sábado, 28 de septiembre de 2019

AD ASTRA - de John Gray


EEUU, 2019

¡Qué bien hecha que está la película y de qué forma tan intensa nos traslada la sensación de vacío en el espacio profundo!. 
Ese gigantesco desierto, silencioso, inhóspito e indiferente.


Las imágenes son fabulosas y el hilo narrativo del hijo, que emprende un viaje sideral hasta el otro extremo del sistema solar para buscar al padre perdido, tira fuerte de nosotros...
                                                  ...pero a la postre el profundo drama que pretende explorar el film se queda en algo muy leve, casi intrascendente: papá se fue buscando una entelequia de inteligencia extraterrestre, "Quiso ver algo que no había, mientras se perdió todo lo que tenía al lado".

Así que ese globo magnífico que se va hinchando con escenas poderosísimas como la inicial secuencia en un ascensor que sube desde la tierra hasta la estratosfera (vieja idea de Arthur C. Clarke) o la persecución y asedio de vehículos piratas por la superficie lunar o el acercamiento final a la nave del padre, varada entre los anillos de Neptuno; se pincha y se aleja en tu memoria como algo que pudo ser y no ha sido: una magnífica película.


Y el caso es que si alguien me pregunta si merece la pena, le digo sí. Que vaya a verla; pero en el cine. Me ha fascinado la inmersión en ese espacio negrísimo y sobrecogedor mientras acompaño a un tristísimo Roy McBride (Brad Pitt) como un metódico y frío profesional, capaz de gestionar cualquier situación peligrosa; pero gangrenado por la soledad y la alexitimia (carencia de emociones). Además James Gray es uno de mis directores favoritos. Me encantan películas suyas como Little Odessa, The Yards, La noche es nuestra o The Lovers. Aunque es verdad que en sus últimas El sueño de Ellis y Z, la ciudad perdida, ha perdido profundidad y desgarro. 

Estamos en un "futuro cercano" según la introducción de la película. La luna está colonizada. En Marte hay bases estables. El hombre mira hacia las estrellas. Ad astra. Pero corre el peligro de perder la perspectiva. Roy McBridge es un astronauta brillante, con un largo y exitoso expediente. Es hijo del legendario astronauta Clifford McBride (Tommy Lee Jones), desaparecido en el curso del Proyecto Lima: una nave que emprendió hace años una singladura más allá de los límites del sistema solar, con el objetivo de hallar vida inteligente. 

Ahora Roy es llamado para una misión secreta en medio de una emergencia. Del espacio exterior han llegado a la Tierra poderosas emanaciones electromagnéticas que han causado innumerables desastres y miles de muertos. Su origen se ha detectado cerca de Neptuno y consideran que allí es donde está la nave perdida...todavía con su padre vivo. Un experimento con antimateria puede haber causado todo. Confían en Roy para que vaya hasta Marte y entable comunicación con su padre para esclarecer los hechos. 

El planteamiento es ambicioso y es de admirar el arrojo del director al plantear una película como ésta, donde el vacío del espacio (y de acción) se corresponde con el vacío emocional del protagonista, mientras una voz en off te intenta desvelar las costuras de un corazón herido. 

En el fondo es un nuevo viaje al corazón de las tinieblas, ese viaje que aparentemente te lleva a millones de kilómetros (hasta Neptuno), pero que en el fondo no es más que un viaje al fondo de ti mismo. Lástima que se vaya diluyendo por el camino y que el encuentro final con el padre sea dramáticamente tan escaso de entidad y anticlimático. Sí, has descubierto algo, le dice el hijo; que sólo nos tenemos a nosotros. Como al protagonista, me cuesta encontrar la emoción en la que se presenta, precisamente, como "un viaje emocional a través del espacio".

Por el medio hay secuencias que parecen insertas para animar el cotarro, como la persecución de coches por la superficie lunar o el ataque de unos simios enloquecidos en una nave abandonada que emite señales de SOS (sin duda un guiño al clásico Alien). A pesar de que están rodadas con pericia y brío, se perciben como un relleno en una línea narrativa que quiere ser profunda y hasta filosófica. Lástima que la acusación al padre de perderse en su fascinación por las estrellas (como él mismo), abandonando a su mujer e hijo, no parezca un relevante conflicto.  

A destacar la sensacional fotografía, como no podía ser de otra manera, al tratarse de un profesional como Hoyte van Hoytema (Interstellar, Déjame Entrar). 

viernes, 20 de septiembre de 2019

INFORMER - creadores Rory Haines y Sohrab Noshirvani




Lo ha vuelto a hacer.
Bendita BBC.
Estas miniseries británicas de entre 6 y 8 episodios donde se apelmaza la acción, el crimen, el drama social, la investigación y el drama más íntimo me tienen ganado.

Si River llegó a emocionarme con ese baile en medio de la calle que representaba la lucha por la cordura en medio de una sociedad envilecida; y el David Budd de Bodyguard me enseñó su ética profesional paseando por las aguas pantanosas donde chapotean la política más rastrera y el falso interés nacional; este joven de origen pakistaní, Raza Shar (Nabhaan Rizwan), que protagoniza Informer, me ha tocado la fibra por el sufrimiento de quien se está intentando construir una vida digna en una sociedad injusta y la alternativa resultante es convertirte en un informante de un estado-leviatán, ciego y poderoso, que atrapa a los desheredados para que nutran su venganza.

De forma descarnada el oficial Waters pontifica: Los informantes "no son tus amigos. Los aprietas y exprimes y si te dan problemas los mandas a paseo y fuera".

La serie trata sobre un joven paquistaní nacido en Londres, que es reclutado por la unidad antiterrorista de la policía para que se infiltre en grupos musulmanes radicales para obtener información. El bautismo de fuego no puede ser más arduo. Tras un reciente atentado en Rotterdam, hay pruebas de que su instigador ha llegado a Londres y está formando una célula para ejecutar un atentado. Todo se precipita cuando Yusef, el mejor informante de la policía, aparece asesinado. Son seis episodios de una hora que mantienen la tensión y el interés hasta la escena final.

Raza es inglés de nacimiento y hasta cuando elige equipo en la PlayStation se decanta por Inglaterra ante el asombro de sus colegas musulmanes. Tiene un trabajo precario, un innegable encanto, una madre todavía sin papeles y unas ganas enormes de disfrutar de la vida lejos de líos y religiones. Pero en una noche de fiesta lo detienen y le encuentran su gramito de droga. Juntándolo todo el oficial antiterrorista Budd Waters (Paddy Considine) le presiona para que se convierta en informante.





















El pulso entre el policía y el joven representa la esencia de la serie. Por un lado la investigación terrorista, por otro el drama personal y social. Por un lado los mecanismos del estado, por otro el fresco social de ese Londres multicultural. Por una lado la manipulación del agente, por otro el peligro que corre un inexperto Raza. 
Aunque hay un punto donde los dos se encuentran. 
En el drama personal que arrastran.
El del policía viene de un pasado oscuro como infiltrado en una grupo pro-nazi, donde se metió tanto en su personaje que dejó pendiente una relación. Ahora y sin sospecharlo, la mujer aparece de pronto aparece en su vida actual. El de Raza en cambio se desarrolla hacia el futuro como consecuencia de convertirse en informante. Tanto él como su hermano pequeño y sus amigos sufrirán las consecuencias.

Informer tiene el tirón de una investigación contrarreloj que intenta descubrir una célula yihadista en Londres, bajo sospecha de atentado; pero la salsa y el sabor de toda la serie la aportan las pinceladas de esa sociedad multicultural que se hacina en Londres y cuya convivencia es un guiso bullente y picante como un buen curry especiado. ¡Qué vivo y diverso aparece Londres y con qué fuertes contrastes! Los bloques de casas subvencionadas y los trapicheos, los gimnasios de barrio y los elegantes edificios de la alta magistratura, los pequeños apartamentos donde se amontonan seis personas y la falta de oportunidades para jóvenes no blancos; la vida rota de los espías y las familias que sufren y se resquebrajan. Todo ello conforma un material narrativo de primer orden al que Rory Haines y Sohraba Noshirvani, sus creadores y guionistas, sacan todo el partido.



















Entre las etapas del aprendizaje contrarreloj de Raza se cuela un vitalista retrato de unos barrios londinenses tan multiétnicos como degradados.

Dos asuntos centran mi atención. El retrato de una realidad que suele ser invisible, la de los jóvenes inmigrantes procedentes de otras culturas y que son pasto de abuso y manipulación. Así ocurre con los dos hermanos paquistaníes. Raza es forzado por Waters para infiltrarse, mientras su hermano pequeño empieza a ser captado por un amigo musulmán fanático. Los prejuicios y la identidad cultural es uno de los grandes temas que desarrolla la serie. Raza es inglés de nacimiento, "no tienes acento" le dicen en la cárcel, no practica ninguna religión y tiene amigas universitarias con las que va de fiesta. Pero sus rasgos determinan su lugar en la historia.

El otro asunto es la arquitectura narrativa de la serie. Comienza con un tiroteo aparentemente indiscriminado en una cafetería, donde coinciden la mujer y la compañera de Waters. Tras la confusión del atentado, asistimos a las vistas en un tribunal y con las sucesivas declaraciones de los testigos se irá esclareciendo lo ocurrido. Así comienza cada episodio, con unos minutos del juicio y la declaración de un nuevo testigo. Todo ello provocará diversos flashbacks que nos ayudarán a reconstruir la concatenación de los hechos. El misterio principal es quién fue el tirador y cuáles han sido sus motivaciones para llegar hasta la cafetería y abrir fuego. En línea con el desarrollo de la serie, su impactante final tendrá más que ver con lo personal que con lo político.

Raza y su colega Dadir Hassan
Hay que destacar el trazo preciso de la mayoría de los personajes. El compañero de celda de Raza, Dadir Hassan (Roger Jean Nsengiyumva), la metomentodo compañera de Waters, (interpretada por Bel Powley), el colega islamista del hermano pequeño de Raza o el barbudo policía infiltrado desde hace años pero con escaso éxito; componen una panoplia de personajes que te mantienen alerta, porque no sabes por dónde se romperá el cristal. 


sábado, 14 de septiembre de 2019

EN EL CAMINO de BRIGHTON - de Richard Middleton


Serie Narraciones Extraordinarias



On the Brighton road, Richard Middleton (1882-1911)



     El sol había trepado lentamente por entre las blancas y agrestes colinas, hasta desparramarse, sin el misterioso ritual de la aurora, sobre un centelleante mundo cubierto de nieve. Durante la noche había caído una fuerte nevada y los pájaros, que iban dando saltitos de un lado a otro sin apenas fuerza vital, no dejaban rastros de su paso sobre la tierra plateada. En algunos sitios los setos irregulares rompían la monotonía de la blancura que ocultaba los colores del mundo y sobre su cabeza el cielo cambiaba del naranja al azul profundo, y de ése a otro tan pálido que parecía una cortina de finísimo papel y no un espacio infinito. El viento frío y silencioso se colaba entre los campos llanos, barriendo la nieve de los árboles en delgadas nubes de polvo, aunque apenas, agitaba las hojas de los setos. En cuanto el sol dejó atrás la línea del horizonte, pareció trepar en el cielo con mayor rapidez, y según ascendía comenzó a diseminar un calor que se mezclaba con el arrebato del viento. 
     Debió de ser esta extraña alternancia de calor y frío la que interrumpió su ensoñación, pues se puso a luchar durante un rato con la nieve que le cubría, como un hombre que está en la cama y se siente incómodo con las mantas que le tapan, y luego se irguió con la mirada perdida e indecisa.
     -¡Por Dios! Creía que estaba en la cama -se dijo a sí mismo mientras contemplaba el solitario paisaje-, y sin embargo, he estado aquí afuera todo el tiempo.
     Estiró los brazos y se puso en pie lentamente, sacudiéndose la nieve del cuerpo. Mientras lo haía el viento le dio de lleno y comenzó a temblar, lo cual le hizo darse cuenta de que su lecho había sido cálido.
     -Bueno, me encuentro bastante bien -pensó-. Supongo que hasta tengo suerte de conseguir levantarme en un sitio así. Pero también mala suerte... ahora tengo que regresar.
     Se puso a mirar el paisaje y vio las colinas que brillaban sobre el azul del cielo como una postal de los Alpes.
  -Supongo que son otros sesenta kilómetros -siguió cavilando sombríamente-. Sólo Dios sabe cuántos hice ayer. Caminé hasta que ya no pude dar un paso más, y ahora debe de estar a unos veinte kilómetros de Brighton. ¡Maldita nieve, maldito Brighton y maldito todo!.
     El sol siguió subiendo en el cielo, cada vez más y más alto, y él comenzó a andar pacientemente por el camino, de espaldas a las colinas.
     -¿Estoy o no feliz de que tan sólo fuera un sueño? ¿Lo estoy o no lo estoy? ¿Lo estoy o no lo estoy?
     Sus pensamientos parecían marchar al son regular de sus pasos, y apenas se sentía capaz de buscar una respuesta adecuada a la pregunta. Le bastaba con seguir caminando.

     Al poco, nada más pasar perezosamente delante del tercer mojón que le indicaba que ya había recorrido cinco kilómetros, adelantó a un muchacho que se había parado a encender un cigarrillo. no tenía abrigo y parecía increíblemente frágil allí, en medio de la nieve.
    -¿Va usted de camino, jefe? -preguntó con voz ronca, cuando pasó delante.
     -Eso creo -respondió el vagabundo.
     -¡Oh! En ese caso podría hacer un trecho con usted, si no va demasiado rápido. Se siente uno muy solo caminando sin compañía a esta hora de la mañana.
     El vagabundo asintió y el chico comenzó a cojear andando a su lado.
     -Tengo dieciocho años -dijo, sin venir a cuento-. Apuesto a que pensaba que era más joven.
     -Te había echado unos quince.
    -Pues habría perdido la apuesta. Dieciocho cumplí en agosto. ya llevo seis años en el camino. Cuando era pequeño me escapé de casa cinco veces, pero los policías siempre volvían a encontrarme. Se portaban muy bien conmigo, aquellos policías. Ahora ya no tengo ninguna casa de la que escapar. 
     -Ni yo tampoco -dijo con calma el vagabundo.
   -Oh, claro, yo sé quién es usted -jadeó el muchacho-. Usted es un caballero venido a menos. Esto es más duro para usted que para mí.
     El vagabundo echó una mirada al endeble y cojo muchacho y disminuyó su marcha.
     -No he estado tanto tiempo como tú en esta situación -admitió.
     -No, ya lo sé, se nota en su manera de andar. Aún no está muy cansado. ¿A lo mejor espera algo al final del camino?
     El vagabundo reflexionó un momento.
     -No lo sé -respondió con acritud-. Siempre espero que ocurra algo.
    -Se le irá pasando -comentó el chico-. En Londres no hace tanto frío, pero también es más difícil encontrar comida. En realidad allí no hay mucha.
    -Sí, pero a lo mejor es posible encontrar a alguien que te entienda...
    -La gente del campo es mejor -interrumpió el chico-. La noche pasada dormí en una cuadra sin pagar nada, junto con las vacas, y esta mañana el granjero me despertó y me dio té y galletas porque era pequeño. Aquí me defiendo bien; pero en Londres, sopa todas las noches en la Beneficencia, y el resto del día los policías encima de ti mandándote de un lado a otro.
   -Ayer por la noche me desplomé al borde del camino y me quedé dormido allí mismo. Es un milagro que no esté muerto -dijo el vagabundo.
     El muchacho le miró fijamente.
     -¿Y cómo sabe que no lo está? -preguntó.
     - No veo que esté muerto -respondió el vagabundo después de un rato.
   -Le voy a decir algo -habló el chico con voz ronca-, la gente como nosotros no puede eludir ese tipo de cosas. Siempre hambrientos y sedientos, siempre andando y tan miserables como un perro. Y sin embargo, si alguien me ofreciera trabajo y una casa bonita, mi estómago enfermaría. ¿Le parezco fuerte? Ya sé que soy un poco pequeño para los años que tengo, pero aquí estoy, yendo de un lado a otro desde hace seis años. ¿Y usted se cree que no estoy muerto? Me ahogué nadando en Margate, y un gitano me clavó un punzón en medio de la cabeza; dos veces he muerto congelado, como usted anoche, y un coche me atropelló en este mismo camino; y sin embargo aquí estoy, caminando a su lado, caminando hacia Londres para luego volver a caminar otra vez de vuelta, y no puedo hacer otra cosa. ¡La muerte! Le digo que no podemos evitarla, aunque queramos.
     El chico se interrumpió con un acceso de tos, y el vagabundo se detuvo a esperar que se recuperase.
     -Será mejor que te pongas mi abrigo un rato, Tommy -dijo, esa tos no parece nada buena.
    -¡Váyase al infierno! -exclamó con ferocidad el chico, dando una chupada al cigarrillo-. Estoy bien. Le hablaba del camino. Aun no está muy deprimido, pero lo estará. Todos estamos muertos, todos los que vamos por el camino, y sin embargo, por una u otra razón, no podemos abandonarlo. Durante el verano flota un aroma delicioso, una mezcla de polvo y heno, y el viento te azota el rostro los días cálidos, y es maravilloso despertar sobre la hierba fresca en una hermosa mañana. No sé, no sé... -de repente se tambaleó y el vagabundo le cogió por los brazos.
     -Estoy enfermo -murmuró el chico-, enfermo...
     El vagabundo miró a un lado y otro del camino, pero no vio ninguna casa ni a nadie que pudiera prestarles ayuda. Sin embargo, mientras sostenía al muchacho en mitad del camino, dudando sobre lo que iba a hacer, apareció un coche que se acercaba en la distancia, avanzando sin dificultad por la nieve.
     -¿Qué sucede? -dijo con calma el conductor al parar el vehículo-. Soy médico.
     Examinó con atención al muchacho y escuchó su respiración fatigosa.
     -Neumonía -dijo-. Lo llevaré al hospital, y también a usted, si lo desea.
     El vagabundo pensó en el asilo y negó con la cabeza.
     -Prefiero caminar -dijo.
     El muchacho parpadeó débilmente mientras le subían al coche.
     -Te veré pasado Reigate -susurró el vagabundo-. Seguro que sí.
     Y el coche desapareció en la distancia blanca del camino.
     Durante toda la mañana el vagabundo anduvo chapoteando por la nieve semiderretida, y al mediodía pidió un poco de pan en una granja y se escurrió dentro del solitario granero para dar cuenta de él. Allí se estaba caliente, y después de comer se quedó dormido sobre el heno. Cuando despertó ya había oscurecido y volvió a ponerse en marcha, andando penosamente por el camino cubierto de nieve y barro. 
     Pronto dejó atrás Reigate, y a tres kilómetros una figura, una frágil figura, apareció de entre la oscuridad y se puso a su lado. 
     -¿Va usted de camino, jefe? -dijo una voz ronca-. En ese caso podría hacer un trecho con usted, si no va demasiado rápido. Se siente uno muy solo caminando sin compañía a esta hora del día. 
      -¡Pero... la neumonía! -gritó horrorizado el vagabundo.
     -He muerto en Crawley esta mañana -dijo el muchacho.





Richard Middleton
En "El buque fantasma y otros relatos tristes y siniestros"
Editorial Valdemar
Traducción Jose María Nebreda

lunes, 9 de septiembre de 2019

PROYECTOS de PASADO - de Ana Blandiana




Por lo que sea no me percaté en su día del valor de este libro (1º edición en 2008); pero la intrépida editorial Periférica, consciente de su mérito, volvió a la carga reeditándolo (en 2017) y bien que se lo agradezco.

El sustrato inevitable de estos cuentos es la aterradora realidad de la dictadura comunista liderada por Ceaucescu en Rumanía. La mirada de Blandiana sobre los hechos, gentes y leyendas de su país es la de una poetisa comprometida con la denuncia del absurdo totalitario y con una vocación literaria que toma forma de resistencia moral. Los relatos tienen una atmósfera visionaria donde a menudo la fantasía irrumpe en una realidad áspera. De este modo en las páginas se dan cita lo testimonial, lo onírico, un cierto humor negro y un potente trasfondo simbólico.
Edición de 2008

Los relatos están contados en primera persona y en general suponen una crónica que, sin renunciar a la ficción ni a elementos surrealistas, dan cuenta de las costumbres y circunstancias de una sociedad rumana sometida hasta lo mezquino. Paradójicamente la imposición de esta sociedad realista del control y la uniformidad llega a cotas tan absurdas y psicopáticas que bordean lo fantástico: y de ello se sirve la autora para denunciar la dimensión grotesca de la existencia en un estado totalitario. 

La traductora y redactora de un prólogo imprescindible, Viorica Patea, lo resume perfectamente:
"Acontecimientos milagrosos, sobrenaturales y excepcionales se infiltran en los pliegues de lo cotidiano y remiten a los sentidos más profundos de lo real. Los relatos presentan una crónica de la vida diaria, pero recurren a lo fantástico como forma de expresión de una realidad que por motivos políticos permanece prohibida y sobre la cual se cierne el silencio."    
del Prólogo "Ana Blandiana, el lenguaje realista del relato fantástico".
Los cuentos del volumen se pueden reunir en tres grupos. Los más oníricos y misteriosos como Lo soñado, En el campo, La gimnasia nocturna y La lección de Teatro. Los que cobran la forma de una crónica delatora y desafiante como Reportaje, Imitación de una pesadilla, Aves voladoras para el consumo, Proyectos de Pasado o La iglesia fantasma. Y los más íntimos que tienen que ver con la identidad en un mundo alienante, como La lección de Teatro, Una herida esquemática o Lo soñado. La calidad de unos y otros en general es muy alta, siendo algunos de ellos extraordinarios.

Me extenderé un poco sobre los cuatro que más me han gustado: 

Proyectos de pasado es un relato magistral, paradójicamente carente de fantasía. En cambio la peripecia humana que relata es de una enorme profundidad. Justo al comienzo de un boda todos los asistentes son detenidos y deportados en pequeños grupos. El del tío Emil está compuesto por nueve personas entre las que se encuentran el párroco oficiante, el novio y la novia. Abruptamente son trasladados a una zona aislada del Bărgană, un inmensa y fértil llanura que es como un océano de tierra, convirtiéndolos de facto en unos extraños robinsones. Esta colonia penitenciaria, sin guardianes ni alambradas, se conforma como un microcosmos que representa a todo un país en régimen penitenciario. La diferencia es que en el Bărgană no hay policía, ni delatores.


Los camiones los abandonaron a su suerte arrojándolos allí con unas pocas herramientas, sus maletas y enseres. El absurdo y la radicalidad de este destierro, que se alargará durante 10 años, se convertirá en una experiencia límite, donde cada superviviente encontrará lo sustancial de sí mismo. El relato se articula mediante un narrador (la autora) que nos traslada lo escuchado a otro narrador (su tío Emil) el cual, años después de su reingreso todavía permanece confuso. Reflexiona sobre cómo nos construye la memoria y las propias experiencias por traumáticas que sean. En el  Bărgană, el riesgo de morir estaba presente cada día, la lucha con la naturaleza era tenaz y despiadada... y sin embargo, allí fue auténticamente feliz. Venció. Al fin y al cabo sufrieron las mismas penurias que en su vida normal; pero allí, en su angustioso destierro, eran libres.

"Reportaje" es otro de los relatos donde la realidad descrita es tan brutal y aterradora que por sí misma constituye una pesadilla. La narradora es una periodista enviada al Danubio para informar sobre las inundaciones que se están llevando de calle una isla artificial. El hecho de se trate de otro de esos proyectos megalomaníacos de un régimen enfebrecido obliga a preservarlo. La isla se deshace y hasta los cadáveres de los presos políticos que la construyeron salen a flote como un recordatorio diabólico de que tanto entonces como ahora, el "elemento del que disponemos a discreción es el elemento humano". La imagen de las filas de soldados formando un dique vivo con sus propios cuerpos, ayudándose de ramas y de los esqueletos de los antiguos deportados resulta estremecedora.

El relato tiene una gran carga simbólica: La isla simboliza esa falsa utopía que aliena a las personas; mientras que las aguas desatadas representan la rebelión de las fuerzas de la naturaleza. 
"Este era el Danubio, era el movimiento, la rebelión, la destrucción, la muerte, la fuerza vital capaz de otorgar magnitud e ímpetu a la basura misma, y fluía sin cesar en sí mismo y en el cosmos deseoso de contenerlo. Era el Danubio, al que siempre había temido, fascinante y ajeno, misterioso y devorador, hostil, poderoso, vivo."
Uno de los relatos más misteriosos y sugerentes es "La lección de teatro" y, en varios sentidos, me recuerda al magistral cuento de Cortázar "Las babas del diablo". Ambos tienen que ver con la creación y la interpretación, ambos tienen un carácter netamente parabólico; en ambos se esgrime lo fantástico como indagación liberadora que derriba los muros de una realidad espuria.

En este relato un actor acude a la llamada de un desconocido. En la finca, aparentemente asiste a un velatorio; pero, inopinadamente, todo se convierte en una especie de auto de fe, una extraña alegoría que entraña una revelación. Según la autora del Prólogo,
"los agujeros oscuros de la historia se revelan en parábolas y misterios. «La lección de teatro» es un relato transido de misterio, una zona negra que no se ilumina del todo y que descansa en una realidad sepultada en el tiempo. Nuestros conocimientos dependen de nuestra voluntad de ver: «Después de todo, no vemos nunca más que aquello que imaginamos de antemano que podemos ver». El narrador, un actor de cierto renombre, acude a la misteriosa llamada de un desconocido y asiste a una extraña obra de teatro que resulta ser una lección de historia. Delante del catafalco sobre el que yace un hombre, un ángel y un demonio entonan un recitativo acerca de su vida. Las barreras de la vida y de la muerte, del destino y de la historia se difuminan. Las palabras clave de esta representación constituyen el fondo léxico de la represión —casa, extraño, tarde, caña, grande, castigo, llevárselo, marmita— y esbozan la suerte de muchas víctimas anónimas. Configuran una realidad aterradora de la que no se puede hablar abiertamente y que se transmite sólo en un lenguaje cifrado o en el lecho de muerte. La vida de los desaparecidos en los campos de concentración se cuenta de manera indirecta y simbólica en escenas de teatro popular, inspiradas en antiguos ritos y costumbres. Allí, en el umbral de la muerte, el narrador descubre a través del destino de este desconocido, el triste final de su propio padre, ambos antiguos compañeros en un campo de concentración: «Fue como resolver un crucigrama que no había podido resolver a su debido tiempo y cuya solución se me ofrecía en la última página de la revista». Esta revelación, formulada en un terreno indefinido entre la muerte y la vida, es el legado del destino y de la Historia a otras generaciones, que tendrán que interpretarlo".
























Finalmente quiero destacar "La iglesia flotante", un relato en el que se entrecruzan valiosos elementos narrativos. Por un lado un hecho histórico, el traslado integral de un iglesia de madera desde un pueblo a otro y que, tras desaparecer en el río, adquiere la aureola de leyenda. Por otro lado, una reflexión de la narradora sobre la delgada frontera entre realidad y fantasía. Ambigüedad que le afecta a ella
"No habría sido la primera vez que descubría la total inadecuación a la realidad de algunos de mis recuerdos, convencidos de su propio realismo. Era consciencia de mi propensión (que disimulaba y a la que amaba como un vicio) a dejar que la fantasía se mezclara ilícitamente con las verdades del ambiente, adquiriendo su color e imitando su formas (hasta que ninguna mirada ajena, por muy atenta que fuera, pudiera distinguirlas)."
y también a la propia Historia del pueblo sublevado, ya que sólo después de la desaparición de la iglesia comienza el rumor de que el sacerdote que dirigía la operación era el mismísimo líder de la rebelión en Transilvania.
"Los documentos de la sublevación mencionan, sin embargo, un número insólitamente grande de rebeldes procedentes de este pueblo de los Cárpatos Occidentales que siguieron a su jefe hasta el final de los combates, en el terrorífico invierno de 1785. Cuando todo terminó, los supervivientes oriundos de Subpiatra regresaron silenciosos a sus casas, como si hubieran despertado de un sueño que habían creído real y al cual no querían renunciar, prefiriendo tomar la realidad por un sueño pesado e incomprensible. Las noticias de la ejecución en Alba Iulia los encontraron parapetados, con todos los puentes levantados, encerrados en un silencio inexpugnable, mirando hacia fuera con una mirada segura y desconfiada que, sin que sus labios se despegaran, decía, sin embargo, con bastante claridad: ´Os esforzáis en balde por espantarnos. Bien sabemos que todo eso ocurre exclusivamente dentro de esta pesadilla. La realidad es la otra, esa de donde acabamos de venir y donde las cosas son totalmente diferentes´. "
La iglesia recorría unos pocos metros cada día arrastrada por un montón de bueyes. Para cruzar el río se esperaron las heladas; pero a la postre la iglesia quedó atrapada en el hielo y al llegar la primavera terminó hundiéndose, llevándose con ella a los doce avezados campesinos que quisieron retenerla lanzando cabos. El trazo legendario de estos hechos se acrecienta con las noticias de que el párroco, que tan vehementemente había encabezado el traslado, era en realidad el líder revolucionario Horia, "constructor de iglesias y gran maestro en el arte del canto".

La nebulosa de toda esta leyenda será ratificada muchos años después por un hecho insólito: la narradora se encuentra la iglesia  llena de algas, con la iluminación ardiente de sus velas y los doce (apóstoles) lugareños que se ahogaron con ella, surcando de nuevo el Danubio ¡y hasta puede oír los cánticos!
A pesar de que la revuelta de Horia fue derrotada, el mito de la iglesia sobre las aguas vence las adversidades del destino. El sueño de la iglesia rompe la realidad, incita a la resistencia y refuerza la esperanza de la libertad.

En todos los relatos, sea en su centro o en la tangente, aparece reflejada la vida cotidiana aplastada bajo el poder omnímodo del Estado. Ahí es donde la fantasía de Blandiana actúa como instrumento de subversión. A través del absurdo y de estampas de una realidad tergiversada por una opresión política colosal, la autora logra testimoniar la barbarie de una sociedad degradada por la progresiva deshumanización, el miedo y la penuria. En "Reportaje" y "Proyectos de pasado" aparecen los campos de concentración. En "Aves voladoras para el consumo" la escasez vejatoria y las colas que llevan a una profesora a hacerse con una gallina e instalarla en el balcón ¡para acabar con una docena de pequeños y gordezuelos ángeles!; cuyo cuidado la sembrará de inquietud. En "Imitación de una pesadilla" se visualiza la enfermiza ambigüedad que subyace en la relación entre el verdugo y su víctima. La escena que describe es sencilla y aparentemente irreal. Una joven es retenida a la fuerza, en plena calle, ante la indiferencia de curiosos y amigos. Sus gritos y petición de ayuda resultan baldíos de modo que se vuelve sobre sí misma en busca de redención:  
"Por un momento sentí el impulso de darme la vuelta y de huir, para demostrarme a mí misma que era verdaderamente libre, pero al instante me di cuenta de que nunca más sería libre si no era capaz de explicarme por qué, durante aquella pesadilla, no lo había sido."
Por su parte el relato "En el campo" tiene que ver con la tragedia de la colectivización de la tierra que despoja a los campesinos de sus vínculos y tradiciones. Este es un relato fantasmagórico que en alguna medida me recuerda los territorios de Juan Rulfo. Aquí, una joven regresa al pueblo de su infancia para encontrarlo abandonado y habitado únicamente por viejos fantasmagóricos. La amenaza de podredumbre y muerte amenaza con atraparla para siempre.


Renée Magritte, La Connivence





















Para Blandiana "la realidad está cargada de signos misteriosos e indescifrables y de recuerdos incomprensibles de una vida que ha existido. Lo fantástico no disloca la realidad, sino que se nutre de ella" y supone un despertar a una percepción más compleja y misteriosa. Por esto mismo el sueño es una clave recurrente en su narrativa y poética. De hecho estos cuentos están colonizados por sueños e imágenes oníricas: inundaciones bíblicas, iglesias que vuelan remolcadas por golondrinas, figuras mitológicas, edificios donde el tiempo es una encrucijada, ángeles que intentan vivir como humanos para comprender nuestros pecados e iglesias arrancadas de su terreno que navegan presurosas por el Danubio. En uno de ellos encontramos a una mujer que se descubre dentro de un sueño e incapaz de determinar si es sujeto u objeto del mismo, se tumba para ser la soñadora y no lo soñado.

El sueño se convierte en una categoría de la vida y como señala la autora del Prólogo
"El sueño es el umbral de las realidades atemporales y arquetípicas en el que los personajes buscan su identidad. El sueño es una clave recurrente que vertebra tanto la poesía como la prosa fantástica de Ana Blandiana. En «El traje de ángel» el sueño adquiere la forma de un edificio con infinidad de estancias que conducen a la revelación de la alteridad y de la dimensión metafísica del ser. Este edificio laberíntico, evoca la casa en la que Ana Blandiana vivió durante su infancia en Oradea y que contenía los depósitos de libros prohibidos pertenecientes al antiguo obispado greco-católico. En «Lo soñado» —transposición narrativa del poema de Blandiana «Genealogía»— el yo poético se agita en el sueño e intenta dejar una huella de su existencia y de su revelación de ser soñado. El mundo nace de la sustancia efímera y siempre cambiante del sueño con el que sueña un demiurgo somnoliento y caprichoso."
Transcribo a continuación el poema "Genealogía", base del relato "Lo soñado". Ambos nos recuerdan, inevitablemente, al cuento "Las ruinas circulares" de Borges.

 

GENEALOGÍA
Alguien sueña con nosotros
Soñado a su vez
Por otro
Que es el sueño
De un determinado sueño.
Absortos por la somnolencia
También soñamos con un mundo
Salvajemente atormentado en el sueño.
Soñando
Somos el eslabón tierno
En la fila sin comienzo que no ha de acabar
Nunca,
Aunque
Bastaría
Un solo grito
Lo bastante fuerte como para poder despertar
A medias
Al primer Señor
Del sueño,
El que duerme
En los cimientos de los mundos
Soñados.




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Otilia Valeria Coman, conocida como Ana Blandiana, nació en Timisoara en 1942. Es una de las conciencias artísticas y cívicas más importantes de la Rumanía contemporánea. Desde que a los 17 años empezara a publicar poesía estuvo perseguida por el régimen totalitario comunista. Al igual que Anna Ajmatova o Vaclav Havel, Ana Blandiana se transformó en la conciencia de su época, símbolo de valentía e integridad moral ante un poder totalitario. 
Su poesía traduce el asombro ante la belleza del mundo en ejercicios de ascesis. En ella cultiva un tono sincero y espontáneo pleno de inflexiones metafísicas. Para la autora, la escritura es el modo esencial de manifestación de un mundo cuyo misterio queda por descifrar.
Su primer libro de relatos, Las cuatro estaciones, data de 1977. El segundo es Proyectos del Pasado que, aunque inicialmente censurado, vio finalmente la luz en 1982.  Blandiana es autora de catorce libros de poesía, dos volúmenes de relatos fantásticos, siete de ensayos y una novela (El cajón de los aplausos, 1992)








GROTESQUE  ▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁

Ceaucescu se ganó la confianza del pueblo rumano cuando en 1968 se opuso a la entrada de las tropas soviéticas en Checoslovaquia y amenazó con el uso de la fuerza si la URSS se atrevía a invadir Rumanía. Estas circunstancias le reportaron el reconocimiento de muchos líderes mundiales; pero poco después asumió el papel de un dictador implacable que implantó un estado policial de corte estalinista. Alimentó la corrupción y el nepotismo, monopolizó los cargos más importantes en torno a su familia y vivió en la más absoluta opulencia mientras el pueblo se moría de hambre. Uno de sus proyectos más megalómanos fue construir el Palacio del Parlamento rumano, proyecto que llegó a consumir un tercio de la riqueza del país; pero no fue el único.

En los relatos de Ana Blandiana no sólo se reviven las interminables colas para conseguir cualquier producto de consumo, también el miedo y la sumisión. Los planes del régimen se sucedían a cual más megalómano y grotesco, como la obligación de las mujeres de tener cinco hijos "para engrosar las filas del ejército" o el que las bibliotecas tuvieran fondos de libros prohibidos, tal y como se recuerda en el relato "El traje del ángel". Por su parte en "Reportaje" se evoca el faraónico proyecto estalinista "canal Danubio-Mar Negro". En los años sesenta el gobierno abandonó el proyecto del canal y en su lugar se inventó el llamado "Plan de transformación de la naturaleza", que preveía, entre otros objetivos, la construcción de una isla artificial en el Danubio. Todos estos proyectos no fueron más que pretextos para la creación de campos de trabajos forzados, en los que morirían muchos de los presos políticos procedentes de todas las capas sociales, desde intelectuales a campesino.

Durante años, uno de los objetivos de Ceaucescu consistió en pagar la deuda externa, contraída por una política económica poco realista de enorme industrialización pero escasamente competitiva. Con el fin de obtener divisas se decidió la exportación masiva de toda la producción interna y la consiguiente implantación de un programa de duras restricciones económicas. El frío, el hambre y el terror se transformaron en medios para controlar a la población. Mientras la propaganda oficial celebraba en panegíricos interminables los «cincuenta años de luz» y los logros de un «nuevo» orden social. Lo absurdo y burlesco se trasluce en que en un país como Rumanía, productor de gas y petróleo, el suministro de gas, electricidad y agua se limitaba a unas pocas de horas al día.

En "La lección de teatro" se alude al "Plan de sistematización" decretado por Ceaucescu, que preconizaba la desaparición de los catorce mil pueblos del país, a fin de llevar a cabo la doctrina leninista que abogaba por la desaparición de las diferencias entre el pueblo y la ciudad. El plan preveía la destrucción de las viviendas individuales y su sustitución por bloques, para romper cualquier reducto de independencia y, así, poder controlar a toda la población. Al igual que los habitantes de las ciudades, y, sobre todo, de Bucarest, los campesinos vieron cómo sus casas eran arrasadas contra su voluntad.

domingo, 8 de septiembre de 2019

LA POESÍA de Ana Blandiana

              


Otilia Valeria Coman, conocida como Ana Blandiana nació en Timisoara en 1942. Es una de las conciencias artísticas y cívicas más importantes de la Rumanía contemporánea. Desde que a los 17 años empezara a publicar poesía estuvo perseguida por el régimen totalitario comunista. Primero por "ser hija de un enemigo del pueblo", ya que su padre era un sacerdote ortodoxo, preso político. Luego por denunciar la miseria y el terror impuesto por el régimen. La publicación de sus trabajos fue prohibida en dos ocasiones. La primera cuando tenía solo 18 años y escribía en la revista Tribuna. Ninguna editorial tenía permiso de publicar su obra y las autoridades gubernamentales le prohibieron cursar estudios universitarios o acceder a un trabajo formal. Por ello se desempeñó como albañil. La segunda ocasión fue cuando, en 1985, publicó en la revista Anfiteatro un poema que, en frases breves, a través de una enumeración de imágenes, denunciaba la sordidez de la vida bajo el régimen totalitario de Nicolae Ceaucescu, a quien también caricaturizó en su libro para niños El gato cebollín. Por todo ello fue condenada a permanecer bajo arresto domiciliario. 
Tras la caída del comunismo, Blandiana reorganizó el PEN Club rumano cuya presidencia asumió de 1990 a 2004. Fundó y presidió la Alianza Cívica (1991-2001), una organización independiente que luchó por la democracia e hizo posible la entrada de Rumanía en la UE. Bajo el amparo del Consejo de Europa, Ana Blandiana creó el “Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia” en Sighet. Este museo, que es a la vez centro de investigación y escuela de verano, está considerado el tercer museo de la conciencia europea después de Auschwitz y el memorial de Normandía. Al igual que Anna Ajmatova o Vaclav Havel, Ana Blandiana se transformó en la conciencia de su época, símbolo de valentía e integridad moral ante un poder totalitario. 

Su primer libro de relatos, Las cuatro estaciones, data de 1977. El segundo es Proyectos de Pasado que, aunque inicialmente censurado, vio finalmente la luz en 1982. Blandiana es autora de catorce libros de poesía, dos volúmenes de relatos fantásticos, siete de ensayos y una novela.

En su poesía se funden poesía y vida. Ella misma ha referido el axioma que ha regido su vida: "existimos sólo en la medida en la que somos testigos de la historia, de una historia que a su vez existe sólo en la medida en la que somos sus testigos". Su poesía abarca temas esenciales como el amor, la muerte, el paso del tiempo o la sacralidad como hilo sutil que une la realidad con el más allá. En su poesía encontramos sencillez y delicadeza con trazos de un fino lirismo y reflexión filosófica. 

La obra más reciente de Ana Blandiana ha nacido en una época en la que, como ella misma dice, “ser libre es más difícil que no serlo, en un tiempo, en el que, paradójicamente, la libertad de la palabra disminuye la importancia de la palabra”. Su poesía cultiva un tono sincero y espontáneo colmado de inflexiones metafísicas y asombro ante la belleza del mundo. La exuberancia de los sentidos, el éxtasis de la fusión con el mundo o de la vivencia inmediata se disuelven en el silencio de la meditación. El conocimiento adquiere la forma de un íntimo misticismo y un recogimiento producto de la contemplación melancólica. 

En esencia la poesía de Ana Blandiana es una meditación sobre el sentimiento trágico de la vida, la angustia metafísica y el vacío existencial, asuntos todos ellos muy contemporáneos. Atormentado por la precariedad de su condición biológica, el yo se debate entre la aspiración hacia una pureza ideal y las formas degradadas de su existencia social e individual. 

Otros asuntos centrales en su poesía son el misterio y la idea del todo. Incluso tiene un poema titulado Todo que es como uno de los catálogos de Homero, con ánimo de nombrarlo todo:
Hoja, palabras, lágrimas,
cajas de cerillos,
gatos,
a veces tranvías, colas para la harian,
catarinas, botellas vacías,
discursos,
imágenes persistentes de la televisión,
escarabajos de patatas,
gasolina,
banderas, retratos conocidos,
...
Asimismo y con una enorme capacidad visual para abstraer momentos concretos, alcanza su cima cuando –como en «A plazos»– focaliza una miga de pan y, a partir de ella, poetiza nuestra condición de fragmentos, hambrientos de totalidad.

Como dice Viorica Patea, lúcida traductora y prologuista de sus libros, "La poética de Blandiana cultiva el misterio como paradigma existencial. La palabra poética busca el reflejo metafísico de las cosas, su sombra llena de misterio, estremecimiento y agonía. Anhela las verdades fundamentales, los mitos originales y el mundo de las formas y los arquetipos."

Ese misterio de la existencia y esas verdades fundamentales las intuye Blandiana tanto en un folio en blanco como en la pátina de nieve que cubre un campo. Veamos.
En el volumen Mi patria A4 (2014), encontramos el poema homónimo que es muy sintomático. En él la poetisa presagia su universo entero en los límites blancos de un folio A4. En ese espacio diáfano y totalmente potencial, es donde la autora busca la definición de su ser, de crear una patria personal y única. El poema concluye con los versos 
¿Conseguiré alguna vez
Descifrar las huellas que no se ven,
Pero que sé que existen y esperan
Que las pase a limpio
En mi patria A4?"
Estos versos reconocen todo lo inefable de la experiencia humana o como dice Viorica Patea: "La escritura es el modo esencial de manifestación de un mundo cuyo misterio queda por descrifrar".

Por su parte en Proyectos de pasado, su magnífico libro de relatos, nos encontramos con un texto, “Lo soñado”, que ilustra de forma alegórica esa situación platónica de "saber es recordar" que propugna la autora. En un momento del relato se dice:
"A medida que avanzaba, me daba cuenta de que me hallaba completamente sola en un lugar desértico en estado de hibernación, del que los habitantes habían emigrado hacia otras estaciones. Nunca me había encontrado tan sola, ni tan perdida. Volví la cabeza y vi mis huellas extraordinariamente claras en la nieve inmaculada, sobre la que ya no soplaba la más mínima brisa. Pero tampoco me eran de ninguna utilidad: complicadas y herméticas, parecían un mensaje escrito en una lengua desconocida, cuyo significado no podía comprender. No obstante, cuanto más las miraba, más me convencía de que se trataba de un mensaje. Todo ocurría como en un sueño. Convicciones, sentimientos y hechos que ni siquiera necesitaban argumentos ni causas, pero que estallaban y desaparecían sin explicación, ni motivo, aunque no sin intensidad. Cuanto más caminaba, tanto más complejo y difícil de descifrar resultaba el enunciado que mis sabias suelas escribían en la nieve. Y si yo era la autora, al menos en apariencia, de aquel extraño texto -tal vez una amenaza o tan solo un aviso, o, más probable, y enloquecedoramente, una indicación sobre la manera en la que podía fugarme de aquel paisaje y de aquella aventura-, entonces no creo que, desde el principio del mundo, haya existido un autor más intimidado y más impotente ante su propia obra." 
La extrañeza que le provoca a la protagonista sus pasos sobre la nieve, su convencimiento de que se encuentra no ante simples huellas, sino ante una forma de escritura que la utiliza para manifestarse, nos habla de otro de las aspectos esenciales de la poesía de Blandiana, su consideración de la misma más como "una secuencia de visiones" más que como "una serie de acontecimientos". “La poesía no es una sucesión de experiencias sino una sucesión de visiones”, nos dice Ana Blandiana. Por eso el acto poético es un acto visionario, un reconocimiento platónico: el alma inmortal nace hecha y sólo en su paso por este mundo olvida lo que sabía. La patria de los poetas no se crea de nuevo con cada poeta que se incorpora a la misma, sino que se «actualiza». Así, cuando leemos en el poema «Reconstitución»: 
«Por muy lejos que vaya,
solo me conmueve
lo que reconozco, lo sabido de antemano,
desde mi infancia y mucho antes,
de una vida anterior
acerca de la que no sé nada»
Esta situación orienta a la autora hacia la persecución de ese misterioso eco de una vida anterior más completa que otorga al aquí y al ahora una resonancia metafísica. Para dibujar mejor ese misterio, la poetisa aboga por el silencio. Según ella, la auténtica poesía nace en el silencio y debe volver a él, so pena de convertirse en falsedad. “Cuanto más quieres sugerir, menos debes decir. Se trata de un esfuerzo titánico: usar cuantas menos palabras mejor. Demasiadas palabras son sospechosas”. Por esa razón, la poeta rumana afirma que “en este mundo donde se habla tanto, se grita tanto y se dice tanto, la poesía solo puede tener como fin el restablecimiento del silencio”. Uno de sus poemas finaliza así

Y sin tener que mirar;
Al cerrar los ojos, podríamos ver.

Volvemos al conocimiento poético como reconocimiento de una verdad más absoluta que tiene su mejor reflejo en el silencio; la verdad integral que abarca todas las dimensiones y que se muestra como una epifanía donde conviven en armonía lo exterior y lo interior, el mundo y el hombre.

El sol del más allá (2000) y El reflujo de los sentidos (2004) se publican después de La arquitectura de las olas (1990), el último libro escrito durante la dictadura y el primero que se escapa a la censura. Ambos volúmenes presentan una unidad temática al tiempo que marcan un punto de inflexión en su trayectoria poética. En estos nuevos poemas se condena la degradación y desacralización de la existencia. Para Ana Blandiana, "el escritor no es un creador, sino el testigo del mundo en el que vive", y su poesía es la vivencia poética de la época que le ha tocado vivir. Con posterioridad a 1989, los motivos de sus poemas siguen siendo sorprendentemente los mismos, pero su dimensión se vuelve más universal, acusando un registro cada vez más elegíaco. Cualquier lector puede reconocer en sus versos la problemática del hombre moderno: el paso del tiempo, la pérdida de los valores y de lo sagrado, la fragilidad del ser, la automatización de la vida contemporánea y la búsqueda de la autenticidad. 

                          Todos estos comentarios son deudores de los prólogos y artículos de Viorica Patea

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UNA ISLA

Me gustaría ser una isla
con la que sueñan los que desean quedarse solos
y que los náufragos ven en sus alucinaciones,
una isla que las olas abrazan rítmicamente,
abandonándola y regresando hacia ella sin cesar.

Unas cuantas playas, unos árboles, un promontorio,
escueta definición de la soledad
para todos aquellos
que no se imaginan que
una isla es siempre la cima de una montaña
en cuyas laderas viven miríadas de seres
en las profundidades del océano.


                    ✤✤ ✦ ✤✤

YO CREO

Yo creo que somos un pueblo de plantas,
de otra manera, ¿de dónde sacamos la calma
con que esperamos ser deshojados?
¿De dónde el valor
para empezar a deslizarnos en un tobogán de sueños
tan cerca de la muerte,
con la certeza de que podremos
nacer de nuevo?
Yo creo que somos un pueblo de plantas,
¿Quién ha visto
a un árbol rebelándose?



                       ✤✤ ✦ ✤✤




UNOS CUANTOS PUNTOS

La felicidad se parece
a una pintura puntillista:
pequeños puntos de color
sin relación entre sí,
que consiguen a veces expresar algo
y a veces no,
que sólo consiguen transmitir
el estremecimiento de una pregunta
incompleta
a la que no sabes contestar
porque no entiendes qué se pregunta,
sólo entiendes la intensidad de la pregunta
a la que le faltan algunos puntos....

                             ✤✤ ✦ ✤✤


LA CAZA

No he ido nunca detrás de las palabras,
Sólo he buscado sus sombras
Alargadas y de color plata,
Arrastradas por el sol sobre la hierba,
Empujadas por la luna en el mar;
No he cazado nunca
Más que las sombras de las palabras:
Es una caza ingeniosa
Aprendida de los ancianos
Que saben
Que lo más valioso de una palabra
Es la sombra
Y ya no tienen sombra.
Las palabras que han vendido su alma.

                   ✤✤ ✦ ✤✤


EN UNA HERIDA

Vivimos en una herida
Sin saber
De quién es el cuerpo herido,
Ni el porqué.
La única certeza es el dolor
Que nos rodea,
El dolor
Que nuestra presencia
Contagia
Cuando intenta curarlo …. curarlo…

                ✤✤ ✦ ✤✤



YA NO RECORDARÉ MÁS

Ya no recordaré más
Si hubo un prado o un mar
En mis cabellos.
Si las aves flotaban, o, tal vez, eran peces,
Únicamente sabré que has llegado,
Y con los ojos cerrados,
Escucharé cómo se agita
Ese Dios cubierto por bosques.
Se hace silencio en mí
Hasta los tobillos, hasta las rodillas.
Basta con que pases tu mano sobre mí
En el sueño
Para que, desde el tronco,
Las hojas crezcan sobre mí cantando,
Basta con que levante la mirada
Para verte.
Oh, amor sereno,
Tarde suave
Parecida al grano de uva
Que encuentra su muerte
En el cielo soñador de la boca.

                 ✤✤ ✦ ✤✤



LA PATRIA DEL DESASOSIEGO 
Esta es la patria del desasosiego
A punto de cambiar de opinión
De un momento a otro
Y, no obstante, sin renunciar a esperar algo indefinido.
Esta es mi patria,
Entre estas paredes
A unos metros los unos de los otros
Y ni siquiera en el espacio completo entre ellos,
Sólo en la mesa con papel y lápices
Dispuestos a moverse solos y a empezar a escribir,
Esqueletos animados bruscamente por unas plumas más                                                                             [antiguas
Sin usar desde hace mucho tiempo, con la pasta seca,
Que se deslizan frenéticamente sobre el papel
Sin dejar ninguna huella…
Esta es la patria del desasosiego:
¿Conseguiré alguna vez
Descifrar las huellas que no se ven,
Pero que sé que existen y esperan
Que las pase a limpio
En mi patria A4?

                     ✤✤ ✦ ✤✤

ENSÉÑAME A ARDER OSCURAMENTE
Enséñame a arder oscuramente
Déjame encenderme en tu oscuridad,
En la luz feroz,
Enséñame a arder oscuramente,
Modela mi llama
En forma de alas
Y purifícala de todo color.
O
Incluso mejor,
Dame una semilla de oscuridad
Para enterrarla en la tierra
Y haz girar más rápido las estaciones
Para que crezca
Y la siembre de nuevo.
Y en la luz feroz
Habrá entonces bosques y campiñas,
Arboledas, huertos, prados y bosques nocturnos.
Una suave oscuridad
En la que podamos morir cuando queramos,
Una oscuridad en la que
No seremos ni hermosos ni buenos,
Sino que únicamente estaremos solos
Y sin tener que mirar;
Al cerrar los ojos, podríamos ver.

                     ✤✤ ✦ ✤✤



CAZA EN EL TIEMPO

Siento que soy la presa
Pero no sé de quién,
Pues las alas y las garras que descienden
Sobre mí,
Y me encadenan a la sombra
Mucho antes de alcanzarme
Carecen de nombre.
Sólo la frescura del aire dibuja
La amenaza que se acerca
Con cruda y voluptuosa lentitud.

Sé que no hay salvación, pero
Tampoco sé qué sería la salvación.
Si intento huir, la sombra también cambia
Amoldándose a mi horizonte como las nubes,
Feroz y protectora en su cuidado
De no perderme, presa de otro.

En la espera, los sobresaltos se confunden,
El pavor se mezcla plácidamente en el misterio,
Desentrañar su enigma será mi sino:
Tengo que vivir hasta que encuentre la respuesta
Un tiempo igual al tiempo de la caza
En el que, al menos, sé que soy la presa.

                     ✤✤ ✦ ✤✤



LA LUZ ESCONDIDA

Algo se enciende en el corazón de las hojas
Que no entienden qué sucede
Y no dan crédito a lo que está pasando.
Perciben una luz
Que sin querer engendran
Como vírgenes asustadas por el Niño,

Como candiles asustados
Que ardieran solos.

Tal vez debería ayudarlas
Pero no puedo.
Sería un testimonio
O un reconocimiento
De la luz que yo también escondo
Y aplazo el alba herida
Desde el otro extremo.
Como si aceptara
Que ya todo ha empezado.

                     ✤✤ ✦ ✤✤




UN CABALLO JOVEN

Nunca he llegado a entender en qué mundo vivo.
Cabalgaba sobre un caballo tan joven y feliz como yo
y al galope sentía su corazón batir
contra mis piernas
Y el mío, latiendo incansable en el galope,
todo lo atravesaba, sin que yo advirtiera
que mi montura descansaba
sobre el esqueleto de un caballo
haciéndose pedazos en segundos
mientras yo seguía cabalgando;
sobre un joven caballo de aire
en un siglo que ya no era el mío.