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sábado, 2 de agosto de 2025

EL CASO MOREL - de Rubem Fonseca


El caso Morel es una obra de una gran sabiduría literaria. En la novela se entrecruzan tres historias superpuestas, un libro dentro de un libro, al que se suma un diario...y dos personajes memorables que se influyen hasta parecer sólo uno ante el espejo. 
"Vilela encuentra que se parece a Morel. La misma vida marcada por la pobreza, la soledad, la repugnancia por la violencia. El sadismo de Morel perturba a Vilela. Siente el mismo impulso vital hacia la violencia, no una manifestación salvaje de atavismo, sino el deseo maduro y lúcido que permitía a Morel la conciencia de su propia crueldad."
El caso Morel comienza con la visita a la cárcel del comisario Matos y su amigo Vilela, una famoso novelista. Su objetivo es Paul Morel, un fotógrafo de éxito que cumple condena acusado del brutal asesinato, por una paliza, de una de sus amantes en la playa de Río de Janeiro. Al parecer Morel pretende escribir su autobiografía donde confesará tanto sus actos como sus motivaciones y ha pedido asesoramiento. En sucesivas visitas le irá entregando a Vilela una serie de páginas manuscritas donde se mezcla el relato de una vida depravada de sexo y violencia con puntuales reflexiones sobre la función del arte o el sentido de la vida.

La novela alterna los capítulos redactados por Vilela y la investigación del comisario Matos con las notas escuetas y dispersas de Morel. El libro acaba siendo un espejo donde no solo se reflejan sus protagonistas, sino también la violenta sociedad brasileña de los años 70. 
El resultado, sin duda, es una novela para degustar. 
Todavía hoy, 52 años después de su publicación, mantiene intacta su fascinación debido a dos rasgos principales, la pulsión violenta y subversiva de sus personajes y el carácter radical de su propuesta literaria.
"-No sé cómo empezar -dice Morel-. El rey le dijo a Alicia: "comienza por el principio, luego sigue, y cuando llegues al final te paras". Pero, ¿dónde está el principio?
Vilela:
-También se puede empezar por el final y terminar por el principio o en el medio".
Contrastes en Brasil




Las páginas revelan la vida frenética y degenerada que ha llevado Morel...y también su inmenso vacío existencial. Los héroes de Fonseca suelen ser tipos solitarios y misántropos que desbordan los límites morales de la sociedad. Buscan la exaltación y el placer a través del dolor, quizás como única constatación de estar vivos. Efectivamente durante la lectura no dejo de percibir un profundo desencanto vital, como cuando Joana -una de las mujeres de Morel- está en París y asiste al strip-tease de una mujer negra en Pigalle. Tras el espectáculo los presentes aplauden pero Joana -y Morel que lo refiere- aprecian una sonrisa triste en la cabaretera que parece decir: «No sois culpables de estar aquí, en este lugar infeliz, y yo tampoco, nada tenemos que ver con esto, simplemente gastamos nuestra vida». Esa visión de la vida como un juego al que estamos obligados a jugar parece enojar a Morel que elije el consuelo del sexo, por el que tiene una fijación desorbitada. 
—Has perdido la sensibilidad y la inquietud. El otro día te miraba mientras te bañabas. Hasta tu cuerpo está diferente, ya no tienes esa musculatura enjuta. Estás debilitado y corrompido, feliz con tus mujeres y tu hijo, piensas que la promiscuidad te curó de la apatía. Estás jodido.





Morel no es un libertino ni mucho menos, pero su embriagadora vitalidad acaba empujándolo más allá de los límites morales marcados por la sociedad. Llega a plantear una experiencia de cohabitación con tres mujeres de condiciones sociales diferentes, una pintora, una exprostituta y una mujer muy rica, la que a la postre será la víctima. Su sinceridad con ellas es brutal. Ninguna se llama a engaño. Cada una de ellas encuentra en Morel algo profundamente ansiado.
19
Diario:

"Cuando Morel me invitó a la familia, acepté. Creía que era posible la existencia de lazos familiares que no fueran de alambre de espino. El casamiento institucionaliza la ideología burguesa de la seguridad, corrompe la vida emocional de las personas. No conozco un matrimonio feliz, ni uno siquiera. Conozco a los hipócritas constructores de la fachada-que-queda-bien, infelices que de noche se acuestan juntos como viejos compañeros de una miserable hospedería, e ignoran o desdeñan los tormentos que afligen al otro. Esos matrimonios tienen un solo objetivo: comprar cosas, ser respetables, eficientes, influyentes, todas las formas secretas u ostensibles de la corrupción. Toda esposa es una mujer frustrada."


Hay un asesinato y un cadáver pero este "experimento" familiar no parece ser el origen del crimen. En cambio lo que queda mal parado es el matrimonio tradicional tal y como grita Joana en su diario. Un diario que es la prueba definitiva de la acusación, pero también de la exculpación. En las anotaciones de la rica Joana sobre su relación con Morel no hay maltrato ni vejación, sino la constatación de un viaje de exploración muy personal. Ella adoraba las perversiones sexuales de Morel y las alentaba. Una situación que leída hoy día puede llevar a algunas personas a repudiar la novela por violencia de género. Pero no hay caso. El libro va más allá. El sujeto maltratador aquí no es el hombre -puesto que Morel se resigna a satisfacer los deseos de su compañera- sino una sociedad y una moral constreñidora.  
"—Cuénteme cómo ocurrió todo —dijo Matos, con voz compasiva—. ¿Usted odia a las mujeres, lo castran a uno, no es verdad?
Guardé silencio.
—Entonces voy a leer un poco más. «Corrí por la habitación, quería que me persiguiera, eso me excitaba mucho, varias veces me alcanzó y me caí. Cuando llegué a la cocina, Paul me aferró por el pelo, me mordió la cara, cogió una botella del fregadero, me puse las manos sobre la frente, el golpe cayó sobre el brazo, sentía que se partía el hueso. “Me vas a matar”, dije. “Sí, puta, te quiero matar”, pero el segundo golpe falló, la botella se estrelló contra la pared y el ruido despertó a Paul. “Cariño”, me dijo con dulzura…».
Pausa de Matos.
—Etcétera, etcétera…
—Yo no he matado a Joana. Ni le rompí el brazo.
—Entonces, ¿es todo mentira? ¿Las zurras con el látigo, el ondinismo, las degradaciones, las depravaciones, todo imaginación de la muchacha? ¿Quiere que lea un poco más?
—No, por favor.
Matos se quita las gafas.
—¿Conocía este diario?
—Una o dos veces vi a Joana escribir en él. No sabía que era un diario.
—¿Quiere saber cómo vino a parar a mis manos? Una mujer lo dejó abajo, en un sobre con mi nombre. Una nota decía: «El asesino es Paul Morel». Así le encontramos, por una alcahuetería. Ningún mérito para nosotros…, pero en fin, lo que interesa son los resultados."


Aunque la estructura de la novela se corresponde con un relato policial, el fin que persigue no es la restitución del orden social o jurídico. Morel no es un criminal que esté confesando su crimen, es un sujeto -prisionero- que necesita escribir sobre los acontecimientos que lo han llevado a la cárcel como un método para indagar en la realidad de lo ocurrido. Y para ello nada mejor que hablar del entorno social en el que vive, rebosante de hipocresía.
"—La mayoría de los hombres de nuestra clase social —le dije a Gigi— inicia su vida sexual con putas o criadas, chicas importadas del norte o traídas de las favelas, en su mayoría mulatas a las que el hijo de la familia jode con desdén. «Sabes, Laura, ayer mi marido pescó a Eduzinho en la cama de la criada»: una frase dicha con gracia y alivio por las madres el chico aprende a ser hombre y no es necesario darle más dinero. —Gigi me miraba asustada—. El chico crece con la idea de que el acto sexual es una experiencia indigna y subterránea, y que las mujeres que se someten no pueden ser nunca dignas de respeto; se las culpará de todo lo malo que pasa en la Casa del Patriarca y se las considerará débiles mentales porque solo así, por la falta de respeto del hombre a la mujer, podrá subsistir el matrimonio. El gran mito brasileño de la mulata como diosa sexual deriva de esta contingencia cultural. La mulata tiene la piel bastante oscura para parecer inferior a las mujeres de la familia del macho blanco, lo que le permite a este rehacer las deseables condiciones de la primera experiencia sexual sin la menor ansiedad. Nada mejor que una mulata para la sodomía, es un tópico en todo el país."
Otro modo de indagar en lo ocurrido es narrarlo. Y aquí nos encontramos con que más allá de la investigación criminal o de la crítica social la novela lleva a cabo una penetrante reflexión sobre el propio hecho de narrar. ¿Dónde está la realidad en la narración de Morel?. ¿Todo lo que se cuenta allí es verdad o es el delirio de un alienado o un neurótico? Quizás Morel sólo quiera escandalizar a la sociedad o simplemente exorcizar sus traumas. Compartiendo los hechos criminales, Vilela y Morel acabarán encontrándose en el laberinto de la ficción.
"—A esta historia le falta lógica. ¿Has leído el relato de Morel?
—Claro que sí. Ya te dije que escribe como tú.
—No confiesa.
—¿También te has olvidado de Mittermayer? —pregunta Matos—. La confesión es la prostituta de las pruebas. Recuerda el crimen de Arca que tú mismo investigaste. Había una falsa confesión, por exhibicionismo patológico.

El libro nos muestra una encrucijada donde se agitan y mezclan lo ocurrido de verdad con lo narrado por Morel y lo referido por Joana en su diario. Las pistas están ahí, pero pueden ser contradictorias. Morel le llega a responder a Vilela cuando le cuestiona sobre la veracidad de sus escritos: "Usted me decepciona. La única realidad ¿no es la de la imaginación?". Además Morel ha construido su relato rebautizado a los personajes. Él mismo se convierte en Paul Morais y a sus mujeres Joana, Carmen e Ismenia, las ha convertido en Heloisa, Aracy y Lilian. Además, como un agorero, es capaz de repetir, hasta en seis ocasiones, una especie de letanía: "Nada debemos temer, excepto las palabras". Aquí me parece ver una resignación. Al referir algo, al escribir sobre algo, ya lo estamos encubriendo, lo estamos interpretando. 
“—Leí lo de Moráis —continúa Matos—. Ese individuo te imita, pensé que leía tu último libro. Es igual. Joana y Heloísa. ¿Crees que existen las otras mujeres? Varios hechos son verídicos: de veras ganó un premio en la Bienal, se separó de la primera mujer… En el interrogatorio policial, Moráis declaró que vivía solo con Heloísa en la casa de Santa Teresa. ¿Mentía? No sé… Hay que investigar eso. La mierda es que estoy muy escaso de personal, todos los días hay nuevos homicidios. ¡Cómo se mata en esta ciudad!
—También podrían ser puras imaginaciones de Morel —dice Vilela, sin convicción.
Piden la comida.
—La imaginación de los dos es la cosa más alucinante que vi en mil años en la policía —responde Matos—. Moráis ha escrito en su relato: «Sospecho que el universo no es más extraño de lo que supongo; es más extraño de lo que somos capaces de suponer».
—Sí, eso es literatura. Una más de sus citas. ¿Quién habita en esa vivienda que menciona el informe sobre el examen del lugar? ¿Lo averiguaron?
—Una mujer llamada Creuza, que vivía con un individuo llamado Félix Assunçáo Silva. Él murió ahogado el verano pasado, en febrero. Se decía peón de albañil, pero en realidad era un ladrón ordinario de tercera categoría. Creuza fue quien halló el cadáver de Heloísa.
—¿Por qué, en esa ocasión, Morel golpeó a Heloísa hasta el punto de romperle nueve costillas, perforar el pulmón y provocar una contusión en la cabeza?
—¿Quién puede saber lo que pasa por la mente de un sádico? ¿O de un masoquista? Gilíes de Rais, mariscal de Francia, que luchó al lado de Juana de Arco, en Orleans, mató y torturó a cientos de personas en procura de gratificación sexual; Febronio, un modesto compatriota, sacrificó a muchos chicos para poder alcanzar el orgasmo. Le conocí en el Hospicio Judicial: era un pobre infeliz que sufría de fimosis y no podía tener relaciones sexuales con nadie, un ser ignorante y confundido, alejado del mundo.
—Termina con esta charla de Emilio Zola —responde Vilela—"


La sequedad de la escritura, la promiscuidad y la heterogeneidad de apuntes y citas cultas me hacen ver la novela como un organismo vivo, como una gaveta llena de papeles y notas que articulan pero no acotan el más íntimo ser del fotógrafo. De ningún modo el texto es un flujo mental, sino el cajón caótico que resume una vida disoluta. El texto salta sin problemas de lo soez a lo literario. No en balde en una nota señala "por encima de todo sé veraz contigo mismo". Las notas demuestran una amplia cultura clásica y unas reflexiones nada hueras sobre literatura y arte. Aunque se regodea al acordarse de que Maupassant "se envanecía más de sus hazañas amorosas que de su literatura".

La novela se estructura en capítulos cortos y llenos de diálogos entre los tres protagonistas, policía, escritor y prisionero. Una técnica narrativa que te mantiene en vilo hasta el desenlace final. La prosa es concisa y tensa; la mirada aguda, atenta a las miserias e imposturas de la vida. Fonseca despliega un estilo directo, conciso y realista, como su protagonista.
Estamos en la misma celda y nos miramos en silencio.
—No sabías cómo empezar tu libro. ¿Sabrás terminarlo?
—No era un libro. Apenas una pequeña biografía, mal escrita. A story told by a fool
—¿Y la biografía? ¿Sabrías cómo terminarla?










👉  
José Rubem Fonseca (1925 - 2020) fue un escritor y guionista brasileño que ganó el Premio Camões en 2003. Llegó a ser comisario de policía lo que le permitió conocer las miserias de la sociedad brasileña. Entre 1953 y 1954 estuvo varias veces en la Universidad de Nueva York, donde se apasionó por la literatura, actividad a la que se dedicó por completo tras dejar la policía. En esos años conoció al también escritor Dalton Trevisan con quien trabó amistad. También se apasionó por el cine, convirtiéndose más tarde en guionista y llegando a colaborar con HBO.
Tras haber publicado varios libros de cuentos, en 1973 publicó su primera novela, El caso Morel. Tenía 48 años y un pleno dominio de las técnicas narrativas.
Sus héroes se caracterizan por poseer una aguda sensibilidad, una visión crítica de la sociedad y una indisimulada misantropía. Practican una liberalidad sexual sin ambages y una capacidad de subversión decidida frente a la moral establecida. 
Otro libro de Fonseca en este blog, Bufo y Spallanzani.

martes, 28 de enero de 2020

CADA HOMBRE es UNA RAZA - de Mia Couto















Cuando leo en alguna reseña o crítica aquello de que es inevitable que un libro de relatos sea irregular, por cuanto alberga una variedad de cuentos entre los que hay unos más conseguidos que otros, detecto a un lector de novelas que afronta un encargo. 

Comenzar con esta reticencia nos traslada una indisimulada opinión de que los libros de relatos siempre serán inferiores a las novelas porque éstas son de una pieza. Sin embargo yo creo que se olvidan de las páginas de transición, descripción o simplemente olvidables que existen en cualquier novela por notable que sea. Por otro lado al reparo de que hay novelas a las que no le sobra ni le falta una coma, siempre se podrá aducir que, del mismo modo, hay volúmenes de cuentos que resultan perfectos en su integridad.
Odio las comparaciones. Me gustan de igual modo las novelas y los cuentos. El que estime que los relatos son una literatura menor debería abstenerse de leerlos sin más. Y sobretodo de comentarlos. Los prejuicios son veneno para todo tipo de expresión artística. Me ha salido esta introducción porque iban a comenzar la entrada diciendo que el libro incluye un conjunto de relatos de calidad irregular. ¡Vade retro!

Mia Couto nació en 1955 en Mozambique después de que sus padres portugueses se trasladasen a la colonia cinco años antes huyendo de la dictadura de Salazar. De modo que en él confluye toda la historia reciente de este territorio africano, la exuberancia de la naturaleza, la miseria, el sometimiento de la colonización, la guerra civil, las tensiones entre tradición y modernidad, el politeísmo y la magia. Todo ello está presente en este volumen de relatos, cada uno de los cuales se centra en un personaje a través del cual descubrirnos las aristas de este Mozambique remoto y legendario.



Un mundo fascinante donde magia y realidad se confunden e igual podemos encontrar a un pescador desesperado que se arranca los ojos para colocarlos como cebo, que a un vendedor de pájaros y su baobab mágico, cuya libertad ofende a los colonos blancos; o a una mujer despechada que entierra a su marido adúltero con los ojos abiertos para que por fin sea suyo, o a un criado que se convierte en confidente de una princesa rusa, arrastrada a aquellas soledades por el ansia de riqueza. También a una pobre mujer, jorobada y medio loca, que todos los días limpia y habla a una estatua del parque por lo que sufre detención política.
"Un día nos llegó la noticia: Rosa Caramela estaba presa. Su único delito: venerar a un colonialista. El jefe de las milicias dictó sentencia: añoranza del pasado. La locura de la jorobada escondía otras razones políticas. Así habló el comandante."...
Couto es un escritor fresco y original que nos recuerda a los narradores orales que recorrían los pueblos. Sus historias tienen la aparente inocencia de un mundo que todavía se está nombrando, pero siempre resultan quebradas por un realidad agresiva y despiadada. Las 11 historias del volumen están atravesadas por la guerra civil, el colonialismo y el contexto de un Mozambique posterior a la independencia.
"Había en el barrio otros sucesos sanguinarios. Otros alborotadores aumentaban, soldados de nadie. En todos lados se propagaban los asaltos, conspirateos, animaldades. La muerte se había vuelto tan frecuente que sólo la vida causaba asombro. Para no ser notados, los sobrevivos imitaban a los difuntos. Al carecer de víctimas, los bandoleros retiraban los cuerpos de las sepulturas para volverlos a matar."

Pero lo más interesante está en ese cruce donde confluyen la cultura africana, -panteísta y mágica- y el racionalismo colonialista. Para los protagonistas el mundo es demasiado grande y está lleno de misterios apabullantes.
"El mundo está lleno de países, la mayor parte de ellos extranjeros. Ya llenaron los cielos de banderas, ni yo me explico cómo pueden circular los ángeles sin chocar con los lienzos."
En muchos cuentos hay sueños, fantasmas y leyendas. Se aprecia un mundo bullicioso lleno de seres de todas las categorías, algunos vivos, otros muertos, otros ciegos que viven sueños, otros nasciturus pendientes de vivir y que tientan a los vivos, otros que se transforman en árboles...

En algunos la cruda realidad de pobreza y colonización se impone. Entre éstos destaca "Los mástiles del Más Allá", donde se dan cita la ignorancia de los aborígenes y el abuso de los colonos blancos.

Obra del artista mozambiqueño Malangatana


El estilo de Mia Couto reproduce con gran poder de evocación ese panteísmo que puebla el mundo de seres que parecen escapar de la realidad. El estilo recuerda al de la oralidad en los cuentos. En muchos casos aparece la imaginación y la fábula: "la aldea se hacía fábula, al margen de los siglos, más allá del último camino".

Esa irrealidad está muy bien reflejada por el narrador al describirla con neologismos muy elocuentes: el humo de la chimenea mientras se espera es "azulento", el suelo de una habitación iluminado por la luna, "lunaminoso", los soldados realizan "animaldades", un niño se entrega a "infantasías" y puede que no acepte "argumentiras".

Mia Couto transforma en literatura el habla y las creencias populares de los habitantes de Mozambique. Unos habitantes que siempre muestran un profundo vínculo telúrico. 
"Y sabe cómo me salvé, padre?: metiendo los brazos en la tierra caliente, como hacían los mineros moribundos. Fueron mis raíces las que me ataron a la vida, fue eso lo que me salvó."
Siendo irregular, el volumen contiene al menos dos cuentos extraordinarios y otros cinco muy notables: Los dos primeros son El Baobad que soñaba pájaros y La leyenda de la novia y el forastero. Los segundos son La princesa rusa, Rosalinda, la ninguna y Rosa Caramela, a los que hay que añadir los dos más realistas y revolucionarios: El apocalipsis privado del tío Gueguê y Los mástiles del Más Allá.



"El baobab que soñaba pájaros" es mi favorito y en él se junta el desprecio del colono hacia el lugareño por sus costumbres y ritos, y la conexión que éstos tienen con lo mítico.
"Mamá ¡mira al hombre de los pájaros!
Y los niños inundaban las calles. Las alegrías se entremezclaban: el griterío de las aves y el trino de las criaturas. El hombre sacaba una armónica e interpretaba sonámbulas melodías. El mundo entero se volvía fábula."
Los pájaros simplemente con sus trinos eran capaces de expulsar al opresor.
"Conforme le compraban, las casas estaban más repletas de dulces cantos. La música causaba extrañeza a los moradores, mostrando que aquel barrio no pertenecía a esta tierra. Entonces, ¿los pájaros les quitaban lo auténtico a los residentes, haciéndolos extranjeros? ¿O el culpable sería ese negro, ese canalla, que se apropiaba de la existencia, ignorante de sus deberes de raza?"
En "La leyenda de la novia y el forastero", un forastero llega a la aldea con un perro, al poco desaparece y posteriormente empiezan a desaparecer otras personas. Un cazador se ofrece a matarlo pero a los pocos días lo encuentran convertido en un menudo bebé. Entonces el anciano de la tribu cree encontrar la solución y señala a la joven Jauharia: "Tú vas a encontrar a ese extranjero, le ofrecerás todo el amor del que seas capaz."
El cuento es un debate entre el sueño mítico y seguro de la aldea y la apertura al mundo corroído por el tiempo. Cuando el novio de Jauharia regresa al pueblo sin ella, "la aldea se hacía fábula, al margen de los siglos, más allá del último camino".

"Rosa Caramela" es una inocente mujer donde confluyen todos los males de una sociedad desestructurada.
"Rosalinda, la ninguna", es la viuda del mujeriego Jacinto y al enterrarlo se da cuenta de que ha encontrado algo precioso: "El triste consuelo se confirmaba en ella: la muerte de Jacinto no era más que el matrimonio que siempre había soñado. Las otras, las rivales, se esfumaron, tipejas y momentáneas."

Obra de Malangatana


"Los mástiles del Más Allá" versa sobre el despertar revolucionario de un viejo guardés de los campos de un colono rico. A su concienciación le empujan los anhelos de sus hijos por una vida mejor. Todo empieza a cambiar cuando se atreven a subir a las montañas y mirar al Más Allá (al futuro, a la modernidad).

Este cuento se inicia con una cita maravillosa: "Sólo queremos un mundo nuevo: que tenga todo de nuevo y nada de mundo", que además no es la única, puesto que cada cuento está introducido por una, como el mismo libro: 
"Al ser interrogado sobre su raza, respondió:
-Mi raza soy yo, Juan Pajarero.
Al pedírsele que explicara eso, añadió:
-Mi raza soy yo mismo. La persona es una humanidad individual. Cada hombre es una raza señor policía."
El estilo de Couto es poético sin ser hueco y posee un color y una expresividad muy particular que ilumina las páginas con expresiones tan evocadoras como éstas:

"Pasaron días llenos de tiempo"

“Encendió la pipa y, por la ventana, fumó el paisaje entero”,

"Así daría seguimiento a su existencia, en el ajuste del tiempo con el sueño".

"Esta vez todo aquello me huía de los ojos, la realidad no me daba hospedaje."

"Nunca se había visto agua tan copiosa: el paisaje llevaba diecisiete días goteando. El agua lastimaba la tierra, que apenas sabía nadar. Sobre el tejado de zinc, se estrellaban gruesas gotas, embarazadas de cielo."

"Nací para estar en silencio. Mi única vocación es el silencio. Fue mi padre quien me explicó: tengo una tendencia a no hablar, un talento para despejar los silencios. Escribo bien, silencios, en plural. Sí, porque no hay un solo silencio. Y todo el silencio es música en estado de embarazo.

lunes, 27 de enero de 2020

Mia COUTO

















Mia Couto es un autor especial. Posee una prosa marcadamente poética que reproduce con gran poder de evocación las creencias y leyendas de Mozambique. Él mismo se define como "un creador de historias"; a lo que cabría añadir que también es creador de palabras, ya que multitud de neologismos salpican sus páginas como un fulgor repentino ("argumentiras", "animaldades").


En sus cuentos y novelas siempre aparece la tensión entre tradición y modernidad, así como el reflejo de una época histórica convulsa en la que Mozambique se liberó del colonialismo para caer en una guerra civil que duró desde 1977 hasta 1992. 

Su literatura bebe de la tradición oral de Mozambique y está atravesada por un sentido de la fantasía que la emparenta con el realismo mágico. Su lenguaje es luminoso y sus imágenes evocan mundos fantásticos relacionados con los mitos y las leyendas. No en vano se emparenta a su obra con la de Gabriel García Márquez o Guimarães Rosa.

António Emílio Leite Couto, conocido como Mia Couto, (Beira, Mozambique, 5 de julio de 1955) es uno de los más conocidos escritores mozambiqueños actuales.
En 1972 se mudó a la capital Lurenço Marques (hoy Maputo) y comenzó a estudiar Medicina a la vez que se iniciaba en el periodismo. Durante ese periodo la guerrilla anti-colonialista y el movimiento FRELIMO estuvieron luchando para derrocar el gobierno colonial en Mozambique. Él mismo nos relata su papel en esos tiempos:

"Mi padre fue un exiliado portugués de la dictadura de Salazar en Portugal. Desde pequeño siempre nos enseñó a mis hermanos y a mí a identificar la segregación racial. Cuando crecí, yo ya sabía que en la universidad me iba a dedicar a la política. Con 17 años decidí unirme a una sección de militantes del FRELIMO y cuando llegué era el único joven, blanco y poeta. Cuando empezó la sesión, cada uno tenía que contar su vida, lo que se llamaba “La narración del sufrimiento”. Cuando escuché las narraciones de los demás hombres me di cuenta de que yo no tenia sufrimientos y me sentí muy mal. Entonces uno de los organizadores del partido se acercó a mí y me dijo: “Nosotros necesitamos poesía. La poesía ayuda a formar una nación”.
En abril de 1974, después de la Revolución de los Claveles en Lisboa y el derrocamiento del régimen del Estado Novo, Mozambique pasó a ser una república independiente. Couto participó directamente en la lucha por la independencia de su país. De hecho es uno de los autores del himno nacional de Mozambique. En 1974, FRELIMO le pidió a Couto que trabajara como periodista para Tribuna y después como director de la recién creada Agencia de Información de Mozambique (AIM). Más tarde, dirigió la revista Tempo hasta 1981.

Couto regresó a la Universidad y finalmente se graduó en Biología, especialidad de Ecología. Como biólogo, ha llevado a cabo investigaciones en varias áreas, pero sobretodo en las zonas costeras estudiando los usos tradicionales del aprovechamiento de los recursos naturales. Es director de la empresa Impacto, Lda. - Evaluaciones de impacto ambiental.
Obra de Malangatana Ngwenya, artista mozambiqueño



Su carrera literaria se inicia en 1983, con el libro de poemas Raiz de Orvalho, al que siguió, en 1986, su primer libro de cuentos, Vozes Anoitecidas. Ha publicado crónicas, relatos breves y varias novelas. En 1999 recibió el Premio Virgílio Ferreira, por el conjunto de su obra. En 2013 recibió el Premio Camões de Literatura. En 2015 estuvo entre los seis finalistas del Premio Internacional Man Booker por La Confesión de la Leona.

En Tierra sonámbula (Suma de letras, 2002), un niño y un anciano sobreviven entre los hierros quemados de un autobús, escondidos de la guerra que les rodea, de la muerte instalada en los pasajeros asesinados en el camino. Entre el equipaje encuentran unos cuadernos en los que se relatan historias de Mozambique, historias de tribus, de fantasmas, de santos, de ritos…
En Venenos de Dios, remedios del Diablo (Txalaparta, 2010) nos entrega una novela cautivadora sobre la búsqueda de un amor perdido, la pretensión de encontrar una razón para vivir y el modo en que la ilusión y la mentira pueden ayudar a controlar los fantasmas del pasado. El médico portugués Sidonio Rosa llega al pequeño pueblo africano de Villa Cacimba en busca de la mujer que lo abandonó sin dejar rastro. Antes de instalarse en su enfermería, verdadera residencia de malos espíritus, comprende que la respuesta la tiene una pareja de ancianos taimados y recelosos, que necesitan de su ayuda: ella hechicera, él un viejo lobo de mar ahora agonizante. Ambos viven no lejos del cementerio, al final de una calle que pocos se atreven a transitar. Entre bromas, mentiras, desafíos y engaños siniestros, el lector asistirá a un interrogatorio inusual entre médico y paciente, en el cual se insinúan secretos poderosos, historias de amor y pasión, y enemistades que duran más allá de la vida. Averiguar la verdad será una tarea verdaderamente difícil pues el lector advierte desde el principio que todos mienten en esta villa nebulosa, una pariente selvática de Comala, donde tras cada frase acecha una traición.

En La confesión de la leona (2012) el autor renueva la confrontación entre las tradiciones y el mundo moderno. La novela da a conocer el misterioso mundo de Kulumani, una aldea aislada en Mozambique cuyas creencias y tradiciones se ven amenazadas cuando unas leonas empiezan a cazar a las lugareñas. Mariamar, hermana de la víctima del último de esos ataques, ve cómo su vida se tambalea ante la llegada de Arcángel Baleiro, «el último cazador», contratado por los ancianos de la aldea para matar a las leonas. Encerrada en casa por su padre, Mariamar revive dolorosos recuerdos de abusos pasados y reza para que Arcángel la rescate. Mientras tanto los hombres de Kulumani se sienten cada vez más amenazados por la presencia del forastero y por las fuerzas de la modernidad que ponen en riesgo su cultura ancestral, llegando a sospechar que las leonas no son sino espíritus conjurados por la brujería de sus propias mujeres.

Trilogía de Mozambique (Alfaguara, 2018) es un épico relato histórico ambientado a finales del siglo XIX que narra la guerra del Mozambique colonial portugués contra el Emperador  Ngungunyane, soberano del Reino de Gaza. 
Inicialmente se editaron tres novelas independientes Mujeres de ceniza, La espada y la azagaya y El bebedor de horizontes; pero últimamente ha aparecido como un solo volumen.
En la narración el escritor mezcla voces europeas y africanas para demostrar que existen muchos pasados más allá del oficial y que no hay una división clara entre culpables y víctimas. Couto logra plasmar su idea de que la historia y su percepción, así como las identidades nacionales son un asunto ambiguo que tiende a cambiar con el tiempo llegando a contradecirse.
A través de la relación entre la joven negra Imani y el sargento republicano Germano de Melo, exiliado a Mozambique por apoyar un levantamiento contra el Rey de Portugal, Mia Couto construye una novela conmovedora. Imani apenas alcanza los 15 años de edad, pero en ella llegamos a percibir el dolor más profundo y la injusticia y violencia más extrema. Pertenece a la tribu vachopi (una tribu del litoral de Mozambique que se opuso a la invasión de los vanguni) y es mujer; de modo que reúne todas las características para que los demás se vean con el derecho de someterla, humillarla y exterminarla. Además ha sido educada por los portugueses, por lo que se expresa y se comporta como los blancos. Al estar entre los dos mundos, es doblemente odiada: los negros la repudian porque se parece a los blancos; los blancos la desprecian porque nunca dejará de ser una negra.

Entonces conoce al sargento portugués Germano de Melo, a quien los lectores descubriremos a través de las cartas que envía a su consejero José d’Almeida. De Melo no es un militar al uso, se cuestiona la legitimidad de la guerra en la que participa y valora las lecciones que aprende de los negros. Como Imani se encuentra entre dos mundos y tanto blancos como negros recelan de él. Quizá por eso se enamoran. Un amor que nace en medio de la guerra y cuyo enemigo insalvable será «el ejército invisible del prejuicio».

“Porque no nací para ser persona. Soy una raza, soy una tribu, soy un sexo, soy todo lo que me impide ser yo misma” - llega a decir Imani.