domingo, 14 de agosto de 2022

DONEVAL - de Graham Dunstan Martin



Este libro es un auténtico tesoro de la literatura fantástica que lamentablemente languidece en el Desván de los Libros Olvidados. Teniendo como precedentes a Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis y al Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, Doneval recrea un universo propio de fantasía épica con un tono juvenil que lo acerca al primero, pero con un tratamiento del lenguaje y la moral que lo hace heredero del segundo.

El protagonista del libro es Evan, un joven pastor de dieciséis años que lleva sus cabras al mercado y antes de entrar en el castillo de Villatrampa es capturado por los soldados y llevado ante el alcalde. Según parece lo han detenido porque reúne las características del Elegido, un paladín que salvará al reino según una antigua profecía. El vaticino es muy preciso, El Elegido entrará en la ciudad conduciendo siete cabras, seis blancas y una negra, llevará un pie descalzo, unas flores de ajo adornarán su sombrero y se presentará empapado en mitad de un día de sol abrasador. Su destino será rescatar la Corona de la Unidad, escondida en el vecino y enemigo reino de Oscuria.
Pero hay algo que no encaja.

Evan no se considera un héroe, sino el centro de una insólita añagaza. Según se acercaba al castillo alguien le robó un zapato y posteriormente le añadieron una cabra negra a su blanco rebaño. Si está mojado es sólo porque al pasar junto al pozo alguien lo empujó y un mendigo al que ayudó le prendió una ramita de ajo florido en el sombrero. Todo le parece un montaje, pero al alcalde no parece incomodarle el artificio. Esta tensión entre magia y realidad es uno de los logros más conseguidos del libro.


n tiempos remotos los actuales reinos de Ruino y Oscuria constituían un único reino pero, al perderse la Corona de la Unidad, el Nigromante del Reino Prohibido (Oscuria) atacó a Ruino. El mago Fijante logró vencer a las huestes del Nigromante encerrándolo con hechizos en unas grutas de Oscuria. Pero la fuerza de esta magia se está desvaneciendo y Evan tiene que penetrar en el Reino Prohibido para renovar el hechizo sobre el Nigromante y rescatar la Corona de la Unidad. El mago Falsardo es el nieto de Fijante y quien encarga a Evan la misión sin importarle si es de verdad el Elegido.
"Es posible que el hechizo de mi abuelo ya no sea lo que era. También los hechizos pierden fuerza con el paso de los años, y otra vez el miedo anda suelto por el reino. Las cosas no marchan como debieran. El mal se está filtrando otra vez en Ruino como se filtra el agua por la calafateadura de una barca vieja. El río Rabión se ha secado, y en el sur se pasa hambre. En las cercanías de la frontera de la montaña las simientes se niegan a germinar. Hay casos de brujería y de mal de ojo. Hay noticias de trasgos en las aldeas próximas a Mediorrío, y han bajado dragones de las montañas (eso dicen) y se han llevado a mujeres y niños.» pag. 35-36
La misión de Evan será encontrar la Corona de la Unidad y reunir a los dos reinos, pero para ello deberá iniciar un peligroso viaje hasta lo más profundo de Oscuria donde la Corona está escondida bajo los hechizos de Maldeseo, nieto del Nigromante. Una aventura en la que se cruzará con brujas, dragones y gigantes.

 

La primera Tarea será encontrar la Tumba del Nigromante escondida en los túneles de una fantasmal ciudadela. Allí deberá cambiar la espada de madera que tiene clavada por una nueva que renovará el hechizo. Lo que nadie le informa es que para completar el conjuro deberá producirse un derramamiento de sangre y que Doble (un ser idéntico a él) estará escondido allí para asesinarlo. Evan logrará salir victorioso del encuentro y llegar al castillo del mago Brincante, donde comenzará a reunir una pequeña comitiva de aliados con los que hacer frente a los peligros que le esperan.

Brincante es mago y señor de Pedregales y aunque vive en Oscuria no es malvado. De hecho instruirá a Evan en la Historia de los reinos y los rudimentos de la magia; pero, sobre todo, le entregará la auténtica y poderosa espada del Nigromante, Doneval.
"—Esta espada está hecha en Oscuria. Hermosa labor, ¿verdad? Pero no es eso lo más curioso. Mira aquí, en la hoja. ¿Ves esas letras? ¿Lo puedes leer?
—No, señor, son palabras extrañas…, de otra lengua, seguramente.
—Exacto. Es la lengua antigua de Oscuria. Eso que pone ahí es el nombre de la espada: «Doneval» (Giftwish en el original) que en nuestra lengua actual quiere decir «Don y deseo» o «Acción y deseo». Está claro que procede del mismísimo Reino Prohibido, y las espadas con nombre son cosa importante. Esta hoja es famosa. Yo he consultado el Libro, y ésta es la misma espada que portaba el Nigromante viejo, el que fue muerto en Mediorrío y está enterrado en la ciudadela, cuando invadió Ruino hace tantísimos años. Es la espada del Nigromante, hijo. Y ahora es tuya."
Evan saldrá de Pedregales pertrechado con Doneval y acompañado por doce soldados. En su siguiente etapa encontrará a Favila, una jovencita criada por la Bruja Malidiera que se convertirá en su inseparable compañera. Juntos afrontarán un viaje erizado de peligros en el que se deberán enfrentar a criaturas de pesadilla y castillos que desaparecen en parajes donde hasta las rocas, los caminos y los árboles se vuelven contra ellos... aunque no estarán solos, pues recibirán la ayuda de un anillo mágico que puede manipular el clima y de dos fabulosos dragones.

Doneval es un libro con personalidad propia que rinde homenaje a los mitos y leyendas celtas pero a la vez sabe trascenderlos. Aunque la índole de sus personajes y su historia es arquetípica (el viaje que aquilata al héroe), la forma en que Dunstan Martin lo plasma tiene peculiaridades tan cautivadoras como originales. Sin ir más lejos Evan no es un héroe al uso, dotado e invencible; sino un muchacho común lleno de dudas que afronta una tarea titánica sin mucha preparación (como la propia vida). De hecho muchos tildan al personaje de insulso, frente a la fuerza y el colorido de sus acompañantes. Brincante acierta al enfocar al chico hacia sí mismo y no hacia un hueco destino. 
—¿Queréis decir que todo ha sido preparado con engaño, pero que aun así… se lo endosaron sin saberlo a la persona indicada?
—Exactamente. Eso mismo quiero decir.
—¿Pero cómo sabéis que fue eso lo que hizo Fijante?
—No lo sé. Es sólo una posibilidad. Y está bien que yo no esté del todo seguro, ni tú tampoco. Porque no sería bueno acometer esta Tarea pensando que el destino está escrito. Hay que creer en uno mismo, no en el destino. Nunca se llegará al final del camino si se cree haber llegado ya.
Aunque destinado a una audiencia joven, en ningún caso el autor se muestra condescendiente, ni sus protagonistas están ajenos a la incertidumbre. Cada aventura que afrontan les obliga a reflexionar sobre sus intenciones y la mejor forma de afrontarla. Evan cuestiona tanto su propio rol como el de la magia, mientras que Favila es un personaje empoderado avant la lettre (la obra fue escrita en 1978), siendo capaz de salvarse a sí misma cuando vienen mal dadas. 

A la tensión entre magia y realidad señalada más arriba hay que añadir la subversión de expectativas que con frecuencia el autor practica. Por ejemplo la capa de invisibilidad que Malidiera le regala a Evan le permite moverse sin ser detectado, pero tiene que vigilar su uso porque también es una trampa que puede hacerle desaparecer. Ni el héroe, ni la magia, ni los dragones o los gigantes son lo que esperamos en una obra de este tipo. Tampoco las reflexiones y debates que abordan los protagonistas que igual razonan sobre el valor de la autenticidad y la conveniencia de la simulación o recapacitan sobre la superación del maniqueísmo y la necesidad de los contrarios. Todo ello sin olvidar un maravilloso canto hacia el poder del lenguaje. 


Me llama la atención la filosofía de vida y el sentido moral que en la obra se elucida, tan sencillo como complejo: nadie es bueno o malo en términos absolutos. Los protagonistas se encuentran un mundo que va más allá de cualquier maniqueísmo. Así tendemos a ver a Ruino como el reino del "bien", frente a Oscuria que representaría el "mal". Pero en cuanto Evan penetra en ese reino desconocido rápidamente se da cuenta -y nosotros con él- de que allí las cosas están lejos de ser tan simples.
―¿Por qué crees tú que el río se ha secado y las cosechas se están perdiendo? Porque el río, que sale del Reino Prohibido, al final ha quedado también bloqueado por el hechizo. ¿Y cómo crees tú que hay que reforzar el hechizo? Mediante un sacrificio humano, como tú mismo averiguaste. Pero el sacrificio humano es malo. Y no se puede decir que el mago y sus amigos se portaran contigo como es debido, ¿verdad? Yo no estoy seguro de que sean muchos mejores que el mismísimo Nigromante. Está muy bien eso de no dejar pasar el mal. Pero no dejarlo pasar cometiendo otros males no es no dejarlo pasar; es dejarlo entrar por una puerta trasera, secreta y peligrosa. pág. 108
Doneval es otro ejemplo. Siendo la espada del Nigromante no por ello es perniciosa, ya que depende de quién la use y sus intenciones. Así lo expresa el mago Brigante cuando duda si aceptar a Favila en el grupo de Evan, toda vez que ha sido instruida por la bruja Malidiera: "como tú misma sabes, magia negra o blanca ¿Qué más da? Todo está en cómo se utilicen." De este modo Evan y Favila descubrirán y asumirán la necesidad de los contrarios o, lo que es lo mismo, que la luz es tan necesaria como la oscuridad. Ahí está Maldeseo, por ejemplo, que sólo es sombra e ilusión y por eso es perverso y falso. Aunque también Falsardo comete el error de querer ser solamente luz y por eso perdió una parte esencial de sí mismo, su sombra. 
—Pero yo no entiendo— intervino Evan— que Falsardo pudiera llegar a ser tan malo. Debería haber sido tan puro, tan — aquí hizo una mueca— tan absoluto.
—Pues por eso mismo Evan, —dijo Brincante sonriendo—. Incluso ahora que lo dices, no puedes por menos de sentirlo. Porque la oscuridad son dudas, incertidumbres. Si destierras la duda, si crees que estás en lo cierto todas veces y no corres riesgo de equivocarte, fíjate el mal que podrías hacer. Fíjate el mal que hizo Falsardo.
—Pero ¿por qué perdió toda su magia?
—La oscuridad son también las profundidades de la mente —dijo Favila—; esas partes de la persona que no son pensamiento puro, inteligencia pura, sino el ser humano que vive y que respira; lo que se es, más que lo se sabe. El corazón y las pasiones: el amor, la alegría, y sospecho que también el temor y el odio. La potencia vital que actúa en los lugares ocultos de la mente. Al despojarse de eso, Falsardo exorcizó su propia magia.
Y si dejas fuera la magia, ¿Qué pasa entonces? Que la magia se venga, que te  convierte en un monstruo de tinieblas.

Esta ambivalencia que nos constituye -el bien y el mal- acaba permeando todo el libro alumbrando sustanciosas dualidades. No sólo hay dos reinos y dos magos, si no que Evan tiene a su Doble y pronto descubrimos que Favila es la gemela estelar de la princesa Estrella de Ruino. Hasta el mensaje de la espada Doneval es dual pues puede significar ACCIÓN o DESEO. Este tema de los dobles o doppelgängers está más desarrollado aún en la segunda parte de esta dilogía, titulada precisamente Favila

Tampoco la magia de este mundo es tal como la esperamos. En estos reinos tiene un carácter netamente práctico y racional, además de estar directamente relacionada con la autenticidad. Durante una cena Evan cuestiona al mago Brincante que no le haya enseñado ningún conjuro, ni le haya dejado usar las botas de siete leguas para evitar las trampas y batallas de la travesía. Brincante le explica que la magia no es solo pronunciar fórmulas, sino que hay que vivirla y sentir su significado en el corazón. Esto hace que sólo Evan y Favila sean aptos para recuperar la Corona de la Unidad y decir el hechizo: son los únicos que han hecho el viaje y vivido lo necesario para que la magia obre su efecto. 

así llegamos al concepto de viaje, epítome de esta seductora obra y de tantas obras clásicas, en la que un inopinado protagonista, tras superar diversas pruebas, acaba convirtiéndose en un auténtico héroe. 
"Vos no recorristeis todo el camino. ¿No habríais podido sacaros de la manga unos cuantos pares más de botas de siete leguas para todos?
—Sí —dijo el mago—, habría podido. Pero no habría servido de nada. Porque ni siquiera la corona surte efecto si no se vive su significado. Este viaje, amigo mío, es su significado. Tienes que hacer el viaje, verdaderamente, tú y no otro. Nadie lo puede hacer por ti, como no puede hacer un rey que sus servidores coman por él. ¿Que un mago te lo hiciera todo más fácil con sus botas de siete leguas? No, eso no valdría de nada. La corona estaría muerta para ti, sería una mera obra de arte, una cosa bonita de metal y cristal, sin otra utilidad que la de ser comprada y vendida en un comercio.
—¡Y, naturalmente, eso es lo que es una obra de arte para la mayoría de la gente! —dijo Favila—. Algo que se pone en la pared para presumir. Dinero en la bolsa. Una cosa bonita, sin duda, pero que no habla."
El viaje de Evan y Favila es, sin duda, un viaje hacia el conocimiento y la autenticidad frente a las apariencias.

La historia, como se ve, es original y la prosa limpia y precisa, sin dar la espalda a la argumentación o la paradoja. No falta el humor que corre a cargo de un mago glotón como Brincante o de una nomenclatura de territorios y personajes de lo más pintoresca, donde no sólo está Doneval ―en el original Giftwish, compuesto por las palabras gift-regalo y wish-deseo―, sino también Montecenizo, el castillo de la Bruja Malidiera, el castillo de Cortacabezas, el tétrico paraje de Yermotriste o el castillo Medianoche del mago Maldeseo, que aparece y desaparece porque "tiene sus raíces, sus cimientos, en otro mundo distinto", a espaldas del nuestro. Este juego de unir dos sustantivos que en inglés es tan habitual, tiene en la traducción un correlato muy acertado.

Por nuestra parte, como lectores, podemos jugar a identificar entre la la multitud de elementos característicos de la literatura fantástica (hombres lobo, gigantes, capas de invisibilidad) los que homenajean claramente a Tolkien, como los detallados mapas de Ruino y Oscuria que abren los dos libros, la presencia de los anillos mágicos que maneja Favila, la importancia de las lenguas o los gigantes de roble que nos recuerdan sin remedio a los Ents, sobre todo porque también ellos perdieron a sus esposas.

Aunque subvierta muchos de sus arquetipos, como se ha dicho más arriba, el autor no duda en insertar su obra en la tradición de la fantasía épica y para que no quede duda de que el relato pertenece a una edad legendaria y remota comienza así: 
"Un día, hace ya muchos años, antes de que el primer herrero forjase la primera espada de hierro, antes de que las aguas del mar cubrieran Leonís y de que el último de los dragones volviera a las estrellas, arrastrando tras de sí la cola iluminada como un cometa..."



No puedo terminar sin referirme al tratamiento del lenguaje que el autor introduce en su obra. Siendo filólogo, como J.R.R. Tolkien, Dunstan Martin establece una preciosa relación entre el lenguaje de la magia y la poesía e incluso es capaz de inventarse la lengua en la que los magos practican su arte, el Hechices. También hay referencias a la perdida Lengua Antigua que se hablaba cuando el reino era uno y que ahora sólo hablan los magos, dragones y gigantes por ser las criaturas más antiguas. Todo ello acaba dotando a la obra de un encanto especial.
—Pero —dijo Evan—, si el lenguaje de la magia hay que vivirlo y sentirlo, ¿por qué no se usa nuestra propia lengua? ¿No es eso lo que vivimos y sentimos más de cerca?
—Sí, desde cierto punto de vista —dijo Favila, entrando en la conversación—. Pero no desde otro. Dime, Evan, ¿tú al hablar normalmente vas pensando en lo que significan las palabras?
—Claro.
—¡Qué va! —dijo Favila riendo—. Cuando vas al mercado de Villatrampa y pides una libra de mantequilla, ¿al pedirla sientes en la mano el peso de la libra? Cuando dices «mantequilla», ¿sientes la dorada mantequilla sobre la lengua?
—Hombre, no —dijo Evan—. Sí, tendrás razón. ¿Pero quieres decir con eso que una lengua distinta puede ser mejor?
—¡Sí, para que sientas el sabor de la mantequilla!
—¿Y eso por qué?
—Pues precisamente porque no es la lengua acostumbrada. Todos los sabores y colores, todos los aromas y texturas del mundo los llevamos aprisionados en el fondo del alma, tapados por el lenguaje. Verás, es que el lenguaje es como el dinero. Es un montón de moneditas que se pueden cambiar y permutar sin pensar. Tú, cuando sopesas un real en la mano, ¿piensas «Esto es una hogaza de buen pan negro»? No. Por la misma razón, cuando empleas la palabra «pan» no piensas en la cosa en sí, en los granos de cebada sobre la lengua, en el hambre que se te alza en el estómago. No. Lo único que haces es tirar la palabra «pan» sobre el mostrador como se tira una moneda. Es un mero indicador, no es una cosa de verdad.
—¿Pero por qué es mejor una lengua desconocida?
—Como te digo, precisamente porque es desconocida. Porque obliga a la mente a salir de sus hábitos. De su hábito de olvidar cómo es verdaderamente la realidad. Si has aprendido a vivir esa nueva lengua, sus palabras te llevarán directamente a la realidad, directamente a las cosas y los sentimientos reales que indican.
—Sí, es igual que la poesía —dijo Brincante—. En realidad es eso lo que es la poesía. La poesía reconstruye mediante las palabras el verdadero mundo real, sin desgastar. Aquel en el que se vivía de niño, cuando el mundo era nuevo y cada gusto y cada sensación se saboreaban hasta el fondo.

Pues eso, saboreémosla hasta el fondo.









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Mi edición es, por supuesto, la de Austral-Juvenil que cuenta con una espléndida traducción de María Luisa Balseiro y una ilustraciones y letras capitulares de Juan Carlos Eguillor que dan al libro el carácter de un manuscrito medieval. He utilizado algunos ejemplos en esta entrada.

sábado, 6 de agosto de 2022

NENÚFARES NEGROS - de Fred Duval, D. Cassegrain y M. Bussi



Si básicamente un blog existe para transmitir una opinión sobre algo que hayamos leído, aquí va la mía pronto y rápido: ¡excelente!
Como además el álbum tiene una conclusión tan impactante y sorprendente que debería estar prohibido comentar nada sobre ella, no tengo más que decir: cómprate el libro y pásate un par de tardes gloriosas disfrutando de una obra de trasfondo criminal con un guión, una estructura narrativa y un apartado visual de trazo impresionista realmente espléndida.

La trama se centra en la investigación del asesinato de Jérôme Morval, optometrista de éxito en Paris que tiene una mansión en su pueblo natal de Giverny. Su cadáver ha aparecido en el arroyuelo de unos jardines y el comisario Sérénac junto al detective Sylvio iniciarán las pesquisas para desvelar el crimen. En paralelo conoceremos la historia de tres mujeres de distinta edad que han nacido y viven en Giverny: una niña de 11 años efervescente y llena de vida con un talento enorme para la pintura, una hermosa joven de 36 que ejerce de maestra en el pueblo y que mantiene vivo su sueño de huir de allí y encontrar el amor, y una una anciana con ojos de búho, pertinaz observadora de todo lo que ocurre en Giverny y que ejerce de narradora no sabemos hasta qué punto fiable. Siempre parece presente en todas las circunstancias de los protagonistas mientras pasea con su perro Neptuno. 

Ella misma juega con el lector y le interpela: "os preguntaréis a qué estoy jugando ¿no? qué pinto yo en todo esto. En qué momento dejo de espiar a todo el mundo e intervengo". Ella será quien reúna para nosotros todas las piezas de este dispar y único puzzle donde se superponen el presente y el pasado.




El álbum se divide en tres partes. La primera es una introducción misteriosa y evocadora sobre estas tres mujeres de Giverny, el famosísimo pueblo donde se retiró Monet durante los últimos 27 años de su vida para pintar obsesivamente nenúfares. Las otras dos partes desarrollan tanto las historias de estas tres mujeres como la investigación policial y tienen unos títulos irónicamente pictóricos: "Cuadro 1: impresiones" (¿podría titularse de otro modo estando implicados en la trama Monet y Giverny?). Este capítulo es notoriamente el más largo y en él se desarrollan las tramas, mientras que en el "Cuadro 2. Exposición" asistiremos a un desenlace totalmente impactante que resuelve una trama tan bien urdida que funciona como un reloj. 

Ya la anciana nos había anticipado (¿?) al comenzar el relato que, a pesar de su encanto, Giberny no era más que una hermosa cárcel/parque en la que palpita una tragedia cuyo relato le ocupará 13 días:
"Durante 13 días, durante 13 días solamente, las puertas del parque se abrieron. Entre el 13 y el 25 de mayo de 2010, para ser exactos. ¡Las puertas del parque se abrieron para ellas! Solo para ellas, o eso pensaban. Pero las reglas eran crueles: Solo una podía escapar. Las otras dos debían morir. Era así.
Esos tres días fueron como un paréntesis en sus vidas, demasiado breve; cruel, también. Ese paréntesis se abrió con un asesinato el primer día y se cerró con otro el último día" pág. 7
Los inspectores Sérénac y Sylvio comienzan por analizar la escena del crimen y pronto se hace evidente que al muerto lo han asesinado tres veces: primero lo apuñalaron mortalmente en el camino, luego el asesino lo arrastró hasta el riachuelo y posteriormente le destrozó la cabeza con una piedra, para acabar metiéndolo en el arroyo como si quisiera ahogarlo. El forense lo resume con sorna: "Triple asesinato, cuchillo, piedra y ahogamiento". Al mismo tiempo en el cadáver encuentran una postal de felicitación con el texto "11 años. Feliz Cumpleaños" a la que alguien ha adherido una tira de papel con un verso de Louis Aragon impreso: “Consiento en que soñar se declare delito”.

Cuando descubren que la postal es de hace 15 años mientras que la tira de papel con el verso es reciente y lo suman a que la escena del crimen ha sido manipulada como queriendo componer un cuadro ya existente, la conclusión les remite a un sombrío pasado. El misterio está servido.  

La investigación enseguida se centra en las dos pasiones de Morval, la pintura y las mujeres. El optometrista era un mujeriego redomado como prueban una fotos con varias amantes que alguien envía anónimamente a los policías. Y, por otro lado, su gran deseo era poseer un Monet de nenúfares; lo que relaciona al muerto con el lucrativo y falaz mercado del arte. Entre estas líneas de investigación destaca todo lo relativo a Eugène Murer, acaudalado pastelero que animó y ayudó económicamente a Van Gogh, Renoir o Monet, y cuya nieta Allyson aparece entre las relaciones de Morval. 



Como se ve el álbum atesora múltiples valores. El primero es un guion apasionante que articula con suma precisión varios crímenes,  rumbos de investigación y distintas líneas temporales; lo cual hay que achacárselo a monsieur Michel Bussi, autor de la extraordinaria novela original en la que se basa el cómic. Las diferentes tramas, además, asimilan numerosos personajes y hechos históricos, tal y como lo reseñó el autor al principio de su novela:
"las descripciones de Giverny pretenden ser lo más exactas posibles. Los escenarios existen, (...) La información relativa a la vida, obra y herederos de Claude Monet es auténtica, al igual que la referente a otros pintores impresionistas, especialmente Theodore Robinson o Eugène Murer. Los robos de obras de arte mencionados son sucesos reales...El resto me lo he inventado."

Sin duda las alusiones históricas son de lo más relevante, pero es un asunto no comprobado y casi legendario el que planea sobre la obra de un modo siniestro, la historia del cuadro con Nenúfares Negros. Monet se pasó la vida tratando de captar la luz, por eso tenía al color negro desterrado de su paleta; pero cuando sintió llegar la muerte pintó un cuadro con nenúfares negros que nunca fue encontrado. Un cuadro que acaba convirtiéndose en toda una metáfora.

La adaptación de la novela es modélica y por eso no me extraña que en los créditos figure el mismísimo M. Bussi, ya que las viñetas reproducen con exactitud los capítulos, las escenas, los diálogos, las descripciones y hasta el desarrollo dramático y los pensamientos de los personajes. En este sentido, y dado que el desarrollo de la historia es gemelo, se puede decir que el cómic ofrece un plus sobre la novela, ya que cuenta con el añadido de unas delicadas viñetas que reproducen el estilo impresionista de Monet. Y es un plus nada despreciable.



El volumen no deja indiferente y propone varios juegos de contraste que acrecientan su interés narrativo. Por ejemplo comienza como si se tratase de un cuento infantil: “En un pueblo vivían tres mujeres… la primera era mala.... la segunda mentirosa... la tercera egoista.”. Parece un cuento de niños y brujas. Y lo es pero en otro sentido.

Otro fuerte contraste se da entre la luminosidad de las viñetas impresionistas y la investigación de un oscuro crimen que al final serán tres. Esta idea de manchar algo maravilloso me recordó el cuadro de Bansky, "Show me the Monet", que también utiliza un cuadro de Monet para guarrearlo y presentar así una crítica a la sociedad de consumo que nos consume.

También hay un contraste enorme entre el carácter bucólico del pueblo, con sus casas de vigas cruzadas, puentes y jardines preservados por ley y la sensación de cárcel o de jardín de psiquiátrico que asedia a sus habitantes, tal y como se queja la maestra del pueblo al inspector Sérénac: “Voy a contarle un secreto, Inspector: ¡Giverny es un engaño! Un pueblo maravilloso, pero el paisaje es fijo, inamovible. Está prohibido cambiar la decoración de las casas, pintar las paredes, coger una flor… las leyes lo prohíben. ¡Vivimos en un cuadro! ¡Estamos atrapados!"
Efectivamente esa belleza estática que fija al pueblo como si fuese un inmarchitable cuadro hace que todo parezca fuera del tiempo... y éste es uno de los factores con los que el guión juega brillantemente.

Por último hay un doloroso contraste que afecta a los versos del poema Nymphée, de Aragon, que todos los escolares de Giverny conocen de memoria. Pegados en la tarjeta de felicitación por los 11 años, estos hermosos versos sobre el sueño del amor esconden en la obra una idea abominable.
 










Didier Cassegrain acierta a plasmar unos escenarios encantadores con unos delicados colores pastel, mucho verde y una etérea iluminación que nos acerca, como una experiencia inmersiva, al espíritu del pintor impresionista. Mientras que Duval utiliza con habilidad la voz en off narrativa y el salto temporal sin transición para guiarnos por los meandros de este sólido y eficaz relato que acumula múltiples pistas.











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Michel Bussi, nacido en 1965, es un reconocido autor francés de novela negra, además de politólogo y profesor de Geografía en la Universidad de Rouen. Empezó a escribir ficción en los años noventa pero sufrió varias negativas editoriales. Finalmente encontró la inspiración en las aventuras de Arsène Lupin y logró publicar su primera novela en 2006, Code Lupin. Su relativo éxito lo empujó a escribir al año siguiente Los crímenes de Omaha, con la que ganó varios premios regionales antes de ser reeditada en 2014 por Presses de la Cité bajo el título Gravé dans le sable . Le siguieron Mourir sur Seine y Sang Famille.
Pero sería en 2011 cuando la popularidad de Michel Bussi despegó al publicar Nymphéas Noirs que triunfó unánimemente entre crítica y público, convirtiéndose en la novela negra francesa más vendida de 2011.Con ella obtuvo los premios Prix du Polar Méditerranéen, Prix des Lecteurs du Festival Polar de Cognac, Grand Prix Gustave Flaubert y el Prix Goutte de Sang d’Encre de Vienne entre otros.

Este éxito determinará la impronta de su estilo marcada por el equilibrio perfecto entre intriga y emoción, enigmáticos juegos de espejos y un giro final impredecible que remata su juego permanente con el lector.  
Hasta ahora en España se han publicado 5 novelas:
Nenúfares negros (2011), Un avión sin ella (2013), Mamá no dice la verdad (2017),
No lo olvides jamás (2020), Quizás soñé demasiado (2022)
Tres de sus libros se han adaptado con éxito a la TV en formato de miniserie y Bussi también ha participado en la adaptación al cómic de algunas de sus novelas, como la presente Nenúfares Negros, Gravé dans le sable (2020) y Un avion sans elle (2021).

lunes, 1 de agosto de 2022

BOSCH - T1 y T2 - Creador Eric E. Overmyer y M. Connelly




Las novelas con el detective Hieronimus "Harry" Bosch como protagonista tienen merecido reconocimiento, no en vano su autor, Michael Connelly, es uno de los más reputados escritores de novela negra norteamericana; aunque yo prefiera a Ellroy y Dennis Lehane.  

Esta serie nos presenta las aventuras del detective Bosch en el Departamento de Policía de Los Angeles con un tono y un ritmo donde priman la veracidad y cotidianeidad del relato frente a la pirotecnia del espectáculo. Ése es su sello. 
Aquí no hay persecuciones vertiginosas de coches ni tiroteos. Tampoco crímenes espeluznantes o supervillanos. La serie se centra en un trabajo policial cotidiano y nada glamuroso. Tanto la intromisión de la política en la investigación policial como la corrupción se muestran muy a pie de calle, con jefes de policía y fiscales cociendo su propia ambición sin escrúpulo alguno.  

Cuando has visto un par de capítulos te das cuenta de que la serie parece plana y que su ritmo es el de alguien que camina por la acera como si fuese un ciudadano cualquiera. Así es. Tranquilo. 
Pero a partir del capítulo cuatro ya estás preparado. 
Has enfriado tus expectativas y te das cuenta de que aquí nada tiende al espectáculo sino a un desarrollo pormenorizado de lo dramático: las vivencias de los policías cuentan, pero también las de los criminales. Hay poco humor y mucha frustración y mala leche en un relato que se sustenta en el día a día. Las dependencias policiales son un personaje en sí mismo, igual que la ciudad de Los Angeles, con su icónico Ayuntamiento a la cabeza. 

Las relaciones personales entre los policías, las inquinas entre algunos jefes y detectives, la vida familiar de Bosch y su recurrente pasado, la investigación casi burocrática de las pistas y la descarada utilización del trabajo policial por los políticos son las bases de una serie de innegable poso clásico. Para los que tenemos cierta edad es inevitable que nos recuerde al clásico Canción Triste de Hill Street ("Hill Street Blues") y también a la magnífica The Wire. Aunque es evidente que la serie de David Simon ambientada en Baltimore, describía una situación social y política lacerante que aquí sólo aparece en unas cuantas pinceladas. Por cierto que el subjefe Irving (Lance Reddick) y el compañero de Bosch (Jamie Hector) ya triunfaron en The Wire.

´Bosch´ no inventa nada. Lo mejor que se puede decir de ella es que es consistente y mantiene una notable regularidad en la calidad de sus tramas y propuestas. Efectivamente el ritmo es pausado pero la satisfacción viene cuando ves que la investigación no deja de avanzar y ante ti van cobrando vida unos personajes de los que poco a poco vamos descubriendo nuevas facetas. 



















Michael Connelly se curtió como periodista de la crónica negra en periódicos de Miami y Los Angeles antes de convertirse en escritor a tiempo completo y esto se nota en la descripción de los procedimientos policiales y una ambientación muy verosímiles. Publicó su primera novela en 1992, ‘The Black Echo’, donde ya presentó al detective Harry Bosch, el protagonista de una serie que acaba de llegar a las 25 novelas. La última, publicada en 2021, lleva el título de Las horas oscuras (The Dark Hours). Connelly estuvo esperando durante muchos años una oferta televisiva para llevar sus libros a la pantalla. Finalmente ha tenido la oportunidad de ser el co-creador de la serie e incluso escribir los guiones de algunos capítulos. Le acompaña el productor y escritor Eric Ellis Overmyer (“Law & Order”, “The Wire” o “Tremé”), alguien que sabe lo que tiene entre las manos cuando se trata de dramas policiales. Bosch’ es una versión actualizada del personaje literario con algunos cambios en su recorrido vital (en vez de veterano de Vietnam, ahora lo es de Irak y Afganistán) para adaptar un personaje de los noventa a la época actual.

Esta primera temporada se basa libremente en casos que aparecen en los  libros La rubia de hormigón (The Concrete Blonde, libro 3 de la saga), Ciudad de huesos (City of Bones, libro 8) y Echo Park (libro 12). Se inicia con Bosch metido en un lío con asuntos internos ya que la familia de un delincuente al que disparó tras una persecución lo ha demandado. Cuando sale de la nevera se enfrentará a dos casos. El primero comienza con la aparición del cadáver de un niño de 12 años que fue enterrado en una de las colinas de Hollywood hace 20 años. A pesar de su juventud, el niño presenta evidencias de un maltrato continuado. El segundo surge cuando una patrulla detiene a un tipo, Raynard Waits, que lleva un cadáver en su furgoneta. Un error de procedimiento deja libre a Waits que iniciará entonces una escapada hacia ninguna parte asesinando a varias personas mientras, de vez en cuando, se confiesa por teléfono con Bosch.  

En otro caso anterior, la prensa aireó el pasado de Bosch y ahora Waits utilizará la información para establecer un juego macabro con el policía. Ambos sufrieron abusos siendo niños de acogida en el tétrico Centro de Menores McLaren: "Somos perros de la misma jaula", le llega a decir Waits en una ocasión.
















La Segunda Temporada se basa en los libros 4 y 5, The Last Coyote y Trunk Music y es mucho más negra e intensa que la primera, aunque igual de meticulosa. Comparte con ella la estructura narrativa de un inicio con Bosch suspendido y la convergencia de dos tramas aparentemente disímiles. Por un lado tenemos el asesinato de un productor de cine porno cuyo cadáver aparece en el maletero de su coche en Mulholland Drive. El tipo está relacionado con la mafia armenia y la investigación lleva a Bosch hasta Las Vegas en un turbio caso de conspiración. Por otro lado el hijo del subjefe Irving se infiltra en un grupo de policías corruptos que practican la extorsión y que dirige un teniente expulsado del cuerpo.

Es increíble el modo en que el asesinato de un hombre, que recibe un disparo en la nuca cuando se detiene para ayudar a una automovilista, se convierte en un caso que involucra a multitud de estamentos, desde la mafia hasta al Departamento de Policía y la ex esposa y la hija de Bosch. El asesinato se convertirá en la entrada a un laberinto de corrupción donde nos encontraremos traiciones personales, encubrimientos, largos viajes por el desierto y eléctricos momentos en la sala de interrogatorios.

Brent Sexton como Carl Nash
La temporada se beneficia de trazar dos potentes tramas encabezadas por dos artistas invitados muy solventes: Brent Sexton como el teniente corrupto y Jeri Ryan como la femme fatal, ex-prostitutaviuda del productor. Además varios personajes secundarios fijos de la serie adquieren un vivificante relieve; como el subjefe Irving, que sufre la peligrosa misión de su hijo infiltrado y además las presiones políticas de los dos candidatos a la alcaldía. También la exmujer de Bosch resulta implicada en la primera de las tramas y, a nivel personal, Bosch descubre nuevas pruebas sobre el asesinato de su madre.

Tras asentar la figura de Bosch en la primera temporada como un solitario lobo gris que se amansa con el jazz, la temporada 2 se lanza a la ciénaga del mejor cine negro con una corrupción policial vidriosa, la presencia de la mafia y todos los puntos negros del recorrido clásico: burdeles miserables ​​repletos de prostitutas extenuadas, casas ruinosas para consumo y venta de metanfetamina y hasta algo no habitual en la serie, un par de lances de acción maravillosamente rodados: un rescate de rehenes brutal y un tiroteo triangulado en un estacionamiento entre los detectives del Departamento de Policía de Los Ángeles, los policías corruptos fuertemente armados y un automóvil lleno mafiosos; todos ellos pendientes de la maleta que porta la viuda, Verónica Allen. 

A medida que el caso se vuelve más complejo y personal la búsqueda de la verdad será más implacable y hará surgir el lado más oscuro del departamento de policía.




Los capítulos no son autoconclusivos y esto es de agradecer. Las temporadas desarrollan la investigación a lo largo de sus 10 episodios y esto ayuda a que se profundice en la historia particular y familiar de todos los implicados.

Bosch es un policía sobrio, íntegro y solitario. Es leal y siempre va de frente: se acuesta con una compañera policía, pero cuando ésta mete la pata le advierte que admita su error porque él no la encubrirá. Tiene un elevado sentido de la justicia y de la ética profesional y es muy poco dado a mostrar su emociones, por lo que su porte resulta un tanto áspero e hierático. Es un tipo magullado por la vida que tiene ese punto de calma que ha logrado doblegando sus propios demonios.

En cada temporada Bosch se tiene que enfrentar a nuevos dilemas profesionales, personales y familiares que van profundizando sus cicatrices. Su madre era prostituta y fue asesinada sin que hasta ahora se haya resuelto el caso. Por ese motivo le internaron de niño en un centro de acogida donde sufrió maltrato. Ya de joven quedó marcado por la dura experiencia que le tocó vivir en Afganistán. Ahora está separado y mantiene una buena relación tanto con su mujer, Eleanor, como con su hija Maddie. Tiene también un hermanastro por parte de padre, Mickey Haller, que trabaja como abogado defensor y que sale en algunos títulos de la saga; aunque también es el protagonista de su propia serie de novelas cuya adaptación a la pequeña pantalla acaba de estrenarse, El abogado del Lincoln

En cuanto al reparto está encabezado por Titus Welliver, un secundario de lujo en películas y series (Perdidos, Hijos de la Anarquía, Deadwood,...) que por fin accede a un papel protagonista y encima le viene como anillo al dedo. El resto es un elenco muy consistente como su compañero Jerry Edgar, interpretado por Jamie Hector o el subjefe Irving (Lance Reddick) tan preocupado por resolver los crímenes como por su propia carrera política hacia la Jefatura del Departamento. La mujer de Bosch, Eleanor (Sarah Clarke) es un curioso y recurrente personaje al que Bosch consulta en algunos casos ya que fue agente del FBI experta en perfiles criminales. Esos conocimientos psicológicos la llevaron a abandonar el FBI y a dedicarse a la más lucrativa carrera de jugadora profesional en Las Vegas. 















Una de las imágenes que más se repiten en la serie es la de Harry en su magnífica casa de las colinas de Bel-Air. Allí repasa sus notas hasta altas horas de la madrugada y observa la ciudad a sus pies mientras escucha esos vinilos de jazz de los que está enamorado: no suelen faltar sus favoritos Thelonius Monk y Art Pepper. De hecho, los estilizados títulos de crédito con la canción de Caught a Ghot titulada "Can´t Let Go", ya nos sumen en esa atmósfera  particular y urbana, un tanto opresiva; con imágenes especulares de la ciudad que la reflejan como un inmenso laberinto. 

Harry se llama Hieronymus Bosch, como el famoso pintor flamenco del siglo XV, autor de ese cuadro monumental que es El Jardín de las Delicias y de otras obras fantásticas donde pululan multitud de personajes deformes y medio humanos en una pintura con un fin moralizante sobre el pecado y la locura. Citándolo, quizás Michael Connelly nos invita a ver esa urbe superpoblada de Los Ángeles como un cuadro del Bosch más fantástico, abarrotado de figuras medio humanas, criminales y demonios. Harry Bosch se convertiría así en nuestro guía por el infierno del crimen y la corrupción.

´Bosch´ha completado 7 temporadas a las que hay que añadir un spin-off extra para los fans, ´Bosch´: Legacy, que acaba de anunciar una segunda temporada.



👉 Bonus Track: el fabuloso tema de los créditos