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jueves, 14 de agosto de 2025

WEAPONS - de Zach Cregger

EEUU,2025


El director y guionista Zach Cregger ha creado un gancho inapelable capaz de cautivar incluso a los que no son fanáticos del terror. La película comienza con la voz en off de un niño que nos cuenta el origen de esta terrorífica historia. Un día, a las 2:17 de la madrugada, 17 alumnos de la misma clase de Primaria, salieron de sus casas corriendo, todos con los brazos extrañamente extendidos, y se perdieron en la noche. 

Este comienzo aterrador y traumático sacude al pequeño pueblo de Maybrook hasta los cimientos. Todos quedan tocados y lo peor es que no hay ninguna pista a la que aferrarse. La amenaza sólo se desvelará al comenzar el último tercio de la cinta (pero no del todo); por lo que cabe decir que el miedo que pasamos durante el metraje es de los más atávicos que sufre el ser humano, el miedo a lo desconocido. ¿Por qué se fueron los niños? ¿Quién o qué los controlaba? ¿Por qué todos pertenecían a la misma clase del colegio? ¿Por qué sólo hay un niño, Alex, que no fue afectado por esa llamada?

La voz del niño que nos cuenta la historia no hace sino ratificar a la película como una versión actualizada de una cuento de hadas clásico, uno de esos en el que unos niños se adentran en el bosque sin saber que los acecha un engendro. 



Cregger combina tensión y terror al elegir una ambiciosa estructura narrativa en seis capítulos que combina diferentes puntos de vista que acaban superponiéndose. Primero el de la maestra de los niños (Julia Garner), contra la que el pueblo se revuelve en primera instancia; luego el de un policía y a continuación el de un indigente, para seguir con Archer Graff (Josh Brolin), el padre iracundo de uno de los niños. En los dos últimos ya tocamos el fuego, primero con el director del colegio (Benedict Wong) y finalmente con el propio Alex que nos revelará la madriguera del conejo. Cada episodio nos acercan un poco más al enigma sin revelarlo, lo que acrecienta el mal rollo y te obliga a imaginar nuevas teorías como si estuvieses jugando una partida macabra. Esta fórmula la inauguró el clásico Rashomon (Akira Kurosawa, 1950) y ayuda a dotar de nuevas capas a la historia.

Es como una narración circular en la que los seis protagonistas (más los espectadores) nos encontramos mirando los mismos hechos sin llegar a comprenderlos. Es lo que le ocurre a Archer Graff, único padre que intenta resolver racionalmente el misterio. La cámara del timbre de su casa grabó a su hijo huyendo. Él mira estas imágenes constantemente sin detectar nada extraño. Ha llegado a trazar varias líneas sobre un mapa del pueblo que conforman una gigantesca X, ante la que acaba preguntándose "¿Qué estoy mirando?. El guión juega a dejar caer pistas falsas como el tema que estaban dando los niños en clase, los parásitos. También Archer tiene una pesadilla en la que llega a una casa sobre la que flota un arma automática; una metáfora nada encubierta de los horrores reales que a veces sufren los institutos.  



Los intérpretes están muy ajustados; pero la que llama la atención, sin duda, es la actuación de Amy Madigan. Cuando veas la película ya me dirás. 

A mí me encanta ese ritmo alterno que te lleva repetidamente de la tranquilidad al terror. Cuando empieza un nuevo episodio estás esperanzado pero al acabar siempre te da un hachazo. Una vez es el policía que entra en una casa y sale diabólicamente transformado. Otra vez es la maestra que es atacada por su propio director desfigurado. Así una y otra  vez. La verdad se mantiene velada mucho tiempo. La expectación es máxima. Pero, ¿Qué coño está pasando?


Como suele ocurrir en estos casos, tendrá que ser ese único niño que se quedó sin compañeros quien nos guíe por los vericuetos de esta retorcida casa del terror. La última carta de la película es sangrienta y feroz. El pequeño Alex se enfrentará al monstruo en su mismísima madriguera siendo capaz de encontrar la clave que nos proporcione un final necesariamente catártico... aunque no completamente feliz.

La película es un misterio oscuro y morboso que no acaba de ofrecer todas las respuestas que esperamos, lo cual es aún más excitante y placentero.








Zach Cregeer se estrenó como director en 2022, con Barbarian,  un viaje perverso que invitaba a preguntas espeluznantes sobre lo que podría estar sucediendo tras la puerta de tu vecino. Aquí se ha superado.

viernes, 8 de agosto de 2025

DEVUÉLVEMELA - de PHILIPPOU Brothers

Australia, 2025

Película agobiante y realista que se adentra en el terror a partir del dolor de una madre. Ahí está lo más valioso de la cinta, cómo a través del duelo por la pérdida de un ser querido nuestra mente puede quebrarse y adentrarse en el territorio de la locura o la aberración. 

Los adolescentes Piper (Sora Wong) y su hermanastro Andy (Billy Barratt) acaban de quedarse huérfanos. Su vida no ha sido fácil. Ella es ciega, él viene de aguantar malos tratos. Ahora están solos en el mundo y los servicios sociales asignan su cuidado a Laura (Sally Hawkins), una mujer que vive retirada en una finca tras perder en un accidente a su hija también ciega. Laura puede ser encantadora pero también nos deja entrever algo inquietante que no sabemos qué es. Con ella vive un sobrino de 10 años  que sufre algún tipo de trauma puesto que no habla nunca y Laura lo mantiene encerrado en su habitación. 

La película podría haberse titulado "Al acecho" porque esa es la sensación constante que tenemos. Laura manipula a Andy intentando romper su confianza en sí mismo. A la vez quiere sustituirlo como figura protectora de Piper a la que cuida y halaga descaradamente. Pronto la presencia de su hija muerta va cobrando fuerza de una forma espantosa. 

Lo mejor de la película es el derrotero que toma; partir del drama y el duelo de unos niños primero y de una madre después para articular un desvarío aterrador. 

Para anticiparnos a dónde quiere llegar, la cinta cuenta con un prólogo espeluznante cuya visión te pone mal cuerpo y condiciona toda la película. Se trata de un video casero y viejo donde vemos un sótano que parece una sala de torturas. Una joven aterrorizada está de rodillas dentro de un círculo blanco cuando un hombre grueso y desnudo se acerca para colocar su dedo pulgar sobre su cabeza. La cámara gira y detrás se ve cómo otro hombre y una mujer están tirando de una cuerda para colgar del cuello a otra chica cuyo cuerpo comienza a estremecerse. Se oyen susurros en una lengua extraña que parece ruso. La mujer que sostiene la cámara que rueda esta escena es mayor y sonríe alucinada ante la escena que graba. Parece un ritual terrorífico y nuestra visión del resto del metraje está condicionado por este prólogo que amenaza con reproducirse.




Gracias a todo esto, la película consigue una atmósfera aberrante y densa. Piper nos dice que sólo ve formas y luces y los directores eligen que veamos muchas escenas de este modo, con formas e imágenes desenfocadas que dotan a la cinta de un clima de presagio y pavor. Si ya la ceguera de Piper convierte al mundo en un lugar enigmático y amenazador, cuando Laura empieza a ejecutar su plan secreto todos nos hemos convertido ya en esa joven ciega y nos sentimos prisioneros de un ser malévolo. 


La evolución del drama al terror está muy bien graduada y me ha recordado al sobrecogedor camino que sufre el protagonista de "Déjame salir" (Jordan Peele). Vemos a Laura acechar por la noche a Andy y poco a poco vamos descubriendo el papel que juega su silencioso sobrino. Desde el mismísimo prólogo y la presentación de los dos hermanos, el relato se va llenando de códigos que a lo largo de la historia se irán desvelando. Por ejemplo los hermanos tienen una palabra clave para saber cuando están hablando con sinceridad y sin presión o Laura, por su parte, parece controlar al ser maléfico trazando círculos. 

Del mismo modo el círculo blanco que rodeaba a la chica en el terrorífico sótano lo volvemos a ver pero ahora rodeando toda la casa de Laura. Nunca mejor dicho, no tardaremos en saber si ese encantamiento es para proteger del mal al que está dentro o para impedir que algo maligno salga fuera.  





Si la evolución dramática es uno de los valores de la película ésta no sería lo mismo sin una Sally Hawkins que está magnífica. Su presencia atormentada y bipolar hace posible que la trampa en la que han caído los dos huérfanos se vaya cerrando de una forma inexorable.

La amenaza que empezamos sospechando se va volviendo más densa y asfixiarte gracias a un montaje preciso y a la portentosa interpretación de Hawkins; capaz de transmitir aflicción, vesania, remordimiento o esperanza. Todos la recordamos como la genial Maudie (Aisling Walsh, 2016) y también como la novia del monstruo en esa magistral fantasía de Guillermo del Toro, La forma del agua (2017). Por cierto que en Devuélmela hay un plano cenital suyo, en el agua, que inevitablemente me ha recordado a su aventura con el hombre anfibio. ¿Se estará convirtiendo Sally Hawkins en la nueva musa del fantasyterror? Yo encantado.




















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Los gemelos australianos  Danny y Michael Philippou ya nos sorprendieron muy gratamente hace dos años con un terror muy refrescante en "Háblame". Por cierto que las dos películas tienen una estructura semejante. Un prólogo brutal y terrorífico seguido de una historia familiar, dos hermanos, que van a acabar asomándose al lado más tenebroso del más allá.

jueves, 1 de mayo de 2025

LOS PECADORES - de Ryan Coogler



Esta es una película de vampiros en territorio del gótico sureño atravesada por un potente retrato del racismo en EEUU y una apasionante oda a la espiritualidad de la música y al poder evocador del blues. ¿Qué tipo de audacia se necesita para integrar tan distintos asuntos y conseguir una gran película? Pues la que tiene Ryan Coogler sin duda, porque aquí lo ha logrado y a nosotros sólo nos queda disfrutarlo.  

Los pecadores” cuenta la historia de los gemelos Smoke y Stack (ambos interpretados por Michael B. Jordan) que, tras sobrevivir a las trincheras de la Primera Guerra mundial y al mundo del hampa en Chicago, regresan al Delta del Mississippi, en 1932, para montar un tugurio de blues y alcohol destinado a la comunidad negra. Pronto descubrirán que algo peor que la guerra, el racismo o la violencia los está acechando. 



La película comienza con un retrato evocador de la vida en el Sur segregado. Los dos hermanos gemelos vuelven a la tierra de su juventud, donde incluso encontrarán los rescoldos de amores pasados. Sus elegantes trajes de ciudad contrastan con la pobreza circundante; pero creen que el club de blues será un buen negocio y una vía de escape para sus sufridos hermanos. Para la inauguración cuentan con Sammie, el hijo del predicador, un muchacho especialmente dotado para la música. 

La película se articula con esta primera parte más sociológica y una segunda que desarrolla el asedio de los vampiros al galpón donde los braceros beben y bailan. Las dos partes están rodadas con una gran madurez y tersura por parte del director y guionista. En el molde de una película de género vampírico, Coogler habla de miseria y de racismo sin que chirríen; pero también de creencias y tradiciones y, sobre todo, del vínculo esencial que los personajes tienen con la música. Más que perseguir sustos, el director nos acerca a sus personajes con una gran intensidad emocional y, a través de ellos, a la historia de su comunidad. 



Pero la cumbre de la película está en la secuencia que hace de bisagra entre ambas partes. 
Pura magia. 
La película se inicia con una voz en off evocando la leyenda de una música tan auténtica y verdadera que es capaz de sanar comunidades y convocar a espíritus más allá de la barrera del tiempo... pero también de atraer al mal. Una música con la fuerza mística de los ancestros que se remonta al África Occidental y a la Irlanda precolonial. 

Y esto es lo que es capaz de plasmar en imágenes el director. Cuando el gemelo Stack invita al joven Sammie a mostrar sus talentos al ritmo de la canción "I Lied to You" (original de Göransson y Raphael Saadiq), lo que ocurre es un auténtico hechizo. Mientras la cámara recorre los cuerpos cimbreantes del presente se cruza con bailarines ceremoniales del África inmemorial y figuras del hip-hop de un futuro inexplorado, fusionándose en un momento tan deslumbrante como embriagador. A medida que la música va ocupando todo el espacio del viejo molino logra traspasar todo tipo de fronteras metafísicas y temporales. La guitarra de Sammie y su voz conmovedora se erigen en el faro de ese poder trascendental que el pastor ya fue capaz de intuir, cuando le advertía a su hijo, "Si sigues bailando con el diablo, un día te seguirá a casa"















Ryan Coogler causó sensación en 2013 con su debut, Fruitvale Station, un relato desgarrador sobre un tiroteo que presagió el auge del movimiento Black Lives Matter. A continuación visitó el universo de Rocky de forma inteligente y emotiva con la historia de Creed, el hijo de uno de sus antiguos rivales. Posteriormente dirigió la película con más conciencia social del universo Marvel, Black Panther, así como su secuela, un sentido homenaje al fallecido Chadwick Boseman

Esa vena social y comunitaria que está presente en sus películas aquí se hace más que evidente al retratar el racismo. Uno de los gemelos le dice a su antigua novia convertida ahora en hechicera: "he estado en guerras, he estado en Chicago, he visto muchas muertes y de más maneras de las que podría imaginar; pero en ningún caso he visto magia, siempre se trataba del poder." Esto lo ratificará el vampiro que va infectando a toda la comunidad. Él también proviene de una tierra expoliada, Irlanda, y su ansia es poseer las capacidades míticas del joven Sammie para insertarse en el cálido flujo de sus ancestros. 



Lo que me lleva a pensar que la película podría verse como un relato sobre la vampirización de la música negra por los blancos. Justo antes de su debut, el viejo pianista que acompañará a Sammie le dice al joven talento, "al hombre blanco le gusta el blues, lo que no le gusta es quien lo toca". 
Muy buena.



martes, 10 de diciembre de 2024

NADIE TE SALVARÁ - de Brian Duffield




La joven Brynn (Kaitlyn Dever) vive feliz aislada en su casa de campo. Pasa el tiempo construyendo maquetas y escribiendo cartas a su amiga más querida. Pero este deleite de su soledad se rompe el día que recibe la visita de unos extraterrestres. No se sabe muy bien sus intenciones pero demuestran unos poderes tan abrumadores (telequinesia, control de la electricidad, abducción) que alarman a la chica. Sin embargo ella está acostumbrada a vivir sola y a valerse por sí misma por lo que no se dejará mangonear. Resistirá hasta donde pueda. 

La primera hora transcurre entre persecuciones y acorralamientos en las distintas dependencias de la casa, incluidos un par de sustos de los que te hacen botar en el asiento. Parece que el desenlace fatal no se demorará, pero la joven va jugando muy bien sus cartas y se escabulle constantemente, mientras los espectadores casi ni parpadeamos, sumergidos como estamos en esta lucha sin cuartel.



Todo esto hace que parezca una película más del tipo home invasion, pero el director y guionista juega algunas bazas que la sitúan por encima de la media. La más radical y novedosa es que la película entera se desarrolla sin una sola línea de diálogo. La protagonista sólo masculla una frase de dos palabras en una ocasión y el efecto de este mutismo en el espectador es de pura inmersión en la trama.

La cinta no es una obra maestra, pero contar la historia sólo a través de imágenes (y banda sonora) sin que el ritmo decaiga supone una proeza elogiable. En la cinta podemos encontrar trazos de Señales (M. Night Shyamalan), Un lugar tranquilo (de J. Krasinski) y sobre todo -creo que nadie lo ha señalado hasta el momento- del clásico La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956); pero con un tratamiento particular en el que la invasión acaba conectada con la propia vida de la protagonista.



La casa es nuestro sanctasanctórum, de ahí que ser atacados en ella suponga romper nuestro entorno más seguro. Pero los alienígenas no sólo rompen esa burbuja física que se ha creado Brynn en la granja, sino también su burbuja emocional. Ya en su primera visita al pueblo apreciamos que su aislamiento no es voluntario. Por algún motivo la comunidad parece darle la espalda mientras ella vive atormentada por un hecho luctuoso de su pasado, la trágica muerte de Maud, su mejor amiga. De algún modo podríamos interpretar que este aislamiento emocional es el que le ha acabado librando de caer bajo el control alienígena a las primeras de cambio, como ha ocurrido con las gentes de pueblo. Asimismo su tormento será determinante cuando finalmente entre en contacto con los extraterrestres; lo cual provocará un final de esos que tienes que dar un par de vueltas en la cabeza.



El peso de la película recae íntegramente en Kaitlyn Dever, a la que seguimos en cada plano de su sofocante enfrentamiento; ni que decir tiene que esta menuda actriz sale plenamente airosa de su cometido. Para mí no ha sido sorprendente ya que venía de admirar su trabajo en las impactantes series Dopesick y Creedme.

Me detendré un momento en la ausencia de diálogos.
Todos hemos visto en los últimos tiempos unos cuantos poderosos planos secuencia, de esos que nos obligan a no pestañear mientras asistimos al desarrollo de la acción. Desde el clásico La soga del maestro Hichtcock a las más recientes Atenea de Romain Gavras o Hijos de los Hombres de Alfonso Cuarón pasando por El renacido de Alejandro G. de Iñárritu o El secreto de tus ojos de Juan José Campanella. La mejor característica de los planos secuencia -aparte de su dificultad técnica- es que atenazan la atención del espectador. Mientras la cámara no cierra su objetivo el espectador está prisionero de la acción. Así ocurre con esta película aparentemente poco pretenciosa. Mientras la joven transpira, gruñe, se muerde los labios y aguanta la respiración para que no la oigan, el espectador permanece maniatado a ella y a su destino.
Notable.

jueves, 7 de marzo de 2019

BORDER - de Ali Abbasi

Suecia,2018


Hay que agradecer al escritor John Ajvide Lindqvist, autor de la novela que inspira esta película y también de la que salió Dejame entrar; la adopción de un punto de vista tan personal e inclasificable: presentarnos a los que hasta ayer mismo eran monstruos del género del terror, como personas que viven en nuestra sociedad. Sean vampiros o trolls. Por ese hilo narrativo se cuelan, además, aspectos tan contemporáneos como la integración versus xenofobia, la limpieza étnica o el bullying. La carga de profundidad que lleva este tratamiento acaba dotando al relato de un alto grado de verosimilitud.

Así, en Border tenemos a Tina (Eva Melander), una agente de aduanas de una fealdad impactante pero con un olfato exquisito para detectar la maldad o el pecado. Simplemente situándose en el pasillo por donde cruzan los pasajeros detectará si es culpable, sea por alcohol, drogas, pederastia o cualquier otro delito. Unas veces será el propio equipaje quien delatará al criminal, otras su propio olor (¡!) a culpabilidad.

Border no significa tanto las tareas de Tina en la aduana, como la investigación vital de una persona que se encuentra en la frontera entre dos mundos. La película nos muestra una sorprendente reflexión sobre la identidad, la pertenencia a un grupo y el atisbo de ciertos cadáveres que la sociedad sueca todavía tiene escondidos. Como se puede ver, una película radical y rabiosamente moderna.

La historia, igual que en la novela, no va de aventuras míticas, ni superpoderes; sino que sigue a Tina en su vida diaria y nos muestra lo aislada que está. El mundo para ella es como una enorme oquedad en la que no hay un semejante. Visita a su padre adoptivo en el asilo, sólo para certificar la distancia que los separa. Comparte casa con un joven con el que no comparte nada. Está sola y lo peor es que no sabe ni quién es, ni cuál es su lugar en el mundo.

Sus emociones más intensas se producen cuando sale descalza desde su cabaña al bosque, se tumba sobre los líquenes o se zambulle desnuda en las frías aguas del lago. La naturaleza salvaje la llama.

En una entrevista, el autor de la novela declaraba:
"Es cierto que tiendo a construir personajes solitarios, gente que espera desesperadamente que ocurra algo que cambie sus vidas por completo, no importa en qué manera. Cuanto más abiertos están a escuchar, más posibilidades tienen de encontrar respuestas asombrosas. A veces ni siquiera son niños, son adultos que no tienen amigos, o que han perdido su trabajo, fracasados que necesitan agarrarse a cualquier cosa que los saque de esa espiral. El destino de los personajes solitarios de mis historias, en realidad, no viene marcado tanto por la negligencia de los padres como por una predisposición a explorar escenarios insólitos."
Hay un contraste enorme entre el desagrado que produce mirar a Tina y su actitud sensible y educada. Empezamos a vislumbrar lo que esconde su deforme cuerpo cuando se encuentra con un espécimen semejante a ella, Vore (Eero Milonoff). Éste la reta e interpela. La empuja a un viaje de autoconocimiento que comienza por una misteriosa cicatriz por encima del trasero y llega hasta descubrir una sexualidad turbadora y salvaje.

Podemos establecer un paralelismo con los personajes de Déjame entrar. Allí, la niña vampira Eli llega a la vida del niño maltratado Oskar para ayudarle a rescatarse a sí mismo. Eli es un monstruo que necesita sangre para perpetuarse, pero también es un ángel protector (y un confidente) de un niño candoroso. Del mismo modo cuando en Border conocemos a Vore nos da miedo y asco; pero se convertirá en un ángel salvador para Tina, dotando a su vida de sentido. Como una sonámbula, la película integra monstruosidad y redención en el mismo cuerpo. Altas cumbres por las que nos hace transitar el gran John Ajvide Lindqvist.

Con tan extraordinario material el director Ali Abbasi (de origen iraní pero afincado en Suecia) sólo tiene que poner el ritmo y esa sensibilidad que nos haga vencer el inicial rechazo. En esta subversiva película el previsible terror que debe imponer el monstruo se convierte en un drama íntimo y visceral. Abbasi nos va acercando al engendro hasta verlo sólo como un foráneo; confecciona así una elaborada metáfora política y existencial sobre la convivencia entre razas, lo extraño y lo que entendemos como normal. 



John Ajvide Lindqvist ha escrito trece libros desde su éxito inicial con Déjame entrar. A éste lo siguió Descansa en paz, su aportación al mito zombi y poco después dio a la imprenta una colección de cuentos titulada Paredes de Papel. Con su siguiente novela, Puerto humano, se consagró definitivamente como maestro del terror, poseedor de un inquietante

sábado, 15 de diciembre de 2018

La MALDICIÓN de HILL HOUSE - de Mike Flanagan


El matrimonio Crain y sus cinco hijos se trasladan a vivir a Hill House, una mansión victoriana que parece anclada un siglo atrás. La intención de papá Crain es reparar y hacer brillar la casa para revenderla y sacar una pasta. Pero el caserón tiene vida propia y poco a poco atrapará a sus moradores. 
Mientras los niños juegan por las habitaciones y el padre emprende las obras, una habitación permanece cerrada a cal y canto. Su lustrosa puerta roja parece el umbral a otra dimensión.

Efectivamente después de unas cuantas noches el padre huye despavorido llevándose a sus cinco hijos. Nunca les confesará qué ocurrió con su madre, ni qué vio cuando por fin se abrió la puerta de la habitación roja.

La serie se desarrolla en dos líneas temporales. Los diez capítulos alumbran potentes flashbacks de aquel terrorífico verano mientras vamos conociendo la vida posterior de cada hijo, el difícil encaje de sus traumas y el regreso a aquellos perturbadores hechos que enterraron en su pasado.

Cada capítulo se centra en un personaje del que conoceremos tanto su pasado como su presente. Los gemelos Nell (Victoria Pedretti) y Luke (Oliver Jackson-Cohen) eran los más pequeños por lo que ahora son los más trastornados. Nell era perseguida por las apariciones de un mujer con el cuello roto y actualmente sigue viendo cadáveres. Luke se ha refugiado en las drogas.  La hermana mayor Shirley (Elizabeth Reaser) regenta una funeraria  (¡lo cual es es como cerrar un círculo!) y la mediana Theodora (Kate Siegel) ha desarrollado extraños poderes que le ofrecen visiones aterradoras.

El horror de los fantasmas de Hill House se combina con unas historias dramáticas  verdaderamente potentes y ahí reside uno de los principales aciertos de la serie. Pero el acierto principal es el tono del relato, a la vez realista e hipnótico. Como el propio caserón de Hill House, que hunde sus cimientos en una tierra envejecida mientras provoca en sus habitantes todo tipo de alucinaciones. ¿Por qué Olivia (Carla Gugino) piensa que sólo envenenando a sus hijos podrá salvarlos? ¿Dónde jugaba realmente Luke cuando en sus recuerdos aparece en la Casa del árbol? ¿Quién es la extraña niña  que se le aparece a Luke y que conoce Hill House como si fuera su propia casa?

Los fantasmas se mezclan con los recuerdos y la realidad se quiebra ante nuestros ojos sin necesidad de nieblas ni de truenos. Lo que consigue la serie es que la locura se de la mano con el terror haciendo que el miedo surja desde nuestra propia mente. Espeluznante.

Basada en la famosa novela que Shirley Jackson (The Haunting of Hill House, 1959), la serie tiene un desarrollo muy libre. En el libro se narra el experimento del antropólogo John Montague, que con todo tipo de aparatos de medida y un puñado de ayudantes decide comprobar de modo científico, la "perturbaciones psíquicas" que se manifiestan en la siniestra mansión. La serie adapta personajes concretos de la novela como Eleanor, una mujer solitaria y desdichada tras once años cuidando a su arisca madre inválida; o Theodora, joven poseedora de una increíble capacidad telepática. O Luke, el vividor y mentiroso sobrino de la propietaria. Pero también inventa otros (como la propia Nell y sobre todo Shirley, la hermana mayor, una especie de homenaje a la autora que también tuvo una vida familiar sui generis). Pero quizás la aportación definitiva es unirlos a todos con lazos familiares. 

De todos modos lo que mejor entronca con el libro es su enfoque: concebir la mansión como una enorme caja de resonancia de las perturbaciones psíquicas de sus habitantes. El director y showrrunner ha hablado en alguna entrevista sobre cómo imaginó la serie, viendo lo que les sucede a unos personajes después de una persecución: "Lo que más me gusta de la serie es cómo habla de personas perseguidas o que están luchando contra sus propios demonios. Ahí encontramos un profundo drama".

No sólo la historia y el desarrollo de los personajes aportan densidad, dramatismo y miedo. Narrativamente incorpora valiosos elementos, como la continuidad entre pasado y presente o el tratamiento del tiempo dentro de la casa. Asimismo el director ha cuidado en extremo ciertos monólogos que, como relatos espeluznantes, salpican varios capítulos. Y no voy a olvidar el maravilloso episodio 6, Two Storms, filmado en sólo 5 portentosos planos secuencia.  


Carla Gugino no está sola
Todo habla de la dedicación y el gusto con que se ha empleado Mike Flanagan para lograr sumergirnos en una experiencia cercana y vívida. Además y tratándose de horror gótico y casas encantadas, el director ha completado el juego, escondiendo docenas de fantasmas a lo largo de la serie.

En la novela, Shirley Jackson juega con el misterio y la sugerencia. Dota a su historia de símbolos y alegorías que nos asaltan desde los persistentes monólogos interiores de la protagonista. La serie elige un camino más concreto y dramático; aunque no menos metafórico. Nos viene a decir, los fantasmas son deseos, temores y arrepentimientos. 

Nuestros.
El final no deja de ser sorprendente. No sólo se trata de que cada hermano se comprenda a sí mismo y a los demás; sino también de comprender qué significa y qué contiene la mansión de Hill House.

"La casa está llena de cosas realmente preciosas, y no todas te pertenecen a ti", le dice el guarda Dudley a Hugh Crain, antes de que éste adopte su decisión final.










Otra obra cinco estrellas de Shirley Jackson: Siempre hemos vivido en el castillo.
Otras obras de Mike Flanagan: Oculus, Gerald´s Game.

lunes, 27 de agosto de 2018

HEREDITARY - de Ary Aster


Parece ser que hay dos bandos antagónicos entre los que hemos visto esta película. Los que la encumbran como una obra de culto, intensamente dramática y perturbadora, y los que ven una historia muy bien rodada e interpretada pero pastiche de otras y un tanto despistada.
Yo me encuentro en este último bando.

La película comienza con la muerte de la abuela. La herencia que recibirán su hija y sus nietos quizás no sea la que esperaban. La hija comienza a desmoronarse psicológicamente mientras que la nieta comienza a ver fantasmas. 
Me quedo con el buen hacer de Ary Aster: una puesta en escena muy brillante, milimétricamente inquietante a la vez que intimista y con un gran dominio del ritmo que, a través de los encuadres y transiciones, logra fijar tu atención  de forma sorprendente.  

En cambio el desarrollo de la historia me parece arbitrario, con giros que se suponen sorprendentes pero que parecen gratuitos y que consiguen que la evolución de la historia nos resulte indiferente. La película comienza brillantemente en su primer tercio, imponiendo un ritmo denso y centrado en el drama familiar, para despistarse en su segundo tercio y hacer el ridículo en el tercero y último.
Sí. Ridículo.

Cuando se decide la aparición de un ente maligno, su corporeización resulta de lo más insustancial, forzando el brillante derrotero de la película hacia algo muy manido. La sucesión de muertes en el desenlace rozan el absurdo.

Muchos la presentan como un triángulo sostenido en sus vértices por referencias tan poderosas como Rosemary´s baby, El exorcista y La Bruja. Es cierto que tiene un pálido reflejo de la primera. No tiene, en cambio, nada de la segunda y aunque el primer tercio emula a la tercera acaba en las antípodas. La Bruja (The Wicht) era una película profundamente perturbadora y desasosegante porque nos hacía descubrir el pliegue irracional y atávico de las personas. Esta exploración sí la comparte en su primera parte: los demonios están en nuestro interior y se alimentan de nuestro miedo. 

De todos modos Hereditary se ve con gusto. 
Desde su mismo inicio se aprecia la puesta en escena tan milimétrica como inquietante. Aprovechando que la protagonista trabaja elaborando miniaturas la película abre con una secuencia en que la cámara se acerca a una de esas casas de muñecas, se cuela hasta una habitación en la que se abre una puerta y entra un personaje... real. 
La magia está creada. 

Los personajes van a ser juguetes cuyo resortes moverán otros. Su mundo va a ser cerrado: la familia sola, con la semillita que sembró la abuela fallecida y las neuras y fobias de cada uno de sus miembros. Esto es lo mejor de la película y es muy bueno. Un caldo espeso en el que van asfixiándose los personajes. De hecho las dos primeras apariciones fantasmales -sin subrayados, ni música estridente-  son magnéticos. Sin abandonar lo puramente dramático, nos hacen atisbar le puerta del terror. 

El camino prometía. El horror que nace de un potente conflicto dramático. La perversión que puede esconderse en una familia, las obsesiones, los hijos no queridos. El magnetismo de la pantalla se nutre de planos milimétricos, una puesta en escena perturbadora, un fuerte conflicto psicológico y mucho desasosiego. Pero de pronto aparece un libro sobre espiritismo, luego una amiga, luego el panfleto de una medium... y la turbación se convierte en algo huero y superficial.

Lo peor de todo es la arbitrariedad que gobierna algunos giros del guión. Arbitrario es que la amiga que viene a consolar a la angustiada madre, la convierta en una medium de una sola sentada. También que aparezca, de pronto, un perro familiar en el último tercio de la película o que el cuaderno de la hija muerta esté vinculado a la madre o al padre indistintamente según necesidades del guión. O la aparición de un ente demoníaco de manera instrumental. O que de pronto Toni Collete sea sonámbula. Qué oportuno para explicar su tensión con el hijo no deseado.

La admirable interpretación de Toni Collete contrasta con el papel de padre panoli que nos regala el pobre Gabriel Byrne, muy lejos de los suculentos papeles de otros tiempos.





La productora A24, responsable de The Witch (2016), Room (2015) y Ex Machina (2015), mantiene el listón bien alto. 

domingo, 25 de febrero de 2018

SAGA CLOVERFIELD - de Goddard, Reeves y Abrams


Drew Goddard se estrenó como guionista con la película Cloverfield (aquí Monstruoso, 2008), luego dirigió La cabaña en el bosque (2.012) y posteriormente escribió los guiones de War World Z y The Martian, hasta hacerse cargo como creador de esa maravilla que es la serie Daredevil.
Matt Reeves fue el director de Monstruoso y del perfecto remake Déjame entrar (Let me in), antes de entregarnos las dos estupendas continuaciones de El Planeta de los Simios (El amanecer del Planeta de los Simios y La Guerra del Planeta de los Simios)
J. J. Abrams, es él, quien todo el mundo sabe, el perejil de todas las salsas de Hollywood. Creador de la serie de culto Lost, director de Super 8 y los reboot de Star Trek y Star Wars (me parece antinatural estar en las dos sagas), etc, etc, etc.


Estos tres tipos se conocieron en sus comienzos y nunca han dejado de reunirse alrededor de la marmita mágica donde mezclar pócimas y crear nuevos proyectos. En la original Cloverfield  encontramos a uno en el guión, a otro en la dirección y a otro como productor ejecutivo lanzando una campaña viral cuando esto ni se sabía qué era. Antes del título oficial, la película se comercializó como 18/01/08, tipografía de fechas que hacía pensar en un material de archivo encontrado.

Desde entonces los tres mantienen el ecosistema Cloverfield como un jardín particular (terror, monstruos, ciencia ficción y cruce de dimensiones paralelas) en el que explorar ideas y divertimentos. Se podría decir que la trilogía secreta Cloverfield es una trilogía de colegas, como Indiana Jones lo fue de dos niños grandes llamados Georges Lucas y Steven Spielberg.

En la red se suele hablar de trilogía secreta (otros la tildan de improvisada), pero lo cierto es que tenemos en ciernes una saga que a estas alturas acaba de estrenar en Netflix su tercera propuesta (Cloverfield Paradox), mientras se anuncia que ya está rodada la cuarta, Overlord (con nazis traspasando las líneas del espacio-tiempo).

Cuando se estrenó la segunda película de la serie, 10 Cloverfield Lane, fuimos muchos los que nos quedamos sorprendidos. Una película de terror psicológico, con un John Goodman perturbador, que mantiene encerrados a un chico y una chica en un refugio antinuclear, con la excusa de una devastación. La película juega con la obsesión enfermiza del hospedero y la ignorancia de lo que de verdad está pasando fuera. Pero cuando por fin la chica escapa, nos encontramos con un desenlace en el que intervienen unos alienígenas.... Oops. Desconcierto total.
Sin embargo, el trío de colegas parecía gritarnos: ¡¡es el universo Cloverfield, tío!!.

Fue después del éxito de la primera cuando empezaron a pensar en realizar películas que, aunque desarrollasen un estilo y una ambientación muy distintos, mantuviesen un punto de anclaje entre ellas: ese momento apocalíptico en que el tejido del espacio-tiempo es rasgado... y ya se sabe que cuando las dimensiones se cruzan, producen monstruos.
Este planteamiento tiene la virtud de que es tan abierto que puede producir secuelas infinitas, ya que sus conexiones pueden ser tan sutiles o secundarias que sólo en el último momento descubriremos el enlace con la saga. Un verdadero juego para el aficionado.

Sin imponerse cortapisas temáticas ni de estilo; las tres películas estrenadas hasta ahora son totalmente distintas y autónomas. Cloverfield (Monstruoso) es una mezcla de terror y ciencia ficción, con el estilo de metraje encontrado (found footage), que gira alrededor de una misteriosa criatura que está destruyendo Nueva York. 10 Cloverfield Lane, en cambio, es una película intimista de puro terror psicológico; mientras que la recién estrenada Cloverfield Paradox es ciencia ficción estrictamente espacial. 

Cada uno tendrá su preferida. 
Monstruoso me aburrió a partir del minuto 20, mientras 10 Cloverfield Lane me mantuvo intrigado hasta el final. Cloverfield Paradox, por su parte, tiene la virtud de hacer mejores retroactivamente a sus dos predecesoras. La serie tiene ese punto bizarro de genuina serie B: cine hecho entre colegas con el único objetivo del divertimento. Yo me apunto. 

La trama de Monstruoso comienza con un grupo de jóvenes en plena fiesta mientras uno lo graba en vídeo. Esta cámara de vídeo irá saltando de mano en mano durante toda la película y constituirá el punto de vista subjetivo del espectador: devastación apocalíptica, fuego cruzado entre el ejército y unas misteriosas criaturas, los edificios y hasta la propia cabeza de la Estatua de la Libertad rodando por las calles… A través de la cámara seremos testigos del caos y los escombros que se enseñorean de Nueva York.


Tras esta película de catástrofes y efectos especiales, la serie se recata y encierra en un refugio subterráneo. 
10 Cloverfiel Lane es una película claustrofóbica que transcurre en un pequeño espacio cerrado, mientras hurga en las entrañas del suspense y el terror. El trío protagonista ignora lo que está sucediendo fuera. La duda va germinando en los dos jóvenes ¿prisioneros?, que no saben si en el exterior se ha desatado el apocalipsis o realmente son rehenes del típico fanático. Hay que decir que en el guión de esta cinta encontramos a Damien Chazelle, escritor y director de las fantásticas Whiplash y La La Land. Su director es Dan Trachtenberg, cuyo delirante corto Portal: No Escape puedes ver más abajo.

La franquicia se caracteriza por sus innovadoras estrategias de marketing. La primera se estrenó tras una campaña viral que hizo pasar algunas de sus imágenes por reales; mientras que la segunda fue una sorpresa total, apareciendo de golpe y sin más noticias, después de ocho años. Esta tercera volvió al secreto. Durante meses sólo había rumores de un título evocador, La partícula de Dios (The God particle), y de un accidente con un acelerador de partículas que provocaría un cataclismo interdimensional. Finalmente la película hizo su aparición estelar en plena Super Bowl, anunciando su cobijo en Netflix; lo que obligó a muchos a irse corriendo a casa para poder descubrirla.

Sobre Cloverfield Paradox he leído bastantes críticas negativas. Unas dicen que nada tiene que ver con la original. Otras que es una colección de lugares comunes. Y aún otras señalan errores monstruosos en el timeline de la trilogía. Esta paradoja espacial transcurre antes, durante y después de los hechos mostrados en la original Cloverfield. La paradoja es que no hay que verla como una trilogía coherente, sino como facetas distintas de un mismo cristal. La otra paradoja es que siendo la menos original de las tres, hace mejores a las otras dos; porque las redimensiona. Pura Gestalt.

Cloverfield Paradox trancurre en 2028 y nos cuenta el proyecto desesperado de llevar un acelerador de partículas al espacio, para conseguir ponerlo en marcha y solucionar la desesperada situación energética de la Tierra. 
En un momento dado los astronautas ven las noticias en la tv donde aparece un científico que avisa de los peligros:

“Ese acelerador es mil veces más potente que cualquiera que se haya construido antes. Cada vez que lo prueban, corren el riesgo de abrir la membrana del espacio-tiempo; rompiendo múltiples dimensiones y destrozando la realidad. Y no solo en esa estación, sino en todas partes.
Este experimento podría desatar un caos como nunca antes hemos visto. Con monstruos, demonios, bestias del mar … Y no solo aquí y ahora. En el pasado, en el futuro, en otras dimensiones.”
Pues eso.





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P.D.
Para abundar en los rumores que tan bien ha sabido instrumentalizar esta saga, hay que anotar que según todas las noticias, la cuarta entrega ya se ha filmado. El nombre de producción es Overlord y tratará sobre un grupo de paracaidistas estadounidenses que en el Día D en Normandía, cruzan las líneas enemigas nazis para descubrir que tienen que enfrentarse a una fuerza sobrenatural, producto de un experimento alemán.

domingo, 19 de noviembre de 2017

MUSA - de Jaume Balagueró

España, 2017

Esta no es una película de terror al uso. Comienza con una sentida lectura de los versos del Inferno de Dante y sus protagonistas son las Musas, esas figuras recurrentes que impulsan la inspiración de los poetas; pero que aquí son convertidas en unos seres maléficos.

Del mismo modo que en Shrek conocimos el reverso del clásico ogro o en el Laberinto de Jim Henson las hadas eran unos seres infernales; aquí nos encontramos con siete musas que en vez de inspiración, transmiten versos secretos como claves impregnadas de poder: su invocación tiene la capacidad de dar vida, producir muerte, sostener un engaño u ofrecer el impulso de la pasión. Los versos como conjuros de poder. La idea es magnífica.

Pero al César lo que es del César. Una idea tan brillante, la constante evolución de la trama y la sostenida intriga proceden todas de una novela muy bien armada por Jose Carlos Somoza, La dama número trece: "Una hermosa novela, escrita por alguien que realmente ama, conoce y entiende la poesía, al mismo tiempo que una maravillosa historia de terror. Su combinación de belleza y violencia me fascina”, ha comentado Jaume Balagueró. De modo que el valor de la película reside en haber conseguido reproducir lo que ya ofrecía esta recomendable novela, una intriga erudita con toques de terror. 

Samuel (Elliot Cowan) es profesor en el Trinity College. Después del suicidio de una de sus alumnas, con la que mantenía una relación, vive atormentado por una pesadilla que se repite, el asesinato ritual de una mujer, acosada en su mansión por unos oscuros seres. Al poco tiempo ve en las noticias que el crimen se ha convertido en realidad, con la misma protagonista y en el mismo escenario. Cuando acude a la mansión para buscar indicios se encuentra con Rachel (Ana Ularu), una joven que está allí, como él, impelida por el mismo sueño. Juntos descubrirán un enigmático objeto con inscripciones indescifrables y un círculo esotérico de fervientes estudiosos de la poesía. Todos los datos les remiten a siete musas de maligna intención. 

La trama sigue los pasos de una investigación libresca sobre la existencia de una cofradía hermética de amantes de la poesía y una mujer asesinada que ha sembrado una serie de pistas destinadas a sus soñadores. No sólo para que resuelvan el crimen, sino para que la venguen en sus asesinas. 

Uno de los mejores ingredientes de la película es ofrecernos el reverso de las idealizadas musas como furias crueles y vengativas cuyas armas son el susurro de ciertos versos letales. Para ello trae a colación versos del Dante, William Blake o Coleridge; pero también la misteriosa "Dark Lady" (Dama Oscura) de la que William Shakespeare habla en sus sonetos más indescifrables; o la leyenda de que el "Paraíso Perdido", de John Milton, fue inspirado por una misteriosa muchacha que vio bailar en las afueras de Florencia. 

Por contra cabe decir, que el director no ha sacado todo el partido terrorífico que había en esta mitología infernal. Las dos apariciones de la musa mentirosa son de lo más perturbador de le película; pero en cambio, durante el resto del metraje, son sólo presencias. Lo mismo cabe decir de su atractivo reparto multinacional: Franka Potente, Joanne Whalley, Leonor Watling o Christopher Lloyd son a la vez personajes clave en un punto de la película; pero también demasiado testimoniales. 

En cambio creo que la película acierta al buscar su propio territorio y trasladar a Irlanda, tierra de bardos, y a los poetas anglosajones su marco de referencia. Los guionistas, el propio Balagueró junto a Fernando Navarro -escritor de Toro-, logran ofrecernos una nueva perspectiva de la trama que aparece en la novela. En ella el espacio es Madrid, Barcelona y Toledo; y los poetas, Machado, Góngora o Bécquer. Incluso hay un pasaje en el que torturan al hijo de Raquel con un verso de San Juan de la Cruz...

Efectivamente no es un terror al uso. No tiene golpes de efecto ni de sonido. Balagueró filma un elegante thriller sobrenatural de aire clásico, que se desarrolla cadenciosamente como un miserere. La intriga llega a convertirse en escalofrío en un par de escenas: la del sueño premonitorio y la de la Musa que miente, cuando ha acabado con la colaboradora del profesor (Franka Potente). Su terror se basa en la amenaza de algo verdaderamente poderoso, una amenaza inmortal y perversa basada en las poéticas Musas. También tiene su toque actual en el personaje de Rachel, inmigrante del este obligada a prostituirse. Este es un tipo de personaje muy de Balagueró, la mujer sacrificial que ya encontrábamos en "Los sin nombre" o en "Frágiles". 

No quiero olvidarme de citar los fantásticos títulos de crédito iniciales. Una maravilla visual (quizás al estilo de los de Westworld) donde la pluma y la tinta se transmutan en tendones y sangre. 

El sueño premonitorio del profesor, los versos tallados a cuchillo sobre los cuerpos sacrificados, las pistas escondidas por la mujer asesinada, las "imago" donde las musas esconden su poder, el último superviviente de la cofradía del Círculo (interpretado por Christopher Lloyd), el inesperado giro final,.... todos los ingredientes funcionan en esta intriga poética y perversa.