martes, 27 de diciembre de 2022

AVATAR 2: El Sentido del Agua - de James Cameron

EEUU,2022

Decepcionante.
Esa es la palabra que me surgió según concluía la película.
Estaba claro que la primera película de Avatar no era la primera, sino la única película pensada por James Cameron. Allí hay aventuras fascinantes y traiciones, un planeta y una civilización totalmente nuevos  (aunque recuerde a la conquista del Oeste contra los indios) y un punto de ecologismo para denunciar la constante actividad depredadora del ser humano. La película concluye con el malvado antagonista muriendo, así como una de las protagonistas. Punto final. 

El éxito tan enorme del film empujó a los productores y al director a diseñar una saga en torno al mundo de Pandora; pero han elegido el camino de volver a enfrentar a los mismos protagonistas, al marine Sully y al coronel Quaritch, pero añadiendo a los hijos de ambos que deambulan por ahí. Para ello han tenido que meter a martillazos la resurrección de Quaritch en un cuerpo na´vi. Cuestión que no añade nada a la saga y convierte a esta segunda parte en una simple copia con mucha menos tensión y entidad.  

La primera fue escrita por James Cameron en solitario mientras que esta segunda ha tenido que implicar a toda una batería de guionistas  
Guionistas: James Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver. 
Historia: J. Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver, Josh Friedman, Shane Salerno
cuyo brainstorming parece que no dio para más que para copiar la estructura de la original añadiendo una acción y unos conflictos muy pobres.

En la primera la civilización terrestre descubre Pandora sólo como un enorme recipiente del que extraer un mineral capaz de resolver los problemas energéticos de la humanidad. En esta segunda aparece (aunque de forma muy secundaria) la caza de unos maravillosos cetáceos para extraer de ellos un aceite que cura el envejecimiento de los humanos. 
En la primera el marine Sully acaba descubriendo la profunda cultura de los Omaticaya, el pueblo del bosque, y junto a él penetramos en sus costumbres, cosmovisión y formas de relacionarse con su entorno. En esta segunda Sully y su familia huyen hasta el mar para proteger a los Omaticayas del nuevo ataque de la "gente del cielo". Una vez allí tanto él como sus hijos deberán adaptarse de nuevo a una cultura ajena, la de los Metkayina, que viven plenamente integrados con el mar y sus criaturas.
 


Volvemos a encontrar pues, el aprendizaje de habilidades y costumbres, así como la hostilidad ante los extraños; también el "árbol de las almas" (bajo el agua, claro), que les sirve para contactar con su deidad Eywa; y también a un poderoso animal, epítome de su cultura, capaz por sí mismo de inclinar la balanza a su favor frente al invasor: en la primera era el "Jinete de la última sombra" Toruk Makto y aquí es un gran cetáceo de la especie "tulkun" llamado Payakan. 

Incluso vuelve a aparecer la figura del científico que critica el ardor extractivo de los humanos sin importarles destruir la civilización aborigen. Sin embargo el gran personaje que interpretaba Sigourney Weaver en la primera, se convierte en ésta en uno de cuarta fila que acompaña sumiso al cazador de tulkuns mientras reconoce que aplaca sus reparos éticos bebiendo.

Eso es Avatar 2, un simple espejo de la primera pero sin su intensidad, su épica y capacidad innovadora. Todo es muy pobre aquí: la aventura es de perfil bajo y el desarrollo de los personajes y de la cultura Metkayina es muy esquemático. Incluso la fuerza mística y el mensaje anticolonialista y de preservación del medio ambiente que tenía la primera se ha minimizado.

Las pocas ideas nuevas, por su parte, aparecen amontonadas y confusas. La película entera se articula como un intento de venganza de Quaritch (Stephen Lang) contra el marine Sully. Esto a pesar de que la comandante de la nueva base de operaciones Cabeza de Puente, le ha avisado de que la misión ha cambiado: ya no se pretende el enfrentamiento y la extracción, sino buscar la convivencia para una futura colonización de Pandora, dado que la Tierra perece. 


















James Cameron ha declarado que Quaritch será el malvado de las secuelas y que lo veremos vivir situaciones inéditas. ¿? Así lo refrenda esta secuela que no sólo lo revive sino que introduce el protagonismo de los hijos de estos dos marines enfrentados (ya con cuerpos de na´vi). Repetir duelos y venganzas entre los mismos protagonistas no me parece el mejor camino para la saga. No creo que Quaritch tenga el carisma y recorrido de un Darth Vader.

En esta continuación volvemos a Pandora para conocer a la familia de Jake Sully y Neytiri, compuesta por nada menos que cuatro hijos. Dado que el director ha rodado a la vez la 2ª, la 3ª y hasta la primera parte de la 4ª secuela para que los niños mantengan su edad biológica, está claro que estos hijos serán el origen de las nuevas tramas; lo que inclina la saga hacia un entorno marcadamente familiar. El plano final de esta secuela ya lo subraya, con Jake y Neytiri yaciendo junto a su prole mientras escuchamos el nuevo mantra: "tu familia es tu fortaleza". 



Todo lo dicho hasta aquí no es óbice para reconocer que he disfrutado con un espectáculo visual abrumador comenzando por una secuencias submarinas realmente espectaculares y unos detalles del 3D (expresividad facial y naturalidad de movimientos) inigualables. También con un último tercio de la cinta donde culmina el enfrentamiento guerrero en unas escenas de acción sensacionales. Pero no nos engañemos, muchos minutos de la película son puro exhibicionismo visual. ¡Si hasta los créditos finales se muestran sobre unos wallpapers subacuáticos apabullantes!.

Si tenemos en cuenta las preguntas que se hacía la crítica antes del estreno, ¿Es mejor que la original Avatar? La respuesta es NO.
Si en cambio la pregunta es ¿Merece la pena seguir explorando este universo? La respuesta es SI, aunque no de este modo repetitivo.

No soy quien para decirle nada a un visionario del talento de Mr. Cameron; pero yo creo que si lo mejor de la idea original era el descubrimiento de un mundo nuevo con los conflictos derivados de su colonización, ahí están todas las películas clásicas del Oeste para resetearlas en Pandora, sin necesidad de que en todas ellas encontremos siempre a John Wayne disparando al mismo pistolero.  Pensé que iba a ver algo de esto cuando apareció la secuencia en que los omaticaya asaltan y destruyen un tren de mercancías como en los más clásicos western. Pero no.






Quizás pueda ocurrir que esta segunda película sea simplemente de transición hacia nuevas y fabulosas aventuras. Habrá que esperar y ver qué nos propone el maestro.

sábado, 3 de diciembre de 2022

AS BESTAS - de Rodrigo Sorogoyen



Tensión asfixiante.-
Rodrigo Sorogoyen y la guionista Isabel Peña forman un tándem muy compenetrado cuya filmografía (Stockholm, 2013, Que dios nos perdone, 2016, El reino, 2018, Madre, 2019 o la serie Antidisturbios, 2020) nos revela dos líneas de fuerza: el retrato de una España muy actual y pegada a la calle (los desahucios y los antidisturbios, la policía y la tercera edad, la política y la corrupción) junto con una pasión por ahondar en lo más dramático del comportamiento humano.
Ahora con As bestas ponen el foco en la España profunda y vaciada con un thriller rural donde vemos desatarse la violencia como respuesta a la frustración de los olvidados.

La historia transcurre en un remoto concello de Galicia, con menos de una docena de habitantes, que acaban enfrentados ante la propuesta de una empresa para implantar un parque eólico. La gente de la aldea vive allí desde hace generaciones, trabajando duramente de sol a sol, sometidos a una vida de supervivencia. La empresa energética pretende comprar todas sus tierras, lo que se convierte de pronto en una oportunidad única para huir del campo y la miseria.
Pero hay un escollo.
Un par de años antes se afincó en la aldea un matrimonio francés para desarrollar allí su proyecto vital: disfrutar de un entorno natural incontaminado y vivir de la tierra produciendo alimentos ecológicos. De ahí que ellos no quieran vender su finca, bloqueando así la inversión de la empresa energética que amenaza con irse a otra zona.
El conflicto está servido.
La animosidad entre los vecinos y el matrimonio francés irá creciendo hasta adquirir tintes trágicos.



La cinta mantiene durante todo su metraje una tensión atroz. Es muy áspera y violenta, pero sin sangre, ni disparos. Toda la historia se desarrolla en un ambiente de acoso asfixiante cuya tensión te agarra del cuello desde el primer minuto y ya no te deja respirar. Esa es su mejor cualidad y Sorogoyen lo consigue gracias a un guión y un reparto de precisión milimétrica. Logra escenas secas y amenazantes que al no tener música de fondo incrementan su desazón. El enfrentamiento se focaliza en los dos hermanos Anta, cincuentones y solteros, que exudan una sensación muy chunga de amenaza. La mirada torva y el verbo avieso de Xan (un magnífico Luis Zahera) acompañado de la figura hosca y callada de su hermano Loren (Diego Anido) logran infundirnos el miedo de que son capaces de cualquier cosa.

La película no es nada complaciente y retrata sin miramientos la tensión constante a la que se ve sometido el matrimonio francés (invadiendo su intimidad, destrozando sus cultivos, hostigándolos en el coche). El contraste entre el proyecto de vida bucólico que pretenden y la violencia rayana en locura que los acosa es enorme. La historia se inspira en hechos ocurridos en los años noventa en Galicia y nos da cuenta de que la miseria y la frustración están ahí mismo, a nuestro lado, en este mismo primer mundo tan luminoso, tecnológico y bien alimentado.

El director narra los hechos de un modo tan seco y realista que nos atrapa. Nunca toma partido, sino que muestra fríamente las posiciones y para atenazarnos aún más nada mejor que un plano secuencia (¡de 10 minutos!) donde asistimos a la pugna entre los dos antagonistas en la taberna del pueblo. Allí Antoine (Denis Méchonet, al que vimos también de granjero en Solo las bestias) le expone a Xan la necesidad de cambiar de vida, las mentiras de las grandes empresas y la posibilidad de revertir las injusticias. Pero ninguna consideración cabe cuando la necesidad acucia. El conflicto que los enfrenta trata de oportunidades y formas de vida. Antoine puede elegir y apreciar las posibilidades de lo rural, mientras que Xan nunca ha podido elegir. Su vida es pura necesidad y anhela huir de la miseria.



La historia nos presenta dos formas opuestas de ver el mundo rural: la de los forasteros ecologistas que creen en el futuro de ese terruño y la de los nativos que reniegan de él por cargar con un duro pasado. Esta paradoja cierra la conversación en el bar, cuando Xan le pregunta: “Dímelo, con el corazón en la mano ¿por qué no firmas?”. A lo que Antoine responde, "Porque esta es mi casa". El extranjero defendiendo sus raíces en el mismo lugar que aborrece el autóctono.

En la cinta no tienen hueco los discursos sobre ecologismo o xenofobia, sólo las acciones que se suceden apretando el nudo. En realidad, yo no veo una película sobre el odio al extranjero. La porfía con el francés no es por ser gabacho. Daría igual que el profesor fuese de Zamora o Alicante. 

La película nos sumerge de golpe en la situación mediante un prólogo tan artístico como brutal sobre la tradición de A rapa das bestas. Tres hombres sujetan a un caballo, dos la cabeza, otro la cola, hasta inmovilizarlo. La cámara se va acercando hasta un primerísimo plano que nos muestra una maraña de brazos entre los que apenas entrevemos el hocico jadeante del caballo y un ojo aterrorizado. El plano transpira brutalidad y se repetirá más adelante cuando los dos hermanos atrapen a Antoine. Aunque siendo una imagen icónica puede llevar a confusión. En la rapa hay sometimiento para limpiar, curar y luego liberar; mientras que entre los vecinos el motivo es criminal. Yo creo que la metáfora de esa imagen tiene más que ver con definir dónde está lo salvaje, si en la naturaleza o en el ser humano.


El acecho y la amenaza es el tono de toda la película pero en su mitad, una vez desaparecido Antoine, cambia el punto de vista adoptando el de su mujer Olga (Marina Foïs). Ella elige quedarse a pesar de todo y enfrentarse al acoso de los hermanos y a la inoperancia de la Guardia Civil. Ambas partes, la primera dominada por los hombres y la segunda por esta mujer resistente, funcionan como dos caras del mismo conflicto pero con distinta perspectiva.

El punto de vista femenino aporta otras razones y, sobre todo, una resiliencia que fascinó a Sorogoyen. Recordemos que sus películas se nutren de personajes con fuertes convicciones, como el policía interpretado por Antonio de la Torre en Que Dios nos perdone o la policía interpretada por Vicky Luengo en Antidisturbios. Hacia el final Olga va a ver a la madre de los Anta para decirle que sus hijos irán a la cárcel: "quedaremos solas y somos vecinas. Si necesitas algo ya sabes donde vivo."

Finalmente es una mujer, el signo de los tiempos, la que deshace el nudo de la avaricia y la desesperación. 
Antes de estrenar la película, el director quiso mostrársela a Margo Pool, la mujer holandesa que sufrió el crimen de Santoalla en 1996. Tardaron cinco años en encontrar el cadáver de su marido Martin Verfondern. Actualmente vive sola en la aldea y un periodista le preguntó por qué seguía allí. Ella respondió: "Aquí soy feliz".
No hay nada como encontrar tu sitio en el mundo.  




















3 notas.-

- El paisaje y el idioma son dos aspectos que potencian la película y resultan
  inmersivos. Está hablada en español, gallego y francés. 
- Resulta curioso que As bestas se haya estrenado casi a continuación de Alcarrás,
  de Carla Simón. Una parece el reverso de la otra ya que en Alcarrás los vecinos
  luchan por permanecer en su tierra frente a la industria de las placas solares; al 
  contrario que las gentes de As Bestas cuyos vecinos acosan a quienes no quieren 
  vender sus tierras. 
- Existe un documental titulado Santoalla en Amazon Prime, donde se cuenta
  con pelos y señales la historia de los holandeses Martin Verfondern y Margo Pool
  cuando vinieron a instalarse en Galicia. 

domingo, 27 de noviembre de 2022

REDENCIÓN - de John Hart


Brutal y asfixiante, este intensísimo thriller está repleto de personajes y tramas verdaderamente turbios. Me fascina el modo en que el autor ha entretejido la novela mezclando sucesivas capas, a cual más excitante, alrededor de personajes maltratados por la vida. Desde la primera página todo supura resentimiento. La historia visita emociones muy sombrías donde se debaten personajes torturados que queriendo ser ángeles se ven abocados a convertirse en demonios.
"Pero Elizabeth no tenía ganas de escuchar sus disculpas ni sus explicaciones. Estaba todo muy claro. Un delito estúpido y una pista falsa, la cárcel y la muerte sin sentido. Todo ello era como ondas expansivas."
John Hart sigue de cerca a tres personajes emocional y físicamente lacerados. Elizabeth Black es una policía bajo presión. Es blanca, de familia acomodada y en la operación de rescate de una adolescente ha disparado dieciocho veces a dos violadores negros. "¿Policía heroína o ángel de la muerte?" se preguntaban al día siguiente los titulares de los periódicos. Desde entonces Elizabeth está siendo crucificada por posible uso de fuerza excesiva; pero ella no busca justificación y se aísla. Tiene sus propios problemas que la atormentan. Sólo mantiene contacto con la pequeña que rescató, Channing Shore. Comparten un tormento común que resquebrajó sus vidas y contar la una con la otra les consuela. 


Elizabeth también está obsesionada con Adrian Wall, su compañero y mentor cuando empezó en la policía, que ahora está en prisión acusado del asesinato de Julia Strange. Wall nunca ha dejado de insistir en que es inocente y ella le cree. Precisamente en estos días cumplirá su condena de 13 años. Habiendo sido policía la cárcel le ha marcado como un hierro al rojo vivo. Sale de allí quebrantado y no sospecha que un adolescente le espera en la puerta para matarlo. El joven Gideon Strange busca venganza por la muerte de su madre, lo que le ha condenado a vivir con un padre alcohólico que lo maltrata. Elizabeth se siente responsable de Chaning y Gideonm a los que intenta proteger. 
Elizabeth se reclinó recordando los días, los meses que había pasado con el chico en los años posteriores a la muerte de su madre. Conocía a sus profesores, a su padre, a los amigos de la escuela. Él la llamaba cuando tenía hambre o cuando estaba asustado. A veces, caminaba hasta su casa solo para hacer los deberes, o para hablar, o para sentarse en el porche. Para él, también, la vieja casa de Elizabeth había sido un refugio.
—Gideon…
Se tocó el rostro con los dedos y entonces le empezaron a caer lágrimas de los ojos. Las dejó resbalar por las mejillas sin ningún impedimento.
—¿Por qué no lo hablaste conmigo?
Pero el chico sí que lo había intentado. La llamó tres veces un día, luego otra vez más y después dejó de hacerlo. Ella sabía que Adrian iba a salir, y sabía que Gideon también conocía ese hecho. Podría haberse anticipado a su malestar, podría haberse anticipado a que el niño hiciera algo estúpido. Era un chaval muy sensible y con mucha vida interior.
—Tendría que haberlo visto venir.
Pero había estado en el hospital con Channing, hablando con la policía estatal y recorriendo los caminos de su propio infierno particular. "
Tanto Elizabeth como Adam son los garbanzos negros de la policía. Tras su calvario particular se han convertido en personas hurañas y remisas a explicar toda la verdad de los sucesos que los pusieron en la picota. Sus motivos para guardar silencio son los mismos: proteger a otra persona. Después de muchos años separados por la cárcel ahora el destino vuelve a unirlos ya que, por desgracia, justo cuando Wall sale libre, vuelven a aparecer mujeres asesinadas con el mismo ritual que Julia Strange: sus cadáveres aparecen desnudos y bajo un sábana en el altar de una iglesia abandonada.



El libro es espeluznante en muchos tramos y el suspense nunca te abandona; pero no es un thriller al uso. Sus personajes son de carne y hueso. Están muy machacados. La batalla que sostienen contra sus heridas y traumas nos transmite una emoción genuina que es poco habitual.

La historia es tan absorbente como convincente. No deja que des nada por sentado. Los personajes están heridos pero la fatalidad sigue ensañada con ellos. La inocencia de los niños y su victimización, así como las secuelas de una violación están tratados con gran crudeza. Abundan las tramas secundarias que incluyen abuso y maltrato familiar, fanatismo religioso y atrocidades carcelarias. 


Los dos pilares de esta novela terrible y trepidante son un juego muy veraz de emociones y un conjunto de tramas sagazmente entrelazadas. Gideon está obsesionado con vengar la muerte de su madre; Channing no encuentra apoyo en su familia mientras tiene que lidiar con los estragos de la violación. Elizabeth les apoya a ambos porque sabe perfectamente lo que es arrastrar un trauma. Ahora se le suman los síntomas del estrés postraumático y la investigación de una serie de mujeres muertas que se ha activado tras la liberación de Wall. A Adrian por su parte la cárcel lo ha desmontado y le toca volver a reunir todas la piezas; pero no lo tendrá fácil: el atropello que sufrió en la cárcel lo persigue fuera de ella y debe mantenerse alerta. 

Para completar este puñado de tramas, se intercalan en la novela una serie de páginas sueltas, escritas en primera persona y en cursiva, donde aflora la consciencia de un oscuro personaje, el hombre del saco, que sobrevuela sobre todos, sin ser observado, mientras elabora su ritual de tortura y muerte con varias mujeres.


"Sabía que la gente venía a la iglesia —la mujer de los caballos, algunos vagabundos…—, así que estaba seguro de que alguien encontraría el cuerpo. Pero le ponía malo ver allí a la policía. Después de tantos años, la iglesia seguía siendo su lugar especial. Nadie más podía entender las razones ni su propósito, el vacío de su corazón que ese lugar completaba a la perfección.
¿Y la joven del altar?
Ella también le pertenecía, pero no tanto como las otras que había elegido, y menos con la policía mirándola, tocándola, especulando. Debía permanecer en completa quietud y en la oscuridad. Odiaba lo que estaba viendo tras las vidrieras rotas: las luces brillantes, los policías hastiados, el forense dedicado a su aburrido y lúgubre quehacer… Nunca podrían comprender por qué había muerto o por qué él la había elegido a ella, ni el aliciente de dejar que fuera encontrada."
De forma brillante, todos estos hilos narrativos se conectarán fatalmente.

La galería de personajes es tan potente como la colección de tramas que articula. Si tuviese que poner alguna pega sería precisamente el exceso que supone el añadido de algunas. Cuando en el último tercio del libro aparecen el abogado Failcloth Jones, retirado desde que no consiguiese la absolución de Adrian, y el colega de Adrian en la cárcel, Eli Lawrence, con su historia de un botín abandonado, me asalta de la sensación de una historia interminable. Cada lector podrá elegir si se trata de un exceso o de una imaginación desbordante que es capaz de amontonar capas y capas con total fruición. 

Una novela vívida y espeluznante. Llena de suspense. 

lunes, 21 de noviembre de 2022

EL MAESTRO y MARGARTIA - de Mijaíl Bulgákov




Cultivador como soy de la cultura hago caso al dictador Putin para mantener viva la cultura rusa y no cancelarla. Por ese motivo volví a sacar mi edición de El Maestro y Margarita para deleitarme con su ironía y amargura supremas. Si no fuese tan trágico sería grotesco que la cultura dependiese de un tipo de la calaña de Putin.

Esto viene a cuento de la polémica mundial que se ha generado por la cancelación* en Occidente de todo tipo de actividades y contratos culturales relacionados con instituciones y personajes rusos que apoyan abiertamente la invasión de Ucrania. Se trata de elevar un clamor contra una guerra imperialista y arbitraria además de no alimentar con dinero y propaganda al agresivo oso ruso. Por supuesto se trata de una situación compleja sobre la que sigue existiendo un debate. ¿Cualquier artista ruso debe ser boicoteado por el simple hecho de ser ruso? ¿Sólo si muestra un apoyo público a Putin? ¿Esto es efectivo o corremos el peligro de alimentar la rusofobia?

Por supuesto el dictador Putin aprovechó el debate para presentarse como defensor de la “cultura” frente a la “barbarie” de Occidente. La realidad es que Putin sólo engaña a las ovejas de su redil de acero. Con él no hay libertad de expresión, ni de prensa, ni opciones para una oposición política libre. El exilio, la cárcel o el asesinato esperan a quien ose oponerse. Putin sólo permite la cultura servil que lo adule a él y a su idea imperialista de Rusia.

Mijaíl Bulgákov sí es un representante genuino de lo mejor de la cultura rusa y sufriría con Putin lo mismo o más que sufrió con Stalin; al fin y al cabo, el dictador georgiano admiraba las obras teatrales de Bulgákov. Pero el autor se enfrentó al tirano, en contra de toda censura y a favor de la libertad de creación artística, por lo que fue enterrado en vida negándosele la posibilidad de publicar, así como la de salir de Rusia. Con Putin no le hubiese ido mejor, suele encarcelar o asesinar a sus detractores, como atestigua el hecho de que a día de hoy más de 300 periodistas han perdido la vida en Rusia desde su ascenso al poder. A esta cifra hay que sumar un buen número de empresarios y activistas que han sido envenenados o asesinados a tiro limpio sin que el Kremlin se haya inmutado o promovido investigación alguna (el último, por ahora, el vicegobernador de Jersón). Muchos expertos en Rusia resumen el modo de actuar de Putin como “mafioso”, al ejercer un control absoluto del estado, incluida la judicatura, amañar las elecciones y practicar tácticas criminales para quitar de en medio a las voces disidentes.
Los secuaces del diablo, el gato Behemot y Azazello

De ahí que la obra de Bulgákov esté plenamente vigente. Stalin y Putin son tiranos y comparten un ansia imperialista que en ambos casos impactó en Ucrania. Bulgákov escribió El Maestro y Margarita en los años 30 del siglo XX, cuando Stalin ejercía un poder omnímodo, implantaba sus delirantes planes quinquenales y decretaba el genocidio ucraniano conocido como Holomodor, causando más de tres millones de muertos por hambre. En El Maestro y Margarita Bulgákov ridiculiza a una sociedad rusa aborregada, así como a unos estamentos culturales y políticos más preocupados por la sumisión al poder que por cualquier creación artística. Los críticos oficiales y la Asociación de Escritores dictaban lo que era válido en literatura y Bulgákov centra en ellos buena parte de su burla. La novela cuenta la visita del diablo a Moscú junto a un pequeño séquito, los cuales desencadenan toda una serie de disparatadas peripecias que ponen en solfa la burocracia, estupidez y cobardía de la sociedad soviética. Por ejemplo, en una escena les piden a dos de los ayudantes del diablo el carnet de escritor:
"—Los carnets, por favor —dijo ella mirando sorprendida los impertinentes de Koróviev y el hornillo de Popota y su codo roto.
—Mil perdones, pero, ¿qué carnets? —pregunto Koróviev, extrañado.
—¿Son ustedes escritores? —preguntó a su vez la ciudadana.
—Naturalmente —contestó Koróviev con dignidad.
—¡Sus carnets! —repitió la ciudadana.
—Mi encanto... —empezó dulcemente Koróviev.
—No soy ningún encanto —le interrumpió la ciudadana.
—¡Ah! ¡Qué pena! —dijo Koróviev con desilusión y continuó—: Bien, si usted no desea ser encanto, lo que hubiera sido muy agradable, puede no serlo. Dígame, ¿es que para convencerse de que Dostoievski es un escritor, es necesario pedirle su carnet? Coja cinco páginas cualesquiera de alguna de sus novelas y se convencerá sin necesidad de carnet de que es escritor. ¡Y me sospecho que nunca tuvo carnet! ¿Qué crees? —Koróviev se dirigió a Popota.
—Apuesto a que no lo tenía —contestó Popota, dejando el hornillo en la mesa junto al libro y secándose con la mano el sudor de su frente, manchada de hollín.
—Usted no es Dostoievski —dijo la ciudadana, desconcertada, dirigiéndose a Koróviev.
—¿Quién sabe?, ¿quién sabe? —contestó él.
—Dostoievski ha muerto —dijo la ciudadana, pero no muy convencida.
—¡Protesto! —exclamó Popota con calor—. ¡Dostoievski es inmortal!"
Mijaíl Bulgákov (1891-1940) ya había triunfado como autor teatral cuando Stalin comenzó a marcarlo muy de cerca. La primera novela que había publicado, La Guardia Blanca, había cosechado un éxito notable, pero tenía un déficit peligroso, los protagonistas eran campesinos que luchaban contra los bolcheviques y no contenía ningún héroe comunista. A pesar de ello Stalin era un admirador de la obra de Bulgákov, se dice que vio quince veces la adaptación teatral de La guardia blanca, titulada Los días de los Turbin. Pero la libertad artística del escritor era una amenaza. Su mirada satírica sobre los funcionarios de la cultura en la obra "Zoikina Kvartira" (1926) motivó la creciente censura de sus obras y por lo tanto la falta de ingresos. Ante esta situación Bulgákov le escribió a Stalin una carta desesperada, en 1930, donde le pedía poder salir de Rusia para poder ganarse la vida. A la vez hacía en ella una declaración de principios, conmovedoramente sincera ante la barbarie, sobre la importancia y necesidad de la libertad artística:
‘la lucha contra la censura, de cualquier tipo y bajo cualquier gobierno, es mi deber como escritor, tanto como lo es apelar por la libertad de prensa. Creo firmemente en esta libertad, e incluso diría que, si un escritor sugiriera solamente que esta libertad no es necesaria, sería lo mismo que si un pez declarase que no necesita el agua’.
La respuesta del tirano fue bloquear sus escritos, impedirle salir de la URSS y condenarle a un trabajo de ayudante en un teatro. Bulgákov no vio publicada una sola línea de sus escritos durante los últimos trece años de su vida. En dramas posteriores como Molière y Pushkin aparece una temática que lo obsesionaba, la relación entre el artista y el poder.
Composición con los temas de "El Maestro y Margarita"

Silenciado como artista y postrado como ciudadano llama la atención que crease una novela como esta, con un tono tan desenfadado y fantástico. En algún momento de la lectura me ha recordado a Alicia en el País de las Maravillas, y no sólo por la presencia de un gato (perverso y aficionado al vodka en este caso), sino por la descripción de una realidad con la lógica trastocada donde se instala el disparate. Bulgákov describe una sociedad donde nada es lo que parece. Los moscovitas llevaban décadas mintiéndose rutinariamente, fingiendo que vivían en un paraíso; donde la realidad era sustituida por el relato oficial. Un lugar donde las personas corruptas y dóciles recibían recompensa. Bulgákov se basó en esta vida falaz para confeccionar su novela y dinamitar ese régimen de apariencias a través de la imaginación, el absurdo, la sátira y el humor. 

El novelista ruso Viktor Pelevin dijo que era casi imposible explicar a cualquiera que no hubiera vivido la vida soviética lo que esta novela significó para la gente: “El Maestro y Margarita ni siquiera se molesta en ser antisoviética, pero leer este libro te libera instantáneamente. No te libera de algunas viejas ideas en particular, sino del hipnotismo de todo el orden de las cosas”.

El Maestro y Margarita es una gran ópera bufa sobre la miseria humana, el miedo y la indignidad. Comienza con el diablo llegando a Moscú con una panda de demonios tan taimados como irresistibles: el fino Koróviev (otras veces llamado Fagot), el bruto Azazello, pelirrojo, tuerto y con un colmillo sobresaliente; y el descacharrante Behemot (también llamado Popota), un gato negro, gordo y sarcástico, puesto que sabe hablar, que reparte sus aficiones entre beber vodka, jugar al ajedrez y decapitar majaderos. En menor medida aparece la bella y aterradora Hella, que suele pasearse desnuda. Allí donde aparecen se desencadena el caos y revela la estupidez.

Esculturas de Koróviev y Behemot en un parque de Moscú







Los elementos fantásticos permiten a Bulgákov lanzar una sátira contra la mendacidad de los círculos literarios moscovitas pero, sobre todo, escapar de la realidad del estalinismo hacia un reino donde imperan la verdad y la justicia poética. Paradójicamente la liberación de la estupidez y la cobardía la proporcionará el diablo, dado que Stalin es dios y la sociedad soviética el nuevo paraíso.

Sin duda se trata de un gran clásico ruso, pero tan mordazmente original que nada tiene que ver con otros clásicos rusos como Guerra y Paz, Los Hermanos Karamazov, Ana Karenina o Crimen y Castigo. Al dramatismo de éstos opone ligereza, a la profundidad psicológica un satírico ingenio y al retrato histórico un conjunto de situaciones grotescas muchas veces hilarantes. Si hubiese que buscarle un compañero de baile no podría ser otro que el maestro Gogol, con cuya Almas muertas guarda semejanzas.

La novela se abre con una conversación entre Berlioz, editor y presidente del club de escritores soviéticos Massolit, y el poeta Ivan Nikoláyevich, apodado Desamparado. Debaten sobre la inexistencia de Dios cuando se presenta Voland, el mismísimo diablo, acompañado por sus grotescos secuaces. Voland se sumerge de inmediato en el debate y asegura que por lo menos Jesucristo existe, ya que él lo vio cuando visitó a Pilatos. También vaticina la muerte del editor que, efectivamente, sucede a los pocos minutos, cuando es decapitado por un tranvía en un absurdo accidente. Todo esto sucede en las primeras páginas y fija a los contendientes de la novela: la encorseta sociedad y los organismos moscovitas por un lado y el diablo y su séquito por otro, dedicados a subvertir todo orden establecido.

A continuación, el poeta y testigo del incidente, escucha a Voland contar una extraña historia sobre Poncio Pilato justo antes de escapar por las calles de Moscú. Desamparado los persigue receloso, sufriendo todo tipo de percances hasta acabar trastornado e ingresado en un manicomio. Allí conoce al Maestro, un escritor que precisamente ha escrito una novela sobre el filósofo errante Joshuá Ga-Nozri (Jesús) y el procurador Poncio Pilatos. La obra fue repudiada por el estamento literario oficial provocando el hundimiento del autor que quemó el manuscrito y se recluyó en el psiquiátrico. Los capítulos de esta novela sobre Pilatos aparecen intercalados en el libro, como una novela dentro de la novela.

Fuera del manicomio, Voland se apodera del piso de Berlioz organizando allí todo tipo de desafueros y disparates que culminan con un espectáculo de magia en el gran teatro de Varietés. Allí Voland ridiculiza a la sociedad moscovita desnudando sus miserias: las damas son invitadas al escenario para cambiar su vestimenta por vestidos de lujo, pero cuando salen a la calle resulta que van desnudas. Mientras que los hombres recogen con jolgorio los billetes de rublos que llueven desde el techo, para comprobar después, en las tabernas, que justo al gastarse se vuelven a convertir en simples trozos de papel.

Este piso que Berlioz compartía precisamente con el director del Teatro Varietés, apartamento 50 del inmueble 302bis de la calle Sadóvaya, tiene un papel protagonista y simbólico en la novela.  Se presenta en el capítulo 7 que se titula precisamente "Un apartamento misterioso". En él se relata la multitud de historias que circulaban sobre "los desaparecidos del piso maldito". Una referencia nada velada a las desapariciones repentinas que practicaba el estanilismo. Bulgákov recoge el asunto con negrísimo humor y hace que cualquiera de los que estorba a Voland desaparezca sin dejar rastro: como el pobre Stiopa Lijodéyev, director del Teatro Varietés que, en medio de una discusión con Voland, sintió que la habitación giraba hasta acabar sentado y mareado a mil quinientos kilómetros, en los muelles de Yalta ¡!. 

Si la primera parte de la novela se centra en las barrabasadas de Voland y su cuadrilla, la segunda pone el foco en Margarita, joven que renuncia a una vida acomodada con su marido por el amor incondicional hacia el Maestro y su obra. De hecho el primer capítulo del Libro segundo comienza así:
"¡Adelante lector! ¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso!
¡Sígueme, lector, a mí, y sólo a mí, yo te mostraré ese amor!"
Ella será la fiel amante y valedora del Maestro incluso cuando desaparece para ingresar en el manicomio. Cuando ya Voland ha sembrado el caos en Moscú, organiza el Gran Baile del Plenilunio Primaveral (coincidente con el Viernes Santo) al que invita a Margarita. Para premiar su amor y lealtad le ofrece convertirla en una bruja con poderes mágicos. Ella acepta y vuela desnuda sobre un Moscú donde se extienden los incendios y la confusión. Además Voland le concede el deseo de liberar al Maestro, tanto del manicomio como de la pérdida de su obra. Para convencer al escéptico Maestro, Voland hace aparecer el manuscrito pronunciando una de las sentencias más memorables del libro: "los manuscritos no arden". 

Con el Maestro y su obra rescatados Voland invita a beber a la pareja el mismo vino de Falerno que bebía el procurador de Judea. Mueren envenenados pero resucitan y Voland les hace volar sobre unos corceles negros hasta una especie de limbo donde se encuentran a Pilatos atormentado por los remordimientos de haber condenado a un inocente. Durante siglos ha tenido una pesadilla recurrente: un camino de luz hacia la luna que le llevaría al perdón de Joshuá; pero que algo le impide tomar. Entonces Voland le indica al Maestro que su novela está sin concluir y que puede hacerlo con una sola frase. El Maestro grita: "¡Libre! ¡libre! ¡Te está esperando!" Propiciando que Pilatos pueda acabar su tormento. 

El Maestro pretende seguir esa misma luz, pero Voland se lo impide. Siguiendo una solicitud de Joshuá le indica una casa eterna donde podrá vivir en paz.
¿No dirá que no le gustaría pasear con su amada bajo los cerezos en flor y por las tardes escuchar música de Schubert? ¿No le gustaría, como Fausto, estar sobre una retorta con la esperanza de crear un nuevo homúnculo? ¡Allí irá usted! Allí le espera una casa con un viejo criado, las velas ya están encendidas y pronto se apagarán, porque en seguida llegará el amanecer. ¡Por ese camino, maestro, por ese camino! ¡Adiós, ya es hora de que me marche!
Un final que es célebre por su ambigüedad.
Voland les otorga la paz, pero no la "luz" de la salvación eterna. ¿Por qué Bulgákov no los absuelve y envía al cielo? ¿Por qué tanto Joshuá como el Diablo parecen estar de acuerdo en su "castigo"? Yo creo ver la clave en una frase: "Alguien dejaba libre al maestro, igual que él acababa de liberar a su héroe creado". No se trataba de ganar el cielo o la salvación, sino la libertad para crear, fin supremo para Bulgákov. 

Fausto y Mefistófeles


Como se ve la novela se compone de tres historias interrelacionadas: las peripecias de Voland y compañía sembrando el caos en Moscú, la historia de amor entre el Maestro y Margarita y la novela sobre las dudas de Pilatos. Una trama fácil de resumir pero no de interpretar.

Lo más evidente es considerarla una obra satírico-política ya que Voland y sus secuaces logran poner en solfa la mezquindad y la codicia propios de un sistema político tiránico. Incluso se puede jugar a sustituir a los personajes por figuras históricas del Moscú estalinista: ahí están reflejados el fanático e intolerante Leopold Averbackh como dirigente del RAPP, (Asociación Rusa de Escritores Proletarios) o los juicios sumarios de la represión estalinista en la injusta condena de Joshuá. Incluso no faltan las invectivas sobre el hambre de la población, la corrupción de los burócratas o el problema endémico de la vivienda. 
"—¿Esto? ¡Sencillísimo! —contestó—. Quien conozca bien la quinta dimensión puede ampliar cualquier local todo lo que quiera y sin ningún esfuerzo, y además, le diré, estimada señora, que hasta unos límites incalculables. Yo, personalmente —siguió Koróviev—, he conocido a gente que no tenía ni la menor idea sobre la quinta dimensión, ni sobre nada, y que hacía verdaderos milagros en eso de agrandar sus viviendas. Por ejemplo, me han hablado de un ciudadano que recibió un piso de tres habitaciones y, sin conocer la quinta dimensión ni demás trucos, la convirtió en un piso de cuatro, dividiendo con un tabique una de las habitaciones. Después cambió este piso por dos separados en distintos barrios de Moscú: uno de tres y otro de dos habitaciones. Convendrá usted conmigo en que ya eran cinco habitaciones. Uno de ellos lo cambió por dos pisos de dos y, como fácilmente comprenderá, se hizo dueño de seis habitaciones, aunque completamente dispersas en Moscú. Cuando se disponía a efectuar el último canje, y el más brillante, insertando un anuncio para cambiar seis habitaciones en distintos barrios por un piso de cinco, sus actividades, y por razones ajenas a su voluntad, quedaron paralizadas. Puede que ahora tenga alguna habitación, pero me atrevo a asegurar que no será en Moscú."
Pero el protagonismo de un diablo tan distinguido como desconcertante y la novela inserta sobre Pilatos nos abocan a una interpretación ética más que religiosa; sin olvidar que Margarita y su pacto con el diablo nos remiten directamente al mito de Fausto (aunque con un cambio muy significativo de papeles, ya que es Margarita quien pacta y salva al pusilánime Maestro). Me llama mucho la atención Margarita, un personaje muy moderno y resuelto que se convierte en el centro neurálgico donde confluyen tanto Voland, como el Maestro y su obra. Recordemos que la novela de Pilatos es destruida justo cuando ella y el Maestro se separan y su restauración coincide con su reencuentro. Yo creo que su coraje representa el otro extremo de la cobardía que tanto pesar causa al Maestro (y a Bulgákov): Joshuá había definido la cobardía como el más grande defecto del hombre; mientras que el Maestro por su parte, cuando resucita tras ser envenenado, le anuncia a Margarita, "Nunca me permitiré la cobardía".

La cobardía y el poder están muy relacionados y Bulgákov pone en la boca de Joshuá, cuando cena en casa de Judas de Kerioth, la opinión sobre el poder político que acabará condenándolo:
“(…) que cualquier poder es un acto de violencia contra el hombre y que llegará un día en el que no existirá ni el poder de los césares ni ningún otro. El hombre formará parte del reino de la verdad y de la justicia, donde no es necesario ningún poder”


Entre las muchas cuestiones que suscita la novela quisiera destacar dos.
La primera es la poderosa reflexión que la obra realiza sobre el arte y el artista. El Maestro representa al artista íntegro, casi místico, dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda de la verdad y la belleza, cifrada en la escritura de su libro. Tanto Joshuá como el Maestro (y Bulgákov) serán quebrantados por la ignominia. La obra será rechazada por los estamentos literarios de Moscú a la vez que Pilatos, aun sabiendo de la inocencia de Joshuá, acatará la condena que la sociedad le impone.

El Maestro y Margarita se convierte así en un testimonio de la necesidad del arte y la libertad de expresión en tiempos de represión. Bulgákov estuvo trabajando en la novela durante los últimos trece años de su vida (1928-19490) y podemos pensar que la escritura fue el salvavidas creativo al que se aferró en el océano embrutecedor de la Rusia estalinista. Al concluir su novela el Maestro reconoce que ese día “su vida llegó a su fin”.


La segunda cuestión a destacar es la extraña convivencia que se produce en la novela entre el bien y mal. Bulgákov defiende que ambos deben coexistir. Se necesitan. Voland necesita la fe en Dios para obtener poder. Esto también posibilita que las personas cosechen las recompensas o castigos que merezcan. De hecho, Voland castiga a los malhechores (el gerente del teatro también es decapitado por “decir mentiras”) mientras recompensa a Margarita por su devoción, lealtad y valentía. También sitúa al Maestro en un mundo de paz a instancias de Joshuá. El bien y el mal trabajan juntos para proporcionar justicia y equilibrio a nuestras vidas, tal y como Voland argumenta convincentemente:
"Has pronunciado las palabras como si no reconocieras la existencia del mal y de las sombras. Por qué no eres un poco amable y te detienes a pensar en lo siguiente: ¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Ésta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio."
Finalmente dedicaré unas líneas a la inserción de una novela sobre Pilatos que en principio choca. Me parece un elemento accesorio que cumple una función simbólica centrada en los temas de cobardía, traición y redención. Bulgákov utiliza el símbolo universal que es Jesús, pero cambiando nombres y circunstancias (Judas no se ahorca sino que es asesinado, Pilatos aprecia a Joshuá y éste, en la cruz, no interpela a Dios) para convertirlo en un hombre común ⎼Joshuá Ga-Nozri⎼; cuyos bienes supremos son la verdad y la justicia, no la fe; mientras critica la cobardía. Un hombre como Bulgákov, una víctima más de la arbitrariedad del Poder.















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Mijaíl Afanásievich Bulgákov nació el 15 de mayo de 1891 en Kiev, en pleno Imperio ruso, y murió el 10 de marzo de 1940 en Moscú, durante el absolutismo soviético. Fue dramaturgo de éxito y novelista. Bulgákov tenía una evidente vena satírica que plasmó también en obras como "Corazón de Perro" y "Los huevos fatales". 
Condenado al ostracismo murió sin llegar a cumplir los cincuenta años ni ver publicada la novela en que estuvo trabajando desde 1928. En 1930 quemó una primera versión de su manuscrito como medida preventiva, cuando se enteró que otra de sus obras había sido prohibida por el gobierno de la Unión Soviética. Al año siguiente la reescribió de memoria y en 1936 comienza a redactar una tercera versión, que siguió corrigiendo hasta su muerte. 
Su tercera y última esposa, su fiel Elena Sergeievna, será como la Margarita de la novela y velará por su memoria personal y literaria con coraje y dedicación. Custodió la obra en secreto durante años hasta que pudo circular entre los amigos bajo el formato de samizdat (edición doméstica y clandestina), hasta que se pudo editar en 1967, en un periodo de deshielo de la censura, aunque con notables amputaciones.
Algunos críticos consideran que la novela está inacabada pues Bulgákov escribió al menos seis versiones de la misma y murió antes de poder revisar completamente la segunda parte. Recientemente, la editorial Nevski (especializada en literatura rusa) ha publicado la que hoy en día se considera edición íntegra y canónica, llevada a cabo por la especialista rusa Marietta Chudakova, contando con la traducción de Marta Rebón.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

MANDERLEY EN VENTA y otros cuentos - de Patricia Esteban Erlés



Patricia Esteban Erlés está considerada como una de las damas de la narrativa fantástica más reciente y con razón. Ahí están sus libros para dar cuenta de ello. Manderley en venta fue su ópera prima, publicada en 2008 y recuperada con mucho gusto en 2019. Once años después Esteban Erlés se enfrascó de nuevo en su libro, descartó algunos relatos e incluyó otros de un segundo libro, “Abierto para fantoches”. El resultado es brillante y coherente. Se puede decir que en el volumen ya estaban presentes muchos de los asuntos que caracterizan su narrativa: los espacios domésticos opresivos, el juego gótico y fantasmal, la irrupción de lo insólito en lo cotidiano, los personajes y conflictos con una fuerte impronta femenina y los miedos e inseguridades que tienen que ver con la locura o el fracaso existencial. El terror psicológico prima en cualquier caso, así como los miedos de la infancia. Aspectos que tendrán continuidad en colecciones de cuentos posteriores como Azul ruso (2010), Casa de Muñecas (microrelatos, 2012) o el más reciente Ni aquí ni en ningún otro lugar (2021), una colección de cuentos que recrean los de tradición oral, con sus ogros, hadas y princesas, pero que son reinterpretados de forma actual y sorprendente. Una joya que cuenta, además, con las inquietantes ilustraciones de Alejandra Acosta. En 2017 ganó el Premio Dos Passos con su primera novela, Las madres negras, publicada por Galaxia Gutenberg.

Desde los inicios de su carrera literaria, Esteban Erlés ha empleado el género fantástico como medio “para explorar y representar todo aquello que se nos escapa de la realidad y de la compleja interioridad del ser humano”, según su propia expresión. En Manderley en venta se citan resortes clásicos de la literatura fantástica como el acecho de la locura, el horror de la suplantación, la amenaza de espectros familiares o la fascinación por lo irracional.

El Manderley del título nos remite a la mansión de “Rebeca”, relato de Daphne de Maurier que el maestro Hitchcock llevó a la pantalla. Y ese espacio físico y mental de Manderley, donde irrumpe una opresiva presencia fantasmal, podría ser el resumen de este grupo de relatos. De hecho, uno de ellos se puede considerar una adaptación de ese clásico, pero con una protagonista infantil, “Historia de una breve alma en pena”.





Esta narración toma el punto de vista de una niña para relatar la tortura psicológica a la que le somete su abuela, la cual perdió a una hija con la misma edad de la protagonista. El recuerdo de Monsita está presente en cada rincón del enorme caserón que habita la abuela, igual que aquella difunta Rebeca de Winter. Cada verano la trastornada abuela reclama a la niña para imponerle los vestidos y juegos de Monsita, en un intento por revivir a su hija aun a costa de perturbar la salud emocional de la nieta.

La propia autora menciona que esta composición condensa todos los argumentos del libro, “el deseo y la culpabilidad, los homenajes a la literatura y cine gótico, el poder de los fantasmas y las casas donde las vidas se nos muestran”.
“Sabía que la tía Monsita me vigilaba con sus ojos tristes desde el retrato de la pared, cada vez que entraba en la alcoba de mi abuela para desearle las buenas noches. Por eso procuraba no mirar hacia la cabecera de la cama y salía de allí cuanto antes, aunque sabía que en ningún rincón de la casa lograría librarme de su presencia. Era difícil no pensar en Monsita, sobre todo teniendo en cuenta que mi abuela insistía, verano tras verano, en que ocupara su habitación. Yo no me atrevía a decir nada, pero me daba mucho miedo dormir en la misma cama donde la tía había agonizado, cuarenta años atrás. Además, siempre encontraba frías las sábanas de hilo al acostarme.”
Menos mal que este mecanismo de posesión cesa automáticamente cuando la nieta da el estirón y ya no le vale la ropa de Monsita: sólo entonces el lazo fantasmal se rompe.

Es habitual que los protagonistas de estos cuentos sufran el acoso de seres que están más allá de lo real, más si tenemos en cuenta que suelen ser personajes un tanto quebradizos, aquejados por vivencias frustrantes que les dificulta su adaptación a la realidad circundante.

Esa irrupción fantasmal que influye perturbadoramente en la vida del protagonista, e incluso amenaza con suplantarlo, es un asunto repetido en varios relatos. En “El Juego” una hermana gemela muerta persiste en su presencia junto a su hermana viva para atormentarla ordenándole cometer actos atroces. También en “Habitante”, la protagonista es invadida por el fantasma de la antigua propietaria de su piso justo cuando se pone una de sus prendas. Mientras que en “Línea 40” un doctor que acaba de saber que tiene cáncer se encuentra con una antigua compañera de estudios, lo que le hace desear poder cambiar su vida por la de ella... olvidando que hay que tener cuidado con lo que se desea. 
"La verdad es que en los últimos tiempos Laurita está muy pesada, pero mi padre no cree una palabra de lo que digo, y mamá se echa a llorar cuando acuso a Laurita de obligarme a hacer cosas. Claro, ellos no tienen que aguantar el juego de la muertita, si no también harían todo lo que ella les pidiera".
Otro de los territorios que los cuentos de Esteban Erlés visitan con más frecuencia son la infancia y el espacio doméstico: “Me ha interesado siempre la casa al modo de Shirley Jackson, entendiéndola como una jaula, como un espacio supuestamente amable para la mujer, pero que muchas veces puede ser cueva del terror, puede ser jaula y campo de concentración. Me interesa eso: que el lugar donde más segura te sientes sea justamente el que te impide crecer, el que te apresa”.

Todo ello está sin duda relacionado con la fuerte presencia femenina que se da tanto en las protagonistas de los relatos como en las amenazas que les acechan. En “Celebración” hay una poderosa madre castradora que impone un turbador ritual culinario a todas las novias de su hijo. Mientras que en “Una y otra” asistimos al enfrentamiento espectral entre dos mujeres de gran voracidad sexual que nunca se ven, pero sospechan su presencia y batallan sobre un hombre y su apartamento que comparten. Otro enfrentamiento quimérico entre dos mujeres se da en “Ada Neuman”, donde la protagonista ve amenazada su estabilidad emocional y familiar por la irrupción etérea de una enigmática mujer en su mismo bloque de viviendas.


Percibo en los relatos una especie de exploración para saber quién de verdad somos, indagando en nuestros miedos e inseguridades; pero también un cuestionamiento de nuestra percepción de lo real. Véase por ejemplo “Una y otra”, “Ada Neuman” o “Línea 40”; pero sobre todo lo apreciamos en "Cantalobos" donde un joven se hace pasar por loco para entrar en el psiquiátrico de Cantalobos y mantenerse junto a su amada recién ingresada... para acabar descubriendo allí sus propios demonios. 

El fantástico que nos ofrece Erlés es muy contemporáneo, no proviene de castillos encantados, ni fantasmas remotos. La amenaza se desencadena en un mundo moderno y cotidiano donde, sin previo aviso, irrumpe lo macabro para lograr un terror de índole psicológico, centrado en sobre todo en los propios miedos. 

La lectura de este libro me ha proporcionado unos cuantos momentos inquietantes. Me han gustado especialmente Historia de una breve alma en pena, Habitante, Línea 40 y El Juego, todos ellos bajo la amenaza de un sobrecogedor anfitrión. También me parecen excelentes Cantalobos y Me puedo hacer verdad  que, con gran lirismo, transitan por la fina línea que separa el amor de la locura. 






















Pero tengo que apuntar dos reticencias. Una tiene que ver con los cuentos netamente fantásticos que son de los que más he hablado aquí. Siendo inquietantes los encuentro un poco amables, echo en falta una mayor oscuridad y vitriolo. Quizá se trata de lo que la autora misma ha señalado: “En Manderley en venta y otros cuentos el mal se intuye, pero no se encara: la inquietud muchas veces es el paso previo al terror”. 

La otra reticencia es respecto al otro grupo de cuentos que no pertenecen al género fantástico, para mí menos interesantes, y que narran, en general, situaciones de pareja tan contemporáneas como las citas on line que consiguen tres amigos en "La más guapa del baile". También entran en este apartado "De culos y manzanas", "Vania" y, en el sentido que indicaré, "Una y otra" y "Celebración". Los encuentro un tanto impostados. Aquí el amor se vulgariza en ligue y detecto en ellos una especie de postureo en cuanto al sexo y las relaciones personales para subrayar su modernidad.