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martes, 27 de diciembre de 2022

AVATAR 2: El Sentido del Agua - de James Cameron

EEUU,2022

Decepcionante.
Esa es la palabra que me surgió según concluía la película.
Estaba claro que la primera película de Avatar no era la primera, sino la única película pensada por James Cameron. Allí hay aventuras fascinantes y traiciones, un planeta y una civilización totalmente nuevos  (aunque recuerde a la conquista del Oeste contra los indios) y un punto de ecologismo para denunciar la constante actividad depredadora del ser humano. La película concluye con el malvado antagonista muriendo, así como una de las protagonistas. Punto final. 

El éxito tan enorme del film empujó a los productores y al director a diseñar una saga en torno al mundo de Pandora; pero han elegido el camino de volver a enfrentar a los mismos protagonistas, al marine Sully y al coronel Quaritch, pero añadiendo a los hijos de ambos que deambulan por ahí. Para ello han tenido que meter a martillazos la resurrección de Quaritch en un cuerpo na´vi. Cuestión que no añade nada a la saga y convierte a esta segunda parte en una simple copia con mucha menos tensión y entidad.  

La primera fue escrita por James Cameron en solitario mientras que esta segunda ha tenido que implicar a toda una batería de guionistas  
Guionistas: James Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver. 
Historia: J. Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver, Josh Friedman, Shane Salerno
cuyo brainstorming parece que no dio para más que para copiar la estructura de la original añadiendo una acción y unos conflictos muy pobres.

En la primera la civilización terrestre descubre Pandora sólo como un enorme recipiente del que extraer un mineral capaz de resolver los problemas energéticos de la humanidad. En esta segunda aparece (aunque de forma muy secundaria) la caza de unos maravillosos cetáceos para extraer de ellos un aceite que cura el envejecimiento de los humanos. 
En la primera el marine Sully acaba descubriendo la profunda cultura de los Omaticaya, el pueblo del bosque, y junto a él penetramos en sus costumbres, cosmovisión y formas de relacionarse con su entorno. En esta segunda Sully y su familia huyen hasta el mar para proteger a los Omaticayas del nuevo ataque de la "gente del cielo". Una vez allí tanto él como sus hijos deberán adaptarse de nuevo a una cultura ajena, la de los Metkayina, que viven plenamente integrados con el mar y sus criaturas.
 


Volvemos a encontrar pues, el aprendizaje de habilidades y costumbres, así como la hostilidad ante los extraños; también el "árbol de las almas" (bajo el agua, claro), que les sirve para contactar con su deidad Eywa; y también a un poderoso animal, epítome de su cultura, capaz por sí mismo de inclinar la balanza a su favor frente al invasor: en la primera era el "Jinete de la última sombra" Toruk Makto y aquí es un gran cetáceo de la especie "tulkun" llamado Payakan. 

Incluso vuelve a aparecer la figura del científico que critica el ardor extractivo de los humanos sin importarles destruir la civilización aborigen. Sin embargo el gran personaje que interpretaba Sigourney Weaver en la primera, se convierte en ésta en uno de cuarta fila que acompaña sumiso al cazador de tulkuns mientras reconoce que aplaca sus reparos éticos bebiendo.

Eso es Avatar 2, un simple espejo de la primera pero sin su intensidad, su épica y capacidad innovadora. Todo es muy pobre aquí: la aventura es de perfil bajo y el desarrollo de los personajes y de la cultura Metkayina es muy esquemático. Incluso la fuerza mística y el mensaje anticolonialista y de preservación del medio ambiente que tenía la primera se ha minimizado.

Las pocas ideas nuevas, por su parte, aparecen amontonadas y confusas. La película entera se articula como un intento de venganza de Quaritch (Stephen Lang) contra el marine Sully. Esto a pesar de que la comandante de la nueva base de operaciones Cabeza de Puente, le ha avisado de que la misión ha cambiado: ya no se pretende el enfrentamiento y la extracción, sino buscar la convivencia para una futura colonización de Pandora, dado que la Tierra perece. 


















James Cameron ha declarado que Quaritch será el malvado de las secuelas y que lo veremos vivir situaciones inéditas. ¿? Así lo refrenda esta secuela que no sólo lo revive sino que introduce el protagonismo de los hijos de estos dos marines enfrentados (ya con cuerpos de na´vi). Repetir duelos y venganzas entre los mismos protagonistas no me parece el mejor camino para la saga. No creo que Quaritch tenga el carisma y recorrido de un Darth Vader.

En esta continuación volvemos a Pandora para conocer a la familia de Jake Sully y Neytiri, compuesta por nada menos que cuatro hijos. Dado que el director ha rodado a la vez la 2ª, la 3ª y hasta la primera parte de la 4ª secuela para que los niños mantengan su edad biológica, está claro que estos hijos serán el origen de las nuevas tramas; lo que inclina la saga hacia un entorno marcadamente familiar. El plano final de esta secuela ya lo subraya, con Jake y Neytiri yaciendo junto a su prole mientras escuchamos el nuevo mantra: "tu familia es tu fortaleza". 



Todo lo dicho hasta aquí no es óbice para reconocer que he disfrutado con un espectáculo visual abrumador comenzando por una secuencias submarinas realmente espectaculares y unos detalles del 3D (expresividad facial y naturalidad de movimientos) inigualables. También con un último tercio de la cinta donde culmina el enfrentamiento guerrero en unas escenas de acción sensacionales. Pero no nos engañemos, muchos minutos de la película son puro exhibicionismo visual. ¡Si hasta los créditos finales se muestran sobre unos wallpapers subacuáticos apabullantes!.

Si tenemos en cuenta las preguntas que se hacía la crítica antes del estreno, ¿Es mejor que la original Avatar? La respuesta es NO.
Si en cambio la pregunta es ¿Merece la pena seguir explorando este universo? La respuesta es SI, aunque no de este modo repetitivo.

No soy quien para decirle nada a un visionario del talento de Mr. Cameron; pero yo creo que si lo mejor de la idea original era el descubrimiento de un mundo nuevo con los conflictos derivados de su colonización, ahí están todas las películas clásicas del Oeste para resetearlas en Pandora, sin necesidad de que en todas ellas encontremos siempre a John Wayne disparando al mismo pistolero.  Pensé que iba a ver algo de esto cuando apareció la secuencia en que los omaticaya asaltan y destruyen un tren de mercancías como en los más clásicos western. Pero no.






Quizás pueda ocurrir que esta segunda película sea simplemente de transición hacia nuevas y fabulosas aventuras. Habrá que esperar y ver qué nos propone el maestro.

sábado, 22 de julio de 2017

La GUERRA del PLANETA DE LOS SIMIOS - de Matt Reeves

EEUU, 2017

Sin duda estamos ante la mejor película de esta nueva trilogía simiesca. Lo que ocurre es que la tal trilogía no existe. La película inicial funciona bien, pero es totalmente autónoma. Su tono es netamente familiar y no comparte prácticamente nada con la segunda y la tercera. Estas dos últimas están dirigidas, y muy bien, por Matt Reeves que logra un enfoque y un ritmo propios, el de la reflexión sobre cómo los simios comienzan su civilización. 

La lástima es que este nuevo Planeta de los Simios adolece de dos rémoras importantes que impiden su vuelo y enlace con el perturbador planeta que se encontró Charlton Heston en 1969. Una es de concepción: según esta propuesta la Tierra se convierte en el Planeta de los Simios después de una lucha sin cuartel entre simios y humanos por la dominación. Esto está bien para el espectáculo (peleas, bombas y disparos); pero no tiene nada que ver con aquella propuesta original: allí los simios habían ascendido en la escala de la civilización después de que el hombre se autodestruyera. El mensaje era la estupidez humana y la esperanza una nueva rama evolutiva. 
La otra rémora es que estas dos últimas películas no logran desprenderse del enfoque de una lucha por la supervivencia. Mucho me temo que habiendo armas, helicópteros y bombas en el bando humano, poco podrían hacer los simios con sus lanzas y acrobacias. El punto de vista está montado sobre una especie de falacia que hace que toda la trilogía tiemble como un juguete de cartón: un virus hace más inteligentes a los simios, otro virus diezma a los humanos....un origen demasiado endeble.

Pero anotadas estas salvedades tengo que decir que este segundo film de Matt Reeves ha tenido el acierto de colocar a simios y humanos ante una misma tesitura, la amenaza de extinción y el horror a la bestialidad, cuyo aliento sentimos en la nuca. Los dos cabecillas enfrentados, César por los simios y El Coronel (Woody Harrelson) por los humanos, han de sobreponerse a sus tragedias personales, para pensar en la supervivencia de su raza. El conflicto personal tiene espesor y más todavía la reflexión sociopolítica.

El director ha tenido el talento y la sensibilidad para explorar la parte más dramática de la historia (César busca ciegamente una venganza personal) y ha captado perfectamente nuestra atención con innumerables primeros planos,  tanto de simios como de humanos, para que oliésemos su miedo y sus contradicciones. Reeves demuestra un pulso extraordinario para mantener en alto el ritmo de thriller, mientras examina la naturaleza humana y sentimientos como el vínculo social, la misericordia o directamente el bien y el mal. 

Además estos primeros planos nos causan admiración no sólo por la intensidad emocional que transmiten, sino por la sutileza y calidez de las expresiones simiescas, que alcanzan cotas de virtuosismo.

El director apuesta claramente por una fábula sociopolítica y elige además un bando, el de los inocentes simios que habrán de redimir todos los pecados humanos. Desde la anterior película, César ya se ha convertido en una especie de mesías legendario y El Coronel, cabecilla de uno de los últimos reductos humanos, está obsesionado con eliminarlo.

La película comienza como una guerra de guerrillas en el bosque, continúa con una operación comando, pasa por una transición con todos los ecos de un potente western (César cabalga a través de los bosques para cumplir su venganza mientras se le unen un trío de fieles amigos y recogen a una niña huérfana y a un simio bobalicón que es un delicioso contrapunto cómico). Concluye con la parte más larga, con todos los personajes encerrados en un campo de concentración, reproduciendo todos los tics clásicos: alcaide despiadado, conatos de motines, castigo ejemplarizante al líder y plan de evasión. Sólo falta Steve McQueen o sir Alex Guiness. Como se ve un verdadero patchwork.

Pero hay que reconocerle a Reeves el talento de haber aunado estos retales para entregar una película coherente y muy bien trabajada, donde las ideas y el drama prevalece sobre las explosiones y las ráfagas.


El campo de concentración nos regala dos imágenes icónicas y complementarias: Sobre la tierra y cada mañana, toda la guarnición se reúne para gritar sus consignas y proclamas ("¡¿Qué somos?! ¡Somos el principio y el fin!") mientras su líder, en el balcón, se afeita la cabeza, recordándonos la locura sangrienta del comandante Kutz. Parecen decir: para salvarnos de los salvajes nuestro único método es la barbarie. Bajo tierra, mientras los simios preparan la evasión, podemos ver una pintada: Ape pocalyse now. Militarismo, sometimiento, aniquilación.


Hay que subrayar el trabajo actoral. Andy Serkis vuelve a bordar una actuación bajo máscara, dotándola de matices y emociones increíblemente versátiles, apoyado en una motion capture refinadísima y sutil, capaz de recoger el más mínimo gesto o mohín del rostro. 
En este caso tiene una maravillosa réplica en un simio enclenque y miedoso, Simio Malo (Bad Ape), cuya comicidad y bonhomía son antológicas. Este personaje interpetado por Steve Zahn y rescatado por César de su abandono, es un digno heredero de otro náufrago clásico, el Ben Gunn de La Isla del TesoroDestaca también Woody Harrelson que, lejos de sus excesos y gritos habituales, se muestra muy comedido y compone un personaje ciertamente trágico.


Como se ha dicho, esta película está lejos del universo creado por el novelista Pierre Boulle a principios de los sesenta: allí estaban los problemas raciales que incendiaban Norteamérica, la guerra de Vietnam, el fin de la supremacía del hombre blanco y el peligro de aniquilación nuclear. Pero más allá de los intentos de conectar esta pretendida precuela con aquella cinta de culto (el hijo de César se llama Cornelius y la niña huérfana que recogen la bautizan como Nova, personaje que interpretó Linda Harrison en la original de Peter Schaffner); esta Guerra del Planeta de los Simios ofrece sus propias reflexiones. Por ejemplo en cuanto a la deshumanización, el levantamiento contra las injusticias (a día de hoy las secuelas de la crisis/estafa económica son colosales), el antimilitarismo o incluso la búsqueda de una tierra prometida hacia la que César conduce a su pueblo. Y por supuesto el eterno debate sobre dónde radica la esencia de la humanidad: El Coronel y César llegan a comentar su nivel de misericordia. 

Notable alto para este cineasta bien dotado que es Matt Reeves (CloverfieldDéjame Entrar)

martes, 9 de mayo de 2017

Z, LA CIUDAD PERDIDA - de James Gray

El teniente coronel Percival Harrison Fawcett (Inglaterra 1867-Brasil 1925?) fue un militar, arqueólogo y explorador británico que realizó seis expediciones a la Amazonia en busca de la ciudad Z, como él la llamaba, una antigua ciudad perdida con todos los ecos de El Dorado. Antes de convertirse en explorador trabajó para el servicio secreto británico en Africa, y entremedias de las expediciones se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial, donde dirigió una brigada de artillería a pesar de tener ya cincuenta años. Después de la guerra volvió a Brasil en distintas expediciones. En la última, en 1925, fue acompañado por su hijo Jack. Cuando la expedición desapareció, los últimos informes les situaban cruzando el Alto Xingú, un afluente del río Amazonas. Una zona habitada por numerosas tribus indias que nunca habían visto al hombre blanco.

Conan Doyle fue amigo personal de Fawcett y se basó en él para crear al personaje del Profesor Challenger y las historias de la "ciudad perdida de Z", fueron la base de su novela "El mundo perdido". También Pete Docter ha admitido que Fawcett fue una de las fuentes de inspiración para el villano de Up, el explorador perdido Charles F. Muntz.

Todas estas idas y venidas están presentes en la película; pero sin un hilo dramático claro; como una ilustración a través de diversas estampas. Sin la fiebre, ni la pasión que enardece a estas vidas aventureras. En la pantalla no encontramos ni la chispa audaz de Indiana Jones, ni las tinieblas enfermizas de Apocalypse Now

Eso sí, la película está rodada con la elegancia y el clasicismo con que Gray dota a sus propuestas. Además la cinta muestra un nivel de producción excelente que brilla en todo tipo de escenas: bailes de época, reuniones de la Royal Geographical Society, la terrible guerra de trincheras en el Somme o las vicisitudes por la selva amazónica.

Todo resulta muy convincente; pero la película peca de anticlimática. El coronel pasa de estar desesperado y a punto de morir en la selva a una recepción en Londres con un simple cambio de plano y sin saber muy bien por qué. Del mismo modo la gestación de sus teorías sobre una ciudad perdida se resuelve en unos segundos, sin más recorrido que haber encontrado en el barro unos pocos trozos de cerámica. Su desarrollo es muy plano, el protagonista muy desdibujado y la acción muy dispersa. Quizás sea por la mala elección del actor principal, Charlie Hunnan, que no transmite casi nada, al contrario que Robert Pattinson o Sienna Miller que están muy bien. 

O quizás sea un fallo de guión que quiere representar muchas cosas (aventuras en la selva, 1ª Guerra mundial, debates en la sociedad (¡los salvajes no son personas!) y aspectos íntimos (la discusión que tiene Fawcett con su mujer sobre la igualdad de género); sin lograr un hilo dramático que articule la narración.
Después de retratarnos a un Percy Fawcett ignorado en una cacería por no tener linaje ni galones, nos lo presenta ante la Royal Geographical Society, que le propone la expedición para levantar los mapas de un territorio inexplorado, frontera entre Bolivia y Brasil. Él duda inicialmente; pero al final elige lanzarse a la aventura  para intentar recibir alguna medalla u honor. Ahí se queda el personaje, como un tipo bondadoso y familiar que simplemente quiere hacer carrera. Un plan mediocre.

Seguro que el libro en que se basa la película, de David Grann, está perfectamente documentado y aporta todos los datos (el manuscrito 512 que Percy adoptó como guía para una de sus expediciones) o su forma de tratar y relacionarse con los indios (muy humana, en contra de la sociedad de su época que los despreciaba por salvajes); pero falta un verdadero drama, una brega con el destino o incluso un poco de épica. 

viernes, 5 de mayo de 2017

GHOST in the SHELL - de Rupert Sanders

Ghost in the Shell es un manga de ciencia ficción creado por Masamune Shirow, que tuvo continuación en dos mangas más titulados: Ghost in the Shell 2: Man/Machine Interface y Ghost in the Shell 1.5: Human-Error Processor. De allí surgieron dos películas animadas dirigidas por Mamoru Oshii: Ghost in the Shell (1995) y Ghost in the Shell 2: Innocence. También se produjo una serie.

Pero todo este semillero de ideas argumentales y mundos ciberpunk tiene su mejor sedimento en el anime dirigido por Mamoru Oshii en 1995, un producto más serio y filosófico que el manga. Sus imágenes perturbadoras, su estilo narrativo pausado y poético y una banda sonora sombría e inquietante hicieron de este anime una película de culto y de impacto universal. De pronto, en 1995, cuando Internet aún gateaba y la tecnología empezaba a llegar a nuestros hogares, Ghost in the Shell dió un salto gigantesco y nos presentó el final de esa carrera: un mundo hipertecnológico que no solamente ha extendido sus redes y conexiones por todos los espacios públicos y privados; sino que ha llegado hasta la integración de la tecnología en el cuerpo humano: prótesis para potenciar el cuerpo y salvar accidentes o enfermedades y, lo más perturbador, una red neuronal que a través de conectores llega al propio cerebro humano. 

Ahora se nos presenta esta recreación con actores reales (live action) y un argumento casi calcado del primer anime, con algún añadido del segundo (los robots geisha asesinos); y hay que reconocer que la película de Sanders es muy respetuosa con la original. De hecho la reproduce con pasión de orfebre y mantiene asimismo su esencia filosófica; pero no aporta nada nuevo, ni da un paso más allá que el de convertir el anime en live-action o cambiar el origen del villano. ¿Es insuficiente? 
Sí, porque el poso filosófico es más superficial y, sobretodo, nos deja un poco fríos a quienes vivimos en su día el impacto de la original. Pero hay que decir que quien visite este mundo ciberpunk de primeras no saldrá defraudado: la reproducción es muy esmerada, la ambientación de ese opresivo mundo futuro es excelente y los intérpretes (pese a tanto cacareo con que la Johansson no es japonesa) encajan muy bien en sus papeles.

El respeto al clásico le hace reproducir sus secuencias más icónicas, como el salto inicial desde el rascacielos, la persecución y pelea con el basurero por la decrépita ciudad o el asalto final enfrentándose la Mayor a todo un blindado casi indestructible (aunque con un nuevo giro argumental).

La protagonista es Motoko Kusanagui -conocida simplemente como "La Mayor" (Scarlett Johansson)-, un ciborg que sólo conserva su cerebro humano en un cuerpo robótico (único en su especie), lo que la convierte en la máquina perfecta para combatir el crimen. Pertenece a la Sección 9, un cuerpo de élite que persigue a los enemigos de Hanka Robotik, una megacorporación tecnológica que amenaza con monopolizar todos los estamentos de la sociedad. Esta actividad no es la única preocupación de La Mayor. Le corroe la duda sobre si sigue siendo humana por lo que intenta descubrir su pasado y el sentido de esas extrañas interferencias que a veces surgen en su cerebro. 

La Sección 9 sigue la pista de un peligroso terrorista llamado Kuze (Michael Pitt), el cual practica lo más avanzado del terrorismo cibernético, la invasión y manipulación de los cerebros humanos. Pero cuando  La Mayor por fin se enfrenta a él surge la ambigüedad, ¿es un terrorista que destruirá a la humanidad o es el siguiente paso evolutivo que la liberará de gobiernos y corporaciones?.

Kuze, es un personaje original de la serie anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex. El Kuze de esta película es una mezcla del de la serie y de El Titiritero (The Puppet Master) que aparece en la película de Oshii. Resulta de lo más interesante el encuentro entre ambos ciborgs: La Mayor lo quiere capturar mientras Kuze quiere destruir Hanka Corp. Descubrirán que los dos son meros títeres de los grandes poderes.

Mamoru Oshii centró la película en esta agente androide y puso el foco sobre algo tan novedoso (en aquella época) y tan sugestivo como la Inteligencia Artificial y los límites entre lo humano y la máquina; una preocupación propia de la era de las máquinas que se puede rastrear desde Metrópolis (1927) de Fritz Lang, hasta las más recientes Matrix, Avatar o Ex-Machina.

El asunto está claro: cada uno poseemos un espíritu/personalidad que nos diferencia. La memoria, el aprendizaje, las decisiones conforman nuestra conciencia; pero si esta conciencia se puede crear e implantar ¿qué nos hace humanos? ¿Quién nos asegura que lo hemos creado nosotros y no es una experiencia inducida por una máquina en nuestro cerebro pirateado?

viernes, 7 de octubre de 2016

El HOGAR de MISS PEREGRINE para NIÑOS PECULIARES - de Tim Burton

¡Qué rabia!
La película tiene todos los ingredientes para un guisote especial: una historia fantástica poblada de seres tan extraños como entrañables, la eterna lucha entre el bien y el mal, el juego de mundos paralelos, el drama del diferente en un mundo homogéneo y un director cuya cabeza hierve pletórica de monstruos y maravillas.... pero no acaba de funcionar. Al guiso le falta el punto.

Pierde la tensión en muchos momentos y la historia se estanca en otros tantos. Quizás el universo de Miss Peregrine le ha fascinado tanto a Burton que se ha entretenido plantándonos un montón de postales del mismo, con poca aventura y menos dramatismo. Se ve con gusto sin más.

Un niño que cuida de su abuelo se lo encuentra una noche moribundo en el bosque cercano. Tiene las cuencas de los ojos vacías y sus últimas palabras no pueden ser más enigmáticas: "Encuentra el bucle. El pájaro te ayudará". El recuerdo de las historias que le contaba de niño están muy presentes y sobre todo la de su paso por un misterioso orfanato en Gales. Padre e hijo emprenden el viaje a las islas con la intención de recuperar los recuerdos de su abuelo y poder despedirse de él. Una vez allí encontrará el bucle que mantiene al orfanato en su propia dimensión temporal y que ahora más que nunca corre peligro ante el acoso de los "hombres huecos".















El orfanato que dirige Miss Peregrine (Eva Green) es una deliciosa fantasía donde los "niños peculiares" (una jovencita que levita, otra con fuerza tremenda, un muchacho que es capaz de animar cualquier objeto, etc) encuentran albergue. Allí se les protege de los "hombres huecos", que pretenden robarles su energía vital. Las pocas escenas de los monstruos son las únicas con verdadera energía y tensión; porque la cinta, en general, no es nada espeluznante y peca un tanto de infantil.

La presentación de las historias y mapas del abuelo se resuelve de forma rápida e indolora. El trastorno del niño y sus visitas a la psicóloga está metido con calzador. El drama de los niños inadaptados ni aparece y la llega al bucle del orfanato de Miss Peregrine carece de magia. 

Creo que toda la acción está imbuida de la sosería del protagonista, un Assa Butterfield bastante inexpresivo y carente de encanto. Incluso el gran Samuel L. Jackson, en su enésimo papel de malvado histriónico y bocazas, suena repetitivo.
Fantasías y portentos quedan maravillosamente dibujadas, pero no son tenebrosas ni emocionantes.



















P.D.

La película está basada en el libro homónimo de Ransom Riggs, el cual alberga varias peculiaridades. Una es el amor por la viajes en el tiempo que el autor bebió en su infancia con las películas de "Regreso al futuro" y los libros de Narnia, según ha declarado en alguna entrevista. Otra y principal es el juego que establece entre fantasía y realidad utilizando una baraja muy novedosa compuesta por fotografías. En las páginas de la novela pululan una serie de fotos de época que el novelista estuvo reuniendo durante mucho tiempo. Las fotografías son absolutamente reales y también muy extrañas. Su ambigüedad y misterio permiten a Riggs una muy curiosa integración en una obra de fantasía. Hasta tal punto que algunas parecen como tomadas ex profeso para la novela. 

sábado, 26 de diciembre de 2015

STAR WARS: El Despertar de la Fuerza - de J.J. Abrams


Salgo del cine muy satisfecho con mi ración de duelos a espada-láser, batallas entre cazas rebeldes y alas del Imperio, mas su pizca de misterio y aprendizaje con una nueva padawan. Sin embargo noto que, en mi memoria, todo comienza a desvanecerse de inmediato.

Me encanta la saga Star Wars. Asistí al estreno de la primera película siendo universitario y por siempre visitaré esas remotas galaxias  con la misma fruición con que visito Camelot, O.K. Corral o las cataratas de Reichenbach. En esta saga no hay películas buenas o malas. Solo las hay de primera o segunda categoría y este episodio VII, con todos los ingredientes agitados nuevamente de forma encomiable, es claramente de segunda. El motivo es que no aporta nada.


La primera trilogía es monumental porque, sobre todo en los episodios IV y V, George Lucas pone en pie toda una cosmología y una cosmogonía fascinantes. La Fuerza, los malvados Sith, los Jedis, la República, los territorios de la frontera, los rebeldes, las razas y planetas innumerables nos sumergen en un universo complejo y minucioso que con cada nuevo giro no dejaba de maravillarnos. 

Siguiendo los códigos del más cinematográfico de todos los géneros, el western (esos caballeros cabalgando por lugares inhóspitos, esos duelos a muerte, ese saloon donde se citan traficantes y delincuentes), y trenzando mimbres semejantes a los de la ascensión y caída de Roma; Lucas pone en pie todo un territorio de forma completa y coherente: desde el Senado de las Federaciones galácticas hasta la guarida del contrabandista Jabba el Hutt; desde el desierto de Tatoine y sus moradores de las arenas hasta las aguas de Kamino y sus clonadores; desde un malvado glorioso como Darth Vader hasta un wooki peludo tan leal como gruñón. 

De modo que, mientras el nivel de producción sea alto, no creo que ninguna de las trilogías venideras nos defraude. Otra cosa es que nos fascinen y deslumbren. Será difícil que aterrice en nuestras pantallas una historia tan potente y unos personajes tan carismáticos como los que nos maravillaron en los episodios IV y V. La segunda trilogía que nos dispensó George Lucas posee una enorme calidad técnica, un suficiente entretenimiento y una escasa categoría si salvamos al episodio III, La Venganza de los Sith


En este caso y llegados a un punto determinado, todo se convierte en manierista, que es como decir repetido aunque con gran pericia. Las batallas y los duelos cada vez más primorosamente rodados (por mor de los CGI), carecerán en mayor medida de genio. Creo que el propio creador Lucas ha llegado a esta misma conclusión y por eso ha vendido su imperio. 

En mi opinión el reto de futuras ediciones debería fijarse en revivir el asombro y las emociones que nos deparó aquel comienzo in media res. En menos de cinco minutos se  nos sumergió de golpe en una remota galaxia con un imperio, una rebelión y un pasado casi tan profundo como el universo. Darth Vader captura a la princesa Leia justo después de que lograse enviar a su unidad C3PO en busca del maestro jedi Obi-Wan Kenobi que permanece escondido en el planeta Tatoine. Allí enlazará con el joven Luke Skywalker. Los tres precisarán de los servicios del traficante Han Solo y su ayudante Kewbacca para escapar de las garras del Imperio.

El carisma de estos personajes, la sonoridad de los nombres de personas y lugares, así como su capacidad de evocación son formidables. A partir de aquí sólo quedará agitar y remover.


























J. J. Abrams ha declarado en repetidas ocasiones que su anhelo era volver a los orígenes; por lo que cabe exigirle que nos maraville del mismo modo. No lo ha conseguido. Disfrutamos de esta nueva incursión y punto.

Este Episodio VII es un homenaje (que aquí quiere decir repetición) denodadamente vicario: se repite el esquema del robot que esconde los planos, del mismo modo que se repite el ataque a un planeta tipo Estrella de la Muerte. Asimismo se repite el comienzo de la primera y segunda trilogía con la presentación de un(a) joven aprendiz de la Fuerza que se deberá enfrentar al malvado. Finalmente se repite -de forma estrafalaria- la trama familiar que llegó a su cumbre con aquel inolvidable, "yo soy tu padre".

Creo que se ha confundido homenaje con reproducción. Puede resultar muy curioso investigar las docenas de homenajes, cameos y referencias que esconde esta muy erudita cinta; pero es necesario avanzar. Quizás la innovación nos llegue a través de los tres spin-off que ha anunciado Disney. Películas del universo Star Wars pero que se alejarán de todo lo anteriormente conocido, introduciendo nuevos personajes y situaciones. El primero ya está anunciado y se llamará Rogue One: A Star Wars Story. Ya lo estoy esperando.

jueves, 24 de septiembre de 2015

El CORREDOR del LABERINTO -


Recién estrenada (en cine) la segunda parte de esta saga, Las Pruebas, ya se puede avanzar que esta trilogía (+precuela) presenta una sugerente idea inicial que se va diluyendo rápidamente según avanzan los tomos y las cintas.

De inicio nos encontramos, in media res, con unos chicos aislados en "el claro", una especie de isla rodeada de altos muros que esconden mortales laberintos: Los muros que delinean sus calles cambian de un día para otro y por sus recodos acechan informes monstruos. La llegada del "chico especial" Thomas, hará cambiar las cosas y finalmente lograrán encontrar la salida. 

En el segundo libro y película, Las pruebas, salen al mundo exterior, un mundo apocalíptico donde la humanidad ha sido diezmada por un virus que transforma a las personas en una especie de zombis, "los raros". Detrás del laberinto está la organización CRUEL, que utiliza a estos jóvenes como cobayas para encontrar una cura. Por su parte un puñado de hombres libres se ha refugiado en las montañas. Ambas facciones anhelan contar con el grupo de jóvenes huidos del laberinto; son inmunes al virus y pueden ser la esquiva solución a sus males. 

Los libros son sencillos, pero absorventes y entretenidos. Su acción te lleva en volandas. El primero aprovecha dos misterios. El de la caja, un montacargas que asciende desde un pozo incógnito e introduce cada vez a un muchacho en este mundo cerrado. Y el de la salida del laberinto. Entremedias asistimos a la organización social de esta pequeña comunidad de muchachos: los corredores, los recolectores, los sanitarios, de cocina, etc. 

Entre el juego y la seriedad juvenil, esta nueva sociedad que entre todos van creando elude reflexiones mayores, como las que se producían, por ejemplo, en otra isla de autogobierno juvenil, "El señor de las moscas", de William Golding. En esta obra maestra un grupo de niños tienen que sobrevivir en una isla, lo que les obliga a refundar una sociedad en la que se retratada la condición humana y la naturaleza del mal, sobretodo asociada al ejercicio del poder. 

La primera película adaptaba con solvencia el libro. El terrible ejercicio de supervivencia y el misterio del mundo exterior que los condenaba mantenía la tensión. Pero esta segunda es repetitiva y carece de enjundia. Correr, correr y correr. Los guionistas han pensado que si los muchachos se pasan el día corriendo, el suspense se da por supuesto; pero no es así. Todo resulta banal. El laboratorio donde descubren a sus compañeros entubados o el enfrentamiento con los "raros", afectados por "la quemadura", apenas tienen entidad. No son más que excusas para seguir corriendo sin parar. 

El novel director Andrés Muschietti, autor de la magnífica Mamá, ideó un cortometraje de tres minutos que enamoró a Guillermo del Toro. Éste se ofreció a producirle un largo y el propio Muschietti reconoció que la mayor dificultad que afrontó fue "tener que dar respuesta a las situaciones planteadas". Muschietti consiguió dar fuste a aquella germinal idea, nos ofreció un hilo narrativo coherente y un desarrollo que enriquecía los planteamientos iniciales.

Dashner por su parte, parece que encontró una situación de partida muy interesante; pero no consiguió darle continuidad. Tanto Las pruebas como La cura mortal parecen de relleno y están lejos del interés inicial. Todo el batiburrillo de zombies, robots asesinos y lazos de amistad y resistencia en un mundo apocalíptico parece un refrito sin fin.






Salgo del cine reflexionando sobre las exitosas sagas juveniles, al estilo de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins, El Corredor del Laberinto o  "Across the universe" de Beth Revis. Me llaman la atención algunas similitudes que comparten. Me pregunto si podemos rastrear en ellas un sustrato de la visión que los jóvenes tienen del mundo.

Probemos:
-La acción que presentan transcurre en futuros distópicos. 
-Los mundos son más bien agonizantes y la sociedades que los pueblan están fuertemente jerarquizadas, sometidas a un líder absoluto y dictatorial.
-Todo está perfectamente organizado, pero de forma rígida y cerrada. Los roles de las personas están muy definidos y suelen ser castrantes. Más parecen cárceles que otra cosa.
-Siempre aparece un joven carismático (aunque en el caso de El corredor del Laberinto no se sabe el por qué de su carisma) que decanta la rebeldía y ejerce de líder mesiánico, motor del cambio.


Según esto los jóvenes se ven en un mundo agónico, sometidos a rígidas normas que viven como una cárcel. Se les obliga a una normalización castrante que les hace soñar con la aparición de un líder que seguir en pos de la libertad. Como se ve, todo un diggest de psicología social y construcción de identidad clásica.

Quizás el acierto de la película "Los juegos del hambre: En llamas", la mejor adaptación cinematográfica hasta ahora; haya sido contar con una heroína como Jennifer Lawrence que dota al personaje de una cierta complejidad y sobretodo de una emotividad muy superior a la de este corredor extenuante.

Es verdad que se habla de democracia, amistad, ética, organización social y rebelión... pero estos libros son lo que son, puro entretenimiento. Sin más. Para encontrar otras profundidades hemos de visitar otros caladeros; obras como la citada, Rebelión en la granja,  1984  o Un mundo feliz.

domingo, 31 de mayo de 2015

TOMORROWLAND - de Brad Bird






¿Hay algo peor en una película de aventuras que ser aburrida? Pues eso pasa con este mundo del mañana sin ningún ritmo y donde una idea deslavazada, un malo de cartón piedra y un mundo maravilloso pero del que solo vemos cuatro postales lo consiguen. La aventura apenas tiene consistencia y la cháchara más ñoña se apodera de muchas escenas.

Casey es una joven brillante y emprendedora que sueña con el espacio. Un día encuentra una insignia que, al tocarla, se convierte en un portal de acceso a un mundo muy avanzado y maravilloso, Tomorrowland. La insignia es repartida en secreto por una pequeña reclutadora que elige a personas "especiales" y soñadoras. Antes también lo hizo con Frank Walker, un niño muy despierto en ciencias que fue invitado en 1964. Pero ahora todo ha cambiado. Frank vive desterrado en la Tierra y una amenaza de destrucción se cierne sobre el planeta. Casey puede ser la solución. 


Parece ser que el proyecto surge tras el hallazgo, en los archivos de la Compañía Disney, de una caja con el título "1952". La misteriosa caja contenía un gran número de maquetas y dibujos del mismísimo Walt Disney, sobre un proyecto llamado "Tomorrowland". De modo que la maquinaria se pone en marcha, contratan a Damon Lindelof (Perdidos, Prometheus, The Leftovers, Star Trek: en la oscuridad) como guionista y... dan con un castillo nuevo y futurista para su logo. Muy poquito más.

Después de 45 minutos de introducción insulsa empieza la acción, pero sólo dura 7 minutos y ya sin remedio el castillo se viene abajo.
El pin mágico de Tomorrowland

Cuando toca, Brad Bird (ganador de dos Oscar por Ratatouille y Los increíbles), hace brillar el concepto visual en todo su esplendor (los saltos en el tiempo, las postales de Tomorrowland, la secuencia en la Torre Eiffel o el asalto a la casa de Frank Walker); pero estas brillantes secuencias no llevan pegadas ni una brizna de historia o drama. 

Y la verdad es que no faltan ideas; pero apenas están esbozadas y no tienen ninguna incidencia en la trama general: Tomorrowland sería como la SuperTierra donde vivirían los "soñadores", sabios y emprendedores que no dejarían de inventar para mejorar las condiciones de vida. Este mundo paralelo estaría relacionado con el grupo Plus Ultra donde estarían integrados tipos como Jules Verne, Eiffel, Tesla o Edison. Pero esta es otra línea argumental que sólo se apunta, careciendo de todo desarrollo.

El exilio de Frank Walker no se sabe de donde viene, el descubrimiento de los "soñadores" carece de cualquier intriga y el pequeño drama de la relación del niño con su reclutadora robot (Raffey Cassidy), queda deslavazado, obviando las implicaciones que conlleva la Inteligencia Artificial.

George Clooney presta su presencia para dar brillo a la función, mientras que a Hugh Laurie le encasquetan un papel de malvado absolutamente retórico y gazmoño. 

Si a todo esto se le añaden una serie de catastróficas peroratas de lo más pueril, no nos queda más que un truño de cuidado.






Tomorrowland es una maravillosa escenografía totalmente hueca. Toda la película se resume en Casey tocando el pin: instantáneamente es trasladada al campo de trigo desde donde ve, a lo lejos, el maravilloso perfil de una ciudad de ensueño. Nunca llegaremos a entrar allí.


La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia sirve de escenario



lunes, 24 de noviembre de 2014

Los JUEGOS del HAMBRE: SINSAJO I - de Francis Lawrence









Tiempo muerto.-

Al final de la estupenda segunda parte (En llamas) de esta irregular trilogía, Katniss es rescatada en el último momento y ya en el aerodeslizador, el Director de los Juegos, Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman) le descubre su verdadera personalidad como cabecilla rebelde. "Desde el principio tú has sido la misión. Esto es la revolución, y tú eres el Sinsajo". Pues bien, este clímax de una película que resultó emocionante no dura más de cuarenta segundos. En cambio el asunto de estas revelaciones se nos vuelve a contar en este Sinsajo Parte I de una forma insustancial durante ¡dos horas y cuarto!. Un timo.

Todo lo que en aquella segunda parte era aventura y tensión aquí se transforma en tedio y circunloquio. Conversaciones y conversaciones para ahondar en las dudas de Katniss sobre su rol y en el enfrentamiento que mantiene con el presidente Snow (Donald Sutherland). En todo caso docenas de minutos para narrar un duelo que ya se mostró en unos brillantísimos segundos: Katniss en llamas sobre un carro de caballos y manteniendo retadora la mirada del presidente. Asimismo las escenas de lucha en la jungla o los escenarios en la ciudad (con reminiscencias de una Roma decadente) han desaparecido en ésta sin ofrecer recambio alguno. 

He ahí la diferencia. Lo que En llamas era emoción y aventura, aquí se ha convertido en un simple negocio, alargando innecesariamente las situaciones sin avanzar en ninguna.

El director de ambas es el mismo por lo que cabe decir que Sinsajo Parte I está rodada con profesionalidad y pulcritud, pero sin un ápice de tensión ni intriga. Apenas la secuencia del rescate de Peeta en el Capitolio nos cautiva; pero para ello hay que esperar más de una hora de metraje.
En el Hollywood clásico había un lema del que incluso hicieron una canción,  That´s entertainement. Hoy en día lo han cambiado por That´s bussiness.

En ese desierto insípido sólo una boutade de la frívola Effie logra arrancarnos una sonrisa. Echa de menos los tiempos gloriosos del Capitolio, las fiestas y el glamour que la revolución amenaza destruir. El pueblo, sucio y lacerado se levanta mientras Effie suspira: "¡Ah, supongo que la democracia vuelve a estar de moda!". Casi como en España en estos tiempos de plomo.

No dejo de pensar en la suerte que tiene esta franquicia al contar con Jennifer Lawrence. Es capaz de rescatar la escena más insípida. Siempre se nos muestra entregada y convincente. Woody Harrelson, Donald Sutherland y el recientemente fallecido Seymour Hoffman prestan su enorme consistencia a una película vacua.