domingo, 21 de octubre de 2018

CRÓNICAS de CLOVIS - de Saki

Ed. Valdemar



Clovis es un chismoso.
Y un dandy. 
Y un bon vivant cínico que pasea su innata elegancia por los salones y campiñas de la aristocracia inglesa soltando obviedades mordaces e ironías y cazando mecenas para su eterno ocio.
Clovis también es un espejo.
Puesto que lo que mejor hace es reflejar esa sociedad inglesa de principios del siglo XX, perfectamente educada y estricta, perfectamente vacua y clasista. Más preocupada por la corrección y las rutinas absurdas que por la verdad o la autenticidad.

En El pecado secreto de Septimus Brope, un editor aparentemente está cortejando a la doncella de Mrs. Troyle, algo que escandaliza a la señora y que no está dispuesta a permitir.
-"Estamos ante algo muy serio. No en vano, una buena doncella es un auténtico tesoro.
-Sin lugar a dudas. Yo, por mi parte, no sé lo que haría sin Florinda -confesó Mrs. Troyle-. Ella, por poner un ejemplo, ha sido la única que ha llegado a entender mi pelo. Incluso yo misma, tras muchos años intentando domarlo y arreglarlo, hace ya mucho tiempo que me di por vencida. Para mí, el pelo es como un marido: mientras en público se comporte con corrección, da igual lo mal que una se lleve con él en privado."
En la Enciclopedia Britannica se describe a Saki como "escritor y periodista escocés cuyas historias representan la escena social eduardiana con un ingenio frívolo y el poder de una invención fantástica utilizada tanto para satirizar la pretensión social, la desdicha y la estupidez, como para crear una atmósfera de horror.

Saki era hijo de un oficial de la policía de Birmania. A los dos años murió su madre por lo que fue enviado a Inglaterra, donde quedó a cargo de sus dos viejas tías solteronas cerca de Barnstaple, Devon. Fue una infancia desdichada bajo la estricta vigilancia de dos estúpidas damas victorianas, empeñadas en una infatigable guerra doméstica,  y que cobijaban un odio irracional contra los animales. Más tarde se vengó de su rigor y falta de comprensión al retratar una buena serie de tías tiránicas en muchas de sus historias. La más evidente en este volumen es La paz de Mowsle Barton, donde un hombre de ciudad pretender asentarse a vivir en el campo y dos viejas brujas en constante pelea acaban poniéndole de los nervios.

Las crónicas de Clovis están cargadas de elocuencia, ingenio, sátira y un punto macabro que cuando aparece convierte al cuento en un prodigio. Leyendo sus crónicas queda claro que desprecia el adocenamiento social y la fatuidad.
"Al parece, ella aún no se ha dado cuenta de que hoy día todo ciudadano que se considere a sí mismo decente vive por encima de sus posibilidades, mientras que aquellos que no son tan respetables viven por encima de las posibilidades de los demás. Son sólo unos cuantos los que poseen el don de conseguir las dos cosas a la vez."
Estas crónicas se podrían dividir en dos escenarios. El de las amables recepciones y picnics de aristócratas donde priman las conversaciones, los buenos modales y la estupidez. Y otro grupo de narraciones más autónomas donde el genio narrativo de Saki se muestra en todo su esplendor. Aunque el primer grupo no es despreciable, es en el segundo donde encontramos un buen puñado de obras señeras donde indefectiblemente está presente lo macabro: Sredni Vashtar, El huevo de Pascua, La música de la colina o los perros del destino son indiscutibles piezas maestras.

El niño Conradín de Sredni Vashtar es el prototipo de niño solitario cuyo poder imaginativo es capaz de revertir -incluso trágicamente- una situación perversa.
"De Ropp era la prima y tutora de Conradín, y a los ojos del chico representaba esas tres quintas partes del mundo circundante que están formadas por lo inevitable, lo desagradable y lo real, mientras que los dos quintos restantes, como en una perenne oposición a todo lo anterior, se resumían para él en sí mismo y en su imaginación. Conradín estaba firmemente convencido de que el día menos pensado acabaría sucumbiendo ante la insalvable presión que sobre él ejercían cosas tan inevitables como las enfermedades, la ausencia de afecto y el interminable aburrimiento, y de no ser por su imaginación, que se veía estimulada por el acoso implacable de la soledad, haría ya tiempo que hubiese pasado a mejor vida."
Sredni Vashtar era el cuento preferido por Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares y narra la historia de un niño que se libra del acoso de una tutora mediante el ejercicio de la imaginación. Una tutora que "jamás hubiera sido capaz de reconocer, ni siquiera en sus momentos de mayor honestidad, que Conradin le desagradaba, si bien sí hubiera llegado a confesar tímidamente que reprenderle ‘por su bien’ era una tarea que no le resultaba irritante en lo más mínimo”.

El Huevo de Pascua vuelve a tener como protagonista a un joven solitario y en esta ocasión además, cobarde. Hasta que las circunstancias lo colocan en el punto central de un atentado. El relato no se centra tanto en el carácter del protagonista o la crítica social, sino en la propia narración, pulcra y detallista, que va colocando los elementos de la intriga con gran precisión hasta el sorprendente desenlace. 

La Música de la Colina es un cuento delicioso y cruel en el que una mujer ofende al dios Pan en plena campiña inglesa y sufre las consecuencias. Mientras que Los Perros del Destino recuerda indefectiblemente a R. L. Stevenson con ese hombre desesperado al que todo le ha salido mal y que marcha hacia su fin en el mar... aunque el destino le hará un último regalo como una broma cruel.  

Se podría decir que las historias más centradas en las costumbres y la crítica social suelen adoptar dos esquemas narrativos: el "tiro por la culata" y la "reductio ad absurdum". Es en este tipo de cuentos donde aparece directamente Clovis para dar cuenta de las contradicciones y absurdos en que se basaba la sociedad inglesa de su época. 

Tobermory, ilustración de Javier Olivares -Ed.Nórdica
En unos cuantos relatos podemos apreciar el "tiro por la culata", esto es, cuando los protagonistas logran logran un éxito aparente que poco después se vuelve contra ellos. Así en "Tobermory", un excéntrico caballero logra que ciertos animales hablen. Lady Blemley cita a la alta sociedad a su mansión para ser ella quien ofrezca la primicia; pero cuando su gato Tobermory comienza a contar lo que ha visto en las alcobas y escuchado en los salones todos temen que se aireen sus secretos más mezquinos y sus malediciencias, por lo que el revuelo que se arma es de escándalo. Esta obra maestra en miniatura sobre un gato parlante y malicioso satiriza la hipocresía de la sociedad eduardiana. Otro tanto ocurre en Mrs. Packletide y el tigre en la que se critica la codicia de una dama que regatea el precio de un señuelo en plena cacería de tigres. 

En Los Ministros ejemplares, un joven místico logra convertir a los ministros del gobierno en animales mientras ellos mismos son sustituidos por ángeles. Cuando empiezan a actuar con toda su buena voluntad, la estrategia se demuestra contraproducente. Todo se vuelve caótico. "De buenas intenciones está el infierno empedrado", parece decirnos Saki. Lo mismo ocurre en "La conferencia de paz".

En El Camino de la Lechería una jugosa herencia y una tía les juega una mala pasada a tres sobrinas que ya habían hecho sus cuentas de la lechera. Para inclinar la balanza de la herencia a su favor proponen un viaje a su tía del que ellas mismas saldrán escaldadas. 



En otros se sirve de la reducción al absurdo para criticar ciertos asuntos. En La cura de no-reposo Clovis es capaz de provocar todo un caos simplemente con una malévola sugerencia. Por su parte las leyes son el objetivo satírico de El lienzo humano, donde un hombre tatuado con una obra de arte es vedado por el gobierno para salir del país ya que considera la obra un bien nacional. Más desafortunada es la propuesta que se desarrolla en Hermann el coléricoAquí el rey de Inglaterra harto de la alharaca de las sufragistas por el voto femenino promulga una Ley del Sufragio Femenino Obligatorio, según la cual las mujeres estarán obligadas a votarlo todo: votarán para elegir a los jueces y a los serenos, a los intérpretes de los tribunales y a los profesores de natación, a los directores de coro y a los sacristanes, etc. La mujer que no acuda a votar será multada o detenida hasta que el hartazgo por votar les cure su frenesí. Evidentemente un cuento que hoy en día está fuera de lugar y que tiene bastante que ver con el carácter misógino, antisemita y militarista del autor. 
En los pueblos y ciudades aquello acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla. Parecía que las elecciones no dejaban de sucederse. Lavanderas y costureras tenían que ausentarse apresuradamente de sus trabajos para poder ir a votar, lo cual tenían que hacer muy a menudo por un candidato cuyo nombre no habían oído en su vida y a quien no tenían más remedio que escoger al azar. Oficinistas y camareras se levantaban mucho antes de lo que en ellas había sido siempre habitual para ir a votar antes de emprender el camino a sus lugares de trabajo. Las mujeres de clase alta veían cómo tenían que alterar e incluso anular sus planes y compromisos debido a la continua necesidad de acudir a los centros electorales. Las fiestas de fin de semana y las vacaciones de verano fueron convirtiéndose poco a poco en un verdadero lujo que sólo los hombres tenían la posibilidad de disfrutar. En cuanto a los centros turísticos del estilo de El Cairo o la Riviera, sólo pudieron ser visitados por los inválidos y los más ricos de entre los ricos, pues la cantidad de multas de diez libras que podían llegar a acumularse durante una ausencia demasiado prolongada suponía un riesgo que ni siquiera la gente medianamente rica podía permitirse correr.

Emmeline Pankhurst, líder sufragista


Como Chesterton, Saki es un hábil urdidor de paradojas e invectivas y sus frases más aparentemente inocentes siempre esconden una aguja o un puñal. Uno de sus títulos dice Filboid Studge, o cómo un ratón ayudó a un león, en el que un joven muerto de hambre logra salvar la empresa de un potente empresario con una campaña publicitaria realmente original con la que "Spayle demostró haber caído en la cuenta de que la gente tiende a hacer por obligación todo aquello que nunca haría por placer". En Los ministros ejemplares, los ángeles que ocupan los escaños nos parecen confirmar que "a veces la paz puede llegar a causar tantos estragos como la guerra".








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Las Crónicas de Clovis fueron publicadas como artículos en la Westminster Gazette, siendo finalmente publicados en forma de libro en 1911, quizás por eso muchos de ellos tienen que ver con cuestiones sociales y políticas del momento, como los comentarios sobre la Triple Alianza, el sufragio femenino o la incapacidad de los ministros.








El estilo y los temas de las narraciones de Saki siempre ha favorecido que se presenten agrupadas en antología y colecciones de muy diversa manera: Cuentos impertinentes, Cuentos de humor y horror, Cuentos malévolos, Cuentos de humor negro, Cuentos macabros,

Fue la Editorial Valdemar quien pondría a nuestro alcance su obra en volúmenes reconocibles: Las Crónicas de Clovis (1911), El insoportable Basington (1912), Animales y más que animales (1914) y  Los juguetes de la paz / La cuadratura del huevo (1923 y 1924).

Finalmente sería la Editorial Alpha Decay quien apostaría por publicar en un solo volumen y definitivamente sus Cuentos Completos.

sábado, 20 de octubre de 2018

La PUERTA ABIERTA - de Saki

Serie Narraciones Extraordinarias


    
     –Mi tía bajará de un momento a otro, señor Nuttel –dijo una jovencita de quince años con gran aplomo–. Entretanto, tendrá que soportarme a mí. 
     Framton Nuttel se esforzó por decir la frase correcta que halagaría debidamente a la sobrina del momento sin desmerecer indebidamente a la tía que estaba por llegar. Para sus adentros dudaba más que nunca de que esas visitas formales a una serie de completos desconocidos contribuyeran mucho a la cura de reposo que se suponía que seguía. 
     –Ya sé lo que pasará –le había dicho su hermana durante los preparativos para el traslado hasta ese retiro rural–; te encerrarás allí, no hablarás con ningún ser vivo y la depresión te pondrá peor de los nervios. Voy a darte cartas de presentación para todas las personas que conozco. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante agradables. 
     Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a la que acababa de entregar una de esas cartas de presentación, entraba dentro de la categoría de agradable. 
     –¿Conoce a muchas personas en los alrededores? –preguntó la sobrina, cuando juzgó que ya habían disfrutado de suficiente comunión silenciosa. 
     –A nadie –repuso Framton–. Mi hermana pasó aquí una temporada, en la casa del párroco, hará unos cuatro años, y me ha dado cartas de presentación para algunas personas. 
     Pronunció esa última afirmación con un tono de claro pesar. 
     –Entonces, ¿no sabe prácticamente nada de mi tía? –prosiguió la joven con aplomo. 
     –Sólo su nombre y dirección –admitió el visitante. 
     Se preguntó si el estado civil de la señora Sappleton sería el de casada o el de viuda. Aquella habitación tenía un algo indefinible que parecía indicar una presencia masculina. 
     –Su gran tragedia sucedió hace sólo tres años –dijo la joven–; debió de ser después de que su hermana estuviera aquí. 
     –¿Su tragedia? –preguntó Framton. De algún modo, en aquel apacible rincón de la campiña las tragedias parecían fuera de lugar. 
      –Tal vez se pregunte por qué tenemos la puerta abierta de par en par en una tarde de otoño –dijo la sobrina, señalando a una enorme puerta vidriera que daba a un jardín. 
     –Hace bastante buen tiempo para esta época del año –dijo Framton–, pero ¿tiene esta puerta algo que ver con la tragedia? 
     –Por esa puerta vidriera, hoy hace exactamente tres años, salieron de caza su marido y sus dos hermanos pequeños. Nunca regresaron. Al cruzar el páramo hacia su lugar favorito para cazar agachadizas se vieron atrapados los tres en una ciénaga traicionera. Habíamos tenido un verano de lluvias horribles, ¿sabe?, y sitios que otros años eran seguros cedían de pronto sin previo aviso. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo terrible. –La voz de la joven perdió ahí su nota de aplomo y adquirió una humanidad titubeante–. Mi pobre tía sigue creyendo que algún día volverán, ellos y el pequeño spaniel marrón que también se perdió, y que entrarán como solían hacer por esa puerta. Por eso la tenemos abierta todas las tardes hasta que ya ha oscurecido. Pobrecita tía mía, me ha explicado muchas veces cómo salieron, su marido con el abrigo impermeable blanco colgando del brazo y Ronnie, su hermano pequeño, cantando ¿Por qué brincas, Bertie?, como hacía siempre para fastidiarla, porque ella decía que la sacaba de quicio. ¿Sabe una cosa?, a veces, en tardes tranquilas y silenciosas como ésta, casi tengo la espeluznante sensación de que entrarán todos por esta puerta...
     Se interrumpió con un leve escalofrío. Framton se sintió aliviado cuando la tía entró de pronto en la habitación con un torbellino de disculpas por haberse retrasado en hacer acto de presencia. 
     –Espero que Vera lo haya entretenido –dijo. 
     –Ha sido muy interesante –contestó Framton.
    –Espero que no le importe que la puerta vidriera esté abierta –prosiguió la señora Sappleton con brío–, mi marido y mis hermanos siempre entran directamente por aquí. Hoy han ido a cazar agachadizas a los pantanos, o sea que me armarán un buen desaguisado con las alfombras. Típico de los hombres, ¿no le parece? 
     Siguió parloteando animadamente sobre la caza, la escasez de aves y las perspectivas de patos en invierno. Para Framton fue un auténtico horror. Realizó un intento desesperado, aunque con éxito sólo parcial, de encaminar la conversación por derroteros menos espectrales; era consciente de que su anfitriona le prestaba atención sólo a medias, y de que su mirada se desviaba constantemente hacia la puerta y el jardín que se extendía al otro lado. Era, sin lugar a dudas, una desafortunada coincidencia haber acudido a visitarla el día de ese trágico aniversario. 
     –Los médicos coinciden en prescribirme un reposo absoluto, ningún tipo de excitación mental y evitar todo lo parecido a un ejercicio físico violento –anunció Framton, que creía en la fantasía bastante extendida de suponer en completos desconocidos y conocidos ocasionales una sed de enterarse hasta el último detalle de las dolencias y los padecimientos propios, su causa y su cura–. En lo referente a la dieta no coinciden demasiado –continuó. 
     –¿Ah, no? –dijo la señora Sappleton, con una voz que sólo reprimió un bostezo en el último momento. De pronto se iluminó y prestó atención... pero no a las palabras de Framton. 
     –¡Ahí llegan por fin! –exclamó–. Justo a tiempo de tomar el té, ¡y parece que van llenos de barro hasta las cejas! 
    Framton se estremeció un poco y se volvió hacia la sobrina con una mirada que pretendía transmitir una comprensión compasiva. La joven miraba por la puerta abierta con una expresión de horror estupefacto. Presa de la escalofriante conmoción de un miedo indescriptible, Framton dio media vuelta en su asiento y miró en la misma dirección. 
     En el creciente crepúsculo, tres figuras caminaban por el césped hacia la puerta; todos llevaban armas bajo el brazo y uno de ellos, además, cargaba con un impermeable blanco sobre los hombros. Un cansado spaniel marrón les pisaba los talones. Se acercaron a la casa sin hacer ruido y, entonces, una voz ronca y joven canturreó en la penumbra: «¿Y por qué brincas, Bertie?». 
     Framton agarró violentamente su bastón y su sombrero. La puerta de entrada, el camino de grava y la verja principal fueron etapas apenas percibidas de su precipitada retirada. Un ciclista que circulaba por la carretera tuvo que arremeter contra un seto para evitar la colisión inminente. 
     –Aquí estamos, querida –dijo el portador del impermeable blanco mientras entraba por la puerta ventana–; bastante embarrados, pero ya casi está todo seco. ¿Quién era ése que salía disparado cuando llegábamos? 
     –Un hombre de lo más peculiar, un tal señor Nuttel –contestó la señora Sappleton–. No ha hecho más que hablar de sus enfermedades y ha desaparecido sin una palabra de despedida ni de disculpa al llegar vosotros. Cualquiera diría que acababa de ver un fantasma. 
     –Creo que ha sido el spaniel –dijo la sobrina, con calma–; me ha explicado que le dan pánico los perros. Una vez, una manada de perros vagabundos lo persiguió hasta un cementerio en algún lugar a orillas del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada con esas criaturas gruñendo, enseñando los dientes y echando espuma por la boca justo encima de él. Como para que cualquiera pierda los nervios. 
     Las fabulaciones improvisadas eran su especialidad.

jueves, 18 de octubre de 2018

La SOMBRA de LA LEY - de Dani de la Torre

  
España,2018




   - Una historia compleja llena de drama e intriga; con huelgas de
      obreros, atentados anarquistas y corrupción policial.
   - Una ambientación lujosa de la Barcelona de 1921 con las torres
     de la Sagrada Familia empezando a levantarse, calles repletas
     de vehículos de época, palacetes burgueses y un club de
     alterne de alto copete.
   - Un contexto histórico potente justo entre el desastre de Annual
     y el golpe de estado del General Primo de Rivera.
   - Un policía secreto de oscuro pasado como hilo conductor.
   - Grandes citas cinéfilas con planos que nos traen a la memoria
     Cotton Club, Los intocables, Muerte entre las flores o Camino
     a la perdición.

   - Personajes cínicos chapoteando en época una convulsa ("las
     fronteras son el mejor lugar para ganar dinero. ¡Oh! Bueno, no.
     Donde más dinero se puede ganar es en las guerras")

La película tiene todos los mimbres de una pieza mayúscula....y sin embargo no levanta el vuelo merced a una realización sin brío, falta de profundidad y un tanto preciosista. Todo lo contrario de lo que el director sí fue capaz de insuflar en la estupenda "El desconocido".
Una oportunidad perdida.






















Barcelona 1921. Son años de plomo. Los trabajadores luchan por salir de la miseria, la mujeres luchan por su derecho al voto y a la igualdad, los patronos y el estado tratan de imponerse financiando grupos paramilitares, los obreros se organizan en grupos anarcosindicales. El pistolerismo  y la corrupción campan por sus fueros. En este ambiente de violencia soterrada en Barcelona sigue sonando la música y llenándose los cabarets. 

Después del atraco a un tren con un cargamento de armas, llega desde Madrid Aníbal Uriarte (Luís Tosar) para colaborar con las autoridades locales y evitar que la ciudad se convierta en un polvorín.  El caldo de cultivo que se encuentra tiene de todo, un violento gobernador que está deseando sacar el ejército a la calle, un regente del cabaret más lujoso de la ciudad que está en todas las salsas, una brigada policial que actúa por su cuenta y la radicalización de grupos anarquistas que creen llegado el momento de la revolución por las armas. 

El nivel de producción es lujoso y tiene aires de superproducción; pero parece que por ahí se haya gastado todo el desvelo. La realización es plana. Se suceden los hechos como si estuvieras leyendo un parco expediente. Los personajes no tienen enjundia. No me gusta cómo está Michelle Jenner (una anarquista que se supone desesperada), no me gusta cómo está Pepe Tous (un sindicalista honesto que simplemente posa, hierático). Creo que el personaje del "barón" (Manolo Solo) dirigiendo el Club "El Edén" (epicentro de intrigas, atracos y ajustes de cuentas) está desaprovechado. Creo que el juego de los poderosos (los patronos, la famosa "burguesía catalana") está trazado de forma simple y la escena donde se reúnen todos en un palacete está realizada sin genio...

Se salvan el gran Luis Tosar y el "tísico" Ernesto Alterio. Dos actores con peso propio que por sí mismos ofrecen la poca intensidad que tiene la función. El Comisario jefe (Pep Tosar, un hombre íntegro que está en contra de la Ley de Fugas, con la que cualquier policía podía justificar un asesinato) o incluso el cabecilla de esa brigada policial corrupta (un Vicente Romero que ya es de hecho nuestro Joe Pecci nacional) son personajes que simplemente dicen frases. 

Parecería como si al director le hubiera obnubilado esa Barcelona de gánsteres y anarquistas y hubiese basado su empeño en su fiel reproducción...sin más: poder ver la Sagrada Familia en sus inicios, las calles llenas de coches de época, las escalinatas y cabarets llenas de largos abrigos y sombreros o las vedettes del Club Edén es mangífico; pero hace falta más.

Todo lo mejor está ahí, en la producción artística, y en las citas cinematográficas (toda una serie de planos y secuencias que nos llevan desde el Cotton Club de Coppola, hasta "el danés" de Muerte entre las flores, de los Coen; pasando por los gánsteres disparando bajo la lluvia de Camino a la perdición, de Sam Mendes. Verdaderos clásicos en los que la cinta se mira.

A pesar de todo Dani de la Torre consigue un puñado de secuencias que demuestran un virtuosismo técnico envidiable: La secuencia inicial del atraco al tren es perfecta, así como un par de planos secuencia espléndidos (la batalla campal en la fábrica y una pelea en el interior de un coche en marcha). Además del tiroteo final que es una set piece genial.
El director junto a Los Intocables




















El guión de Patxi Amezcua contiene una potente historia a la que le falta una mayor profundidad en los personajes y una estructura menos lineal. El trasfondo sociopolítico está tratado con excesiva levedad y sólo Luis Tosar consigue poner en pie un personaje complejo y ambiguo que encuentra su mejor expresión en el diálogo que mantiene con una reticente Sara:
- "No me gustan los hombres sin ideales.
- A veces hay que tener más cuidado con los hombres que sí los tienen". 
En política, los políticos van a lo suyo y los ciudadanos acabamos convertidos en una mera excusa.
Lo de siempre.



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Quien quiera visitar esos años de plomo puede leer las dos magistrales novelas que escribió el gran Eduardo Mendoza: "La verdad sobre el caso Savolta" y "La ciudad de los prodigios"



LOS HECHOS HISTÓRICOS:
Si Aníbal Uriarte hubiese llegado a la Barcelona real de 1921 se habría encontrado con una trama de terrorismo de estado que se cimentaba en cuatro patas; un grupo paramilitar de sicarios bajo el nombre de Sindicato Libre dedicado a asesinar a anarcosindicalistas en el que había personajes como el Barón Köenning o Antonio Soler “el mallorquín”, una Federación Patronal que financiaba a dichos sicarios, una Policía torturadora y asesina bajo el mano de Arleguí, mano derecha del cruel Gobernador Civil Severiano Martínez Anido, que gustaba de torturar personalmente a los detenidos y que expedía salvoconductos a los asesinos del Sindicato Libre por si eran detenidos. También se encontraría con una Ley de Fugas aprobada por el presidente Dato, causa de su asesinato a manos de un grupo de acción anarquista, que legalizaba los asesinatos extrajudiciales. Esta red de terrorismo asesinó a más de 500 anarquistas entre 1919 y 1923.
Extracto del artículo que puedes leer completo en AraInfo.org

martes, 16 de octubre de 2018

Una HISTORIA - de Gipi

Salamandra Graphics



"Llegó un momento en que las cosas empezaron a hacerse pedazos.

Mil pedazos.
Dos mil.
Tres mil pedazos".

Los pedazos a los que se refiere Gippi en una de las páginas son los de la personalidad de Silvano Landi. O de la realidad.
Todo se descompone en Landi, el protagonista. 49 años. Escritor. Todo se mezcla y bulle en su mente. La historia de su bisabuelo en las trincheras de la Gran Guerra. Sus reflexiones sobre la vida y la muerte. La insatisfacción de un vida rutinaria. Todo amenaza ruina y quebranto. 

Esta Historia que nos cuenta Gipi es la de un tipo de éxito que de pronto, a los 49 años, se despeña por el abismo del vacío.

"Si el adolescente se despertase de repente una noche.
Se levantase y se viese en el espejo, por arte de magia, por maldición, con la cara, con la piel de sus futuros cincuenta años, moriría, vomitaría."

Ese vértigo del paso del tiempo, de la futilidad de la vida, es el que Gipi refleja en esta novela gráfica espeluznante. Sí, espeluznante, porque logra transmitirnos el vértigo de la nada de forma harto elocuente: los dibujos, las reflexiones, el caos mental, el uso de imágenes totémicas como ese árbol que cobijó a su abuelo en la primera guerra mundial o ese estación de servicio que dibuja obsesivamente mientras los médicos no logran rescatarle del pozo.
Gipi es un fumetista italiano de potente vena autoral. En sus cómics siempre se sumerge en lo más recóndito de la naturaleza humana, exponiendo en carne viva historias que chapotean en el oscuro mar de la memoria. La presente crónica se articula en torno a dos personajes y dos épocas. Un escritor en trance de perder el juicio y la historia que precisamente le obsesiona tras recobrar las cartas de su abuelo, en las cuales relata su traumática experiencia como soldado en las trincheras de la Gran Guerra. 

Estas dos líneas temporales que se retroalimentan y mezclan como un bucle infinito de desesperanza, tienen su reflejo gráfico en las dos imágenes que dibuja compulsivamente: una estación de servicio y un gran árbol desnudo.  

De gran potencia expresiva es el formato elegido por Gipi para trasladar el maremágnum de la mente del escritor. Lo primero que hace es romper la linealidad del relato (en la misma habitación done le suministran pastillas, están presentes tanto los últimos recuerdos con su mujer, como las vívidas escenas que su abuelo relata en sus cartas). 



Lo segundo que hace Gipi es conjugar distintas técnicas gráficas: las viñetas se alternan entre las de dibujo desnudo, con sólo líneas (la realidad del psiquiátrico, los recuerdos con su mujer) y las que están pintadas como acuarelas: una mezcla trepidante y caótica que representa los vaivenes y flashazos de la mente de Landi.
Los trazos de una personalidad bullente y caótica trasladados a viñetas. 

Todo ello tiene el punto álgido en seis páginas mudas, de paisajes a la acuarela, con cielos nublados y tormentosos que logran transmitirnos verdadera poesía. Toda una metáfora, tan hermosa como turbulenta, del alma del protagonista que se nos impone con un poder expresivo abrumador. 

En otra página completa se erige el árbol bajo el que se guareció su abuelo en un trance iniciático y mortal. Un árbol que se convierte con el paso de las páginas en un tótem o una puerta entre la vida y la muerte.
El relato, visceral y sincero, unido a una poética visual muy personal, logra imbuirnos de esa experiencia agobiante y obsesiva del protagonista, asfixiado por un mar de recuerdos.

"Dame respuestas complejas" es la primera frase de un cómic que trata de describir la incomprensión insalvable entre cultura y naturaleza, muerte y vida, creación y dolor.

























Una Historia ha sido el primer tebeo en quedar finalista del premio Strega, en 2014, el galardón literario más prestigioso de Italia que acumula ganadores tan insignes como Gesualdo Bufalino, Tomasso Landolfi o Claudio Magris. 
No es extraño. 
Gipi posee hondura en su reflexión sobre la naturaleza humana y sus viñetas -tan pictóricas- transmiten un genuino lirismo.













Una Historia apareció casi una década después de que Ediciones Sins Entido publicase la edición española de Apuntes para una historia de guerra, la novela gráfica de Gipi premiada en el Salón del Cómic de Angoulême, en 2006. 
Los numerosos cómics posteriores de este dibujante, nacido en Pisa en 1963, nos han desvelado una personalidad capaz de combinar fiereza punk y ternura cotidiana con afán de trascendencia. 

Otra obras de Gipi:





















                                                  

lunes, 15 de octubre de 2018

MUERTE en EL BOSQUE - de Amparo Dávila


























Los cuentos de Dávila nos hacen bucear inmisericordes en procesos mentales donde prima la amenaza, la locura y el miedo. Sus páginas exploran trastornos mentales y emocionales donde los protagonistas siempre son víctimas, sea de una amenaza tangible o indescifrable. Ruidos de pasos y respiraciones, un espejo insondable, dos gatos atroces, un monstruo que te posee y golpea cada noche, la visita de un señor de negro o un tiempo desarticulado se ciernen sobre ellos.

Los protagonistas se topan con un terror que no es sobrenatural o metafísico, sino que está en los pasillos y habitaciones de personas comunes y corrientes. La escritura de la autora nace siempre de lo cotidiano, es muy personal  y cobra la forma de una obsesión. Sus pesadillas tienen lugar en el umbral donde se encuentran la razón y el enajenamiento. La aparición del monstruo o de la amenaza trastoca profundamente este puñado de vidas, llegando incluso a la locura; pero, insólitamente, también se da la aceptación de lo que se percibe como irremediable.

En "El Espejo" una anciana madre y su hijo soltero atisban en el azogue un terror profundo e indefinido. Después de intentar combatirlo y compartirlo sin éxito, lo acaban aceptando:
"No volvimos a cubrir más el espejo. Habíamos sido elegidos y, como tales, aceptamos sin rebeldía ni violencia, pero sí con la desesperanza de lo irremediable."
Ilustración de Santiago Caruso
Del mismo modo en "La Celda",  donde María Camino es acechada cada noche por un monstruo innominado. Todavía más allá de la aceptación está la entrega ferviente al dolor que demuestra el protagonista del cuento inicial "Fragmento de un diario": 
"Con toda humildad confesaré que soy un virtuoso del dolor". 
Un hombre se pasa el día tirado en la escalera de su bloque definiendo y ensayando los diferentes grados del dolor hasta provocarse sangrías y desmayos. Sin duda esta entrega al dolor como una disciplina esconde una estrategia para combatir lo irremediable, una forma de sortear la amenaza ofreciéndose a ella. Pero cuando el protagonista se enamora de una vecina su taxonomía se viene abajo: 
"Si solamente fuera el dolor de renunciar a ella sería terrible, ¡pero magnífico! Esta clase de sufrimiento constituye una rama del 8º grado. Lo ejercitaría diariamente hasta llegar a dominarlo."
También el protagonista de "Moisés y Gaspar" termina aceptando a esos dos seres diabólicos que han puesto su vida patas arriba: 
"Allí viviríamos los tres, lejos de todos, pero a salvo de las acechanzas, estrechamente unidos por un lazo invisible, por un odio descarnado y frío y por un designio indescifrable"
Un designio indescifrable. Una condena.
Ése parece el leit motiv de este conjunto de cuentos. Como en Kafka. Un castigo por el simple hecho de vivir, por ser mujer, por tener miedo, por una vida rutinaria o simplemente por pretender la felicidad.
Ilustración de Santiago Caruso

La sensación final que dejan los cuentos es la de mujeres condenadas a la frustración y la fatalidad, sobretodo en sus relaciones personales: matrimonios asfixiados por la rutina, novias que no llegan al altar, sobrinas que traicionan a sus tías, hijas prisioneras en la casa familiar.

Una de las características más sintomáticas de estos textos es la ambientación doméstica de sus relatos. Transcurren en espacios cerrados y lúgubres pero llenos de hermanos, sobrinas, hijas, amas de casa y jóvenes casaderas. Este mundo clausurado y asfixiante por donde acaba arrastrándose el horror reproduce la propia mente de los protagonistas, encerrados en sus miedos y locuras.

Otra característica es la ambigüedad de los monstruos. En "El huésped", el marido invita a un amigo para que se instale en el hogar familiar. Luego el marido nunca aparece. Queda la mujer sometida a la acechanza de algo que nunca sabremos si es persona o animal. Sólo sale de noche, su habitación es húmeda y oscura y una noche intenta forzar la habitación de la señora. En "El espejo" nunca se describe lo que el reflejo deja entrever. En "La quinta de las celosías" se trata de una presencia que siempre está tras las puertas, con una respiración "que crispaba los nervios". En "La celda" es un ser brutal e indefinido que visita cada noche a María Camino en su habitación.
"Sabía que estaba condenada, mientras viviera, a sufrir aquella tremenda tortura y a callarla. Los días le parecían cortos, huidizos, como si se le fueran de las manos, y las noches interminables. De solo pensar que habría otra más, temblaba y palidecía. Él se acercaría lentamente hasta su lecho y ella no podría hacer nada, nada..."
Está claro que tras las puertas y celosías de esas habitaciones nos encontramos con personas cercadas por la pesadilla.
Ilustración de Santiago Caruso

Finalmente hay que resaltar otro rico venero en la temática de Amparo Dávila, la quiebra de la línea temporal. "Final de una lucha" comienza de un modo formidable:

"Estaba comprando el periódico de la tarde, cuando se vio pasar, acompañado de una rubia. Se quedó inmóvil, perplejo. Era él mismo, no cabía duda. Ni gemelo ni parecido; era él quien había pasado."
Y tiene una conclusión a la misma altura. 

El tiempo doblado sobre sí mismo para que el mismo personaje interactúe con otro yo, luche contra su fantasma, certifique de nuevo la fatalidad. Así ocurre en "Tiempo destrozado", "El entierro" o "Final de una lucha". En cierto modo son relatos que recuerdan el mundo de Julio Cortázar, con quien le unió una gran amistad. 

Aunque en la mayor parte de las circunstancias descritas es el terror el que acecha en los pasillos y tras las puertas; no es despreciable el apunte de la paranoia que la autora refleja en algún cuento. Así, en "Un boleto hacia cualquier parte", la simple visita de "un señor muy serio, alto y flaco, vestido de oscuro" es el detonante para que un joven solitario se despeñe por un tobogán emocional de expectativas a cual peor. Ante él surgen todas las posibilidades (su madre ha muerto, va a ser acusado de desfalco, los padres de Irene le prohíben su noviazgo) retratando un mundo solitario y agobiante donde todo acecha: el futuro acecha, la muerte acecha, la culpa acecha. Del mismo modo ocurre en "Muerte en el bosque", donde una expectativa de vida jubilosa se acaba volviendo contra el protagonista en el mismo momento en que la atisba. 

La Biblioteca vacía, de Micha Ullman

No es el mejor cuento del libro pero es muy revelador del estilo y características de Dávila. Se titula "Tiempo destrozado" y en él una niña va saltando de una situación a otra de su vida, desde el mismísimo parto. En todos esos momentos se dan las dos circunstancias más poderosas de los cuentos de Dávila: un personaje siempre cercado por la acechanza y un escenario doméstico que unas veces se vuelve febril y otras delirante. La primera escena de Tiempo Destrozado transcurre en la finca familiar de Huerta Vieja, con un estanque lleno de peces y manzanas.
"-Yo quiero una manzana, papá.
-Las manzanas son un enigma, niña.
-Yo quiero una manzana, una manzana grande y roja, como ésas...
-No, niña, espera... yo te buscaré otra manzana.
Brinqué adentro del estanque. Cuando llegué al fondo sólo había manzanas y peces tirados en el piso; el agua había saltado fuera del estanque y, llevada por el viento, en remolino furioso, envolvió a papá y a mamá. Yo no podía verlos, giraban rodeados de agua, de agua que los arrastraba y los ocultaba a mi vista, alejándolos cada vez más... sentí un terrible ardor en la garganta... papá, mamá... papá, mamá... yo tenia la culpa... mi papá, mi mamá... Salí fuera del estanque. Ya no estaban allí. Habían desaparecido con el viento y con el agua... comencé a llorar desesperada... se habían ido... tenía miedo y frío... los había perdido, los había perdido y yo tenía la culpa... estaba oscureciendo... tenía miedo y frío.. mi papá, mi mamá... miré hacia abajo; el fondo del estanque era un gran charco de sangre..."
En la siguiente escena está en una feria con un vestido precioso y comiendo algodón de azúcar...pero es testigo del sacrificio de un borrego y ella quiere recoger toda esa sangre con su manos, manchándose el vestido... Luego aparece en un librería que de pronto se queda desierta: "Toda la gente se había ido y ya no quedaban libros, se los habían llevado todos. Sentí mucho miedo y fui hacia la puerta de salida. Ya no estaba. Comencé a correr de un lado a otro buscando una puerta. No había puertas. Ni una sola. Sólo muros con libreros vacíos, como ataúdes verticales."

Luego la niña se encuentra en un tren, con una pecera entre las manos que contiene un pececito azul.
"En el último carro encontré un sitio frente a una mujer que vestía elegantemente. La mujer miraba por la ventanilla; de pronto se dio cuenta de mi presencia y se me quedó mirando fijamente. Era yo misma, elegante y vieja. Saqué un espejo de mi bolsa para comprobar mejor mi rostro. No pude verme. El espejo no reflejó mi imagen. Sentí frío y terror de no tener ya rostro. De no ser más yo, sino aquella marchita mujer llena de joyas y de pieles. Y yo no quería ser ella. Ella era ya vieja y se iba a morir mañana, tal vez hoy mismo. Quise levantarme y huir, bajarme de aquel tren, librarme de ella. la mujer vieja me miraba fijamente y yo supe que no me dejaría huir. Entonces una mujer gorda, cargando a un niño pequeño, vino a sentarse al lado mío. la miré buscando ayuda. También era yo aquella otra. Ya no podría salir, ni escapar, me habían cercado."












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En estos tiempos nuestros tan marcados por esta odiosa lacra, podríamos atisbar en más de un cuento una metáfora de la violencia de género. Está claro que podría caber. En muchas historias la mujer siempre está en un plano secundario respecto al hombre (en El Huésped, el marido le impone la visita a su mujer). En La Celda el propio título habla de la situación de María Camino y el monstruo que la tortura cada noche.

"Todos, excepto ella, gozaron la cena, pero María sabía muy bien dónde estaba su única felicidad, y aquella fiesta fue larga y agotadora. Las manecillas del reloj no se movían. El tiempo se había detenido...
Ahora el tiempo también se ha detenido... ¡Qué cuarto tan frío y oscuro!, tan oscuro que el día se junta con la noche; ya no sé cuándo empiezan ni cuándo terminan los días; quiero llorar de frío, mis huesos están helados y me duelen; siempre estoy subida en la cama, amonigotada, cazando moscas, espiando a los ratones que caen irremediablemente en mis manos; el cuarto está lleno de cadáveres de moscas y de ratones; huele a humedad y a ratones putrefactos, pero no me importa, que los entierren otros, yo no tengo tiempo; este castillo es oscuro y frío como todos los castillos; yo sabía que él tenía un castillo.. ¡qué lindo estar prisionera en un castillo, qué lindo!; siempre es de noche; él no deja que nadie me vea; mi casa ha de estar muy lejos; había una chimenea muy grande en la biblioteca de papá y yo arreglaba y desempolvaba los libros; yo quiero una chimenea para calentarme, pero no me atrevo a decírselo, me da miedo, se puede enojar; yo no quiero que se enoje conmigo; no hablé ni una palabra con esos hombres que vinieron, podría llegar y sorprenderme; me metí en la cama y me tapé la cara con las cobijas; siempre estamos juntos: ¿dónde están mamá y Clara?; Clara es mi hermana mayor; ¡yo no las quiero, les tengo miedo, que no vengan, que no vengan...! Tal vez y están muertas y tienen los ojos abiertos y brillantes como los tenía José Juan aquella noche; yo quería cerrarle los ojos porque me daba miedo que me estuviera viendo; tenía los ojos muy abiertos y muy brillantes... "serás una bellas novia, toda blanca", la luna también era blanca, muy blanca y muy fría; como siempre es de noche él viene a cualquier hora; siempre estamos juntos; si no hiciera tanto frío yo sería completamente feliz, pero tengo mucho frío y me duelen los huesos; ayer me golpeó cruelmente y grité mucho, mucho... "

De todo modos yo creo que este punto de vista -siendo valioso- acota en extremo algo que en Amparo Dávila es más abstracto e idiosincrásico. 


















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Muerte en el bosque recopila dos volúmenes que fueron publicados por el Fondo de Cultura Económica: Tiempo Destrozado y Música Concreta. En realidad se trata del primer volumen completo y un cuento del segundo, El Entierro, que efectivamente tiene una temática coherente con el resto del conjunto. 
Amparo Dávila nació en un pueblo minero de Zacatecas, México, en 1928. Fue una niña rebelde que pasaba horas aislada en el campo. Se trasladó a Ciudad de México para cursar estudios universitarios, donde se convirtió en la secretaria de Alfonso Reyes.

Por mi parte ya he comprado los Cuentos Reunidos de Amparo Dávila que en 2009 publicó FCE; pero no quería hacer un comentario general del mundo y estilo de la mexicana. 
Creo que cada uno de sus libros es particular y valioso, por lo que merece nuestra atención individual: Tiempo Destrozado (1959), Música Concreta (1961), Árboles Petrificados (1977) y Con los Ojos Abiertos (2008).