domingo, 27 de noviembre de 2022

REDENCIÓN - de John Hart


Brutal y asfixiante, este intensísimo thriller está repleto de personajes y tramas verdaderamente turbios. Me fascina el modo en que el autor ha entretejido la novela mezclando sucesivas capas, a cual más excitante, alrededor de personajes maltratados por la vida. Desde la primera página todo supura resentimiento. La historia visita emociones muy sombrías donde se debaten personajes torturados que queriendo ser ángeles se ven abocados a convertirse en demonios.
"Pero Elizabeth no tenía ganas de escuchar sus disculpas ni sus explicaciones. Estaba todo muy claro. Un delito estúpido y una pista falsa, la cárcel y la muerte sin sentido. Todo ello era como ondas expansivas."
John Hart sigue de cerca a tres personajes emocional y físicamente lacerados. Elizabeth Black es una policía bajo presión. Es blanca, de familia acomodada y en la operación de rescate de una adolescente ha disparado dieciocho veces a dos violadores negros. "¿Policía heroína o ángel de la muerte?" se preguntaban al día siguiente los titulares de los periódicos. Desde entonces Elizabeth está siendo crucificada por posible uso de fuerza excesiva; pero ella no busca justificación y se aísla. Tiene sus propios problemas que la atormentan. Sólo mantiene contacto con la pequeña que rescató, Channing Shore. Comparten un tormento común que resquebrajó sus vidas y contar la una con la otra les consuela. 


Elizabeth también está obsesionada con Adrian Wall, su compañero y mentor cuando empezó en la policía, que ahora está en prisión acusado del asesinato de Julia Strange. Wall nunca ha dejado de insistir en que es inocente y ella le cree. Precisamente en estos días cumplirá su condena de 13 años. Habiendo sido policía la cárcel le ha marcado como un hierro al rojo vivo. Sale de allí quebrantado y no sospecha que un adolescente le espera en la puerta para matarlo. El joven Gideon Strange busca venganza por la muerte de su madre, lo que le ha condenado a vivir con un padre alcohólico que lo maltrata. Elizabeth se siente responsable de Chaning y Gideonm a los que intenta proteger. 
Elizabeth se reclinó recordando los días, los meses que había pasado con el chico en los años posteriores a la muerte de su madre. Conocía a sus profesores, a su padre, a los amigos de la escuela. Él la llamaba cuando tenía hambre o cuando estaba asustado. A veces, caminaba hasta su casa solo para hacer los deberes, o para hablar, o para sentarse en el porche. Para él, también, la vieja casa de Elizabeth había sido un refugio.
—Gideon…
Se tocó el rostro con los dedos y entonces le empezaron a caer lágrimas de los ojos. Las dejó resbalar por las mejillas sin ningún impedimento.
—¿Por qué no lo hablaste conmigo?
Pero el chico sí que lo había intentado. La llamó tres veces un día, luego otra vez más y después dejó de hacerlo. Ella sabía que Adrian iba a salir, y sabía que Gideon también conocía ese hecho. Podría haberse anticipado a su malestar, podría haberse anticipado a que el niño hiciera algo estúpido. Era un chaval muy sensible y con mucha vida interior.
—Tendría que haberlo visto venir.
Pero había estado en el hospital con Channing, hablando con la policía estatal y recorriendo los caminos de su propio infierno particular. "
Tanto Elizabeth como Adam son los garbanzos negros de la policía. Tras su calvario particular se han convertido en personas hurañas y remisas a explicar toda la verdad de los sucesos que los pusieron en la picota. Sus motivos para guardar silencio son los mismos: proteger a otra persona. Después de muchos años separados por la cárcel ahora el destino vuelve a unirlos ya que, por desgracia, justo cuando Wall sale libre, vuelven a aparecer mujeres asesinadas con el mismo ritual que Julia Strange: sus cadáveres aparecen desnudos y bajo un sábana en el altar de una iglesia abandonada.



El libro es espeluznante en muchos tramos y el suspense nunca te abandona; pero no es un thriller al uso. Sus personajes son de carne y hueso. Están muy machacados. La batalla que sostienen contra sus heridas y traumas nos transmite una emoción genuina que es poco habitual.

La historia es tan absorbente como convincente. No deja que des nada por sentado. Los personajes están heridos pero la fatalidad sigue ensañada con ellos. La inocencia de los niños y su victimización, así como las secuelas de una violación están tratados con gran crudeza. Abundan las tramas secundarias que incluyen abuso y maltrato familiar, fanatismo religioso y atrocidades carcelarias. 


Los dos pilares de esta novela terrible y trepidante son un juego muy veraz de emociones y un conjunto de tramas sagazmente entrelazadas. Gideon está obsesionado con vengar la muerte de su madre; Channing no encuentra apoyo en su familia mientras tiene que lidiar con los estragos de la violación. Elizabeth les apoya a ambos porque sabe perfectamente lo que es arrastrar un trauma. Ahora se le suman los síntomas del estrés postraumático y la investigación de una serie de mujeres muertas que se ha activado tras la liberación de Wall. A Adrian por su parte la cárcel lo ha desmontado y le toca volver a reunir todas la piezas; pero no lo tendrá fácil: el atropello que sufrió en la cárcel lo persigue fuera de ella y debe mantenerse alerta. 

Para completar este puñado de tramas, se intercalan en la novela una serie de páginas sueltas, escritas en primera persona y en cursiva, donde aflora la consciencia de un oscuro personaje, el hombre del saco, que sobrevuela sobre todos, sin ser observado, mientras elabora su ritual de tortura y muerte con varias mujeres.


"Sabía que la gente venía a la iglesia —la mujer de los caballos, algunos vagabundos…—, así que estaba seguro de que alguien encontraría el cuerpo. Pero le ponía malo ver allí a la policía. Después de tantos años, la iglesia seguía siendo su lugar especial. Nadie más podía entender las razones ni su propósito, el vacío de su corazón que ese lugar completaba a la perfección.
¿Y la joven del altar?
Ella también le pertenecía, pero no tanto como las otras que había elegido, y menos con la policía mirándola, tocándola, especulando. Debía permanecer en completa quietud y en la oscuridad. Odiaba lo que estaba viendo tras las vidrieras rotas: las luces brillantes, los policías hastiados, el forense dedicado a su aburrido y lúgubre quehacer… Nunca podrían comprender por qué había muerto o por qué él la había elegido a ella, ni el aliciente de dejar que fuera encontrada."
De forma brillante, todos estos hilos narrativos se conectarán fatalmente.

La galería de personajes es tan potente como la colección de tramas que articula. Si tuviese que poner alguna pega sería precisamente el exceso que supone el añadido de algunas. Cuando en el último tercio del libro aparecen el abogado Failcloth Jones, retirado desde que no consiguiese la absolución de Adrian, y el colega de Adrian en la cárcel, Eli Lawrence, con su historia de un botín abandonado, me asalta de la sensación de una historia interminable. Cada lector podrá elegir si se trata de un exceso o de una imaginación desbordante que es capaz de amontonar capas y capas con total fruición. 

Una novela vívida y espeluznante. Llena de suspense. 

lunes, 21 de noviembre de 2022

EL MAESTRO y MARGARTIA - de Mijaíl Bulgákov




Cultivador como soy de la cultura hago caso al dictador Putin para mantener viva la cultura rusa y no cancelarla. Por ese motivo volví a sacar mi edición de El Maestro y Margarita para deleitarme con su ironía y amargura supremas. Si no fuese tan trágico sería grotesco que la cultura dependiese de un tipo de la calaña de Putin.

Esto viene a cuento de la polémica mundial que se ha generado por la cancelación* en Occidente de todo tipo de actividades y contratos culturales relacionados con instituciones y personajes rusos que apoyan abiertamente la invasión de Ucrania. Se trata de elevar un clamor contra una guerra imperialista y arbitraria además de no alimentar con dinero y propaganda al agresivo oso ruso. Por supuesto se trata de una situación compleja sobre la que sigue existiendo un debate. ¿Cualquier artista ruso debe ser boicoteado por el simple hecho de ser ruso? ¿Sólo si muestra un apoyo público a Putin? ¿Esto es efectivo o corremos el peligro de alimentar la rusofobia?

Por supuesto el dictador Putin aprovechó el debate para presentarse como defensor de la “cultura” frente a la “barbarie” de Occidente. La realidad es que Putin sólo engaña a las ovejas de su redil de acero. Con él no hay libertad de expresión, ni de prensa, ni opciones para una oposición política libre. El exilio, la cárcel o el asesinato esperan a quien ose oponerse. Putin sólo permite la cultura servil que lo adule a él y a su idea imperialista de Rusia.

Mijaíl Bulgákov sí es un representante genuino de lo mejor de la cultura rusa y sufriría con Putin lo mismo o más que sufrió con Stalin; al fin y al cabo, el dictador georgiano admiraba las obras teatrales de Bulgákov. Pero el autor se enfrentó al tirano, en contra de toda censura y a favor de la libertad de creación artística, por lo que fue enterrado en vida negándosele la posibilidad de publicar, así como la de salir de Rusia. Con Putin no le hubiese ido mejor, suele encarcelar o asesinar a sus detractores, como atestigua el hecho de que a día de hoy más de 300 periodistas han perdido la vida en Rusia desde su ascenso al poder. A esta cifra hay que sumar un buen número de empresarios y activistas que han sido envenenados o asesinados a tiro limpio sin que el Kremlin se haya inmutado o promovido investigación alguna (el último, por ahora, el vicegobernador de Jersón). Muchos expertos en Rusia resumen el modo de actuar de Putin como “mafioso”, al ejercer un control absoluto del estado, incluida la judicatura, amañar las elecciones y practicar tácticas criminales para quitar de en medio a las voces disidentes.
Los secuaces del diablo, el gato Behemot y Azazello

De ahí que la obra de Bulgákov esté plenamente vigente. Stalin y Putin son tiranos y comparten un ansia imperialista que en ambos casos impactó en Ucrania. Bulgákov escribió El Maestro y Margarita en los años 30 del siglo XX, cuando Stalin ejercía un poder omnímodo, implantaba sus delirantes planes quinquenales y decretaba el genocidio ucraniano conocido como Holomodor, causando más de tres millones de muertos por hambre. En El Maestro y Margarita Bulgákov ridiculiza a una sociedad rusa aborregada, así como a unos estamentos culturales y políticos más preocupados por la sumisión al poder que por cualquier creación artística. Los críticos oficiales y la Asociación de Escritores dictaban lo que era válido en literatura y Bulgákov centra en ellos buena parte de su burla. La novela cuenta la visita del diablo a Moscú junto a un pequeño séquito, los cuales desencadenan toda una serie de disparatadas peripecias que ponen en solfa la burocracia, estupidez y cobardía de la sociedad soviética. Por ejemplo, en una escena les piden a dos de los ayudantes del diablo el carnet de escritor:
"—Los carnets, por favor —dijo ella mirando sorprendida los impertinentes de Koróviev y el hornillo de Popota y su codo roto.
—Mil perdones, pero, ¿qué carnets? —pregunto Koróviev, extrañado.
—¿Son ustedes escritores? —preguntó a su vez la ciudadana.
—Naturalmente —contestó Koróviev con dignidad.
—¡Sus carnets! —repitió la ciudadana.
—Mi encanto... —empezó dulcemente Koróviev.
—No soy ningún encanto —le interrumpió la ciudadana.
—¡Ah! ¡Qué pena! —dijo Koróviev con desilusión y continuó—: Bien, si usted no desea ser encanto, lo que hubiera sido muy agradable, puede no serlo. Dígame, ¿es que para convencerse de que Dostoievski es un escritor, es necesario pedirle su carnet? Coja cinco páginas cualesquiera de alguna de sus novelas y se convencerá sin necesidad de carnet de que es escritor. ¡Y me sospecho que nunca tuvo carnet! ¿Qué crees? —Koróviev se dirigió a Popota.
—Apuesto a que no lo tenía —contestó Popota, dejando el hornillo en la mesa junto al libro y secándose con la mano el sudor de su frente, manchada de hollín.
—Usted no es Dostoievski —dijo la ciudadana, desconcertada, dirigiéndose a Koróviev.
—¿Quién sabe?, ¿quién sabe? —contestó él.
—Dostoievski ha muerto —dijo la ciudadana, pero no muy convencida.
—¡Protesto! —exclamó Popota con calor—. ¡Dostoievski es inmortal!"
Mijaíl Bulgákov (1891-1940) ya había triunfado como autor teatral cuando Stalin comenzó a marcarlo muy de cerca. La primera novela que había publicado, La Guardia Blanca, había cosechado un éxito notable, pero tenía un déficit peligroso, los protagonistas eran campesinos que luchaban contra los bolcheviques y no contenía ningún héroe comunista. A pesar de ello Stalin era un admirador de la obra de Bulgákov, se dice que vio quince veces la adaptación teatral de La guardia blanca, titulada Los días de los Turbin. Pero la libertad artística del escritor era una amenaza. Su mirada satírica sobre los funcionarios de la cultura en la obra "Zoikina Kvartira" (1926) motivó la creciente censura de sus obras y por lo tanto la falta de ingresos. Ante esta situación Bulgákov le escribió a Stalin una carta desesperada, en 1930, donde le pedía poder salir de Rusia para poder ganarse la vida. A la vez hacía en ella una declaración de principios, conmovedoramente sincera ante la barbarie, sobre la importancia y necesidad de la libertad artística:
‘la lucha contra la censura, de cualquier tipo y bajo cualquier gobierno, es mi deber como escritor, tanto como lo es apelar por la libertad de prensa. Creo firmemente en esta libertad, e incluso diría que, si un escritor sugiriera solamente que esta libertad no es necesaria, sería lo mismo que si un pez declarase que no necesita el agua’.
La respuesta del tirano fue bloquear sus escritos, impedirle salir de la URSS y condenarle a un trabajo de ayudante en un teatro. Bulgákov no vio publicada una sola línea de sus escritos durante los últimos trece años de su vida. En dramas posteriores como Molière y Pushkin aparece una temática que lo obsesionaba, la relación entre el artista y el poder.
Composición con los temas de "El Maestro y Margarita"

Silenciado como artista y postrado como ciudadano llama la atención que crease una novela como esta, con un tono tan desenfadado y fantástico. En algún momento de la lectura me ha recordado a Alicia en el País de las Maravillas, y no sólo por la presencia de un gato (perverso y aficionado al vodka en este caso), sino por la descripción de una realidad con la lógica trastocada donde se instala el disparate. Bulgákov describe una sociedad donde nada es lo que parece. Los moscovitas llevaban décadas mintiéndose rutinariamente, fingiendo que vivían en un paraíso; donde la realidad era sustituida por el relato oficial. Un lugar donde las personas corruptas y dóciles recibían recompensa. Bulgákov se basó en esta vida falaz para confeccionar su novela y dinamitar ese régimen de apariencias a través de la imaginación, el absurdo, la sátira y el humor. 

El novelista ruso Viktor Pelevin dijo que era casi imposible explicar a cualquiera que no hubiera vivido la vida soviética lo que esta novela significó para la gente: “El Maestro y Margarita ni siquiera se molesta en ser antisoviética, pero leer este libro te libera instantáneamente. No te libera de algunas viejas ideas en particular, sino del hipnotismo de todo el orden de las cosas”.

El Maestro y Margarita es una gran ópera bufa sobre la miseria humana, el miedo y la indignidad. Comienza con el diablo llegando a Moscú con una panda de demonios tan taimados como irresistibles: el fino Koróviev (otras veces llamado Fagot), el bruto Azazello, pelirrojo, tuerto y con un colmillo sobresaliente; y el descacharrante Behemot (también llamado Popota), un gato negro, gordo y sarcástico, puesto que sabe hablar, que reparte sus aficiones entre beber vodka, jugar al ajedrez y decapitar majaderos. En menor medida aparece la bella y aterradora Hella, que suele pasearse desnuda. Allí donde aparecen se desencadena el caos y revela la estupidez.

Esculturas de Koróviev y Behemot en un parque de Moscú







Los elementos fantásticos permiten a Bulgákov lanzar una sátira contra la mendacidad de los círculos literarios moscovitas pero, sobre todo, escapar de la realidad del estalinismo hacia un reino donde imperan la verdad y la justicia poética. Paradójicamente la liberación de la estupidez y la cobardía la proporcionará el diablo, dado que Stalin es dios y la sociedad soviética el nuevo paraíso.

Sin duda se trata de un gran clásico ruso, pero tan mordazmente original que nada tiene que ver con otros clásicos rusos como Guerra y Paz, Los Hermanos Karamazov, Ana Karenina o Crimen y Castigo. Al dramatismo de éstos opone ligereza, a la profundidad psicológica un satírico ingenio y al retrato histórico un conjunto de situaciones grotescas muchas veces hilarantes. Si hubiese que buscarle un compañero de baile no podría ser otro que el maestro Gogol, con cuya Almas muertas guarda semejanzas.

La novela se abre con una conversación entre Berlioz, editor y presidente del club de escritores soviéticos Massolit, y el poeta Ivan Nikoláyevich, apodado Desamparado. Debaten sobre la inexistencia de Dios cuando se presenta Voland, el mismísimo diablo, acompañado por sus grotescos secuaces. Voland se sumerge de inmediato en el debate y asegura que por lo menos Jesucristo existe, ya que él lo vio cuando visitó a Pilatos. También vaticina la muerte del editor que, efectivamente, sucede a los pocos minutos, cuando es decapitado por un tranvía en un absurdo accidente. Todo esto sucede en las primeras páginas y fija a los contendientes de la novela: la encorseta sociedad y los organismos moscovitas por un lado y el diablo y su séquito por otro, dedicados a subvertir todo orden establecido.

A continuación, el poeta y testigo del incidente, escucha a Voland contar una extraña historia sobre Poncio Pilato justo antes de escapar por las calles de Moscú. Desamparado los persigue receloso, sufriendo todo tipo de percances hasta acabar trastornado e ingresado en un manicomio. Allí conoce al Maestro, un escritor que precisamente ha escrito una novela sobre el filósofo errante Joshuá Ga-Nozri (Jesús) y el procurador Poncio Pilatos. La obra fue repudiada por el estamento literario oficial provocando el hundimiento del autor que quemó el manuscrito y se recluyó en el psiquiátrico. Los capítulos de esta novela sobre Pilatos aparecen intercalados en el libro, como una novela dentro de la novela.

Fuera del manicomio, Voland se apodera del piso de Berlioz organizando allí todo tipo de desafueros y disparates que culminan con un espectáculo de magia en el gran teatro de Varietés. Allí Voland ridiculiza a la sociedad moscovita desnudando sus miserias: las damas son invitadas al escenario para cambiar su vestimenta por vestidos de lujo, pero cuando salen a la calle resulta que van desnudas. Mientras que los hombres recogen con jolgorio los billetes de rublos que llueven desde el techo, para comprobar después, en las tabernas, que justo al gastarse se vuelven a convertir en simples trozos de papel.

Este piso que Berlioz compartía precisamente con el director del Teatro Varietés, apartamento 50 del inmueble 302bis de la calle Sadóvaya, tiene un papel protagonista y simbólico en la novela.  Se presenta en el capítulo 7 que se titula precisamente "Un apartamento misterioso". En él se relata la multitud de historias que circulaban sobre "los desaparecidos del piso maldito". Una referencia nada velada a las desapariciones repentinas que practicaba el estanilismo. Bulgákov recoge el asunto con negrísimo humor y hace que cualquiera de los que estorba a Voland desaparezca sin dejar rastro: como el pobre Stiopa Lijodéyev, director del Teatro Varietés que, en medio de una discusión con Voland, sintió que la habitación giraba hasta acabar sentado y mareado a mil quinientos kilómetros, en los muelles de Yalta ¡!. 

Si la primera parte de la novela se centra en las barrabasadas de Voland y su cuadrilla, la segunda pone el foco en Margarita, joven que renuncia a una vida acomodada con su marido por el amor incondicional hacia el Maestro y su obra. De hecho el primer capítulo del Libro segundo comienza así:
"¡Adelante lector! ¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso!
¡Sígueme, lector, a mí, y sólo a mí, yo te mostraré ese amor!"
Ella será la fiel amante y valedora del Maestro incluso cuando desaparece para ingresar en el manicomio. Cuando ya Voland ha sembrado el caos en Moscú, organiza el Gran Baile del Plenilunio Primaveral (coincidente con el Viernes Santo) al que invita a Margarita. Para premiar su amor y lealtad le ofrece convertirla en una bruja con poderes mágicos. Ella acepta y vuela desnuda sobre un Moscú donde se extienden los incendios y la confusión. Además Voland le concede el deseo de liberar al Maestro, tanto del manicomio como de la pérdida de su obra. Para convencer al escéptico Maestro, Voland hace aparecer el manuscrito pronunciando una de las sentencias más memorables del libro: "los manuscritos no arden". 

Con el Maestro y su obra rescatados Voland invita a beber a la pareja el mismo vino de Falerno que bebía el procurador de Judea. Mueren envenenados pero resucitan y Voland les hace volar sobre unos corceles negros hasta una especie de limbo donde se encuentran a Pilatos atormentado por los remordimientos de haber condenado a un inocente. Durante siglos ha tenido una pesadilla recurrente: un camino de luz hacia la luna que le llevaría al perdón de Joshuá; pero que algo le impide tomar. Entonces Voland le indica al Maestro que su novela está sin concluir y que puede hacerlo con una sola frase. El Maestro grita: "¡Libre! ¡libre! ¡Te está esperando!" Propiciando que Pilatos pueda acabar su tormento. 

El Maestro pretende seguir esa misma luz, pero Voland se lo impide. Siguiendo una solicitud de Joshuá le indica una casa eterna donde podrá vivir en paz.
¿No dirá que no le gustaría pasear con su amada bajo los cerezos en flor y por las tardes escuchar música de Schubert? ¿No le gustaría, como Fausto, estar sobre una retorta con la esperanza de crear un nuevo homúnculo? ¡Allí irá usted! Allí le espera una casa con un viejo criado, las velas ya están encendidas y pronto se apagarán, porque en seguida llegará el amanecer. ¡Por ese camino, maestro, por ese camino! ¡Adiós, ya es hora de que me marche!
Un final que es célebre por su ambigüedad.
Voland les otorga la paz, pero no la "luz" de la salvación eterna. ¿Por qué Bulgákov no los absuelve y envía al cielo? ¿Por qué tanto Joshuá como el Diablo parecen estar de acuerdo en su "castigo"? Yo creo ver la clave en una frase: "Alguien dejaba libre al maestro, igual que él acababa de liberar a su héroe creado". No se trataba de ganar el cielo o la salvación, sino la libertad para crear, fin supremo para Bulgákov. 

Fausto y Mefistófeles


Como se ve la novela se compone de tres historias interrelacionadas: las peripecias de Voland y compañía sembrando el caos en Moscú, la historia de amor entre el Maestro y Margarita y la novela sobre las dudas de Pilatos. Una trama fácil de resumir pero no de interpretar.

Lo más evidente es considerarla una obra satírico-política ya que Voland y sus secuaces logran poner en solfa la mezquindad y la codicia propios de un sistema político tiránico. Incluso se puede jugar a sustituir a los personajes por figuras históricas del Moscú estalinista: ahí están reflejados el fanático e intolerante Leopold Averbackh como dirigente del RAPP, (Asociación Rusa de Escritores Proletarios) o los juicios sumarios de la represión estalinista en la injusta condena de Joshuá. Incluso no faltan las invectivas sobre el hambre de la población, la corrupción de los burócratas o el problema endémico de la vivienda. 
"—¿Esto? ¡Sencillísimo! —contestó—. Quien conozca bien la quinta dimensión puede ampliar cualquier local todo lo que quiera y sin ningún esfuerzo, y además, le diré, estimada señora, que hasta unos límites incalculables. Yo, personalmente —siguió Koróviev—, he conocido a gente que no tenía ni la menor idea sobre la quinta dimensión, ni sobre nada, y que hacía verdaderos milagros en eso de agrandar sus viviendas. Por ejemplo, me han hablado de un ciudadano que recibió un piso de tres habitaciones y, sin conocer la quinta dimensión ni demás trucos, la convirtió en un piso de cuatro, dividiendo con un tabique una de las habitaciones. Después cambió este piso por dos separados en distintos barrios de Moscú: uno de tres y otro de dos habitaciones. Convendrá usted conmigo en que ya eran cinco habitaciones. Uno de ellos lo cambió por dos pisos de dos y, como fácilmente comprenderá, se hizo dueño de seis habitaciones, aunque completamente dispersas en Moscú. Cuando se disponía a efectuar el último canje, y el más brillante, insertando un anuncio para cambiar seis habitaciones en distintos barrios por un piso de cinco, sus actividades, y por razones ajenas a su voluntad, quedaron paralizadas. Puede que ahora tenga alguna habitación, pero me atrevo a asegurar que no será en Moscú."
Pero el protagonismo de un diablo tan distinguido como desconcertante y la novela inserta sobre Pilatos nos abocan a una interpretación ética más que religiosa; sin olvidar que Margarita y su pacto con el diablo nos remiten directamente al mito de Fausto (aunque con un cambio muy significativo de papeles, ya que es Margarita quien pacta y salva al pusilánime Maestro). Me llama mucho la atención Margarita, un personaje muy moderno y resuelto que se convierte en el centro neurálgico donde confluyen tanto Voland, como el Maestro y su obra. Recordemos que la novela de Pilatos es destruida justo cuando ella y el Maestro se separan y su restauración coincide con su reencuentro. Yo creo que su coraje representa el otro extremo de la cobardía que tanto pesar causa al Maestro (y a Bulgákov): Joshuá había definido la cobardía como el más grande defecto del hombre; mientras que el Maestro por su parte, cuando resucita tras ser envenenado, le anuncia a Margarita, "Nunca me permitiré la cobardía".

La cobardía y el poder están muy relacionados y Bulgákov pone en la boca de Joshuá, cuando cena en casa de Judas de Kerioth, la opinión sobre el poder político que acabará condenándolo:
“(…) que cualquier poder es un acto de violencia contra el hombre y que llegará un día en el que no existirá ni el poder de los césares ni ningún otro. El hombre formará parte del reino de la verdad y de la justicia, donde no es necesario ningún poder”


Entre las muchas cuestiones que suscita la novela quisiera destacar dos.
La primera es la poderosa reflexión que la obra realiza sobre el arte y el artista. El Maestro representa al artista íntegro, casi místico, dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda de la verdad y la belleza, cifrada en la escritura de su libro. Tanto Joshuá como el Maestro (y Bulgákov) serán quebrantados por la ignominia. La obra será rechazada por los estamentos literarios de Moscú a la vez que Pilatos, aun sabiendo de la inocencia de Joshuá, acatará la condena que la sociedad le impone.

El Maestro y Margarita se convierte así en un testimonio de la necesidad del arte y la libertad de expresión en tiempos de represión. Bulgákov estuvo trabajando en la novela durante los últimos trece años de su vida (1928-19490) y podemos pensar que la escritura fue el salvavidas creativo al que se aferró en el océano embrutecedor de la Rusia estalinista. Al concluir su novela el Maestro reconoce que ese día “su vida llegó a su fin”.


La segunda cuestión a destacar es la extraña convivencia que se produce en la novela entre el bien y mal. Bulgákov defiende que ambos deben coexistir. Se necesitan. Voland necesita la fe en Dios para obtener poder. Esto también posibilita que las personas cosechen las recompensas o castigos que merezcan. De hecho, Voland castiga a los malhechores (el gerente del teatro también es decapitado por “decir mentiras”) mientras recompensa a Margarita por su devoción, lealtad y valentía. También sitúa al Maestro en un mundo de paz a instancias de Joshuá. El bien y el mal trabajan juntos para proporcionar justicia y equilibrio a nuestras vidas, tal y como Voland argumenta convincentemente:
"Has pronunciado las palabras como si no reconocieras la existencia del mal y de las sombras. Por qué no eres un poco amable y te detienes a pensar en lo siguiente: ¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Ésta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio."
Finalmente dedicaré unas líneas a la inserción de una novela sobre Pilatos que en principio choca. Me parece un elemento accesorio que cumple una función simbólica centrada en los temas de cobardía, traición y redención. Bulgákov utiliza el símbolo universal que es Jesús, pero cambiando nombres y circunstancias (Judas no se ahorca sino que es asesinado, Pilatos aprecia a Joshuá y éste, en la cruz, no interpela a Dios) para convertirlo en un hombre común ⎼Joshuá Ga-Nozri⎼; cuyos bienes supremos son la verdad y la justicia, no la fe; mientras critica la cobardía. Un hombre como Bulgákov, una víctima más de la arbitrariedad del Poder.















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Mijaíl Afanásievich Bulgákov nació el 15 de mayo de 1891 en Kiev, en pleno Imperio ruso, y murió el 10 de marzo de 1940 en Moscú, durante el absolutismo soviético. Fue dramaturgo de éxito y novelista. Bulgákov tenía una evidente vena satírica que plasmó también en obras como "Corazón de Perro" y "Los huevos fatales". 
Condenado al ostracismo murió sin llegar a cumplir los cincuenta años ni ver publicada la novela en que estuvo trabajando desde 1928. En 1930 quemó una primera versión de su manuscrito como medida preventiva, cuando se enteró que otra de sus obras había sido prohibida por el gobierno de la Unión Soviética. Al año siguiente la reescribió de memoria y en 1936 comienza a redactar una tercera versión, que siguió corrigiendo hasta su muerte. 
Su tercera y última esposa, su fiel Elena Sergeievna, será como la Margarita de la novela y velará por su memoria personal y literaria con coraje y dedicación. Custodió la obra en secreto durante años hasta que pudo circular entre los amigos bajo el formato de samizdat (edición doméstica y clandestina), hasta que se pudo editar en 1967, en un periodo de deshielo de la censura, aunque con notables amputaciones.
Algunos críticos consideran que la novela está inacabada pues Bulgákov escribió al menos seis versiones de la misma y murió antes de poder revisar completamente la segunda parte. Recientemente, la editorial Nevski (especializada en literatura rusa) ha publicado la que hoy en día se considera edición íntegra y canónica, llevada a cabo por la especialista rusa Marietta Chudakova, contando con la traducción de Marta Rebón.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

MANDERLEY EN VENTA y otros cuentos - de Patricia Esteban Erlés



Patricia Esteban Erlés está considerada como una de las damas de la narrativa fantástica más reciente y con razón. Ahí están sus libros para dar cuenta de ello. Manderley en venta fue su ópera prima, publicada en 2008 y recuperada con mucho gusto en 2019. Once años después Esteban Erlés se enfrascó de nuevo en su libro, descartó algunos relatos e incluyó otros de un segundo libro, “Abierto para fantoches”. El resultado es brillante y coherente. Se puede decir que en el volumen ya estaban presentes muchos de los asuntos que caracterizan su narrativa: los espacios domésticos opresivos, el juego gótico y fantasmal, la irrupción de lo insólito en lo cotidiano, los personajes y conflictos con una fuerte impronta femenina y los miedos e inseguridades que tienen que ver con la locura o el fracaso existencial. El terror psicológico prima en cualquier caso, así como los miedos de la infancia. Aspectos que tendrán continuidad en colecciones de cuentos posteriores como Azul ruso (2010), Casa de Muñecas (microrelatos, 2012) o el más reciente Ni aquí ni en ningún otro lugar (2021), una colección de cuentos que recrean los de tradición oral, con sus ogros, hadas y princesas, pero que son reinterpretados de forma actual y sorprendente. Una joya que cuenta, además, con las inquietantes ilustraciones de Alejandra Acosta. En 2017 ganó el Premio Dos Passos con su primera novela, Las madres negras, publicada por Galaxia Gutenberg.

Desde los inicios de su carrera literaria, Esteban Erlés ha empleado el género fantástico como medio “para explorar y representar todo aquello que se nos escapa de la realidad y de la compleja interioridad del ser humano”, según su propia expresión. En Manderley en venta se citan resortes clásicos de la literatura fantástica como el acecho de la locura, el horror de la suplantación, la amenaza de espectros familiares o la fascinación por lo irracional.

El Manderley del título nos remite a la mansión de “Rebeca”, relato de Daphne de Maurier que el maestro Hitchcock llevó a la pantalla. Y ese espacio físico y mental de Manderley, donde irrumpe una opresiva presencia fantasmal, podría ser el resumen de este grupo de relatos. De hecho, uno de ellos se puede considerar una adaptación de ese clásico, pero con una protagonista infantil, “Historia de una breve alma en pena”.





Esta narración toma el punto de vista de una niña para relatar la tortura psicológica a la que le somete su abuela, la cual perdió a una hija con la misma edad de la protagonista. El recuerdo de Monsita está presente en cada rincón del enorme caserón que habita la abuela, igual que aquella difunta Rebeca de Winter. Cada verano la trastornada abuela reclama a la niña para imponerle los vestidos y juegos de Monsita, en un intento por revivir a su hija aun a costa de perturbar la salud emocional de la nieta.

La propia autora menciona que esta composición condensa todos los argumentos del libro, “el deseo y la culpabilidad, los homenajes a la literatura y cine gótico, el poder de los fantasmas y las casas donde las vidas se nos muestran”.
“Sabía que la tía Monsita me vigilaba con sus ojos tristes desde el retrato de la pared, cada vez que entraba en la alcoba de mi abuela para desearle las buenas noches. Por eso procuraba no mirar hacia la cabecera de la cama y salía de allí cuanto antes, aunque sabía que en ningún rincón de la casa lograría librarme de su presencia. Era difícil no pensar en Monsita, sobre todo teniendo en cuenta que mi abuela insistía, verano tras verano, en que ocupara su habitación. Yo no me atrevía a decir nada, pero me daba mucho miedo dormir en la misma cama donde la tía había agonizado, cuarenta años atrás. Además, siempre encontraba frías las sábanas de hilo al acostarme.”
Menos mal que este mecanismo de posesión cesa automáticamente cuando la nieta da el estirón y ya no le vale la ropa de Monsita: sólo entonces el lazo fantasmal se rompe.

Es habitual que los protagonistas de estos cuentos sufran el acoso de seres que están más allá de lo real, más si tenemos en cuenta que suelen ser personajes un tanto quebradizos, aquejados por vivencias frustrantes que les dificulta su adaptación a la realidad circundante.

Esa irrupción fantasmal que influye perturbadoramente en la vida del protagonista, e incluso amenaza con suplantarlo, es un asunto repetido en varios relatos. En “El Juego” una hermana gemela muerta persiste en su presencia junto a su hermana viva para atormentarla ordenándole cometer actos atroces. También en “Habitante”, la protagonista es invadida por el fantasma de la antigua propietaria de su piso justo cuando se pone una de sus prendas. Mientras que en “Línea 40” un doctor que acaba de saber que tiene cáncer se encuentra con una antigua compañera de estudios, lo que le hace desear poder cambiar su vida por la de ella... olvidando que hay que tener cuidado con lo que se desea. 
"La verdad es que en los últimos tiempos Laurita está muy pesada, pero mi padre no cree una palabra de lo que digo, y mamá se echa a llorar cuando acuso a Laurita de obligarme a hacer cosas. Claro, ellos no tienen que aguantar el juego de la muertita, si no también harían todo lo que ella les pidiera".
Otro de los territorios que los cuentos de Esteban Erlés visitan con más frecuencia son la infancia y el espacio doméstico: “Me ha interesado siempre la casa al modo de Shirley Jackson, entendiéndola como una jaula, como un espacio supuestamente amable para la mujer, pero que muchas veces puede ser cueva del terror, puede ser jaula y campo de concentración. Me interesa eso: que el lugar donde más segura te sientes sea justamente el que te impide crecer, el que te apresa”.

Todo ello está sin duda relacionado con la fuerte presencia femenina que se da tanto en las protagonistas de los relatos como en las amenazas que les acechan. En “Celebración” hay una poderosa madre castradora que impone un turbador ritual culinario a todas las novias de su hijo. Mientras que en “Una y otra” asistimos al enfrentamiento espectral entre dos mujeres de gran voracidad sexual que nunca se ven, pero sospechan su presencia y batallan sobre un hombre y su apartamento que comparten. Otro enfrentamiento quimérico entre dos mujeres se da en “Ada Neuman”, donde la protagonista ve amenazada su estabilidad emocional y familiar por la irrupción etérea de una enigmática mujer en su mismo bloque de viviendas.


Percibo en los relatos una especie de exploración para saber quién de verdad somos, indagando en nuestros miedos e inseguridades; pero también un cuestionamiento de nuestra percepción de lo real. Véase por ejemplo “Una y otra”, “Ada Neuman” o “Línea 40”; pero sobre todo lo apreciamos en "Cantalobos" donde un joven se hace pasar por loco para entrar en el psiquiátrico de Cantalobos y mantenerse junto a su amada recién ingresada... para acabar descubriendo allí sus propios demonios. 

El fantástico que nos ofrece Erlés es muy contemporáneo, no proviene de castillos encantados, ni fantasmas remotos. La amenaza se desencadena en un mundo moderno y cotidiano donde, sin previo aviso, irrumpe lo macabro para lograr un terror de índole psicológico, centrado en sobre todo en los propios miedos. 

La lectura de este libro me ha proporcionado unos cuantos momentos inquietantes. Me han gustado especialmente Historia de una breve alma en pena, Habitante, Línea 40 y El Juego, todos ellos bajo la amenaza de un sobrecogedor anfitrión. También me parecen excelentes Cantalobos y Me puedo hacer verdad  que, con gran lirismo, transitan por la fina línea que separa el amor de la locura. 






















Pero tengo que apuntar dos reticencias. Una tiene que ver con los cuentos netamente fantásticos que son de los que más he hablado aquí. Siendo inquietantes los encuentro un poco amables, echo en falta una mayor oscuridad y vitriolo. Quizá se trata de lo que la autora misma ha señalado: “En Manderley en venta y otros cuentos el mal se intuye, pero no se encara: la inquietud muchas veces es el paso previo al terror”. 

La otra reticencia es respecto al otro grupo de cuentos que no pertenecen al género fantástico, para mí menos interesantes, y que narran, en general, situaciones de pareja tan contemporáneas como las citas on line que consiguen tres amigos en "La más guapa del baile". También entran en este apartado "De culos y manzanas", "Vania" y, en el sentido que indicaré, "Una y otra" y "Celebración". Los encuentro un tanto impostados. Aquí el amor se vulgariza en ligue y detecto en ellos una especie de postureo en cuanto al sexo y las relaciones personales para subrayar su modernidad.

sábado, 5 de noviembre de 2022

DOPESICK - de Danny Strong




Esta miniserie de 8 episodios resulta escalofriante porque demuestra que las personas de a pie somos carne de cañón para las grandes corporaciones. Dopesick describe la crisis de los opioides que viene sufriendo EEUU desde 1995 hasta la actualidad a cuenta de la aparición del fármaco OxyContin, acompañado de una agresiva campaña comercializadora que exageraba la consideración del dolor moderado. Comerciales y médicos a sueldo de la farmacológica prescribían cada vez mayores dosis del fármaco, de forma arbitraria y sin considerar sus efectos adictivos.

Alex Gibney ya realizó un documental sobre esta crisis y lo clavó con su título, El crimen del siglo (The Crime of the Century), disponible en HBOMax. En él se narra el nacimiento y evolución de esta verdadera calamidad cuyas víctimas se siguen contando por decenas de miles cada año. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC), "entre 1999 y 2019, casi 500.000 personas murieron a causa de una sobredosis relacionada con algún opioide, ya sea ilegal o recetado por un médico". El asunto alcanzó tal magnitud que en 2017, el entonces presidente Donald Trump se vio obligado a declarar la epidemia de opioides como emergencia nacional de salud pública. Pero los datos siguen siendo estremecedores: En 2018 murieron por sobredosis unas 67.000, más que en los 20 años que duró la guerra de Vietnam. Dos tercios del total de muertes fueron causadas por opioides. En 2019, alrededor de 136 personas murieron cada día a causa de una sobredosis de opioides, representando más del 70 % de las muertes por sobredosis de drogas. Según los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, los opioides provocaron más de 107.000 muertes por sobredosis en 2021, es decir, una muerte cada 5 minutos.

Pero al creador de esta serie, Danny Strong, la conmoción le llegó a través del libro de Beth Macy, "Dopesick: historia de una adicción" (Dopesick: Dealers, Doctors and the Drug Company that Addicted America). Su lectura le indignó y compró los derechos para adaptarlo a la pantalla. Tanto él como la autora del libro tenían claro que la serie debía constituir una denuncia pura y dura de las repugnantes prácticas empresariales que condenaron a la adicción a personas inocentes que simplemente buscaban el alivio de un tratamiento médico.

Para contar una epidemia de esta envergadura social y política, Strong plantea una serie que conjuga múltiples historias y líneas temporales hasta fotografiar la completa metástasis que supuso esta crisis, tanto en amplias zonas de población trabajadora, como en el propio organismo de control de medicamentos demostrando que, en un sistema netamente capitalista, el negocio es más sagrado que la salud pública.

Junta directiva de Purdue Pharma en la serie


La serie se desarrolla a través de tres líneas narrativas: por un lado las vivencias muy a pie de calle del médico rural Samuel Finnix (Michael Keaton) y de una de sus pacientes, una joven minera en la zona de los Apalaches, personas honestas e inocentes que por tomar un simple analgésico fueron condenadas a la adicción. Mientras que por otro asistimos al santa sanctorum de la empresa Purdue Pharma –con su presidente Robert Shackler a la cabeza- para conocer de primera mano el diseño de una estrategia empresarial que forzaba las ventas escondiendo los problemas de adicción que su producto provocaba. El tercer vértice lo componen los esfuerzos de dos fiscales adjuntos y una agente de la DEA (Rosario Dawson) para hacer llegar a las altas esferas políticas la tragedia que se estaba desarrollando en las calles.

Esta estructura se complementa con un constante ir y venir en la línea de tiempo para dar a conocer el nacimiento y desarrollo de cada una de las situaciones. Los vaivenes entre pasado y presente son constantes y pueden aturdir, pero ahí es donde la serie demuestra su ambición y complejidad. Su acierto es doble: retratar con precisión y gran humanidad la devastación que sufrieron personas honestas y trabajadoras por un simple tratamiento contra el dolor; pero también señalar sin miedo con el dedo las prácticas de abuso y fraude.  La indefensión de unos es tan notoria y la avaricia de otros tan atroz que nos asalta la rabia y la indignación.

La joven minera Betsy interpretada por Kaitlyn Dever





No es menor la frustración de los dos fiscales que luchan por cambiar los permisos y prescripciones del fármaco. Los servidores de la ley constatan que su arsenal es muy limitado para enfrentarse al laberinto legal armado por la corporación farmacéutica. Más si tenemos en cuenta que Purdue Pharma contaba entre sus filas con el que fuera funcionario jefe del organismo regulador del medicamento para escamotear la verdad. El fármaco se aprobó con la torticera declaración de que sólo un 1 % de los pacientes desarrollaría adicción. Y es que Dopesick no sólo disecciona con brillantez la epidemia de los opiáceos, sino que acusa directamente con nombres y apellidos a Purdue Pharma por fraude y a la administración federal (FDA) por no velar por la seguridad de los medicamentos; denunciando de paso las infames puertas giratorias que se permiten entre lo público y lo privado. 

El uso de oxicodona se generalizó de tal modo que la situación llegó a ser tan grotesca como trágica: las colas en las farmacias para conseguir Oxycontin semejaban a las de los antros donde los camellos distribuían su "caballo". Solo que aquí los médicos eran los traficantes legales y Purdue Pharma el respetable cártel proveedor.

Desde el principio la serie va a hierro. Se inicia en 1986 con un análisis lapidario del presidente de Purdue Pharma sobre la necesidad de "redefinir la naturaleza del dolor". Para él la comunidad médica ha ignorado la importancia del dolor moderado y continuo: "cuando vivimos con dolor no vivimos nuestra verdadera esencia". Se propone atajarlo definitivamente con un nuevo medicamento, el Oxicontin, cuya base es el opiáceo oxicodona.  Claro que él no es ningún filántropo: la realidad es que está a punto de caducar la patente de un medicamento que les produce el 25 % de sus ventas y el Oxicontin resolverá sus problemas: un opioide que se pueda administrar durante largos periodos y que acumulará ventas sin cesar. El truco está en que el medicamento "oficialmente" no produzca adicción y eso lo pueden "certificar" los abogados y médicos que tienen en nómina. La iniciativa del joven Shackler es ratificada por el tío Arthur, ávido de ganancias: "No hay que seguir al mercado, hay que crearlo".


Después de esta inicial conversación entre magnates, la línea temporal en pantalla nos avisa de que pasamos a 2005, inicio de un juicio donde se ventila si el Oxicontin crea adicción. Un médico reconoce que los comerciales de Purdue Pharma repetían como un mantra que "Menos de un 1 % se volverán adictos". Otra doctora declara que en aquellos años se había generado todo un movimiento nacional para repensar el tratamiento del dolor. El tercer doctor que hablar es el doctor Finnix al que le preguntan si es verdad que sólo el 1% de sus pacientes se volvieron adictos al Oxicontin. Con la vista perdida, su respuesta es demoledora: "Es increíble la cantidad de ellos que ahora están muertos".

Las historias del médico y de la joven minera son desgarradoras y logran emocionarnos. Nos transmiten plenamente el dolor y los estragos provocados por la codicia corporativa. Mientras que nuestros ojos y preguntas están depositados en los dos fiscales adjuntos (Peter Sarsgard y John Hoogenakker) que nos van revelando la amplitud y profundidad del fraude. La trama también sigue al comercial Billy Cutler (Will Poulter) para que conozcamos desde dentro los entresijos del marketing y también cómo asoma la objeción de conciencia. 

Me gustan especialmente Michael Keaton y Kaitlyn Dever porque aportan emoción y veracidad a sus interpretaciones. Del mismo modo que Will Poulter refleja muy bien las dudas del comercial que no está dispuesto a todo con tal de aumentar sus comisiones. Pero el que se te queda en la cabeza es Michael Stuhlbarg interpretando al malvado sin concesiones Richard Shackler.


Cabe decir que la estrategia de marketing y ventas de Purdue Pharma es moralmente repulsiva desde su raíz, pero merece estudiarse como un caso paradigmático del capitalismo más salvaje que es lo que expone la serie: Fue un ataque masivo en toda regla capaz de crear un estado general de opinión pública sobre el dolor y generar la aceptación social del uso del opioide. En los médicos se llegó a instalar el miedo a ser considerados malos profesionales por "subtratar" el dolor y no recetar opioides. 

Llevaron a cabo todo tipo de estrategias de persuasión sin considerar ética alguna: fabricaron a medida estudios universitarios que respaldaban su medicamento, organizaron seminarios y congresos en hoteles de lujo y con los gastos pagados para convencer a centenares de médicos, crearon ex profeso organismos y fundaciones, como la "Apalachian Pain Foundation", para avalar el uso masivo de la oxicodona en el combate contra "el mal del siglo". Fraguaban cursos de marketing y ventas donde los ejecutivos forzaban a los comerciales a visitar y cortejar a los médicos de sus territorios para subir las ventas cada mes y lograr más comisiones. Todo valía. 
Un carnaval avariciosamente ciego y destructor.
































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