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domingo, 28 de enero de 2024

ANATOMÍA DE UNA CAÍDA - de Justine Triet

Francia,2023

En los últimos dos meses he visto tres películas francesas sobre juicios a cual mejor, pero ésta es la más floja. Las otras dos son Una íntima convicción (Antoine Raimbault, 2018) que supera a ésta en intriga y pasión por el procedimiento judicial; y El acusado (Les choses humaines,  Yvan Attal, 2021), una formidable película donde el debate traspasa lo judicial hasta convertirse en una reflexión social profunda y nada maniquea sobre el consentimiento y todas sus aristas. 

Anatomía de una caída gira en torno a un matrimonio que ha regresado desde Londres al pueblo de la infancia del marido, en Los Alpes franceses. Él ya no quiere seguir dando clases sino convertirse en escritor. Pero es un deseo largamente frustrado: abandonó una novela a medias y nunca acaba de atacar de lleno su presunta vocación. Mientras tanto su mujer ya ha publicado un puñado de libros. La película comienza en el salón de su casa de montaña, con la mujer atendiendo a una periodista que ha venido a entrevistarla. De pronto, en medio de la conversación, suena una música ensordecedora que proviene del ático, donde el marido se encuentra realizando arreglos. La tensión es evidente, la mujer le reconoce a su entrevistadora que ha sido mala idea citarla allí y la periodista acaba yéndose. En el plano siguiente el hijo, que quedó prácticamente ciego por un accidente del que se culpa el marido -no fue a recogerlo a tiempo al colegio-, regresa a la casa después de pasear al perro y allí, delante del porche, se encuentra el cadáver de su padre con una gran brecha en la cabeza.














Durante el resto del metraje se intentará dilucidar en un juicio si fue un accidente, un suicidio o una asesinato por parte de la esposa. Esta última hipótesis cobra certeza cuando los investigadores descubren un pen drive donde el marido tenía grabada la acalorada discusión que tuvo el matrimonio justo el día anterior a su muerte. 

Anatomía de una caída aborda las relaciones de pareja y tangencialmente cuestiones de género y sentimientos de culpabilidad. La película tiene una duración que se alarga hasta las dos horas y media, pero hay que decir que tiene buen ritmo y nunca decae el interés. También que la realización nunca se eleva por encima de la media, es meramente funcional, sin planos o movimientos de cámara que nos digan algo especial. Todo gira alrededor de la mujer pero no hay malicia, ni suspense más allá de si la declararán culpable o no.

Aunque esta tensión es suficiente para ver con gusto la película, no está ahí el centro neurálgico de la historia. Las intervenciones en el juicio y todo lo que tiene que revivir la esposa tienen que ver con ofrecernos una visión de los problemas de pareja. Ahí está el meollo; pero creo que presentándose como un thriller judicial no da la talla. La narración está carente de intriga o giros más allá de último y definitivo que aporta un recuerdo del hijo.


El juicio ocupa una gran parte del metraje y eso no ayuda porque el desarrollo procesal se muestra torpe y atropellado. Durante toda la película me causan extrañeza las acusaciones del fiscal, ya que en su totalidad no son más que meras suposiciones. Hay que tener en cuenta que nunca se ve cómo ocurrió la muerte y las pruebas son mínimas, apenas 3 gotas de sangre y una brecha en la cabeza del marido. Por eso los argumentos del fiscal, airado y condenatorio, no ofrecen más que endebles conjeturas. 

También me extraña la declaración del psiquiatra del marido que se enzarza en una discusión con la mujer, en pleno juicio, sobre la profundidad de la depresión del marido, excediendo los límites de la interpretación y la confidencialidad. Asimismo el trato del juez instructor hacia el hijo me parece fuera de lugar, un tanto despótico y como prejuzgando. 



Tampoco está muy conseguido el convertir el relato en una espiral de metaficción, dado que marido y mujer son escritores y su narrativa es autorreferencial. La entrevistadora le pregunta al inicio sobre el nexo entre realidad y ficción ya que hay mucho de biográfico en sus novelas. También descubrimos que el marido suele grabar conversaciones y discusiones con su esposa como base de su proceso narrativo. Incluso durante el juicio el fiscal lee un párrafo de un libro de la esposa donde un personaje reflexiona sobre los problemas que hay que tener en cuenta a la hora de planificar un asesinato. Creo que este aspecto no está nada definido y podemos zanjarlo como lo hace la abogada defensora, con un “No juzgamos libros, juzgamos hechos”. 

Me quedo, en cambio, con la escena de la bronca del matrimonio, que en el juicio sólo se oye, pero que la directora nos la reproduce en pantalla con los dos implicados. Todo un acierto porque ahí está el corazón de esta película. La bronca es monumental. Tras años de felicidad, frustraciones y desengaños (lo que es la vida en pareja) el marido abre la caja de Pandora de los reproches: quién se ha sacrificado más, quién lleva la batuta, quien se sale siempre con la suya, quién da más, quién recibe menos, dónde está el tiempo para mí... esa enojosa retahíla que acaba incendiando cualquier relación. La actitud de los contrincantes, los asuntos que se tocan, la gradación en el enfado...todo cuadra y se convierte en una coreografía en busca la explosión. Yo creo que esta escena -maravillosamente escrita y magníficamente interpretada- resume y eleva definitivamente la película. Lo cual está en sintonía con el objetivo de la directora, que la escribió junto a su marido, Arthur Harari, durante la pandemia: "Quería poner el foco en una pareja, donde todo es una negociación". 

Cabría interpretar entonces la caída del título, no como algo físico y mortal sino como referida al fracaso de una pareja.  Si aceptamos que éste es el asunto principal no es extraño que su desarrollo criminal-judicial esté un tanto fuera de foco.


No quiero terminar sin subrayar la portentosa actuación de Sandra Hüller, muy medida y llena de sutileza. En cada escena logra el punto exacto de intensidad y emoción, tanto cuando se trata de una declaración judicial, como en las broncas matrimoniales o en las confidencias con su hijo. Parece el despegue definitivo de la carrera de esta actriz alemana que en la presente temporada nos ofrece un doblete extraordinario, ya que también interpreta a la esposa de un comandante de Auschwitz en la sobrecogedora La zona de interés, de Jonathan Glazer.

jueves, 6 de diciembre de 2018

VIUDAS - de Steve McQueen

U.K., 2018

Una de atracos y mucho más.
Con Steve McQueen a los mandos y Gillian Flynn (autora de Perdida) en la escritura, la película no se iba a quedar ahí.
Viudas es una impecable pieza de género en cuyo recorrido nos encontramos con un puñado de giros de guión de lo más sorprendente y, sobretodo, unas pinceladas de denuncia social y un drama muy bien armado. Un brebaje para disfrutar.

La trama se inicia con un atraco que acaba de la peor manera, todos muertos. Las viudas de los ladrones son asediadas por la víctima del robo, un mafioso de barrio que acaba de iniciar su carrera política. Ante esta situación las esposas deciden acometer un atraco que ya tenía diseñado el meticuloso líder difunto. En paralelo asistimos a la carrera electoral de dos tipos de signo bien distinto: uno es el capo robado que ve más oportunidades de medrar en la política con su reparto de cargos, prebendas y mordidas urbanísticas; y el otro, la octava generación de los Mulligan (Colin Farrell) cuyo padre (Robert Duvall) ha tenido que retirarse por sospechas de corrupción. 

Me encanta cómo la película nunca abandona la senda del atraco mientras va filtrando unos trazos verdaderamente interesantes sobre el empoderamiento de las mujeres, la violencia racista de la policía o la corrupción política. En definitiva una película de atracos con el fondo de un intenso drama. 

Hasta tres personajes tienen un dibujo fuerte y bien definido. Viola Davis brilla espectacularmente como Verónica, la mujer del líder que a su vez dirige esta nueva banda. La historia de amor interracial que comparte con su marido (Liam Neeson) está fotografiada con una hondura que ennoblece a la película. Pero es que además Viola Davis logra transmitir con igual desgarro, angustia y amor, duelo, desamparo y determinación. Está magnífica.

Los otros dos personajes que destacan son el de Linda (Michelle Rodríguez), la típica ama de casa engañada y el cínico aspirante a concejal del distrito 18 de Chicago, Jack Mulligan. Pero no les van a la zaga la tercera viuda (Elizabeth Debicki), una joven prisionera de su belleza y de una madre alcahueta. O el padre de Jack Mulligan: Robert Duvall sólo necesita un par de minutos en escena para sentar cátedra y depositar la jarra de cinismo a rebosar en medio de la mesa. Ante las dudas de su hijo le espeta:

¿tú crees que vas a cambiar algo?
Sólo se trata de sobrevivir, de mantener el poder. Esta ciudad es nuestra y no se la vamos a dejar al primero que venga.

Ahí está la presencia de un autor que sigue agitando conciencias: “El arte debe incitar el debate. Aquí quiero hablar de la corrupción, la violencia, la lucha de clases… Pero también explorar el duelo y el dolor", ha declarado. Lo bueno es que estas situaciones de crítica social (como la muerte del hijo de Verónica) son escuetas pincelas que están perfectamente encajadas en la trama. Y que la trama avanza anudando problemas y giros sin detenerse. Y que la narrativa visual de McQueen es elegante y precisa; haciendo que los contados golpes de violencia sean secos y contundentes. 


La película es compleja, con un buen puñado de personajes y situaciones (los dos políticos a la greña, el matón -Daniel Kaluuya- de uno de ellos, las tres viudas, el robo que acabó fatal); pero está urdida con una gran astucia y sabiduría para proporcionar un entretenimiento de altura. La mejor muestra de que un autor puede bajar a la arena de lo comercial y triunfar sin pecar de superficial. 



Las tres primeras películas de McQueen reflejaban rabia e incluso un desafío ante el sufrimiento. "Hunger", una huelga de hambre por parte de un miembro del IRA; "Shame", la obsesión autodestructiva de un tipo por el sexo, y "12 años de esclavitud", un golpe en la mesa contra la esclavitud y el racismo. Evidentemente no es el caso de esta cuarta película, que sigue derroteros propios del entretenimiento; pero sí incluye un cierto desafío: La película adapta una serie británica de 1983 y el director ha relatado su gestación
Es una historia que llevo conmigo desde 1983, desde que tenía 13 años. Recuerdo estar tumbado en el sofá de casa de mi madre, viendo una serie de ITV con la boca abierta. Esa serie era ‘Viudas’, uno de los primeros trabajos de Lynda La Plante. Sus protagonistas eran cuatro mujeres a las que todo el mundo les decía que no eran aptas. Y eso era lo que me decían a mí cuando era un crío: que no era apto, que no era competente. Es muy cruel que te juzguen por tu apariencia… pero ellas se salían con la suya, y eso me encantó. Por eso es personal”


MIchelle Rodríguez y Cynthia Erivo

























P.D.
Acabo la entrada y me doy cuenta que no figura el nombre de Cynthia Erivo. Quiero corregirlo y evitar la injusticia. Es una de esas secundarias que transmite una inmensa fuerza y se hace fácilmente un hueco entre las estrellas. Además, después de verla brillar en la reciente "Malos tiempos para El Royale", creo que la veremos frecuentemente.

viernes, 19 de enero de 2018

MOLLY´S GAME - de Aaron Sorkin

EEUU, 2018

Seamos claros, odio las películas basadas en hechos reales, suelen esconder melifluos biopics y lacrimógenos dramones; pero ¡qué coño, esta Molly Bloom es un personaje de película!. Deportista y estudiante de élite, Harvard la aguardaba para enfilar una brillante carrera de Derecho después de triunfar en los Juegos Olímpicos. Pero ¡ay! un batacazo en un descenso la separa del camino. Para curarse las heridas se toma un año sabático y lo que encuentra es un callejón oscuro y fascinante: la organización de timbas secretas y exclusivas para estrellas de cine primero -en Los Ángeles-, y más tarde para hombres poderosos de Wall Street, en Nueva York...hasta que se topa con la mafia rusa. Uff. Toda una carrera.

Empieza la película prácticamente con la detención de Molly por organizar partidas ilegales, cobro de comisiones y blanqueo de dinero. Lo siguiente es buscar abogado y el que elige (Idris Elba) no encuentra mejor documentación sobre el caso que su reciente libro relatando su ascensión. Esta es la estructura de la película que alterna secuencias en las que se nos narra su ascenso en el mundillo secreto del póker con otras sobre sus cuitas judiciales. Del mismo modo que su abogado, los espectadores vamos leyendo el libro mientras asistimos a los preparativos del juicio.

Pero no nos engañemos Aaron Sorkin, guionista y director de la cinta, es un mago de la palabra y de las ideas, no de la imagen y aunque la película es brillante y su montaje preciso y ágil; lo que aquí vale son los diálogos. La voz en off de Molly relatándonos su vida, los diálogos densos y jugosos marca de la casa....quizás sean demasiadas palabras por fotograma. Pero no seré yo el que se queje. Además la película tiene ritmo y un cierto dinamismo. En Molly podemos apreciar el sueño americano. Ella percibió las oportunidades y trazó su camino. El juicio delimitará si quebrantó las normas. 

A mí me encantan las películas de timbas, con sus jergas, sus tics y sus frases lapidarias. Sorkin aprovecha muy bien este entorno para ofrecernos ese toque tan suyo, intelectual y literario. Está por supuesto el eco joyceano de Molly Bloom que sirve de condimento para una cómica escena. También está  el alcohólico enamorado de Molly que siempre inicia su conversación "con frases que valdrían como títulos de novela negra". Y, no menos importante, está Circe, bruja y hechicera, tal y como se define la propia Molly para rechazar a un cliente borracho y enamoradizo: "Yo soy la mujer con la que siempre sueñan los hombres. Soy la anti-esposa. Animo tu juego." Ecos mitológicos para un personaje con visos legendarios.

Curiosamente la vida de Molly se nos cuenta a través de diversos jalones representados por hombres. Primero su padre (Kevin Costner), un rígido psiquiatra que empuja su vida deportiva hasta más allá de sus límites. Luego un "cretino" jefecillo de tres al cuarto; pero con la virtud de introducirla en la organización de las partidas secretas. Cuando recibe la patada, se lleva a uno de los jugadores (actor de Hollywood) para montar su propia timba...hasta que vuelve a ser traicionada y se traslada a Nueva York, la cuna de Wall Street. Peces gordos y pasta a borbotones. 

Cuento hasta tres ocasiones en que Molly tiene que empezar de cero; pero ella es un espíritu indomable... y muy inteligente. Sin embargo en la cumbre no suele haber muchos árboles que te ayuden a escapar de los lobos. En la película hay tres conversaciones que definen su carácter. La referida citando a Circe, más una con su padre (para rebobinar sobre sus sentimientos cuando todo parece perdido) y otra con su abogado. Cuando éste le negocia un acuerdo con la justicia a cambio de entregar su información sensible, ella se niega. No por quienes acudieron a su mesa, sino por no perjudicar a inocentes familias, mujeres e hijos. Es una tía íntegra. De hecho en el libro publicado sólo aparecen cuatro famosos (Leo DiCaprio, Ben Affleck y Tobey Maguire), pero porque sus nombres ya habían sido declarados previamente por otro detenido. 

A la historia le dan cuerpo unos jugosos secundarios. Destacan dos que son el anverso y reverso de una de las fichas plastificadas de Molly Bloom: la del verdadero jugador de póker que un día pierde y se ofusca pasando a jugar compulsivamente, y un tipo que es un manta perdiendo sin parar grandes sumas... hasta que descubrimos su verdadero talento: las partidas como contactos para futuras estafas.

En los mundos que retrata Sorkin, muchas veces cínicos y siempre codiciosos, no suele faltar una pizca de integridad. Eso encontramos en Molly. A la integridad de la protagonista hay que unir otra característica muy del estilo Sorkin, hacer escarnio de la prensa amarillista. Molly es muy consciente, y así se lo explica a su abogado, de que es carne de escándalo: "Así que mi valor para la acusación es exactamente el mismo que para Hollywood. Estoy aquí para vender entradas". 

Jessica Chastain está genial. Prácticamente como siempre. Se ha apropiado con todo el derecho, del papel de mujer fuerte, inteligente, moderna y profesional. Así lo atestiguan sus interpretaciones en Zero Dark Thirty, El caso Sloan y La Deuda, en las que da vida a mujeres muy femeninas pero cuyas armas son la inteligencia y el carisma. 



Tanto Kevin Costner como el padre e Idris Elba como el abogado defensor son papeles sin mucho desarrollo; pero estas dos rutilantes estrellas hacen que tengan peso y poso significativo. El padre como forjador de una personalidad irreductible y el abogado como garante de unos valores y una ética. Los que demuestra tener esta seductora Molly Bloom. 










Aaron Sorkin debuta en la dirección después de una fecunda carrera como dramaturgo y guionista. El desarrollo de sus libretos es modélico, están llenos de ideas y suelen exhibir un sentido moral. Su calidad se ha convertido en estándar y su foco suele centrarse en asuntos políticos y biopics de controvertidos triunfadores. Para mí sus mejores guiones por orden cronológico son: Algunos hombres buenos, Sports Night (TV), El Ala Oeste de la Casa Blanca (TV), Studio 60 on the Sunset Trip (TV), La guerra de Charlie Wilson y The Newsroom (TV) 

martes, 16 de mayo de 2017

PLAN de FUGA - de Iñaki Dorronsoro

España, 2017


A palo seco.
Así nos muestra Dorronsoro esta operación de un infiltrado en un grupo criminal del Este que planea un gigantesco atraco a un Banco importante. Mientras tanto, el jefe del departamento de Robos de la policía, Luis Tosar, intenta anticiparse a la banda.

La película está muy bien construida en tres partes. En la primera conocemos los entresijos de la banda criminal y accedemos a los preparativos del atraco. En el centro se profundiza en los personajes, sobretodo la historia del infiltrado Víctor (Alain Hernández) con un amigo conocido como Rápido (Javier Gutiérrez). De jóvenes fueron pendencieros y Rápido se comió el marrón de la cárcel sin delatarle. Ahora necesita ayuda y Víctor está dispuesto a pagar su deuda. Demasiados frentes abiertos. Por eso la tensión se masca.
La tercera afronta el desenlace con la ejecución del robo; pero no como estaba planeado. 


La cinta tiene muy buena factura técnica y la narración se centra en la acción. Los planos duran sólo lo preciso. Las miradas se cruzan muchas veces diciéndolo todo sin palabras. La película maneja una historia interesante que se salva de caer en los tópicos del cine de atracos. Aunque quizás peque de esquemática. Le falta un poco de contexto social y sobre todo cierta aura trágica o desesperanza. La pizca que hay presente la aporta Javier Gutiérrez con una interpretación más que notable de un amigo derrumbado; pero le falta al personaje de Alain Hernández, que peca de hierático, cuando es quien soporta toda la trama.
La escena del bar entre los dos amigos que buscan reconciliarse, marca el punto álgido del drama. Ambos se atisban perdedores; "traes un letrero en la frente que pone ´no tengo nada pa tí´", le espeta con amargura Rápido. Necesitan un golpe de timón para apurar sus opciones. Esto será lo que marque el desenlace. 

Claro que el tema ya ha sido visto: policías, ladrones, bancos y exmilitares del este; pero Plan de Fuga ofrece su forma de narrar, muy seca; el personaje (un infiltrado que se mueve en una zona moral muy pantanosa) y sobre todo, una deuda de amistad que acabará precipitándolo todo. El conjunto se beneficia de una ambientación muy conseguida y una narración con mucho ritmo; sin tiempos muertos. Destaca asimismo la banda sonora de Pascal Gaigne que aporta tensión y refuerza con brío las imágenes.

El plan de fuga del atraco acaba resultando una metáfora del plan de fuga de Rápido. Él necesita huir de la vida que arruinó la cárcel y su amigo Víctor necesita sanar del sentimiento de culpa que contrajo. Ahora él es policía y los dos juegan en el bando equivocado. 



Cuando el director pensó en una de atracos tenía muy claro que "los terceros actos, esos últimos treinta minutos de un largometraje, son especialmente delicados para la satisfacción del espectador. Una buena resolución del atraco era vital y para ello nada mejor que estudiar la realidad."
Pues conseguido. Espectador satisfecho y película muy entretenida.

domingo, 17 de mayo de 2015

CIRCUITO CERRADO - de John Crowley














Aunque se trata tan sólo de una de espías, este Circuito Cerrado se revela como una metáfora de la cárcel en que se están convirtiendo nuestras democracias.

Al concepto de justicia ciega, garante de objetividad, vamos a tener que incorporar un lado oscuro, maquinaria de estado ciega: donde no importan los ciudadanos, la Justicia o la verdad; sino que la estructura del estado prevalezca, aunque sea a costa de inocentes. Una estafa, vamos. 

Porque la película, aunque tiene una trama de intriga que afecta a un secreto de Seguridad Nacional y un sospechoso musulmán, no habla tanto del problema del terrorismo, como de la sociedad que lo afronta. De modo que, si ya de por sí las buenas películas de espías suelen ser amargas y entrañan algún tipo de derrota; esta película además, cabría decir, que es anticlimática. Los dos protagonistas sienten y declaran que no podrán ganar a tan poderoso enemigo.

El comienzo es impactante. Un atentado terrorista en el precioso Borough Market de Londres. Un centenar de muertos, confusión y, en pocos días, un detenido como principal sospechoso.

Los dos protagonistas, interpretados por Eric Bana y Rebecca Hall, serán los dos abogados nombrados por el estado para defender al detenido. El lío judicial pasará a otro nivel cuando descubran que el detenido es un simple títere.

La historia mantiene muy bien el pulso y está rodada con una precisa y elegante puesta en escena. Abundando en la metáfora de que vivimos en un vigilante Gran Hermano, se multiplican los planos de cámaras de seguimiento, a través de ventanas o con abundancia de rejas. Los mismísimos paneles de madera del alto tribunal acabarán erigiéndose en un trenzado de rejas para encubrir la verdad. 

La primera parte se solventa con una rápida investigación que descubre la chapuza de los servicios secretos. Las entrevistas y los primeros escarceos judiciales dan paso, en la segunda, a un incremento de la acción. Los protagonistas irán contra reloj  para impedir que se eche tierra sobre el asunto. 

Toda la causa adquiere un halo de conspiración que afecta  a las más altas esferas. "El secreto es mortal", le dice una periodista al abogado, sin sospechar que para ella será verdad en pocas horas. La sensación de amenaza y opresión se hace presente de forma virulenta en la vida de los abogados. Ciertas miradas que sorprenden, un libro mal colocado en el estante... el aparato del estado tiene sus propias reglas y nadie podrá transgredirlas.
Muy entretenida. 

viernes, 7 de febrero de 2014

La GRAN ESTAFA AMERICANA - de David O. Russell

American Hustle
EEUU, 2013










La historia, entretenida y bien trabada. La ambientación setentera, plenamente conseguida. Los personajes, reconocibles y bien trazados. Entonces  ¿por qué salgo insatisfecho de la sala?

La película es un jolgorio que se pretende vitamínico y chispeante, pero me suena falso. He leído muchos artículos que la comparan con un Scorsese. Qué exageración. Metes un poco de rock, un par de travelings y alguna voz en off y  ¿ya está?.  Yo creo que no. Eso se llama manierismo, afectación con que se suple la falta de originalidad. Falta la potencia del maestro, su visceralidad, su complejidad y, voy a decirlo, su sinceridad. American hustle en cambio, es una película impostada como la tortilla de pelo que luce en su cabeza Christian Bale.

La cinta interpreta unos hechos acontecidos en 1978; la investigación de un oficial del FBI que recluta a un estafador de poca monta y a su amante para perseguir casos de corrupción. En su día se conoció como el caso Abscam.


A falta de relatar un gran golpe o una gran investigación (los políticos finalmente detenidos son algo sólo tangencial, no son el objeto de la película), el asunto se centra en el retrato de estos estafadores atrabiliarios; lo cual podría ser magnífico, pero ahí es donde Russell da la de arena. No le llega la chispa ni la mala leche, no se atreve o no sabe rasgar esos corazones y los nuestros.
Encuentro muy pocos momentos de verdad en la película. Bradley Cooper me parece un histrión interpretando al agente Richie DiMaso (que en la realidad se llamaba Anthony Amoroso Jr. ¡!). Christian Bale deambula enterrado en su barriga y su tortilla de pelo durante gran parte de la película.

La trama avanza entretenida y bullanguera, divertida a ratos pero sin levantar grandes pasiones hasta que de pronto aparece Robert de Niro. No creo que llegue a cuatro minutos su intervención. La pareja de estafadores que sirve de gancho a DiMaso va echando el anzuelo aquí y allá hasta que se topa con la mismísima Cosa Nostra. Y allí está el viejo mafioso, duro como el pedernal y desconfiado como una serpiente. Se sienta ante estos dos pendejos y les mira a los ojos. ¡Uf!  Ahí sí que hay tensión. Encima el gran de Niro no aparece en los créditos y yo creo que es porque está en otra película.

Los otros breves momentos de verdad los aporta esa pequeña joya que es Jennifer Lawrence, culminados en la escena en que reclama a su marido que le dé las gracias después de haberle metido en un lío de pelotas. Así es nuestra chica.

Estrepitosa y entretenida hasta el final, sin embargo no es la gran película de la que tantos galardones hablan. 

David O. Russel tiene una filmografía peculiar, exitosa casi siempre pero a falta del punch definitivo. Cuando fui a ver Los tres reyes no pensaba que fuera más que una de esas burdas películas americanas tan patrioteras como vulgares. Y me sorprendió. Me encontré una estupenda película que con desenfado denunciaba una gran hipocresía. Me ganaron esa panda de arrampladores que se redimen. También me gustó y mucho The Fighter, con una pareja de hermanos boxeadores muy pegados al suelo y a un entorno familiar bien problemático. Pero cuando entré a ver esta Estafa Americana, esperando una gran película, me he encontrado con una medianía. Todo me resulta superfluo e indoloro. El pobre Christian Bale vuelve a realizar un enorme esfuerzo físico (como en El maquinista o The fighter) pero no le saca rédito. Sólo hacia el final, cuando el tinglado amenaza ruina y él quiere proteger al único político honesto que conoce, es capaz de trascender sus postizos y trasladarnos un poco de verdad.

viernes, 6 de diciembre de 2013

EL CONSEJERO - de Ridley Scott

-The Counselor-
EEUU, 2013





Los actos generan consecuencias.-

Ridley Scott a la dirección, Michael Fassbender, Javier Bardem, Cameron Díaz, Brad Pitt, Penélope Cruz, Bruno Ganz, Ruben Blades y hasta John Legizamo de intérpretes. Y el gran Cormac McCarthy en el guión. Sin lugar a dudas le must
Pero ya sabemos que sumar talento sin más no te asegura el éxito y lamentablemente la película es una decepción. 

Un abogado que está entre la espada y la pared se lía con un traficante para sacar un pellizco. Montan una operación de veinte millones pero el camión con la mercancía es robado. Todo se tuerce y los jefazos claman venganza. 

Si la cinta se titula El Consejero por el abogado que se pasa al otro lado de la ley, hasta el título yerra. A punto de perderlo todo será un consejero aconsejado (cita al final). Incluso Westray (Brad Pitt) parece más consejero, le orienta sobre el cenagal en que está metido. Mientras que al abogado en cuestión todo le viene grande y en medio del desastre sólo repite, ¿qué puedo hacer?. Ése es su simple conflicto y casi nula su reacción. Su peripecia apenas tiene mayor enjundia. 

Y eso que el traficante Reiner (Javier Barden haciendo un pedazo papel) va y le suelta, "cuidado, abogado, porque si entras en esto tendrás que tomar unas decisiones morales para las que no te has preparado". Bonita frase, pero nada más. Los personajes son elegantes, han vivido mucho y sueltan unas frases contundentes, pero no van más allá. Sus asuntos interesan muy poco. Ellos refieren opiniones (preferentemente sobre el sexo y las mujeres) y cuentan cosas; pero no interactúan. Se puede decir que la película carece de acción.

Toda ella se conforma como una serie de ilustraciones brillantes pero huecas. Adolece de falta de ritmo. Apenas un puñado de frases brillantes (o pretenciosas dirán otros) que llevarse al gaznate. Cuando conocemos a la felina Malkina (Cameron Díaz) le está soltando a Reiner:
   "-Yo no echo de menos nada. Echar de menos algo es esperar que vuelva, pero no va a volver. Es algo que aprendí de pequeña.
   -Eso, ¿no es ser un poco fría?
   -La verdad no tiene temperatura."
También Bruno Ganz, como experto en diamantes, tiene su sentencia:
-Parece amarillo...
-El amarillo se lo proporciona el nitrógeno (...) Una gema no tiene color. La verdad es que en el fondo lo que nos llama la atención de un diamante es su defecto. Un diamante perfecto se compone simplemente de luz.

Hacer que un grandísimo actor como Bruno Ganz aparezca en una escena meramente instrumental me parece un desperdicio. Pero tampoco los estelares Brad Pitt y Penélope Cruz añaden gran cosa. Incluso la excelente composición que hace Bardem (merecería un análisis el peso de la caracterización en sus personajes) termina dilapidada. 

El recorrido del camión con la mercancía desde México hasta Chicago tampoco aporta nada nuevo. Un cruce con inmigrantes ilegales y un tiroteo en una carretera desierta. Poca chicha.

Yo creo que el desequilibrio nace en la misma concepción de la película y en la ausencia de acentos. Reproducir en cine algo como las reflexiones del sheriff en la novela No es país para viejos, parece imposible. 
En el transcurso de la película el acento pasa del abogado a un sentencioso Reiner y luego a Westray para acabar en la amante de Reiner. Demasiado difuso. El cierre de la película con la depredadora Malkina (tiene tatuada su piel como el guepardo y como él acecha y caza) en su apogeo, parece que nos hable de otra historia distinta de la que hemos visto.

La película oscila entre brillante y nada. Me cabe la duda de si estas filosofías alrededor de un manhattan quedarían mejor en un texto que en pantalla. Creo que sí, porque ya sabemos que la literatura transita rincones imposibles para el cine.
Así pues propongo "leer", simple tinta sobre papel, el estupendo texto que el capo Rubén Blades le suelta al abogado. Este diálogo sí me parece poderoso y, salvando las distancias, me recuerda al del capitán Willard con el coronel Kutz en Apocalypse Now. Kutz peroraba allí sobre "el horror", el jefe Blades lo hace aquí sobre los mundos paralelos que crean nuestros actos. Lástima que aquí no haya ningún Willard, ningún río, ningún corazón en las tinieblas:
-Ya le dije lo mismo que a nuestro amigo. No hay nadie con quien hablar.
-Haré cualquier cosa que me sugiera.
-No tengo ninguna sugerencia, abogado.
-Podemos reunirnos donde me diga.
-Ya estamos reunidos.
-Me parece que no entiende mi situación.
-La entiendo, abogado. Los actos generan consecuencias que generan nuevos mundos que son distintos. Cuando un cuerpo se entierra en el desierto se crea un mundo. Cuando un cuerpo se deja que lo descubran se crea otro; y esos mundos, hasta entonces desconocidos para nosotros, siempre debieron existir ¿no?
-No lo sé.  ¿Va a ayudarme?
-Le exhortaría a ver la realidad de la situación en la que se encuentra, abogado. Ese es mi consejo. No soy yo quien debe decir lo que tendría que haber hecho y lo que no. El mundo en el que usted pretende enmendar los errores que cometió es distinto del mundo en el que se cometieron los errores. Ahora está en la encrucijada y usted desea escoger, pero no hay nada que escoger. Sólo puede aceptar. La elección se realizó hace ya mucho tiempo. ¿Sigue ahí abogado?
-Si.
-No pretendo ofenderle,  pero los hombres reflexivos a menudo se hallan en un lugar distante de la realidad de la vida. En cualquier caso todos deberíamos preparar un rincón donde albergar las tragedias que antes o después llegarán a nuestra vida; pero esa es una inversión que poca gente se molesta en hacer. ¿Conoce los versos de Machado?
-Conozco el nombre.
-Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Un poeta enorme. Machado era maestro de escuela y se casó con una chica joven y guapa. La quería muchísimo y ella murió. Entonces se convirtió en un gran poeta.
-No me convertiré en un gran poeta.
-No, tal vez no, y aunque así fuera eso no le ayudaría. Machado habría cambiado todas las palabras, todos los poemas, todos los versos que escribió para poder pasar una hora más con su amada. Y eso se debe a que, en el sufrimiento, no se aplican las reglas de intercambio habituales; porque el dolor trasciende el valor. Un hombre entregaría naciones enteras por borrar el dolor de su corazón, y sin embargo, nadie puede comprar nada con el dolor porque el dolor no vale nada.
-¿Por qué me dice todo esto?
-Porque usted continua negando la realidad del mundo en el que se encuentra. Ama tanto a su mujer, con tanta convicción que ¿estaría dispuesto a intercambiarse con ella en la rueda? Y no me refiero a morir, porque morir es fácil.
-¡Sí!...sí, maldita sea.
-Pues me alegra saberlo abogado.
-Qué insinúa, ¿insinúa que hay una posibilidad?
-No, es imposible.
-Ha dicho que yo me encontraba en la encrucijada.
-Sí, a punto de comprender que la vida bajo ningún concepto va a volver atrás. Usted es el mundo que ha creado y cuando deje de existir, ese mundo que usted ha creado también dejará de existir; pero para aquellos que han comprendido que están viviendo los últimos días de su mundo, la muerte adquiere un sentido distinto. La extinción de toda realidad es un concepto que ninguna resignación puede abarcar. Entonces, todos los grandes designios y los grandes planes quedarán por fin expuestos y se revelarán como lo que son. Ahora abogado tengo que dejarlo porque tengo que hacer otras llamadas y si tengo tiempo creo que echaré un sueñecito."

Esto sí es McCarthy; un escritor de fuste como demuestran esas dos obras maestras que son Meridiano de Sangre y Suttree.
Respecto al tema de los mundos paralelos que nuestras acciones van creando sería una gran idea para una película. Aunque eso es harina de otro costal. Una buena novela sobre el tema es "La llegada de los gatos cuánticos" de Frederik Pohl, con una irónica mirada sobre la paradoja del gato de Schorodinger.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cruce de caminos

-The place beyond the pines-
de Derek Cianfrance











Justo el día que la vi en el cine, el estupendo escritor Jordi Soler publicaba un artículo sobre el pensamiento vagabundo de Montaigne (aquí) en el que parecía hablar de ella. Allí se podía leer: "Concentrado en un solo punto, Montaigne lo abarcaba absolutamente todo, nosotros, concentrados en puntos múltiples, no abarcamos casi nada".

Y esto es lo que pasa con esta película estimable y ambiciosa que acaba perdiendo su atado de mieses por no poder abarcarlo.

La cinta enlaza tres películas de distinto calado y compostura, con alguna secuencia muy brillante y grandes actuaciones. Pero al hermoso halo trágico de la primera historia con un Ryan Gosling inmenso, le sucede un sólo decente drama policíaco con Bradley Cooper de policía novato en un departamento corrupto; para concluir con los hijos de ambos cruzando de nuevo, pero ya desangeladamente, sus destinos. 

Gosling nos vuelve a regalar un personaje desgarrador y desgarrado que buscando una vida plena solo encuentra caminos tortuosos. Es un motorista de riesgo en una feria ambulante que de pronto, al volver a uno de sus puertos, se encuentra con que tiene un hijo. Su voluntad de asentarse y ejercer de padre sólo será como le dice su pareja -una desaprovechada Eva Mendes- "un bonito sueño". La realidad se encargará de pisotearlo. 
En un intento desesperado por conseguir una oportunidad, se convierte en atracador de bancos. El poli que acaba con su carrera centrará la segunda historia. El cambio de protagonista y el giro de los acontecimientos es quizás demasiado brusco, pero la visita que organizan un grupo de policías corruptos a la casa del atracador logra enhebrar muy bien las dos historias.

Hasta ahí el drama es tenso, la cámara profundiza en unos personajes con recovecos -atracador y poli, cara y cruz de una misma moneda- y quizás hubiera bastado. Pero a continuación se lanza a contarnos la carrera política del segundo y añade además un nuevo giro trasladando la acción a 15 años después. De este modo los hijos de ambos volverán a cruzarse en una relato ya forzado y anodino. El tono de la película y sus pretensiones están desajustados. El relato íntimo del fracaso, conseguido en la primera historia se desvanece en el resto del metraje. 

Tras la valiente y amarga "Blue Valentine", que supuso su debut en el largo, Cianfrance se enfrasca en una novela río que comienza impetuosa y fresca para ir amansándose hasta hacer aguas.

El plano secuencia que abre la película es potente y funciona como una declaración de intenciones. La cámara se prende de la espalda del motorista y lo sigue desde su barraca hasta la carpa  y luego a la esfera donde realiza su acrobacia. La promesa es ahondar en unos protagonistas del extrarradio de la sociedad, en sus anhelos de belleza. La cámara en mano es constante al igual que los primerísimos planos.

Habrá quien diga que Gosling repite el papel de Drive y no le faltará razón, pero eso es lo de menos. Cianfrance se aplica a retratar las intimidad de sus personajes y hay un par de face to face entre Goslig y Mendes de verdadera hondura emocional. Pero este retrato de lo íntimo casa mal cuando el relato multiplica los personajes, las vicisitudes y los años.

jueves, 20 de junio de 2013

Trance

de Danny Boyle





Ya he escrito en algún lugar que las películas con psiquiatra suelen tender a lo retorcido y a la sorpresa fácil. Parece como si por el mero hecho de intervenir un profesional de la mente se abriesen las puertas a la vorágine de giros y trampas. En este caso aunque no estropean del todo la función, sí la deslucen.

La película es entretenida y su intriga se sostiene e incluso mejora en su desenlace, pero entremedias parece como que el guionista y el director han estado jugando con el espectador al ratón y al gato,  en vez de seguir la lógica que imponía el propio relato.

Se produce un robo en una sala de subastas. Simon (James Mc Avoy) es uno de los encargados de sala y está implicado en el robo debido a los problemas que arrastra por deudas de juego. En el momento de la huida recibe un golpe en la cabeza. Cuando sale del hospital el cuadro está perdido al igual que su memoria. Los miembros de la banda que encabeza Frank (Vincent Cassel) primero le torturan y ante lo infructuoso del resultado acuden a una terapeuta de hipnosis, Elizabeth (Rosario Dawson), para intentar recuperarlo. Conocido el problema, la terapeuta se implica, pero según va recomponiéndose la memoria de Simon, conoceremos que ambos se relacionaban desde mucho tiempo atrás.

El comienzo es potente, en la línea de un atraco contado y ejecutado en paralelo. Mientras Simon nos explica cada detalle de la seguridad, asistimos al desarrollo pormenorizado del atraco. En el punto culminante todo se tuerce por el culatazo que recibe. A partir de ahí iniciamos un confuso recorrido por el laberinto de su mente. Giro tras giro la trama busca la sorpresa hasta quedarse enredada en su propio tiovivo. 
Finalmente vuelve a arrancar. Los recuerdos van colocando a Elizabeth en un lugar prominente. Lo que parece un simple efecto de transferencia esconde una sorpresa final. 

Colocada entre Frank y Simon, la sugestión que desprende Elizabeth es tremenda. Su cuerpo es un bebedizo hipnótico para ambos. Quizás esos momentos previos a la memoria completa son los que más cine negro destilan. Simon acumula fragmentos que le hacen sospechar de Frank, y éste sospecha que terapeuta y paciente se la intentan jugar. Todos engañan a todos mientras una femme fatale los manipula. El problema es que esta textura "noir" tiene poco recorrido. Frank es un personaje casi testimonial, recurso de quita y pon para el juego psicologista. 

Con Elizabeth en las riendas, la resolución final es atractiva y sorprendente. No obstante la percibamos como demasiado ajena a lo anterior, todo artificio y sofisticación. 
El producto en su conjunto es resultón, apoyado sobretodo en el atractivo visual de ese escenario urbano -Londres- que Boyle tan bien domina. 

Aunque esa capacidad no fecunda el apartado narrativo. La película avanza un tanto discursiva, sin claves cinematográficas para anclar el relato más allá de un par de imágenes casi anodinas:  la retransmisión televisiva de una jugada en un partido de fútbol y la imagen de McAvoy desorientado, golpeando un cristal con los nudillos. El crimen central llega un momento en que parece anecdótico.

Me llama la atención la cantidad de comentarios que relacionan esta película con Origen, de Christopher Nolan, aduciendo que "la acción se desarrolla en la mente". No estoy de acuerdo. Donde en Origen hay una arquitectura para el desarrollo de una película de acción innovadora y pasmosa, aquí simplemente se recomponen retazos de una historia fragmentada. 
Si tuviera que acotar sus referencias, la pondría entre Recuerda de Hichtcock y La Trampa de Jon Amiel. Aunque el cuadro robado, "Vuelo de Brujas" de Goya, sólo existe como referencia, sin estar tan engarzado como los diseños de Dalí en las famosas secuencias de Recuerda

Tengo que reconocer el buen trabajo de McAvoy y de Rosario Dawson. Ella se adueña de la platea y nos subyuga hasta el chasquido final de sus dedos.

martes, 28 de junio de 2011

El Inocente

-The Lincoln Lawyer-
de Brad Furman




Muy digno drama judicial que nos plantea el tema del abogado conocedor de que su defendido es culpable del delito. Como, además, en el delito aparece implicado el propio abogado, el suspense está garantizado.

Brad Furman no se complica la vida y basándose en la buena arquitectura de la novela homónima de Michael Connelly,  nos sirve dos tramas: el thriller del abogado sometido a un cerco que se va estrechando para incriminarle y a la vez un drama judicial de estrado y preguntas donde poco a poco se nos van desvelando el juego y las artimañas de abogado y defendido.

Toda la trama se beneficia de unos personajes e historias secundarias muy bien dibujados: el conductor del Lincoln donde el abogado tiene su oficina permanente, sus relaciones con una panda de moteros y su ayudante-investigador, el siempre impagable William H. Macy.

Bien rodada y bien interpretada (Matthew McConaughey está más sobrio que de costumbre y Ryan Phillippe da el pego con su carita de niño bueno) . La película te garantiza entretenimiento del siete, con intriga y suspense hasta el final.

lunes, 8 de noviembre de 2010

MICHAEL CLAYTON - de Tony Gilroy






El Conseguidor.- 


Una de mis películas preferidas, con un guión denso y poderoso sustentado por unas grandísimas interpretaciones tanto de Georges Clooney, como de Tom Wilkinson y Tilda Swinton. El primero como miembro de un poderoso bufete de abogados en tareas de fontanero arreglatodo, el segundo como socio que abre los ojos y ve la ciénaga en la que se mueve. La tercera como tiburón financiero sedienta de poder y sangre.
Es un thriller con unas cuantas secuencias de suspense absorvente y entreverado con brío por elementos del drama y la denuncia social.
Tony Gilroy, guionista de las tres "Bourne", escribe y dirige esta obra que muestra de forma adulta, sincera e inteligente los mecanismos de nuestra sociedad capitalista: el poder de las grandes corporaciones, la vulnerabilidad del ciudadano de a pie, el todovale camino del éxito.

Posee un brillantísimo comienzo en el que la cámara nos introduce en el sancta santórum del bufete de abogados mientras la voz en off de uno de sus socios principales nos relata cómo ha abierto los ojos a la realidad:
"No es una recaida más, Michael....estoy cubierto de placenta...he vuelto a nacer...y luego me doy cuenta....No, esto está todo mal...porque miré nuevamente al edificio y tuve un momento de claridad increiblemente sorprendente, me dí cuenta Michael, de que no había salido por la puerta de nuestro poderoso bufete, sino por la puerta de un organismo cuya única función es excretar el veneno, las municiones, el exfoliante necesario para que otros organismos más poderosos destruyan el milagro de la humanidad."

A esta presentación general, le sigue la particular del protagonista primero en un garito de juego y luego en una escapada al campo en busca de aire puro... y mientras Michael Clayton se mira cara a cara con un caballo preguntándose cuándo se empezó a joder todo, explota su coche. Lo quieren muerto.
Al final volveremos a ver esta secuencia del garito y la escapada al campo, pero desde el punto de vista de los criminales y dentro, además, de un contexto más amplio y complejo. El montaje es milimétrico y cada plano enriquece la trama y dota de complejidad a los personajes.

La parte central del metraje desgrana una historia con múltiples facetas: los problemas de M. Clayton con las deudas de juego, los enfrentamientos familiares, la absorción del bufete por otro aún más grande y global...y la pequeña historia de una chica de provincias que sirve de detonante.

Película de poso clásico, densa y absorvente que utiliza los mimbres del thriller para denunciar los males de nuestro tiempo. Sobresaliente.