miércoles, 28 de junio de 2023

BATMAN - UN MAL DÍA: EL ACERTIJO - de Tom King y Mitch Gerads



Batman es mi superhéroe favorito y es el único que me ha acompañado hasta ahora sin desmayo, lejos del hartazgo funambulista y repetitivo que me provocan muchos otros superhéroes. Me gusta su ética y estética, que sea un tipo sin superpoderes y atormentado por su rol de justiciero; lo que favorece un perfil más complejo donde igual cabe un enfrentamiento contra un supervillano, que un debate moral o una intriga policial.

El universo de Batman se ha venido actualizando de forma permanente tanto en cómics como en cine, ofreciendo en muchas ocasiones un producto de altura. Una de las últimas actualizaciones (2022 en origen, principios de 2023 en España) es el paquete One Bad Day (Un Mal Día) con el que DC ha lanzado diversos especiales autoconclusivos, cada uno centrado en un villano clásico del universo Batman, pero con las características especiales de "Un Mal Día". Hay un tomo para cada uno de los más famosos y carismáticos: El Acertijo, Dos Caras, El Pingüino, Frío, Catwoman, Bane, Ra´s al Ghul o Clayface.

El asunto en general y el formato de cada tomo replica el de uno de los mejores cómics de siempre, La Broma Asesina (The Killing Joke, 1988, Alan Moore y Brian Bolland); un álbum que retrataba a un Joker humanizado buceando en su origen para ratificar la premisa de que todo ser humano nace bueno por naturaleza y son el entorno y los avatares de la vida quienes lo empujan al lado oscuro de la maldad. Esta es la terrible conclusión a la que llegaba aquella historia clásica: "todo lo que se necesita es un mal día para reducir al hombre más cuerdo a la locura. Así de lejos está el mundo de donde yo estoy. Sólo un mal día." Ese punto de inflexión que te lleva hasta el límite es el que exploran estos tomos con cada villano.

La réplica del formato se extiende al número de páginas, en torno a 64, y a la tipografía del título de portada. La nómina de autores y dibujantes es de alto nivel e implican a gente como Tom King, Mariko Tamaki, John Ridley o Gerry Duggan en los guiones y al propio Gerads, Javier Fernández, Matteo Scalera o Ivan Reis en los lápices.

La primera historia publicada fue la de El Acertijo y comienza con un asesinato arbitrario y sin sentido. Un hombre sale de trabajar hacia su casa y antes de que coja un taxi E. Nigma se acerca a él y lo asesina fríamente. Pero nada parece encajar. No hay adivinanza ni incógnita alguna que explique el crimen. Tampoco Edward Nigma ha huido sino que se ha quedado allí, junto al cadáver y parado bajo la lluvia, hasta que ha llegado la policía. Una vez encerrado se muestra melancólico y sólo quiere ver a Batman, mientras se entretiene provocando el caos entre presos y carceleros.


Ya sabemos que El Acertijo es un genio de la lógica y las matemáticas que diseña charadas, rompecabezas y juegos mentales cuyas meticulosas reglas conducen a brutales asesinatos. Bloqueado hasta encontrar la clave del enigma, Batman suele ir un paso por detrás. Pero esta vez Enigma lo ha esperado. Quiere explicarle y dejarle recorrer juntos su última y taimada maquinación: la impunidad.

El album se desarrolla alternando tres líneas narrativas: De un lado el asesinato al azar de una persona común por parte de Enigma y su posterior estancia en la cárcel, donde se convierte en el terror de sus vecinos de celda y carceleros. De otro la rememoración de la adolescencia del verdoso villano: cuando sufre la severidad de su padre y la de un profesor hasta provocarle "un mal día". Finalmente, la investigación que sigue Batman, empujado por Enigma hasta un nuevo laberinto donde se encuentra con el padre del malvado más intelectual. El tipo está acabado y vive aislado y borracho; pero accede a hablarle de su hijo único y superdotado.

El guionista lleva a cabo una sobrecogedora caracterización del intrigante criminal a través de un ejercicio de deconstrucción en el que nos sumerge en su pasado como explicación de su presente. Allí descubriremos a Edward Tierney, un tierno adolescente con un elevado índice de inteligencia que será llevado hasta el límite, quebrantando su mente y convirtiéndolo en un villano despiadado.  
El apartado gráfico también se suma a este juego entre pasado y presente diferenciándolos con agudeza a través del color: en el presente predomina el verde, color fetiche de Enigma; mientras que las viñetas del pasado tienen esa pátina dorada -color sanguina- con que adornamos los recuerdos. 

En ese pasado de Edward Nigma se esconde el clic que lo convirtió en un demente asesino y Tom King lo identifica con algo muy ambiguo, del estilo de aquel refrán que dice "quien bien te quiere te hará llorar". Una forma de actuar muy arriesgada en la que la severidad de los adultos puede traspasar la línea de la exigencia para llegar al abuso. El joven Edward Tierney era un alumno superdotado y su padre le exigía la excelencia, sancionándole con castigos corporales cuando no lo conseguía. El padre era además el director de la elitista escuela a la que asistía y su actitud rigurosa fue replicada por un retorcido profesor que pretendía enseñarle tanto los prodigios de las matemáticas exactas como la incertidumbre que asola la vida. No quiere que memorice sino que desarrolle un pensamiento creativo.
"Cualquier imbécil puede meter mierda y vomitarla (...) pero no se trata sólo de regurgitación, sino de contextualización (...) Una vez que salgas de estos cacareados salones, Eddie, vas a ver que hay muchas preguntas. Sólo preguntas (...) Y ahí, al final del día no hay nadie que pueda responderlas, excepto tú. Eso es lo feo y lo bonito de todo"
El asunto no es baladí y, además, King en ningún momento se muestra maniqueo. El objetivo educativo es loable, "los acertijos están ahí para que puedas enfrentar un obstáculo, frustrarte por él y luego superarlo"; pero la arbitrariedad y el sufrimiento puede ser tan grande que le mente acabe quebrándose...

La ambientación es digna de un relato policíaco tan sombrío como Se7en, con el protagonista a menudo bajo una intensa lluvia y viñetas donde prima un verde metálico y sucio. De hecho, Batman siempre es una sombra, sin rostro. Sólo aparece bien definido como Bruce Wayne en el entierro de la persona común asesinada. 

No es el único acierto del ilustrador. Mitch Gerads consigue en una sola viñeta a doble página el resumen icónico de todo el volumen: Vemos una cancha completa de baloncesto cuya parte izquierda está en color sanguina y en ella aparece Edward justo cuando deja de ser Tierney y ejecuta su primera acción criminal; mientras que la derecha está en color verde y allí se enfrentan Batman y Enigma. El nexo de unión entre pasado y presente es una adivinanza que plantea el joven Edward Tierney ("si me muerdes después te morderán a tí ¿qué soy?") y que es respondida por Batman en el presente. Un duelo de inteligencias que determinará el desenlace. 

La secuenciación juega con múltiples detalles mientras la voz en off de Enigma funciona como una salmodia que se te cuela en la mente: "Una persona también puede ser un acertijo". Muy bueno.
 







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Tom King y Mitch Gerads, son un dúo muy compenetrado, autores de Mister Miracle, The Sheriff of Babylon y Strange Adventures. Ambos han ganado el Premio Eisner.

CARPE DIEM según Tom King



Tom King es un guionista de cómic estadounidense que durante siete años fue agente de la CIA. Estaba acabando sus estudios universitarios de Historia y Filosofía cuando ocurrieron los atentados del 11S en Nueva York; entonces King se enroló en la Agencia y fue destinado a una Unidad de Contraterrorismo con operaciones en Irak y Afganistán. Todo ello ha determinado una personalidad como escritor que no elude complejidades morales y capas emocionales por más que muchos de sus guiones se inscriban en el género de superhéroes. La excelencia de su escritura se puede apreciar en trabajos como La Visión (Premio Eisner en 2017), el relanzamiento de Batman, El Sherif de Babylon (un complejo thriller de guerra situado durante la invasión militar de EEUU en Irak con el que la dupla King/Gerads se doctoró), The Omega Men o Mr. Miracle (de nuevo Premio Eisner para él y para el dibujante Mitch Gerads, en 2019). Después vino una exploración del universo Watchmen con Rorschach que recoge con valentía y reflexión los tenebrosos aires reaccionarios presentes en la política norteamericana más reciente. Finalmente inauguró la serie Batman, Un mal día, con el tomo dedicado a El Acertijo.
King comenzó su carrera en 2010 y se caracteriza por buscar estructuras narrativas innovadoras. Sus historias son profundas y emotivas, sin rehuir temas tan duros y complejos como la depresión, los traumas, los nacionalismos o la otredad.

En el cómic Batman, Un mal día: El Acertijo, un jovencito Enigma recibe una lección de su profesor en la cancha de la vida:





⎯¿Le gusta el baloncesto? Nunca le veo jugar.
⎯No tengo tiempo para jugar. Debo estudiar.
⎯¿Puedo preguntarle por eso? ¿Por qué estudia tanto?
⎯Pues...bueno... por ... lo normal. Para sacar buenas notas, para ir a una buena universidad, para conseguir un buen empleo. Para vivir bien.
⎯Y cuando haya conseguido todo eso... cuando lo sepa todo y tenga una casa, un coche y un trabajo perfecto... ¿qué hará entonces? ¿Qué recompensa obtendrá por tanto trabajo? ¿qué hará en la vida?
⎯Creo que no le entiendo...señor.
⎯Entonces, querrá ser joven. Querrá ser libre. 
Tendrá ganas de estar justo aquí, jugando un partido. Parece una bobada, sí. Pero cuando esté al otro lado, lo comprenderá.
A lo que aspirará será a esto...y resulta que ahora mismo ya estás aquí.




* Todas las ilustraciones pertenecen al volumen Batman, Un Mal Día: El Acertijo.

viernes, 23 de junio de 2023

EL VERDUGO y SU DOBLE - de Didier Deaninckx



Didier Daeninckx es un cirujano de la reciente historia francesa. Utiliza su escalpelo para hurgar en asuntos sensibles, sacar sus males a la luz y desafiar la complaciente historia oficial. Él mismo identificó el tema de sus obras como “la revelación del pasado en el presente”. O lo que es lo mismo, sus novelas criminales muestran que de aquellos barros vienen estos lodos. En sus novelas los crímenes no son más que el resultado de una situación social precaria, de una guerra injusta, de oscuras maniobras del poder o de un trauma como sociedad que la historia oficial y la memoria colectiva parecen querer olvidar. En su caso la ficción policial y la reflexión histórica son inseparables, porque como él mismo se encarga de recordarnos “si olvidamos el pasado, nos condenamos a revivirlo”.

En su cruzada indagatoria Daninckx inyecta dosis de historia que incluyen la barbarie en las colonias, la negación del Holocausto, el racismo como razón de estado o la connivencia con los poderosos. En el caso que nos ocupa queda patente el uso de la tortura durante la guerra de Argelia y destaca la brutalidad que soportaban los soldados reclutados, que sufrían lo que hoy en día ya tiene nombre gracias a las múltiples guerras norteamericanas, el estrés postraumático.

Esta novela es una de las cinco protagonizadas por el inspector Cadin, un policía honesto e inconformista que no se arredra ante las amenazas del stablishment para investigar a cualquiera, tenga el status que tenga. Por ello sufre traslados constantes por comisarías de tercera en una especie de exilio interior. Dado que ésta es su cuarta aventura, tras “El gigante inacabado”, donde tropezó con los negocios opacos de los notables de Nord-Pas-de-Calais; lleva meses de un lado para otro “construyendo el puzzle del fracaso”.



Apenas aterrizado en Courvilliers, Cadin se enfrenta a una doble muerte, la de Claude y Monique Werbel, ambos empleados de la fábrica Hocth y activistas por los derechos sociales y sindicales de los trabajadores inmigrantes. Los primeros datos sugieren un crimen pasional seguido de suicidio. Para el comisario jefe no hay más que hablar y saca a Cadin del caso. Pero si al comisario todo lo sencillo le satisface, al inspector Cadin en cambio le mosquea y no ve más que flecos que le irritan la nariz: pronto se entera de que han estado circulando por la ciudad unas fotos muy subidas de tono de lo que se supone una infidelidad de la mujer muerta. A continuación, va conociendo el carácter de Claude Werbel, un tipo íntegro y solidario, activista político y sindical en una ciudad en la que todo gira alrededor de la fábrica de componentes automovilísticos Hocth.¿Qué se pretendía dando a conocer las fotos? ¿Trataban de desacreditarlo? Además, cuando el inspector llegó al edificio de apartamento, un joven desarrapado que estaba escondido salió huyendo.

El inspector Cadin tardará poco en darse cuenta de que Curvilliers, ciudad típica del distrito Seine Saint Denis, con sus bloques de viviendas sociales y su alto índice de delincuencia, no es más que otra de las deprimentes ciudades a las que suele ser trasladado.
“Más de cinco mil personas trabajaban detrás de las rejas en difíciles condiciones de las que se hacían eco los muros que rodeaban la fábrica. Todas las barriadas en un radio de cinco kilómetros a la redonda se habían saturado, el hormigón aumentaba cada vez más, hogares, estudios, pisos de dos habitaciones como máximo para alojar los ejércitos de solteros uncidos al trabajo en cadena.”
Werbel había puesto en marcha una asociación de ayuda mutua para auxiliar en los problemas de alojamiento, alfabetización o idioma. También mediada y asesoraba en conflictos sociales y problemas laborales después de su jornada de trabajo. Poco a poco la poderosa empresa Hocth se fue incomodando con esta cruzada.
“- ¡No sea ingenuo, inspector! ¡Nada hay más temible que unos idealistas bien organizados! Cuando se informa a un desgraciado al que todos desprecian de que tiene derechos, es como si se pusiera fuego a una bomba de efecto retardado. A partir de ese instante sólo piensa en una cosa: que se le reconozcan sus derechos. Multiplique ese desgraciado por diez, por mil... A eso se dedicada Claude Werbel. La dirección de la Hocth empezó enseguida dar señales de nerviosismo. La nueva municipalidad también: acababa de ganar las elecciones prometiendo seguridad ciudadana... Todo cuanto desea ahora es que la gente olvide que con ellos sigue habiendo el mismo número de emigrantes. Es el planning de producción el que decide. Nadie más. El trabajo de Werbel se veía cada vez más como una provocación. Sobre todo, teniendo en cuenta que el alcalde está implicado: negocia la comercialización de buena parte de la zona industrial que rodea la fábrica... Doscientas hectáreas en barbecho desde hace diez años... Se habla de 2.000 empleos. Casi un milagro en tiempos de crisis. Dos o tres sesiones de enfrentamientos entre obreros inmigrados y los policías nacionales y todo puede venirse abajo.”
La arquitectura de la novela se basa en un doble relato. Hay dos capítulos 1, dos capítulos 2 y así durante todo el libro. En el primero de cada uno de ellos seguimos la investigación del inspector Cadin conociendo a lo mejor del barrio; mientras que en el segundo y en cursiva se narra la experiencia de un sargento y un cabo en una unidad dedicada a la tortura en Argelia. Que los capítulos alternos tengan el mismo número lo veo como la metáfora de un espejo en el que vemos reflejarse la experiencia traumática de la guerra de Argelia en los hechos actuales. Este sistema de ecos entre dos ejes temporales es habitual de los libros de Daeninckx y no son meros añadidos, puesto que, al no revelarse su vínculo hasta al final, constituyen por sí mismos una tensión adicional a la trama del libro.
"Cómo explicarles, a todos, lo que se había roto dentro de él.
(...) Se había encontrado en una compañía "sensible", como decía el coronel, compuesta esencialmente por reclutas del extrarradio de París, jóvenes de la fábrica Babcock, de la Simca..., caldereros (¡el grupo de los calderos!), ajustadores, obreros que habían cambiado el mono de la fábrica por el del ejército. Que marcaban el paso arrastrando los pies... había sorprendido conversaciones por la noche en el dormitorio. Más de uno se preguntaba qué haría cuando se encontrara, disfrazado de soldado, frente a un guerrillero argelino."



La caracterización de un paisaje suburbano y fabril, añadida a la de unos personajes conformistas con un statu quo opresivo, le da al libro un color especialmente gris y desolador. Un paisaje que Daeninckx conoce bien. Lugares de concentración industrial situados en los suburbios –banlieu- que constituyen auténticos polígonos obreros donde las fábricas conviven con mastodontes de apartamentos básicos para sus trabajadores. Los barrios se convierten en guetos y los trabajadores en desplazados de su propia cultura y memoria colectiva. 

En otra de sus novelas, Play-Back, el drama para los obreros era el desmantelamiento de las fábricas; aquí se trata de la omnipotencia de una gigantesca factoría que domina todos los estamentos del barrio mientras desarrolla una política de contratación semejante al tráfico de esclavos. La Hocth llegó a enviar equipos de contratación a Malí para conseguir mano de obra barata, un verdadero mercado de esclavos en el que la policía local convocaba a los aldeanos y allí un equipo les examinaba las manos, los músculos o los dientes. El chantaje laboral y la colusión con el poder allí son prácticas habituales. 
"¿Se hace el ingenuo, inspector? No me irá a decir que ignora la actividad de los polías políticos extranjeros en Francia... Hay policías marroquíes, argelinos, tunecinos, portugueses currando en la Hocth.
(...) Lo mismo pasaba con los españoles antes de la muerte de Franco. (...) Los dictadores nos mandan ganado para trabajar... En agradecimiento les devolvemos los elementos inconformistas.”
La novela posee intensidad y ritmo. Se lee en dos sentadas porque va al meollo del asunto sin distracción alguna. Las dos líneas temporales se complementan perfectamente haciendo que la novela bascule entre dos extremos; el del control del estado a través de las torturas en el pasado y el del control de la fábrica en el presente. El actual alcalde de derechas llegó al poder después de una colosal campaña sobre la inseguridad y los inmigrantes y tanto la fábrica como el ayuntamiento tienen unos cuerpos de Seguridad sobredimensionados. Desde que llegó al cargo la campaña cesó. Todo ello mientras la investigación de Cadin le hace recorrer todos los antros de la ciudad donde no falta la prostitución ni el tráfico de drogas.

Léonard es el policía ayudante de Cadin. Es de origen árabe y arrastra el sanbenito de un hermano acusado de terrorismo, ametralló un café argelino en Saint Danis. Este personaje refleja perfectamente el sustrato doble de la novela:
“Recogíamos chatarra y la amontonábamos en el jardín de detrás de las casa... Hacíamos bicicletas a partir de viejos cuadros y de piezas que robábamos de las bicis podridas... Yo me encargaba de la pintura y de los acabados... En la escuela nos llamaban de todo: “traperos”, “ladrones”, “moruzos”... Pronto nos acostumbramos a vivir por nuestra cuenta, en pandilla, y a defendernos. A no perdonar nada nunca. Roger se marchó a hacer el servicio militar a Argelia. cuando volvió, dos años y medio después, ya no era el mismo. Lo habían destrozado... Tenía obsesiones, quería ser cien veces más francés que un francés. Cuando le pasaba eso bajaba a un café árabe para insultar a los clientes...”




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Didier Daeninckx nació en 1949 en el bastión comunista de Saint-Denis. Pertenece a una familia de trabajadores marcada por la historia: su bisabuelo belga, desertor en la década de 1870, huyendo de las cortes militares, trajo a los Daeninckx a Francia. El abuelo también desertó en 1917. Este acto de rebelión le costó la vida. Por el lado materno, recibió cierto gusto por el activismo con un abuelo comunista y una madre trabajadora comprometida contra el colonialismo y el fascismo. Con 17 años empezó a trabajar en artes gráficas como impresor, actividad a la que dedicó 16 años de su vida. Más tarde fue animador cultural y periodista.
Su primera novela, «Mort au premier Tour», se publicó en 1982 y supuso el acta de nacimiento del inspector Cadin. En 1984 publicó en Gallimard “Meurtres pou mémoire”, editada por Akal como “Asesinatos archivados”, quizás su mejor novela. Con ella logró su consagración definitiva al recibir en 1985 el Gran Premio de Literatura Policial. El libro contribuyó a colocar bajo los focos de la opinión pública los hechos de octubre de 1961, cuando la represión brutal de una manifestación organizada por el FLN argelino en París, se saldó con la muerte de 200 argelinos y miles de heridos. Cuando Daeninckx publicó el libro los hechos estaban todavía rodeados de un infranqueable hermetismo. 

El inspector Cadin es protagonista de 5 novelas y una colección de cuentos: Mort au premier tour (1982), Asesinatos archivados (1984), El gigante inacabado (Le Géant inachevé, 1984), El Verdugo y su doble (1986), Luz negra (Lumière noire, 1999), y una colección de cuentos: Le Facteur fatal (1990).
Su último trabajo publicado es Le roman noir de l´histoire, publicado en Francia en 2019, una colección de 77 cuentos escritos a lo largo de los años y que constituyen una especie de intrahistoria a través de la cual Deaninckx rompe la historia oficial descomponiéndola en 77 relatos, desde el punto de vista de la gente común, que abarcan once periodos de la historia francesa desde 1855.

jueves, 22 de junio de 2023

JULIETA y EL MAGO - de Manuel Peyrou

Serie Narraciones Extraordinarias




l mago Fang no se llamaba Fang, sino Prudencio Gómez. Era hijo del general Ignacio Gómez y nieto y bisnieto, respectivamente, del coronel y del sargento mayor del mismo nombre. Su tío, el general Carballido, era uno de los siete contusos de la batalla del Arsenal, y su primo, hijo de aquél, viajaba desde hacía años por Europa para curarse de un «surmenage» adquirido durante la campaña de la Sierra. Sería fácil deducir de esto que los militares, antiguos y contemporáneos, constituían el único orgullo de la familia Gómez; sería fácil, pero incorrecto, porque también contaba con curas en número suficiente para reforzar su vanidad.
     La vida del niño Prudencio Gómez se dividió entre el asombro de los desfiles militares y la práctica de la religión. Ayudaba a la misa en la parroquia de otro de sus tíos, el padre Gómez, famoso por lo campechano y liberal. Esta liturgia precoz tuvo indudable importancia en su vida. Era un niño, no creía en símbolos, sino en realidades. Con el tiempo sospechó que todo eso se parecía a la magia, y quiso realizar experimentos más convincentes, con un resultado palpable. Sería alargar la historia (y no hay ningún motivo para ello) relatar las veces que fracasó en su intento de extraer un huevo de gallina de la boca del padre Gómez, ante la chanza benévola de éste; o recordar el dramático instante en que casi se asfixia por haber olvidado de pronto el sistema —aprendido por correspondencia— de salir de un baúl herméticamente cerrado. Es mejor llegar al día en que, convertido en Fang, debuta en su ciudad natal ante un público asombrado y entusiasta.
     Prudencio era de piel cetrina, de ojos ligeramente almendrados y de nariz pequeña; unos toques elementales de maquillaje lo convirtieron en un chino aceptable. No sabemos por qué prefirió esa nacionalidad; imaginó, sin duda, que una pequeña farsa, sobre una mayor, ayuda a confundir al público, y que siempre es bueno disfrazar lo increíble.
     A la muerte del padre Gómez heredó el equivalente en pesos de cinco mil dólares, depositados en la sucursal del Banco de Santa Fe; con inspiración profesional invirtió una suma grande en kimonos, pantallas, biombos y utensilios de bambú. Cuando desembarcó en Londres, todo el mundo admitió que llegaba de Shanghai. Trabajó durante años en los music-halls de Inglaterra y Escocia, y en 1930, perfeccionados sus trucos, apareció en el Palace, de París.
     En París empieza el drama que nos interesa. En un teatro de Montmartre trabajaba el Grand Dupré, ilusionista, con su mujer, La Belle Juliette.
     La Belle Juliette fue en su tarde de descanso a ver a Fang, y el destino del Grand Dupré quedó sellado: todo su poder de ilusionista no bastó a romper el biológico encanto tejido por pequeñas glándulas, que se unieron para hacer latir más aceleradamente el versátil corazón de esa mujer. Un día de diciembre, Julieta se despidió de su amigo y se embarcó con Fang hacia Sudamérica. El aditamento de una mujer hermosa mejoró la apariencia y el efecto general del espectáculo; pero la pasión de Julieta duró poco. Cuando descubrió que Fang no era chino sufrió un ataque de furor y de vesánica exaltación. En realidad, no hacía hincapié en que no fuera chino; no le perdonaba que fuera sudamericano. Pero Fang se dio cuenta de que la discriminación racial era un pretexto de Julieta. La verdad era que ella había sobreestimado las ganancias posibles del mago. El dinero era el patrón sentimental de Julieta. Estaba sometida al último y más servil de los servilismos, según la expresión de Chesterton: el de la riqueza. Encontraba misteriosas cualidades en los poderosos por el mero hecho de serlo; el dinero llevaba implícitas la inteligencia y la simpatía y, a veces, hasta disimulaba el aspecto físico de los hombres.

     En 1937 aparece el tercer personaje de esta historia. Por intrigas de Julieta, los ayudantes de Fang lo abandonaron. Puso avisos en los diarios, recurrió a agencias especializadas, probó infinitos postulantes, pero no encontró al hombre dócil y de rápida concepción que necesitaba. Una noche, en un café de la calle Corrientes, fue abordado por un individuo pequeño. «Necesito trabajar —dijo—; soy humilde y fiel». Esta declaración inverosímil reflejaba la verdad, sin embargo. Además, el hombrecito lo probó con su muerte. Trabajaba de lavacopas en un restaurante de Lavalle y Montevideo. Estaba trastornado, enloquecido por la magia; había gastado los veinte pesos logrados con el empeño de una máquina fotográfica en entradas para ver los trucos de Fang. Además, era cetrino y bajito. Con unos toques ligeros de lápiz y una pátina suave de polvo ocre parecía chino. Se llamaba Venancio Peralta. Fang tuvo una humorada: «Seguirás llamándote Venancio; parecerá el sobrenombre porteño de un chinito».
     Julieta era fría, superficial y astuta. Consideraba que su casamiento con Fang era el fracaso de su vida y se vengaba de él en forma minuciosa. Fang, en cambio, encontró en Venancio devoción y un ayudante práctico y eficiente.
     En diciembre de 1940 Fang estaba terminando una temporada en la capital y hacía quince días que había cambiado el programa. Entre los trucos incluidos estaba el muy difundido de escapar en pocos segundos de una bolsa, cerrada y sellada con la intervención del público. Fang era introducido en una bolsa de seda azul; la boca de ésta era cerrada y se colocaban lacres en el lazo y en el nudo. Luego caía sobre Fang una vistosa cortina circular, como una carpa, y al retirarla aparecía el mago liberado, exhibiendo el nudo y los sellos intactos. Las personas del público que habían colaborado en el acto revisaban la bolsa y verificaban el buen estado del cierre.
     Aquella noche, tres hombres, dos que estaban con sus mujeres en la platea y otro que ocupaba un palco, subieron a invitación de Julieta, que estaba muy escotada, con traje negro de baile. Fang se sacó el kimono y quedó con pantalón y blusa de seda azul. La bolsa fue exhibida al público y los tres hombres la revisaron detenidamente; no tenía falsas costuras ni agujeros. Fang entró en ella sus piernas y los demás le ayudaron a introducir el cuerpo. Venancio exhibió una cinta y la anudó alrededor de la boca de la bolsa; uno de los hombres vertió lacre sobre el nudo y pusieron un sello. La situación de las personas que rodeaban a Fang era la siguiente: dando la espalda al público estaban los dos espectadores que habían subido en primer término al escenario; luego estaba Venancio; luego, el hombre que había descendido de un palco, y luego, Julieta. Cuando terminaron de colocar el lacre, Venancio dijo: «El pájaro escapó». Un instante después se llevó la mano al corazón, caminó unos pasos por el escenario y diciendo: «Continúen: bajen el biombo», desapareció entre bastidores. Julieta lo miró como con extrañeza, pero bajó la cortina sobre Fang. A los diez segundos la subió y Fang apareció con la bolsa azul en la mano y saludó al público.
     En ese instante salió un hombre corriendo de entre bastidores y gritó algo que no pudo ser comprendido. El telón bajó y hubo un desconcierto en el escenario. Fang, Julieta y los tres hombres del público caminaron consternados hacia el foro y encontraron a Venancio en el suelo. Uno de los hombres dijo que era médico y lo revisó. Tenía un estilete clavado en el corazón. Sus últimas palabras fueron: «No culpen a nadie; yo mismo me maté».
     Se comunicó la novedad al empresario; éste apareció muy sofocado ante el público, anunció que la función quedaba suspendida y pidió calma. Pidió, además, que nadie se retirara. El bombero de guardia corrió a la calle y volvió con un agente, que perdió diez minutos anotando fruslerías en una libreta. Finalmente, apareció un oficial de policía y adoptó las primeras providencias. Las primeras providencias fueron casi exclusivamente llamadas por teléfono en requerimiento de órdenes. Una hora después llegó el doctor Fabián Giménez, juez de instrucción. El doctor Giménez era un hombre de cincuenta años, con las huellas de la buena vida y de la buena bebida, displicente y resignado a las molestias de su cargo. Lo habían sacado de una comida en el Círculo de Armas y maldecía moderadamente al criminal que elegía semejante hora para su atrocidad. Llegó acompañado de su secretario, el joven doctor García Garrido.



     Los tres hombres que habían subido al escenario a requerimiento de Julieta eran el doctor Ángel Cóppola, médico de un hospital municipal; Manuel Gómez Terry, escribano sin registro, y Máximo Lilienfeld, periodista. El doctor Cóppola era un hombre grueso, con esa elegancia envarada de los que parecen recién salidos de la sastrería; tenía el pelo blanco, pero su rostro era joven y bien rasurado. Hizo una rápida exhibición de conocimientos científicos y dejó apabullado a Gómez Terry, que sólo sabía de folios, medianeras, particiones y escrituras, además de fútbol. Durante su conversación fueron observados con cierta ironía por Lilienfeld, que era bajo, delgado, rubio, de pestañas casi blancas y estaba vestido con ropa de confección. En un momento dado el doctor Cóppola se preguntó con extrañeza cómo ese hombrecillo insignificante ocupaba tan orondo un palco avant-scène; ignoraba que era periodista.
     El doctor Giménez tomó declaraciones a todo el mundo, las cuales fueron resumidas y anotadas por el doctor García Garrido. El espectáculo se había desarrollado en forma rutinaria, salvo en dos aspectos: la posición de Venancio y Julieta en el momento de sellar la bolsa y la frase del primero pocos segundos antes de sentirse herido. Según uno de los hombres de la compañía, para facilitar el trabajo, Venancio ocupaba siempre el mismo sitio, hacia la derecha del escenario, y Julieta se colocaba en el lado opuesto, hacia el centro del mismo. Si en esta ocasión hubieran ocupado sus sitios habituales, el orden hubiera sido el siguiente: Cóppola y Gómez Terry, en primer lugar, dando la espalda al público; luego, rodeando a Fang, Julieta, Lilienfeld y, finalmente, Venancio. En cambio, el orden fue el que ya hemos indicado: primero el médico y el escribano; luego, por la izquierda de ambos, Venancio; luego, Lilienfeld, y en último término, Julieta.
     Fang había pedido permiso para retirarse a su camarín, alegando estar afectado por la muerte de su ayudante y amigo; allí fue a buscarle el doctor Giménez, constituyendo un improvisado despacho entre kimonos de seda floreada, espadas sin filo, palomas ambulantes y varias gallinas. El asesinato de Venancio había introducido el desorden en la compañía; impasible, Julieta se ocupaba con afectación de su traje y de su arreglo personal. El doctor García Garrido, humillado por tener que escribir sobre un biombo, la miraba con sofocado interés.
     El doctor Cóppola, con pomposidad científica, tomó la palabra y dijo:
     —Le sugiero, señor juez, que observe este detalle…
     Era de los que dicen a cada rato «le sugiero» sin emplear el tono de sugerencia. El juez lo escuchó pacientemente y ordenó tomar nota de sus palabras. Cóppola decía que, según sus conocimientos científicos, la única forma de que un estilete entrara en el ángulo observado era procediendo en línea recta de la bolsa azul, es decir, de Fang.
El doctor Giménez concedió algún crédito a la sugestión de Cóppola, pues llamó a Fang e inició su interrogatorio. Este se manifestó reticente ante las preguntas relativas a su profesión, lo que es explicable; y empezó a ponerse nervioso cuando notó que una teoría sobre el crimen flotaba en el ámbito del camarín.
     —Yo estaba dentro de una bolsa, cerrada y lacrada con intervención del público —dijo Fang en enfático castellano, exento ya de matices chinos.
     El doctor Giménez exigió la presentación de la bolsa, y un ayudante fue a buscarla.
    Estaba aún con la cinta anudada en la boca y tenía los sellos intactos. Estos fueron rotos por el juez, con el objeto de practicar una revisión interior. La tela era compacta y no había huellas de haber sido perforada. Entonces intervino nuevamente el doctor Cóppola.
     —Desde mi más tierna infancia —dijo— me ha interesado la magia. Ahora mismo, cargado de trabajo y de responsabilidades, suelo practicar con mis sobrinos y los niños del barrio. Si el señor juez me lo permite, le diré que es completamente inútil revisar esa bolsa.
El juez volvió el rostro y lo miró con extrañeza.
     —Queremos saber si hay dentro algún indicio. ¿Por qué no vamos a revisar la bolsa?
     —Yo dije esa bolsa —arguyó el doctor con pesada ironía.
     —¿Por qué acentúa lo de esa bolsa?
     —Porque hay otra.
     Fang miró al médico como si quisiera fulminarlo.
     —¿Es algo referente al truco empleado? —interrogó el juez.
     —Señor juez, yo mismo he hecho este truco varias veces. Hoy vine para estudiar sobre el terreno y corregir algunos defectos. Efectivamente, hay dos bolsas. Cuando Fang se introduce en la que es exhibida al público, lleva en un bolsillo interior otra bolsa idéntica, plegada. Una vez adentro, antes de que su ayudante haya anudado la cinta en la boca de la primera bolsa, Fang saca la segunda de su bolsillo y hace asomar su borde superior, de modo que la cinta rodee éste y no el de la primera. Para esto se requiere la complicidad de un ayudante avezado, que simule facilitar la fiscalización de las personas del público que han subido al escenario, pero que practique por sí mismo esa parte fundamental del truco. Cuando baja la cortina, Fang no tiene más que desprender una bolsa de otra, las que han quedado apenas ligeramente unidas por los bordes, salir de la primera, plegarla rápidamente y guardarla en el bolsillo, y exhibir la segunda al público con los sellos intactos.
     —¿Entonces, esta bolsa es la que guardaba inicialmente Fang en su bolsillo?
     —Así es —respondió el médico—. Hay que encontrar la otra.
     Ante las palabras del médico, Fang hizo un gesto como de una persona sorprendida en un engaño y sacó de su bolsillo la bolsa buscada, entregándola al juez. Este la revisó detenidamente, pero estaba tan libre de indicios como la anterior.
     —Puede no ser ésta —dijo el médico—; generalmente estos hombres tienen tres o cuatro repuestos.
     El juez ordenó una busca por todos los rincones del teatro. Durante una hora fueron revisados los baúles de Fang, los camarines en todos sus rincones y los decorados, que se amontonaban en el escenario, pero el resultado fue infructuoso.
    Además, la seguridad de que Fang utilizaba sólo esas dos bolsas para su truco fue certificada por el empresario, por los obreros del teatro y por Julieta. En ese momento el periodista Lilienfeld habló por primera vez.
     —¿Por qué Venancio habrá dicho: «El pájaro escapó»?
     Luego agitó sus pestañas casi blancas y se quedó mirando a Fang. Este se adelantó a explicar el motivo.
     —Yo no escuché bien la frase —dijo—, pero generalmente Venancio decía algo cuando estaba listo a recibir la punta de la bolsa para anudarla.
     —Sí; pero él dijo «el pájaro escapó» cuando la cinta ya estaba atada y sellada…
     El juez se había quedado silencioso, con la mirada perdida en lo alto del camarín.
    El doctor García Garrido sabía que estaba pensando en la comida del Círculo de Armas, pero los demás creyeron que se concentraba en el misterio del crimen. Al rato pareció reaccionar.
     —Hay un hecho importante —dijo el juez—: Venancio Peralta exclamó antes de morir: «No se culpe a nadie; yo mismo me maté». Esto es atestiguado por los señores Cóppola, Gómez Terry y Máximo Lilienfeld, además de la esposa de Fang. Esto no se puede destruir con nada. No se me escapa que un hombre tiene que estar muy trastornado para clavarse un estilete en pleno escenario. Es espectacular, indica una clara morbosidad, cuya caracterización será motivo de un dictamen científico. Por todo esto creo que no debemos detenernos. Solicito a cada uno de ustedes su palabra de honor de no alejarse de la capital hasta que termine la instrucción del juicio. No veo la necesidad de detener a nadie por el momento.
    Fang agradeció efusivamente las palabras del doctor Giménez, y en los ojos melancólicos, ligeramente metálicos de Julieta, brilló una luz, como un rayo furtivo. Todos juraron mantenerse a disposición del juez y éste se despidió y salió seguido de su secretario. El oficial de policía dispuso el traslado del cuerpo de Venancio, de acuerdo con la orden del juez, e inició los trámites complementarios del sumario.



     A las tres de la mañana el doctor Cóppola, Manuel Terry y Máximo Lilienfeld se encontraron en la calle. Las esposas de los dos primeros habían esperado en la puerta del teatro y se unieron a ellos. Lilienfeld tenía el estómago vacío y propuso tomar algo. El doctor Cóppola observó al periodista, con aire del que practica un examen científico, y vaciló unos minutos. Creía que Lilienfeld ensayaba hacerle pagar una comida; además, exhibirse en un lugar público con un individuo de las trazas del periodista le resultaba vagamente incómodo. El encuentro, a pocos pasos, de una cervecería alemana, le sacó ese peso de encima; allí no podría encontrarle nadie.
     Lilienfeld pidió una cerveza; Gómez Terry, un café, y el doctor Cóppola, una soda. Las mujeres tomaron café. Parecía un concurso de economía. Al rato Lilienfeld pidió otra cerveza y un sandwich. El doctor Cóppola tenía un apetito atroz, pero se contuvo; pensaba que si comía, el periodista aprovecharía para hacerle cargar con la cuenta total.
     —Menos mal que fue un suicidio —empezó Gómez Terry, por decir algo.
    Lilienfeld pidió otra cerveza y otro sandwich, y mientras masticaba con avidez, en medio de un incansable batir de pestañas, exclamó:
     —¡Qué locura! ¡Es seguro que no es suicidio!
     —Pero él dijo: «No se culpe a nadie; yo mismo me maté».
     —Por eso mismo —continuó Lilienfeld—. Él dijo: «Yo mismo me maté»; es decir, yo cometí un error fatal, yo me busqué esto, yo tengo la culpa, o cualquier otra cosa por el estilo. Nadie ha buscado una relación lógica entre los hechos y las palabras de esta noche.
     —Entonces, ¿usted tiene una versión? ¿Por qué no habló? —interrogó el médico con reproche.
    —Usted hablaba todo el tiempo y no me dejó ni un resquicio; además el juez me miraba con lástima —dijo Lilienfeld. Pidió otra cerveza, ante la alarma del médico, y continuó—: Hay tres cosas insólitas, que rompen la rutina de esta noche: Venancio dice: «El pájaro escapó», y Fang miente sobre el momento en que escuchó estas palabras. La verdad es que no comprendió bien la frase, pues de ser así, el drama no hubiera ocurrido. En segundo lugar, el orden de las personas que rodeaban a Fang fue alterado a último momento y Julieta ocupó el puesto de Venancio. En tercer término, Venancio dice: «No se culpe a nadie; yo mismo me maté». La solución es ésta: Fang estaba enloquecido por las injurias de Julieta y proyectó asesinarla. Sin embargo, no podía cometer un crimen común: todo el mundo sabía sus peleas y sería sospechado de inmediato. La única solución consistía en un crimen a la vista de todo el mundo, con una coartada eficaz. Necesitaba un cómplice, del mismo modo que lo necesitaba para sus trucos. Venancio era su aliado, prácticamente su esclavo. Acogió con entusiasmo la idea porque su devoción hacia Fang lo llevaba a imitarlo en sus odios y simpatías. Quedaron en que Venancio, después que Fang se introdujera en la bolsa, le pondría un estilete en la mano, por la parte de afuera del género, el que sería fácilmente disimulado en un pliegue del mismo. Hacía años que practicaban el truco y siempre Julieta ocupaba el mismo sitio. En el momento de lacrar la bolsa todos estaban muy cerca de Fang, hasta que terminaba la operación. Este podía calcular exactamente la altura del corazón de Julieta. La mujer intuyó que algo se preparaba contra ella; quizá Venancio demostró excesiva nerviosidad. En el momento en que iba a colocar el lazo, Julieta se deslizó y ocupó su sitio; aquél no pudo hacer otra cosa que ocupar el sitio de la mujer. Para avisar a Fang, dijo: «El pájaro escapó», pero el mago, nervioso por primera vez en un truco, escuchó la voz, pero no entendió el sentido. El pobre Venancio pagó su fidelidad con la muerte.
     El doctor Cóppola y Gómez Terry lo miraban por primera vez con respeto.
     —Hay que avisar al juez —dijo Cóppola.
   —Yo que usted no lo haría; no me gusta meterme en líos con la justicia —repuso Lilienfeld—. Además, Fang está condenado. Julieta sabe que él la quiso matar y lo tiene en su poder. Al pobre no le queda más que el recurso de suicidarse; quizá invente un buen truco para eso.
     Ante el asombro de Cóppola y de Gómez Terry, Lilienfeld sacó un flamante billete de cien pesos y llamó al mozo.
Había tomado diez medios litros.
     —Discúlpenme, pero tengo que hacer —dijo, pagando la cuenta.
     —¿Se va a dormir? —interrogó el médico.
     —No; tengo que tomar unas cervezas con un amigo —repuso.








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MANUEL PEYROU
, nació en 1902 en San Nicolás de los Arroyos. Fue periodista, crítico y escritor en Los Anales de Buenos Aires y en los diarios Crítica y La Prensa, donde publicó una columna de comentarios durante diez años bajo el seudónimo de Septimio. 
Publicó cuatro libros de cuentos que aportaron originalidad e ironía al género policial y que merecieron diversos premios. Entre ellos destacan La espada dormida (1944) y La noche repetida (1953). También escribió cinco novelas, entre las que destacaré El estruendo de las rosas (1948) y Acto y ceniza (1963).
Borges publicó un artículo sobre él en el diario El País, el 17 de diciembre de 1985, donde decía:

“…Manuel Peyrou profesó el arte, hoy casi perdido, de urdir curiosos argumentos y de narrarlos de un modo lúcido, con sentencias claras y eufánicas. Ahora, si no me engaño, se prefieren las frases truncas, la cacofonía y el abuso de las malas palabras que los condiscípulos nos revelan en la escuela primaria y que se aluden fácilmente después. La literatura actual se complace en las facilidades del caos y de la azarosa improvisación. En nuestros días se da el nombre de cuento a cualquier presentación de estados mentales o de impresiones físicas; se olvida, asimismo, que la palabra escrita procede de la palabra oral y busca análogos encantos. Acaso todo cuento debe escribirse para el último párrafo o acaso para la última línea; la exigencia puede parecer una exageración, pero es la exageración o simplificación de un hecho indudable. Si mal no recuerdo, Julio Cortázar dijo alguna vez que el cuento debe ganar por knockout. Un prefijado desenlace debe ordenar las vicisitudes de toda fábula. Peyrou, que cumplió con esta exigencia, ha legado a la memoria de los lectores muchos relatos ejemplares…”

Admirador de Chesterton, Faulkner, Marcel Schwob y Carson McCullers, Peyrou fue un autor refinado e íntimo amigo de Bioy y Borges, con los que compartía la afición por el género fantástico y un humor muy particular. Fue uno de los pocos escritores argentinos que integró la emblemática colección El Séptimo Círculo, creada y dirigida por sus dos amigos. El libro seleccionado fue El estruendo de las rosas que ocupó el tomo n° 48, número que,  curiosamente, significa el “muerto que habla” en los números de la quiniela.
Su pasión por los juegos de palabras, las paradojas y las piruetas argumentales no exentas de crítica social y de costumbres suponen un reto a la inteligencia y un laberinto lleno de sorpresas. 

sábado, 17 de junio de 2023

THE SPLIT - creada por Abi Morgan


HANNAH y SUS HERMANAS.-
The Split es una serie de abogados cuyos protagonistas sólo visitan los juzgados una vez por temporada. Y parece más que suficiente; porque aquí lo que interesa es el drama familiar y amoroso de las hermanas Defoe, dos de ellas abogadas de referencia para causas de divorcio.

El drama está ambientado en el complejo y vertiginoso mundo de los divorcios de alto standing en Londres. El ritmo y las tramas legales que se desarrollan en el bufete nos entretienen por su actualidad (VIPs, maternidad subrogada, acuerdos prematrimoniales, etc.); pero las tramas que dan continuidad y viveza a la serie las proporciona la propia familia Defoe con sus vidas y aflicciones. Son tres hermanas, Hannah (Nicola Walker), Nina (Annabel Scholey) y Rose (Fiona Button), a las que se une su formidable madre Ruth (Deborah Findlay) creadora de la saga Defoe y del bufete del mismo nombre que brilla en el olimpo de Londres para casos de divorcio. 

Ruth es una madre soltera, fuerte y controladora. Se sobrepuso al abandono de su marido hace ya treinta años y creó el bufete con sus hijas bajo el lema "nosotras cuatro contra el mundo". Pero su personalidad es tan absorbente que Hannah acaba de huir a una firma de mayor tamaño buscando su propio espacio... y ¡qué casualidad! allí trabaja Chistie (Barry Atsma), un antiguo amante al que abandonó justo antes de casarse con Nathan y formar una familia ejemplar. Para completar el cuadro el padre de las Defoe ha vuelto de Nueva York e intenta contactar con ellas; aunque tras el fiasco de su abandono ninguna acepta verlo.



La serie es brillante sin ninguna duda y lo mejor del espectáculo es ver cómo la escritora Abi Morgan (creadora de series tan maravillosas como River o The Hour y guionista de películas como Shame, Sufragistas o la Dama de Hierro) nos sumerge con dinamismo y encanto en las complicadas relaciones personales y laborales de sus protagonistas. Las Defoe nos enamoran con su éxito profesional y sus vidas bulliciosas e imperfectas. Ellas nos regalan una inmensa gama de sentimientos en conflicto y cambios de humor. 

Me gusta mucho apreciar los trazos que sigue el guión, ver cómo surge una idea que va afectando a un personaje y luego a otro hasta que explota: Nina es una cabeza loca que se ha quedado embarazada sin desearlo y duda si abortar. Habla con Hannah para que le asesore. Ésta le cuenta su experiencia, cuando tuvo que hacerlo a los pocos meses de casarse. Hasta aquí todo normal. Pero luego Nina se cruza con Christie, habla de su embarazo y del aborto que afrontó Hannah casi recién casada. Entonces él recuerda la noche que estuvieron juntos antes de la boda y sospecha si aquel hijo era suyo. ¿Abortó Hannah por su cuenta sin decirle nada? 
¡Oh, cómo se complica todo y qué gozoso es!

La serie aporta una visión dolorosa, contemporánea y realista de las relaciones afectivas, desarrollando una abundante variedad de registros. Las abogadas desprenden elegancia y magnetismo y en cada caso de divorcio que afrontan asistimos a un retrato adulto de toda una gama de emociones: amor, miedo, egoísmo, venganza, deseo y siempre la amenaza de un corazón roto en busca de la felicidad. Los diálogos son muy vívidos y no falta el humor. Juega a su favor la sólida construcción de las tramas y unos personajes adultos, modernos y creíbles que exploran las múltiples capas que hoy en día albergan las relaciones personales.



Hannah es la mayor y “siempre hará lo correcto”, como no se cansa de repetir su madre. Siempre ponderada y muy responsable, este equilibrio a veces la consume haciéndole acariciar la idea de rebelarse. Desearía ser más impetuosa y menos juiciosa, vivir la vida con mayor intensidad. El hecho de que conviva con Christie todos los días, será una tentación permanente. Ha construido una familia ideal con Nathan (Stephen Mangan), un tipo atractivo y también de exitosa carrera. Pero la vida moderna está llena de celadas. Un día, un tabloide hace explotar un escándalo: una web de citas es hackeada y los nombres de los más de 100.000 usuarios, entre los que se cuentan empresarios y políticos, son publicados. Oh ¡entre ellos está el nombre de Nathan! Esta es otra característica que abunda en la serie, la actualidad de su temática y el impacto de las nuevas tecnologías.

Este engaño hace que el equilibrio permanente de que hace gala Hannah esté a punto de romperse. De pronto las crisis, ruindades y traiciones con que lidian sus clientes penetran en su propia vida. Sin embargo, esta situación de vulnerabilidad que afecta a Hannah hace que nos atraiga más y que nos sintamos más cerca de ella. Además, Nicola Walker* le aporta al personaje una enorme pausa y profundidad que la convierten en la reina de la función. Recordemos que Walker es una excelente actriz de teatro y su estilo contenido y luminosa mirada son de los que atrapan.

La siguiente en el escalafón es Nina (Annabel Scholey), también abogada, pero de espíritu más libre que su hermana mayor y con una vida íntima que roza lo caótico. Es una voraz consumidora de hombres. Ella misma llega a decir que “no sabe con quién se va a acostar la semana que viene”; pero que acostarse se va a acostar. Muchas veces le recrimina a Hannah lo seria que es; aunque siempre están muy unidas. Ambas cuidan de la hermana menor, Rose (Fiona Button), una inocente joven que acaba de prometerse con un tipo tan agradable como simple (Rudi Dharmalingam) ante quien no deja de tener dudas. Rose es la indefinida de la familia, no sabe qué quiere hacer con su vida ni con su matrimonio por lo que sus crisis son periódicas.

Paradójicamente The Split (La separación) de lo que más y mejor habla es del amor; de ese fulgor que orienta nuestras vidas mientras sufre constantes marejadas de miedos, malentendidos y mentiras. Para desarrollar este tema tan universal nada mejor que contar con personajes carismáticos, complejos y creíbles que nos muestran sus deseos, secretos y vulnerabilidades. Todo ello aderezado con las argucias y recursos legales más sofisticados. Al fin y al cabo, las Defoe son unas fieras defendiendo a sus clientes y son de las que opinan que la familia es una carga de la que sólo puedes decidir cómo llevarla. Lo cual me hace recordar a Groucho Marx cuando razonaba que la primera causa del divorcio es el matrimonio.



En este sentido cabría decir que la serie tiende a lo sentimental, lo cual es cierto, pero en ningún caso cae en la ñoñería. Su complejidad emocional es su mejor pasaporte. También podríamos discutir si lo que vemos en pantalla no es más que una telenovela sobre gente privilegiada que viste unos outfits fastuosos y tiene unas casas y oficinas envidiablemente lujosas. Pero creo que eso forma parte del espectáculo y que Hannah y sus hermanas aportan una experiencia muy vital y emocionante.

Como contrapunto a la vida sentimental de estas hermanas, los casos que afrontan en el bufete ilustran problemas clásicos de pareja, pero bajo el prisma de hoy en día y el impacto de las nuevas tecnologías. En la T1 cada episodio refleja un caso y sus asuntos son tan controvertidos y actuales como la eutanasia, la maternidad subrogada, la custodia de los hijos de un famoso comediante, las negociaciones prenupciales entre una estrella de fútbol y su prometida o un VIP que pelea con su ex por los embriones congelados.

En cambio, la T2 opta por un solo caso que se prorratea a lo largo de sus 6 episodios, el del control coercitivo y maltrato psicológico al que somete un marido y productor televisivo a su mujer y presentadora de TV, Fi Hanson (Donna Air). Ahí se apunta la enorme dificultad psicológica que sufre una mujer para romper con su maltratador, incluso siendo famosa e independiente económicamente.









Vuelvo al seguimiento de los trazos del guión. La segunda temporada tiene la curiosa característica de que, dado que Hannah está separada –aunque no divorciada- e inicia una aventura con Christie, todas las conversaciones que tiene en el bufete sobre sus casos, entrañan una doble lectura en la que ella misma se ve reflejada. Delicioso. El hecho de que te cruces constantemente con tu previsible amante en el bufete provoca una tensión sexual indisimulada que hace sentirse a Hannah tan feliz como culpable.

Como curiosidad señalar que en esta temporada 2 el equipo de abogados del bufete acude a la Facultad de Derecho para desarrollar un juicio simulado ante los alumnos. El caso que exponen es semejante al del Coronel Chabert, la obra de Balzac, sobre las dificultades que afronta un hombre dado por muerto cuando intenta volver a su vida... Humm. También resulta muy curiosa la presencia un tanto cómica de un obispo cuya lista de deseos nos hace reflexionar sobre el cruce entre la fe y el amor.


























Con la Temporada 3 concluye este festival y la noción de final impregna los episodios ya que varios de los casos tienen que ver con la muerte. Asimismo, el matrimonio de Hannah y Nathan está a punto de concluir, intentando ellos mismos demostrar si es posible acordar un buen divorcio. La serie se sitúa diez meses después de la separación, justo cuando están a punto de firmar los papeles... aunque ellos siguen acosados por las dudas y aferrados a todo lo que aún tienen en común. Sin embargo, la revelación de un secreto situará a la pareja en un nuevo punto que les ayudará a tomar decisiones.

Una serie muy notable para navegar por los laberintos de la pareja. 






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Nicola Walker también aparece en series tan excelentes como River y Unforgotten.
** The Split consta de 3 temporadas de 6 episodios cada una. Las dos primeras están disponibles de forma gratuita en RTVE Play; mientras que en Filmin está la serie completa.

Father And Daughter - de Michaël Dudok de Wit






Esto es lo que tiene la música y la poesía, que juegan con el tiempo y la emociones en base a unos símbolos que son capaces de penetrar intuitivamente hasta lo más recóndito de nuestro ser.
El corto es una profunda y transparente metáfora de la vida, desnuda como un aria cuyas notas van puntuando nuestra existencia. 

El momento de enseñar o aprender a andar en bicicleta es un momento que  repetimos y compartimos todos, bien sea como padres o hijos; pero también es un símbolo de cómo los padres trasladamos nuestra experiencia a los vástagos. ¿Y qué es la vida sino una montaña de momentos de pérdida y esperanza?

La rueda es una potente alegoría del paso del tiempo y de la vida. Así queda reflejado en esos primeros planos que se repiten de la rueda de la bicicleta dando vueltas mientras la hija se va haciendo mujer llegando incluso a ser anciana.

El desenlace es hermosísimo y muy coherente con el diseño gráfico del corto, hecho de sombras, como la vida.





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M. Dudok de Wit es un director, guionista, animador e ilustrador holandés que ganó el Oscar en 2000 por este corto. Hoy es muy reconocido por su largometraje de animación La tortuga roja (2016), una historia muda sobre un náufrago en un isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves en la que, de nuevo, ilumina los leves trazos de la vida humana con la luz de la alegoría. La película contó con la coproducción del Studio Ghibli. 

viernes, 9 de junio de 2023

RING SHOUT: NUESTRO CÁNTICO - de P. Djèlí Clark



Ring Shout (Nuestro Cántico) es un libro singular ya que se mueve constantemente entre la realidad histórica y la fantasía. Se trata de una novela corta y trepidante que en menos de diez páginas ya ha creado todo un mundo alternativo basado en las luchas racistas que vivió EEUU en los años 20, además de poner en pie un personaje tan carismático como Maryse Boudreaux, una joven de raza negra que lidera la lucha armada contra los supremacistas blancos del Ku Klux Klan. La guerra de guerrillas de estas rebeldes negras junto a la implicación de la magia y la hechicería nos ofrecen un cóctel explosivo y sangriento.

Djèlí Clark utiliza esta base histórica para relatar una guerra abierta entre un grupo de rebeldes negros contra los supremacistas del capirote blanco transmutados en bestias sanguinarias. Ya lo eran, por lo que el novelista no se anda con zarandajas, les quita su máscara humana y crea este grupo de resistencia dispuesto a masacrarlos. Lo mismo que hizo Tarantino en Malditos Bastardos, cuando se inventó un pelotón de judíos que se infiltraba en las líneas enemigas para matar nazis.

La novela comienza con la marcha que el Ku Klux Klan está realizando por las calles de Macon, Georgia, en la fiesta del 4 de julio. Hasta aquí todo “normal”. Pero el relato nos lleva hasta una azotea cercana donde tres cazadoras de monstruos están apostadas. Maryse Boudreaux está al acecho de los ku klux junto a sus compañeras, la francotiradora Sadie y la experta artillera Cordelia “Chef” Lawrence, cuya experiencia con bombas en la Gran Guerra les va a resultar de lo más provechoso. Este trío protagonista dará mucho juego en la novela por su complicidad y humor desenfadado, el cual sirve de contrapunto a una historia terrible de odio y destrucción. En estos tiempos oscuros los líderes del Ku Klux Klan han evolucionado a brujos que, aprovechando la gasolina del odio, convierten a sus más fieros acólitos en monstruos depredadores sedientos de sangre –los ku klux- a los que sólo se puede matar con proyectiles de plata. A los ku klux se les cambia constantemente la cara, como si estuviesen mal sintonizados; y beben agua todo el rato porque, dicen, "vienen del infierno y siempre tienen sed".
"Enseguía me doy cuenta de que hay algo raro en ellos. No son solo esos disfraces ridículos. Ni porque estén olisqueando una perra quemá y despedazá igual que la gente normal olería su comía. Andan de un modo extraño, como rígidos y a trompicones, y respiran demasiao rápido. Esas cosas de las que te das cuenta a poco que te fije. Pero en lo que solo pueden reparar unos pocos (gente como Sadie, Chef o yo) es en los movimientos de sus caras. Porque se les mueven de verdad. No se les quedan quietas en ningún momento, to el rato venga a ondular y retorcerse, como en los espejos esos raros de las ferias." pág. 25.
Ese mismo Día de la Liberación con que se abre la novela supondrá un punto de inflexión en su lucha: las tres amigas van a descubrir que los ku klux a los que persiguen con denuedo, han evolucionado; ya no se les puede matar con balas o metralla de plata. Incluso despedazados por las bombas de “Chef” continúan persiguiéndote para comer tu carne y beber tu sangre.
Wow.
Esta primera escaramuza es brutal, lleva a las tres jóvenes hasta el límite de la muerte y resulta aterradora.


Como se ve Historia y ficción se entrelazan hábilmente para presentarnos un mundo de lo más inquietante cuyo origen el autor focaliza en el estreno de la película de D. W. Griffith, El nacimiento de una nación. La película ya es de por sí un explícito alegato racista que hace apología del Ku Klux Klan y Djèlí Clark aprovecha esta circunstancia para convertirla en un icono proselitista de gran potencia, capaz de llevar a los racistas blancos hasta el paroxismo y convertirlos en bestias asesinas. Hasta los blancos que desconocían el Klan sucumbían al hechizo de las imágenes en movimiento que representaban a los negros de forma atroz, como gente brutal, inclinada al crimen y con un exacerbado deseo sexual.
"Cuando en 1915 se estrenó El nacimiento de una nación, corrieron ríos de tinta sobre lo bien que reflejaba la realidad, de un modo insólito. Las entrás se agotaban semana tras semana, mes tras mes. Se proyectó en el Tribunal Supremo, en el Congreso e incluso en la Casa Blanca. Los blancos devoraban aquellas imágenes que mostraban a unos hombres blancos embetunaos persiguiendo a unas muchachas blancas. Las mujeres blancas se desmayaban en la butaca. Tengo entendío que un blanco que llevaba una pistola le disparó a la pantalla porque, decía, "intentaba salvar a la buena damisela del maldito moreno salvaje". pág. 40
De nuevo la Historia real se entreteje en el tapiz de la novela porque efectivamente la película se proyectó en la Casa Blanca a instancias del presidente de la época, Woodrow Wilson, Premio Nobel de la Paz en 1919 por impulsar la Sociedad de Naciones después de la Primera Guerra Mundial, aunque también defensor de la segregación racial y escritor revisionista con respecto a la Guerra de Secesión.

Pero los hechos se precipitan y, tras descubrir la evolución de los ku kluxes, el trío protagonista se entera de que en Macon están confluyendo fuerzas aterradoras. Para los próximos días se prepara un gran relanzamiento de la película proyectándola en Stone Mountain, lugar emblemático de la Confederación investido ahora con el aura de emplazamiento mágico. Pretenden convertir la proyección en un feroz ritual de odio y maldad capaz de abrir un portal por el que acceda a la Tierra una criatura demoníaca que la colonizará. La escala de la amenaza de pronto cobra una dimensión global de la que Maryse, por su especial espiritualidad, se convertirá en la figura clave. El brujo líder del Klan, Carnicero Clyde, necesita sus cualidades para convocar a la Gran Cíclope por lo que la invita a elegir su destino, uniéndose a ellos para disfrutar de poder absoluto o pereciendo con los defensores de la libertad. La propuesta no es baladí: "Podemos darte lo que más deseas: poder sobre la vida y la muerte".

Y es que esta guerra no sólo se ventila con fusiles y bombas. Maryse Boudreaux posee otras armas con las que enfrentarse al mal. Tiene una sensibilidad única que le permite acceder a una dimensión sobrenatural donde mantiene contacto con las “tías”, tres ancianas visionarias que la están educando en los ritos antiguos a la vez que le avisan de posibles amenazas. También cuenta con una espada fantasmagórica que puede invocar en su mano, en la que confluyen todas las almas torturadas durante la esclavitud.
"Tengo una espá que canta.
Acude a mí en cuanto pienso en ella mientras mascullo una oración, salía de la na pa solidificarse en mi puño ya preparao: una empuñadura de plata unía a una nubecilla que fluye como el aceite ennegrecío antes de disiparse. La hoja plana con forma de pétalo que queda a su paso mide casi la mitad que yo y tiene diferentes grabaos a lo largo del hierro oscuro. Una sucesión de visiones bailan en mi cabeza, como ocurre siempre que la espá viene: un hombre que extrae plata con los pies en carne viva en una mina de Perú; una mujer que grita y expulsa la sangre del parto en la bodega de un barco de esclavos; un niño que, hundío en el agua hasta el cuello, vadea los campos de arroz de las Carolinas.
(...) Las visiones son siempre distintas. Gente que solo Dios sabe cuánto tiempo lleva muerta. La espá atrae sus almas, y puedo oír sus cantos, una mezcla de idiomas cuya armonía me envuelve, posándose en mi piel. Son ellos los que obligan a los que están confinaos en la espá (los caciques y los reyes que los vendieron) a invocar a los antiguos dioses africanos pa que se manifiesten, y a bailar al son de las oraciones" pág. 31
Aunque la espada no es un objeto neutro sino un instrumento de venganza que exige que quien la empuñe "debe verter en ella su rabia y su dolor". Las "tías" temen que la espada convierta a Maryse en asesina y la acerque a los dominios del mal. 

Como se ve, la trama fantástica es coherente y está genialmente articulada. La espada mágica, la cultura gulá de ritos y cánticos que los negros africanos preservaron en las Carolinas, los mitos de las “tías” y de la Gran Cíclope, las pesadillas de los Doctores de la Noche que raptaban a los negros de las plantaciones o el rito iniciático que tiene que afrontar Maryse adentrándose en un bosque onírico en busca del Roble del Ángel Muerto, donde un espíritu le ayudará a comprender la esencia del odio.


Hay dos rupturas en la novela: una es la rebelión armada de los negros ante el abuso de los blancos. Otra que las heroínas y ejecutoras son mujeres. Las tías Ondine, Margaret y Jadine nos recuerdan a las Moiras de la mitología griega, aunque son seres ambiguos que provienen del mismo lugar que los ku klux. Sin embargo Maryse confía en ellas porque el Carnicero ya vino a raptarla hace siete años y ellas lo impidieron, querían "robarnos a nuestra paladina para convertirla en la suya". Y además la joven cuenta con la tutela de Nana Jean, la hechicera gulá que es la verdadera guía espiritual de la rebelión. Junto con el “Tío Will”, encargado de los cánticos y rituales de los que habla el título del libro, son el sostén mágico que respalda la caza de monstruos.

Ring Shout está contado por Maryse en primera persona con su auténtico y expresivo lenguaje paleto (como se aprecia en las citas). Esto y el carácter de sus compañeras proporciona momentos muy divertidos, pero también subraya la gran humanidad con la que el novelista ha retratado a su protagonista. Clark utiliza con sabiduría los lenguajes asociados a cada grupo para retratar de forma muy vívida el trasfondo cultural de esta historia. Así Nana Jean sólo se expresa en Gulá, “"Eo Buckrah caminao tre os diabolos el tempo bastante e saber discerner ejemplo”, un idioma criollo que nos evoca toda la cultura Gulá existente en Carolina del Sur y las Sea Islands, donde el clima tropical favoreció un asentamiento mayoritario de los negros y con ello la preservación cultural de estilos de vida africanos en mayor medida que en otras partes de EEUU. Todo ello nos permite estar tan cerca de las rebeldes como Emma, la profesora alemana que convive con ellas y no deja de tomar notas.

Ring Shout es fantasía y terror pero no por eso elude los elementos de carácter reivindicativo racial. Al utilizar puntos de anclaje de la Historia real, Djèli Clark consigue hacernos llegar la profundidad y extensión del racismo tanto como aguijonear nuestra curiosidad hasta incitarnos a consultar las muchas historias que entrelaza. Como cuando Emma les intenta convencer de que su lucha es la misma que la de los obreros.
"Chef se ríe.
-Tus obreros blancos pobres serán los primeros en lincharnos. En Chicago expulsaron de los sindicatos a los de color. -Se inclina hacia Emma-. Cuando era una cría, los blancos se sublevaron porque Jack Johnson tumbó a un blanco en un cuadrilátero un Cuatro de Julio. Empezaron a perseguir a los morenos desde Nueva York hasta Omaha. Degollaron a un hombre de color en un tranvía, solo porque dijo quién había gano el combate. ¿Crees que Marx podría arreglar eso?"
pág. 52







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El Nacimiento de una nación  es la película fundacional del lenguaje cinematográfico. Está basada en la novela The Clansman (El hombre del Clan), de Thomas Dixon, y aboga abiertamente por la supremacía blanca. La película está dividida en dos partes, la primera centrada en la Guerra Civil y la segunda en el posterior periodo de Reconstrucción. Cuenta la historia a través de dos familias blancas, los Stoneman en el Norte y los Cameron en el Sur, amigos fraternales antes de una guerra que acabará enfrentándolos.
Si bien es cierto que la película es abiertamente racista y hace apología del Ku Klux Klan, lo más interesante es que definió de modo imperecedero el lenguaje cinematográfico. Hasta su estreno en 1915, los films eran prácticamente documentales o mantenían la cámara en un plano fijo frente a la escena. Pero Griffith quería contar una historia y para ello puso en juego por primera vez todo un arsenal de recursos técnicos y expresivos sin los cuales no existiría la narración fílmica, ni la tensión dramática. Para conseguir el efecto deseado de realismo y emoción no dudó en utilizar el primer plano, el plano largo, el fundido a negro, el montaje en paralelo, la fotografía nocturna, las panorámicas, los flashback.... Había nacido el lenguaje cinematográfico.
Incluso su forma de rodar y montar las escenas de acción con multitudes se puede rastrear en películas como “Braveheart” o “El Señor de los Anillos”.
Con Griffith, el cine dejó de ser teatro. Para él la unidad del film ya no era la escena sino la toma. El corte y yuxtaposición de los fragmentos de celuloide durante el montaje permitieron al director controlar el ritmo del film para componer una narración que transmitiese emoción y realismo.
Ahora bien, el contenido de la cinta es repugnantemente racista ya que fija sus ejes en la raza y  en la lucha por la pureza racial. Así lo demuestra un cartel al inicio de la película donde declara su intención de mostrar las secuelas y los horrores de la guerra, para inmediatamente después explicar que “la introducción del africano en América plantó la primera semilla de la desunión”: desviando así el foco desde un enfrentamiento Norte-Sur derivado de las profundas divisiones económicas, políticas y sociales hacia una cuestión sexual/racial. 
Se aprecia con claridad que la película se centra en la contraposición de la virtud de la raza blanca frente al vicio de la negra. Incluso llega a dar una imagen del linchamiento de negros como algo positivo y necesario.
Asimismo, en su apología del Ku Klux Klan, la película llega a incluir una cita del Presidente Woodrow Wilson, defensor del segregacionismo y de un revisionismo histórico que presentaba una visión romántica de la causa confederada mientras demonizaba grotescamente a los afroamericanos y a los soldados nordistas : "Los hombres blancos fueron despertados por un mero instinto de autoconservación [...] hasta que por fin surgió un gran Ku Klux Klan, un verdadero imperio del sur, para proteger a la Nación del sur".