viernes, 29 de mayo de 2020

La JOVEN AHOGADA - de Caitlín R. Kiernan


Esta novela es un libro de conjuros. La protagonista es India Morgan Phelps, Imp para los escasos amigos, que desde muy pronto nos confiesa su esquizofrenia, lo cual convierte al relato en algo absorbente y a la narradora en alguien muy poco fiable. Imp teje sus vivencias y recuerdos sin saber los que son verdaderos o falsos
“Sin duda, soy una loca, y tengo que tomar pastillas que en realidad no me puedo permitir para evitar estar ingresada en un hospital, pero todavía veo fantasmas allá donde miro, cuando miro, porque, una vez que empiezas a verlos, no puedes parar”.
Imp vive sola en la ciudad de Providence, Rhode Island, la cuna de H. P. Lovecraft. Un día conoce a Abalyn, que escribe reseñas de videojuegos para una revista online y cree haber encontrado el amor. Pero ese precario equilibrio se rompe cuando aparece una tercera mujer, Eva Canning, a la que encuentra desnuda en la carretera, recién salida del río Blackstone y se la lleva a casa. 

Nunca sabremos si Eva fue un fantasma o una realidad, pero sabemos que para Imp supuso un profundo hechizo que representó las dos caras de la realidad, la de la belleza y la del horror, las sirenas y los lobos. Todo ello vinculado irremediablemente al descubrimiento de La joven ahogada, el cuadro de Saltonstall que la hechizó desde que lo descubrió cuando su madre la llevó al museo de Rhode Island en su undécimo cumpleaños. Esa imagen marcará obstinadamente su vida. Luego vendrá su lectura del cuento de Jules Supervielle, L´incconue de la Seine, y posteriormente la experiencia de encontrarse con Eva Canning, desnuda y procedente del cercano río.
"Apenas pensé en La Joven ahogada en los años que siguieron a mi primer encuentro con el cuadro. Apenas lo recordé. Y cuando volvió a entrar en mi vida, lo hizo, aparentemente, por puro accidente. O esa fue mi impresión por aquel entonces. Ya no estoy segura de que siga siéndolo. La llegada de Eva puede que transformara la casualidad en otra cosa. Empiezo a imaginar maquinaciones donde antes sólo escuchaba la cacofonía del azar. Los locos hacemos eso todo el tiempo, a menos que se acepte la teoría de que tenemos una habilidad de percibir el orden y la connotación que no está al alcance de las mentes de las personas "cuerdas". Yo no lo acepto. Quiero decir que no estoy de acuerdo con esa idea. No tenemos un don. No somos mágicos. Estamos leve y profundamente rotos. Por supuesto, eso no es lo que Eva dijo." pág. 79 
Alrededor de este encuentro y sus claves la protagonista nos relatará su odisea aquejada de delirios y amenazas.
Reproducción de La Joven Ahogada de Saltonstall que aparece en el libro

Sobre el relato se cierne una atmósfera de lánguida melancolía punteada por momentos de verdadero pánico; porque esta inquietante novela se configura como una verdadera exploración de una mente quebrada. Redactada como un monólogo interior todo está escindido en la cabeza de Imp. Está ella como protagonista y ella como narradora, está su fascinación por Eva Canning y su amor por Abalyn, están sus encuentros con Eva tanto en Julio como en Noviembre, con Imp defendiendo que ambos fueron "primeros encuentros"; están las historias que le asaltan identificando a Eva como sirena primero y como lobo después. Todo está mezclado como un sueño y las páginas juegan a desentrañarlo en un recorrido a través de la memoria, lleno de espejos y pistas falsas.
«Ahora voy a escribir una historia de fantasmas», tecleó ella.
«Una historia de fantasmas con una sirena y un lobo», siguió tecleando.
Yo también tecleé. 
Este es uno de los aspectos más fascinante y mejor llevado del libro. La dificultad de trasladar la experiencia propia cuando te asaltan dudas sobre tus propias vivencias y, sobre todo, su necesidad de hacerlo, más allá de sus inconscientes resistencias.
"Quiero intentar escribir sobre la carretera. Y sobre la noche que conocí a Eva Canning. Si embargo, de momento da lo mismo que sea la 122 que bordea el río Blakstone, a las afueras de Millville, Massachusetts, o si es la Carretera de la Guarida del Lobo al noroeste de Connecticut. Lo cual además significa que da lo mismo si esta noche en esta carretera es verano u otoño, respectivamente. De momento, la carretera es arquetípica, abstracta. Podría tratarse de cualquier carretera o cualquiera noche. Los datos concretos no la harían más verdadera, sólo más real objetivamente.
Necesito escribir todo esto. Todo. Necesito tanto ser sincera como fiel a los hechos, pero también debo empezar contemplando esa noche (o esas noches) de forma indirecta. Por el rabillo del ojo. O, en realidad, por el rabillo de mi memoria. Por el rabillo de mi ojo mental. De lo contrario me arriesgo a echar el cerrojo. A cegarme y apartarme de estas páginas y nunca más regresa a ellas." pág. 53
El libro está volcado con belleza y dolor. Los momentos de neurosis o delirio llegan a ser opresivos pero el recorrido de esta exploración resulta fascinante. La voz narradora relata sus encuentros con los monstruos que le aterran y por los que, en realidad, siente una atracción incontrolable. Atracción que tiene que ver con la búsqueda de las verdades que diferencien entre realidad y ficción e, incluso, con cierta morbosidad erótica. Y en el centro de esa morbosidad está el encuentro con Eva Canning, un encuentro que tuvo lugar en dos ocasiones.
"Me parece que has cometido un terrible y estúpido error, India Morgan Phelps, al elegir contar esta historia de fantasmas tal como la recordabas, como dos narraciones separadas, como una partícula y una onda, el demonio y el profundo mar azul, en lugar de concentrarlo en una sola narración sin paradojas ni contradicciones." pág 104
Estos dos encuentros (o representaciones) tienen su correlato en el libro dividiéndolo en dos partes, como las dos formas que en su mente adoptó Eva, sirena y lobo.


“Las sirenas son pensamientos invasivos que incluso los hombres y mujeres cuerdos experimentan. […] Cuando Odiseo escuchó a las sirenas, dudo que jamás olvidara su canción. Probablemente permaneció hechizado por ella el resto de su vida”.
En la primera parte las obsesiones de Imp están centradas en las sirenas y el profundo mar azul. Ha ido guardando en una carpeta todo tipo de leyendas sobre noticias, relatos, tradiciones y leyendas referidos esa arquetípica joven que invita a ahogarse a todo aquel con quien se encuentra; o sobre los cantos de sirena, que obligaron a Ulises a atarse al mástil de su barco para no caer preso de su magia. También sobre sectas que adoran a extrañas criaturas y que acaban penetrando en el mar para morir. También sobre Virginia Woolf, suicida y escritora, que se llenó de piedras los bolsillos antes de sumergirse en el río Ouse. De hecho, Imp lo ilustra reproduciendo en el libro uno de los pocos relatos que ha vendido y que trata sobre la obsesión que un pintor de éxito tuvo con las sirenas.
—Sirenas —le dije—, te cantan hasta ahogarte, o te cantan hasta que naufragas. Cantan, y si escuchas su canción te obligan a hacer cosas que no harías de otra manera. Te manipulan en su beneficio. Detesto la idea de que fui manipulada. Pero el lobo, el lobo estaba desamparado y sólo era una fantasma que necesitaba que yo recordase que era un lobo, para que así él también pudiera recordar que era un lobo.
La segunda parte del libro es más salvaje y desbocada. Imp alberga muchas dudas sobre si ocurrió o no y nos muestra el punto de vista de una Eva víctima, obsesionada con el mito del hombre lobo y de Caperucita Roja. Eva Canning aparece como modelo del malsano artista Albert Perrault (nombre que adoptó por Charles Perrault, autor del clásico "Caperucita Roja", por estar obsesionado con este relato que inspira y atraviesa toda su obra). 
"Fecunda ratis" con la leyenda en la esquina inferior izquierda: "Nadie va a venir a por tí".
Ambos puntos de vista, que nos presentan a Eva primero como víctima y luego como verdugo, los va desgranando Imp como una especie de diario sobre la marcha que leemos en directo y cuyo plan narrativo tiene muy claro.
"Yo. Rosemary Anne. Caroline. Tres mujeres locas, una tras otra. El suicidio de mi madre y el suicidio de mi abuela. Eliminar palabras para que esas cosas horrorosas asusten menos, y desechar palabras que ya no significan lo que significaban. “La Sirenita”. El día nublado que conocí a Abalyn. Gorriones y ratones muertos atrapados dentro de tarros tapados. El cuadro La Joven Ahogada, pintado por un hombre que se cayó de un caballo y murió. Fecunda ratis, pintado por un hombre que se cayó de una motocicleta y murió. Un hombre que tomó su apellido de un francés al que se le atribuye ser el primero en escribir el cuento de “Caperucita Roja”, y que luego comenzó a crear terroríficas obras de arte basadas en el mismo cuento. El cual resulta ser el cuento que menos me gusta. Jacova Angevine y la Puerta Abierta de la Noche, sobre la que trataré más adelante. Hechizos contagiosos y memes perniciosos. El daño que hacemos sin tener ninguna intención de hacer daño.
Una oscura carretera rural al este de Connecticut. Otra oscura carretera junto a un río en Massachusetts. Una mujer que se hacía llamar Eva Canning, y que podría haber sido un fantasma, o un lobo, o tal vez una sirena o, posiblemente, con toda probabilidad nada que jamás vaya a tener un nombre."pág 44

Uno de los asuntos que más llaman la atención es la densísima herencia cultural que arrastra consigo la novela en un vertiginoso juego de intertextualidad donde cabe el arte, la literatura y la antropología. Imp tiene una carpeta con "periódicos, revistas y libros de la biblioteca, algunos de ellos de casi cien años de antigüedad", con versiones de "Caperucita Roja" que se remontan al siglo XI. Otra carpeta sobre el Bosque de los Suicidas en Japón, a los pies del Monte Fuji. Otra carpeta sobre la obra perturbadora de Albert Perrault. Y por supuesto otra con la etiqueta "Eva Canning". Aunque está claro que su carpeta principal es la denominada "Perishable Shippen" con todo lo que había averiguado sobre la "Sirena de Millville" y La joven Ahogada, incluidas las explicaciones de expertos en arte y la del propio artista. 

Kiernan persigue el rastro de las historias de sirenas, de jóvenes  suicidas por ahogamiento (incluida Virginia Woolf) o el turbulento bosque de Kuroi Jurai (Bosque de los suicidios), entre cuyos árboles se han suicidado centeneras de personas. También rastrea el origen de los cuentos infantiles de Caperucita Roja o La Sirenita para darnos a conocer que eran más terribles que los edulcorados que nos han transmitido. Y todo eso lo relaciona con otras leyendas como la de "la bestia de Gévaudan" (llevada al cine por Cristophe Gans, "Le pacte des Loups"), en la campiña francesa de 1764 o con hechos históricos como el de Jacova Angevine, líder de la secta La Puerta Abierta de la Noche, Profeta de Salinas, que condujo a docenas y docenas de mujeres y hombres a las profundidades de un río. O el asesinato de Elizabeth Short en 1947, convertida por la prensa sensacionalista de la época en La Dalia Negra (gran novela de James Ellroy) relacionándola con el infame Albert Perrault y su depravada instalación Fases 1-5: un molinete de esculturas en las que el artista, usando moldes de Eva Canning y taxidermia, representa el momento en que Elizabeth Short se transforma en mujer lobo. Perrault llega a esa idea extrapolando las mutilaciones del cadáver y el corte de oreja a oreja que el asesino había cincelado en la boca del cadáver.
"La Dalia Negra", obra de Angel Laveaux

Pero con toda esta tupida red de citas y referencias, la pobre Imp no quiere más que demostrar una cosa: el poder de la palabra, con una capacidad de sugestión tan elevada que puede llegar a convertirse en un meme pernicioso.
"Lo que es más importante (para mí) que los cuentos sobre los yurei, es el hecho de que todo este problema en el Mar de Árboles comenzara a partir de que Seicho Matsumoto, detective y escritor de misterio japonés, publicara una novela, Kuroi Jakai (El bosque Negro, 1960). En el libro de Matsumoto, dos amantes eligen Aokigahara como el lugar más apropiado para suicidarse. Y la gente leyó el libro, Y la gente comenzó a acudir al bosque para quitarse la vida.
No he leído Kuroi Jukai. Ni tan siquiera sé si ha sido traducido al inglés.
Un libro. Un meme pernicioso que creó un encantamiento, una especie de punto de fuga para las personas que ya no querían seguir viviendo. Lo mismo ocurre con Phillip George Saltonstall y La Joven Ahogada, me resulta difícil creer que Matsumoto tuviera la intención de dañar a alguien. dudo que activara conscientemente el encantamiento del Mar de Árboles. Pero ¿realmente sus intenciones importan en todo esto? ¿O las de Saltonstall, o las de Albert Perrault? ¿Son inocentes, o los declaramos culpables?
"¿Y qué es lo que te hace a tí distinta?" imaginé que preguntaba Abalyn desde los pies de mi cama ayer noche.
Si le hubiera respondido, tal vez le habría dicho: "Nada". Tal vez le habría respondido: "Todavía estoy intentando averiguarlo". Posiblemente habría señalado que aquellos tres, el novelista y los dos pintores, crearon algo con la intención de que fuera contemplado, mientras que yo no estoy haciendo nada de eso.
"Escribe sobre Eva", me dijo Abalyn. "Lo que trajiste a casa aquella noche. Escribe sobre lo que nos pasó por culpa de lo que trajiste a casa aquella noche". pág 114.
Eva es el meme, el encantamiento, e Imp, mientras investiga su psique, lo está lanzando al mundo. Primero como sirena, una alucinación que seduce a Imp con un dulce mar donde flotar y disfrutar de la belleza eterna, lejos de la abrumadora presión de la realidad. Luego Eva Canning será una mujer-lobo, la bestia de la locura que consume, devora y posee brutalmente el cuerpo de Imp empujándola a un salvaje brote psicótico. 

Cuando finalmente Imp le enseña sus notas a la doctora Ogilvy y, sobretodo, las que ella denomina "las siete páginas", escritas durante el episodio psicótico, la psiquiatra le dice:

"Es muy potente -dijo-. Se lee casi como un conjuro.
-¿Un conjuro contra que?
-Depende -dijo-. Contra estos fantasmas tuyos, y tal vez tu enfermedad. La anomalía contra la que llevas luchando tanto tiempo. Las contradicciones. Pero también se puede interpretar como una declaración.
[...]-Crees que estos sucesos ocurrieron? -preguntó golpeando con un dedo las páginas-. Según los has contado? pág 271
Esta calidad de conjuro es la mejor invitación para futuros lectores.
Fantástica.









__________________________________________________________
La traducción de Marta Lila Murillo y la edición de Valdemar en tapa dura, con una ilustración extraordinaria de Santiago Caruso es inmejorable. 

A corta edad, Caitlín Rebekah Kiernan (Dublín, 1964), llegó a Estados Unidos junto a su madre y desde niña se sintió atraída por la arqueología. Posteriormente estudió geología y paleontología de vertebrados en la Universidad de Alabama en Birmingham y en la Universidad de Colorado en Boulder, pero terminó dedicándose completamente a su otra pasión, la escritura.
Influida por la obra de autores como Lovecraft, Neil Gaiman y Angela Carter, Kiernan se ha hecho un lugar en la literatura de terror y fantasía; aunque no le gusta que la consideren una autora de terror. Sus temas y su estilo siguen más la estela del miedo, la obsesión y una especie de terror psicológico donde los monstruos surgen de nuestro interior. 
Es autora de diez novelas, guiones de cómics y más de doscientos cuentos. En 1998 recibió el premio International Horror Guild a la mejor primera novela por «Silk», y posteriormente ha sido nominada en varias ocasiones a los premios World Fantasy y al Shirley Jackson. En el año 2012, La joven ahogada ganó el Bram Stoker Award y el James Tiptree Jr. También en 2012 comenzó los guiones de la saga de cómic Alabaster Wolves, donde se narran las andanzas de Dancy Flammarion, una joven albina elegida por un ángel para acabar con todas las criaturas corruptas que pueblan la tierra, como hombres lobo, sirenas, etc. 
Kiernan mantiene abierto un diario online greygirlbeast.livejournal.com en donde vuelca sus más íntimos pensamientos, obligando al lector interesado a investigar qué personajes y acontecimientos poseen un sustrato real. El mismo juego de intertextualidad que desarrolla en La Joven Ahogada que incluye poemas, relatos, referencias bibliográficas, artísticas, recortes de prensa y leyendas urbanas. 

jueves, 28 de mayo de 2020

Meme PERNICIOSO





La fascinante novela de Caitlín R. Kiernan, La joven ahogada, es casi como un ensayo de relatos y leyendas basados en La Sirenita y Caperucita Roja. La autora crea un personaje turbador y esquizofrénico, Imp, que se ve afectado por un cuadro titulado "La joven ahogada" y por su posterior encuentro con una joven misteriosa y desnuda que aparece chorreando agua en medio de la carretera, procedente de un río cercano. Desde entonces Imp empieza a sufrir delirios y alucinaciones. Primero convierte a la joven ahogada en La sirenita e investiga todas las noticias y leyendas sobre jóvenes ahogadas y suicidios. Luego la transforma en un lobo y habla de crímenes horripilantes como el de la Dalia Negra en Los Angeles.
Entre las historias de suicidas, está la de su madre Marie Anne y la de su abuela Caroline, también locas y también suicidas; pero además nos relata la historia del Bosque Negro (Kuroi Jukai,1960) novela escrita por Seicho Matsumoto. Los dos amantes protagonistas de la novela eligen el Bosque de Aokigahara al pie del monte Fuji para suicidarse. La gente leyó el libro y comenzó a acudir al bosque para quitarse la vida. 

Imp, la protagonista de la novela de Kiernan intenta encontrar una salida o una explicación a su locura a través de todas estas historias....y ha llegado a establecer la teoría de los memes o contagios especialmente perniciosos que son transmitidos de mil formas distintas. Un libro. Un cuadro. Una canción. Matsumoto creó el Bosque de los Suicidas: "Un meme pernicioso que creó un encantamiento, una especie de punto de fuga para las personas que ya no querían seguir viviendo". Lo mismo le ocurre a Imp con el cuadro de Phillip George Saltonstall, La Joven Ahogada. Los memes perniciosos se te meten en la mollera y se niegan a salir.  
"No creo que cuando Saltonstall pintó La Joven Ahogada, casi cien años antes de que yo lo viera por primera vez, se parase a pensar en toda la gente a la que iba a hechizar. Ésa es otra cosa que ocurre con los fantasmas, algo muy importante… tienes que ser cuidadoso, porque los hechizos son contagiosos. Los hechizos son memes, contagios de pensamiento especialmente dañinos, contagios sociales que no necesitan virus o bacterias huésped, transmitidos de mil formas distintas. Un libro, un poema, una canción, una historia para dormir, el suicidio de una abuela, la coreografía de un baile, unos cuantos fotogramas de una película, un diagnóstico de esquizofrenia, una caída mortal de un caballo, una fotografía borrosa, o una historia que le cuentas a tu hija.
O un cuadro colgado en una pared.
Estoy bastante convencida de que Saltonstall, de hecho, sólo intentaba exorcizar sus propios fantasmas cuando pintó a la mujer desnuda de pie en el agua con el bosque a sus espaldas. Con demasiada frecuencia la gente comete el error de usar su arte para capturar un fantasma, pero lo único que consiguen extender su propio hechizo a innumerables personas." pag. 29
Quiero hacer notar que Imp necesita escribir para poder explicarse y encontrar la salida de su laberinto mental; pero entonces su propio texto corre el albur de convertirse a su vez, en un meme pernicioso...




21 DE JUNIO, 2011 

Otro meme pernicioso, o simplemente una leyenda urbana disfrazada para parecer un encantamiento. En ambos casos, ojalá lo hubiera sabido cuando escribí sobre Aokigahara Jukai, y Seicho Matsumoto y su novela. 
En 1933, un pianista húngaro, Rezsó Seress, escribió una canción que tituló “Vége a világnak”, que podría ser traducido como “Fin del mundo”. Un poeta húngaro llamado László Jávor escribió una segunda letra y la canción se hizo popular con el nombre de “Szomorú vasárnap” o “Domingo triste”. La letra original llora la destrucción de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y la segunda llora la pérdida de un amante y jura suicidarse con la esperanza de poder reunirse en el más allá. Al menos, creo que es así como ocurrió todo.

En 1941, retitulada “Domingo sombrío”, la canción supuso todo un éxito para Billie Holiday. Holiday tenía el mote de “Lady Day”, aunque no sé por qué. Para muchos cristianos, Lady Day es la Fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen, y no sé por qué se convirtió también en el apodo de Billie Holiday, ¿de acuerdo?. En todo caso, la canción supuso todo un éxito para ella. Pero todo se complica, lo que ocurrió con la canción. Con este probable encantamiento. En internet he encontrado páginas y más páginas dedicadas a “Domingo sombrío”, y no voy a tomarme la molestia de transcribir aquí todo, sólo unos cuantos puntos. 
En 1936 la canción era conocida como la “Canción del suicida húngaro”, después de habérsele atribuido un número de suicidios (algunos dicen diecisiete, pero las cifras varían radicalmente). Hay información acerca de la prohibición de la canción en Hungría, pero no logro encontrar ninguna prueba de que esto ocurriera realmente. Algunos dicen que mucha más gente se suicidó en Estados Unidos tras escuchar la versión de Billie Holiday, tal vez hasta doscientas personas. Hay fuentes que afirman que la grabación fue prohibida en la U.S. Radio, pero dichas afirmaciones no están basadas en hechos contrastados. Leí algunos testimonios en los que se hablaba de suicidas con la partitura de música en los bolsillos o arrugada entre sus manos muertas o sonando en gramófonos. 

Algunas fuentes afirman que la versión de Jávor fue inspirada por el amor que sentía por una antigua novia, y que, tras escuchar la canción, se quitó la vida y dejó una nota suicida de dos palabras: “Domingo Sombrío”. Una vez más, parece ser tan sólo un rumor. Pero es un hecho que Rezso Seress se quitó la vida en 1968 saltando desde un edificio de Budapest; la caída no lo mató, pero en el hospital logró estrangularse con un trozo de cable. No puedo evitar pensar en Rosemary Anne, encerrada en el 345 de Blackstone Boulevard, pero… 

Según las notas agregadas de Michael Brook para Lady Day: The Complete Billie Holiday on Columbia, 1933-1944, «“Domingo sombrío” llegó a los Estados Unidos en 1936 y, gracias a una brillante campaña publicitaria, llegó a ser conocida como “La canción del suicida húngaro”. Supuestamente, después de oírla los amantes despechados quedaban hipnotizados y se lanzaban directamente por la ventana abierta más cercana, de forma muy parecida a como hicieron los inversores tras el crack de octubre de 1929; ambas historias son en gran parte mitos urbanos».

No puedo decir qué es verdad y qué es mentira en este caso. Sólo puedo apreciar la similitud con el “Bosque de los suicidas” de Japón tras la publicación de una novela. Sólo puedo reiterar lo que ya he dicho sobre los encantamientos y que estos sean contagios de pensamientos especialmente perniciosos.

Consúltese también “I Will Follow You Into the Dark” (2006) de los Death Cab for Cutie, que Abalyn puso una vez para que la escuchara, y “(Don’t Fear) The Reaper” de Blue Öyster Cult (1976; Rosemary tenía este álbum). También, tal vez, Drowning Girl de Roy Lichtenstein (1963), aunque con los ojos, no con los oídos."    Págs. 376 y 377


jueves, 21 de mayo de 2020

VENTAJAS de VIAJAR EN TREN - de Antonio Orejudo



"El problema de Helga Pato con las personas era que confundía a los narradores con los autores y a éstos algunas veces con los personajes."
Según avanzaba en la lectura no podía dejar de recordar este comienzo del capítulo 2. Me parece que ahí se encuentra uno de los centros de gravedad de esta extraordinaria novela que navega con mucho desenfado e ingenio por las aguas donde se confunden realidad y ficción. De hecho el capítulo 1 comienza con un "Imaginemos a una mujer..." que nos invita a echar a volar la imaginación para visitar los mundos que crean y habitan las personas, convirtiendo el libro en un auténtico mar de historias.
"Imaginemos a una mujer que al volver a casa sorprende a su marido inspeccionando con un palito su propia mierda. Imaginemos que este hombre no regresa jamás de su ensimismamiento, y que ella tiene que internarlo en una clínica para enfermos mentales al norte del país. Nuestro libro comienza a la mañana siguiente, cuando esta mujer regresa en tren a su domicilio tras haber finalizado los trámites de ingreso, y el hombre que está sentado a su lado, un hombre joven, de nariz prominente, ojos saltones y alopecia prematura, que viste un traje azul marino y lleva sobre las rodillas una peculiar carpeta de color rojo, se dirige a ella con esta pregunta tan peregrina:
- ¿Le apetece que le cuente mi vida?
Este hombre se presenta como Ángel Sanagustín, psiquiatra del hospital donde acaba de ingresar a su marido y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de las narraciones y escritos de los pacientes. Para ratificarlo muestra una carpeta roja donde guarda numerosos relatos de distintos enfermos. Cuando el psiquiatra se apea en una parada para buscar un refresco y pierde el tren, la mujer se encuentra de pronto en suspenso y con la carpeta de escritos en sus manos. 

Éste es el punto de inflexión para que multitud de páginas sueltas y personajes se vayan apelmazando en esta novela corta donde las historias se multiplican y entrelazan gozosamente: la del propio psiquiatra fascinado con la historia de Martín Urales, un paranoico suplantador de personalidades que sospecha de un complot gubernamental basado en la clasificación de la basura, y la de otros pacientes que exponen sus relatos aquejados de esquizofrenia, autismo, paranoia, coprofagia, o acatisia. "¿Quién hoy día no es más o menos esquizofrénico?" Nos dice el doctor Sanagustín.


En el otro lado de la moneda nos encontramos a la protagonista, una editora que a través de su propia historia y otros encuentros nos acerca una reflexión sobre los mecanismos fisiológicos y psicológicos que se activan con la lectura ("La personalidad no es otra cosa que lo que cuentan de alguien". O todavía más, "Lo que hacemos, lo que sentimos, lo que experimentamos es simplemente un impulso electromecánico que sólo adquiere sentido cuando lo contamos"). A lo que añade también una crítica nada velada sobre ciertos tipos de literatura. 

"Durante meses le siguieron llegando esos melancólicos bodegones sobre la guerra civil, la preguerra civil o la posguerra civil, que los nacidos en los años cuarenta y cincuenta se empeñaban en recrear una y otra vez en narraciones que confundían la seriedad con el tedio, la ñoñería con la sensibilidad, y que incluían personajes que se llamaban Inés o Alfonso, y complementos circunstanciales del tipo «con la lenta parsimonia del verdugo». […] Tampoco le interesaban ya las novelas tiovivo, la especialidad de su marido, esas páginas reflexivas, falsamente reflexivas, que no llegaban a ninguna parte, que daban vueltas y vueltas para deleite del lector a una anécdota más o menos trivial, más o menos original, hasta que se paraban en el mismo punto del que habían partido…"
Crítica que llega hasta los éxitos prefabricados atravesados por los neones de la televisión y la publicidad.
"Una novela titulada Lobotomía, en adelante LA OBRA, que planteaba, según explicaba en su sinopsis, la inquietante hipótesis de que todo lo que aparecía en la pantalla del televisor fuera una ficción que seguía las directrices de un guión previamente establecido. Los célebres incidentes en el País Vasco, por ejemplo, eran ejecutados frente a la cámara por especialistas bien entrenados. Los participantes en los concursos de preguntas y respuestas eran en realidad actores profesionales que desempeñaban el papel de ciudadanos normales y nerviosos que simulaban entusiasmarse con premios asignados de antemano. Los partidos de fútbol seguían las pautas ideadas por un equipo de diseñadores de contenidos, como se llaman ahora los escritores, que dosificaba las jugadas peligrosas, los incidentes en las gradas y que colocaba los goles en los minutos más adecuados para arrasar en los índices de audiencia"
"El Doble Secreto", de René Magritte, 1927


Todo el libro es un laberinto de pasillos y puertas por donde se cuelan multitud de historias que se cruzan y multiplican. El juego literario de la impostura, la duplicidad y del narrador poco fiable convierten la novela en un festín de la imaginación.  

Es curioso que muchos de los nombres tengan referencias geográficas (Linares, Alkarria, Urales). Cuando en el epílogo se descubre la postrer impostura de Martín Urales de Úbeda, no pude por menos que pensar en la expresión tan castiza de "irse por los montes de Úbeda". Desde que en la página inicial el psiquiatra Sanagustín le hiciera a la protagonista aquella pregunta tan peregrina: "¿Le apetece que le cuente mi vida?", ese narrador múltiple y bullicioso desarrolla toda una panoplia de historias y emboscadas que subrepticiamente nos van encelando....

...Y si ese "irse por los Montes de Úbeda" lo unimos a la exposición que el propio Sanagustín hace de la esquizofrenia hebefrénica (una tendencia irreprimible a narrar su propia vida), tenemos un juego de espejos y colores (personajes) verdaderamente deslumbrante. La novela en el fondo es un trampantojo en el que las voces de los narradores se superponen en un juego donde el gozo del viaje es perderse.


Porque es el propio doctor Sanagustín quien después de traer a colación la esquizofrenia hebefrénica, refiere la historia de Martín Urales de Úbeda, que a su vez le fue referida por la hermana Amelia Urales de Úbeda, que descubrimos suplantada por el propio Martín, que finalmente descubrimos que suplanta al doctor Sanagustín. Un efecto Droste fabuloso donde una historia se esconde dentro de otra del mismo modo que un personaje se esconde tras otro en narraciones constantemente delegadas que nos producen tanto vértigo como gozo literario. ¿Quién es el auténtico Ángel Sanagustín? ¿Es Martín Urales de Úbeda real? ¿Existieron los sujetos paranoicos y alucinados cuyos relatos se conservan en la carpeta roja o son proyecciones literarias de un demiurgo esquizoide e impostor? 

El tono de la novela es divertido y hasta delirante. Las múltiples tramas descabelladas; pero Orejudo mantiene un férreo hilo narrativo y mezcla con habilidad un juego creativo de primer orden donde abundan los escamoteos de identidad, la impostura y la confusión entre lo imaginado y lo vivido. Elementos que el autor explota con fértil imaginación. 

Hay mucho de metaliteratura y de juego realidad/ficción en esta novela. El primer capítulo se titula "El casamiento engañoso" y no es por casualidad. La novela ejemplar de Cervantes con el mismo título y su Quijote debatiéndose entre molinos de realidad y gigantes de ficción son claras inspiraciones para Orejudo. Tampoco en Ventajas de viajar en tren la divisoria está muy clara. El personaje del relato "Trastorno paranoico de tipo somático" que se cree con huesos de cristal y vive postrado, construye una imagen ideal de su vida y del mundo que le rodea por influencia de la lectura y la ficción. Pero cuando finalmente viaja a París y conoce a una cojita encantadora, todo ese idílico mundo se derrumba revelando una realidad vulgar y decepcionante. 

"¿Qué puedo decir? La vida real me pareció mucho más monótona, monocorde e insustancial que esa otra vida que reflejaba la literatura. Eso es lo que dicen los escritores, ¿no? Pues es verdad. Así como los personajes de una buena novela usan registros verbales diferentes, yo pensaba que cada persona hablaba de un modo marcadamente distinto, y que una conversación, como las discusiones de las novelas, era un corredor de voces entremezcladas, que se contaminaban las unas de las otras, formando una especie de caleidoscopio verbal. ¡Qué decepción! En la vida real casi todas las personas hablan como en el telediario, o peor."
En cambio al leer la novela nos pasa como al loco de Cervantes o al doctor Sanagustín con Martín Urales, que su narración nos fascina.
"Al contrario que el esquizofrénico, el paciente paranoico está siempre atento a los estímulos externos, estableciendo entre ellos vínculos erróneos. Las narrativas de los paranoicos son extremadamente efectivas y convincentes, y pueden llegar a ser peligrosísimas. Como se puede imaginar, yo trato a gente muy rara, a pacientes que interpretan el mundo de una manera patológica, a sujetos que establecen nexos inexistentes o que extraen conclusiones delirantes. Pues bien, no me he vuelto a topar jamás, ni en la clínica ni fuera de ella, con un cuadro sintomatológico como el del individuo este que le digo que dejaron suelto. Martín Urales de Úbeda, así se llamaba, no me importa decir su nombre porque está muerto, se suicidó. El nombre lo dice todo, ¿verdad? Martín Urales de Úbeda. Aquel hombre me subyugó, su poder de sugestión era hipnótico. Yo, que me tengo por un hombre equilibrado y emocionalmente estable, que estaba ya entonces protegido por una cierta experiencia profesional, estuve a punto de sucumbir, estuve a un paso de ver el mundo con sus ojos, de convertirme en un paranoico por inducción; pero afortunadamente logré escapar de su hechizo" 
Por el contrario los lectores no querremos escapar de esta novela tan ingeniosa y divertida. Muy literaria.

VENTAJAS de VIAJAR EN TREN - de Aritz Moreno

España, 2019



El que siga un poco este blog ya sabe que soy de los que prefiere leerse el libro antes de ver la película. El libro te ayuda a apreciar la película en varias dimensiones y no te roba nada. Mientras que habiendo visto la película antes, inevitablemente condiciona tu lectura y te la restrinGE.

De modo que lo primero que hay que decir de esta película es que ha tenido la osadía de adaptar una novela de las consideradas inadaptables, por su compleja y laberíntica trama; pero el guión de Javier Gullón (que ya adaptó El hombre duplicado de Saramago para que Denis Villeneuve rodara Enemy) es muy solvente, aportando una claridad narrativa inusitada siguiendo, además, la novela al milímetro e incluso utilizando párrafos y diálogos enteros.

Una mujer (Pilar Castro) vuelve en tren tras ingresar a su marido en un psiquiátrico del norte. En el asiento de enfrente coincide con un psiquiatra del mismo centro, Ángel Sanagustín (Ernesto Alterio), que investiga trastornos de la personalidad a través de los escritos de sus pacientes. Sorprendentemente se presenta a la mujer de una forma tan peregrina como "¿le apetece que le cuente mi vida?". A partir de ahí se inicia una cadena de relatos interconectados a cual más delirante, sobre casos de pacientes con esquizofrenia y paranoia que inevitablemente los acaba incluyendo. Ernesto Alterio demuestra ser el actor ideal para dar al personaje ese toque necesario de ambigüedad y vesania de quien repasa con su vecina de asiento algunos casos clínicos... a la vez que le advierte de que desconfíe de los fabuladores.




El hilo narrativo está perfectamente trazado. El psiquiatra le cuenta a Helga uno de sus casos más renuente, el de Martín Urales de Úbeda (Luis Tosar); un enfermo esquizofrénico con gran poder de convicción en su narrativa neurótica, obsesionado con una conspiración del gobierno para ejercer el control a través de la recogida y análisis de la basura. La protagonista, Helga Pato, también ha estado inmersa en una relación enfermiza con un marido coprófago.


Pero el caso es que en una parada del tren, el doctor Sanagustín baja a comprar unos sandwiches y el tren arranca sin darle tiempo a volver. Sobre el asiento ha quedado una carpeta roja con un montón de fichas y escritos de pacientes. A partir de ese momento Helga iniciará una pesquisa para encontrar al doctor Sanagustín en el curso de la cual su figura se difuminará y mezclará irremediablemente con el quimérico Martín Urales.



El quid de la película y la novela es una estructura de historias dentro de otras historias con un tono entre onírico y fabuloso que permanentemente te induce a sospechar si son una invención o un delirio. No en balde tanto la novela como la película comienzan con un "Imaginemos a una mujer...." que nos remite claramente a la fabulación.

Dado que a la pesquisa de Helga se superponen los relatos de Martín Urales y de los otros pacientes contenidos en la famosa carpeta roja, la película corre el riesgo de enredarse. No es el caso. Hay una secuencia magnífica, de unos pocos segundos, en la que el director ha resumido certeramente el espíritu de esa novela  cuyas historias se incluyen unas a otras sucesivamente como si fuesen una matrioshka.

Ese momento ocurre cuando Martín está (¿estuvo realmente?) en Bosnia con una doctora que a duras penas mantiene abierto un hospital para huérfanos de guerra. Para no tener que cerrarlo ha llegado a prostituirse con altos cargos de la ONU, la Unión Europea y la Iglesia ¡! (realmente la novela no da puntada sin hilo). Las subvenciones han llegado pero cada mes desaparece un niño, de modo que el amigo que le proporcionó los contactos con las altas esferas investiga el asunto. En ese instante el director  coloca una serie de planos sucesivos de los narradores delegados (el amigo, la doctora, Martín, Amelia...) para que veamos cómo alguien está contando una historia que a su vez está siendo contada por otro, etc, etc. plasmando de un plumazo la estructura del relato.  

El amigo de la doctora le está relatando a ella los horrores a los que someten a los niños, que es la historia que la doctora le está contando a Martín para explicarle por qué teme por su vida; el cual a su vez se lo está contando a su familia, sentados todos a la mesa, para explicarles por qué ha vuelto de Bosnia expulsado por el ejército; todo lo cual a su vez está referido en la carta que la hermana de Martín, Amelia, le ha remitido al doctor Ángel Sanagustín, quien a su vez se lo está contando a Helga Pato en el tren como ejemplo de esquizofrenia hebefrénica, esa tendencia extraña e irreprimible a narrar la propia vida. 
Magnífico.
Martín Urales a la vuelta de Bosnia




La película se desenvuelve en el tono de comedia absurda con la voz en off, los títulos de los capítulos y la paleta visual y cromática a lo Wes Anderson. De hecho es mejor cuanto más se parece al Gran Hotel Budapest o al P. Tinto de Javier Fesser e incluso a la Amèlie de Jean Pierre Jeunet. Pero Aritz Moreno no ha conseguido redondear la función. Quizás por el obligatorio carácter episódico de la cinta y también porque tanto el episodio obsesivo del hombre que obliga a su mujer a comportarse y vivir como un perro o el de la pederastia de los niños en Bosnia pecan de largos y demasiado oscuros, llegando a romper el carácter estrambótico y juguetón de la película.



De todos modos es una cinta notable y muy divertida que cuenta, además, con un elenco extraordinario de actores. Aparte de los citados aparecen, Quim Gutiérrez, Macarena García, Javier Godino y Javier Botet en uno de los escasos papeles sin las prótesis de monstruo que lucía en Mamá, It, REC o La Cumbre Escarlata 

jueves, 14 de mayo de 2020

INTEMPERIE - de Benito Zambrano

España, 2019


Intemperie es una película realista e inclemente que retrata la vida miserable y oprimida en los años del hambre en España, 1946, siete años después de la guerra civil. El escenario es un cortijo en medio de la nada del altiplano granadino. Los que mandan son los amos y señores de las tierras y las vidas de quienes las trabajan. Impacta el trato vejatorio a los jornaleros. La humillación y el abuso están a la orden del día. Pero de pronto un día, un niño de 11 años huye de uno de estos cortijos perdidos en medio de un secarral, para intentar llegar a la ciudad. 


El empeño parece condenado al fracaso. Las llanuras y quebradas parecen infinitas, como una gigantesca cárcel. Demasiados kilómetros sin un pozo de agua, sin un árbol y el capataz no está dispuesto a perder a su presa.... el único capricho que le alegra la vida.



La película se plantea como una verdadera road movie áspera y polvorienta, bajo un sol de justicia. Mientras el capataz envía patrullas a recorrer caminos y cortijos, el niño encuentra a un solitario pastor que lo acoge y ayuda. Caballos y motocicletas contra un pequeño rebaño de cabras y un burro. La tensión nos atenaza durante todo el metraje mientras la confianza y la amistad surgen entre niño (Jaime López) y adulto (Luis Tosar). Alrededor de ellos pivota toda nuestra atención.

Poco a poco mentor y aprendiz establecen una relación muy natural y emotiva que les llevará a compartir experiencias. El niño, que sólo conoce la pobreza y el abuso habla de planes, el cabrero de pesares. Estuvo como soldado en la guerra de África, luego en la Guerra Civil. Conoce el valor de las cosas. El niño tiene la cabeza llena de odio. A dónde quiere ir le pregunta. A la ciudad, responde. Quiero hacerme rico.

"-Cuando me haga rico, volveré casa... mataré al que manda y luego le compraré las tierras. Echaré a todo el mundo del pueblo y luego lo prenderé fuego.
- ¿Le vas a comprar las tierras a un muerto?
- ...primero se las compro y luego lo mato.
- ¿al que te está siguiendo? Para quemar un pueblo no hace falta comprarlo. Solo necesitas fuego y un par de cojones.
- Yo tengo de las dos cosas.
- No lo dudo. Pero mucho fuego en el corazón... llena de humo la cabeza.
- Eso ¿qué quiere decir?
- Eres muy crío para hablar así. No me extraña que tengas pesadillas.
-Tú tienes pesadillas. ?
-Todo el mundo las tiene."


El camino, los descansos alrededor del fuego y algún encuentro con los sicarios por medio ayudarán al niño a comprender la filosofía moral del cabrero. Sobre todo cuando se empeña en enterrar a uno de sus enemigos, demostrando que aun en los peores momentos son posibles la compasión y el perdón. El niño reniega de hacerlo.

- ¿Por qué lo entierra?
- Si yo te hubiera dejado a ti donde te encontré no quedaría de ti ni los huesos.
- Pero...ese hombre lo iba a matar.
- Hay vivos que no merecen ningún respeto... pero los muertos sí.
La conmovedora historia de amistad contrasta enormemente con el paisaje calcinado por el sol, un inmenso secarral donde cada cortijo es como una cárcel aislada del mundo, cuyo capataz actúa como un cruel soberano. Este brutal entorno, físico y moral, amenaza con asfixiar cualquier signo de humanidad. Pero el Moro, como se conoce al cabrero, podrá demostrarle al niño otros valores. Que toda la autoridad y el oro del mundo no sirven de nada en el desierto, cuando el hombre está solo con su conciencia. O que después de haber vivido mucho tiempo entre moros, puede decir que no existen moros o cristianos, sino solo personas.

La película tiene los trazos de un western con un gran peso del paisaje baldío y de los silencios que impone el taciturno cabrero. Además de la constante tensión con que se desarrolla, la película d
estaca por su gran ambientación y unas excelentes interpretaciones. Luis Tosar dota al cabrero del necesario poso amargo, Jaime López encarna con convicción una rebeldía feroz y tanto Luis Callejoen el papel del capataz, como Vicente Romero son capaces de provocarnos miedo con su iniquidad.

Benito Zambrano consigue transportarnos a una España de miseria, conmoviéndonos con la veracidad de una historia que busca un resquicio de esperanza cercada por la humillación y el miedo. No podría tener mejor banda sonora que la estremecedora voz de Silvia Pérez Cruz poniendo voz a una canción de Javier Ruibal, por la que ganó un merecido Goya. Aquí la puedes escuchar.


P. D. También ganó el Goya al mejor guión adaptado sobre la novela Intemperie de Jesús Carrasco

martes, 12 de mayo de 2020

EL BOXEADOR POLACO - de Eduardo Halfon




¿Qué hay en el cruce entre literatura y realidad?
Lo más seguro es que sea un vórtice, una realidad caleidoscópica en permanente construcción donde se cruzan y entreveran tramas e historias, personas y personajes, sueños y leyendas. 
Eduardo Halfon vive en esa encrucijada. 
El protagonista del volumen también se llama Eduardo Halfon, también es guatemalteco, también judío, también profesor. Gran parte de su obra se podría considerar una continua indagación sobre la identidad, una excavación en los vericuetos familiares para saber quién es y de dónde viene. De modo que el relator de todas estas historias es un tal Eduardo Halfon al que encontramos al inicio del primer cuento en medio de una clase en la universidad, impartiendo un semestre sobre el cuento contemporáneo. Pura autoreferencia. 

El libro nos ofrece un posible resumen de su universo en uno de los párrafos del tercer relato, Twaineando, donde nos encontramos de nuevo a este profesor Halfon ofreciendo una conferencia en un simposio sobre Mark Twain:
"El narrador, que en este caso se llama Huckleberry Finn, cita una obra anterior llamada Las aventuras de Tom Sawyer. Y leí en voz alta: Ese libro fue escrito por el señor Mark Twain, y él dijo la verdad, en su mayoría. Truco cervantino, señores, de la autoreferencia por parte del autor. Silencio. Unas cuantas páginas más adelante, continué mientras todos buscaban la página en cuestión sin que yo la hubiese dicho, le comenta Tom Sawyer al narrador que si él, o sea, Huck Finn, no fuera tan ignorante y hubiese leído un libro llamado Don Quijote de la Mancha, sabría que todo fue hecho por encantamientos. Fíjense ustedes que el mismo Twain cita a Cervantes, dije y esperé en vano alguna reacción, ..."
No en vano la cita que abre el libro ya es una declaración de intenciones: "He pasado la máquina de escribir al otro cuarto, donde puedo verme en el espejo mientras escribo", Henry Miller. Otra declaración es que el protagonista y su familia se confunda con el autor. De hecho los dos Halfon comparten la historia de su abuelo, chispazo en el que se funda el libro; que se fue a Guatemala donde nunca volvió a pronunciar una palabra de polaco después de sobrevivir en Auschwitz gracias a las orientaciones de un boxeador polaco.

Lo primero que hay que decir de este libro publicado por Libros del Asteroide (2018), es que es muy distinto de aquel que con el mismo título puso a la venta en 2008 la Editorial Pre-textos. Aquel libro no pasaba de ser una colección de relatos sobre diversos encuentros y recuerdos en la peripecia vital del protagonista, Eduardo Halfon: un semestre impartiendo clases en una universidad para indiferentes niños ricos donde encontrará a un poeta verdadero que acabará perdido en el tiempo y la necesidad ("Lejano"). Un encuentro con el mayor experto en Mark Twain, el cual ofrece una lección de humorismo ("Twaineando"). Los recuerdos de su abuelo judío en Auschwitz, donde un boxeador polaco le enseñó lo que tenía que decir o callar en los interrogatorios de los alemanes para salvar la vida ("El boxeador polaco"). O el encuentro con una seductora hippie israelí viajando por Centroamérica ("Fumata blanca"). Y, sobretodo, el encuentro con un pianista serbio de música clásica, con alma gitana y una concepción muy visceral de la música ("Epístrofe", "Fantasma" y "Postales").


Pero en esta nueva edición el autor ha integrado una novela corta que viajaba independiente y que sin duda pertenecía a este corpus vital y literario, La Pirueta
Este añadido, que da continuidad a los relatos Ephistrophe, Fantasma y Postales, donde el protagonista encuentra y pierde al pianista Milan Rakic,  dota al libro de un nuevo vuelo, más definitivo, profundo y elevado. El propio autor lo justifica con un Prefacio. 
PREFACIO DE ESTAÑO
"Esta nueva edición de El boxeador polaco, que marca el décimo aniversario de la original, recupera el mismo esquema que seguí cuando estaba escribiendo las primeras historias de su narrador, ese otro Eduardo Halfon, que en aquel entonces apenas nacía y que hoy aún me acompaña; un esquema que, por decisiones de carácter temporal o editorial, se había partido en dos. De pronto, un proyecto de escritura se vio transformado en dos libros: El boxeador polaco y La pirueta. Pero ahora, diez años más tarde, ese esquema o proyecto original vuelve a unirse, imponiéndose con tesón, y yo, como siempre, le obedezco. Al menos por el momento, para esta su edición de estaño. Quién sabe qué imposiciones suyas me esperan en el futuro. Y es que el paso de los años hace con la literatura lo mismo que con nosotros. Algunas historias crecen y maduran con galantería, otras se empequeñecen, otras se deforman, y aun otras desaparecen por completo. La literatura sólo es literatura si la dejamos morir."
De este modo el libro completa el círculo que parte del encuentro de Eduardo Halfon con Milan Rakic ("Epístrofe"), continúa con la pérdida del pianista dando tumbos por el mundo ("Postales") y finaliza con su búsqueda por un extraño Belgrado, posbélico y casi onírico ("La Pirueta"). En estos relatos encuentro lo mejor del libro, su inclinación al viaje interior, a la búsqueda. La palpitación de una vida entregada a su destino: 
"Sólo mi padre es gitano. Mi madre no. Yo me parezco más a ella, es decir, mis facciones son más serbias que gitanas. No dije nada. No sabía qué decir. Desde que tengo memoria, mi padre ha luchado por alejarme de su mundo y su música, por prohibírmela. Pero, como dijiste ayer del jazz, yo traigo la música gitana entre las gónadas."
También la melancolía del desubicado. A pesar de que, visto en su conjunto, el libro semeja un reportaje de viajes (de la Universidad en Guatemala al simposio en Durham, luego a Lisboa y finalmente a Belgrado); el protagonista reconoce que su máximo interés es el viaje interior:
"A mí me cautivan más las revoluciones de dentro que las de fuera. Me obsesionan. Por ejemplo, me interesa más el viaje interno y en motocicleta que hizo el Che Guevara a los veinticuatro años —donde se gestaron tantas de sus ideas y donde algo mágico se incubó en él por primera vez— que todas las revoluciones que luego promovió por Latinoamérica y África. Hasta cierto punto, cómo y por qué alguien es empujado hacia una revolución del espíritu, ya sea ésta artística o social o de cualquier otro tipo, me parece una búsqueda más sincera que todo el espectáculo que viene después. Porque todo lo que viene después, Milan, no es más que un espectáculo. Todo. Pintar un lienzo no es más que un espectáculo. Y escribir una novela no es más que un espectáculo. Y tocar el piano no es más que un espectáculo. Y la revolución cubana no es más que un espectáculo."
Obra de Gaby Jiménez, 
Cada uno de los tres relatos es excelente por distintos motivos y los tres textos componen una sinfonía sutil, compleja y misteriosa, donde podemos ver reflejados los tres talentos que Milan Rakic apunta en una postal: "Los gitanos, Eduardito, poseemos tres grandes talentos. Hacer música. Contar cuentos. Y el tercero, es un secreto". 

"Epístrofe" es la música, significa el encuentro entre estos dos aficionados al jazz en general y a Thelonious Monk en particular, con su album Epistrophy a la cabeza. Sus conversaciones sobre música resultan cautivadoras.
"Le pregunté si había diferencia entre los estudios de música clásica en Estados Unidos y en Europa. Muchísima, hombre. Y se sentó en el banquito de Lía. Mirá, dijo, a los americanos les gusta que se toquen las composiciones clásicas como si uno fuese una máquina o un robot. Sin ningún tipo de emoción personal. Sin uno estar presente. La música siempre igualita. Quieren, dijo, eliminar por completo la personalidad del intérprete. Encendió un cigarro y, sonriéndole a la señorita morena, se quedó pensando un momento. ¿Vos sabés quién fue Lázar Berman? Ni idea. Un gran pianista, dijo. Un experto de la música de Liszt, dijo. Un judío ruso peleado con la música del polaco Chopin, dijo, y yo de inmediato desordené sus palabras y pensé en el boxeador polaco peleando cada noche, luego pensé en mi abuelo peleando con las palabras polacas. De niño, dijo Milan, yo estudié con Berman, en Italia. ¿Querés?, y le acepté un cigarro. Recuerdo que el primer día, en su estudio, toqué la Sonata en B menor, de Liszt, una pieza muy complicada, y el viejo judío, sentado en un enorme sofá de terciopelo rojo, no dijo ni mierda. Nada. El segundo día, volví a su estudio, empecé a tocar la misma pieza y, de pronto, Berman se puso de pie y empezó a somatar la ventana con su bastón, así, suavecito. Milan, tras tomar un largo sorbo de vino, se secó los labios con la manga de su camisola. Estás tocando la pieza igual que ayer, muchacho, me gritó el viejo en ruso. Y yo me quedé callado mientras Berman seguía somatando la ventana con su bastón. Pensé que el tipo estaba loco, ah. Pero luego, muy lento, caminó hacia mí, puso una mano sobre mi hombro y, con una sonrisa de diablo, me susurró: Es que no ves que hoy está lloviendo, muchacho. Una gran diferencia"
Por su parte el relato "Postales" es sencillamente maravilloso. Un legendario libro de hojas sueltas con mil cuentos desparramados. O mensajes en la botella de un náufrago. Milan Rakic se ha ido para continuar su permanente gira por el mundo como pianista clásico. También para seguir esa vida nómada a la que le empuja su sangre gitana. No le gusta mantener contacto, no le gusta que le escriban. De hecho no tiene ni dirección: 
"Dijo: vivo en el lungo drom, que en gitano significa el largo camino, sin rumbo fijo y sin vuelta atrás. Dijo: Viajo en una caravana de uno. Dijo: sobre el camino, para mis amigos, voy dejando patrin, que en gitano significa hojas, pero que también significa señales en el camino, como un tronco quebrado de cierta manera o un manojo de ramitas amarradas con una pañoleta celeste o un hueso de cabra ensartado en la tierra. Dijo: las postales son mi patrin."


Y esas docenas de postales que va recibiendo el narrador constituyen una detallada cartografía de un mundo y de un hombre que busca su destino como gitano. ¡Cuántas historias va destilando Milan en estas Postales, que Halfon recoge en su avaricioso regazo!. La del mejor cantante gitano de todos los tiempos que desertó del ejército de Tito por amor y fue condenado a una isla desnuda para acabar deambulando por el mundo sin lazos, apareciendo sorpresivamente en algún festival o en algún cafetín. La del rey que era el dueño del abecedario gitano, la de la arpista gitana Papusza que fue expulsada de su caravana porque un poeta fascinado con sus canciones las recopiló y publicó en una revista. La del acordeonista Yusef que sobrevivió cuatro años en un campo de extermino nazi tocando una canción cada noche por cada gitano muerto ese día, hasta llegar a la colosal cifra de treinta y cinco mil piezas. La de Django Reinhardt, creador del Gipsy Jazz o Manouche que llegó a ser el mejor guitarrista de la historia teniendo la mano izquierda atrofiada. O la de Ellen la Negra, gitana que vivía en Gales y era experta en contar cuentos que podían durar toda una noche. 

Cientos de historias de gitanos desperdigados por el mundo que confirman su genio para los cuentos y la música.
"El origen ancestral de los gitanos, Eduardito, es eminentemente musical. Sucedió así: Alrededor del año 428, los gitanos llegaron a Persia porque Bahram Gur, el sah, queriendo complacer a sus súbditos, importó doce mil músicos de la India. Pero no..
(...)
Sucedió así: Había una vez una muchacha muy hermosa que estaba enamorada de un campesino alto y fuerte y muy trabajador, pero que jamás se fijaba en ella. Una tarde, mientras la muchacha caminaba por el bosque sintiéndose triste y sola, se le apareció un hombre muy grande y de ojos purpúreos y vestido de rojo y con dos cuernitos en la cabeza y una pezuña en vez de un pie: el diablo, quien, acariciándole a ella los labios con una larga y afilada uña, le prometió conseguirle el amor del joven campesino si ella le entregaba a él, al diablo, su familia entera. La muchacha felizmente accedió. Le entregó a su padre, y el diablo lo convirtió en un violín. Le entregó a su madre, y el diablo la convirtió en un arco y de su cabellera gris hizo las cerdas del arco. Le entregó a sus cuatro hermanos, y el diablo los convirtió en las cuatro cuerdas. Luego el diablo le enseñó a la muchacha a tocar el violín y ella llegó a tocarlo tan dulce y tan tierno y tan bello que, cuando el joven campesino la escuchó, quedó inmediatamente enamorado. Y se casaron y vivieron juntos y contentos por muchos años. Pero un día, después de tocar y bailar en el bosque, ambos se fueron a buscar frambuesas y dejaron el violín olvidado sobre el forraje. Al regresar, ya no lo encontraron. El diablo bajó entonces de un cielo nublado en una carroza tirada por cuatro caballos negros y se llevó para siempre a la desdichada pareja. Durante mucho tiempo el violín permaneció en el bosque, escondido bajo hojas secas y musgo y más hojas secas. Una noche, gitanos acampando en el bosque mandaron a un niño a buscar leña para la fogata y, sin querer, mientras pateaba un montículo de hojas, el niño encontró el violín. Lo golpeó con una ramita y el violín produjo el sonido más perfecto que jamás se hubiese oído. El niño recogió el violín y el arco y se marchó de vuelta a su caravana. Así fue como los gitanos descubrieron la música."
El tercer talento es un secreto, La pirueta que hace Milan al desaparecer y que provoca la búsqueda de Halfon. Desvanecimiento y búsqueda, dos caras de la misma moneda. Ambos relatos se complementan y vigorizan.

El libro está impregnado del espíritu artístico y nómada de los gitanos. Las Postales trasudan dolor, melancolía y un exilio interior imposible de zanjar. El propio autor/protagonista, hijo de un judío polaco y de una libanesa se siente sin lugar en el mundo. De ahí que persiga con denuedo esa pirueta final de su amigo, ansiando descifrarla.  

Me llama la atención que el libro comience y concluya del mismo modo, con una lección sobre literatura (en "Lejano", unas clases sobre el cuento contemporáneo y en "Discurso en Póvoa" una conferencia sobre literatura y realidad). En ellos nos muestra Halfon (¿pero qué Halfon?) sus reflexiones sobre lo esencial de la literatura. Y podemos pensar que, lo que se narra entre medias, constituye la lección práctica.
"La literatura no es más que un buen truco, como el de un mago o un brujo, que hace a la realidad parecer entera, que crea la ilusión de que la realidad es una. O tal vez la literatura necesita construir una realidad destruyendo otra -algo que, de un modo muy intuitivo, ya sabía mi abuelo-, es decir, destruyéndose a sí misma y luego construyéndose de nuevo a partir de sus propios escombros. O tal vez la literatura, como sostenía un viejo amigo de Brooklyn, no es más que el discurso atropellado y zigzagueante de un tartamudo."
El estilo de Halfon es un delicia. Es de una precisión increíble y fluye con una naturalidad pasmosa. No hay párrafos hueros. La reflexión o la cita siempre aparecen con oportunidad. Sus personajes y cuitas siempre interesan. Y eso que el protagonista y narrador es un tipo inseguro, fumador empedernido que tiende a la indolencia y la incertidumbre. En muchísimas ocasiones se expresa a través de oraciones disyuntivas e incluso contradictorias. 
"A veces la olvido, o quizás decido olvidarla o quizás, absurdamente, me aseguro a mí mismo que ya la he olvidado por completo."
Hasta su concepto de la literatura se basa en la incertidumbre: La literatura es balbucear nos dice: "Al escribir sabemos que hay algo muy importante que decir con respecto a la realidad, y que tenemos ese algo al alcance, allí nomás, muy cerca, en la punta de la lengua, y que no debemos olvidarlo. Pero siempre, sin falta, lo olvidamos."
No Eduardo Halfon, cuyos relatos nos transmiten emoción y autenticidad.