido se suicida sobre una pira, encima de las ropas y otras pertenencias de Eneas.

En su poema Rosario Castellanos redefine el mito de la mujer que se entrega al deseo, desafiando las normas sociales, y termina deshonrada y humillada sin más salida que la muerte. En cambio, en la visión de Castellanos, Dido no no muere y es considerada como una víctima de la sociedad paternalista, obligada al retiro y a la soledad de quien debe mantenerse fiel al difunto. En su poema el narrador ya no es Virgilio, sino que es la misma Dido quien habla, una mujer obligada a “obedecer mandatos cuya incomprensibilidad me/ sobrepasa,” (versos 32-33).
En el mundo de la Eneida no hay lugar para una mujer que no cuida su reputación, su único escape es la muerte. En cambio la Dido de Castellanos permanece viva para recordar. Castellanos salva a Dido de la muerte física aunque para la sociedad ya esté muerta. El poema desarrolla una gran intensidad lírica que viene marcada por la soledad y el abandono más absoluto.



LAMENTACIÓN DE DIDO


Guardiana de las tumbas; botín para mi hermano, el de
la corva garra de gavilán;
nave de airosas velas, nave graciosa, sacrificada al
rayo de las tempestades;
mujer que asienta por primera vez la planta del pie en
tierras desoladas
y es más tarde nodriza de naciones, nodriza que
amamanta con leche de sabiduría y de consejo;
mujer siempre, y hasta el fin, que con el mismo pie de
la sagrada peregrinación
sube —arrastrando la oscura cauda de su memoria—
hasta la pira alzada del suicidio.

Tal es el relato de mis hechos. Dido mi nombre. Destinos como el mío se han pronunciado desde la antigüedad
con palabras hermosas y nobilísimas.
Mi cifra se grabó en la corteza del árbol enorme de las
tradiciones.
Y cada primavera, cuando el árbol retoña,
es mi espíritu, no el viento sin historia, es mi espíritu
el que estremece y el que hace cantar su follaje.

Y para renacer, año con año,
escojo entre los apóstrofes que me coronan, para que
resplandezca con un resplandor único,
éste, que me da cierto parentesco con las playas:
Dido, la abandonada, la que puso su corazón bajo el
hachazo de un adiós tremendo.
Yo era lo que fui: mujer de investidura desproporcionada
con la flaqueza de su ánimo.
Y, sentada a la sombra de un solio inmerecido,
temblé bajo la púrpura igual que el agua tiembla bajo
el légamo.
Y para obedecer mandatos cuya incomprensibilidad me
sobrepasa recorrí las baldosas de los pórticos con la
balanza de la justicia entre mis manos
y pesé las acciones y declaré mi consentimiento para
algunas —las más graves—.
Esto era en el día. Durante la noche no la copa del
festín, no la alegría de la serenata, no el sueño
deleitoso.
Sino los ojos acechando en la oscuridad, la
inteligencia batiendo la selva intrincada de los textos
para cobrar la presa que huye entre las páginas.
Y mis oídos, habituados a la ardua polémica de los mentores,
llegaron a ser hábiles para distinguir el robusto sonido del
oro
del estrépito estéril con que entrechocan los guijarros.

De mi madre, que no desdeñó mis manos y que me las
ungió desde el amanecer con la destreza,
heredé oficios varios; cardadora de lana, escogedora
del fruto que ilustra la estación y su clima,
despabiladora de lámparas.

Así pues tomé la rienda de mis días: potros domados,
conocedores del camino, reconocedores de la querencia.
Así pues ocupé mi sitio en la asamblea de los mayores.
Y a la hora de la partición comí apaciblemente el pan
que habían amasado mis deudos.
Y con frecuencia sentí deshacerse entre mi boca el
grano de sal de un acontecimiento dichoso.

Pero no dilapidé mi lealtad. La atesoraba para el
tiempo de las lamentaciones,
para cuando los cuervos aletean encima de los tejados
y mancillan la transparencia del cielo con su graznido
fúnebre
para cuando la desgracia entra por la puerta principal
de las mansiones
y se la recibe con el mismo respeto que a una reina.

De este modo transcurrió mi mocedad: en el
cumplimiento de las menudas tareas domésticas; en
la celebración de los ritos cotidianos; en la
asistencia a los solemnes acontecimientos civiles.

Y yo dormía, reclinando mi cabeza sobre una
almohada de confianza.
Así la llanura, dilatándose, puede creer en la
benevolencia de su sino,
porque ignora que la extensión no es más que la pista
donde corre, como un atleta vencedor,
enrojecido por el heroísmo supremo de su esfuerzo, la
llama del incendio.
Y el incendio vino a mí, la predación, la ruina, el
exterminio
¡y no he dicho el amor!, en figura de náufrago.

Esto que el mar rechaza, dije, es mío.

Y ante él me adorné de la misericordia como del
brazalete de más precio.
Yo te conjuro, si oyes, a que respondas: ¿quién
esquivó la adversidad alguna vez? ¿Y quién tuvo a
desdoro llamarle huésped suya y preparar la sala
del convite?
Quien lo hizo no es mi igual. Mi lenguaje se entronca
con el de los inmoladores de sí mismos.

El cuchillo bajo el que se quebró mi cerviz era un
hombre llamado Eneas.
Aquel Eneas, aquel, piadoso con los suyos solamente;
acogido a la fortaleza de muros extranjeros; astuto,
con astucias de bestia perseguida;
invocador de númenes favorables; hermoso narrador
de infortunios y hombre de paso; hombre
con el corazón puesto en el futuro.

—La mujer es la que permanece; rama de sauce que llora en las orillas de los ríos—.

Y yo amé a aquel Eneas, a aquel hombre de promesa
jurada ante otros dioses.

Lo amé con mi ceguera de raíz, con mi soterramiento
de raíz, con mi lenta fidelidad de raíz.

No, no era la juventud. Era su mirada lo que así me
cubría de florecimientos repentinos. Entonces yo
fui capaz de poner la palma de mi mano, en signo
de alianza, sobre la frente de la tierra. Y vi
acercarse a mí, amistadas, las especies hostiles. Y
vi también reducirse a número los astros. Y oí que
el mundo tocaba su flauta de pastor.

Pero esto no era suficiente. Y yo cubrí mi rostro con la
máscara nocturna del amante.
Ah, los que aman apuran tósigos mortales. Y el
veneno enardeciendo su sangre, nublando sus ojos,
trastornando su juicio, los conduce a cometer actos
desatentados; a menospreciar aquello que tuvieron
en más estima; a hacer escarnio de su túnica y a
arrojar su fama como pasto para que hocen los cerdos.
Así, aconsejada de mis enemigos, di pábulo al deseo y
maquiné satisfacciones ilícitas y tejí un espeso
manto de hipocresía para cubrirlas.
Pero nada permanece oculto a la venganza. La
tempestad presidió nuestro ayuntamiento; la
reprobación fue el eco de nuestras decisiones.

Mirad, aquí y allá, esparcidos, los instrumentos de
la labor. Mirad el ceño del deber defraudado.
Porque la molicie nos había reblandecido los tuétanos.
Y convertida en antorcha yo no supe iluminar más que
el desastre.

Pero el hombre está sujeto durante un plazo menor a la
embriaguez.
Lúcido nuevamente, apenas salpicado por la sangre de
la víctima,
Eneas partió.

Nada detiene al viento. ¡Cómo iba a detenerlo la rama
de sauce que llora en las orillas de los ríos!

En vano, en vano fue correr, destrenzada y frenética,
sobre las arenas humeantes de la playa.

Rasgué mi corazón y echó a volar una bandada de
palomas negras. Y hasta el anochecer permanecí,
incólume como un acantilado, bajo el brutal
abalanzamiento de las olas.

He aquí que al volver ya no me reconozco. Llego a mi
casa y la encuentro arrasada por las furias. Ando
por los caminos sin más vestidura para cubrirme
que el velo arrebatado a la vergüenza; sin otro
cíngulo que el de la desesperación para apretar mis
sienes. Y, monótona zumbadora, la demencia me
persigue con su aguijón de tábano.

Mis amigos me miran al través de sus lágrimas; mis
deudos vuelven el rostro hacia otra parte. Porque la
desgracia es espectáculo que algunos no deben
contemplar.

Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no
hay muerte.
Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que
dolor?— me ha hecho eterna.


                                                                                De Poemas (1953-1955)