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domingo, 14 de noviembre de 2021

SUEÑO de POLÍFILO - de Francesco Colonna




Hypnerotomachia Poliphili o Sueño de Polífilo, pasa por ser el libro más hermoso y enigmático del Renacimiento. Desde su publicación a finales del siglo XV se ha visto rodeado por un aura de esoterismo enfermizo. El volumen delata una rara hermosura y no oculta un apasionado anhelo de sabiduría y belleza absolutas, bajo el signo de Venus, la diosa del Amor. Salió de las prensas del gran Aldo Manuzio en Venecia en 1499, con el título de 

Hypnerotomachia Poliphili, ubi humana omnia non nisi somnium esse docet, atque obiter plurima scitu sane quam digna commemorat.

(Lucha de amor en sueños de Polifilo, donde se enseña que todo lo humano no es sino sueño y se evocan oportunamente muchas cosas dignísimas)

Manuzio fue un impresor legendario y un gran humanista que tradujo algunos clásicos que él mismo imprimió. Además propició el uso de la letra redonda o romana que sustituiría rápidamente a la letra gótica en los libros. Fue un trabajo atípico del impresor ya que es el único libro ilustrado que produjo. La obra cuenta con 171 grabados en madera (xilografía) y en el momento histórico en que se editó, la inclusión de ilustraciones de grabado era un fenómeno relativamente nuevo. El patrocinador de esta costosa y original edición fue el veronés Leonardo Grassi que se la dedicó a Guidobaldo de Montefeltro, Duque de Urbino. La composición del libro con hermosas letras capitulares, numerosos grabados y remates del texto en forma de pirámide invertida ha hecho, y sigue haciendo, las delicias de los amantes de los libros.



La obra se editó en formato gran folio, plagada de erratas y escrita en una lengua inventada, mezcla de latín arcaizante -el latín de los circuitos eruditos de la época- y vernáculo véneto, amén de términos hebreos, árabes y de escritura jeroglífica mucho antes de que Champolion desvelase la piedra Rosetta. Además se presenta adornada con magníficas xilografías de fuerte impronta pagana.

ARGUMENTO y ESTRUCTURA DE LA OBRA.
La Hypnerotomachia Poliphilii está dividida en dos partes bien diferenciadas. La primera tiene los rasgos de una novela alegórica y está distribuida en veinticuatro capítulos que dan cuenta del extraño periplo del protagonista. Bajo la apariencia de una aventura caballeresca relata el camino de ascensión espiritual de Polífilo desde el miedo inicial hasta el encuentro con su amada Polia, una misteriosa ninfa. El relato finaliza con la ruptura simbólica del velo de Venus por una flecha de oro de Cupido y el despertar del joven.

Esta primera parte es el relato de un viaje lineal dentro de un sueño, del trayecto del amante por el plácido país de Venus hacia su seno, conducido eruditamente por su amada. La crítica ha señalado que esta primera parte constituye el núcleo principal de la obra y hasta puede tener una lectura exenta; mientras que el resto parece un añadido, no sólo por la diferencia temática sino también por el estilo literario en sí.

La segunda parte se extiende desde el capítulo veinticinco hasta el treinta y ocho y en ella es Polia quien refiere su historia. La trama es la misma en ambas partes, el encuentro de los dos amantes, pero en cada una varía el punto de vista y el protagonista. En esta parte Polia ya no aparece como ninfa sino como una joven real (Lucrezia Lelli) con grandes dudas entre ser virgen de Diana o amada de Polífilo. El realismo de esta parte se corresponde con los datos históricos de la peste de Treviso que asoló esa ciudad en aquella época.

El argumento está interrumpido por complejas historias mitológicas y descripciones de lugares fantásticos, arquitecturas extrañas y liturgias mistéricas. Se trata de una novela alegórica que pretexta un sueño fantástico donde se combina el viaje iniciático y amoroso de Polífilo con la descripción minuciosa de monumentos, figuras, relieves y sentencias hasta componer una abigarrada fantasía visual narrada con estilo moroso, elegante y recargado de alusiones mitológicas y motivos eróticos. 
Grabado con la efigie de Príapo bajo un dosel de verduras mientras los dioses
arrojan vasijas de leche, vino y sangre de un asno sacrificado (en primer plano)


El lenguaje críptico y la profusión de símbolos y jeroglíficos la convierten en un texto netamente hermético, fuente de una verdad que está velada, a la espera de aquellos que estén preparados para recibir y entender su enseñanza. Una actitud deliberada del autor que presenta su obra así:
“Estas no son cosas hechas para el vulgo ni para ser recitadas por las callejas, sino sacadas de la despensa de la Filosofía y de las fuentes de las Musas, adornadas por la novedad del lenguaje y dignas de la admiración de todos los ingenios”.
La obra sigue a Polífilo en su peregrinar laberíntico por jardines secretos anegados en un refinado simbolismo. En su recorrido onírico vislumbra restos de culturas pretéritas en forma de construcciones arquitectónicas e inscripciones en distintas lenguas. De ahí que su recorrido quimérico pueda verse como un viaje a la antigüedad; asunto muy en consonancia con la época en que se publica la obra, finales del siglo XV, en pleno Renacimiento. Pero esta antigüedad no es la canónica que se redescubre, sino unos vestigios extraños, fantásticos y en ocasiones indescifrables. Más que recordar el mundo perdido de la antigüedad, nos describe otros mundos posibles a través de potentes símbolos: ahí es donde radica la fuerza y atracción de la obra, ya que es una historia casi carente de acontecimientos e intriga. De hecho la abundancia y minuciosidad de sus descripciones puede llegar a convertir su lectura en algo farragoso que parece adoptar los modos de un tratado de arquitectura. 

FUENTES.
Muchos estudiosos se han dedicado a identificar la distintas fuentes de Colonna. Está aceptado que la Hypnerotomachia viene de tres ilustres antepasadas: la Divina Comedia, el Roman de la Rose y la Amorosa Visione de Boccaccio, la cual es también un Sueño de amor y una máquina alegórica. Comprende la elección del camino de la vida, triunfos «a l’antica», el jardín del amor, el hallazgo de la amada ideal y el despertar cuando el poeta va a poseerla. En el Prólogo, Pilar Pedraza nos informa que
"En su estudio de la Amorosa Visione, Branca señala que el recurso del sueño es el casi insoslayable canon introductorio a las fantasías literarias de este tipo, por medio del cual se intenta conferir cierta verosimilitud a lo que se cuenta. Sus raíces son muy antiguas. En la Edad Media sirvió de prólogo a casi todas las visiones amorosas, como el Roman de la Rose. Boccaccio lo empleó frecuentemente y de él lo tomó el autor del Sueño de Polífilo. En este último es, además, un recurso que permite que Polia muerta reviva en la imaginación del protagonista, que sólo puede amarla en sueños porque no es más que un recuerdo. Igualmente tópico es el recurso a las distintas puertas o senderos que el protagonista encuentra en su camino y entre los que debe escoger uno. En él se inscribe un ciclo de temas renacentistas, uno de los cuales es el del Sueño de Escipión."

Por su parte las descripciones de monumentos antiguos están tomadas de Plinio y de sus comentaristas italianos, mientras que la erudición mitológica proviene de las Metamorfosis de Ovidio. Para las descripciones de arquitectura el autor se apoyó en los tratados de Vitruvio y Alberti, pero su teoría estética difiere de ambos. Tanto Brunelleschi como Alberti habían estudiado durante mucho tiempo las ruinas de la Roma antigua para descubrir el aspecto original de los edificios; sin embargo, en el Sueño de Polífilo las ruinas son tan sólo el punto de apoyo para la imaginación. 

Dado que el libro toma la forma de un texto mistérico para iniciados, ese mundo fantástico simbolizaría una alternativa a la realidad y quizás una denuncia de la misma. Apoya este argumento el hecho de que el libro se vuelque con el carnaval, la alegría y lo grotesco, apuntando claves y conceptos que, efectivamente, invitarían a pensar en un mensaje oculto. Los especialistas han detectado en el libro contenidos críticos con la Iglesia y con la actuación de los poderosos, además de reflejar un deseo de libertad que rompía los esquemas de la época.










Pilar Pedraza es la editora y traductora del libro y en su documentado prólogo escribe: “El claro hilo alegórico está enmarañado por las minuciosísimas descripciones anticuarias y la morosidad en la exposición retórica de los sentimientos del protagonista, que confiere a la novela su peculiar aspecto de monstruoso pastiche de una antigüedad imaginaria y casi oriental.”

ITINERARIO INICIÁTICO.
El esquema de la obra se corresponde con un itinerario espiritual o iniciático que relata la búsqueda del amor por parte del protagonista. Comienza la obra con Polífilo atormentado por el insomnio que le produce su amor no correspondido por Polia. Cuando por fin se duerme accede a un bosque oscuro donde comienzan sus aventuras. Polífilo viaja a diversos y extraños lugares donde encuentra misteriosos monumentos, jardines y ruinas habitados por criaturas monstruosas y seres mitológicos. El propio autor resume la obra en las Palabras al Lector:
"Si deseas, lector, conocer brevemente lo que se contiene en esta obra, sabe que Polífilo cuenta en ella que vio en sueños cosas admirables y que la llama, con vocablo griego, Lucha de Amor en Sueños. En ella finge que ha visto muchas cosas propias de la Antigüedad y dignas de memoria. Y describe punto por punto, con palabras apropiadas y estilo elegante, todo lo que dice haber visto: pirámides, obeliscos, enormes ruinas de edificios, las distintas clases de columnas, su medida, los capiteles, basas, epístilos o arquitrabes rectos, arquitrabes curvos, zóforos o frisos y cornisas con sus ornamentos. Un gran caballo, un elefante tremendo, un coloso, una puerta magnífica con sus medidas y sus ornamentos, un espanto, los cinco sentidos en cinco ninfas, un baño egregio, fuentes, el palacio de la reina que es el libre albedrío, un banquete regio y superexcelente; la diversidad de joyas o piedras preciosas y su naturaleza; un juego de ajedrez a modo de baile con tres medidas de sonido. Tres jardines: uno de vidrio, uno de seda, uno en forma de laberinto, que es la vida humana. Un peristilo de ladrillo, en cuyo centro estaba representada la Trinidad en figuras jeroglíficas, es decir, sagrados relieves egipcios. Las tres puertas y en cuál de ellas se quedó, y cómo estaba vestida Polia y cuál era su talante. Polia le conduce a ver cuatro admirables triunfos de Júpiter y las amadas de los dioses, las de los poetas y el afecto y efecto de las diversas clases de amor..." pág. 69-70
Después del profuso recorrido por ruinas y jardines, unas ninfas conducen a Polífilo al palacio cosmológico de Eleuterilide y le piden que declare su amor por Polia. Luego, guiado por Thelemia −la Voluntad− y Logística −la Razón−, llega a una montaña en la que hay tres puertas entre las que debe elegir una. Sobre ellas están esculpidos tres epígrafes en hebreo, griego, latín y árabe.


En la de la izquierda puede leerse THEODOXIA ("Gloria de Dios"), en la de la derecha KOSMODOXIA ("Gloria del mundo") y en la del centro EROTOTROPHOS ("Madre del amor"). Cada puerta lleva a tres ámbitos de la realidad: el divino, el humano, dominado por el amor, y el cósmico. El viaje onírico de iniciación se consuma, simbólicamente, ante Venus, mediante los dos anillos que les regala la diosa y con las dos flechas doradas que les dispara Cupido. Parece que, después de sus muchas aventuras y pruebas, Polífilo se gana el corazón de Polia; pero entonces el canto de un ruiseñor lo despierta. Su sueño terminó. Todo lo ocurrido ha sido fruto de su fantasía. Tal y como reza el título, se demuestra que todo lo humano no es más que sueño.







La obra trasluce un anhelo totalizador y se muestra como un injerto entre poema alegórico de estirpe medieval y enciclopedia humanística donde abundan los conocimientos botánicos, gemológicos, arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos y hasta culinarios.

Los edificios descritos son de estilo antiguo, los monumentos están cubiertos de inscripciones latinas, griegas o jeroglíficas, y cada ceremonia está dedicada a un dios o una diosa clásica. En general, el peregrinar de Polífilo se produce bajo los designios de Venus, esa esquiva divinidad romana surgida del agua; nacida, como la griega Afrodita, de la inmersión en el océano del falo que Cronos le amputó a su padre, el caníbal y hambriento Urano.




ICONOGRAFÍA.
El Sueño de Polífilo es un libro de una gran belleza visual cargado de exuberantes elementos iconográficos que lo dotan de un aura esotérica. Su influencia e interpretaciones se pueden rastrear desde las obras arquitectónicas y escultóricas de su tiempo hasta pintores y artistas de los siglos XIX y XX, como lo demuestran varias obras de Salvador Dalí en las que aparecen obeliscos y elefantes sin duda inspirados en el Polífilo.

Dalí - Las tentaciones de San Antonio-





















También podemos encontrar la huella de la Hypnerotomaquia en detalles de libros, muebles y pinturas de los artistas ingleses de la Hermandad Prerrafaelita, en la segunda parte del siglo XIX; como John Ruskin, William Morris, Burne-Jones y Dante Gabriel Rosetti. Todos ellos se sintieron fascinados por una obra que sintonizaba con sus planteamientos estéticos y por la belleza del libro como obra de arte. El ilustrador Aubrey Beardsley no sólo se interesó por los grabados sino también por el estilo de la obra cuya influencia reflejó en su Venus y Tannhäuser




El libro entronca no sólo con la tradición del sueño literario, fórmula de éxito desde el medievo hasta el barroco; sino también con la tradición del libro como objeto sagrado, portador de conocimientos esotéricos y ocultos. Un misterioso conciliábulo del siglo XIX, la Sociedad de la Niebla, a la que pertenecieron escritores y artistas como Dumas, Gerard de Nerval, Julio Verne, Delacroix o Poussin; lo tuvo como libro de cabecera. Algunos investigadores traducen al Phileas Fogg de la Vuelta al mundo en 80 días, como "El hijo de la niebla" ("fog" = niebla, en inglés). 

Las huellas del Polífilo se pueden rastrear en las obras de Rabelais y Cervantes y llegan hasta nuestros días cuando aparece citado en la novela El Club Dumas (1993) de Arturo Pérez-Reverte. Incluso los elementos crípticos e iconográficos del Polífilo son el asunto central de la novela El enigma del cuatro (The Rule of Four, 1999) de I. Caldwell y D. Thomason, una novela de misterio ambientada en la Universidad de Princeton.

Desde su aparición se lo ha considerado como un libro enigmático, fantástico y hermético provocando el interés de críticos tan prestigiosos como M. Praz, C. Popelin, Branca, B. Croce, E. Grombrich o E. Panowsky. Aunque también cuenta con furibundos detractores que lo tildan de pedante, informe y pesado. La obra ha sido analizada desde principios del siglo XIX por lingüistas, filósofos, historiadores y arquitectos; pero también por todo tipo de artistas, místicos, tipógrafos, alquimistas, gemólogos, poetas, iconólogos y nigromantes.


Su iconografía está presente en innumerables expresiones artísticas que se pueden reconocer en los siglos posteriores. El elefante con el menhir tiene varias réplicas en Italia, como por ejemplo el llamado "Pulcin della Minerva" que está en Roma (muy cerca del Panteón) y fue diseñado por Bernini

No sólo el elefante sino todo el concepto de jardín de maravillas fue lo que ordenó construir el conde Pier Francesco Orsini en Bomarzo quien, desde 1552 y hasta su muerte en 1584, se dedicó en cuerpo y alma a la construcción de su Sacro Bosque o Parque de los Monstruos. El boschetto alivió su carácter melancólico y también sus pérdidas amorosas. Si recorremos este Bosque desde la perspectiva esotérica del Polífilo, partiendo del nivel más bajo, nos iremos encontrando con diferentes monstruos y monumentos que nos han de proporcionar el conocimiento necesario para alcanzar la iluminación.







Asimismo en ciertas zonas de los famosos jardines de Aranjuez y Versalles se puede apreciar la inspiración procedente del Polífilo. Mientras que si paseamos por el Claustro de la Universidad de Salamanca (abajo) podremos ver en sus paredes relieves que reproducen con fidelidad algunos de los grabados de este libro.





AUTORÍA.
En la primera edición de la Hypnerotomachia Poliphili no constaba el autor o autores del libro. El lenguaje cifrado y el simbolismo de las ilustraciones invitaban a pensar que sus páginas escondían un supuesto mensaje subversivo, de cariz político, dirigido a la élite intelectual de la época. En este sentido cabe recordar que la dedicatoria del libro dice que “no es para el vulgo”.

Parece que el autor, de algún modo, estaba vinculado a la llamada Neoaccademia de Venecia, un cónclave de eruditos donde se debatía con absoluta libertad tanto de lo divino como de lo humano. Estas reuniones eran frecuentadas por toda la intelectualidad de la época: Erasmo de Rotterdam, Pico della Mirandolla, Pietro Bembo, etc.

Aunque también cabe pensar que dicho anonimato escondía un juego muy frecuente en la época, esconder la clave en un acróstico que se formaba juntando la primera letra de cada capítulo. Efectivamente, juntando las treinta y ocho letras capitulares hermosamente decoradas, podemos leer:

- “Poliam frater Franciscus Columna peramavit” –
- “El hermano Francisco Colonna adoró a Polia” –

Esto ha llevado a muchos a pensar que el acróstico quizás fue más un ornato añadido que un verdadero intento de anonimato.
Sobre la identidad de Francesco Colonna existen dos tesis, la “veneciana” y la “romana”. La primera considera que, efectivamente, existió un fraile con ese nombre, que vivió entre 1433 y 1527 y estuvo enamorado de una sobrina del Obispo Lelli -cuya diócesis se encontraba en Treviso- fallecida a causa de la peste en 1466, Hipólita Lelli, de donde habría tomado el nombre de Polia y a cuyo amor no consumado estaría dedicada la obra.

Mauricio Calvesi en cambio impulsa la tesis romana que identifica al autor como miembro de la noble familia romana de los Colonna, nacido en 1453 y muerto alrededor de 1503, poco después de dar a conocer la obra, casado con Lucrecia Orsini y señor de Palestrina. La razón por la que habría querido ocultar su nombre, como en el caso anterior, habría que buscarla en los contenidos paganos de la Hypnerotomachia Poliphili, que podría buscarle al autor más de un disgusto con la Iglesia.










Debido a su carácter onírico y visionario El Sueño de Polífilo ha estado sometido a todo tipo de interpretaciones sin excluir las más extravagantes y arriesgadas. El hermetismo de su lenguaje, los rituales paganos, la excentricidad de sus imágenes y su simbolismo extremo sin duda lo han propiciado. En los grabados del Polífilo no hay ningún objeto o cita inocente. Todo alberga una clave o significado. Todo constituye una metáfora dentro de una gran alegoría hermética.

LECTURA ONÍRICA y HERMÉTICA.
Para concluir quisiera resaltar dos de sus lecturas. 
Una como relato onírico que bebe de la tradición clásica establecida por Artemidoro en su obra Oneirokritiká (siglo II a.C.) y que tiene continuidad en el famoso Sueño de Escipión narrado en el libro VI de la De Re Publica de Marco Tulio Cicerón

La textura del sueño impregna lo fragmentario del relato, así como los saltos en el tiempo e incluso la comprensión instantánea que asalta a Polífilo cuando se enfrenta a la gran pirámide coronada por un obelisco y sabe instantáneamente cuántos escalones la componen y sus medidas exactas. Todo ello sin olvidar la fantasía casi irreal que es capaz de engendrar jardines de cristal, fuentes andantes, edificios gigantescos con forma de elefantes o puertas interdimensionales.



La segunda lectura tiene que ver con la gnosis o el conocimiento hermético. En esta concepción del libro podemos ver a Polífilo como un peregrino que inicia un viaje o una búsqueda que en lo más íntimo está relacionada con el amor, pero que no elude el acceso a un conocimiento superior de la vida y del mundo. Esta búsqueda en pleno siglo XV se orientó hacia la sabiduría antigua tal y como ha estudiado la investigadora Sandra Álvarez Hernández, que nos acerca a ese momento histórico:
"Durante el Renacimiento textos de sabiduría antiquísima cobraron relevancia en los grandes movimientos progresistas de la época, como fue el caso del Pimander y el Asclepius. En 1460 llegaron a Florencia una serie de manuscritos griegos en manos de los doctores bizantinos, como Gemisto Pletón, que asistían al Concilio festejado en esa ciudad. Entre estos documentos se encontraba una versión incompleta del Pimander, y por orden de Cosme de Medici, Marsilio Ficino se dio a la tarea de traducirlos inmediatamente, posponiendo así su trabajo en la obra platónica. Esta nueva traducción de los textos del tres veces grande (Trimegisto) dio inicio a una larga tradición hermética. Los humanistas que se acercaban a estos textos lo hacían convencidos de que se trataba de textos escritos por la mano de Hermes en épocas remotas; y además, resultaban un medio útil para conciliar el viejo paganismo con el cristianismo, a causa de su contenido sincrético. Su importancia fue tal que inspiraron nuevas formas de pensamiento y modos de explicar la vida, el mundo y el cosmos entero."
"Así como diversos estudiosos han dado en afirmar que la Divina Comedia no trata de Dante en busca de su amada Beatriz, sino que, bajo esta pantalla, debemos entender al hombre en su camino a la teología; debemos buscar al verdadero Polífilo en una peregrinación de mayores alcances. Tendríamos que sumar también a esto el hecho de que así como a Polífilo le será develada en su sueño una serie de principios, también a Hermes se le anunció la verdad mientras dormía."

miércoles, 9 de octubre de 2019

PENSAMIENTOS al VUELO - de Yoshida Kenkõ

Encuentro esta InCitación en el estupendo blog del escritor y crítico Juan Francisco Ferrer. Reproduzco unos extractos.



"En la literatura japonesa clásica existe un género original que se llama "zuihisu" y que consiste en reflexiones fragmentarias que guardan relación con la vida y el entorno del autor. El nombre del género significa, en ideogramas chinos, pensamiento libre o espontáneo. Este modelo de escritura aspira a atrapar en el papel la esencia fluida de la vida usando la habilidad del pincel y la tinta. Insribir con estilo suelto las ideas y sensaciones del yo como respuesta a la volatilidad de la experiencia y la fugacidad del tiempo. 

El primer maestro de esta modalidad literaria fue una mujer, una gran cortesana del período Haian (s. X), la famosa Sei Shõnagon, autora de una memorable colección de anotaciones titulada "El libro de la almohada". En el siglo XII, con los cambios históricos y sociale,s ya no fue un cortesano en activo sino uno caído en desgracia y reconvertido en ermitaño budista, Kamo no Chõmei, quien escribió retirado del mundanal ruido otro paradigma del género ("Pensamientos desde mi cabaña"), donde se fijan los rasgos de un modo de vida (soledad, desapego, contemplación mística, humor, meditación trascendental) que se transforma en método de escritura. Otro maestro de este programa moral y artístico fue Yoshida Kenkõ (1284-1350).

En el breve prefacio a este fabulosos libro ("Pensamientos al vuelo"), Kenkõ expone con desenfado los princios de su escritura. Podrían glosarse así: apartado del mundo, contando con ocio suficiente y plácida serenidad, me entretengo pintando estos signos de tinta que representan ocurrencias que cruzan veloces por mi cabeza como las aves por el cielo y los peces por las aguas del río y me sorprenden hasta a mí mismo por su audacia e ingenio. La leyenda no desmentida cuenta que los papeles emborronados por Kenkõ decoraban las paredes de su humilde cabaña en el bosque, esto le permitía usarlos como recordatorio de sus enseñanzas e ideas.

La mirada desengañada de la vida urbana y cortesana delata un escepticismo que aflora en numerosas anécdotas y observaciones críticas respecto de la degradación cultural y la necedad del poder. Como budista convencido, aunque irónico, Kenkõ celebra la frágil belleza de los seres y las cosas como expresión natural de su caducidad e intrascendencia."




Detalle de una obra de Yamamoto Shunkyo




















◑☀☀◐

Kenkõ era hijo de un alto funcionario del Gobierno y él mismo se convirtió en un hombre poderoso dentro del Palacio Imperial. Algo le impulsó al retiro: quizás una decepción amorosa, quizás una disputa política o quizás una revelación. En los 243 textos del libro se puede apreciar una mirada centrada en lo esencial.



7

Si nunca desaparecieran las gotas de rocío en Adashino, si se mantuviera siempre inmóvil el humo sobre la colina de Toribe y viviésemos eternamente, sin cambio ni transformación, ¿nos conmovería el frágil y delicado encanto de las cosas? Las cosas son bellas precisamente porque son quebradizas y pasajeras.

La efímera no llega a ver la noche del día en que nació. ¿Y no muere la cigarra del estío sin conocer la primavera ni el otoño?

¡Qué afortunados los que puedan vivir despacio y despreocupados aunque sea un solo año! Pero si uno no se siente insatisfecho y no se conforma con el paso de las horas, todo el tiempo, aunque viva mil años, le parecerá tan breve como una noche, como un sueño.

No podemos vivir para siempre en este mundo. ¿Qué sentido tiene, por tanto, esperar la decrepitud de la vejez? Cuanto más larga es la vida, tanto mayor es la confusión. Morir antes de cumplir los cuarenta es el mejor modo de vivir sin tener que saborear la vergüenza. Pasada esa edad, uno ya no se ruboriza de su fealdad y no ve objeción para alternar con uno u otro. En el ocaso de sus días uno mima a sus hijos y nietos, y desea algunos años más para verlos prosperar. El apego al mundo es cada vez mayor, más arraigado, mientras se va perdiendo la capacidad para sentir el encanto de las cosas frágiles y efímeras. ¡Qué lástima!

sábado, 17 de febrero de 2018

CANTO I de UN VIAJE A LA INDIA - de Gonçalo M. Tavares

Montaje realizado con el Ónfalo y Cielo Azul de Kandinsky






Estoy acabando de leer este homérico poema y tardaré semanas en confeccionar su reseña. Cómo referir un libro que narra el mundo a través de la mirada de un poeta. Un viaje a la India, de Gonçalo M. Tavares, es un poema narrativo y novela tan lúcido como audaz. Nos cuenta el viaje de Bloom, un Ulises contemporáneo que huye de su Lisboa natal después de cometer un terrible crimen. Su destino es la India, donde espera encontrar la sabiduría y reconciliarse consigo mismo. El viaje se convertirá en una odisea que lo llevará por Londres, París, Viena o Praga. 
Estas estrofas iniciales tiene la capacidad de compendiar el libro. En ellas ya está -pletórico- el estilo y el universo que es capaz de convocar este autor total. Un autor que sabe que lo importante es el camino: "sabe que debe correr siempre, sin parar, pero no hasta el punto de alcanzar su objetivo. Aquí acaba la historia". Y que a la vez que canta sus aventuras, interpela a su personaje, "esperamos que crezcas" le dice, y "lo que hemos pensado para ti es mucho más profundo, no bastará que conozcas siete teorías, tendrás que subir a siete altas montañas". Esta es la invitación: "deja que todo suceda hasta el final."





1

No vamos a hablar de la roca sagrada
donde se construyó la ciudad de Jerusalén,
ni de la piedra más respetada de la Antigua Grecia,
que está en Delfos, en el monte Parnaso,
ese Ónfalo —el ombligo del mundo—
hacia el que debes dirigir la mirada,
a veces los pasos, siempre el pensamiento. 

2

 No vamos a hablar de Hermes, el Tres Veces Grande,
ni del modo en que se transforma en oro
lo que no tiene valor,
recurriendo sólo a la paciencia,
las creencias y los relatos falsos.
Vamos a hablar de Bloom
y de su viaje a la India.
Un hombre que partió de Lisboa.
3
No vamos a hablar de los héroes que se perdieron
en laberintos
ni de la búsqueda del Santo Grial.
(No se trata aquí de alcanzar la inmortalidad, 
sino de dar cierto valor a lo que es mortal.) 
No vamos a excavar una fosa para encontrar el centro del mundo,
ni vamos a buscar en grutas 
ni en senderos de la selva 
las visiones que los indios idolatraban. 
4

No se trata aquí de ayunar
en la cima de la montaña sagrada
para que la debilidad y las alturas
provoquen temblores y enfermedades benignas.
Se trata simplemente de constatar
cómo la razón permite todavía
algunos viajes largos.
Vamos a hablar de Bloom.
Bath, ciudad balneario de origen romano en U. K.  (fotografía de Patricia Martín)


5
No nos acercaremos a admirar el Vesubio
ni lanzaremos animales
al cráter para calmar los elementos.
No vamos a matar por el elixir de la juventud eterna,
ni vamos a condenar a nadie
lanzando tablillas con inscripciones malditas
a las aguas de Bath, en Inglaterra.
No vamos a hablar de las grandes pirámides de Guiza,
ni de sus muchos pasadizos secretos
que permiten un refugio o la huida a los hombres.
6

No vamos a hablar de las ruinas de Stonehenge
o de Avebury,
ni de los alineamientos tan exactos de los menhires
de la isla de Lewis.
No vamos a hablar de esos milagros diseminados
un poco por todo el mundo,
de esas cartas de piedra que nos enviaron los antiguos.
Vamos a hablar de un hombre, Bloom,
y de su viaje a principios del siglo XXI. 
7

No vamos a hablar de las terribles catástrofes naturales
de la historia del mundo.
Terremotos y maremotos, ciclones en Bangladés
huracanes en el Caribe:
el mundo se tambalea y sufre incendios e inundaciones,
al menos, desde Noé.
No vamos a hablar de la Piedra Negra de La Meca
ni de las siete vueltas que esa piedra exige
que dé un creyente alrededor de la plaza.
Vamos a hablar de Bloom y de su viaje
de Lisboa a la India.

8

No vamos a hablar de la ciudad inca de Machu Picchu,
no vamos a hablar de las cuevas de Lascaux,
ni de sus dibujos infantiles,
amenazadores y serios.
No vamos a hablar de los caballos chinos
ni de los seres mitológicos de las rocas
de Ontario.
Vamos a hablar de Bloom. Y de su viaje a la India. 
9

No vamos a hablar de la aparición repentina
de enanos en algunas grutas de México,
ni de los peñascos de Colorado
donde en el interior de la roca se construyeron casas.
No vamos a hablar de las mesas velador
ni de las visitas periódicas del Más Allá a las casas
de ciudadanos racionales.
Vamos a hablar de un viaje a la India.
Y de su héroe, Bloom. 
10

Vamos a hablar de la hostilidad que Bloom,
nuestro héroe, mostró con relación al pasado,
rebelándose y partiendo de Lisboa
para llegar a la India, donde buscó sabiduría
y olvido.
Y vamos a hablar de cómo al viaje
se llevó un secreto y lo trajo, después, casi intacto. 
11

Es imprescindible dar a conocer las acciones terrestres
con la longitud del mundo y la altura del cielo,
pero también es importante hablar de lo que no es
ni tan ancho ni tan alto.
Es verdad que los griegos intentaron perfeccionar
tanto la Verdad como el gesto;
sin embargo, fueron las ideas, de lejos, lo que más se transformó.
Así que ha llegado el momento de poner Grecia
boca abajo
y vaciarle los bolsillos, querido Bloom. 
12

Cuidado con los hombres que parten con ganas
y felices: en la primera acción, si se tercia,
serán capaces de matar.
Así que, cuidado, Bloom, con tus ganas.
(Pero preocúpate también, en este viaje,
de cómo haces las cosas.)
Con todo, Bloom no sale de Lisboa feliz, lo que no es malo. 
13

Pero prestemos atención a esta otra historia (¿una parábola?).
De la muchedumbre sale un hombre
que corre hacia
una línea imaginaria.
Ese hombre no está loco;
la muchedumbre sí lo está.
El hombre corre hasta encontrar un esgrimidor, 
14

le ofrecen una espada, lucha y gana.
Ahora tiene prisa, deja un muerto tras de sí
y en su cabeza una línea imaginaria
hacia la que debe dirigirse.
Sabe que debe correr siempre, sin parar,
pero no hasta el punto de alcanzar su objetivo.
Aquí acaba la historia. 

15
Por otro lado, la naturaleza también está muy presente
en este viaje.
El viento, por ejemplo, que podría parecer
un elemento neutro
que reparte fastidios menores entre ricos
y pobres,
en realidad no es más que un elemento hábil:
en los débiles provoca frío y en los poderosos levanta una ligera brisa que
alivia del calor excesivo. 
16

A los palacios llega por ventiladores domesticados,
mientras que sobre las casas frágiles
se abate robusto cual tempestad.
El viento (de ciertos países)
azota la cabeza de quien se acaba de caer y
masajea los pies de quien se halla en la cima.
El viento, querido Bloom, no es un elemento de la naturaleza
en el que puedas confiar. 
17

Además, si un rostro tiene dos caras
—una bella y otra asustada—,
los enemigos tan sólo ven el miedo
y los amantes, la belleza.
Son, en el fondo, dos cegueras
particulares,
especializaciones que surgen (espontáneas)
en algunos momentos. 
18

Es verdad que tus antepasados
(hablamos contigo, Bloom)
no levantaron montañas,
sin embargo, mataron mucho, y algunos contaron historias
que aún hoy perduran. Porque, por lo demás, es bien sabido
que mientras se tiene miedo o valor suficiente,
no hay fines de semana ni banquetes
prolongados. Para algunos antepasados valerosos
ni siquiera hubo un solo fin de semana. 
19

Así que, Bloom, esperamos que crezcas y que creciendo
vayas directo a la realidad
y que no te detengas. Porque no basta con que
te apoyes en los acontecimientos,
lo que hemos pensado para ti es mucho más profundo,
no bastará con que conozcas siete teorías,
tendrás que subir a siete altas montañas.
Y atravesar también los continentes,
como si la tierra fuese una extensión temporal
capaz de medir tus días. 
20

Surca las aguas también, querido amigo Bloom,
parte el mar en dos.
El mar es un mamífero,
el barco, el puñal del sacrificio.
Porque, como ocurre con todos los animales,
el mar sólo se muestra arrogante
hasta que encuentra a su dueño.
Hablamos del mar, pero quizá
sería la tierra o el cielo lo que deberíamos describir.
Bloom, Bloom, Bloom. 
Puerta del cielo, Tianmen, China
                   
21

Podrás acusar a los dioses de poseer
una técnica de gobierno muy particular,
que, en el fondo, se podría resumir diciendo:
deja que todo suceda hasta el final.
En efecto, Bloom, no podrás
atribuir demasiada complejidad a esa manera altiva
de cerrar los ojos, bajar los brazos
y descansar las piernas. Son los dioses, Bloom,
no es asunto tuyo. 
22

Los dioses actúan
como si no existiesen, de manera que
no existen, de hecho, con excesiva eficacia.
Es verdad que entre los dioses
hay una jerarquía,
exactamente igual que entre los operarios
de una carpintería
o entre los estibadores
de algunos puertos de Europa, 
23

y el más fuerte de entre los dioses,
al ser diestro, necesita, al menos,
tener esa mano libre para actuar.
Hay jerarquías, por tanto, en las flores,
las malas hierbas y lo divino.
A partir de la bondad o de la maldad podrás trazar
gráficos de competencia, otorgar medallas;
disparar más balas a uno que a otro. 
24

En el fondo, la organización del universo
es un asunto de galones militares,
y lo informe asusta (precisamente)
porque no sabemos si tenemos que darle órdenes
u obedecerle.
Pero, Bloom, hablemos también de la ironía que tanto
vamos a aplicar.
¿De qué manera la catástrofe
puede llegar a perturbar el viejo método
que consiste en mantener el mundo a distancia? 
25

Por encima de la catástrofe, desde un punto de vista aéreo,
el hombre es capaz de ironizar,
mientras que, bajo la catástrofe,
bajo sus escombros,
la ironía será la última en aparecer
después de la acción instintiva de defensa,
después de la desesperación que sigue emitiendo órdenes y haciendo intentos,
y del último grito que señala el fracaso. 
26

Sólo después de ese grito la ironía regresa,
diciendo, como mucho:
es verdad que me muero, pero aun así,
mantengo una elegante distancia
con mi muerte.
He aquí, Bloom, presentada a grandes rasgos
la vieja ironía
a la que a veces vamos a recurrir para evitar
reír a carcajadas, o llorar. 
27

El corazón: víscera que olvida menos que la cabeza.
Si quieres saber sobre el pasado, Bloom,
habla con los hombres de una ciudad,
pero si deseas descubrir para siempre la
sabiduría primaria,
pasa una tarde junto a un animal
sin lenguaje.
No todo lo que sucede
puede escribirse, he aquí lo que ya sabíamos.

jueves, 11 de junio de 2015

GUÍA de MONGOLIA - de Svetislav Basara









El narrador de este texto, plenamente onírico, es un súbdito desesperado y fieramente irónico de un país dictatorial: "Dios sitúa a los que quiere salvar en países totalitarios" leemos en la misma página que recoge
"La tradición budista es la razón del éxito espectacular de la doctrina comunista en Mongolia. Existen muchísimos puntos en común: la negación de los dioses, el abandono y la indiferencia hacia lo terrenal, el desprecio del laxismo democrático. Esta afirmación es difícil de conciliar con mi declarada religiosidad, siempre que esta no sea otro de mis simulacros. No quiero remitirme a Aristóteles, ni a Tomás de Aquino. De ningún modo. El totalitarismo y la religiosidad no entran en colisión. Los súbditos de regímenes tiránicos deberían estar infinitamente agradecidos a la Providencia por haberles dado el privilegio de padecer el cotidiano castigo del totalitarismo, esa muestra de especial afecto divino. Porque si la gente no quiere ayunar, no quiere sufrir, ni ser humillada, ni maldecir la hora en que nació, en tal caso acaba en el infierno. Si el Hijo de Dios tuvo que ser crucificado, el simple mortal debe llevarse por lo menos dos o tres palizas en el sótano de cualquier Servicio Secreto si desea la vida eterna. " pág 34
A las pocas páginas nos damos cuenta de que el autor ha escogido un remoto país como excusa para hablar de su más inmediato entorno: una Serbia que apenas asoma tras el telón de acero. Para él Ulan Bator "es la misma mierda pero más lejos."
Ulan Bator

La editorial Svjetlost [Luz] debería haber publicado este libro en Sarajevo. Antes de terminarlo, sobre Sarajevo se cernieron las tinieblas. Por eso se lo dedico a todas las víctimas. Es la dedicatoria que figura en el frontis. Sus andanadas van contra los rusos, que "no pueden vivir sin cercas ni alambre de espino"; contra la dictadura del estado, "es de día hasta que el funcionario pone el sello de apagar la luz", y contra el comunismo.
"Habrá gente que se preguntará: ¿Cómo es que hay burdeles en Ulan Bator? Qué ingenuos. Incluso en la Europa Occidental existe el prejuicio de que en los países comunistas no hay prostíbulos. Una equivocación, desde luego. Hay por todas partes. Mejor dicho: los hay y no los hay. Para los extranjeros hay, para los nacionales no hay. Y no es porque se preocupen por la salud y la moral de la población local -¡los comunistas y la moral!-, sino porque los gobernantes comunistas no permiten a sus súbditos ningún tipo de placer; los obligan a masturbarse, a golpearse la cabeza contra la pared, a violar, a debilitarse la espina dorsal, a caer en la demencia juvenil, porque lo más fácil es manipular a los imbéciles y a los tipos frustrados." pág 41
Finalmente el improbable país le ofrecerá al autor la posibilidad de afrontar un verdadero viaje. "Una de las atracciones turísticas poco conocidas de Mongolia es la linde en que coinciden sueño y realidad". De modo que el escritor de esta Guía de Mongolia no acechará en derredor sino su abismo interior. 
"¿Qué había dicho, que había venido a Mongolia para escribir una guía? Tonterías. Digamos que había venido para intentar una vez más aprender algo sobre mí mismo. No sé quién soy. Nunca lo he sabido. No me he creído, como la mayoría, la trampa del nombre y las otras estupideces que el régimen te da inmediatamente al pasar del estado de larva al estado de muñeco. Ya lo hemos dicho: a todo el mundo se le asigna un papel, y a mí -ya que no prometía mucho- me dieron los más episódicos. Basara es solo un rótulo. Así como en las peluquerías pone PELUQUERO, en las cubiertas de mis libros pone BASARA, y además tengo que pagar impuestos por ello." pág 54

A lo largo del libro, Basara despliega un variado arsenal de historias surrealistas preñadas de un sinnúmero de ensayos breves y alucinados. Como el que plantea el Sr. Mercier, cadáver de un viejo verde que expone la teoría del tiempo interior. 
"Les aseguro que existen tres tipos de personas en la historia: aquellas cuyo tiempo interior transcurre más rápido que el exterior; aquellas cuyo tiempo interior está sincronizado con el tiempo exterior y aquellas cuyo tiempo interior transcurre más lento que el exterior. Éstas son las más escasas." pág 61

Los primeros son los impulsores de la historia, los segundos son constructores, albañiles y carpinteros. Los terceros practican el sabotaje sin cesar: poetas, visionarios, místicos y excéntricos introvertidos.

Alojado en el hotel Gengis Khan de Ulan Bator, el narrador comparte sus delirios con un obispo holandés que ha quedado atrapado en su sueño, un corresponsal de un diario inexistente ("Al igual que yo, él era súbdito del reino del alcoholismo, el mejor medio para huir de patrias, sistemas políticos, cadenas televisivas y toda aquella chusma."), un cadáver ambulante o la mismísima Charlotte Rampling, asidua del hotel cuando no está rodando. 

A la postre todos estos subterfugios no son sino excusas para hablar de sus obsesiones: el estado, la religión, la historia, el tiempo y sobretodo ese absurdo anhelo de escribir. Una confesión en toda regla. Amarga y despiadada. A veces cínica y siempre lúcida. El autor indaga en sus entrañas y se adentra en el delirio como forma de conocer la realidad. 

Tiendo a ver el libro como un grito sordo con el que el autor intenta romper el cascaron en el que se ha encerrado.
El libro comienza con el suicidio de su mejor amigo. De él recibe una carta que le describe con toda crudeza: intelectualoide, ajeno a la realidad,....
"...debo decirte que eres narcisista. Decir Narciso sería demasiado. Incapaz de comunicarte con el entorno, te has forjado unas fabulosas construcciones sobre la alienación, firmando así -con un pequeño mar de tinta- una sentencia que te libre de la obligación de compartir, de entender y de ayudar a otros. Para ello te serviste del agnosticismo. Y para que los escasos dardos del mundo exterior no te afectaran, te volviste tolerante." pág 22

Después de una primera parte onírica y surrealista en Ulan Bator, hablando de economía, costumbres o religión; ya en la segunda, "Sesión psicoanalítica en la habitación del hotel Gengis Khan", perdemos todo reclamo exterior. Sólo queda el narrador encerrado en la habitación -en sí mismo-, rumiando sus recuerdos infantiles, buceando su yo.

¿Es una novela o un ensayo? 
Es una búsqueda. La de un torrente que siempre acaba huyendo.
   "¿La vida secreta de Svetislav Basara? ¿La inquietud ante el presunto acto creativo? ¿Horror vacui? ¿Aburrimiento de provincias?
      Solo Dios lo sabe.
      Me miro en el espejo por un momento: la cara de siempre. La cicatriz en el labio superior. ¡Bah! Basara, manifiesto aborrecedor de la unidad de tiempo, espacio y acción; destacado narrador de cosas, fenómenos y conceptos de los que no se sabe nada. Y, sin embargo, acumula material como una hormiga hacendosa. He aquí un punto de partida: el espejo." pág 103
Si Mongolia es un territorio grotesco donde los meteorólogos son fusilados por errar sus pronósticos y todo producto, sea un BMW, una caja de cerillas o un paquete de arroz, vale cinco marcos alemanes; en cambio proporciona un espacio único para la ficción y la metaliteratura, porque allí “las diferencias entre material documental y ficticio son puramente formales, aunque se favorece el ficticio, porque es más conveniente e indudablemente más próximo a la verdad”
Enki Bilal

De modo que el autor desgrana ese mar de tinta que se vuelve sobre sí mismo
"Reviso las páginas escritas. Bobada tras bobada. Deberes esccolares que abandono harto, anhelando el momento de tener en mis manos un buen cómic antes de dormir. El ocaso de la posmodernidad. Trabajo de funcionarios."

"Y, sin embargo, hay que escribir. No me interesa la fama literaria. Todavía menos las opiniones de los críticos. Yo escribo libros para buscar algo en ellos; no para hacerme un hueco en la literatura serbia, que se convertirá pronto en una organización paramilitar y, como tal, nada interesante para mí."

"Cuando uno nace en un lugar y un tiempo tan remotos, entonces es más que lógico sentir repugnancia y dudar de tu propia existencia. Un paraíso para los nihilistas. A primera vista. Pero el destino decidió que yo fuera narrador en un tiempo del que nada se puede decir ni hay nadie que lo quiera escuchar. He aquí el origen de mi animosidad hacia las significaciones espacio-temporales y el modelo narrativo."


Svetislav Basara, autor también de Peking by Night, es pesimista, irónico, metafísico y sardónico. Sus libros son personalísimos y laberínticos, alimentados por una fértil imaginación. En ellos se ilustra una lucha permanente entre literatura y realidad. El yo suele ser el puente que teje lianas entre ambas. En sus páginas campan el absurdo y el delirio. Constantemente está quebrantando las convenciones espacio-temporales. Sus personajes suelen situarse en ese punto donde confluyen realidad y sueño. No en vano escribió, "todo el mundo se encuentra, tarde o temprano, en un laberinto de su propia fabricación".