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domingo, 14 de septiembre de 2025

SIRĀT - de Oliver Laxe


SIRĀT es un viaje a ninguna parte. Una exploración del purgatorio donde están ubicados sus personajes. O de los límites adonde se acerca el ser humano para comprobar la aleatoriedad y futilidad de la vida. Una película radical, sin ningún género de dudas.

Luis viaja con su hijo hasta el desierto de Marruecos para buscar a su otra hija, una joven ofuscada con la vida que se fue de casa meses atrás. Las pocas noticias que tienen de ella les indican que podría haber acudido a una rave en pleno desierto marroquí. Integrados en el delirio fiestero, con furgoneta camperizada y todo, van mostrando la fotografía de la joven a todo el mundo, pero sin resultado alguno.

Cuando llega el ejército para desmontar el jolgorio Luis logra unirse a un pequeño grupo que huye, adentrándose en el desierto. Según le dicen van a otra rave que se va a celebrar en un lugar más remoto y secreto. Puede que su hija acuda allí.

La película entonces se convierte en una road movie hacia la nada que nos recuerda a "El salario del miedo" (Clouzot, 1953), a 'Easy Rider' (D. Hopper, 1969) o incluso a la primigenia "Mad Max" (G. Miller, 1979), saga renacida para alumbrar estos tiempos oscuros. A ello contribuye el carácter desesperado del viaje, el territorio inhóspito que cruzan y las confusas noticias que llegan a este grupo errante sobre el aparente inicio de una guerra del alcance mundial.  

A Luis no le queda más remedio que encomendarse a estos cuatro exploradores extremos y enredarse en un viaje que -como ya intuimos- lo transformará. El viaje poco a poco se convierte en algo atroz. Ya no será iniciático, sino un descenso a los infiernos de la desesperación. 



La película logra algo casi imposible, convertirse en un trance, como reza su subtítulo. Algo que logra con la ayuda de un paisaje abrumador y una música lisérgica. La búsqueda de Luis se desarrolla en un entorno frenético, con la música de ritmo repetitivo a tope, algo que en la sala de cine se te incrusta en el pecho. Las primeras imágenes ya nos sumergen en esa especie de liturgia. Son unos prolongados minutos donde vemos instalar una larga hilera de altavoces que enseguida escupen sus potentes ritmos electrónicos mientras los cuerpos empiezan a vibrar y a retorcerse. Todo un ritual.

La película no creo que se proponga darnos a entender el por qué de las raves o su sentido pero, por un momento -sometidos como estamos a un ritmo repetitivo que se vuelve hipnótico-, nos parece intuir la poesía que hay detrás. También el desasosiego vital de unas gentes que sólo buscan aplacar la desesperación de una vida sin sentido. Ellos parecen conocer el fondo más oscuro de la vida y se entregan a un ritmo que lo ocupa todo y que parece absorber su consciencia. Aquí puedes escuchar su BSO.

La última esperanza de Luis está unida a esta tribu nómada en su viaje a ninguna parte. Todos ellos tienen sus vidas mutiladas, tal y como subraya el hecho de que a uno de ellos le falta una pierna y a otro una mano. Pero ninguno se rinde. Su viaje por momentos parece una temeridad. Como afrontar la vida. La película en ningún momento resulta moralizante. Sólo nos obliga a estar presentes en esta atormentada travesía. Poco a poco el ejército, las noticias o la civilización quedan atrás. Todo se desnuda. El paisaje, las expectativas, el mundo.



Ver esta película es una experiencia perturbadora. No te regala nada, ni te da tregua. Su periplo serpentea entre lo físico y lo espiritual. Como al propio Luis, este itinerario salvaje te va despojando de todos los engaños e insensateces con los que crees vivir hasta dejarte solo, con tu vulnerabilidad, en medio de la nada. 

Lo dicho. Toda una experiencia que se define desde el mismo título. Sirât, nos dice en su presentación la película, significa para el Islam la vía que conduce a la verdad. También da nombre al delgadísimo puente que une el infierno y el paraíso.

En una entrevista, el director sentenciaba: Con esta película expreso mi visión de la vida. El significado literal de sirât es "el camino". La vida es un camino con curvas; tiene callejones a ambos lados. La vida te sacude; no llama a la puerta. Aparece, te sacude de repente y te pregunta: "¿Quién eres?".






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O. Laxe en el rodaje de Sirât
Oliver Laxe es una figura singular en el cine español. Nacido en París, hijo de padres gallegos emigrantes, regresó con ellos a la tierra de origen. Estudió cine en Barcelona, emigró a Londres y después vivió muchos años en Marruecos, donde se interesó por el sufismo y lo estudió. Allí impartió un taller de cine para niños en riesgo de exclusión, que fue el origen de su primer largometraje, el documental Todos vosotros sois capitanes (2010). Con él ganó el Premio FIPRESCI del Festival de Cannes con el que el director ha establecido un idilio ya que también ganó allí el Gran Premio de la Semana de la Crítica en 2016 por 'Mimosas' y el Premio del Jurado en la sección Un certain regard en 2019 por 'O que arde'.
"Mimosas" es una suerte de western contemporáneo de autor en el que se combinan como monturas los caballos y los destartalados taxis. Rodada en la región montañosa del Atlas marroquí, arranca con un anciano que desea morir y ser enterrado en el lugar en el que nació. Así se desarrollaba un viaje iniciático con dilema moral que termina en redención mediante el sacrificio. Esto último es relevante, porque está vinculado con el nuevo viaje iniciático que se emprende en Sirât.
Entre Mimosas y Sirât, rodó en un valle de la Galicia interior Lo que arde, sobre un pirómano que, tras cumplir condena, regresa a la casa de su anciana madre en el lugar en el que incendió el bosque. Puede sonar a crudo drama rural, pero el cine de Laxe tira siempre hacia la dimensión poética y espiritual. Los hipnóticos cinco minutos iniciales de esta película bastan para evidenciar que estamos ante un cineasta notable. Parte del mérito de la fuerza de sus imágenes hay que atribuírselo al director de fotografía Mauro Herce, con el que ha rodado todas sus obras desde Mimosas. En Sirât el trabajo de Herce es portentoso. 
Perfil extraído de la web Letra Global

viernes, 11 de julio de 2025

TIERRA de NADIE - de Albert Pintó

España, 2025

Acabo de ver una gran película esta noche. Se titula Tierra de nadie y es una sencilla película de género (narco) pero hecha con habilidad y primor. Se sostiene sobre tres patas muy firmes: un ajustado guión de Fernando Navarro, una dirección con un gran sentido del ritmo y la composición y unas interpretaciones impecables de tres secundarios de lujo convertidos aquí en protagonistas: Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza. Aunque no me quiero olvidar de un cuarto, otro secundario, que es uno de mis actores preferidos de estos últimos 15 años, el gran Vicente Romero. ¡Que cuatro actorazos!

Esa Tierra de nadie de la que habla el título es la costa de Cádiz, convertida desde hace demasiados años en la puerta de entrada a Europa del narcotráfico. Los cárteles sudamericanos son demasiado potentes y violentos como para que una Guardia Civil con escasos recursos humanos y materiales les haga frente. Este es el caldo de cultivo en el que se van a enfrentar tres amigos de toda la vida a los que el destino ha llevado por distintos derroteros. Mateo "El Gallego" (Luis Zahera) es un indomable capitán de la Guardia Civil que vigila las fronteras desde hace demasiados años... y que está a punto de convertirse en un policía quemado. El sistema parece hacer inútil su trabajo. Benito "El Yeye" (Jesús Carroza) es un resignado joven que está viendo cómo la vida se le escapa entre las manos sin lograr sacarle partido. Y Juan "El Antxale" (Karra Elejalde), un hijo de pescadores que el paro empujó al narcotráfico. Tres amigos atrapados en un polvorín a punto de explotar que pondrá a prueba su amistad.



La película se inicia con la detención de un yate que porta un alijo de droga. Este hecho es el punto de inflexión que nos lleva a conocer el entorno de estos tres colegas. Mientras El Gallego ve cómo los traficantes detenidos son soltados al día siguiente, El Yeye regenta el depósito judicial donde se custodia el barco decomisado y El Antxale se reúne con el cártel colombiano dueño del alijo para exigirle cuentas por utilizar su territorio. 
La tensión se masca. 
Los colombianos no se conforman con perder la carga. Son tipos fieros a los que nos les importa nada. Finalmente el traslado rutinario del yate, para que una juez levante acta, se convertirá en un duelo a muerte para dirimir quien controla esa tierra de nadie. 

Tanto el tema criminal como ese territorio andaluz tan inhóspito y sin oportunidades, nos remite irremediablemente a la excelente La Isla Mínima (Alberto Rodríguez, 2014). También un estilo denso y afiebrado, que describe una situación enquistada que amenaza tragedia.



La película es muy directa, como corresponde a una cinta de género. Las circunstancias personales de cada protagonista y la situación general del narcotráfico en Cádiz se nos muestra con sólo dos brochazos. El primero nos ilumina sobre los sinsabores de unas vidas en descomposición. Los tres coinciden una noche de copas en un chiringuito  para certificar su nostalgia de una amistad que la vida fue llenando de agujeros. El otro se ventila en un amargo diálogo entre la juez y el policía. 
No se necesita más. Prima la acción. 
Los colombianos están matando gente para ajustar cuentas y recuperar su alijo. Cuando el barco inicia su traslado cada bando tiene sus bazas bien guardadas y las garras afiladas.

Me ha gustado el guión tan ajustado que firma Fernando Navarro (Verónica, Bajo Cero) y también las escenas de acción, muy bien rodadas. Como la inicial del asalto y detención del yate en alta mar. Aunque todavía es mejor la escena en la que dos guardias civiles detienen un camión en el puente de la Constitución, en la bahía de Cádiz, para realizar un registro. El suspense hace que el tiempo se detenga. Los dos policías se saben en inferioridad y que la situación está a punto de desbordarlos. Lo mismo ocurre cuando "El Antxale", llega a su casa una noche y empieza a oír crujidos en la habitación de al lado. Uff. Tanto él como los espectadores nos tememos lo peor.

La dirección de Pintó es muy efectiva y la música de Sara Cáceres Huerta subraya con acierto el suspense que nos mantiene cogidos por las solapas. El tiroteo de la escena final con los tres amigos acorralados en las marismas por los colombianos es de los que te deja pegado al sillón.



Creo que el cine español ha descubierto un territorio malsano en la costa andaluza que ofrece mucho rédito. Se beneficia de que es una especie de frontera donde se acumulan personajes turbios, buscavidas y fracasados. Así se aprecia en Toro (Kike Maíllo, 2016), El Niño (Daniel Monzón, 2016) o La maniobra de la tortuga, (Juan Miguel del Castillo, 2022). 

Todas ellas lucen lugares emblemáticos, tal y como aquí brillan el puente de la Constitución 1812, conocido como La Pepa, o la maravillosa playa de la Caleta. 

Puente de la Constitución 1812 en la Bahía de Cádiz


















Albert Pintó ha dirigido anteriormente Matar a Dios y Malasaña 32

viernes, 16 de mayo de 2025

UNA QUINTA PORTUGUESA - de Avelina Prat


España-Portugal, 2025


Fernando es un profesor universitario casado con una mujer serbia. Una mañana se encuentra con que ella se ha ido sin dejar rastro. Siendo profesor de Geografía y amante de los mapas antiguos Fernando se queda sin rumbo, como un navío desarbolado. No sabe qué hacer con su vida y acaba yéndose a la costa portuguesa. Allí encuentra a Manuel, un jardinero que gusta de estar "de acá para allá", enlazando trabajos y temporadas en distintos pueblos. Su próximo destino era la "Quinta de los Almendros Blancos" en el interior de Portugal pero, inopinadamente, muere de un infarto. Fernando no lo duda, todavía está flotando en un vacío existencial, decide suplantarlo y se presenta en la Quinta como jardinero. 

Allí conocerá a Amalia que nació en Angola pero tuvo que huir tras la revolución. Después de unos años por Europa acabó regentando la Quinta de su tía. Una noche le reconocerá a Manuel (Fernando) que la Quinta representa para ella "su libertad y su prisión". 








Como se ve, todo lo que ocurre en la cinta son los habituales menesteres de la vida. La película rezuma autenticidad y calidez. Los tres personajes principales se encuentran desplazados. Han dejado una vida atrás y están buscando el rumbo que los sitúe.

Se puede decir que la película, por un lado, habla de la impostura, el tratar de inventarse uno mismo aunque sea convirtiéndose en otro. Fernando ha suplantado a Manuel. Amalia, de algún modo, ha suplantado a su tía. La finca a veces le parece una elección y a veces una imposición de la vida. «Yo no pertenecía ni allí ni aquí, mi patria era el colonialismo. Esta quinta ha sido mi libertad y mi prisión», reconoce agudamente. Incluso cuando Fernando va a vender su piso de España se lo encuentra okupado por una mujer que está suplantando a su esposa. 

Todos somos impostores, parece decirnos. Todos vivimos como un personaje que vamos construyendo.


Los tres protagonistas son personajes extraviados y dolientes que vienen rebotados del infortunio. 
Todos están intentando encontrar su lugar en el mundo. 
Este es el otro tema de la película.

La propia directora y guionista, Avelina Prat, ya lo avanzó en una entrevista: 
"Uno de los pilares de la identidad es el lugar y la película habla de la búsqueda de ese lugar donde sentirse bien, donde ser uno mismo. Un lugar del que dejar de huir. Un lugar que no tiene que ver con las raíces, sino con el hallazgo”







La experiencia humana está atravesada por giros de guión que nos desubican, como bien muestra la película. Para Fernando perder a su mujer fue como perder la brújula. En clase un alumno le dice no entender su explicación, a lo que responde "ya tampoco entiendo nada". Por ese motivo emprende un viaje a ninguna parte en busca de ese algo que le ayude a saber quién es y cual es su lugar en el mundo. 

Fernando sintonizará con los ciclos que emanan de la Quinta portuguesa; los de la siembra y la cosecha, los de los días ociosos por la lluvia y las veladas de confidencias. 

El ritmo de la cinta es plácido, los giros narrativos estimulantes y la película delicada, casi lírica. El dolor siempre es contenido. Amalia de vez en cuando desaparece de la Quinta para volver de madrugada ebria. Sale "para ver su vida desde fuera", nos dice. Lo contrario de lo que hace esta película, capaz de mostrar en cada plano la intimidad emocional de sus personajes. En ese sentido tanto Manolo Solo como María de Mederios y Branka Katic están espléndidos.



Un asunto más me llama la atención. Cuando la directora junta a sus protagonistas nos hipnotiza. Todos acarrean historias. El jardinero Manuel le detalla al profesor perdido sus vagabundeos impenitentes. El tabernero que recibe a Fernando le refiere la accidentada historia de Amalia. La propia Amalia le cuenta el extraño suceso de un ladrón que encontró a un anticuario desnucado en su bañera y cómo actuó. Parecería que la guionista y directora buscara complicidades en un mapa lleno de itinerarios para que nos orientemos. Ratificando aquello de que la vida es buscar aunque no se sepa qué.

La película está "falada" en español y portugués. Otra delicia más que sumar en esta cautivadora historia.









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‘Una quinta portuguesa’ es el segundo largometraje de la directora Avelina Prat, tras su ópera prima ‘Vasil’ (2022), cuyos protagonistas consiguieron el Premio al Mejor Actor ex aequo en la SEMINCI de Valladolid.
El guion de "Una Quinta..." fue seleccionado en el laboratorio internacional MIDPOINT Feature Launch organizado por dicho Instituto junto al Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, donde fue uno de los 9 proyectos seleccionados.
La película está rodada entre distintas localizaciones de Barcelona y la Quinta da Aldeia, una verdadera quinta portuguesa que se puede alquilar y que se encuentra en la villa de Ponte de Lima, al norte de Portugal.

martes, 5 de noviembre de 2024

EL 47 - de Marcel Barrena

España,2024

En serio, tenéis que ver esta maravillosa película.  Un monumento a la autenticidad. Un tipo de cine donde la pantalla se convierte en una ventana al mundo de la gente común y los héroes anónimos que luchan contra la miseria y la injusticia buscando una vida mejor.

La película relata la epopeya de un grupo de inmigrantes -extremeños y andaluces- que llegan a Barcelona en los años cuarenta huyendo del hambre y la represión franquista. Las chabolas que empiezan a construir detrás de la montaña se acabarán convirtiendo en casas de ladrillo hasta conformar todo un barrio construido con sus propias manos y un esfuerzo ímprobo, el de Torre Baró. Uno de tantos barrios que se formaron en la periferia de la ciudad condal para absorber el flujo migratorio que llegaba de otras partes del país. Pero estos barrios eran inexistentes para las autoridades, vivían excluidos del tejido urbano de la ciudad, sin acceso a servicios básicos como el agua corriente, la electricidad o el transporte público.  

Esta es la historia que cuenta la película, la del barrio y la de Manuel Vital que desde su Valencia de Alcántara natal, en Cáceres, llegó a Torre Baró en 1947, con 24 años. Aquello era un terreno despoblado y baldío en medio del monte y allí fue donde los inmigrantes comenzaron a construir sus chabolas aprovechando un resquicio legal: Si el chamizo que se empezaba a construir un día conseguía tener techo antes del amanecer del día siguiente, la policía no podía echarlo abajo. Esa primera batalla con la Guardia Civil destruyendo sus chabolas es el comienzo de la película y del aprendizaje de aquellas pobres gentes: si no es todos a una nunca saldrían de la ruina. De modo que en medio del monte, en la sierra de Collcerola, se fue forjando un fuerte movimiento asociativo que no cejó de luchar para que el Ayuntamiento de Barcelona atendiera a los barrios y los dotara de servicios.

Barrio de Torre Baró y al fondo Barcelona




Con el tiempo fueron consiguiendo que llegara la electricidad y el agua, aunque no sin constantes cortes; pero los trabajadores y amas de casa tenían que andar varios kilómetros para ir al trabajo o a hacer la compra. Para ellos el autobús también era un servicio básico. Manuel Vital visitó todos los despachos del Ayuntamiento. Él mismo trabajaba como conductor de autobús urbano y sabía que sólo había que extender un tramo su misma línea, la del 47, para llegar a Torre Baró. Pero la respuesta fue siempre la misma, era imposible que un autobús subiera esas cuestas infames. Además "quién va a querer coger un autobús para subir allá arriba" le cuestiona a Manolo un concejal. A lo que él responde cargado con todo el sentido común del mundo: "los mismos que han bajado por la mañana a trabajar y a comprar". Ni con la llegada de la democracia lo consiguió.

Así que después de muchos años de esfuerzos baldíos, en 1978 Manuel Vital pasó a la acción, decidió demostrar que el autobús podía subir la montaña, retorcerse por aquellas estrechas calles llenas de boquetes y llegar hasta el barrio que había construido con sus manos y sus vecinos. El 7 de Mayo secuestró su propio autobús de la línea 47 y lo condujo colina arriba hasta Torre Baró. Así consta en la prensa de la época. 
“El 7 de mayo de 1978, Manuel Vital, un conductor de Transportes de Barcelona y líder sindicalista, en su doble condición de vecino de una zona olvidada, secuestró un autobús articulado de la línea 47 para demostrar que el transporte público que reclamaba Torre Baró podía llegar a través del único acceso que tenía el barrio."
Foto histórica del secuestro del autobús 47

Manolo Vital (interpretado magistralmente por Eduard Fernández) fue militante en la clandestinidad del PSUC y de CCOO. Como líder vecinal encabezó muchas protestas respondidas con contundencia por las fuerzas de orden público; pero siempre tuvo claros sus derechos como ciudadano de Barcelona. La película no lo muestra, pero en 1969, con el sello de CCOO, repartió una octavilla en el barrio por lo que también fue llevado a juicio ante el tenebroso Tribunal de Orden Público. La octavilla solo era una reflexión.
“¿Por qué se preocupan de nosotros para vigilarnos y no se preocupan de que tengamos alcantarillado, agua en las fuentes, dispensario, farmacia, pavimento, etc., etc.?”.
Uno de los momentos más dramáticos de la película es cuando se produce un incendio en una casa del barrio y los bomberos se quedan a mitad de camino aduciendo que no pueden continuar por aquel camino de cabras. Sin embargo poco tiempo después pudieron constatar con amargura que los bomberos de la época no subían a Torre Baró en caso de incendio, pero sí podían hacerlo si la autoridad les ordenaba descolgar una bandera roja con la hoz y el martillo que ondeaba en un poste eléctrico.





Manolo Vital fue el padre fundador y presidente durante muchos años de la Asociación de Vecinos de Torre Baró, Vallbona y Trinitat, origen del potente movimiento vecinal de Nou Barris. Con el tiempo, en 1977, pasó de agitador y villano para las instituciones a héroe reformista, recibiendo la Medalla de Honor del Ayuntamiento de Barcelona. Incluso Pascual Maragall, siendo ya alcalde, llegó a vivir unos días en la casa de Manolo, "el rojo que se casó con un monja". Porque no hay que olvidar a su mujer Carme Vila, también extraordinariamente interpretada por Clara Segura. Una monja y catalana que no hacía remilgos con aquellos "charnegos" y siempre estuvo a su servicio como educadora y asistente social. 




Clara Segura y Eduard Fernández aportan veracidad y dramatismo a sus personajes; lo mismo que un buen grupo de secundarios encabezados por Salva Reina como el insolente colega de Manolo y David Verdaguer como el concejal bien queda.

La película captura de manera vívida la situación social del barrio, centrándose en las precarias condiciones de vida de sus personajes; pero no afronta las tensiones sociopolíticas de esa Barcelona que emergía ignorando a los trabajadores que la estaban levantando. Así lo explicaba el director en su presentación: “la película es un homenaje a la clase obrera y a los hombres y mujeres que construyeron nuestras ciudades no solo físicamente sino también culturalmente”.

En la pantalla se reproducen los hechos históricos pero desde un punto de vista íntimo, de las personas. La Guardia Civil aparece amenazante y llega a tirar alguna chabola, pero poco más. En el Ayuntamiento por su parte, ya se sabe, a dar largas. No hay mucha mas crítica. Esto es quizás lo más decepcionante, que se hurta la militancia del protagonista y el retrato político-social de la época. Aunque no por ello la película desmerece. La subida de Manolo con su autobús articulado se convierte en una epopeya y la película en un viaje sentimental a una época en la que había que atarse los machos. Así se explica que al concluir la proyección todos en la sala nos pusiésemos a aplaudir. Para celebrar el éxito de la solidaridad y la resiliencia de los nadie. 

viernes, 18 de octubre de 2024

La INFILTRADA - de Arantxa Echevarría

España, 2024


Que nadie lo dude. Esto es un thriller. Y de los buenos.
Vibrante, con una factura técnica impecable, actores creíbles y un ritmo y tensión de los que no dan respiro.

La película cuenta la historia real de una agente de policía que estuvo infiltrada en ETA y que ayudó a desmantelar el comando Donosti. Pero no es una película sobre ETA. Ni sobre política antiterrorista. Ni sobre la reivindicación de la mujer. Aunque el contexto histórico y social está perfectamente perfilado con un par de certeros trazos y sin necesidad de subrayado alguno. "La Infiltrada" es el relato de una operación policial contada con un ritmo admirable.

Parece mentira que hayan transcurrido trece años desde el fin anunciado de ETA cuando todavía hay políticos que quieren sacar rédito de esta carta marcada. "ETA está más fuerte que nunca", hemos tenido que oír hace pocos días, demostrando que algunos partidos y políticos juegan cualquier tipo de baza si calculan rédito. Por deleznable que sea. No representan a una sociedad española que ya está en otra época, orgullosa de haber puesto fin a una de sus más dramáticas lacras.




También he leído comentarios en redes quejándose de la abundante presencia femenina en la película, protagonista, guionistas y directora. Como si esto distorsionase la realidad o la propuesta. Al contrario. Tradicionalmente la historia la cuentan los hombres y de ahí viene un sesgo que suele ignorar la acción de las mujeres. Sea en arte, política o lo que sea. En este caso no hay ningún subrayado político o de género porque resulta innecesario y, además, el propio contexto histórico del argumento define por igual el machismo de la policía (todo el mundo desdeñó la elección de una mujer) y el de ETA, llena de tíos decididos a todo.

Yo creo que los hechos que cuenta son suficientemente potentes como para seducirnos sin necesidad de sandeces ideologizadas.



"La infiltrada" cuenta la historia de Elena Tejada, una agente de policía recién salida de la Academia de Ávila quien, con solo 20 años, fue reclutada para una de las misiones más peligrosa, infiltrarse en la banda terrorista ETA. Allí donde otros agentes fracasaron, ella consiguió permanecer infiltrada entre 1991 y 1999, logrando información clave para identificar a numerosos terroristas, desmantelar el comando Donosti y desvelar una parte importante de la red de colaboradores y pisos francos. 

El asunto no era baladí. La banda era un grupo muy cerrado, tejido con lazos muy estrechos y avales de hierro. Elena Tejada pasó a ser Aránzazu (Arantxa) Berradre Marín (interpretada con mucha solvencia por Carolina Yuste), una supuesta militante del Movimiento de Objeción de Conciencia de Logroño y llegó a convivir con dos etarras en un piso mientras preparaban los atentados.

El guión de Arantxa Echevarría y Amelia Mora se tensa entre dos polos, los personajes y la acción. Por supuesto en su centro está la evolución de esta agente sometida a presión máxima. Sola, intentando ganarse la confianza de gente desconfiada, en peligro constante de ser descubierta y fingiendo un personaje 24/7. Sus picos de confianza o de frustración y miedo están perfectamente reflejados y Carolina Yuste nos traslada con intensidad dramática esa situación límite. Elena/Arantxa tuvo que abandonar su vida. Estuvo ocho años en otro mundo convertida en otra persona, sin hablar ni ver a ningún familiar o amigo desde los 22 a los 30 años. Eso sí, exigió poder llevarse a su gato. 



Pero lo que más me ha llamado la atención es el formidable ritmo que la directora ha imprimido a su película. Las escenas y el montaje son precisos como un metrónomo. 
Todo está medido. Nada falta ni sobra. 
Todos los asuntos de interés tienen su expresión y encajan y suman. Las secuencias son cortas e intensas. Los diálogos lo expresan todo en tres frases. No necesita más de 20 segundos el jefe de policía (Luis Tosar) para advertirle sobre lo que será su vida (no podrás ver a tu familia, si te pillan nadie sabrá de ti, tendrás que jalear sus asesinatos como uno de ellos). En 20 segundos terribles ella vive su iniciación cuando está pegando carteles y se cruza con Txapote, justo al salir del restaurante donde ha asesinado a Gregorio Ordóñez. No necesita más de 20 segundos uno de los policías para calificar a los etarras de simples asesinos y descerebrados. En otros 20 segundos el etarra con el que convive le expresa sus ideales. Durante 10 segundos aparece el ministro del interior hablando de una tregua trampa. En 20 segundos intensos ella le grita a su jefe de policía que está harta y no puede más y él logra recordarle la importancia de su misión. 
Eso es lo bueno. 
Está todo pero muy medido y nada estorba en el derrotero de esta policía que se está jugando la vida. 

Y además tiene suspense. La tensión es constante en todo el metraje reflejo del riesgo y la opresión diaria que experimenta la protagonista. La tensión máxima la vivimos cuando llegan las cagadas (hay varias) en las que Arantxa se asoma al precipicio de ser descubierta, haciendo que se nos encoja el corazón. 



Carolina Yuste demuestra un enorme talento en escenas de gran complejidad emocional. Es capaz de pasar con fluidez, a veces en el mismo plano, de la contención al desgarro, del miedo a la repugnancia o de la angustia al sentido del deber. La película también demuestra que la directora Arantxa Echevarría es una excelente directora de actores. No hace falta que hable de Luis Tosar, ya es un grande que como John Wayne sólo tiene que aparecer y decir su texto.

Pero ahí están unos secundarios muy bien caracterizados. Como los tres policías que prestan apoyo a la misión (interpretados por Víctor Clavijo, Nausicaa Bonnín y Pedro Casablanc) o los dos etarras con los que llega a convivir a Arantxa (interpretados por Iñigo Gastesi y Diego Anido). Ninguno resulta plano. Cada uno tiene un dibujo diferenciado. El Kepa que interpreta Iñigo es más novato e idealista, mientras que Diego Anido nos traslada el carácter de un asesino despiadado.
 


Arantxa Echevarría busca reflejar en sus películas experiencias verídicas que posean un gran trasfondo social y carga emotiva. Así se puede apreciar en Carmen y Lola (2018) y en Chinas (2023). Aquí sigue esa tónica. 

En palabras de la directora: “Ha sido un viaje personal y emocional al País Vasco de mi infancia, al dolor, al recuerdo, a intentar comprender el sinsentido. Lo que me llamó la atención del proyecto, cuando me lo presentaron fue la propia Arantxa, la policía infiltrada. Hicimos un viaje. El viaje de meternos en la piel de una chica de 22 años en el momento en que uno tiene sus primeros amores, sus primeras fiestas, sus primeros viajes… En ese momento vital decide ponerlo todo en pausa y estar ocho años fingiendo ser otra persona. Ocho años dentro de una mentira para conseguir algo tan intangible como el bien común. Era una mujer en los 90. Y solo por eso pasó desapercibida. Esta película pretende darle las gracias”.





Bonus Track________________________________________________________
En este artículo hay un estupendo resumen de las películas y puntos de vista sobre el asunto ETA en el cine español.

sábado, 9 de septiembre de 2023

CAMPEONEX - de Javier Fesser

España,2023


¡Genial!
Qué más se le puede pedir a una película: acción, drama, humor, tensión y una gran carga emocional plena de naturalidad y sin sentimentalismos.

Javier Fesser dedica la primera secuencia a enlazar con la anterior historia de baloncesto para rematar esa línea narrativa y a continuación romper con todo aquello para armar una aventura totalmente nueva, con asuntos y personajes nuevos. Efectivamente los guionistas no se dedican a estirar el chicle del primer éxito, sino que trazan una historia absolutamente original tomando de la primera únicamente su carismático elenco y su espíritu gamberro, reivindicativo y vitalista.

Los añadidos de esta nueva aventura son una entrenadora que arrastra fama de ser gafe y un gamer en silla de ruedas. Ambos darán mucho juego en las alocadas situaciones a las que el club de “Los Amigos” se verá abocado.
A pesar de ser una secuela la cinta se desarrolla por nuevos derroteros. Después de una suspensión de dos años, el club “Los Amigos” logra inscribirse en un campeonato... ¡de atletismo! debido a una fatalidad. También hay cambio de entrenador. Ahora es Cecilia (Elisa Hipólito) la entrenadora en prácticas que asume el reto de conducir al equipo a la gloria... o al desastre; porque arrastra una sorprendente capacidad para atraer todo tipo de calamidades. Pero el nuevo ingrediente que acaba definiendo el film es Brianeitor (Brian Albacete) un gamer y streamer con casi tres millones de seguidores en redes sociales que padece atrofia muscular degenerativa con espina bífida. 

En el guión inicial este personaje era femenino, pero la personalidad arrolladora de Brian y su humor negro acabó conquistando al equipo. Su propia historia de superación inspira a su personaje y es capaz de trasladar a nuestros locos baloncestistas al mundo virtual de los gamers y las nuevas formas de entretenimiento. Efectivamente Brian se muestra tal cual es, interpretándose a sí mismo, tal como explicaba Fesser en la presentación de la película: “Se reescribió el guion, como ocurrió con el resto de campeones en la anterior película, para utilizar todo lo que Brian era capaz de expresar desde su realidad”.



Brianeitor tiene tan solo 21 años y lleva poco más de dos en la redes sociales; pero gracias a su carisma y sentido del humor se ha convertido en uno de los gamer y streamer del momento. Su popularidad estalló hace menos de un año, tras fichar por el Team Heretics, el organismo de competición e-sport más importante de España, tras demostrar su destreza en el videojuego online Fall Guys, una especie de Humor Amarillo virtual.

Destacan sobremanera el guión y la realización. Javier Fesser ya nos colocó a los “normales” ante el espejo de nuestras discapacidades en su anterior película. Ahora abunda un poco más en los prejuicios que la sociedad y las propias familias mantienen con estas personas “con capacidades distintas”. La escena definitoria es cuando la hermana de Brianeitor y su marido vienen desde Londres para hacerse cargo de él. Su intención es cuidarlo y meterlo en una burbuja sobreprotectora; pero cuando llegan al Centro comprueban con sorpresa que Brianeitor no está allí. Ha salido con su pandilla a entrenar atletismo. Ambos se alarman y echan la bronca a la supervisora.
¡¿Pero no ve que puede pasarle algo!? Le espetan. 
A lo que ella responde: Eso es precisamente lo que Brian quiere, vivir y que le pasen cosas. 

Javier Fesser lo tiene claro y así lo declaraba en una entrevista: “nos encanta presumir de que somos diferentes y, sin embargo luego, en la práctica, nos da mucho miedo la diferencia”.



El director ha coescrito el guión junto a David Arqués como en la primera y además ha contado con la colaboración e ideas de Athenea Mata, que interpretaba a la esposa del entrenador en la cinta original. Me gusta especialmente el modo en que Fesser dibuja a los personajes, con sólo un par de trazos. En la primera esos trazos se referían a cómo afrontaban el reto de vivir autónomamente su vida diaria en un piso o en el trabajo. Aquí tienen que ver con los sueños que alberga cada uno de ellos. “Yo quiero salir corriendo”, dice con mucho desparpajo Brianator cuando la monitora le pregunta.

Esta carrera de obstáculos que es la vida será lo que nos ofrezcan con mucho humor y desenfado esta banda de discapacitados que tienen muy claro qué hacer para afrontarla. Creo que uno de los valores de la película es que está escrita desde su punto de vista; así es como logra que nos riamos a carcajadas “con” ellos; porque su forma de entender la realidad es a través de un prisma propio que les permite partirse de risa para honrar la muerte de su mejor amigo. Tal y como dice el director, “la diversidad es una capacidad para aproximarse a los retos de la vida desde un lugar distinto”.


Finalmente quisiera poner en valor la forma de rodar y montar de Fesser, imprimiendo un gran ritmo de planos para lograr una narración muy dinámica y puramente cinematográfica; muy alejada del ritmo lento y teatral de otras muchas producciones.

Muchas críticas subrayan la falta de frescura de la cinta toda vez que se trata de una secuela. Evidentemente se pierde la sorpresa de ver por primera vez a la terremoto Collantes o al osito de peluche Manuel; pero prefiero valorar sus logros, incorporando tramas y personajes novedosos mientras mantiene una elevado tono vital de naturalidad y emoción.

Muy Divertida. 
Derrochando humanidad. 
Exitazo.

miércoles, 17 de mayo de 2023

FATUM - de Juan Galiñanes

España,2023


Aunque la película comienza con vuelo bajo de pronto remonta –con un atraco a una sucursal bancaria rodado con mucho brío- y nos empieza a demostrar que Galiñanes sabe rodar un thriller tenso y compacto.
La película tiene un ritmo consistente y sabe aprovechar los puntos de inflexión que ofrece la trama para conseguir un puñado de secuencias de gran intensidad dramática.

Dos padres que no tienen nada que ver acabarán confluyendo en una situación fatal. Sergio (Luis Tosar) es un pobre hombre que ha caído en las garras de la ludopatía. Su mujer está a punto de irse de casa con sus dos hijos, pero decide darle una última oportunidad. Sin embargo, a las pocas horas recibe el soplo de un amaño y, a pesar de estar con sus hijos, acude con ellos a la casa de apuestas.
El otro es Pablo (Alex García), un francotirador de los GEO cuyo hijo sufre una insuficiencia cardíaca tan severa que está hospitalizado hasta que pueda recibir un trasplante.



El fatum del que habla el título se va a encargar de que mientras Sergio está con sus hijos en la casa de apuestas se produzca allí un violento atraco. Hay toma de rehenes, aparecen los GEO (con Pablo entre ellos) y la situación se enquista con negociaciones y muchos nervios. En el asalto final muere accidentalmente el hijo de Sergio. El sentimiento de culpabilidad de ambos padres los enzarzará en una agria disputa que acabará conduciéndolos a un chantaje emocional con visos homicidas.

La película presenta a los personajes de forma somera, sin profundizar demasiado en el drama de la ludopatía o en los problemas de estas dos parejas. Va directa al conflicto que se establece entre estos dos padres obsesionados con sus hijos. La intriga que establece está muy bien manejada y, sin caer excesos, nos mantiene pegados a la pantalla.



Galiñanes juega muy bien con las herramientas del thriller y nos regala varios picos de tensión rodados con mucho acierto. Luis Tosar y Alex García sostienen la función de forma solvente y creíble con la presencia puntual de una Elena Anaya que sorprende en el papel de comisaria al frente del operativo policial. Sin olvidar la música de Manuel Riveiro que es de las que aporta el dramatismo necesario para sumergirnos en la intriga.

En suma, una puesta en escena muy cuidada con sólidas interpretaciones y secuencias muy bien elaboradas que mantienen la tensión hasta un final que, en cambio, me parece un tanto impostado. De hecho me recordó el final que le impusieron a Clint Eastwood en Ejecución Inminente (True Crime, 1999)



La película está producida en Galicia por Vaca Films, lo cual empieza a ser garantía de cualificados y entretenidos thrillers como atestiguan «El desconocido», «Celda 211» o «Quien a hierro mata», película de Paco Plaza de la que precisamente Juan Galiñanes fue guionista.

miércoles, 22 de febrero de 2023

RTVE Play - plataforma de streaming




Lo gratuito se suele despreciar y si además sumamos que el ente Radio Televisión Española siempre está en el disparadero de los partidos políticos que ansían su manipulación; todo parece jugar en contra del prestigio de este servicio. Pero hay que poner en valor a los grandes profesionales con que cuenta y que, a pesar del torpedeo a que es sometida habitualmente por parte de politicuchos de todo pelaje, ha logrado poner en pie una plataforma de contenidos audiovisuales que no tiene nada que envidiar a las poderosas Netflix, HBO o Amazon.

RTVE Play es una plataforma activa desde hace más de un año donde se pueden ver todos los canales del grupo en directo, pero que además cuenta con un amplio catálogo de series, películas y documentales de contrastada calidad....y todo de forma gratuita.

Para acceder a la plataforma sólo hay que descargarse la app gratuita  de RTVE Play, existente tanto para TV como para móviles y tablets. A partir de ahí la navegación es semejante a cualquier plataforma de contenidos. Puedes ver los canales en directo, lo último añadido o buscar por secciones el tema que más te guste: cine, series, documentales, entretenimiento, deportes, informativos, cocina, divulgativos o archivo.

Si además te registras (gratuitamente por supuesto) en RTVE Play, podrás disfrutar de todas las ventajas que ofrece una experiencia personalizada, como seguir viendo tus contenidos donde los dejaste o crear una lista de favoritos para acceder fácilmente a lo que más te gusta. 

Entre sus funcionalidades está la de ver los directos desde el principio, hacer retroceder o avanzar los vídeos y reducir tu pantalla para seguir viendo tu programa preferido mientras sigues navegando por Internet. Por supuesto también te da la opción de elegir idioma y subtítulos. 

Toda una completa plataforma puesta a nuestro alcance de forma gratuita y que lejos de ofrecer productos viejunos o sin interés nos ofrece series tan maravillosas como The Split (de la que hablaré próximamente), Call my agent o Malaka, una serie criminal compleja y adulta, de 8 episodios, que se desarrolla en un corrupto universo malagueño que le da sopas con onda al reciente éxito de Netflix, La chica de nieve; también ambientada en Málaga.

En películas no faltan clásicos como Psicosis de Hitchcock o thrillers tan actuales como Salt, en el que Angelina Jolie forma parte de una sociedad secreta de asesinos capaces de disparar balas curvas. También podemos ver al justiciero The Equalizer 2 con Denzel Washington en plan quijotesco contra todo tipo de mafias,  o Solo las bestias (2019) un estupendo thriller francés dirigido por Dominik Moll que juega con cinco personajes muy distantes entre sí pero que acaban reunidos en uno de los parajes más inhóspitos de Francia. 
Todo ello sin olvidar películas recientes tan exitosas como El mundo perdido: Jurassic Park, de Steven Spielberg; la amarga y maravillosa Million Dollar Baby de Clint Eastwood, o el boom que arrasó en los Oscars de 2019, Parásitos, de Bong Joon-ho: una historia entre cómica y política sobre una familia pobre que se instala en los sótanos de una mansión de ricos para sacar a la luz todas las contradicciones de nuestro tiempo. 

Por supuesto uno de los fuertes de la plataforma es la oferta de cine español en la que no puede faltar un clásico como Amanece que no es poco, del maestro Jose Luis Cuerda o Volver y Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar. Del recientemente fallecido Carlos Saura podemos ver Cría cuervos... y Elisa, vida mía  o el documental Jota, sobre la música de su tierra, Aragón. Hasta podemos encontrar rarezas tan intrigantes como La torre de los siete jorobados (1944) de Edgar Neville, adaptación de la extraordinaria novela homónima de Emilio Carrere.

La lista de películas disfrutables es bastante larga e incluye esa historia totalmente inglesa (por su ambiente y sus personajes) titulada La librería (2017), pero que dirigió con pulso clásico mi admirada Isabel Coixet, adaptando la muy notable novela de Penelope Fitzgerald. De Coixet también tenemos a nuestro alcance otra película de incuestionable belleza, Nadie quiere la noche (2015), en la que una gran Juliette Binoche tendrá que sobrevivir en el Ártico.  Y para no abandonar a Isabel Coixet, la plataforma también nos ofrece el documental El techo amarillo (2022) que se acerca de frente al escándalo de los abusos sexuales a través del testimonio de las víctimas. Kike Maíllo por su parte también eligió una novela extranjera (en este caso de la francesa Amelie Nothomb) para dirigir Cosmética del enemigo (2020), un sofisticado thriller psicológico que deriva hacia lo siniestro y criminal.
 
También podemos ver Intemperie (2019), el estupendo western de Benito Zambrano trasladado al campo andaluz en plena postguerra española; o una película del triunfador de los últimos premios Goya, Rodrigo Sorogoyen (As bestas), de quien podemos ver Madre (2019) una perturbadora historia en la que Marta Nieto está magistral mostrándonos un inquietante viaje emocional. 

Los cineastas europeos más reconocibles también están presentes en la plataforma. Como el autor de Gomorra, el italiano Matteo Garrone, de quien podemos ver Dogman (2018), película inspirada en el crimen del Canaro della Magliana, un asesinato ocurrido en Italia en 1988 y que plantea algunos dilemas morales. También Thomas Vinterberg plantea un experimento contra la mediocridad en Otra ronda (2020), donde Mads Mikkelsen y unos profesores compañeros quieren probar si manteniendo una cierta tasa de alcohol en sangre pueden mejorar en ciertos aspectos de su vida. 

También está accesible en la plataforma una delicada película de época que plantea una pasión amorosa con una veracidad inusitada y gran ambición estética, Retrato de una mujer en llamas (2019) de Céline Sciamma y La (des)educación de Cameron Post (2018), película independiente de Desirée Akhavan que ganó el festival de Sundance y que, con el protagonismo de Chloë Grace Moretz, nos cuenta la historia de una joven que es obligada por su familia a asistir a un centro de terapia para reorientar su sexualidad "desviada". 

Sin ánimo de agotar un menú que tiene profundidad no podemos perdernos la película de David P. Sañudo titulada Ane (2020), que cuenta con una madre coraje memorable como Patricia López Arnaiz a través de la que reflexionamos sobre la escasa comunicación que hay entre padres e hijos en el contexto de la sociedad vasca y el terrorismo de ETA. 

Por fin, y en cuanto a series, aparte de las señaladas The Split o Malaka, podemos encontrar una aguda comedia en Call my agent, centrada en el día a día de una prestigiosa agencia artística tras la repentina muerte de su fundador. Este retrato del salvaje mundo de las celebrities tiene la curiosidad añadida de que, en cada uno de los episodios, una estrella del cine francés se interpreta a sí misma. Y eso sin olvidar la nueva versión de Los miserables producida por la BBC en 6 episodios o Top of the Lake con la conocida Elizabeth Moss (El cuento de la criada) haciendo de detective en un salvaje territorio de Nueva Zelanda....y Los Durrell, una joya de serie inglesa creada por Simon Nye, con un guión irreverente e ingenioso para retratar a la familia del naturalista y zoólogo Gerald Durrell en la isla de Corfú... 

...y La infamia (Three Girls en el original), un drama sobre violación con una carga emocional difícil de soportar...y El ministerio del tiempo, la juguetona serie de los hermanos Pablo y Javier Olivares... y la sorprendente Yrreal (2021), la webserie de Alberto Utrera que cuenta una venganza saltando de la realidad al cómic... y etc, etc.
¡A disfrutar!