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viernes, 21 de febrero de 2025

LA VIDA SECRETA de LOS ESCRITORES - de Guillaume Musso


Esta novela es deliciosa por dos motivos muy poderosos. Porque tiene una intriga absorbente y muy original, y porque nos muestra los engranajes con los que un escritor construye una novela. Ah.

Nathan Fawles se convirtió en un escritor famoso y legendario con sólo tres novelas; pero desde hace 20 años no escribe nada y vive retirado del mundo en la isla mediterránea de Beaumont. Nadie sabe el motivo de este silencio por lo que todo el mundo habla del "misterio Fawles", aunque según su agente no hay tal. Fawles no da entrevistas ni recibe visitas; pero en el otoño de 2018 dos personas que no se conocen entre sí están empeñadas en visitarlo y desentrañar su misterio. Son Raphaël Bataille y Mathilde Monney. El primero es un escritor novel que —con una novela bajo el brazo— busca el consejo literario de su escritor favorito. La segunda es una periodista con un as en la manga que piensa que le abrirá las puertas. El mismo día en que los dos acechadores desembarcan en la isla aparece —atado a un árbol— el cadáver de una mujer a la que han torturado. Rápidamente las autoridades acordonan la isla. Nadie puede entrar o salir de ella. Comenzará entonces un peligroso juego de imposturas y verdades a medias entre Raphäel, Mathilde y Fawles hasta revelar una funesta verdad.  
"Era un escena hermosa, Mathilde era hermosa. A Fawles le habría resultado muy fácil dejarse llevar en ese instante, pero sabía que todo aquello no era más que un juego de manipulación entre dos personas convencidas de que estaban controlando a la otra. Fawles sospechaba que ese juego traería cola."
Viñeta de "La vie sècret des écrivains" - de Miles Hyman


Se trata de un thriller muy efectivo y de lo más imprevisible que comienza pacíficamente en un isla soleada hasta que las sombras de un fatídico pasado van dando la vuelta a todo lo que dábamos por sentado. La novela incluye unas cuantas escenas muy perturbadoras entre las que destaca el descubrimiento de un sótano con todos los elementos de tortura y la revelación final de Fawles. También contiene una insólita historia en torno al camino que recorre una cámara de fotos perdida -desde Hawai a Taiwan pasando por Alabama- antes de convertirse en la prueba que desatará la acción. Este fantástico itinerario me recuerda a las historias azarosas de Paul Auster y será este sencillo objeto el que empezará a romper la cerradura del "misterio Fawles".

Visto el campo en que juegan sus protagonistas -escritores, periodistas- la novela también incluye unos cuantos dardos sobre el periodismo y el mundo de la edición. 
"Las publicaciones de su cuenta eran un ejemplo perfecto de lo peor que podía crear el pseudoperiodismo 2.0: temas licenciosos, titulares anzuelo, broncas, lapidaciones, chistes malos, retuits sistemáticos de vídeos alarmistas y de todo aquello que pudiera degradar la inteligencia, azuzar los bajos instintos y alimentar miedos y obsesiones. El clásico propagador casero de intoxicación y de teorías cuasiconspirativas que siempre se queda bien parapetado detrás de la pantalla."
La estructura de la novela es una narración en paralelo que sigue por un lado las vicisitudes de Raphäel y por otro las de Mathilde. El primer tercio del libro tiene un tono periodístico, el segundo de pura investigación y en el tercero aflora un verdad insólita y muy dolorosa. En esta última parte es el escritor el que toma la batuta para relatar los hechos en los que todos ellos están implicados porque son los que les han traído hasta aquí. Es un relato oscuro y desgarrador en el que están mezclados turbios acontecimientos de nuestra historia reciente como la guerra en los Balcanes. 

Viñeta de "La vie sècrete des écrivains" de Miles Hyman

La parte de la investigación de Mathilde tiene el atractivo de una investigación con múltiples giros para ir desvelando el "misterio Fawles"; mientras que la de Raphäel nos ofrece un juego metaliterario cautivador. Con él la obra se abre a una nueva dimensión, la de una novela dentro de la novela. Como el propio Raphäel llega a constatar la investigación criminal y la investigación sobre la profesión de escritor están asombrosamente entrelazadas.  

Esto se aprecia con rotundidad cuando Raphäel se percata de que está viviendo unos hechos que por sí mismos constituyen una novela... y se pone a escribirla. El momento en que Raphäel abre su portátil y se pone a escribir el primer párrafo de su nueva novela es mágico: lo leemos y recordamos haberlo leído 150 páginas atrás ¡es el mismo párrafo con que comienza el libro que tenemos entre manos! De modo que nos encontramos leyendo una novela que está ocurriendo en tiempo real mientras el autor participa de los hechos y nos los relata mientras están ocurriendo.


Me resulta fascinante este juego de espejos entre un escritor que abomina escribir y otro que anhela empezar y lo hace convertido en un personaje de su propia novela. Además Musso añade a la novela una genial Apostilla titulada "¿De dónde viene la inspiración?", que supone un triple salto mortal sobre este juego de espejos en torno a la autoría de la novela.

Pero no nos engañemos la novela desarrolla una intriga magníficamente tramada, con asesinatos, pistas falsas y un final impresionante. Mathilde es una periodista que en el fondo busca una venganza personal pero se encontrará con una terrible verdad.

El juego metaliterario permea toda la novela. Aparece en las citas que encabezan cada capítulo y el propio libro que se abre con una de Umberco Eco en "La isla del día de antes": "Para sobrevivir, hace falta contar historias". Esto es lo que hace esta novela, contar historias que se entretejen logrando implicar tanto al escritor como al lector.
"Mathilde lo atacó por otro frente.
—Los novelistas son los mayores mentirosos de la historia, ¿no?
—No, esos son los políticos. Y los historiadores. Y los periodistas. Pero los novelistas, no.
—¡Claro que sí! Cuando en sus novelas hacen como que cuentan lo que es la vida, están mintiendo. La vida es demasiado compleja para someterla a una ecuación o encerrarla en las páginas de un libro. Tiene más fuerza que las matemáticas o la ficción. Las novelas son ficción. Y la ficción, técnicamente, es una mentira.
—Es todo lo contrario. Philip Roth lo expresó de maravilla: «Es el tipo de relato que suministra al narrador una mentira mediante la cual puede expresar su indecible verdad».






















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Nacido en 1974, Guillaume Musso comenzó a escribir durante sus estudios y ya nunca dejó de hacerlo. Desde hace años es un escritor superventas en Francia. Sus novelas han sido traducidas a 44 idiomas y varias de ellas han sido adaptadas al cine. "La vida secreta de los escritores" es su libro número 17. Su novela de misterio "Y después..." se ha adaptado al cine, con Romain Duris y John Malkovich en los papeles protagonistas. Desde hace años, se ha consolidado como uno de los escritores imprescindibles de la literatura de suspense francesa, con títulos como "La llamada del ángel" y "Central Park".  
"La huella de la noche" -que sirvió de inspiración para una serie de televisión-, "La vida secreta de los escritores" y "La vida es una novela", publicadas por la Editorial AdN, fueron todo un éxito mundial. 

sábado, 11 de noviembre de 2023

ALEX - de Pierre Lemaitre


Alex es una novela negra compuesta de varios espejos terribles que Lemaitre nos describe puntualmente para finalmente darlos la vuelta y descubrirnos la todavía más perversa realidad que esconden. Por ejemplo Alex no es el nombre de un chico, sino de una joven que es secuestrada y torturada. Pero esta víctima pronto se convertirá en un verdugo cuya ristra de asesinatos se nos acabará revelando como una extraña justicia. Menudo tour de force.

La novela es la segunda de la serie protagonizada por el comandante Camille Verhoeven que, en esta ocasión, se enfrenta a un desafío que lo implica personalmente. En la primera perdió a su mujer, Irène, que fue secuestrada y luego asesinada. Esa pérdida hundió a Camille hasta el punto de hacerlo ingresar en una clínica de reposo. En este nuevo caso la figura de Alex se superpone en su mente a la de Irène y ni sus compañeros, ni él mismo, saben si está preparado para afrontarlo. 

La tortura a la que es sometida Alex es brutal y revela un odio intensísimo. Su captor le dice "voy a mirar cómo revientas, puta", mientras la cuelga en una caja en la que no se puede estar ni sentado ni de pie. El adjunto Louis nos ilustra sobre el tormento.
"Es un suplicio ideado bajo el reinado de Luis XI para el obispo de Verdún, creo recordar. Lo tuvieron enjaulado durante 10 años. Es un tipo de tortura pasiva muy eficaz. Las articulaciones se sueldan y los músculos se atrofian...Y la víctima enloquece." pag. 97
El libro va alternando los capítulos en los que Alex nos desgrana su tortura en un almacén abandonado con los que narran la investigación y preocupaciones de Camille; toda una carrera contra reloj para evitar un fatal desenlace. La depravación de las torturas espeluzna mientras el comandante Verhoeven ve crecer de nuevo en él un sentimiento de culpa.

Todo cobra un nuevo giro cuando descubren quién es el secuestrador; pero al ir a detenerlo él prefiere suicidarse. En este callejón sin salida Camille ya empieza a albergar sospechas que le hacen girar el espejo del secuestro para descubrir la horrenda verdad que esconde. Además, cuando logran descubrir donde está la secuestrada, ésta ya ha logrado huir por sus propios medios demostrando una resiliencia encomiable. Los datos que Camille ha venido reuniendo respecto al secuestrador y la secuestrada le hacen sospechar que Alex no es realmente una víctima, sino una sospechosa de asesinato. 

La narración siempre es vibrante, como ese relato en paralelo de la investigación de la policía y del tormento de Alex que confluye en el mismo almacén lleno de ratas hambrientas. Eléctrico. O el cúmulo de asesinatos que se produce en una segunda parte de lo más sangrienta. Alex se nos muestra dura como el pedernal y Camille empieza a interesarse por su historial. Cuando encuentra la caja vacía en el almacén estamos en la mitad del libro y uno tiene la sensación de que ahora empieza lo bueno; porque cada vez que el comandante parece resolver el caso, éste se retuerce y se abisma en un misterio aún más profundo.

La novela se estructura en tres actos y en cada uno de ellos Lemaitre logra dar una vuelta de tuerca más a un historia de abusos, crímenes y perversiones. Para ello cuenta con un Verhoeven que es un tipo muy sagaz; siempre al acecho de un mapa que se recompone con cada nuevo asesinato. Él será el único que percibe que el secuestro no es más que un engranaje remoto de una historia sórdida y terrible, en la que los papeles de víctima y victimario se confunden.

Me gusta la perspicacia de Verhoeven, cómo razona y encuentra el hilo aún en las situaciones más vacuas. Cuando ocurre el secuestro no saben ni quién es el secuestrador ni quién la secuestrada, pero reflexiona que: Primero, no se rapta a alguien al azar, sino a alguien que se conoce aunque sea poco. Segundo, tiene que haberla seguido, busquemos algún indicio en la zona, etc. 

Al atractivo de una trama brutal y absorbente hay que añadir dos aspectos que resultan convincentes. La situación personal de Camille Verhoeven enfrentándose a un caso idéntico al que supuso la pérdida de su mujer. Irène siempre está presente en su mente. Se imagina a la chica secuestrada con sus rasgos y vive las horas del rapto con la misma desesperación con que vivió el de su mujer. El comisario jefe es un buen amigo, ¿le habrá impuesto este caso como terapia de choque?. El propio Camille acabará sospechando que lo necesita de verdad para exorcizar la muerte de Irène. 

El otro asunto destacable son los personajes. Están magníficamente caracterizados y comparten un pasado en común, lo que provoca unos "cara a cara" llenos de ingenio e ironía. Como las conversaciones de Verhoeven con su jefe, llenas de sobreentendidos y disputas que a otros no aguantarían. O la complicidad que demuestra con su adjunto, el inspector Louis Mariani. O la ratería del agente Armand, siempre gorroneando cigarrillos y bocatas como un hurón insaciable. Todos ellos cobran vida a través de sus peculiaridades y rarezas. 


La caracterización de Camille es formidable. Sólo mide un metro cuarenta y cinco, pero es muy capaz de imponer su presencia. Es tan brillante resolviendo casos como irritante para sus superiores. Sabe dibujar muy bien porque su madre alcanzó un cierto status como pintora y acabará dibujando docenas de bocetos de una desconocida Alex...a la que pinta siempre con los rasgos de Irène. Camille es de los que nunca se rinde, es ese tipo de personas "capaces de empecinarse en un error hasta que los hechos le den la razón". Tiene carácter y es muy decidido. Se le describe como "un individuo no violento capaz de cometer brutalidades". 
"Camille Verhoeven nunca grita. Muy raras veces. Es un hombre de autoridad. Es bajito, calvo y ligero pero, como todo el mundo sabe, también astuto e ingenioso." pág. 21
Por su parte el adjunto Louis es un hombre de elevada cultura y además muy rico. Es un tipo que sabe estar y siempre respalda a Camille.
"Le Guen intenta que Louis medie en la conversación. Es una situación embarazosa, pero Louis es un chico de buena familia. Se ha educado en las mejores escuelas, tiene un tío arzobispo y otro que es diputado de extrema derecha, es decir, que desde muy joven ha aprendido a sopesar las cosas a la luz de lo moral y lo práctico. Y estudiado con los jesuitas. En cuestiones de duplicidad, cuenta con un buen entrenamiento." pag. 152
Lemaitre siempre alumbra tramas enfermizas de una gran intensidad psicológica. En este sentido me maravilló su novela Vestido de novia. Aquí es la joven Alex y su espantosa historia la que nos va a conducir de cabeza a un pozo lleno de mierda, abusos y cadáveres. Ante uno de ellos Verhoeven piensa que, como con Irène, siempre llega tarde, lo que le hace recordar un famoso cuadro, éste:


Fernand Pelez, La victime ou l´asphyxiée -1886- Musée d´Art et d´Archéologie, Senlis





















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Pierre Lemaitre (París, 1951) es escritor y guionista. Es un autor tardío que estudió Psicología e impartió clases de literatura. Hasta 2006 no publicó su primera novela, Irène, con la que inició la serie protagonizada por el comandante Camille Verhoeven. Le siguieron Alex (2011), Rosy & John (2011) y Camille (2012), proporcionándole un enorme reconocimiento internacional. Consagrado como uno de los escritores más populares, su carrera literaria dio un vuelco asombroso con la aparición de Nos vemos allá arriba (Premio Goncourt 2013 entre otros), primer volumen de su aclamada trilogía sobre el período de entreguerras titulada «Los hijos del desastre». Los otros dos volúmenes son Los colores del incendio (2018) y El espejo de nuestras penas (2020). Completan su obra las novelas Vestido de novia (2014), Tres días y una vida (2016), Recursos inhumanos (2017), La gran serpiente (2022) y El ancho mundo (Salamandra, 2023), primera entrega de una nueva saga titulada «Los años gloriosos».

viernes, 23 de junio de 2023

EL VERDUGO y SU DOBLE - de Didier Deaninckx



Didier Daeninckx es un cirujano de la reciente historia francesa. Utiliza su escalpelo para hurgar en asuntos sensibles, sacar sus males a la luz y desafiar la complaciente historia oficial. Él mismo identificó el tema de sus obras como “la revelación del pasado en el presente”. O lo que es lo mismo, sus novelas criminales muestran que de aquellos barros vienen estos lodos. En sus novelas los crímenes no son más que el resultado de una situación social precaria, de una guerra injusta, de oscuras maniobras del poder o de un trauma como sociedad que la historia oficial y la memoria colectiva parecen querer olvidar. En su caso la ficción policial y la reflexión histórica son inseparables, porque como él mismo se encarga de recordarnos “si olvidamos el pasado, nos condenamos a revivirlo”.

En su cruzada indagatoria Daninckx inyecta dosis de historia que incluyen la barbarie en las colonias, la negación del Holocausto, el racismo como razón de estado o la connivencia con los poderosos. En el caso que nos ocupa queda patente el uso de la tortura durante la guerra de Argelia y destaca la brutalidad que soportaban los soldados reclutados, que sufrían lo que hoy en día ya tiene nombre gracias a las múltiples guerras norteamericanas, el estrés postraumático.

Esta novela es una de las cinco protagonizadas por el inspector Cadin, un policía honesto e inconformista que no se arredra ante las amenazas del stablishment para investigar a cualquiera, tenga el status que tenga. Por ello sufre traslados constantes por comisarías de tercera en una especie de exilio interior. Dado que ésta es su cuarta aventura, tras “El gigante inacabado”, donde tropezó con los negocios opacos de los notables de Nord-Pas-de-Calais; lleva meses de un lado para otro “construyendo el puzzle del fracaso”.



Apenas aterrizado en Courvilliers, Cadin se enfrenta a una doble muerte, la de Claude y Monique Werbel, ambos empleados de la fábrica Hocth y activistas por los derechos sociales y sindicales de los trabajadores inmigrantes. Los primeros datos sugieren un crimen pasional seguido de suicidio. Para el comisario jefe no hay más que hablar y saca a Cadin del caso. Pero si al comisario todo lo sencillo le satisface, al inspector Cadin en cambio le mosquea y no ve más que flecos que le irritan la nariz: pronto se entera de que han estado circulando por la ciudad unas fotos muy subidas de tono de lo que se supone una infidelidad de la mujer muerta. A continuación, va conociendo el carácter de Claude Werbel, un tipo íntegro y solidario, activista político y sindical en una ciudad en la que todo gira alrededor de la fábrica de componentes automovilísticos Hocth.¿Qué se pretendía dando a conocer las fotos? ¿Trataban de desacreditarlo? Además, cuando el inspector llegó al edificio de apartamento, un joven desarrapado que estaba escondido salió huyendo.

El inspector Cadin tardará poco en darse cuenta de que Curvilliers, ciudad típica del distrito Seine Saint Denis, con sus bloques de viviendas sociales y su alto índice de delincuencia, no es más que otra de las deprimentes ciudades a las que suele ser trasladado.
“Más de cinco mil personas trabajaban detrás de las rejas en difíciles condiciones de las que se hacían eco los muros que rodeaban la fábrica. Todas las barriadas en un radio de cinco kilómetros a la redonda se habían saturado, el hormigón aumentaba cada vez más, hogares, estudios, pisos de dos habitaciones como máximo para alojar los ejércitos de solteros uncidos al trabajo en cadena.”
Werbel había puesto en marcha una asociación de ayuda mutua para auxiliar en los problemas de alojamiento, alfabetización o idioma. También mediada y asesoraba en conflictos sociales y problemas laborales después de su jornada de trabajo. Poco a poco la poderosa empresa Hocth se fue incomodando con esta cruzada.
“- ¡No sea ingenuo, inspector! ¡Nada hay más temible que unos idealistas bien organizados! Cuando se informa a un desgraciado al que todos desprecian de que tiene derechos, es como si se pusiera fuego a una bomba de efecto retardado. A partir de ese instante sólo piensa en una cosa: que se le reconozcan sus derechos. Multiplique ese desgraciado por diez, por mil... A eso se dedicada Claude Werbel. La dirección de la Hocth empezó enseguida dar señales de nerviosismo. La nueva municipalidad también: acababa de ganar las elecciones prometiendo seguridad ciudadana... Todo cuanto desea ahora es que la gente olvide que con ellos sigue habiendo el mismo número de emigrantes. Es el planning de producción el que decide. Nadie más. El trabajo de Werbel se veía cada vez más como una provocación. Sobre todo, teniendo en cuenta que el alcalde está implicado: negocia la comercialización de buena parte de la zona industrial que rodea la fábrica... Doscientas hectáreas en barbecho desde hace diez años... Se habla de 2.000 empleos. Casi un milagro en tiempos de crisis. Dos o tres sesiones de enfrentamientos entre obreros inmigrados y los policías nacionales y todo puede venirse abajo.”
La arquitectura de la novela se basa en un doble relato. Hay dos capítulos 1, dos capítulos 2 y así durante todo el libro. En el primero de cada uno de ellos seguimos la investigación del inspector Cadin conociendo a lo mejor del barrio; mientras que en el segundo y en cursiva se narra la experiencia de un sargento y un cabo en una unidad dedicada a la tortura en Argelia. Que los capítulos alternos tengan el mismo número lo veo como la metáfora de un espejo en el que vemos reflejarse la experiencia traumática de la guerra de Argelia en los hechos actuales. Este sistema de ecos entre dos ejes temporales es habitual de los libros de Daeninckx y no son meros añadidos, puesto que, al no revelarse su vínculo hasta al final, constituyen por sí mismos una tensión adicional a la trama del libro.
"Cómo explicarles, a todos, lo que se había roto dentro de él.
(...) Se había encontrado en una compañía "sensible", como decía el coronel, compuesta esencialmente por reclutas del extrarradio de París, jóvenes de la fábrica Babcock, de la Simca..., caldereros (¡el grupo de los calderos!), ajustadores, obreros que habían cambiado el mono de la fábrica por el del ejército. Que marcaban el paso arrastrando los pies... había sorprendido conversaciones por la noche en el dormitorio. Más de uno se preguntaba qué haría cuando se encontrara, disfrazado de soldado, frente a un guerrillero argelino."



La caracterización de un paisaje suburbano y fabril, añadida a la de unos personajes conformistas con un statu quo opresivo, le da al libro un color especialmente gris y desolador. Un paisaje que Daeninckx conoce bien. Lugares de concentración industrial situados en los suburbios –banlieu- que constituyen auténticos polígonos obreros donde las fábricas conviven con mastodontes de apartamentos básicos para sus trabajadores. Los barrios se convierten en guetos y los trabajadores en desplazados de su propia cultura y memoria colectiva. 

En otra de sus novelas, Play-Back, el drama para los obreros era el desmantelamiento de las fábricas; aquí se trata de la omnipotencia de una gigantesca factoría que domina todos los estamentos del barrio mientras desarrolla una política de contratación semejante al tráfico de esclavos. La Hocth llegó a enviar equipos de contratación a Malí para conseguir mano de obra barata, un verdadero mercado de esclavos en el que la policía local convocaba a los aldeanos y allí un equipo les examinaba las manos, los músculos o los dientes. El chantaje laboral y la colusión con el poder allí son prácticas habituales. 
"¿Se hace el ingenuo, inspector? No me irá a decir que ignora la actividad de los polías políticos extranjeros en Francia... Hay policías marroquíes, argelinos, tunecinos, portugueses currando en la Hocth.
(...) Lo mismo pasaba con los españoles antes de la muerte de Franco. (...) Los dictadores nos mandan ganado para trabajar... En agradecimiento les devolvemos los elementos inconformistas.”
La novela posee intensidad y ritmo. Se lee en dos sentadas porque va al meollo del asunto sin distracción alguna. Las dos líneas temporales se complementan perfectamente haciendo que la novela bascule entre dos extremos; el del control del estado a través de las torturas en el pasado y el del control de la fábrica en el presente. El actual alcalde de derechas llegó al poder después de una colosal campaña sobre la inseguridad y los inmigrantes y tanto la fábrica como el ayuntamiento tienen unos cuerpos de Seguridad sobredimensionados. Desde que llegó al cargo la campaña cesó. Todo ello mientras la investigación de Cadin le hace recorrer todos los antros de la ciudad donde no falta la prostitución ni el tráfico de drogas.

Léonard es el policía ayudante de Cadin. Es de origen árabe y arrastra el sanbenito de un hermano acusado de terrorismo, ametralló un café argelino en Saint Danis. Este personaje refleja perfectamente el sustrato doble de la novela:
“Recogíamos chatarra y la amontonábamos en el jardín de detrás de las casa... Hacíamos bicicletas a partir de viejos cuadros y de piezas que robábamos de las bicis podridas... Yo me encargaba de la pintura y de los acabados... En la escuela nos llamaban de todo: “traperos”, “ladrones”, “moruzos”... Pronto nos acostumbramos a vivir por nuestra cuenta, en pandilla, y a defendernos. A no perdonar nada nunca. Roger se marchó a hacer el servicio militar a Argelia. cuando volvió, dos años y medio después, ya no era el mismo. Lo habían destrozado... Tenía obsesiones, quería ser cien veces más francés que un francés. Cuando le pasaba eso bajaba a un café árabe para insultar a los clientes...”




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Didier Daeninckx nació en 1949 en el bastión comunista de Saint-Denis. Pertenece a una familia de trabajadores marcada por la historia: su bisabuelo belga, desertor en la década de 1870, huyendo de las cortes militares, trajo a los Daeninckx a Francia. El abuelo también desertó en 1917. Este acto de rebelión le costó la vida. Por el lado materno, recibió cierto gusto por el activismo con un abuelo comunista y una madre trabajadora comprometida contra el colonialismo y el fascismo. Con 17 años empezó a trabajar en artes gráficas como impresor, actividad a la que dedicó 16 años de su vida. Más tarde fue animador cultural y periodista.
Su primera novela, «Mort au premier Tour», se publicó en 1982 y supuso el acta de nacimiento del inspector Cadin. En 1984 publicó en Gallimard “Meurtres pou mémoire”, editada por Akal como “Asesinatos archivados”, quizás su mejor novela. Con ella logró su consagración definitiva al recibir en 1985 el Gran Premio de Literatura Policial. El libro contribuyó a colocar bajo los focos de la opinión pública los hechos de octubre de 1961, cuando la represión brutal de una manifestación organizada por el FLN argelino en París, se saldó con la muerte de 200 argelinos y miles de heridos. Cuando Daeninckx publicó el libro los hechos estaban todavía rodeados de un infranqueable hermetismo. 

El inspector Cadin es protagonista de 5 novelas y una colección de cuentos: Mort au premier tour (1982), Asesinatos archivados (1984), El gigante inacabado (Le Géant inachevé, 1984), El Verdugo y su doble (1986), Luz negra (Lumière noire, 1999), y una colección de cuentos: Le Facteur fatal (1990).
Su último trabajo publicado es Le roman noir de l´histoire, publicado en Francia en 2019, una colección de 77 cuentos escritos a lo largo de los años y que constituyen una especie de intrahistoria a través de la cual Deaninckx rompe la historia oficial descomponiéndola en 77 relatos, desde el punto de vista de la gente común, que abarcan once periodos de la historia francesa desde 1855.

lunes, 16 de enero de 2023

ALMAS GRISES - de Philippe Claudel


Aunque hay cuatro crímenes en este libro no se trata de una simple novela negra sino de algo más. El crimen principal tiene lugar en 1917 y no se resuelve hasta 20 años después mediante una recapitulación de los hechos que es lo que constituye la narración. Esta remembranza servirá para que todo, hechos y personajes, se decanten en un amargo ejercicio de memoria.
"No sé muy bien por dónde empezar. No es fácil. Ha pasado tanto tiempo y las palabras se han ido para siempre. Los rostros también, las sonrisas, las heridas. Aun así, debo tratar de explicar lo que ha estado comiendo en mi corazón estos últimos veinte años. Los remordimientos, las preguntas que me han agobiado. Debo clavar un cuchillo en el vientre de este misterio y hundir mis manos dentro, aunque nada puede cambiar lo que sucedió".
Así comienza el relato que hace un policía en primera persona sobre "El Caso", los hechos fatídicos que sacudieron un pueblo de Francia durante la Gran Guerra. Aunque tarde, la verdad debe aflorar, incluso aunque ya no importe. Por ello el relato rezuma una sensación de fracaso, un ajuste de cuentas con el pasado que más que una búsqueda de la verdad suena a intento de exculpación, tanto por lo que hizo como por lo que dejó de hacer. 

El policía narrador vuelve a aquellos hechos de hace dos décadas para apreciarlos en su justa extensión. De ahí que no caiga en florituras y busque la precisión del cuchillo para señalar los hechos fundamentales y crudos acompañados por las reflexiones que nos provoca el pasado y un intensa emoción. 

El escenario es un pueblo del norte de Francia donde las bombas de la Gran Guerra retumban a muy pocos kilómetros; lo cual no impide que allí la vida siga su curso. Esto es lo primero que llama la atención. La cercanía y lejanía de la guerra. Las fábricas que alberga el pueblo son esenciales y lo preservan del conflicto. Igual que a sus obreros. Sólo en alguna escena vemos a grupos de heridos cruzar la villa. Tampoco cae allí ninguna bomba. En cambio la conmoción vendrá dada por el asesinato de una niña de diez años, cuyo cadáver aparece al lado del canal helado en pleno enero. La novela nos parece indicar que la violencia desnuda de la guerra no es más que la otra cara de la moneda de la violencia soterrada que un pueblo apacible puede esconder. Posteriormente aparecerá también muerta la joven maestra que llegó a la escuela como sustituta. Estas muertes en tan plácido lugar serán por ello más desgarradoras y absurdas.

Maurice de Vlaminck - Une rue á Port Marly 1914-16



El narrador escribe frenéticamente volcando sus recuerdos en incontables cuadernos. Intenta desentrañar los misterios de un crimen perpetrado contra la inocencia. Escribe con un sentimiento de culpa, de quien sabe que hubo pasividad cuando no indiferencia por parte de una sociedad ensimismada y rígidamente estructurada. 

Tras el crimen de la pequeña Belle de Jour, el narrador nos da a conocer a las fuerzas vivas del pueblo: el médico, el juez, el fiscal, el militar, el cura, el tabernero y padre de la niña asesinada y a él mismo como policía. Todo ello nos permitirá profundizar en las pequeñas miserias de esta ciudad provinciana, cosa que Claudel hace con gran talento: la arrogancia del juez Mierck, un glotón que en plena escena del crimen insiste a un ayudante para que le traiga unos huevos duros. La soberbia del coronel Matziev, un adonis con galones muy aficionado a derramar sangre. La avaricia del tabernero que se estuvo forrando durante la guerra o la cobardía del alcalde que no se atrevió a exigir una investigación más profunda. Y, sobre todo, la petulancia del fiscal Pierre-Ange Destinat, un hombre adusto e inteligente que podría haber aspirado a un mejor cargo en una ciudad más relevante; pero eligió instalarse en la mansión familiar de las afueras del pueblo. Un hombre intransigente que acostumbra a imponer su opinión.
"Destinat nunca procesó a un criminal de carne y hueso; defendía una idea, simplemente una idea: su propia idea del bien y del mal."
El autor retrata una sociedad adormecida y clasista que será capaz de tapar el crimen achacándolo al primer desertor que pasa por el pueblo. En la confusión de la guerra nada es más fácil que encontrar un chivo expiatorio. Las escenas de tortura del pobre soldado para que confiese son espeluznantes. La actuación del juez y del coronel repugnante. Incluso ante el cadáver de la niña parece que se alegran porque el crimen les ofrece la posibilidad de ejercer su poder. Mientras esperan la confesión del soldado se deleitan en su mesa bien servida y se  jactan de que todo sigue el curso debido. 
Honoré Daumier - Dos abogados

La sentencia está decidida a pesar de contar con una testigo que contradice su versión; la cual es descalificada simplemente por tratarse de una pordiosera. Las cosas son de una manera, tienen un orden y su color es el gris. Todas estas figuras aparecen anestesiadas por su propio ego y ruindad y, sin duda, representan esa grisura a la que alude el título: Almas grises llenas de prejuicios, ajenas a la piedad, indiferentes al crimen y la injusticia, tal y como le dice la vieja Joséphine al narrador:

"-Cabrones, santos..., yo no he conocido a ninguno -dijo Joséphine encogiéndose de hombros-. Las cosas no son blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas... pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros.  

El gris define todos los elementos de la historia. Es el color de la mediocridad y la cobardía.  
"En vista de lo que hizo, lo cual me dispongo a contar, a Matziev habría que encuadrarlo sin vacilar en la categoría de los cabrones, la más numerosa del mundo, la que se reproduce y medra con más facilidad, junto con la de los hipócritas".
El libro está impregnado de grisuras morales, pero también de tragedias particulares que están narradas de forma conmovedora. Una de ellas es la del narrador, que poco a poco va ganando espacio en el libro merced a la carga que soporta de dolor y culpabilidad. El examen de conciencia que lleva a cabo es punzante y muy convincente. Claudel narra con naturalidad y emoción, pero sin caer en lo sentimental; sabe ponernos en situación para entender el dolor, la injusticia o la pérdida como se demuestra en escenas tan palpitantes como cuando descubre el diario de la maestra asesinada, que le aporta la clave definitiva, o cuando rememora la muerte de su esposa Clémence; una tragedia que devastó su vida.   
"Yo también habría matado para que Clémence siguiera con vida. y también odiaba a los vivos. Y apuesto a que al Fiscal le ocurría lo mismo. Apuesto a que la vida le parecía un escupitajo lanzado a su cara."

obra de Rodin

La escritura de Claudel es sobria y de cadencia clásica. Las reflexiones que intercala sobre la Historia o la memoria son pertinentes, lo mismo que los meandros que recorre la trama para caracterizar con profundidad a cada personaje, aunque sea secundario.  Como la tía de Belle de Jour que murió a las pocas semanas del asesinato de su ahijada, o el soldado manco con el coincide el narrador en el hospital, mientras espera noticias de su mujer desangrada por un mal parto.
"Recuerdo que decía estar muy contento de haber perdido un brazo, y encima el izquierdo, una auténtica suerte, teniendo en cuenta que él era diestro. En seis días estaría en casa, y para siempre. Lejos de aquella guerra de cornudos, como la llamaba. Un brazo perdido, una vida ganada. Años de vida. lo repetía constantemente, enseñanza el brazo invisible. Incluso le había puesto un nombre: Zángano. Y le hablaba sin cesar, lo ponía por testigo, lo reñía, lo pinchaba. la felicidad depende de muy poco. A veces pende de un hilo, a veces, de un brazo. La guerra es el mundo al revés: consigue convertir a un mutilado en el hombre más feliz de la tierra. Aquél se llamaba León Castrie. Era de Morvan."
También aparece una reflexión que Claudel incluye en otras novelas (como El Informe de Brodeck) sobre la relación entre la “gran” Historia y los destinos particulares, así como sobre el papel que juega en nuestra vidas el testimonio y la memoria. 
"toda mi vida se resume en ese diálogo con unos cuantos muertos."
Precisamente los engranajes de la memoria son los que aportan a esta novela una estructura aparentemente caótica que, como un puzzle se va armando según la catarata de recuerdos va superponiendo nuevas revelaciones hasta iluminar su desolador final. 
Muy buena.






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Philippe Claudel
Nació en Nancy, Francia, en 1962. Es escritor y cineasta. Además de dar clases en liceos y en la Universidad de Nancy II (como profesor de Antropología Cultural y Literatura), dedicó su tiempo libre a enseñar a niños discapacitados y a presos.
Claudel construye relatos perturbadores y profundamente emotivos. Sus historias visitan las esquinas más sombrías del ser humano sin obviar los mecanismos que rigen las emociones de sus personajes. Publicó su primer libro, Meuse l’oubli, cuando tenía treinta y siete años.
Sus obras más destacables son (todas publicadas en Salamandra):
👉Almas grises con el que obtuvo el Premio Renaudot en el año 2003.
👉 Un año más tarde repitió éxito y premio con La nieta del señor Linh: Tras un penoso viaje en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. Lo ha perdido todo menos a su nieta Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce”. Instalado en un piso de acogida conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse.
👉En 2007 ganó el Premio Goncourt des Lycéens por El informe de Brodeck: Apenas ha transcurrido un año desde el final de la guerra cuando una muerte rompe la tranquilidad de un pequeño pueblo perdido en las montañas. El único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer —el Otro, en alemán—, ha sido asesinado y todos los hombres de la localidad se confiesan autores del crimen. Todos menos Brodeck, quien recibe el encargo de redactar un informe sobre lo sucedido «para que quienes lo lean puedan comprender y perdonar»
👉Con El Archipiélago del Perro demostró su maestría al combinar elementos del género negro y la tragedia clásica. En esta ocasión, un hecho extraordinario sacude la monótona existencia de una pequeña comunidad, obligándola a poner de manifiesto su auténtico carácter, su egoísmo y estrechez de miras.
Situado en el Mediterráneo menos turístico, el archipiélago  es un enclave aislado del mundo donde los habitantes subsisten gracias a la pesca y la agricultura. Pero, de pronto, un consorcio internacional planea construir allí un complejo termal con el que todos confían enriquecerse. Sin embargo, un lunes de septiembre, el mar arroja a la orilla los cadáveres de tres jóvenes negros, un suceso que desencadena un agrio debate entre las personas con mando y poder en la isla, que discuten acaloradamente si dar una sepultura digna a los cuerpos u ocultarlos para evitar el escándalo. Una porfía que irá enconándose hasta romper el sosiego colectivo y transformar a esta pacífica gente en una turbamulta descontrolada capaz de provocar su propia aniquilación.
👉En Aromas reunió una colección de textos breves referidos a momentos rescatados de su memoria por el poder evocativo de los aromas que los acompañaron.
👉En 2022 vio la luz Inhumanos, un volumen de cuentos que presenta un catálogo de maldades atravesadas por un afilado humor negro y una profunda crítica social.

sábado, 1 de octubre de 2022

EL GABINETE de un AFICIONADO - de Georges Perec


El gabinete de un aficionado: Historia de un cuadro (Un cabinet d'amateur: histoire d'un tableau, 1979) es la última novela publicada en vida del escritor francés, y si tenemos en cuenta que todo el libro gira alrededor de un sólo cuadro, pero en el que están implicados numerosos artistas, expertos en arte, casas de subastas y varias docenas de cuadros cuyas referencias se cruzan e inventarían mientras aparecen y desaparecen a lo largo del río de la Historia; podemos pensar que Perec ha creado todo un aleph, ese objeto minúsculo que nos descubrió Borges, en el cual cabía todo el universo.

Y no es descabellado decirlo porque, además, el cuadro de marras es un pozo vertiginoso que se vuelve sobre sí mismo engulléndose y multiplicándose hasta la extenuación.

El cuadro en cuestión es "El Gabinete de un Aficionado" y sigue la tradición de los kunstkamer o gabinetes -nacida en Amberes en el siglo XVI- de retratar a un coleccionista en su pinacoteca particular, subrayando el hecho de quien es el propietario y cuales son sus renombradas posesiones.



El libro relata la historia de este cuadro pintado por Heinrich Kürz por encargo del magnate cervecero Hermann Raffke, radicado en Estados Unidos. La colección de este ilustre personaje era legendaria y de ahí la expectación que produjo su exposición al público en Pittsburgh, en 1913. Pero a pesar de que Raffke había reunido un colección de obras que era en sí misma una verdadera historia de la pintura, «de Pisanello a Turner, de Cranach a Corot, y de Rubens a Cézanne»; la curiosidad del publico enseguida se centró en el cuadro de Kürz donde se ve al coleccionista Raffke sentado en su gabinete deleitándose en la contemplación de sus pinturas. Lo sorprendente es que en el centro del lienzo aparece reproducido el propio cuadro como parte de la colección, con el magnate de nuevo mirando su colección de cuadros reproducida nuevamente con precisión y así sucesivamente: el cuadro incluyéndose a sí mismo y a su espectador hasta provocar una vertiginosa mise en abyme que concluye con el cuadro representado con unas ínfimas pinceladas. 
"...por el juego de estos reflejos sucesivos, y por el encanto casi mágico que operan estas repeticiones cada vez más minúsculas, es una obra que se mece en un universo propiamente onírico, donde su poder de seducción se amplía al infinito, y donde la precisión exacerbada de la materia pictórica, lejos de ser su propio fin, desemboca pronto en la Espiritualidad vertiginosa del Eterno Retorno".
Además la obra guarda otra maravillosa sorpresa en el resto de pinturas reproducidas dentro del cuadro, ya que nunca se replican exactamente sino que van sufriendo transformaciones inauditas en cada reducción. Los cambios afectan a detalles ínfimos como cuando dos hileras de perlas se convierten posteriormente en tres o cuando tres hombres que caminan por un sendero pasan de estar obesos a una delgadez inquietante. Pero también se producen cambios más significativos como cuando una plaza inicialmente vacía se muestra a continuación poblada de máscaras; o cuando un boxeador aparece erguido frente a su contrincante en la primera copia, recibe un terrible uppercut en la segunda y yace derribado en la lona en la siguiente. 
obra de Klimet Nikolayevich Redko

Estas dos circunstancias -el cuadro conteniéndose a sí mismo repetidamente y los sucesivos cambios en las reproducciones-  bastan para provocar toda una catarata de reflexiones y debates en torno al arte y la representación, sin olvidar su inflamable mercadotecnia o la hermética jerga de la crítica académica. Con todo ello juega maliciosamente Perec. Para no alargarnos en exceso apuntaré sólo algunas.

Sin duda uno de los aspectos más fascinantes es el del punto de vista que delata el cuadro. Podemos imaginarnos al artista pintando el cuadro que presenta a su mecenas contemplando la colección de sus cuadros, entre los cuales hay uno que reproduce la escena donde el coleccionista se puede ver a sí mismo contemplando su colección, el cual incluye el cuadro... logrando así un «trabajo de espejo al infinito donde, como en Las Meninas o en el Autorretrato de Rigaud conservado en el museo de Perpignan, el mirado y el que mira no cesan de enfrentarse y confundirse».

También podemos detenernos en el viejo problema de reproducir las reproducciones o del cuadro dentro del cuadro. Recordemos que la teoría platónica nos dice que el arte es el artífice de un engaño, en tanto que solamente llega a ser la copia de un mundo que por sí mismo es simulación de otro universo, el de las ideas.


Este efecto de reflejo y reflexión se subraya al incluir la narración un resumen del artículo "Art and Reflection", que el crítico Lester K. Nowak publicó con motivo de la exposición. En él se señala que "toda obra es el espejo de otra obra", ya que la mayoría de los cuadros sólo adquieren su verdadero significado en función de obras anteriores cuyas trazas podemos descubrir aunque sea parcialmente o encriptadas. También concluía que  respecto a El gabinete de un aficionado "no había que engañarse: esta obra era una imagen de la muerte del arte, una reflexión especular sobre este mundo condenado a la repetición infinita de sus propios modelos”. Efectivamente el arte moderno ha venido reflexionando profundamente sobre la naturaleza y la historia del Arte, así como sobre el rol del artista en la era de la imagen, la fotografía y la reproducción mecánica. Recordemos que en 1979, cuando salió este libro, ya eran famosas las series de Wharhol, autor que hizo de la serigrafía su herramienta pictórica, poniendo en cuestión tanto la autenticidad última de la obra como el papel del artista en la ejecución de la misma. 

Esta reflexión sobre la situación del pintor también la podemos apreciar en "El gabinete de un aficionado". Notemos que Heinrich Kürz representa en el cen­tro de la tela el propio cuadro que se le ha encargado: como si el artista, a la hora de pintar un cuadro de encargo que re­presenta una colección de cuadros, estuviera viendo el cuadro que estaba pintando, a la vez principio y fin, cuadro dentro del cua­dro que incluye tanto al autor como al patrocinador y al observador.

Además descubrimos que el cuadro no sólo revela una perspectiva espacial que se multiplica y reproduce, sino también una perspectiva temporal como se aprecia en la evolución del boxeador hasta ser noqueado o en la presencia en "El gabinete..." de un cuadro del propio Kürz que no existía más que como proyecto y así aparece en primera instancia, pero que figura posteriormente ya perfectamente acabado, como una anticipación del futuro resultado. 
Giovanni Paolo Panini - "Roma antigua", una de los ´gabinetes de aficionado´ citado en la novela


Otro aspecto que merece la pena subrayar es la propia naturaleza de la novela, una obra corta y de estructura sencilla que se articula como un verdadero collage narrativo donde caben tanto el relato como el ensayo o los catálogos y los recortes de prensa. Tiene una primera parte centrada en el caleidoscópico cuadro del gabinete y su exposición en Pittsburgh. Posteriormente muere el magnate Raffke y se relatan las dos subastas en las que se vende su colección de pinturas. La segunda parte de la novela la constituyen los resúmenes de dos libros que aparecen tras la muerte de Raffke; "obras que aportaban sobre la colección del cervecero un número considerable de informaciones nuevas, algunas de las cuales constituían además, en lo que respecta al mundo de la pintura y del mercado de la pintura, auténticas revoluciones."

La primera es una autobiografía de Hermann Raffke escrita por dos de sus hijos a partir de notas y cuadernos personales encontrados después de su muerte. La segunda, publicada en 1923 en las Prensas Universitarias de Bennington, es una tesis consagrada a la obra de Kürz: Heinrich Kürz, an american Artist, 1884-1914. Su autor no era otro que el crítico Lester Nowak, que había conocido a Kürz tiempo atrás y se habían hecho amigos. Tras la brutal desaparición del pintor en un accidente ferroviario su hermana pidió a Nowak que "le ayudara a clasificar las innumerables notas, esbozos, borradores y estudios preparatorios que había encontrado en su estudio, y a redactar un catálogo razonado. Este catálogo, acompañado de un aparato crítico considerable, constituye lo esencial de la tesis". Finalmente y como preparación para el sorpresivo final, se repasa la segunda subasta de los cuadros de Raffke dando cuenta detallada de cada uno de los treinta y nueve cuadros vendidos por cifras récord para la época; describiendo el cuadro con su procedencia, técnica y escuela de adscripción, así como el precio conseguido y la entidad compradora. 
40 000 $: François Boucher: El enigma (este cuadro, ejecutado, según se dice, a petición de Catalina II, muestra a tres niñas vestidas «a la moscovita» formando un corro alrededor de un joven. Su título, indicado por el propio pintor, nunca ha sido explicitado de una manera satisfactoria. En El gabinete de un aficionado, Kürz ha tratado este «enigma» de un modo muy particular. La primera copia reproduce muy estrictamente el modelo, salvo que el joven es aquí un esqueleto armado con una hoz. En la segunda copia, el mismo decorado acoge no ya a tres niños, sino a siete, los siete nietos de Hermann Raffke; la tercera copia representa a su vez otro cuadro de Boucher, La fiesta campestre, una pastoral donde diecisiete bailarines, bailarinas y músicos se mueven en un decorado de rocalla y vegetación forestal: una arpista junto a una fuente cuyo pilón es como una concha gigantesca de tipo bautismal y la boca una cabeza de león, tres bailarinas formando un corro, un flautista y dos chicas jóvenes medio disimuladas entre el follaje, siete bailarines y bailarinas formando un vasto arco de círculo, y entre ellos una pareja de chicas asiéndose por la cintura, un violinista malo, y una chica joven en una gruta escuchando a un guitarrista sentado a sus pies. Es una de las escasas obras que Hermann Raffke no pudo comprar: anunciada en la Subasta Meyrat-Jasse, fue vendida amigablemente por los herederos al marqués de Pibolin, y retirada de las subastas).
Como se ve en esta descripción de la estructura del libro, todo él es un juego de referencias y autorreferencias cruzadas en el que la narración (forma) replica el contenido (fondo).  Para conseguirlo las técnicas narrativas que incluye son numerosas, a pesar de su exiguo número de páginas: narración, artículo periodístico, reseñas, ensayo, biografía, historia y crítica de arte acompañan a un número no escaso de páginas redactadas como un auténtico catálogo de subasta con la descripción de cada cuadro. Estos listado de cuadros no son los únicos. También hay un listado de los expertos en arte que fueron asesorando a Raffke en cada una de sus compras, detallando sus opiniones así como sus historias profesionales. 

Es conocido que a Perec no sólo le encantaban los juegos y las invenciones, sino también los listados. Uno de sus admiradores más conspicuos, el escritor Vila-Matas observó que 
"El mundo de Perec se resume en una página de sus Tentativas de agotar un lugar parisino: él, sentado en un café de la plaza de Saint-Sulpice, se dispone a inventariar todo lo que ve allí (es decir, se prepara para agotar todo aquello que tiene delante, o al lado, en cualquier parte) y nos previene de que no está interesado en las estatuas de los cuatro grandes oradores cristianos de la plaza (Bossuet, Fénelon, Fléchier y Massillon) porque ya han sido suficientemente registradas y fotografiadas; quiere, en cambio, ocuparse de “lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes”.
De modo que, visto el tema del libro, no podría faltar el listado de los más célebres "gabinetes de aficionado" que ilustran la Historia del Arte; entre los que se cita a la serie de los cinco sentidos de Jan Brueghel el viejo; las Galerías archiducales de Leopoldo-Guillermo, pintadas por David Teniers el Joven o las Galerías de pinturas de Gian Paolo Pannini. Todo ello sin olvidar La galería de Cornélius van der Geest, de Willem van Haecht (1628), obra que inspiró a Perec y que reproduzco aquí abajo.


Todas estas técnicas narrativas conforman un pastiche o collage en sí mismo (lo cual no hace sino subrayar la naturaleza pictórica del libro) que primero sorprende al lector y luego le obliga a buscar un sentido o coherencia al conjunto, dado que su objetivo se le escapa entre las manos. Efectivamente al lector le toca asimilar tanto la jerga de la crítica de arte como las mil historias que acompañan a cada cuadro respecto a su composición y procedencia; sin olvidar las sospechas que nos asaltan continuamente sobre cuantos de todos estos cuadros, con sus abrumadores datos históricos y artísticos, son verdad o invención. Puro Territorio Perec.

A pesar de que el autor concibió este libro "por el mero placer, y el mero estremecimiento, de la simulación"; no todo es invención y divertimento. Aquí encontramos una profunda reflexión sobre el arte, muy acorde con su punto de vista narrativo, que afecta no sólo al arte de representar la realidad y quien la observa, sino también a cómo esta representación se acerca a la verdad o a su prestigio. Todo ello sin olvidar el varapalo que este gigantesco artificio da a la crítica académica del arte y a su desmedido mercantilismo.

Finalmente destacaré que no sólo el cuadro protagonista del libro es un juego de espejos, sino que en toda la novela se multiplican estos efectos de reflexión, como la propia sala de la Exposición en Pittsburgh que "se había arreglado para reproducir lo más fielmente posible el gabinete de Hermann Raffke", de modo que la sala donde se exponía el cuadro reproducía en sus paredes el propio gabinete con todos los cuadros en el mismo orden. Del mismo modo, tras su muerte, Raffke fue enterrado tal como él mismo dispuso en una cueva que reproducía su gabinete de aficionado: el cadáver fue embalsamado y colocado en el mismo sillón en el que había posado y ante él colgaban sus telas favoritas con la misma disposición que en el cuadro. 

Como conclusión cabría exponer el juego de espejos que se establece entre Hermann Raffke, su sobrino Herbert Raffke y el pintor Heinrich Kürz que determina el asombroso final de la novela; pero dejaremos que esta cuestión la elucide el lector de esta obra fascinante. 







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George Perec (París, 1936 - Ivry-sur-Seine, 1982), nació en una familia judía, su padre murió durante la II Guerra Mundial y su madre en un campo de concentración. Él fue adoptado por sus tíos y su nombre cambió de Peretz a Perec. En 1965 publicó Las cosas, obteniendo el premio Renaudot. Con La vida, instrucciones de uso (1978) obtuvo el premio Médicis y consagró una forma de hacer literatura absolutamente personal. Esta novela es un alarde literario en forma de puzzle en la que articula una prodigiosa concatenación de existencias sin eludir los objetos y lo efímero. Perteneció al grupo Oulipo («Ouvroir de littérature potentielle», "Taller de literatura potencial") fundado por Raymond Queneau.
Perec elaboró abundantes juegos de palabras, lipogramas, anagramas y puzles. Es el autor del palíndromo más largo escrito en francés, una frase capicúa de más de 5.000 caracteres. Le gustaba catalogar y hacer listas con las que inventariar la efímera realidad como demostró en "Tentativa de agotar un lugar parisino". También poner retos a su impetuosa invención como hizo en "La desaparición", novela en la que no aparece la letra "e".

martes, 14 de junio de 2022

LOS DIOSES tienen SED - de Anatole France




Anatole France fue un gran humanista y nadie mejor que él para guiarnos por los procelosos ríos de sangre que provocó el Terror en la Revolución francesa. France nos mete en el mismo corazón de esa época funesta a través de la historia de Evariste Gamelin, un modesto y honrado pintor que quedó atrapado en su idealismo revolucionario hasta acabar convertido en un monstruo sanguinario. Lo que demuestra que los más hermosos ideales llevados al extremo del fanatismo pueden convertir a un hombre en un despiadado asesino.

El Terror fue un período breve pero letal que comenzó en septiembre de 1793 con la promulgación de la Ley de Sospechosos y continuó hasta la caída de Robespierre a finales de julio del año siguiente. Después de cuatro años de Revolución el pueblo estaba hambriento y desesperado. Además existía un punto de enajenación basada en el miedo y la sospecha de traición mientras una corriente realista provocaba un levantamiento en La Vendée y Francia batallaba contra las Monarquías europeas reunidas en la Primera Coalición. Ante hechos tan amenazantes la Convención formó el Comité de Salvación Pública, un ejecutivo integrado por doce hombres prominentes dotado con poderes especiales para someter de forma expeditiva a los enemigos, genuinos o pretendidos, de la Revolución.


Danton y Marat fueron elegidos para integrar el Comité, pero tras el asesinato de este último, Robespierre accedió al mismo no tardando en deshacerse de los moderados girondinos. En París había una especie de histeria paranoica que atribuía el hambre y las penurias a subterfugios y conspiraciones contrarrevolucionarios, por lo que se exigía tomar medidas. Para atajar la crisis Robespierre impulsó una serie de medidas extremas cuyo culmen fue la Ley de Sospechosos, una legislación que permitía reprimir directamente toda sospecha de reacción contrarrevolucionaria como acaparar grano, albergar sospechosos, evadirse de la levée en masse (servicio militar obligatorio), poseer documentos subversivos o hablar críticamente del gobierno. El Comité de Salvación Pública instauró los Tribunales Revolucionarios que condenaron a miles de personas a morir en la guillotina. Los ciudadanos franceses eran denunciados y sometidos a juicios apresurados, desprovistos de garantías e imparcialidad por "crímenes contra la libertad".
"A los descalabros de los ejércitos, a los motines de provincias, a las conspiraciones, a las intrigas, a las traiciones, la Convención opuso el terror. Los dioses tenían sed." p. 80
Robespierre confiaba en que ajusticiando a cualquier sospechoso el pueblo reafirmaría su confianza en las nuevas leyes y en el modelo de sociedad que se quería instaurar. Convencido de que el fin justifica los medios pensaba que el orden constitucional y democrático al que aspiraba la Revolución bien merecía la purga sangrienta de sus enemigos, fuesen monárquicos, girondinos o moderados. El delirio llegó a tal punto que muchos revolucionarios fueron guillotinados como Danton, amigo y aliado de Robespierre, el cual fue condenado a la guillotina por ser moderado y pedir el exilio para María Antonieta en vez de la guillotina, además de proponer el fin de la Ley Marcial y la restauración de la Constitución. El propio Robespierre, que resumió su postura ante el Comité con un “El terror sin virtud, es desastroso. La virtud sin terror, es incompetente”; fue finalmente condenado a la guillotina por los diputados de la Convención. 

Emmanuel Robespierre















La elocuencia, austeridad e integridad moral de Robespierre le había dotado de un aura de virtud que aglutinó entorno suyo a multitud de seguidores que llegaron a denominarle el Incorruptible. Y lo cierto es que antes de hacerse con el poder en el Comité de Salvación Pública defendió la concesión de los derechos políticos a todos los ciudadanos, el sufragio universal y directo, las libertades de prensa y reunión, la educación gratuita y obligatoria, así como la abolición de la esclavitud y de la pena de muerte.

Efectivamente durante el Terror se promulgaron medidas de justicia social como la abolición de la esclavitud, la fijación de precios máximos y salarios mínimos para atajar la feroz carestía de alimentos o la legalización de requisas y racionamiento de alimentos, así como la escolarización obligatoria y gratuita, además de la imposición de un gravamen a los ciudadanos ricos complementado con un programa de ayuda a los pobres. Pero a la vez se dejó sin efecto la Constitución recientemente aprobada y amplió las competencias del Comité de Salvación Pública, lo que de facto convirtió a Robespierre en un dictador. También e inopinadamente en noviembre de 1793 se condenó el ateísmo y se proclamó el culto al Ser Supremo ¡!.

Robespierre tenía una fe ciega en la Revolución y justificó el Terror como una etapa por la que Francia debía pasar para purificarse y fortalecer sus reformas democráticas. Los diez meses que transcurrieron entre la implantación de la Ley de Sospechosos y el derrocamiento de Robespierre se convirtieron en una auténtica orgía de sangre. 
  
Escena de la Guerra de la Vendée con el líder de la revuelta, Henri de La Rochejaquelein


Este ambiente de incertidumbre suprema donde una sociedad estaba derruyendo sus instituciones, leyes y formas de vida por otras que todavía se estaban definiendo, nos lo hace vivir Anatole France desde dentro, siguiendo a personajes comunes en su peripecia por tiendas, zapaterías, juzgados y calles, lo que dota a la novela de una viveza enorme. Como novela histórica su potencia está en no seguir a los protagonistas políticos de la Revolución Francesa. Marat, Robespierre o María Antonieta sólo son el telón de fondo en que se mueve el verdadero protagonista, el joven Evariste Gamelin, entusiasta seguidor de Robespierre y sus ideas revolucionarias para redimir Francia.

Gamelin es un joven pintor generoso y sensible, al que seguiremos en su ascenso desde el comité del barrio del Pont Neuf hasta el puesto de juez en un Tribunal Revolucionario. A través de su peripecia no sólo veremos en directo la precariedad en que vivían los parisinos o el clima moral de sospecha y amenaza que se percibía en las calles; sino sobre todo su propia evolución moral profundizando en sus ideas revolucionarias hasta convertirse en un juez cruel y sanguinario, capaz de ordenar la ejecución de docenas de personas, incluidos amigos y familiares, antes de acudir él mismo a la cita con la guillotina.

Este recorrido vital es la almendra de la novela, lo que Milan Kundera denomina "el misterio" en su comentario del libro: ¿Qué podría explicar el viraje desde una revolución social y democrática hacia una intolerancia y represión extrema espoleadas desde el nuevo Estado?; ¿Por qué los revolucionarios acabaron matándose entre ellos? y sobre todo ¿Cómo un buen hombre puede llegar a cometer los actos más perversos sin dejar de creerse bueno?. Quizá la clave nos la da el vecino de Gamelin, el viejo publicano Maurice Brotteaux, cuando reflexiona ante quien le consiguió el puesto: "disteis a Gamelin un cargo en la justicia, y como Gamelin es virtuoso, será terrible".
—¡Madre! —dijo Gamelin con el entrecejo fruncido—; la escasez que nos abruma la producen los acaparadores y los agiotistas, que nos condenan a pasar hambre de acuerdo con los enemigos de fuera, para que los ciudadanos odien la República y para destruir la libertad. (...) No hay tiempo que perder; es preciso fijar el precio de la harina y guillotinar a cuantos negocien con los alimentos que necesita el pueblo, a cuantos fomenten la insurrección y a cuantos pacten con las naciones extranjeras. La Convención acaba de establecer un tribunal extraordinario para juzgar a los conspiradores. Está compuesto de patriotas; pero sus miembros ¿tendrán energía bastante para defender la Patria contra todos los enemigos? Confiemos en Robespierre. p. 20
Figura de un sans-culotte pintado por Boilly

El hecho de que los personajes sean comunes y se nos muestre su vida diaria en aquella época convulsa, hace que el relato resulte convincente y estremecedor. Incluso los personajes secundarios tienen un trazo poderoso como la madre de Gamelin, tan llena de sentido común, o la coqueta y sibilina Louise Masché de Rochemaure, hija de un montero del rey, viuda de un magistrado, amiga fiel de Maurice Brotteaux des Ilettes mientras tuvo posición y dinero, urdidora del destino de Gamelin: "Su decidida inclinación hacia los poderosos la condujo fácilmente desde los realistas hasta los girondinos y hasta los exaltados montañeses, mientras un espíritu conciliador, un deseo de conservarlo todo y un afán de intriga la unían aún a los aristócratas y a los contrarrevolucionarios." 

Anatole France (1844-1924) consigue todo esto gracias a un background inestimable: su familia era propietaria de una librería en el 19 del Quai Malaquais donde se vendían libros, panfletos y todo tipo de periódicos editados durante la Revolución con los que el autor alimentó sus primeras lecturas. Además por allí pasaban historiadores y curiosos siendo algunos, incluso, contemporáneos del tormentoso acontecimiento. Sin duda el retrato es más vigoroso y penetrante por concentrar sus hechos en un lapso de tiempo muy corto, entre abril del 93 y julio del 94 en pleno Terror; así como en un territorio muy escueto, un puñado de calles de París donde viven todos los personajes: La plaza Thionville, la calle Honoré y el Pont Neuf.

France pinta la atroz tragedia de aquellos tiempos con trazos difíciles de olvidar, captando las costumbres y la mentalidad de la época a través de personajes que viven, sufren, aman y afrontan un destino incierto. En el libro encontramos un puñado de escenas memorables como los tres juicios en que participa Gamelin en distintos momentos y que ilustran perfectamente su evolución moral. En el primero ejerce el papel de hombre justo que se enfrenta al griterío de la sala exigiendo pruebas y garantías a la hora de juzgar. En los siguientes se conformará con las simples acusaciones y sospechas porque su corazón ya está cegado por el fanatismo: "¿República! Entre tantos enemigos declarados o secretos, ¿cómo te defenderás? ¡Oh, santa guillotina, salva a la Patria...!"; medita en un momento dado. Y en otro: "No más diligencias, no más interrogatorios, no más testigos, no más defensores: el amor a la patria puede suplirlo todo".

Ante su amada Élodie llega a reconocer que es capaz de convertirse en un demonio y renunciar al amor y a la vida por salvar a la República.
—Nada tengo que reprocharme y seguiré mi camino. Provoco el anatema por servir a la Patria; seré para todos un réprobo, y sin poder mostrarme humanitario renuncio para siempre a formar parte de la Humanidad que solicita clemencia y perdón para los traidores. ¿Acaso los traidores tuvieron clemencia? ¿No merecen castigo? Aumenta sin cesar el número de los malvados; el parricidio brota del suelo y se filtra por la frontera: son jóvenes que pudieron alistarse y morir en los campos de batalla; son viejos, niños y mujeres, con máscaras de inocencia, de atractivo, de candor… Y apenas inmolados, se descubren otros y otros… Comprende que mi ansia de justicia me haga renunciar al amor, al goce, a las dulzuras de la vida… ¡y tal vez a la vida!  pág. 201


También hay emoción y amargura en la escena del regreso de Julie, hermana de Gamelin, que ha de suplicar desesperadamente por la vida de su marido, un emigrante retornado que es visto como un traidor. O en la del intento de linchamiento en plena calle de un viejo capuchino, acusado inciertamente por la masa de ladrón: 
El temor que sentía lo hizo sospechoso al populacho, el cual juzgaba culpables a los temerosos de su improvisada justicia, como si la precipitación de los enjuiciamientos no bastase para espantar a los inocentes.
Tanto este anciano fraile como la prostituta Marthe Gorcurt, perseguida por la República por considerar a las libertinas monárquicas y conspiradoras al preferir un ancien regime que les era más lucrativo, serán rescatados y escondidos por el ciudadano Maurice Brotteaux de Ilettes, vecino de portal y amigo de Gamelin, cuya nobleza y liberalidad lo sitúan como su cáustico antagonista:
"(Brotteaux) Deploraba que los jacobinos tratasen de sustituir la religión antigua por otra nueva más nociva: la religión de la Libertad, de la Igualdad, de la República, de la Patria. Seguro de que las religiones en su vigorosa juventud son furiosas, crueles, y que se dulcifican al envejecer, deseaba conservar el catolicismo, que había devorado muchas víctimas en la plenitud de su fuerza, pero que al disminuir su apetito bajo la pesadumbre de los años se contentaba con tres o cuatro asados heréticos en todo un siglo.
Pero la escena alrededor de la que pivota la novela se encuentra en pleno centro del libro, en el capítulo XIII, cuando Gamelin asiste al discurso de Robespierre en el club jacobino de la calle Honoré. La elocuencia y pasión de El Incorruptible llegan a provocar en Gamelin una exaltación fanática de tal calibre que él la identifica con la fe. 
"Gamelin sentía el profundo goce de un creyente que descubre la palabra redentora y la palabra execrable. En lo sucesivo el Tribunal revolucionario —como el eclesiástico de otros tiempos— juzgaría el crimen absoluto y el crimen verbal. Como su espíritu era religioso, aquellas revelaciones produjeron en Évariste un tétrico entusiasmo; se exaltaba y se regocijaba de todo corazón, seguro de que poseía ya un símbolo para diferenciar el crimen de la inocencia. ¡Oh, tesoros de la fe! ¡Cuántas formas tomáis! pág. 126
Gamelin es como un símbolo de la época, uno de esos don nadies que jalean al mesías de turno, cegados por sus ideas y fanatizados hasta la barbarie. Como dice Xavier Roca-Ferrer en el Epílogo, “la historia de Gamelin es muy extrapolable a otras épocas. No todos los estalinistas fueron gente mala, había gente que creía de buena fe en Stalin; no todos los nazis eran sádicos o criminales. En este sentido, Gamelin es un personaje muy ejemplar. La historia esta llena de Gamelin”.



Frente a este personaje tan complejo como funesto encontramos a otro mucho más noble y escéptico, su vecino Brotteaux, amigo de los desgraciados y filósofo epicúreo tan indesmayable que siempre camina con un volumen de Lucrecio en el bolsillo de su vieja casaca. Un buen lenitivo sin duda para soportar los días aciagos que le toca vivir. Los debates que entablan sobre religión, moral o política son de lo más jugoso del libro.

Como se ha podido apreciar en las citas, en el trazo de los caracteres, en la descripción de la vida cotidiana, en la exposición de ideales y tragedias, el estilo de France logra ser profundo, ligero y preciso aderezado con un toque de ironía.  Libro de lectura inestimable, en sus páginas conviven fluidamente la emoción, la lucidez, la piedad y el estremecimiento.

Sumergirme en esta intrarrevolución francesa y además leer el informado Epílogo de Xavier Roca-Ferrer me ha provocado muchas reflexiones. La primera es una paradoja, la que supone que el Siglo de las Luces culmine en una orgía de intolerancia y sangre. La segunda es una sorpresa, el fuerte e insospechado debate deísta que se produjo durante la Revolución y que está muy presente en el discurso de Robespierre que significa la epifanía de Gamelin:
La más importante revelación que le proporcionó la sabiduría de Robespierre se cifraba en los crímenes y los excesos del ateísmo. Gamelin jamás había negado la existencia de Dios; era deísta, creía en una providencia que protege y conduce al hombre; sin embargo, seguro de que sólo vagamente podía concebir al Ser Supremo, y partidario absoluto de la libertad de conciencia, le parecía bien admitir que honradas gentes, inducidas por Lamettrie, por Boulanger, por el barón de Holbach, Lalande, Helvétius y el ciudadano Dupuis, negaran la existencia de Dios a cambio de una moral natural emanada en ellos mismos de los manantiales de justicia y las ordenanzas de una existencia virtuosa. Al verlos injuriados y perseguidos había llegado a simpatizar con los ateos, pero Maximilien le aclaraba las ideas y le abría los ojos; con su elocuencia virtuosa le revelaba la verdadera significación del ateísmo, su naturaleza, sus intenciones y sus efectos; le había probado, además, que semejante doctrina, formada en los salones y en las tertulias de los aristócratas, era la más pérfida invención que los enemigos del pueblo pudieron imaginar para destruirlo y esclavizarlo. Arrancar del corazón de los infelices la consoladora creencia en un Ser providente y remunerador era entregarlos sin guía y sin freno a las pasiones que degradan al hombre y lo convierten en un vil esclavo; era un crimen. Y, en fin, que el epicureísmo monárquico de un Helvétius conducía a la inmoralidad, a la crueldad, a todos los excesos. pág. 127
Louis Léopold Boilly - "Un palco en un día de espectáculo gratuito", 1830





















La tercera, y no menor, es que Marat, Robespierre o Napoleón tengan la consideración de héroes en Francia. Yo tendía a ver a los dos primeros como unos asesinos sanguinarios y a Napoleón como un agresivo conquistador. Pero, según Kundera, en Francia "le Revolución se ha convertido en un hecho sagrado", bendecido en los manuales escolares y discursos oficiales. Tal y como estableció Clemenceau en un discurso de 1891, "la Révolution est un bloc", y como tal incluye el Terror como una característica más de esa ruptura tan valerosa y sacrificada que rompió con el Antiguo Régimen y nos trajo hasta la Edad Contemporánea. 

En este sentido la novela disgustó profundamente a muchos franceses que acusaron a Anatole France de revisionista y mal patriota; lo que le llevó a publicar en el periódico Le Temps una amarga queja: "es ciertamente triste que en 1891 un francés no pueda expresar públicamente su opinión sobre la Ley de los Sospechosos y los procedimientos del Tribunal Revolucionario". A pesar de recibir el premio Nobel y numerosos reconocimientos en Francia, desde el mismo momento de su entierro, la nación entera y su establishment literario se aprestaron a esconderlo en el más oscuro rincón. Breton llegó a escribir: "Con France se va un poco del servilismo humano (...) No le perdonaremos nunca el haber adornado los colores de la Revolución con su inercia sonriente".

Sin embargo, teniendo un padre monárquico, Anatole France fue un convencido republicano que no hizo más que quejarse de que se quisiera imponer a Francia "una Historia de Estado", sin matices ni claroscuros. Esto es lo que consigue esta maravillosa novela, aportar luces y sombras, sin hurtar lo más abyecto al gran debate sobre una época convulsa. Yo creo que, aunque la novela supone una interpretación liberal de la Revolución, cercana a la tradición conservadora, no condena a la Revolución en su conjunto sino al ultra jacobinismo más sangriento causante del Terror. No creo que France quiera ejercer de historiador revisionista, ni condenar una Revolución que acabó con el Antiguo Régimen y consagró la libertad y la igualdad ante la ley como bases del actual Estado de Derecho; sino que, como novelista, se lanzó a imaginar como vivían, amaban, sufrían y morían los hombres de una época tan contradictoria como excitante.









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Anatole François Thibault (16 de abril de 1844, París - 12 de octubre de 1924, Saint-Cyr-sur-Loire), conocido como Anatole France, fue un escritor francés, padre del también escritor Noël France. En 1921 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Ya en su primera novela, El crimen de Silvestre Bonnard,1881, se aprecia su destreza estilística compuesta por un estilo clásico acompañado de sutil y mordaz ironía y de genuina compasión, características que se aprecian en toda su posterior producción. France produjo muchas novelas, obras de teatro, poemas y ensayos de crítica y filosofía. 
Además de la presente novela hay que destacar dos excelentes novelas alegóricas: La isla de los pingüinos, 1880 y La revolución de los ángeles, 1914, ya comentada en este blog.
Tanto en su vida como en sus obras, Anatole France demostró una arraigada conciencia social. Defendió los derechos civiles, la educación popular y los derechos de los trabajadores a la vez que satirizó los abusos políticos y sociales de su época. Apoyó a Émile Zola en el caso Dreyfus; al día siguiente de la publicación del Yo acuso firmó la petición que pedía la revisión del proceso. Devolvió su Legión de Honor cuando le fue retirada a Zola. Participó en la fundación de la Liga de los Derechos del Hombre. También se comprometió en las causas de la separación de la Iglesia y el Estado, de los derechos sindicales y contra los presidios militares. Fue colaborador del diario L'Humanité, y tomó partido en 1919 contra el Tratado de Versailles (El 22 de julio de 1919 escribió un artículo en el diario L´Humanité titulado ´Contra una paz injusta´). 
El título Los dioses tienen sed lo tomó de un artículo de Camille Desmoulins dirigido contra el enragé Hébert y se refiere a un templo construido con los huesos de tres mil hombres que, a lo que parece, Moctezuma mostró a los conquistadores españoles. Lo curioso del caso es que mientras Desmoulins estaba corrigiendo el artículo en cuestión, fue detenido por orden de el Incorruptible para ser guillotinado con Danton por "moderado".