sábado, 23 de septiembre de 2023

AURA - de Carlos Fuentes



Aura es una nouvelle mórbida y almizclada de gran potencia literaria.
Carlos Fuentes escogió como epígrafe del libro una cita de ´La Bruja´ de Jules Michelet que delata certeramente la esencia del libro:
"El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña; es la madre de la fantasía, de los dioses. Posee la segunda visión, las alas que le permiten volar hacia el infinito del deseo y de la imaginación....Los dioses son como los hombres: nacen y mueren sobre el pecho de una mujer..."
Felipe Montero es un joven historiador que acude a una antigua mansión atraído por la propuesta de un trabajo de edición y un buen sueldo. Se requiere de él que organice y reescriba las memorias de un coronel francés que luchó en México. Su empleadora es Consuelo, la viuda del coronel, que vive allí junto a su sobrina Aura. La única condición que impone la anciana es que el historiador deberá hospedarse en la casa para realizar el trabajo con total discreción. Las dudas iniciales de Felipe desaparecen en cuanto conoce a Aura, una joven de belleza taciturna y misteriosa.

La vivienda es pesada y oscura, como un laberinto surrealista que no tardará en afectar a Felipe hasta el punto de perder el sentido de la realidad,  máxime cuando siempre que busca a Aura a la que encuentra es a la anciana. Pronto Aura se convertirá en una obsesión para él y los furtivos encuentros que logra con ella no harán más que excitar su pasión.




La novela se desarrolla en un territorio claustrofóbico donde impera una atmósfera irreal y onírica. Con el paso de los días el protagonista se verá sumergido en un ambiente de pesadilla donde el amor y la muerte juegan a un juego de espejos y simulacros, marcados por el deseo más voluptuoso y el perfume de una antigua amenaza que se cierne sobre él.
"La ves con las manos en movimiento, extendidas en el aire: una mano extendida y apretada, como si realizara un esfuerzo para detener algo, la otra apretada en torno a un objeto de aire, clavada una y otra vez en el mismo lugar. En seguida, la vieja se restregará las manos contra el pecho, suspirará, volverá a cortar en el aire, como si... sí, lo verás claramente: como si despellejara una bestia...
Corres al vestíbulo, la sala, el comedor, la cocina donde Aura despelleja al chivo lentamente, absorta en su trabajo, sin escuchar tu entrada ni tus palabras, mirándote como si fueras aire."
Condenados a una permanente oscuridad, los pasillos y habitaciones de la casa están poblados por detalles ominosos, como esa coneja que acompaña a la anciana, Saga, y que ella identifica con la sabiduría de los instintos; o esa campanilla que Aura va tocando por los pasillos, "como los leprosos que con ella pregonan su cercanía y advierten a los incautos: "Aléjate, alejáte".



La casa se erige como un territorio fantasmagórico, más allá de la realidad, cuyo acceso se esconde tras una serie de claves. Por ejemplo, en la portada Felipe se encuentra varios números superpuestos y a continuación tiene que realizar una secuencia determinada de pasos, giros y movimientos que decidirán su admisión en esa especie de sancta sanctórum.
"Buscas la caja de fósforos en la bolsa de tu saco pero esa voz aguda y cascada te advierte desde lejos:
-No... no es necesario. Le ruego. Camine trece pasos hacia el frente y encontrará la escalera a su derecha. Suba, por favor. Son veintidós escalones. Cuéntelos.
Trece. Derecha. Veintidós."
Este acceso secreto tiene continuidad en el oscuro laberinto de pasillos y habitaciones en los que la hermosa Aura aparece y desaparece de forma imprevista, estableciendo un juego de ambigua duplicidad con su anciana tía:
"te repites que siempre, cuando están juntas, hacen exactamente lo mismo: se abrazan, sonríen, comen, hablan, entran, salen, al mismo tiempo, como si una imitara a la otra, como si de la voluntad de una dependiese la existencia de la otra".
Si el espacio en el que ocurren los hechos es insólito, no lo es menos la forma de narrarlos. El punto de vista del narrador se sitúa en un punto virtual entre una tercera y una primera persona de donde surge un susurro que implica tanto al protagonista como al lector. Desde la misma lectura del anuncio ese malévolo espíritu narrativo ya los funde y confunde: "Lees y relees el aviso. Parece dirigido a tí, a nadie más". También en expresiones como "Caminas hasta el baúl"; o, "Allí leerás los nuevos papeles"; e incluso "Ya solo buscas la nueva aparición de la mujer de ojos verdes". 

Pareciera que ese espíritu, a la vez que describe tus actos, los dirigiera; como si fueras su marioneta. Este proceder estilístico no hace más que reflejar y amplificar la manipulación a la que es sometido Felipe Montero.
María Negroni lo expresa mejor en su Epílogo al libro:
"El procedimiento con que está escrito es extraño. Como ocurre en La modification, de Michel Butor, hay un tú (cada uno de nosotros, al momento de leer) que es convocado en una trama, ya de por sí saturada de dobles, a identificarse con la pesadilla de quien narra."

Hay dos secuencias maravillosamente terroríficas. En una Felipe ha pasado por fin una noche de amor con Aura, pero al despertarse, la joven se levanta y va hacia una silla oculta en un rincón. Allí encuentra a la tía que ha estado observando toda la noche. Se levantan juntas, se funden en un abrazo y se van entrelazadas.

En la otra Aura se despide de él citándolo para la noche. Felipe le sigue con la mirada hasta que la pierde vista en el pasillo oscuro del que surge, casi instantáneamente, la anciana. Durante esos instantes no ha dejado de sonar la taimada campanilla de Aura.

A lo largo de la páginas Carlos Fuentes maneja obsesivamente el motivo del doble: no sólo por el binomio formado por las dos enigmáticas mujeres de la casa, sino por el juego de espejos en el que se ven implicados lector y narrador. Esta confusión distorsiona tiempo y espacio hasta hacer que Felipe se reconozca vagamente en las fotos del archivo del coronel. 

No olvidemos que Felipe, como nosotros, también es lector de unas memorias en las que acaba leyendo, sin saberlo, su propia historia.
"Sí: tenía quince años cuando la conocí -lees en el segundo folio de las memorias-: elle avait quinze ans lorsque je l´ai connue et, si j´ose le dire, ce sont ses yeaux vert qui ont fait ma perdition. Los ojos verdes de Consuelo, que tenía quince años en 1867, cuando el general Llorente casó con ella y la llevó a vivir a París, al exilio. Ma jeune poupée, escribió el general en sus momentos de inspiración, ma jeune poupée aux yeux verts; je t´ai comblée d´amour."
Consuelo actúa como esa alimaña que desde tiempo inmemorial tiende su celada. Atrae a Felipe, que es historiador, con las memorias de su esposo. Quiere que sepa su historia y que conociéndole caiga conscientemente en la trampa. Felipe va descubriendo en los legajos del general las mismas trampas en las que él va cayendo: Primero el cebo de la bella Aura y luego la noche de amor antes de pasar al anhelo de liberar a su amada, para concluir con la promesa un sueño eterno. Así se lo deja entrever la propia Aura: "Hay que morir antes de renacer..."





















👉 MÁS en DETALLE____________________________________
Libros del Zorro Rojo rescata este relato fantástico de Carlos Fuentes marcado por una atmósfera decadente, lujuriosa y llena de espejismos. La edición se complementa con las ilustraciones fantasmagóricas de Alejandra Acosta, cuya exquisita técnica, basada en collages y grabados antiguos, le viene como anillo al dedo. La yuxtaposición del rojo y del verde en los grabados resaltan la decadencia del esplendor victoriano. 

María Negroni nos aclara en el Epílogo la génesis de la nouvelle:
"Fuentes escribió esta nouvelle de un tirón, en 1962, cuando todavía se hallaba bajo el efecto hipnótico del film Ugetsu Monogatari (Cuentos de la luna pálida de agosto, de Kenji Mizoguchi. Inspirándose, a su vez, en un relato gótico de Guy de Maupassant ("Décoré"). El cineasta japonés había elegido un escenario de niebla, violencia y silencio para desplegar, en un contexto medieval, el tema de la ambición y la lujuria de un hombre. La necrofilia, la imposibilidad de discernir sueño y y vigilia, el vínculo elusivo entre sexualidad y poder, la mujer duplicada (dos figuras femeninas tratan de seducir a Genjuro) y las sorpresas de un tiempo no lineal están allí presentes sin remedio".

miércoles, 20 de septiembre de 2023

The BEAR - creada por Christopher Storer




The Bear es la historia de un restaurante de bocatas caótico y bullicioso que siempre está al borde del colapso. Se llama The Original Beef of Chicagoland y su encantador y adicto propietario, Mikey, se lo ha dejado en herencia –tras suicidarse- a su hermano pequeño, Carmen “Carmy” Berzatto.

El caso es que el restaurante está en las últimas y su organización es desquiciante. Además es pequeño y sucio. La pintura de las paredes y las máquinas de videojuegos no se han tocado desde los ochenta; y por si fuera poco, el equipamiento y toda la instalación eléctrica apuntan ruina. Todo está a punto de claudicar... pero Carmy (Jeremy Allen White) se lo toma como un reto/homenaje a su hermano y pretende reflotarlo.

En The Beef  reina una atmósfera sofocante. Todo allí es vocinglero y paradójico. La media docena de empleados siguen un “sistema” que les lleva directamente al caos y a enfrentarse a gritos entre ellos constantemente; pero cuando Carmy intenta reorganizarlo ponen el grito en el cielo alegando: “¡no me toques el sistema!”. Y eso que Carmy es un reputado chef que viene de dirigir el mejor restaurante de Nueva York. Por lo que sea, Mikey nunca dejó que Carmy trabajase en The Original Beef, en cambio ahora el joven se siente obligado a mantener abierto el tinglado de su hermano. Quizás lo menos paradójico es que, aunque trabajen jornadas agotadoras de diez horas diarias, no logren que el negocio sea rentable.



La historia podría ser una más sobre un negocio que se va a pique, pero sus personajes, las problemáticas que desarrolla y sobre todo la sazón con que está cocinada esta miniserie la convierten en un producto más que notable. Y cuando digo sazón quiero decir una forma sabrosona de mezclar los ingredientes para trasladarte el agobio y el sinsentido de un trabajo atosigante. Las cocinas siempre parecen una olla hirviendo a punto de explotar. Este ambiente excitado y los mil problemas que surgen cada día son puestos en pantalla con un ritmo frenético y furioso que acaba siendo marca de la casa. Planos cortos y rápidos. Primerísimos planos donde aflora una tensión demencial. Música rock a tope. Gritos. Sudores. Algo que se rompe. Y cuando parece que todo va a funcionar nuevos problemas. Un no parar. 

En la realización se mezclan eléctricamente el caos del día a día con los recuerdos y las neuras de un Carmy al que los ataques de ansiedad tienen contra las cuerdas. Viendo algunos capítulos me he llegado a sentir verdaderamente agobiado por el estrés que retrata y eso que la playlist es de lo más apetecible con gente como Wilco, Pearl Jam, Van Morrison, R.E.M. o Sufjan Stevens.

Por supuesto también nos provoca la empatía con estos aspirantes a perdedores. La serie insiste en la idea de un equipo mal avenido que se precipita al vacío hasta que descubren que han de confiar en los demás y trabajar en equipo. 



Los puntos de conflicto que desarrollan estos ocho capítulos son innumerables, pero en todas las salsas siempre están Sidney Adamu (Ayo Edebiri), la jovencita recién llegada del Instituto Culinario de América, y Richie (Ebon Moss-Bachrach), el mejor amigo de Mikey, que ejerce de encargado del local y arreglatodo. La vieja y la nueva guardia luchando por el poder.

Sidney llega al inicio de la serie para hacer sus prácticas en el que era el restaurante favorito de su padre, al que la traía de pequeña para comer esos bocatas de ternera tan grasientos como sabrosos. Ella será el gran apoyo de Carmy en su cruzada por organizar racionalmente el restaurante, aunque sus ritmos diferirán y acabarán, ¡cómo no!, enfrentándose.

Richie por su parte las ha visto de todos los colores en el restaurante. La simple supervivencia les consume toda su energía sin poder salir a flote. ¡Pero si Richie ha llegado a trapichear con drogas en el callejón trasero para que el negocio sobreviviera durante la COVID! Es el rey del chapuceo y de puentear los problemas.... hasta que una visita de la Inspección rebaja la calificación del negocio a C de catástrofe.




Marcus (Lionel Boyce) es un secundario de lujo, de esos que el espectador agradece. Mantiene la calma en el caos y se esfuerza por hacer bien su trabajo... pero consume demasiado tiempo con el ensayo y error. Carmy apoya en principio su dedicación a tartas y postres, pero la vorágine constante en la que vive The Original Beef acaba llevándoselo por delante e incluso llega a despedirse.

La serie propone emociones fuertes exponiendo de forma genuina las dificultades del mundo de la restauración, lo que hace aflorar una paradoja más. La mayoría de la plantilla asume que dedicarse a la cocina y trabajar en ese restaurante es un verdadero infierno; pero en cambio es allí donde encuentran lo que realmente necesitan: un lugar en el mundo que dé sentido a sus vidas y un grupo de personas que supla la ausencia de una familia normal. Así que veremos cómo a The Beef y sus currantes la vida les va a dar una segunda oportunidad.

Aunque cada episodio dura sólo 30 minutos la lista de catástrofes es interminable. En el catering por el cumpleaños de un niño se les caen pastillas de ansiolíticos en el zumo por lo que todos los niños acaban dormidos en el césped. Un problema de electricidad se carga el compresor de las cámaras frigoríficas lo que les obliga a improvisar para salvar la carne almacenada. El tío Cicero (Oliver Platt) visita a Carmy para proponerle la compra del negocio... e informarle de que prestó 300.000 dólares a Mikey que nunca le devolvió. Incluso las buenas noticias los empujan al precipicio. Una crítica positiva en una revista les inunda de pedidos hasta el punto de casi reventar definitivamente al famoso y lengedario The Original Beef of Chicagoland.

El auténtico y original Mr. Beef en Orleans Stree -Chicago-


Como curiosidad hay que decir que tanto la fachada como el interior del restaurante se basa en un negocio auténtico y original denominado The Original Mr. Beef en Orleans, por la calle donde se sitúa en River North, Chicago. El creador de la serie era cliente habitual y amigo del dueño por lo que filmó allí la mayor parte del episodio piloto.​

Estás invitado.
Métete en esta jaula de grillos.
Te aseguro que no saldrás indemne de su ritmo frenético.




THE BEAR T2 - creada por Chr. Storer y J. Calo



Adiós a The Original Mr. Beef, bienvenido ¡Ay! The Bear.
Esta segunda temporada afronta el cambio radical desde el alboroto de The Beef al pulcro y refinado restaurante que aspira a ser The Bear. Las obras de reforma volverán a enfrentar a todos y Tina, Marcus e incluso Richie acudirán a otros centros para reciclarse y ponerse al nivel que requerirá The Bear.

El puñado de entrañables personajes que vimos trabajar y colisionar en la primera temporada nos invitan a seguirlos en este segunda... pero parece que no estaba previsto y las líneas argumentales que se plantean parecen un tanto inanes. Los cinco primeros episodios son deudores de esa reiterada práctica audiovisual de otorgar espesor a los personajes simplemente inyectando un trauma infantil o un drama familiar. Sidney con un padre emocionalmente seco y Marcus con su madre hospitalizada no aportan nada y hacen que estos cinco capítulos resulten insustanciales hasta que....
¡¡¡Boummm!!!
El sexto episodio explota en forma de una formidable minipelícula que expande y contextualiza de manera abrumadora el universo de The Bear.




Se trata de un largo flashback que rememora la última cena de Nochebuena con la familia Berzatto al completo; con Mikey ya metido en un pozo de desesperación, Carmy ajeno a lo que se le viene encima y, sobre todo, Donna Berzatto, una madre volcánica que implosiona en su cocina preparando la cena mientras se hunde en una marejada de neurosis. Tanto los preparativos en la cocina como la propia cena en el comedor, reeditan el caos y excitante ritmo que disfrutamos en la primera temporada; pero ahora centrado en los traumas y heridas sin cicatrizar que arrastra una familia en descomposición.

El episodio es deslumbrante, se titula Peces y son 67 minutos de puta locura alrededor de la Fiesta de los Siete Peces, una tradición italoamericana sobre la que cada personaje aporta su propia explicación. Uno la relaciona con los emigrantes que dejaron Italia trayéndose sus mejores siete cosas a su nuevo hogar. Otro apunta a la Biblia donde el siete define asuntos tan sustanciales como los sacramentos, las virtudes, los días y hasta los pecados capitales.

La preparación de la cena y Donna (una Jamie Lee Curtis apoteósica), son el epicentro de un escenario único y agobiante en el que se agolpan los gritos, las puyas y las alarmas de cocina. Donna es una olla a presión. Se encierra en la cocina preparando los platos de los Siete Peces mientras bebe sin parar y se queja de falta de ayuda a la vez que manda a tomar por culo a todo el que se aproxima. En segundos es capaz de pasar de la risa al llanto, de la celebración a la angustia, del abrazo a la intimidación. Un brutal retrato de la bipolaridad mientras suena a todo trapo Got my Mind Set on You, en versión de George Harrison. Una locura.





Curiosamente el otro episodio que brilla es el séptimo, pero con un ritmo contrapuesto lleno de silencios y charlas de orientación. Este episodio se centra en Richie y su redención. Carmy lo ha enviado a un restaurante de tres estrellas donde tendrá que enfrentarse a sí mismo, abandonar sus viejos hábitos e iniciar ese nuevo camino que lleva tiempo buscando. Una cura de humildad a sus 45 años en la que recibirá la ayuda de la chef Terry, interpretada por una Olivia Colman en plan maestra zen.

La temporada culmina con un capítulo que remeda el ritmo frenético y la amenaza de catástrofe que caracterizaba al The Original Beef de la primera temporada, pero en las renovadas cocinas y elegantes salones del nuevo The Bear. El problema es que ya lo hemos visto.

Parece que la temporada ha ahorrado esfuerzos de guión y dinero para concentrarlos en estos dos episodios y así entregar un drama profundo y unos intérpretes de altura entre los que se cuentan, aparte de las extraordinarias Curtis y Colman, Jonathan Bernthal, como Mikey, Sarah Paulson, Gillian Jacobs o Bob Odenkirk, como el tío Lee, con el que Mikey sostiene un duelo con tenedores de lo más virulento. 



Narrativamente me gusta mucho esta presencia/ausencia de Mikey. Su sombra planea sobre toda la serie y su recuerdo es traído puntualmente por quienes le conocieron, hasta hacernos componer una imagen tan compleja como contradictoria. Mikey tiene un carácter abierto y arrollador. Es el que vela por todos, especialmente por su hermano y por su madre, incluso cuando su vida se va al garete. Todo el mundo reconoce su carisma y que siempre se podía contar con él, pero también que era un capullo metiéndose en mil problemas y un puto desastre en los negocios. En este sentido la elección de Bernthal es genial. Mikey veía el desastre al que estaba abocado y quiso alejar a Carmy de la inminente debacle. Mientras se ahogaba todavía tuvo el impulso de un celoso guardián para dejar preparado un salvavidas para su hermano. 

En un momento dado, durante esa cena de los Siete Peces, Carmy le regala a Mikey un cuadro con el boceto de la fachada del restaurante que había pensado abrir con él. Es el mismo cuadro que aparece colgado en la cocina del The Beef en el primer episodio de la serie. Mike aprecia el entusiasmo de Carmy y esto le rompe el corazón.

Efectivamente lo que nos queda en la retina de esta temporada es esa cocina y ese comedor donde los creadores encierran a los Berzatto para que se cuezan en su propio jugo. El ritmo es frenético, el guión y el montaje atronador, la larguísima secuencia alrededor de la mesa de lo más angustioso.








El punto de ignición de Donna lo aporta su hija Sugar (Abby Elliot) que no deja de preguntarle de forma desesperante: “Mamá, ¿estás bien?”.
“¿Tú sabes cuánto odio que me hagan esa puta pregunta? ¿Le vas preguntando a todos los demás de la mesa si están bien? Entonces, ¿te parezco que estoy mal?”,

“¡Que os follen!”, grita justo antes de romper un plato contra el suelo y abandonar la mesa.
Pues eso, deliciosa.






BONUS TRACK__________________________________
Restaurante Avec, en River North -Chicago-
En la primera temporada priman las relaciones personales en la vorágine del restaurante. 
En esta segunda tienen más presencia los platos y su elaboración. Mientras Tina y Marcus son enviados a aprender alta cocina, Sidney prepara el nuevo menú al que va a denominar "Caos" (¡!). 
Saturada por las pruebas decide llevar a cabo un fabuloso periplo gastronómico por los más icónicos restaurantes de Chicago en busca de inspiración.
Esto ocurre en el episodio tres, titulado "Sundae", el cual tiene toda la pinta de una carta de amor a la escena gastronómica de Chicago por parte de la directora del episodio y co-showrunner de la serie Joanna Calo. Incluso hay un cameo del famoso restaurador Donnie Madia ofreciendo sus consejos a Sidney cuando lo visita en su restaurante Avec. Allí se pueden saborear clásicos como la focaccia trufada y dátiles rellenos de chorizo ​​envueltos en tocino.
Aquí tienes una breve guía de esos restaurantes por si pasas cerca de allí. 😀

viernes, 15 de septiembre de 2023

¿FUE un ASESINATO? - de R. L. Stevenson



Serie NarracionesExtraordinarias







i amigo el conde —así era como comenzó su historia— tenía por enemigo a cierto barón alemán, forastero en Roma. No importa el fundamento que tuviera la enemistad del conde; pero como tenía el firme propósito de vengarse, y sin poner en peligro su vida, lo ocultó incluso al barón. Desde luego, ese es el principio fundamental de la venganza; y el odio revelado es odio inútil. El conde era un hombre curioso y perspicaz, y tenía algo de artista; si le interesaba hacer algo, siempre lo hacía con una perfección exacta, no solo en cuanto al resultado, sino también a los medios e instrumentos utilizados, si no, pensaba que saldría mal.


Sucedió que un día cabalgaba por las afueras y llegó a un camino en desuso que se desviaba hacia el páramo que rodea Roma. A un lado había una antigua tumba romana; al otro, una casa abandonada en un jardín con árboles de hoja perenne. Ese camino lo llevó enseguida a una extensión de ruinas, en medio de la cual, en la ladera de una colina, vio una puerta abierta y, no muy lejos, un único pino achaparrado, no mayor que un arbusto corriente. Era un lugar desierto y muy escondido; el conde tuvo el presentimiento de que allí había algo de lo que se podía beneficiar. Ató el caballo al pino, cogió su pedernal y eslabón en la mano para encender una luz y entró en la colina. La puerta daba a un pasadizo de antigua mampostería romana que poco después se bifurcaba. El conde tomó el recodo de la derecha y lo siguió, avanzando a tientas en la oscuridad, hasta que lo detuvo una especie de valla que se extendía de un lado a otro del pasadizo y casi le llegaba a la altura del codo. Tanteando con el pie, encontró una arista de piedra labrada, y luego el vacío. Eso le despertó entonces la curiosidad y, buscando algunas ramas secas que estaban tiradas en el suelo, encendió un fuego. Delante de él había un profundo pozo; sin duda algún campesino de los alrededores lo había utilizado alguna vez para sacar agua, y había sido él quien puso la valla. Durante un buen rato el conde siguió apoyándose en la valla y mirando hacia dentro del pozo. Era una obra romana y, como todo lo que emprendió esa nación, estaba construida para durar eternamente; las paredes seguían derechas y lisas; si alguien cayera dentro, no podría salvarse.

«Veamos —pensaba el conde—, un fuerte impulso me trajo a este lugar. ¿Para qué? ¿Qué he conseguido? ¿Por qué vendría hasta aquí a mirar este pozo?».
El travesaño de la valla cedió de pronto por su peso y estuvo en un tris que el conde se cayera de cabeza. Al saltar hacia atrás para salvarse, apagó con el pie la última llama vacilante del fuego, que a partir de entonces ya no dio luz, solo un molesto humo.
—¿Vine hasta aquí para morir? —dijo, y se estremeció de la cabeza a los pies.
Y entonces de repente se le ocurrió una idea. Fue arrastrándose a gatas hasta el borde del pozo y tanteó por encima de él levantando la mano. Dos postes sujetaban el travesaño; solo se había roto por uno de los extremos y todavía estaba sujeto al otro. El conde lo volvió a colocar como lo había encontrado, de modo que implicaría la muerte del primero que llegara, y salió a tientas de la catacumba, como un enfermo.



Al día siguiente, mientras cabalgaba en el Corso con el barón, dio muestras adrede de estar muy preocupado. El otro (como había planeado) le preguntó cual era el motivo; y él, después de contestar con evasivas, admitió que un insólito sueño le había deprimido. Había calculado que eso interesaría al barón, hombre supersticioso, aunque fingiese desdeñar la superstición. Siguieron algunas chanzas, y luego el conde, como si de pronto se enardeciera, solicitó a su amigo que tuviera cuidado, pues fue con él con quien había soñado. Usted conoce lo suficiente la naturaleza humana, mi primoroso Mackellar, para estar seguro de una cosa: me refiero a que el barón no descansó hasta enterarse del sueño. El conde, convencido de que nunca desistiría, lo mantuvo interesado hasta avivar en grado sumo su curiosidad, y después, con aparente reticencia, se permitió ser imperioso.
—Os lo advierto —le dijo—, nada bueno puede salir de esto; algo me lo dice. Pero, ya que no puede haber paz para ninguno de nosotros salvo con este requisito necesario, ¡asumid vos la responsabilidad! Este fue el sueño: os vi cabalgando, ignoro dónde, pero creo que debe haber sido cerca de Roma, pues a un lado había una tumba antigua, y al otro un jardín con árboles de hoja perenne. Me parece que grité varias veces para que volvierais, presa de angustiosos temores; no sé si me oísteis, pero seguisteis con pertinacia. El camino os llevó a un lugar desierto entre ruinas, donde había una puerta en una ladera y muy cerca de la puerta un extravagante pino. Vos desmontasteis (yo seguía gritando que tuvierais cuidado), atasteis el caballo al pino y entrasteis resueltamente. El interior estaba a oscuras; pero en mi sueño yo todavía podía veros, y os seguía suplicando que os refrenarais. Seguisteis a tientas por la pared de la derecha, tomasteis un pasadizo que se desviaba a la derecha y llegasteis a una pequeña cámara, en la que había un pozo y una valla. Ante lo cual, no sé por qué, mi alarma por vos aumentó considerablemente, hasta el punto de que me pareció que me desgañitaba con mis advertencias, gritando que todavía estabais a tiempo, y rogándoos que salierais enseguida de aquel vestíbulo. Esa fue la palabra que utilicé en mi sueño, y entonces parecía tener un significado; pero hoy, despierto, confieso no saber lo que quiere decir. No prestasteis la menor atención a mis protestas, y entre tanto os apoyasteis en el travesaño y mirasteis con atención el agua del pozo. Y entonces os comunicaron algo; no creo que llegase siquiera a deducir lo que era, pero el miedo que me produjo me sacó por completo del sueño, y me desperté temblando y llorando.



»Y ahora —continuó el conde— os agradezco de corazón vuestra insistencia. Ese sueño me oprime como una carga; y ahora que os lo he contado sin rodeos y a pleno día no parece nada importante.
—No sé —dijo el barón—. Tiene algunos detalles extraños. ¿Me comunicaron algo, decís? ¡Oh, es un sueño raro! Es una buena historia que divertirá a nuestros amigos.
—No estoy tan seguro —dijo el conde—. Me hago cargo de cierta renuencia. Es mejor que lo olvidemos.
—No faltaba más —dijo el barón.
De hecho no se volvió a mencionar el sueño. Algunos días después, el conde propuso un paseo a caballo por el campo, que el barón (dado que cada día aumentaba más su amistad) aceptó de inmediato.
En el camino de regreso a Roma, el conde los condujo sin darse cuenta por una ruta especial. Al cabo de un rato refrenó su caballo, se tapó los ojos con la mano y gritó. Acto seguido dejó ver su rostro de nuevo (que ahora estaba del todo blanco, pues era un actor consumado) y miró fijamente al barón.
—¿Qué os sucede? —gritó el barón—. ¿Qué os pasa?
—Nada —exclamó el conde—. No es nada. Un bloqueo, no sé. Volvamos deprisa a Roma.
Pero mientras tanto el barón había mirado a su alrededor; y allí, a la izquierda del camino por el que volvían a Roma, vio un camino apartado cubierto de polvo con una tumba a un lado y un jardín con árboles de hoja perenne al otro.
—Sí —le dijo, con la voz alterada—. Volvamos deprisa a Roma, por supuesto. Temo que no os encontréis bien.
—¡Oh, por el amor de Dios! —exclamó el conde, sobrecogido—. Volvamos a Roma y permitidme que me acueste.
Regresaron sin apenas hablar; y el conde, que debía haber acudido por derecho a una puesta de largo, se metió en la cama y anunció que tenía un amago de malaria.
Al día siguiente encontraron el caballo del barón atado al pino, pero a partir de entonces no se supo más de él. ¿Fue un asesinato?






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Título original: «Was that a murder?», extracto del capítulo IX de El Señor de Ballantrae (The Master of Ballantrae (1889). Incluido en la antología de Dorothy Sayers,  "Tales of Detection: A New Anthology", Londres, Dent, 1936.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

HISTORIAS IMPOSIBLES - de Zoran Živković



No haré esperar a nadie por mi valoración. Este libro de cuentos es magnífico y prueba, además, que la teoría de la Gestalt es correcta: El todo es mucho más que las partes.

En realidad, el volumen es una antología que reúne cinco conjuntos de relatos escritos entre 1997 y 2004 a los que se ha añadido un cuento independiente a modo de Epílogo. Estos cinco tomos comparten una estructura juguetona y postomoderna: cada uno reúne un puñado de relatos plenamente independientes que acaban interrelacionados en una última historia que nos ofrece una vuelta de tuerca más en su interpretación.

El problema de la escritura y el universo de los libros y las bibliotecas aparecen ampliamente en el volumen, pero también otros temas clásicos de la literatura fantástica como son los pactos con el diablo, los viajes en el tiempo e incluso los encuentros con uno mismo y hasta con Dios.






El libro parece compuesto por un relojero maniático debido a la cantidad de relojes que aparecen en sus tramas. Y no todos marcan la hora. Siendo cada uno de los relatos absolutamente original, los de cada tomo comparten una idea matriz. Así en el primer conjunto titulado “Los regalos del tiempo” nos encontramos con una situación común, la visita que el diablo hace a una persona para proporcionarle un viaje en el tiempo –al pasado o al futuro- a través del cual podrá determinar el valor de su vida. Lo cual los emparenta con el clásico de Max Beerbohm, Enoch Soames. El segundo conjunto se titula “Encuentros imposibles” y aquí el visitante fantástico ya no será el diablo, sino Dios (que es a quien se encuentra en el tren un cauteloso vicepresidente de banco) y también uno mismo con más edad e incluso postmorten. En el extraordinario cuento “La librería” un librero y escritor de ciencia ficción llega a encontrarse con un habitante de uno de sus mundos inventados que le alecciona sobre la “quinta fuerza”, la imaginación.
“-Todos estos libros aquí no son más que prosa inventada, mientras que en mi mundo representarían documentos de cuya autenticidad nadie dudaría. Pero este concepto erróneo ya se corregirá cuando ustedes dominen la quinta fuerza, y no solo la utilicen de manera salvaje, incontrolada, como han hecho hasta ahora.
-Si lo he entendido bien, entonces ¿esto ya no sería una librería, sino alguna suerte de... archivo?
-Sí, un lugar donde se reúnen datos sobre otros mundos. Yo me dedico precisamente a eso. Utilizo la quinta fuerza para investigar mundos foráneos y catalogarlos. Así me he topado con la Tierra.”
El tercer tomo lleva por título “Siete contactos con la música” y nos plantea una serie de situaciones cotidianas en la que un leve aleteo de música es capaz de quebrar la realidad y revelar mundos fantásticos. Por ejemplo, en “El susurro”, un niño autista resuelve un legendario misterio matemático tras escuchar una obra de Chopin. 

El cuarto conjunto se titula “La Biblioteca” y en él encontramos tanto una infinita “Biblioteca virtual” en la que el tiempo no existe, como “La biblioteca del infierno” y “La Biblioteca nocturna”, una biblioteca especular de la abierta durante el día en la que el protagonista se pierde como si estuviese en una dimensión paralela. Los relatos de este epígrafe juegan con el vértigo de la totalidad o del infinito hasta causarnos asombro. Finalmente, el último grupo se titula “Pasos en la niebla” aludiendo a la niebla que oculta el futuro y en la que nos adentramos tan audaces como inconscientes.



Cada uno de estos tomos integra un último relato que asume y resume a todos los demás, estableciendo un hilo que los engarza y dota de un nuevo alcance. Genial.

Otras peculiaridades del volumen llaman mi atención. Una es el carácter puramente mental de la mayoría de los relatos y otra la condición de encrucijada o encuentro que comparten, hasta el punto de que el libro bien podría haberse titulado “Encuentros imposibles”; ya que la mayoría de relatos narran encuentros que para sus protagonistas son trascendentales. Lo cual me ha llevado a recordar durante toda la lectura el cuento XI del Conde Lucanor, “El deán de Santiago”, que el mismísimo Borges reescribió como “El brujo postergado” para incluirlo en su “Historia universal de la infamia”. No es el único nexo. Los cuentos de Živković nos hacen recordar otros relatos del escritor argentino como “El milagro secreto” donde el tiempo queda en suspenso cuando van a fusilar al escritor Hladík para que éste pueda concluir –mentalmente- su obra maestra.

"El Astrónomo con vela" de Gerrit Dou  (1613-1675)


No menos destacables son estos dos asuntos: la metaficción y el carácter paradójico que aflora en muchos relatos. En varios de ellos los personajes van al encuentro con su autor o incluso el escritor es el protagonista, como en "El teléfono", relato que hace de Epílogo general del libro. En otros tantos se discuten las consecuencias de conocer el futuro o visitar el pasado. En este sentido en varios relatos (“El relojero”, “La ventana”, “Los gansos en la niebla”) se cita el famoso “efecto mariposa”, que refiere la posibilidad de que el batir de unas alas diminutas pueda desencadenar una serie de acciones potencialmente incalculables y calamitosas. 
“-Si le descubriera lo que le espera, lo privaría del principal punto de apoyo que hace posible la vida. Para él todo se volvería determinado, inevitable. Perdería no sólo la esperanza sino también el miedo. Y ¿acaso es posible vivir sin la esperanza y el miedo?
-Pero ¿qué ocurre si, por ejemplo, lo aguarda una gran desgracia, un sufrimiento que se pudiera fácilmente eludir estando advertido? ¿También dejaría de hacerlo en ese caso?
-Por supuesto.
-¿Y no es eso una crueldad hacía sí mismo?
-Quizás. Pero, en realidad, no hay elección. No se puede evitar lo que ya ha pasado, ¿no es así?”
Me gustan especialmente aquellos relatos que consiguen una atmósfera enrarecida y onírica. Como si el tiempo de pronto se hubiese detenido. Así es como el anciano relojero del relato homónimo llega a pensar “¿estaré soñando?”, cuando una figura oscura, con capa y sombrero, accede a su tienda desde la niebla de la calle para hacer que revise su extraño reloj, mientras entabla con él una conversación sobre el azar y el "río del tiempo". Del mismo modo la mazmorra donde está preso "El astrónomo" parece situarse fuera del espacio y del tiempo mientras el diablo debate con él sobre su destino. O esa estación de trenes fantasmagórica en cuya "Sala de Espera", la señorita Adela ve el futuro sangriento de sus compañeros cada vez que escucha la música del organillero. También en "El cono", "La paleolingüista", "El violinista", "La Biblioteca nocturna" o "Un agujero en la pared" encontramos este tipo de escenarios ilusorios en los que los protagonistas se enfrentan a sus más profundos anhelos y miedos.

La verdad es que cada uno de estos cuentos es una gema fantástica. "El rompecabezas" me hace recordar a "La Obra Maestra Desconocida" de Balzac, con un pintor a punto de captar unos insondables guiños del universo. Mientras que en "La biblioteca virtual" un escritor se asoma, aturdido, al infinito océano de la web donde encuentra todas las obras escritas y por escribir. En cuanto a “Desorden de la mente” una profesora delibera con las alumnas en torno a sus redacciones sobre sueños para acabar enredada en la niebla donde se confunden realidad y sueño.





Si tuviese que elegir el relato más fantástico me quedaría con el que es menos fantasioso; ya que no precisa de la presencia del diablo ni de viajes en el tiempo: “El Violinista” nos narra la iluminación que alcanza un músico al escuchar los acordes embrujados que un violinista desgrana desde una buhardilla. La melodía le lleva a percibir un atisbo de la armonía secreta del mundo. Encuentro que el autor logra expresar esta experiencia mística con total precisión, sin huecos lirismos.
"Pero, al menos, era consciente de que el mosaico existía, de que era intachable en su reducida y evidente noción de necesidad. La parecía, sin embargo, que no tenía derecho a esperar volver a verlo, peso a que ya sabía que dedicaría toda su vida posterior a buscarlo infatigablemente". 
Se podría decir que el libro versa sobre el Tiempo y la Muerte revelados a través de estos encuentros imposibles en los que la mayoría de personajes, ya de por sí excéntricos y solitarios, se encuentran en trance de muerte. También que es un libro tendente a autocontenerse porque continuamente se vuelve sobre sí mismo llegando a aparecer el mismísimo Escritor frente a sus personajes que llegan a visitarlo para salvarle de una muerte inminente. 










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Zoran Živković es un escritor, editor y traductor serbio. Autor de 23 libros de ficción y de 8 de no ficción, algunos han sido traducidos a 21 idiomas. En 1990 publicó una "Enciclopedia de Ciencia Ficción" desde una perspectiva europea, en dos volúmenes. Sus ficciones traspasan los límites entre lo fantástico y lo surrealista, alineándose claramente con el tipo de fantasía que proponen autores como Borges, Stanislaw Lem o Italo Calvino, caracterizadas por el bibliomisterio y la metaficción. Otros aspectos de su obra lo emparentan con Mijaíl Bulgákov y Franz Kafka.
Hasta su jubilación a finales de 2017, Živković fue profesor titular en la Facultad de Filología, donde impartió cursos de Escritura Creativa.

sábado, 9 de septiembre de 2023

CAMPEONEX - de Javier Fesser

España,2023


¡Genial!
Qué más se le puede pedir a una película: acción, drama, humor, tensión y una gran carga emocional plena de naturalidad y sin sentimentalismos.

Javier Fesser dedica la primera secuencia a enlazar con la anterior historia de baloncesto para rematar esa línea narrativa y a continuación romper con todo aquello para armar una aventura totalmente nueva, con asuntos y personajes nuevos. Efectivamente los guionistas no se dedican a estirar el chicle del primer éxito, sino que trazan una historia absolutamente original tomando de la primera únicamente su carismático elenco y su espíritu gamberro, reivindicativo y vitalista.

Los añadidos de esta nueva aventura son una entrenadora que arrastra fama de ser gafe y un gamer en silla de ruedas. Ambos darán mucho juego en las alocadas situaciones a las que el club de “Los Amigos” se verá abocado.
A pesar de ser una secuela la cinta se desarrolla por nuevos derroteros. Después de una suspensión de dos años, el club “Los Amigos” logra inscribirse en un campeonato... ¡de atletismo! debido a una fatalidad. También hay cambio de entrenador. Ahora es Cecilia (Elisa Hipólito) la entrenadora en prácticas que asume el reto de conducir al equipo a la gloria... o al desastre; porque arrastra una sorprendente capacidad para atraer todo tipo de calamidades. Pero el nuevo ingrediente que acaba definiendo el film es Brianeitor (Brian Albacete) un gamer y streamer con casi tres millones de seguidores en redes sociales que padece atrofia muscular degenerativa con espina bífida. 

En el guión inicial este personaje era femenino, pero la personalidad arrolladora de Brian y su humor negro acabó conquistando al equipo. Su propia historia de superación inspira a su personaje y es capaz de trasladar a nuestros locos baloncestistas al mundo virtual de los gamers y las nuevas formas de entretenimiento. Efectivamente Brian se muestra tal cual es, interpretándose a sí mismo, tal como explicaba Fesser en la presentación de la película: “Se reescribió el guion, como ocurrió con el resto de campeones en la anterior película, para utilizar todo lo que Brian era capaz de expresar desde su realidad”.



Brianeitor tiene tan solo 21 años y lleva poco más de dos en la redes sociales; pero gracias a su carisma y sentido del humor se ha convertido en uno de los gamer y streamer del momento. Su popularidad estalló hace menos de un año, tras fichar por el Team Heretics, el organismo de competición e-sport más importante de España, tras demostrar su destreza en el videojuego online Fall Guys, una especie de Humor Amarillo virtual.

Destacan sobremanera el guión y la realización. Javier Fesser ya nos colocó a los “normales” ante el espejo de nuestras discapacidades en su anterior película. Ahora abunda un poco más en los prejuicios que la sociedad y las propias familias mantienen con estas personas “con capacidades distintas”. La escena definitoria es cuando la hermana de Brianeitor y su marido vienen desde Londres para hacerse cargo de él. Su intención es cuidarlo y meterlo en una burbuja sobreprotectora; pero cuando llegan al Centro comprueban con sorpresa que Brianeitor no está allí. Ha salido con su pandilla a entrenar atletismo. Ambos se alarman y echan la bronca a la supervisora.
¡¿Pero no ve que puede pasarle algo!? Le espetan. 
A lo que ella responde: Eso es precisamente lo que Brian quiere, vivir y que le pasen cosas. 

Javier Fesser lo tiene claro y así lo declaraba en una entrevista: “nos encanta presumir de que somos diferentes y, sin embargo luego, en la práctica, nos da mucho miedo la diferencia”.



El director ha coescrito el guión junto a David Arqués como en la primera y además ha contado con la colaboración e ideas de Athenea Mata, que interpretaba a la esposa del entrenador en la cinta original. Me gusta especialmente el modo en que Fesser dibuja a los personajes, con sólo un par de trazos. En la primera esos trazos se referían a cómo afrontaban el reto de vivir autónomamente su vida diaria en un piso o en el trabajo. Aquí tienen que ver con los sueños que alberga cada uno de ellos. “Yo quiero salir corriendo”, dice con mucho desparpajo Brianator cuando la monitora le pregunta.

Esta carrera de obstáculos que es la vida será lo que nos ofrezcan con mucho humor y desenfado esta banda de discapacitados que tienen muy claro qué hacer para afrontarla. Creo que uno de los valores de la película es que está escrita desde su punto de vista; así es como logra que nos riamos a carcajadas “con” ellos; porque su forma de entender la realidad es a través de un prisma propio que les permite partirse de risa para honrar la muerte de su mejor amigo. Tal y como dice el director, “la diversidad es una capacidad para aproximarse a los retos de la vida desde un lugar distinto”.


Finalmente quisiera poner en valor la forma de rodar y montar de Fesser, imprimiendo un gran ritmo de planos para lograr una narración muy dinámica y puramente cinematográfica; muy alejada del ritmo lento y teatral de otras muchas producciones.

Muchas críticas subrayan la falta de frescura de la cinta toda vez que se trata de una secuela. Evidentemente se pierde la sorpresa de ver por primera vez a la terremoto Collantes o al osito de peluche Manuel; pero prefiero valorar sus logros, incorporando tramas y personajes novedosos mientras mantiene una elevado tono vital de naturalidad y emoción.

Muy Divertida. 
Derrochando humanidad. 
Exitazo.