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sábado, 28 de junio de 2025

LA AGONÍA del ASESINO - de James Sallis


Empecemos por lo más obvio para quien haya leído a este autor. James Sallis emplea las convenciones habituales del género negro para bucear inmisericorde en los problemas emocionales y vitales de sus personajes; habitualmente aquejados por el dolor, la pérdida o la desesperación. En esta novela en concreto -una de las mejores- la acción apenas tiene importancia, en cambio Sallis nos hace ver -y sentir- la vida de sus tres protagonistas desde su mismísimo centro de gravedad. Aunque por supuesto hay un misterio que investigar resuelto con un giro hábil e inesperado... pero esta es la menor de las satisfacciones que ofrece este autor.

Poeta, cuentista, periodista y novelista, la gran creación de Sallis es su detective Lew Griffin, protagonista de 6 novelas. Un tipo introspectivo, de raza negra, que habitualmente husmea por los bajos fondos de Nueva Orleans y que, con el paso del tiempo y de las novelas, llegará a ser profesor de Universidad y escritor. Pero en esta novela precisamente Sallis se desmarca de esa fascinante y corrupta ciudad de Luisiana para trasladar la acción a Phoenix, Arizona. Al concluir la lectura parece claro que al novelista no le interesaba tanto desarrollar el personaje de la ciudad -aquí un escenario desdibujado- como el de sus devastados personajes. El resultado es muy sugerente, atípico y un tanto onírico ya que utiliza tres voces narrativas para implicarnos en cada una de estas vidas que corren paralelas y solitarias aunque extrañamente interconectadas. Todo un reto y un triunfo de este gran narrador.





Por un lado tenemos al asesino a sueldo que da título a la novela, un hombre sin nombre que se acerca al final de su vida (resistiendo a base de medicamentos) y que afronta su último trabajo. Por otro está Sayles, un policía cínico y harto de todo cuya desoladora vida familiar incluye a una esposa enferma terminal que huye del hogar para ahorrarle al marido el sufrimiento de su lenta agonía. Finalmente está Jimmie, un adolescente que ha sido abandonado por sus padres y ha tenido que aprender a valerse por sí mismo. Ahora sobrevive comprando y vendiendo artículos inusuales por eBay mientras se consuela leyendo novelas a los ancianos de un asilo.

Tres personajes afligidos y desarraigados que afrontan su destino en rigurosa soledad. En algún lugar leí una entrevista en la que el autor explicaba que “el libro trata sobre personas aisladas, ya sea por razones personales, familiares o sociales, lo que sea, pero aisladas de la sociedad". Se puede decir que este es el sentimiento que permea toda la novela y que una ciudad como Phoenix, situada en pleno desierto, resalta todavía más. Los tres protagonistas son almas perdidas que se enfrentan a la conmoción que les provoca sus propias vidas. Lo impresionante es el modo en que Sallis logra narrarlo todo desde el interior de cada uno de ellos con autenticidad, dándonos a conocer sus dudas, recuerdos y temores. 



El asunto empieza con sorpresa ya que cuando el asesino se apresta a ejecutar su encargo otro sicario se le adelanta, lo que hace que se proponga identificarlo y cazarlo; aunque el tiempo apremia ya que no le resta mucho. Lo que no sabe es que el detective Dale Sayles les comienza a seguir la pista tras el tiroteo. Por su parte el joven Jimmie de pronto ha empezado a sufrir unas aterradoras pesadillas que -asombrosamente- comparte con el asesino.

La interconexión de estos tres personajes es uno de los asuntos que me causaron mayor perplejidad. No sólo porque Jimmie tenga los mismos sueños que el asesino, sino también porque los libros que lee a los ancianos reflejan por momentos asuntos de la trama e incluso un programa de televisión recordado por el asesino nos transmite un mensaje relacionado tan sutil como poderoso. Hay otro aspecto, también inmaterial, que sirve para ahondar el misterio de este vínculo entre los personajes, los comentarios de El Viajero en su blog. Jimmie lo visita a menudo encontrando allí sorprendentes presagios. 
"Los comentarios de El Viajero habían empezado a aparecer cinco años atrás. Al principio parecía tratarse de un blog más: asuntos de actualidad, abastecimiento de petróleo, inmigración, política exterior. Nada de chismorreo del mundo del espectáculo, ni de opiniones personales ni de todo ese parloteo político que inundan la mayoría de los blogs. De hecho, no se hablaba gran cosa de personas, solo de hechos. Jimmie había consultado los archivos, siguiendo la pista hacia atrás.
Y de repente, cosas de las que El Viajero había hablado hipotéticamente —escasez de gas, una debacle electoral, una inundación en el Medio Oeste— sucedieron realmente."


La novela deja intuir una especie de inconsciente colectivo o espacio onírico donde las vidas de sus protagonistas llegan a superponerse y entrecruzarse. Esto se ve favorecido por la forma de narrar de Sallis, llena de saltos narrativos donde se acumulan anécdotas, recuerdos y pensamientos sin respetar la linealidad de las historias. Lo cual se corresponde con la forma que adopta el relato, donde las tres voces se multiplican en capítulos cortos, intensos y muy vívidos.
"Regresó a sus sitios favoritos para leer de nuevo aquel comentario añadido a la última entrada de El Viajero. ¿Era auténtico? ¿Era un timo? ¿Qué decía? Mejor dicho, ¿qué decía en realidad? Se puso a leerlo una y otra vez.
Mi estancia aquí ha sido muy breve. Al final he visto muy poco de vuestro mundo y he comprendido aún menos.
Nunca olvidéis que el vuestro es un mundo de gran belleza: las nubes, los árboles, el agua que corre, la caricia del viento. Pero muchos de vosotros no vivís en él; solo estáis de visita y preferís vivir en un mundo de palabras, de teorías."
Esa noche, pensando en el texto de El Viajero, recordó lo que había sentido por la tarde, montado en su bicicleta, lo solo que había estado atravesando el mundo."
La historia de estos tres perdedores marcados por la violencia y el desconcierto resulta inquietante y su desarrollo tiene un fuerte poso psicológico que lleva al lector hasta el borde del abismo. Más que de la investigación de un crimen, esta potente y desgarradora novela trata del misterio y el azar que rige nuestras vidas, así como de los abismos de soledad y desesperación a los que fatalmente nos enfrentamos.
"Salió del baño como de una cueva, parpadeando; al otro lado de la ventana, la luz del día empezaba a dar señales de vida. Vio un autobús deshaciéndose del último cargamento humano de la noche, que emprendió el regreso al hogar, sustituido por los que ahora empezaban su jornada: se preguntó cuántos de ellos estarían pensando en su existencia, en dónde terminarían, en dónde habían empezado, en las curvas de sus respectivos caminos, en el banal misterio de sus desgraciadas vidas."
A pesar de que la novela explora un territorio emocional devastador, su estilo siempre es sobrio y elocuente, como corresponde a un clásico del género negro. En una página se nos refiere lo que un usuario escribió en el blog de El Viajero: "La verdad es algo que únicamente atisbas con el rabillo del ojo; mírala de frente y desaparecerá." Esta es una sentencia que  la novela no acata.



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Otra de Lew Griffin en este blog.

lunes, 12 de mayo de 2025

HUÉRFANOS de BROOKLYN - de J. Lethem



Podríamos considerar este libro como una versión moderna de la novela negra más clásica. Al fin y al cabo tenemos una trama de corrupción, sicarios, una femme fatale y un detective pequeño investigando un asunto que se va haciendo cada vez más grande hasta conducirle a la cúspide del crimen organizado y corporativo de una ciudad. También es una pesquisa que no busca más rentabilidad que el deber; ya que el  detective se considera obligado a indagar sobre la muerte de un amigo recién asesinado. El círculo se estrecha si digo que Lethem cita en su novela a El halcón maltés de Dashiell Hammett y a El sueño eterno de Raymond Chandler.

Aunque hay que decir que el detective narrador no es el clásico. No tiene el glamour de un tipo duro que suelta frases cínicas y arrasa con las mujeres. Tampoco lleva gabardina, ni es un empedernido borracho. Lionel Essrog es uno de los detectives privados más insólitos de la novela negra porque padece el síndrome de Tourette; lo que le hace soltar "palabros", insultos e inconveniencias en los momentos más inoportunos. También besa a la gente o les toca el hombro compulsivamente y se obsesiona con el número seis. Todo un bicho raro al que su jefe no dudaba en llamar "engendro". Él mismo tiene claro en qué lo convierte su trastorno, "un charlatán de feria, un subastador, un artista de performance del centro, un hablante ambiguo, un senador ebrio de filibusterismo». Pero que nadie se llame a engaño, Essrog tiene una mente despierta, una memoria de elefante y su enfermedad le regala una ventaja para interpretar el lenguaje verbal y corporal de la gente. Su necesidad obsesiva de encontrar patrones se convierte en un activo para desentrañar la muerte de su amigo y jefe Frank Minna. 
 


Como muchos libros del género, este comienza con la muerte de un detective por meter las narices donde no le llaman. El cadáver de Frank Minna aparece entre la basura y la agencia de detectives que dirige queda paralizada. Allí trabaja Essrog y otros tres compañeros. Ellos son los Hombres Minna, cuatro huérfanos adolescentes a quienes Minna rescató del hospicio St. Vincent para trabajar en principio en su empresa de mudanzas (presuntamente de objetos robados). Pero los chanchullos de Minna le llevan a tener que salir por piernas cuando un día le destrozaron la furgoneta. Cuando reaparece un par de años más tarde es para reconvertir su empresa en una agencia de detectives en la que los cuatro huérfanos hacen de todo sin preguntar nada.
"Los hombres Minna conducen coches. Los hombres Minna escuchan las líneas grabadas. Los hombres Minna se quedan detrás de Minna, con las manos en los bolsillos, con aspecto amenazador. Los hombres Minna llevan dinero. Los hombres Minna recogen paquetes. Los hombres Minna siguen instrucciones...".
Essrog se lo debe todo a Minna y está dispuesto a tirar del hilo para saber en qué estaba metido y quién le mató. Pero la compleja red de turbios negocios que tejió su jefe no se lo va a poner fácil.

Lionel no es el único personaje que delata una visión moderna de la trama detectivesca; también hay una malvada corporación japonesa, unos monjes budistas que actúan como matones de la mafia y un omnipresente gigantón polaco devorador de kumquats. Todo ello sin contar con un personaje que lo permea todo, el propio barrio de Brooklyn.
"La calle Court de Minna era el viejo Brooklyn, una superficie plácida e intemporal, llena de conversaciones, tratos e insultos casuales, una maquinaria política de barrio con dueños de pizzerías y carnicerías y reglas no escritas por doquier. Todo era palabrería excepto lo que más importaba: los acuerdos tácitos."


Las primeras indagaciones de Lionel pronto le revelarán que Frank no era un gánster de poca monta como parecía, sino un verdadero tiburón que se movía en lo más profundo de los bajos fondos de Brooklyn. La lista de sospechosos es larga y empieza por lo más cercano, la mujer de Frank, llena de indiferencia ante la muerte de su esposo; y su hermano Gerald, con quien mantenía una relación muy turbulenta. Todo eso sin olvidarse de un par de ancianos italianos llamados Matricardi y Rockaforte que parecen los verdaderos capos tras la fachada de Minna.

A medida que Lionel se adentra en los secretos de Minna tanto las preguntas como los peligros se multiplican. ¿Por qué Frank se construyó una habitación secreta y qué significan esos archivos con proyectos de construcción y transacciones bancarias crípticas? ¿Por qué, al enfrentarse a Matricardi y Rockaforte, esos mafiosos vejestorios aprueban su búsqueda pero sugieren que lo primero es encontrar a la esposa fugitiva, Julia Minna? ¿Quién es el misterioso Roshi, un maestro zen estadounidense con quien Minna pasó su última noche? ¿Por qué insistió Minna en que le telegrafiaran para esa reunión? ¿Y qué papel desempeña en este asunto un grupo de monjes japoneses de la Corporación Fujisaki?

Lionel acabará percatándose de que cuanto más profundiza, la conspiración se muestra más amplia, hasta que una enigmática llamada de pronto le coloca en el camino correcto; el que le conduce a una conspiración al más alto nivel del crimen organizado, la corrupción política y la lucha por el poder.



Sin abandonar los esquemas clásicos de la novela policíaca, Lethem logra sumergirnos más allá de los antros y callejones de Brooklyn, hasta hacernos navegar por los vericuetos de una mente paradójica donde los pensamientos se mezclan y enredan sin cesar.

El libro es sumamente ingenioso y muy disfrutable, pero también encierra un gran poso. Por lo menos en dos sentidos. Uno es que el camino hacia la revelación que emprende Lionel se convierte también en un camino de aprendizaje para él. La investigación no sólo le acercará a resolver el asesinato de Frank, sino también a conocer más sobre sí mismo y las fortalezas que pueden acompañar a su singularidad. Los desafíos que afronta pondrán a prueba sus habilidades como detective, pero también afilarán su mente desde esa atalaya tan particular que es su modo de percibir el mundo.

El otro bagaje que porta el libro es el lenguaje en que está escrito, condicionado por la enfermedad de su protagonista y narrador. Él es quien nos cuenta la historia en primera persona y a veces la narración parece caótica; pero no nos equivoquemos, la singularidad que introduce el autor no es una simple boutade, sino un mecanismo de enorme potencia literaria. El propio Lethem lo ha subrayado: «Siempre he tenido un elemento de juego de palabras joyceano en mis libros, algunos personajes que controlaban el balbuceo o la espuma por la boca. Empecé a preguntarme adónde quería llegar y qué estaba evitando al mantenerlo tan controlado. El síndrome de Tourette me dio la oportunidad de poner el juego de palabras y la asociación libre en primer plano».



Los chispazos verbales que atraviesan el relato son reveladores del proceso mental del protagonista, de ahí que los galimatías, anagramas y juegos de palabras acaban teniendo un ritmo propio que asume el lector como parte de la trama. Es verdad que una lectura así exige una mayor implicación (aunque no pocas veces te provocan carcajadas), ya que el lector ha de sintonizarse con esa jerigonza tan particular; pero el que lo haga percibirá el meollo del asunto, ya que el síndrome de Tourette se revelará como una metáfora de la condición humana. Lionel siempre lo describe como algo ajeno a él, un mecanismo autónomo de su cabeza; lo que nos recuerda la dualidad en que vivimos, la lucha que mantenemos con nuestro interior. Asunto del que también Lethem era consciente.
"Las conspiraciones son una versión del síndrome de Tourette: la creación y el rastreo de conexiones inesperadas son una especie de susceptibilidad, una expresión del anhelo de tocar el mundo, de impregnarlo de teorías, de acercarlo. Al igual que el síndrome de Tourette, todas las conspiraciones son, en última instancia, solipsistas: el paciente, el conspirador o el teórico sobreestiman su centralidad y ensayan constantemente un deleite traumático en la narración, el apego y la causalidad, en caminos de escape de la Roma del yo."



Así empieza esta apasionante historia.
                 




           ENTRA UN TIPO 


El contexto lo es todo. Disfrázame y verás. Soy un voceador de feria, un subastador, un artista de performances del centro de la ciudad, un experto en lenguas ignotas, un senador borracho de maniobras dilatorias. Tengo el síndrome de Tourette. Mis labios no paran, aunque sobre todo susurro y murmuro como si leyera en voz alta mientras mi nuez sube y baja y el músculo de la mandíbula late como un corazoncito escondido bajo la mejilla pero sin emitir ningún sonido; las palabras se me escapan en silencio, meros fantasmas de sí mismas, cáscaras vacías de aliento y tono. (De ser un villano de Dick Tracy, tendría que ser Mumbles.) Las palabras se precipitan fuera de la cornucopia de mi cerebro en esta forma limitada para pasearse sobre la superficie del mundo, haciéndole cosquillas a la realidad como los dedos a las teclas de un piano. Acariciando, toqueteando. Son un ejército invisible en misión de paz, una horda pacífica. No tienen malas intenciones. Apaciguan, interpretan, masajean. Por todos lados suavizan imperfecciones, devuelven pelos despeinados a su lugar, forman filas de patos y reponen terrones gastados. Cuentan y sacan brillo a la plata. Dan amables palmaditas a la espalda de las ancianas y les arrancan sonrisas. Solo — ahí está el problema— cuando se encuentran con una perfección excesiva, cuando la superficie ya ha sido pulida, los patos ordenados y las viejas damas complacidas, mi pequeño ejército se rebela y entra por la fuerza. La realidad necesita algún que otro error, la alfombra ha de tener algún defecto. Mis palabras empiezan a tirar nerviosamente de las hebras buscando asidero, un punto débil, una oreja vulnerable. Entonces llega la urgencia de gritar en la iglesia, en la guardería, en el cine abarrotado. Empieza con una comezón. Sin importancia. Pero pronto la comezón es un torrente atrapado tras un dique a punto de reventar. El diluvio universal. Mi vida entera. Ya vuelve. Anegándote las orejas. Construye un arca. —¡A la mierda! —grito.





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Buscando información sobre el libro llegué al comentario de un afectado por el síndrome de Tourette. Su opinión es descorazonadora, pero recomienda el libro por su autenticidad.


"No puedo imaginarme el libro escrito ahora. Los críticos se rebelarían. Aun así, basándome en las historias contadas por la gente de mi grupo de Facebook —esas personas con tics más disruptivos que los míos: maldiciendo, agitando los brazos, golpeando, gritando— ese desprecio por el trastorno sigue siendo rampante. Lo oigo en mi cabeza aunque nunca lo oiga en voz alta."Huérfanos de Brooklyn" es un libro sincero, y lo odié muchísimo. No necesito tanta fealdad en mi vida. No necesito que Jonathan Lethem, que no tiene síndrome de Tourette, me diga que soy un bicho raro. Me siento así todos los días.
Agradezco que hayas leído esto hasta el final. Si más personas comprenden el síndrome de Tourette, aumentará la aceptación (o la menor tolerancia). Escribir una historia como esta es la única manera que conozco de ayudar. Por favor, compártela con quienes creas que la puedan necesitar."

lunes, 31 de marzo de 2025

EL BARCO de TESEO - de J. J. Abrams y Doug Dorst



Esta novela no es una obra maestra de la literatura, pero sin duda es un libro fascinante que va más allá de su trama manifiesta para convertirse en un potente objeto metaliterario.

La novela relata la historia de S., un hombre amnésico que en la primera página aparece deambulando por una ciudad anónima y misteriosa. Ignorante de quién es y a dónde va es enrolado en un barco cuyos marineros tienen los labios cosidos. Le irán depositando, a lo largo de varias singladuras, en el Territorio, un espacio totémico que vive bajo el dominio de un déspota incógnito y omnipotente que gobierna con mano de hierro gracias a un ejército de Agentes que asesinan a todo oponente. Pronto S. deberá asumir que es el depositario de las últimas esperanzas de los sublevados, implicándose en distintas misiones y atentados. 

Aunque hay que aclarar que este resumen sólo afecta a la novela impresa, que se titula El barco de Teseo y es la última novela de un tal V. M. Straka, enigmático escritor de principios del siglo XX de quien nadie sabe nada y que se sospecha que murió asesinado en La Habana. 
Pero el volumen —presentado en una caja negra— es mucho más.



El ejemplar que tenemos entre manos se supone que es único y pertenece a la sección de préstamo de la Universidad. Al abrirlo descubrimos que los márgenes de sus páginas aparecen profusamente anotados a bolígrafo y que entre sus hojas se esconde un verdadero tesoro compuesto de postales, fotografías, cartas manuscritas, recortes de prensa, telegramas y hasta un mapa dibujado en una servilleta. Testimonios todos ellos de una conversación secreta mantenida durante años por dos personas obsesionadas con el misterio de Straka. Se trata de Jen, una universitaria a punto de graduarse en Literatura y Eric, un investigador de postgrado sobre la obra de Straka al que su director de tesis está manipulando mientras le roba las ideas. La biblioteca del campus esconde este precioso volumen que durante un tiempo fue su punto de encuentro. 

Las notas que han venido dejando en los márgenes nos permiten seguir la conversación encubierta que han mantenido durante años y conocer tanto sus vidas como las sospechas y teorías que albergan en torno al misterio Straka. Su precaución viene determinada porque alrededor de este enigmático autor se han producido muertes sospechosas y hasta se conjetura que estuvo implicado en sabotajes y asesinatos en varios países. Incluso durante el intercambio de anotaciones perciben la sombra de una confabulación: después de comentar en los márgenes el hallazgo de cartas, documentos u objetos de Straka comprueban que al poco tiempo éstos desaparecen o son robados. 
"El furor sobre la identidad de Straka viene espoleado también por los rumores sobre sus actividades y afiliaciones, repletos de historias sobre sabotaje, espionaje, conspiración, subversión, latrocinio y asesinato. Si existe alguna clase de maledicencia de la que no se lo haya acusado en la prensa popular (y en algunos artículos en lo que se tilda de "estudios eruditos"), la desconozco. Quizás era de esperar, ya que la propia obra de Straka a menudo incluía secretos, conspiraciones y sucesos tenebrosos." pág. vi de la Introducción del traductor.

Por supuesto que mi libro no es el original pero está compuesto con mimo y facsímiles tan virtuosos que lo parece; invitándote a una potente intriga. El volumen se presenta encuadernado en tela y con las páginas amarillentas típicas de un libro de biblioteca que pasa de mano en mano. Incluso en la guarda final aparecen los sellos que avisan de las fechas de devolución a sus usuarios. También se reproducen las notas manuscritas con las reconocibles caligrafías de estos dos fervientes lectores y el conglomerado de documentos que han venido intercalando en sus páginas durante su conversación. De modo que lo que tenemos entre manos no es un libro de lectura lineal, sino un artefacto literario cuyas lisas páginas esconden varios niveles de lectura que se entrecruzan y alimentan. Una auténtica osadía editorial. ¡¡Un libro-objeto para manosear y paladear en plena era digital!!.

El título alude a la paradoja de Teseo tal y como la presentó  Plutarco en el siglo I, en su obra "Vidas Paralelas". Allí refiere la historia de Teseo, el gran héroe de Atenas que luchó contra el Minotauro, las Amazonas, los Centauros y los Villanos. Teseo partió hacia Creta para matar al Minotauro y una vez que lo consiguió volvió a Atenas victorioso tras pasar diversas aventuras. Los atenienses conservaron el barco durante años como homenaje, sustituyendo las tablas estropeadas por otras nuevas. Esta sustitución paulatina provocó el debate entre los filósofos sobre la identidad de las cosas con el paso del tiempo: algunos opinaban que el barco continuaba siendo el mismo, mientras que otros defendían que no; porque llegado el momento ya no quedaba parte alguna del barco original. Cabe recordar que lo mismo pasa con el cuerpo humano cuyas células van muriendo, siendo sustituidas por otras nuevas a lo largo de los años. Incluso nuestras opiniones mutan con el tiempo, de modo que ¿seguimos siendo los mismos a través de los años?.

Esta es la Biblioteca Metropolitana Ervin Szabó de Budapest.
No tiene nada que ver con este libro; pero siendo una hermosa
 biblioteca que cuenta con esa escalera que se retuerce como 
una S me ha parecido pertinente incluirla.

Por supuesto el título del libro y su contenido son coherentes con su idea central, el dilema de la identidad. Esto afecta tanto al autor incógnito del libro, Straka, como al protagonista del mismo, S., que aparece de pronto, in media res, caminando hacia el puerto de una ciudad desconocida ignorando quien es, de dónde viene o qué tiene que hacer. S. cree que nuestra personalidad se sustenta en nuestros recuerdos, por lo que al perder la memoria ha perdido su identidad.
"En cada misión, S. tiene aliados, facilitadores, ayudas y cómplices, pero no sabe ni intenta saber nada sobre ellos o sus vidas, ni siquiera cómo los contactaron. Resulta más seguro ser una superficie de ignorancia lisa como el cristal, no ofrecer un agarre a quien lo busque, seguir inmanejable, peligroso, letal.
A su vez, quienes lo ayudan no saben nada de quién es él; solo saben lo que hace.
Quizás es un poco como el propio Vévoda: un hombre de presencia física intangible, al contrario que su dominio sobre el mundo, en sus fronteras, sus recursos, sus agonías y sus aspiraciones. Un hombre que ejerce su influencia desde su propiedad situada en el principado de Rumor, un lugar donde la luz se tuerce en ángulos antinaturales y una persona normal necesitaría lentes especiales para ver lo que de verdad hay allí." 
pág. 316

El problema de la identidad de Straka aparece en cada página ya que constantemente estos dos fans obsesivos subrayan frases o hechos del libro que suponen para ellos la confirmación de una conjetura o el descubrimiento de una clave nueva. Llegan a sospechar que esta última novela de Straka realmente es su biografía encubierta apuntalada por claves de todas sus anteriores novelas. Aunque también existe la sospecha de que el verdadero autor es su traductor de siempre, F. X. Caldeira. 

Como lectores llegamos a dudar hasta de la identidad de estos dos adeptos. En una ocasión se citan para un encuentro pero Eric no acude. ¿Quizás está manipulando a Jen? Él dice que lleva escribiendo en el libro desde hace 15 años (las notas más antiguas aparecen a lápiz) y la estudiante le comenta: "curioso ver a las cosas que respondías, es como un álbum de fotos de cuando eras más joven. Y lo diferente que puedes verlas ahora". A lo que el investigador le responde "no creo ser tan diferente. Todo soy yo". Lo que refleja de nuevo la paradoja del barco de Teseo.


En cuanto al autor, ¿Quién fue V. M. Straka? Ni tan siquiera está claro que sea el autor de los libros que se le atribuyen. Straka ha sido un escritor de éxito, pero nadie lo ha conocido. El misterio de su identidad recuerda al de Shakespeare u Homero. Así nos lo recuerda el traductor de todas sus obras en una sentida Introducción, en la que da cuenta de la cantidad de personajes a los que se ha atribuido ser Straka, incluidos una monja y un pirata. Algunos hasta llegan a plantear que dicho traductor, F. X. Caldeira, pudiera ser la tapadera del verdadero Straka. Lo que sí descubrirán Jen y Eric es que las notas a pie de página que ha incluido Caldeira están llenas de datos falsos que encubren códigos secretos.

La creación de un autor literario con su conjunto de obras debidamente articuladas y comentadas en las notas me parece fascinante. Más si cabe porque se aprecia claramente el paralelismo entre la vida de Straka —llena de conspiraciones, sabotajes y asesinatos— y la que imagina para su protagonista S., sumergido en una rebelión que le conduce a matar Agentes y cometer atentados. 


Uno de los códigos más elaborados que esconde el libro tiene que ver con La Rueda de Eötvös, una rueda codificada con diferentes puntos cardinales que, por supuesto, está presente entre las páginas del libro. Para usarla son fundamentales las notas a pie de página. Aunque muchos están resueltos por Jen y Eric, el aficionado a los puzzles que quiera seguir jugando más allá de la lectura podrá apoyarse en una web dedicada a explicar estos cifrados, aquí.  También hay toda una comunidad de lectores dedicada a desencriptar los enigmas y juegos de palabras que atesora la obra. Item más, en este blog elbarcodestraka.wordpress.com— encontrará toda una guía y análisis pormenorizados del strakaverso.

Una de las notas más conspiranoicas está en la página 27, cuando Jen escribe: "Eric, mira esto! Las letras primera y última de las notas al pie del capítulo dan [ER DA SS TO DO S 19 1900 H pm] ¿O sea, en el hotel Erdass, el de la calle 38, todos los días 19 a las 7 p.m. Mi teoría: Caldeira creía que Straka seguía vivo y le estaba diciendo dónde y cuándo podrían quedar". Uff.

En algún momento Jen se refiere al volumen que van construyendo como "un álbum de recortes", lo cual no hace sino describir la arquitectura de este libro tan provocador que debemos al concepto de J.J. Abrams  y a la escritura de Doug Dorst. Un libro que el lector deberá ir componiendo mientras ajusta sus piezas. J. J. Abrams es el urdidor de series tan enigmáticas como LostFringe además de director de los reboots cinematográficos de Star Wars y Star Trek o de la delicia ochentera Super 8. En una charla TED comentó que el mejor ejemplo para explicar el origen de su amor por el misterio es una caja que compró en una tienda de magia décadas atrás y que jamás ha abierto. La ve todos los días sobre una repisa en su despacho pero piensa que abrirla "supondría renunciar a la esperanza en el prodigio". Cree firmemente que cuanto más conozca los mecanismos de la caja menos fascinación le provocará. Pues bien con El barco de Teseo él ha creado una caja llena de claves y mecanismos secretos. Lo mejor de todo es que nos invita a abrirla y disfrutarla.  

A quién crea que será difícil leer un texto con tantos niveles le diré que no es para tanto. Las notas al margen comentan y abundan asuntos de la misma página donde se encuentran, así que leyéndolo todo a la vez no puedes perderte. Del mismo modo las cartas, planos y recortes están situados en la página donde se los cita, por lo que se pueden considerar una ilustración exenta del texto. La escritura es directa y nada críptica por lo que la dificultad estriba en mantener abierta la mente para seguir los dos discursos, el de la novela impresa, con su propia aventura, y el de las anotaciones que arrancan trozos de texto para incrustarlos en otra realidad. Además, siendo así que los dos lectores comentan como obsesos cada pequeño detalle del texto, exprimiendo su posible alcance, tú mismo acabas convirtiéndote en el tercer lector que salta y grita cuando ve aparecer una S o un número 19. 


El libro tiene tres niveles de lectura. Por un lado está el texto de la novela impresa, con los periplos de S. por el Territorio enemigo, siempre perseguido por los Agentes. Por otro están las anotaciones en los márgenes en las que estos dos fieles nos informan de su vida personal, es la más floja. Y finalmente están esas mismas glosas pero referidas al misterio Straka que, junto a las notas a pie de página del traductor Caldeira, nos van revelando todo un mundo de sorprendentes claves y confabulaciones. 

Aunque la novela impresa o los comentarios se pueden leer de forma autónoma o lineal, yo creo que es en la lectura conjunta cuando adquieren su máxima potencia. Por supuesto puedes elegir leer del tirón la novela impresa (aquí la reseño individualizada), ignorando toda la parafernalia de objetos y anotaciones. Te adelanto que es muy entretenida y enigmática. Pero te perderás un primoroso juego que te ha de convertir en un adepto más de este complot tejido en torno al enigma Straka .







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No puedo concluir este comentario sin valorar el trabajo de edición de este auténtico palimpsesto. Sin duda es una caja mágica para navegar por enigmas, islas y mares que desafía el trabajo puramente mecánico de imprimir un libro. Su composición laboriosa hace que parezca hecho a mano. ¿Hay mejor elogio?
El libro llega a tus manos manchado con su propia historia, más allá del texto impreso. El propio J.J. Abrams ha declarado que "esta obra es una celebración del libro como objeto físico, es intencionalmente tangible".
Desde su publicación original en el 2013 hubo que esperar diez años para que una editorial, Duomo, se lanzara a publicarlo en español. Enhorabuena. 

El BARCO de TESEO - novela de V. M. Straka


En esta entrada se reseña exclusivamente la novela impresa atribuida a V. M. Straka. Para ver el volumen completo con notas y adendas elaborado por J. J. Abrams y Doug Dorst pincha aquí.  


Esta novela es un pastiche sumamente entretenido. Reúne elementos de literatura fantástica, de espías y de novela social. La historia gira en torno a S., un hombre amnésico que en la primera página aparece deambulando por una ciudad anónima y misteriosa. Ignorante de quién es y a dónde va es enrolado en un barco cuyos marineros tienen los labios cosidos. Le irán depositando, a lo largo de varias singladuras, en el Territorio, un espacio totémico que vive bajo el dominio de Vévoda, un poderoso empresario también ignoto que gobierna con mano de hierro gracias a un ejército de Agentes que van asesinando a todo oponente que se postule. Sus misiones varían, desde proteger documentos secretos hasta cometer atentados. 

La novela tiene una textura onírica y hasta metafísica. Un hombre deambula por una ciudad fantasma. Él mismo parece un fantasma. No sabe ni quien es. No tiene recuerdos. Porta en el bolsillo una hoja con una misteriosa S impresa en estilo gótico. Cuando llega al puerto de la ciudad ve una taberna con una S igual en la pared de entrada. Se dice a sí mismo "aquí es".


Este es el comienzo:
"Crepúsculo. El barrio viejo de una ciudad en la que un río da al mar.
Un hombre con un abrigo gris camina por las calles, una telaraña de pasajes de adoquín que parten del muelle y se entretejen en vecindarios donde los olores de las especias varían pero la decrepitud y la tristeza son compartidas. Los edificios, negros por el hollín de siglos, se elevan por encima de él, tapando la mayoría del cielo y dificultándole el saber de un momento al otro si está acercándose al agua o alejándose.
El hombre sospecha que esta es una ciudad en la que hasta sus moradores habituales se pierden. Pero no sabe si él mismo es uno de ellos. no sabe si ha estado antes aquí. No sabe por qué está aquí ahora."
Todo el relato tiene un eco de irrealidad. Cada misión en tierra firme es más violenta y extraña; pero nunca acaba sabiendo más, ni de sí mismo, ni de ese mundo foráneo. Cuando tras otra misión S. huye hacia el barco con la ayuda del rebelde Osfour, éste es alcanzado por un francotirador y al comprobar que está muerto S. piensa "Osfour era real".

La letra S gótica es una clave omnipresente. No solamente es la inicial de Straka, también es el nombre del protagonista al que se conoce como S. Pero además el trazo sinuoso de esta letra aparece constantemente en el itinerario del protagonista: escrita en un papel en su bolsillo, pintada en una fachada, grabada en la madera del barco, serigrafiada en una persiana o repujada en una cartera de cuero donde porta los documentos secretos de la rebelión. El símbolo es tan potente que llega a saltar desde el libro a la realidad de los dos fanáticos lectores que escriben en sus márgenes, los cuales llegan a verlo en su mundo, en algunos túneles y tiendas.


Pero no es el único símbolo de este juego tan deliciosamente cifrado. También se repite de forma enigmática el número 19. Hay 19 marineros en el barco que transporta a S., cuando se subastan objetos de Straka el lote suma 19 piezas y siendo este el último libro de Straka es el decimonoveno. Parece una clave o una obsesión. En una nota a pie de página el traductor Caldeira apunta. "Straka, de joven, era un prodigio del violín, y en sus novelas abundan las referencias musicales. (Me contó que dejó el instrumento cuando, tras una competición, el juez le dijo que, de los diecinueve participantes, había quedado el 19)". 

De igual modo no deja de aparecer un libro de cuentos legendario, "Los Relatos del Arquero", de un tal Arquímedes de Sobreiro. Tiene la capacidad de relacionar a personajes muy alejados y concitar nuevas y extrañas claves. 


En el ultimo tercio del libro, desde el capítulo Interludio, empezamos a conocer también la historia desde el punto de vista de los Agentes de Vévoda. Sus relatos particulares nos muestran una guerra interminable donde ellos mueren y matan a distintos S. de forma inagotable. El libro relata el clásico enfrentamiento entre el bien y el mal pero en un ámbito muy abstracto, casi diría kafkiano. Efectivamente la singladura de S. por momentos me recuerda a la del agrimensor K. en El Castillo, de Franz Kafka. Ambos están inmersos en una lucha desigual contra poderes incógnitos mientras permanecen alienados, ajenos a un sistema social que no logran comprender. También aquí hay un castillo no menos remoto e inaccesible, el Château donde habita Vévoda.

Aprecio otro paralelismo entre S. y Vévoda, el del anonimato. Los dos son como sombras. Ni sus secuaces saben quienes son, ni de donde vienen. Uno de los encargados adoctrina a un Agente del siguiente modo: "Nunca le has visto, claro. Nunca has estado en el Château, ni siquiera sabes dentro de qué fronteras se encuentra. Pero has oído las historias que cuentan otros Agentes". Mientras que en cuanto a S., "quienes lo ayudan no saben nada de quién es él; solo saben lo que hace".

En varias ocasiones parece que se nos presente a Vévoda como la personificación del Estado Profundo: "El Jefe está reconstruyendo el mundo según su visión, al igual que han hecho todos los grandes hombres de la historia y tú eres un instrumento de su voluntad épica", le explican a un Agente.
"Dirige la orquesta de la guerra, pero sin que los focos lo iluminen dice Osfour. Resuenan los tambores amigo mío. En cinco continentes. En docenas de conflictos. Millones de personas contienen el aliento y esperan lo peor.
¿Tú también? pregunta S.
Por supuesto. La invasión de El-H___ está cercana. Hay ejércitos cruzando el desierto mientras hablamos.
Cuando le pregunta quién va a ser el invasor, Osfour escupe en el suelo y pronuncia un nombre que a S. no le dice nada.
No era nadie explica hasta que Vévoda decidió que fuera alguien."
(Se me dibuja una sonrisa amarga al comprobar cómo este diálogo podría representar la época actual de tiranos y fantoches)

Por supuesto el título del libro y su contenido son coherentes con su idea central, el dilema de la identidad. Esto afecta tanto al autor del libro, Straka, cuya identidad nunca ha sido confirmada; como al protagonista del mismo, S., que aparece de pronto, ignorando su pasado. S. piensa que la personalidad se sustenta en los recuerdos, por lo que al perder la memoria ha perdido su identidad. 

El misterio de quien fue V. M. Straka queda fuera de su novela pero por la Introducción y la notas sabemos que, a pesar de su éxito, nunca nadie lo conoció y que se sospecha su participación en atentados y sabotajes... como su protagonista. 

La verdad es que las travesías y enigmas se multiplican en estas páginas como si de una nueva Odisea se tratase. En una misión S. y sus cómplices han de huir por unos túneles en la montaña que parecen un agujero de gusano espacio temporal. No menos enigmático es el extraño cómputo del tiempo que transcurre de distinto modo en el Territorio y en el barco. Tras una misión que para S. ha durado unos días, vuelve al barco y le parece que han sido años puesto que tanto la tripulación como el barco están totalmente transformados. En el tercer viaje el barco lleva a S. hasta una isla desierta y remota para ver a la Dama, dueña de una enorme biblioteca cuyos volúmenes aparecen signados con una sola letra gótica. Al abrir el libro con la S descubre que sus páginas contienen dibujos del barco donde se han ido detallando cada uno los cambios que ha venido sufriendo.
"Vuelve a pasar las más de mil páginas de una vez hasta la primera. Las manos le tiemblan de fiebre o fatiga. Parpadea varias veces. ¿Son todos el mismo barco? Cree que sí, aunque quizás influya el hecho de que todas las hojas estén entre las mismas cubiertas.
¿Por qué? ¿Por qué estos dibujos, más bien diagramas, han sido recopilados, unidos, anotados, conservados? ¿Para qué fueron creados? ¿Y por qué en cada una de las ilustraciones hay líneas y curvas bien ocultas entre las de cubierta que, relajando la vista y sin esfuerzo, se distingue que forman la palabra SOBREIRO?".   
pág. 292

 


A pesar de su textura onírica y su trasfondo social se puede decir que, en general, es una novela de aventuras. Así lo acaba entendiendo el mismo protagonista. 
"S. asiente. Comprende intuitivamente la frase: creamos historias para dar forma a un mundo caótico, para superar las desigualdades del poder, para aceptar nuestra falta de control sobre la naturaleza, sobre los demás, sobre nosotros mismos." pág. 146

domingo, 9 de febrero de 2025

Dr. NO - de Percival Everett



Este libro es una parodia o mejor dicho, una cáustica travesura. Con un desparpajo inusitado Everett urde una trama típica de James Bond, con un malvado ególatra y poderoso que quiere apropiarse del mundo. 

El multimillonario John Sill reconoce que quiere convertirse en un villano como los que enfrenta James Bond. Aúna los perfiles del Dr. No y de Goldfinger para conseguir su doble objetivo; por un lado fraguar la tecnología de la "nada", capaz de hacer desaparecer ciudades y áreas enteras (al estilo de Dr. No); y por otro apoderarse de Fort Knox (al estilo de Goldfinger). Aunque no para adueñarse del oro allí guardado sino de una caja de zapatos que contiene... nada. Para conseguirlo contrata al profesor universitario Wala Kitu, un “matemático experto en nada” que anda perdido buscándola. Él será nuestro protagonista y narrador; a través de su voz Percival Everett vuelve a utilizar el absurdo para hacer una brillante crítica de los valores norteamericanos.

Como se ve el argumento es tan fabuloso como inverosímil, pero en las manos prestidigitadoras de Everett esta travesura deviene en sátira que igual apunta a la política que a la cultura popular, al racismo o a la filosofía. Y todo esto mientras desarrolla una novela de acción que sigue el esquema clásico de las aventuras de James Bond. Ahí están las instalaciones secretas y ultratecnológicas del malvado, su cuartel general escondido en una isla, el sicario invencible, el yate de megalujo lleno de hermosas mujeres o la reunión de secuaces en la que Sill expone su plan a la vez que se deshace del típico socio dubitativo mediante la típica escotilla que se abre a sus pies haciéndolo caer en la típica piscina de tiburones. 


Pero no todo es juego. La novela entrega novedades nada inocentes. No es casualidad que los dos personajes principales sean hombres de raza negra. Sill quiere vengarse de América y su idiosincrasia, causantes de su orfandad. Su padre fue asesinado por una versión ficticia de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King Jr.; mientras que un jefe de policía blanco mató a su madre. En una escena de prisión que recuerda el enfrentamiento de Ray con el hijo de Luther King, en 1997, Sill se enfrenta al asesino de su padre. 
"—Gracias por tu tiempo —dijo—. Una cosa sí te puedo decir: América lo pagará. Tú me importas un carajo. Sería como enfadarse con una bala.
—Maté a tu padre, chaval.
—Ya lo sé. Pero no te voy a quitar la vida. Tampoco tiene mucho valor. Te voy a quitar tu mundo.
Fue entonces cuando John Sill decidió hacerse villano.
¿Pero cómo convertirse en villano, en enfermedad cultural, en enemigo del sistema? Para contestar esa pregunta, John Milton Bradley Sill acudió a lo que mejor conocía: las películas de James Bond."
Everett lo condimenta todo con elementos de lo más extravagante, como el héroe de la historia que está dentro del espectro autista y habitualmente se desconcierta ante la simple realidad. Además es dueño de un perro con una sola pata, Trigo, con el que tiene diálogos filosóficos mientras duerme. 
"—Levanta una pezuña —le instruí. Levanté yo también la mano vacía— ¿Qué tienes en la pezuña?
—Nada.
—¿Qué tengo en la mano?
—Nada.
Asentí con la cabeza.
—Así pues, se podría decir que tanto mi mano como tu pezuña están llenas de nada. ¿Estás de acuerdo?
Trigo asintió con la cabeza.
—¿Y mi mano es más grande que tu pezuña?
—Sí.
—Por tanto, mi mano contiene más nada que tu pezuña. Si mi mano contiene más, ¿cómo es posible que lo que hay en tu mano sea igual que lo que hay en la mía?
Trigo me mordió."

© Tasia Graham en Financial Times



Kitu anda perdido buscando la nada por lo que se dedica a no hacer nada: "Me he pasado la carrera entera en mi pequeño despacho de George Street, Providence, buscando y contemplando la nada. No la he encontrado. Me parece triste que el simple hecho de adentrarme en el tema que me interesa estropee ya de forma necesaria mi estudio. Trabajo mucho y me gustaría poder decir que no tengo nada que mostrar."

El hecho de que la historia se cuente desde su perspectiva, con su mirada perpleja y singular, le da al relato un aire de extrañamiento muy apropiado. Quizás no sea la mejor novela de Everett, pero seguro que es una de las más divertidas y perspicaces. Tanto los malabares con la "nada" como el personaje de Kitu, mirando al mundo desde su burbuja, son dos asuntos muy potentes. 

"Me llamo Wala Kitu. Wala quiere decir nada en tagalo, aunque no soy filipino. Kitu quiere decir nada en suajili, aunque mis padres no son de Tanzania. Mis padres, matemáticos los dos, sabían que dos negaciones forman una afirmación, de manera que es así como me llamo". Desde el mismo umbral de la narración ya se aprecia que estamos entrando en un verdadero laberinto mental. Así comienza esta novela mordaz e inteligente: 
"Me acuerdo de que soy extremadamente olvidadizo. O eso creo. Creo saber que soy olvidadizo. Me acuerdo de haber olvidado cosas, pero no recuerdo qué cosas, ni tampoco la sensación de olvidarlas. Cuando era niño, mi madre intentaba convencerme de que era olvidadizo diciéndome: «¿Te acuerdas de cuando te olvidaste de tu cumpleaños?». Y creo que le contestaba: «¿Cómo me iba a olvidar de eso?». Pero era una pregunta trampa. Decir que sí habría supuesto admitir que me olvidaba de las cosas, mientras que decir que no habría sido un ejemplo más de olvido. «El cerebro hace lo que puede», le decía. Si nos acordáramos de todo, no habría lenguaje para recordar ni tampoco para olvidar. No habría nada importante. En realidad, nada es importante. La importancia de nada es servir de baremo de lo que es no nada. ¿Es lo mismo decir «nada» que decir «la nada»? A los estudiantes les encanta especular con esas cosas. La realidad es que la nada no existe; la argumentación simplista de esta afirmación es que la observación de la nada requiere a un observador, y por tanto la presencia del espectador niega lo que habría sido una ausencia pura, lo que habría sido en efecto la nada. Si la nada cae en un bosque y no hay nadie para verla, ¿acaso es pura nada? Un argumento mejor, que abarca tanto el simple como todos los demás, es que se puede deletrear nada. Puede que Parménides fuera un desarrapado, pero sabía lo que decía."

Aunque habituales, estas reflexiones paradójicas no estorban el ritmo de la acción ya que el complot en marcha nos lleva en volandas. Wala Kitu viaja a toda velocidad en el jet privado de Sill, recorriendo sus fortalezas en Córcega o en Kentucky, pero sin estar seguro de si es su cómplice, su enemigo o su prisionero. En ocasiones huye, queriendo salirse de la conspiración; pero siempre es devuelto al redil. Un cómplice de Sill le intenta convencer de la virtud de la operación terrorista:
"-Profesor, piénselo de esta manera. Este país siempre nos ha dado nada y siempre nos la dará. Nosotros se lo hemos dado todo. Creo que ya es hora de que le devolvamos la nada. ¿Qué le parece?"
En medio de la aventura y las persecuciones Everett desliza su habitual mirada política, aquí centrada en el racismo sistémico estadounidense, los agravios a las minorías, los prejuicios y los sesgos de la misoginia... pero sin olvidar el toque irónico y ligero. Una de las mejores cosas que hace Everett es normalizar a personajes negros en roles tradicionalmente blancos, como genios científicos o multimillonarios. Así podemos verlos triunfar y tropezar y hasta podemos reírnos de sus sandeces y sarcasmos.... como lo haríamos de cualquier blanco:
"—¿No le molesta que se vaya a ver afectada tanta gente negra, Señor Sill? -preguntó Farnsworth.
—Los sacrificios son inevitables —dijo Sill—. Si todo el dinero que tengo ha ejercido algún efecto en mi, es convertirme en blanco."
La lectura es a la vez ligera, inteligente y divertida. No en balde esta novela fue finalista del premio National Book Critics Award de ficción de 2023 y recibió el premio literario PEN America. Los jueces estimaron que “Es un libro extraño y brillante”. Everett es un estilista del absurdo y la sátira, hace que Kitu nos relate su peripecia con un estilo directo y desenfadado, que recuerda al de un colega que nos refiere una pesadilla. El asunto de la "nada" le permite al autor lanzarnos toda una batería de felices equívocos y fuegos artificiales entorno al concepto de la nada y la imposibilidad de definir su ausencia: 
"Acabo de recibir una beca que espero que no lleve a nada".

A un matemático le preguntan si prefiere tomar un café frío o encontrarse con Dios. Y contesta que prefiere el café frío.
—¿Por qué? —le pregunté.
—Pues porque le han dicho que nada es mejor que conocer a Dios y que el café frío es mejor que nada."
 
 
"Tengo que estar listo para lo que venga, pero sobre todo listo para nada. Si puedo estar ahí y afirmar la nada y por tanto negarla, entonces Sill tendrá la nada, o mejor dicho, no tendrá nada, o por lo menos tendrá menos de lo que tenía de entrada o más de lo que quiere."
-Arte Abstracto de ecuaciones Algebraicas-

Las reflexiones no son hueras, llegan hasta el cuestionamiento del Big Bang, el comentario de ecuaciones de sistemas no lineales e incluso llegan a plantear cuestiones existenciales sobre la nadería en que nos movemos: "No solo me veía incapaz de articular el problema y de representarlo simbólicamente, sino que ni siquiera podía estar seguro de que el problema fuera real y significativo."

Pero no solamente el asunto de la nada es disparatado, la obra atesora una galería de personajes a cual más extravagante. Al lado del impasible Kitu y su perro Trigo tenemos a Eigen Vector (por el complejo concepto algebraico lineal) una introvertida colega profesora de la que Kitu se enamora aunque ella sienta atraída por la aventura y la liberación que supone Sill. Además la trama se complica por la presencia de un agente del gobierno que los persigue, cuyo nombre es Bill Clinton, y la de un sacerdote católico, esbirro de Sill, que es ateo y nihilista y que encima se llama Damien Karras. 

... Y si afinamos nuestra percepción en torno a ese enojado y dinámico multimillonario que se esfuerza por provocar un impacto perdurable en el mundo de una manera grotesca, ¿Quién se nos viene a la mente? Si señores, el joker Kekius Maximus.

La mayor parte de las obras de Percival Everett se pueden catalogar como comedias desenfrenadas, pero este genio transgresor no da puntada sin hilo. Así ocurrió con su anterior novela, Los árboles, 2022, una comedia de ritmo rápido qua apunta directamente al racismo y la violencia policial. En ella narra una venganza con tintes zombis en respuesta a una serie de linchamientos racistas. Como en las películas de Jordan Peele, este autor utiliza lo paranormal para representar la espantosa experiencia afroamericana que regresa fantasmalmente para acechar a la conciencia de los Estados Unidos de América. 






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Percival Everett
nació en Georgia (EE.UU) en 1957. Ha escrito treinta libros. En España se han publicado Dr. No, Cancelado, X, Los Árboles, James, Cuánto azul y No soy Sidney Poitier. Pertenece a esa clase de autores no comerciales, muy valorado por la crítica por su originalidad y su voz satírica.
Vive en Los Ángeles y es Catedrático en la University of Southern California. Ha ganado el premio Pen Club de Estados Unidos y el de la Academia Americana de las Artes y las Letras entre otros muchos.

miércoles, 2 de octubre de 2024

LA MUERTE en SUS MANOS - de Ottessa Moshfegh


Este es el primer libro que leo de esta autora y la información que me llevó hasta ella hablaba del "toque Moshfegh".
Tengo que reconocer que una vez leído el libro no sé identificar ese toque. Esperaba una singularidad en el asunto o una extravagancia en la forma de desarrollarlo. O quizás la aparición de un personaje estrambótico o la utilización de unos diálogos mordaces o un lenguaje especialmente punzante. No encuentro nada de ello, lo cual no inhabilita a la novela. Está muy bien escrita y a pesar de disponer de un único personaje y una trama esencialmente mental, la narración resulta siempre inquietante y nunca deja de avanzar.

Hay que reconocer que el comienzo es muy original y sirve para que, desde ahí, la protagonista abra una especie de caja de Pandora de donde saldrá tanto su visión del microcosmos donde vive, como su remembranza de una vida pasada que ahora es capaz de reconocer como cautiva y sojuzgada. 
Pero vayamos al grano.

Vesta Gul es una jubilada que, una vez muerto su marido, se traslada a vivir con su perro Charlie a una cabaña aislada junto a un bosque. En uno de sus largos paseos encuentra una nota sobre un aparente asesinato. Está manuscrita y dice: “Se llamaba Magda. Nadie sabrá nunca quién la mató. No fui yo. Este es su cadáver”. Pero allí no hay nada.
"Era la única persona que caminaba por el bosque de abedules a diario. Los vecinos estaban lo bastante lejos para tener su propio bosque de abedules, sus propios senderos. ¿Y por qué vendría nadie hasta aquí arriba solo para andar por mi sendero? ¿Por qué habría venido Blake si no era por mí? No había error. La nota era una carta. ¿Quién si no yo la habría encontrado? Me habían elegido. Bien podría haberla dirigido a mí. ´Querida Vesta: te he estado observando...´"

En medio de su soledad Vesta acaba obsesionándose con Magda. ¿Fue realmente asesinada? ¿De qué manera? ¿Por qué no aparece su cuerpo? ¿Quién era? ¿Cómo vivió?. Quizás todo tenga una explicación banal o quizás esconda una causa siniestra. De todos modos Vesta se obcecará en descubrir el misterio. 

Dicho esto ¿merece la pena leer esta novela? Por supuesto que sí. Se trata de una obra muy estimable a caballo entre la novela negra y la metaficción. Nos habla de cómo construimos la realidad y cómo nos construimos y deconstruimos a nosotros mismos recomponiendo los ladrillos de nuestros recuerdos. También trata de la soledad y la muerte. 
"La vida era robusta. Era testaruda. La vida arruinaba demasiadas cosas. Había que sacársela a golpes del cuerpo. Hasta la más mínima semilla de la vida, un óvulo fertilizado, había que pagarla: un experto, una máquina y una aspiradora industrial por lo que había oído. La vida era persistente. Allí estaba todos los días. Me despertaba todas las mañanas. Era ruidosa y chillona. Una matona. Una cantante de sala de fiestas con un vestido chabacano de lentejuelas. Un camión fuera de control. Un martillo neumático. Un incendio forestal. Una úlcera bucal. La muerte era distinta. Era tierna, un misterio. ¿Qué era, siquiera? ¿Por qué tenía que morirse nadie? Walter, los judíos, tantos niños inocentes... Perdí el hilo de mi pensamiento. ¿Cómo seguía la gente con su vida como si la muerte no les rodease? Había teorías, cielo, infierno y así, pero ¿sabía alguien la verdad? ¿Había una respuesta? Qué injusto parecía mandar a los vivos a la muerte, a lo desconocido, qué frío. Blake debe de haber entendido también la tragedia que era. Allí estaba, en sus palabras: Nadie sabrá nunca quién la mató."
Para iniciar sus especulaciones, Vesta acude a la biblioteca pública y busca en internet; pero lo que encuentra accidentalmente es un cuestionario para crear perfiles de personajes en una página sobre "Los Mejores Consejos para los Escritores de Novelas de Misterio". Ya sabes, cosas como hay que determinar su edad y su carácter, cómo se gana la vida, quienes son sus amigos, etc. Si admitimos que la nota la escribió un temeroso joven, Magda también sería una adolescente y por tanto se tenían que conocer. La desaparición no ha provocado denuncias, luego vivía sola. Quizás en un sótano alquilado, ¿a quién?. Lo más seguro es que fuera inmigrante. Etc. Siguiendo esa plantilla la mujer elucubrará una identidad completa para Magda. Toda una vida inventada para resolver un enigma en el que todo encaje. Lo sorprendente es que algunas circunstancias, y hasta algunos nombres imaginados, empieza a encontrarlos en la vida real.   



Uno de los aspectos más jocosos es que a pesar de despreciar estas recetas para escritores, "como esperaba, las sugerencias eran todas preceptivas, sin dejar lugar a la inspiración, a la verdadera creatividad, a la verdadera diversión"; la narradora sigue la plantilla a rajatabla. Pura deconstrucción. 

Los consejos son de lo más variopinto: 
"Leer muchas novelas de misterio es esencial. Aquel me pareció un consejo ridículo".
"Delimita exactamente cómo se cometió el crimen. Imagínate todos los detalles. Era ridículo. Si pudiese delimitar exactamente cómo se había cometido el crimen no habría necesidad de resolver el misterio".
"Crea un mundo tridimensional. tus personajes deberían tener vidas más allá de la situación particular. Puedes usar la plantilla para escribir los perfiles de los personajes y empezar a darles vida."

Pero la vida que mejor conoce Vesta es la suya propia, así que sus divagaciones acaban remitiéndola a su pasado que le va revelando quién ha sido ella de verdad.  
"Las películas de Agatha Christie sí le gustaban, sin embargo. Le parecían satisfactorias, creo, porque siempre podía hacerse el listo conmigo cuando las veíamos juntos. Traía a casa vídeos de la biblioteca de la universidad.
     ⏤Son historias muy predecibles, ¿no lo ves? Las puedo resolver. El asesino es siempre la persona descentrada.
     Hablaba así y yo sabía lo que quería decir: no tenía al asesino delante de la cara, pero sí la alcance de la mano. Siempre veía la respuesta con la misma claridad que Walter, claro, pero a él tener razón le daba muchísimo gusto. Le encantaba sentirse brillante. Yo tenía que asentir, dejar que me eclipsara para seguir tranquila, pero sabía que yo también era espabilada. No era experta en nada. pero era muy capaz.
     Usa la imaginación, Vesta me decía cuando me veía descontenta. Nada es tan grave. Alégrate, por favor.
     Le gustaba decirme que yo era la causa de mi propio sufrimiento, que yo elegía creer que mi vida era limitada, aburrida."
Vivir en soledad y afrontar el misterio de un posible crimen la acaba situando en el camino de una especie de liberación. Ahora es capaz de reconocer la cobardía que le ha venido frenando durante toda su vida, "una vida entera de aburrimiento en Monlith, mis sueños frustrados, mi pasión despilfarrada"; pero sin olvidar al sibilino muñidor de ese fracaso: "Pensé en Walter, en sus caricias asquerosamente dulces. Incluso cuando quería ser tierno, era condescendiente y controlador."



El juego de investigar un crimen se acaba convirtiendo en una indagación sobre sí misma y su insatisfactorio pasado. Además, la historia que va conjeturando sobre Magda no tarda en establecer paralelismos con la suya propia. Qué pasaría si muriese ahora, quién encontraría su cadáver en aquella cabaña solitaria.

La obra tiene dos aspectos muy originales. Uno, que se basa en una escueta nota pero con una capacidad enorme para generar todo un universo de especulaciones. Y dos, que su desarrollo ocurre íntegramente en la mente de la protagonista, eso a lo que alude constantemente como su espacio mental: "Era como si alguien me hubiese estado pasando las respuestas, alguien en mi espacio mental me había estado diciendo qué escribir, con tanta claridad como si fuesen mis propios pensamientos". Esto reviste a la historia de un aire de irrealidad que se hace definitivamente patente en dos escenas. Cuando Vesta visita la granja de sus vecinos y los encuentra extrañamente reticentes a ayudarla, hasta que acaban confesándole que preparan una fiesta temática sobre la muerte (¡!) ya que la esposa tiene cáncer. En la otra escena Vesta coloca una nota suya en el mismo lugar pidiendo más pistas descubriendo pocas horas después que la nota ya no está... aunque sí permanecen las piedras negras que la sujetaban y que ahora forman una B. Excitada acude a la biblioteca donde se tropieza con un libro de William Blake en el suelo... abierto por un poema que a Vesta le parece una respuesta. 

Esta irrealidad o poca disciplina mental la llega a reconocer la protagonista en uno de sus diálogos con su marido fallecido.
"Si Walter estuviera aquí, sabría qué hacer con la nota. Tendría una teoría, fija y finita, sin ninguna cláusula vacilante, sin dudas, sin pánico. Me encantaba lo seguro que estaba Walter de las cosas. Echaba eso de menos. No siempre estábamos de acuerdo, pero me parecía que la confianza y la convicción podía convertir una respuesta equivocada en una correcta.
Usa la lógica, Vesta  me decía cuando expresaba alguna de mis opiniones floridas. Es esto o aquello. Decídete y sigue adelante. Te pasas mucho jugando con el pensamiento como si fuese una caja de arena. Todo se te cuela entre los dedos, no tienen nada sólido a lo que agarrarte."
Me parece que esta imagen de una caja de arena que se escapa entre los dedos es la mejor metáfora de esta novela.



La situación actual de Vesta es la de una mujer sola y ya liberada de ancestrales ataduras y convencionalismos; lo que le permite ajustar las cuentas con su matrimonio y su vida pasada de un modo nada complaciente.
"Había creído que era vieja. Ya no había posibilidad de éxtasis. Lo único que me quedaba era el contento y la ecuanimidad, eso creía. Culpaba a Walter por hacerme pensar en todo aquello. Era él el que no era capaz de extasiarse, al que le deban muchísimo miedo la alegría y la libertad. Él eligió la casa de Monlith, lejos del mundo, un casería perdido en medio de hectáreas vacías con hierba que no servía para nada, ni siquiera para que pacieran las vacas. Tierra seca. Digitarias. Siempre aquel zumbido constante de algún insecto feo escondido entre las hojas. Ni siquiera hacía pícnics allí fuera. Walter no me dejaba. Era como si hubiese sido mi captor. Había sido una rehén todo aquel tiempo, pensé. Ahora me liberaría. Me dejaría llevar."
La autora ha reconocido que esta es “una historia de soledad”. Cabría añadir que también de liberación... y de muerte. Moshfegh ha creado un universo fantasmagórico lleno de misterio y soledad que es donde -según ella- "realmente somos nosotros". Un aislamiento que parece el signo paradójico de estos tiempos hiperconectados.

La autora nos hace acompañar a la protagonista hasta el mismísimo borde de su precipicio mental y nos obliga a escucharla. Me llama la atención cómo consigue mantener la tensión con un personaje tan pusilánime: se dejó mangonear por su marido, siempre prefirió la seguridad... Pero creo que Ottessa Moshfegh nos da la clave cuando en una entrevista consideraba a Vesta "coautora" de la novela. Como le ocurre a su protagonista, para Moshfegh la escritura fue una investigación también, en torno al personaje.
"Cada día me ponía como objetivo escribir mil palabras. Nada más. Y cada día iba descubriendo algo nuevo de Vesta, que era la que me ha ido guiando para ir dando forma a su historia; me iba marcando hacia dónde ir y me hacía preguntarme, incluso, a mí misma para ir avanzando, como si tuviera un espejo detrás de la pantalla del ordenador."
La estructura de esta historia tan poco convencional, una mujer sola y aislada frente a un misterio que se desarrolla únicamente en su mente, hasta provocar una vía de escape que la permite liberarse; me recuerda a la estupenda novela de Sara MesaUn amor. Ambas protagonistas afrontan una dolorosa pugna que las acabará liberando. 










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Ottessa Moshfegh (Boston, 1981) es una escritora norteamericana, hija de madre croata y padre iraní. Siempre ha cultivado una literatura diferente y arriesgada, con personajes aislados que se asoman a su abismo interior. "No quiero vivir siempre de personajes que viven aislados, pero me gusta porque así me sirven de narradores y me dan esa libertad de poder ir descubriendo el mundo que les rodea a medida que voy conociendo también su propia personalidad".
Se estrenó con éxito en 2016 gracias a su novela "Mi nombre era Eileen" que recibió el Premio PEN/Hemingway al mejor debut literario de ese año. Con su siguiente obra, en 2019, causó un enorme revuelo: "Mi año de descanso y relajación", una novela corrosiva donde propone bajar las persianas, meterse bajo las sábanas y cultivarse a sí misma al calor de la apatía. Ha publicado una novela más, Lapvona (2023) y una colección de sus mejores cuentos, Nostalgia de otro mundo (2022).