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viernes, 21 de febrero de 2025

ENGRANAJES de LA ESCRITURA - por Guillaume Musso







La novela "La vida secreta de los escritores" de Guillaume Musso narra una venganza que sigue los trazos de una investigación criminal; pero esta investigación también lo es sobre un escritor que ha dejado de escribir, otro que acude a él para aprender y sobre el mismo hecho de escribir. Todo ello aderezado con un montón de citas y reflexiones de autores contemporáneos y clásicos que afrontan esta paradójica tarea.
Tras leer el libro no he podido resistirme a incluir aquí algunas de ellas.
  




                                           ☙☘❧




"—Oiga, lo único que quiero es que me dé algunos consejos. Para aprender a escribir mejor.
—¿Consejos? ¡No hay consejo que sirva para que un escritor mejore! Si tuvieras dos dedos de frente, ya te habrías dado cuenta solito.
—Dedicarle un poco de atención a los demás no hace daño a nadie.
—Nadie puede enseñarte a escribir. Es algo que tienes que aprender solo.
Fawles se quedó pensativo y bajó la guardia un momento para acariciarle la cabeza al perro antes de proseguir:
—Bueno, querías un consejo y te lo he dado. Y ahora, largo de aquí."









En el libro se reproducen varias entrevistas con el escritor retirado, en una de ellas habla sobre el anhelo de conocer a la persona que hay tras el escritor, cosa que él deplora:

"—Al igual que Margaret Atwood, opino que querer conocer personalmente a un escritor porque te gustan sus libros es como querer conocer a un pato porque te gusta el fuagrás.
—Pero ¿no resulta legítimo el deseo de preguntarle a un escritor sobre el significado de su trabajo?
—No, no es legítimo. La única relación válida con el escritor es leerlo."











"Fawles negó con la cabeza.
—Son falsas. Emociones artificiales, las peores…
Hizo crujir los dedos y detalló lo que pensaba:
—Una novela es emoción, no intelecto. Para provocar emociones primero hay que vivirlas. Tienes que sentir físicamente las emociones de tus personajes. De todos tus personajes: tanto héroes como villanos.
—¿En eso consiste realmente el oficio del novelista? ¿En crear emociones?
Fawles se encogió de hombros.
—Al menos, eso es lo que me espero yo cuando leo una novela.
—Cuando vine a pedirle consejo, ¿por qué me contestó que me dedicara a algo que no fuera querer convertirme en escritor?
Fawles suspiró:
—Porque no es un trabajo para los que tienen la mente sana. Es un trabajo para esquizofrénicos. Una actividad que requiere una disociación mental destructiva: para escribir tienes que estar a la vez en el mundo y fuera de él. ¿Entiendes lo que quiero decir?
—Creo que sí.
Sagan lo formuló a la perfección: «El escritor es un pobre animal encerrado consigo mismo». Cuando escribes, ya no vives con tu mujer, tus hijos ni tus amigos. Más bien, finges que vives con ellos. Pero, en realidad, te pasas la existencia con tus personajes durante un año, o dos, o cinco…
Ya estaba lanzado:
—Ser novelista no es un trabajo a tiempo parcial. Si eres novelista, lo eres veinticuatro horas al día. Nunca tienes vacaciones. Siempre estás en guardia, siempre al acecho de una idea, de una expresión, de un rasgo de carácter que podría nutrir a un personaje."










                                                ☙☘❧

 


"—Pero falta lo esencial.
«Claro, cómo no…».
—¿Y qué es lo esencial? —pregunté, ofendido.
—¿A ti qué te parece?
—No lo sé. ¿La originalidad? ¿Las ideas nuevas?
—No, a las ideas que les den, las hay por todas partes.
—¿El motor de la historia? ¿La adecuación entre una buena historia y unos personajes interesantes?
—El motor déjaselo a los mecánicos. Y las ecuaciones, a los matemáticos. Eso no te va a convertir en un buen novelista.
—¿Dar con la palabra justa?
—Dar con la palabra justa viene bien en las conversaciones —se burló—. Pero un diccionario lo puede usar cualquiera para trabajar. Piensa, ¿qué es lo que importa de verdad?
—Lo que importa es que al lector le guste el libro.
—El lector importa, cierto. Escribes para él, estamos de acuerdo, pero intentar gustarle es la mejor forma de que no te lea.
—Bueno, pues entonces, no lo sé. ¿Qué es lo esencial?
—Lo esencial es la savia que irriga la historia. La que tiene que poseerte y recorrerte como una descarga eléctrica. La que tiene que quemarte las venas para que no tengas más remedio que llegar al final de la novela como si tu vida dependiera de ello. Eso es escribir. Eso es lo que va a cautivar y sumergir al lector hasta perder sus puntos de referencia y acabar tan metido en la historia como tú."







☙☘❧




Finalmente incluiré dos extractos, uno sobre el eterno debate entre estilo y argumento y otro sobre las emociones de lector que todos ansiamos:

"Los mil euros que había pagado por aquella lección de escritura (en tres sesiones de cuatro horas) me habían dejado tan irritado como arruinado. Puede que Dufy tuviera razón, pero, personalmente, yo opinaba todo lo contrario: el estilo no era un fin en sí mismo. La primera virtud de un escritor es saber cautivar al lector con una buena historia; un relato capaz de arrancarlo de su existencia para arrojarlo al meollo de la intimidad y de la verdad de los personajes. El estilo solo era el medio de inervar la narración y de volverla emocionante"




"Con esa forma de escribir única, me parecía que Fawles se dirigía directamente a mí. Sus novelas tenían vida, eran fluidas e intensas. Aunque no soy admirador de nadie, me había leído y releído sus libros porque me hablaban de mí, de mi relación con los demás, de lo difícil que me resultaba gobernar mi vida, de lo vulnerables que son los hombres y de lo frágil que es nuestra existencia."

viernes, 12 de julio de 2024

PAUL AUSTER, novelista




Paul Auster murió el pasado 30 de Abril, a los 77 años, en Nueva York. Como homenaje he querido releer uno de sus libros. Auster es uno de mis diez escritores favoritos y el título de este blog así lo atestigua. La lectura del libro homónimo fue lo que me decidió a iniciar esta publicación en vez de seguir tomando notas... que irremisiblemente acababa perdiendo. En aquella novela Auster nos describe a un Bill anciano que pasa las noches imaginando historias. Quizás para recordar su vida. Quizás para arrepentirse. Quizás para explicarse el mundo. Quizás para soñarlo. Allí vi reflejado el por qué de mi amor a la literatura y quise compartirlo.

Hasta ahora nunca había podido redactar una reseña sobre un libro de Auster porque su lectura me satisfacía plenamente. La única duda era si ponerle cuatro o cinco estrellas. Hoy voy a intentarlo.

Para mí Auster es poseedor del triángulo mágico que debe tener un libro.
Ha de estar bien escrito o contado (a veces no es lo mismo).
Ha de poseer una trama que combine imaginación, intriga y emoción.
Debe reflejar profundamente lo humano, sea en forma de lucha, aflicción o rebelión.

Finalmente él mismo también ha sido abatido. Descanse en paz.
Aunque desde sus libros nos seguirá iluminando.

Fotografía de Phil Penman

La obra de Paul Auster explora la identidad, el azar y la búsqueda del significado de la vida. En sus novelas la existencia del protagonista suele quebrarse (una pérdida, una enfermedad, una muerte) obligándole a replantearse la vida en términos radicalmente nuevos.  Esa circunstancia deja al protagonista sin asideros, rodeado de una nada que convierte al relato en una investigación sobre cómo seguir existiendo. Es entonces, al quedarse los protagonistas fuera de la corriente del río, cuando se percatan de los mecanismos de la vida, de esos azares y casualidades que tanto nos llaman la atención como lectores. Aunque también aprenden sobre su vulnerabilidad. Esa radical consciencia de su mortalidad y del absurdo de la vida es lo que hace tan interesante asistir a cómo recogen sus trozos y resuelven vivir: a través de pequeños rituales, a veces de mentiras, siempre con amigos y con libros, aferrándose a los recuerdos.... 
Sin ninguna duda, los personajes de Auster son seres dolientes que afrontan -más conscientes que nunca- el caos de la vida.

Hoy en día cualquier escritor existencialista tendría sus manuscritos cogiendo polvo en el cajón; pero en cambio Auster es un escritor existencialista de éxito gracias a un aliño muy personal y cautivador.
Yo lo cifro en cinco puntos.

En primer lugar es un tipo de su época, urbano y desengañado; por lo que sus observaciones sobe la vida moderna, con sus soledades y extrañas relaciones suelen ser muy perspicaces.
En segundo lugar voy a colocar lo que para todo el mundo es su sello, el azar. Muchas de sus obras comienzan y giran en torno a eventos fortuitos que trastocan o iluminan la vida de sus personajes. Auster es un fino explorador de la casualidad, pero no como mero juego, sino como un sorprendente recurso que aporta profundidad y perplejidad a sus historias.

En tercer lugar tengo que colocar su gusto por una introspección genuina, nada fatua. La visión íntima y el desasosiego que nos hace llegar de sus personajes les dota de un afán que los sitúa muy cerca de nuestras preocupaciones. Sus personajes conmueven y provocan empatía. Nunca se rinden, aunque alberguen pensamientos autolíticos; y siempre desean salir adelante... aunque es cierto que casi nunca encuentran lo que buscan.

Fotografía de Grégoire Alessandrini

En cuarto lugar colocaría lo que yo llamo la sensibilidad hacia los demás, es decir, la dificultad de conocer a los otros y, a la vez, la necesidad inalienable que tenemos de ellos. Reflexionando sobre sus obras percibo claramente esa necesidad y un hecho aparentemente contradictorio: si hay una salvación está en los otros.

En quinto lugar, pero no por ello menos importante, está la claridad -yo la denomino naturalidad- de su prosa. Auster es un escritor sumamente moderno, juega con la autoficción y cuando no los parodia está cruzando entre sí los géneros; pero lo hace escribiendo con una elegancia y una sencillez que convierten su prosa en algo diáfano y armónico.

El héroe austeriano es un tipo común pero complejo y lleno de enigmas. Busca el amor y no duda en romper con todo y empezar de nuevo, pero siempre está lastrado por la culpa. Aunque en Auster nunca falta una salida a través de dos puntos de luz, la amistad y el amor.

Añado un bonus. En sus historias no debemos menospreciar el papel que juega la escritura y la ficción como elementos sanadores. Paul Auster es un escritor obsesionado con la identidad y el modo en que ésta se construye por medio de relatos y palabras así como de encuentros y afinidades que administra el azar. Como escritor que es, subraya la necesidad de contar. El protagonista de El libro de las ilusiones se embarca en analizar la obra de un cineasta desaparecido, lo que provoca que una persona le relate las historias que vivió durante el medio siglo que permaneció desaparecido. El profesor de filosofía que protagoniza Baumgartner se propone escribir un ensayo sobre el síndrome del miembro fantasma, que es la mejor analogía que encuentra sobre la muerte de un ser querido. En La noche del oráculo el escritor Sidney Orr compra un extraño cuaderno de color azul bajo cuyo influjo mágico comienza a escribir como en trance, atrapado en un mundo de inquietantes premoniciones y sucesos enigmáticos que amenazan con recomponer la realidad.

Fotografía de Nicolas Miller 

Se puede concluir que sus libros son existencialistas más allá del existencialismo. Como se puede leer en su novela Baumgartner, parece que tanto los personajes como el autor son hombres que no profesan ninguna religión y "no creen en nada salvo en la obligación de formular preguntas aceptables sobre el significado de estar vivo, aunque sepan que nunca será capaz de encontrar la respuesta".

domingo, 21 de enero de 2024

JENNIFER EGAN, Novelista



 Jennifer Egan (1962) nació en Chicago y creció en San Francisco. Es una de las escritoras más reconocidas de la literatura estadounidense actual. Ha publicado una recopilación de cuentos y seis novelas, entre las que destacan La Torre del Homenaje (The Keep), Manhattan Beach, El tiempo es un canalla y La casa de caramelo. Sus relatos y artículos aparecen en medios como The New Yorker, Harper's Magazine o Granta.

Egan estudió literatura inglesa en la Universidad de Pensilvania. Mientras era estudiante, fue novia de Steve Jobs en la época en que estaba diseñando la mítica computadora Macintosh. Tras graduarse, pasó dos años en el St John's College, Cambridge, donde se doctoró. Se asentó en Nueva York en 1987, donde compatibilizó sus intentos de convertirse en escritora con distintos trabajos, como camarera y empleada de un servicio de catering.

Publicó su primera novela, Invisible Circus, en 1995, pero su primer gran éxito le llegó con su cuarta novela "El tiempo es un canalla" (A visit from the Goon Squad). El libro ganó el Premio Pulitzer en 2011 y fue señalado por la revista Time como uno de los mejores de la década. 

El Tiempo es un canalla.- 
Se trata de una novela postmoderna centrada en el declive de la industria de la música estadounidense desde los años sesenta hasta hoy. Todo un retrato tragicómico y nostálgico compuesto por trece historias interconectadas que giran alrededor de la vida de Bennie Salazar, antiguo rockero punk envejecido, transformado ahora en ejecutivo discográfico y Sasha, su apasionada y problemática asistente. Con la música palpitando en cada página, Egan muestra los efectos del tiempo y la tecnología en las personas, así como las transformaciones que provocan en nuestras vidas. Una historia generacional que aborda desde la contracultura de San Francisco en los años sesenta hasta el hastío de los noventa y la incertidumbre posterior al 11S.

La novela es polifónica y fragmentaria y presenta una variopinta red de personajes a través de los cuales traza un lúcido retrato de la era digital. Las técnicas narrativas de Egan siempre resultan novedosas y en este caso fue muy comentado el capítulo que se presenta formateado como una presentación de Powerpoint. También resulta inquietante el relato final, que reúne a algunos de los protagonistas de los capítulos precedentes y nos presenta un futuro alarmante e hipertecnificado donde los bebés son los principales clientes de las discográficas.

En 2022 apareció una especie de secuela, La Casa de Caramelo (Candy House) donde Egan rescata algunos de los personajes de El tiempo es un canalla, pero sobre todo permanece fiel a ese peculiar estilo suyo, poliédrico y fragmentario, mientras retoma su exploración desencantada del mundo digital y de redes sociales.
Con una asombrosa variedad de recursos narrativos, Egan nos cuenta la historia de diversos personajes que buscan una conexión real en un mundo cada vez más digitalizado e hiperconectado.

Nueva York, 2010, Bix Bouton es un empresario en horas bajas que da con la tecla para reactivar su carrera al patentar una aplicación capaz de acceder a todos nuestros recuerdos, compartirlos, cederlos y externalizar nuestra memoria. La trama se desarrolla desde los años sesenta hasta 2035 y según Carlos Zanón "Egan tiene el acierto de que esa excusa argumental sea solo la puerta de entrada y de salida al laberinto. Sin aviso, pero tampoco bruscamente, dejamos a Bix y pasamos a entrar por el centenar de otras puertas que nos llevan a trozos de historias de personajes muchos de ellos enlazados entre sí. Como si la novela albergara un montón de cuentos realistas —amén de algunos con los que corre severos riesgos formales—, la narrativa de la norteamericana no nos deja de la mano, interesándonos peripecias y criaturas —con independencia de su sexo, edad, situación—, creando una red de araña de seres escritos que parecen estar vivos, casi levantándose del papel."

Manhattan Beach (2017) se publicó entre medias de las dos novelas comentadas y en ella la autora varió el registro, entregando una novela histórica convencional que sigue la vida de una familia en Brooklyn durante y después de la Depresión. Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial sigue a la intrépida Anna Kerrigan, una de las primeras buceadoras del ejército, mientras explora la desaparición de su padre, un ex hombre de bolsa del hampa, en cuya indagación acabará enredada con un gángster carismático.
Con un fondo de intriga y un gran ritmo la autora nos sorprende con una historia en la que, de la mano de Dexter y Anna, visitamos desde los clubs nocturnos de Manhattan hasta los antros del Bronx pasando por las mansiones de Long Island; todo un universo plagado de criminales, marineros, banqueros aristocráticos y sindicalistas.
Según sus propias declaraciones la escritura de este libro le proporcionó un enorme placer relacionado con la profunda labor de investigación que tuvo que realizar para reconstruir la intrahistoria de Nueva York. Esa tarea incluyó la lectura de clásicos como Llámalo sueño, de Henry Roth y Bajos fondos, de Luc Sante; además de libros técnicos como manuales de navegación de los años 40.

viernes, 4 de agosto de 2023

AHMET HAMDI TANPINAR, novelista




 


 Ahmet Hamdi Tanpinar (Estambul 1901-1962) está considerado como el escritor turco más importante de la pasada centuria, así lo avala su compatriota Orhan Pamuk que reconoce la enorme influencia que ha tenido en su obra. Hijo de un juez, los distintos destinos de su padre le hiciereon viajar por toda Turquía. Estudió Literatura en la Universidad de Estambul y fue profesor universitario de Literatura, Historia del Arte, Mitología y Estética.

Escribió poesía, ensayo y novela, erigiéndose como un auténtico intelectual en años cruciales para Turquía, cuando se produjo el proceso de occidentalización del país y su acercamiento a Europa. A pesar de verse afectado por la imparable interiorización de los valores occidentales y el consiguiente abandono del pasado otomano, Tanpinar supo mantener una trayectoria muy personal acometiendo una profunda reflexión sobre los valores del antiguo Imperio Otomano y el Estambul del siglo XX, fusionando en su novelística elementos de la literatura oriental y occidental.

Su influencia es tan inequívoca que cada año se celebra en su memoria el Festival Literario Tanpinar, en Estambul. 


En este blog se ha reseñado su evocadora novela corta Lluvia de Verano (1955); pero también contamos en español con sus dos novelas más importantes, Paz y El Instituto para la Sincronización de los Relojes, traducidas directamente desde el turco por Rafael Carpintero.


Paz, (1954)
publicada por Sexto Piso en 2014, y considerada por muchos como la obra maestra de la literatura turca, trata la controversia de la occidentalización del país a partir de un exhaustivo análisis psicológico de sus personajes. 
Ambientada en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, en la «ciudad de dos continentes», la novela está llena de oposiciones simbólicas entre las que se debaten la historia y los personajes: Estambul y el Bósforo, amor y desamor, Oriente y Occidente, pasado y modernidad, ciudad y mar.
La obra es lírica, profunda y simbólica. Nos cuenta una arrebatadora historia de amor y desamor desde la magia del enamoramiento hasta la amargura del abandono que tiene lugar entre dos polos, el Bósforo lleno de belleza y encanto y la Estambul nostálgica y contradictoria que vive con la amargura de un pasado perdido.  
La historia comienza cuando Mümtaz reflexiona sobre la grave enfermedad de su primo Ihsan, un maestro e intelectual que ha sido su mentor desde que llegara a vivir con él tras la muerte de sus padres durante la ocupación aliada de los territorios otomanos después de la Primera Guerra Mundial. Al mismo tiempo, Mümtaz se ve atormentado por los recuerdos de su fallida relación amorosa con Nuran, y repasa los días alegres y amargos de su vida anterior en un confuso estado mental. Como trasfondo de la trama yace el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, símbolo real y definitivo del desmoronamiento absoluto de una forma de vivir.
Tanpinar compone un grandioso y evocador cuadro impresionista alrededor de los atardeceres del Bósofo, el amor y la música sobre un mundo que se le escapa entre las manos.  

El instituto para la sincronización de los relojes (1962) 
es una novela de una riqueza inagotable que nos relata con fina ironía las dificultades de un hombre para adaptarse a los cambios de su tiempo. Centrada en Estambul la novela reflexiona sobre la pugna entre la modernidad y la cultura heredada. La obra gira alrededor de su protagonista, el tímido y apocado Hayri Irdal, el cual nos relata su larga vida, desde el sultanato de Abdülhamit hasta bien avanzada la República pasando por la Primera Guerra Mundial.
La novela constituye una feroz crítica contra la burocracia, la política en general y la estupidez humana, todo lo cual se hace patente cuando un poder centralizado y burocrático crea un organismo absurdo, El Instituto para la Sincronización de los Relojes (ISR).
La Primera Guerra Mundial supuso el desmantelamiento de vetustos imperios de los que nacieron estados más modernos. Mustafa Kemal, conocido como Ataturk -"El Padre de los Turcos"- se puso al frente de la recién creada República de Turquía y se comprometió a modernizar y occidentalizar la obsoleta máquina otomana. Sus reformas impactaron en todas las esferas de la sociedad: estableció la democracia representativa y la secularización del estado y la justicia, además de reconocer los derechos políticos de las mujeres. No se paró ahí, incluso intervino en la medición del tiempo, adoptando el calendario occidental y la división del día en 24 horas.

Ahmet Ahmdi Tanpinar tenía 22 años cuando, en octubre de 1923, se fundó oficialmente la República de Turquía. Vió con sus propios ojos la occidentalización de Turquía y por eso lo que nos muestra en "El Instituto..." nos suena tan auténtico. La obra es un relato sarcástico y mordaz sobre la occidentalización de la sociedad turca vista a través de los ojos de Hayri Irdal, “el hombre más simple y tonto del mundo”.

Hayri vivió en su primera juventud inmerso en la precariedad en trabajos ocasionales que casi no le alcanzaban para llegar a final de mes. Así empieza a contarnos sus aventuras y desventuras antes de convertirse en un hombre nuevo. Curiuosamente se ve envuelto en un extraño proceso judicial, de corte kafkiano, que lo pondrá en manos de un psicoanalista, gracias al cual conocerá a su salvador, Halit Ayarci. Halit será para Hayri lo que Ataturk para Turquía, el hombre providencial que logrará transformarlo. Con él llegará a ser subdirector de una de las instituciones más innovadoras y meritorias del mundo, "El Instituto para la Sincronización de los Relojes".

El Instituto es un monstruo disparatado. La mitad de los trabajadores son recomendados por el Gobierno y la otra son familiares de Hayri o Halit, Subdirector y Director, respectivamente. Todas las secretarias pasan sus horas de trabajo haciendo punto como posesas. Constantemente se abren estaciones de sincronización, en las que unas elegantes azafatas de uniforme ponen el reloj en hora a los transeúntes. Y esto es así porque en la antigua Estambul “todo tipo de prácticas religiosas se llevaban a cabo según el reloj: las cinco oraciones del día, la ruptura del ayuno y la comida de antes del amanecer en Ramadán”. Debido a ello, los relojes eran “la forma más segura de llegar a Dios”. El desatino llega a tal punto que se llega a establecer un sistema de multas, sorteos, descuentos, recargos y pagos a plazos para aquellos relojes que no vayan en hora; lo cual hace famoso al Instituto ya que los estambulíes lo ven como un faro del progreso.

El libro está lleno de pequeñas historias: la tía tacaña que resucitó, el diamante del almibarero, la Asociación Espiritista, la tortuga encomendada, el Doctor Ramiz, la historia del reloj, etc; atravesadas  por una galería de personajes a cual más pintoresco: un vidente adicto a la grifa, el café del caos, los buscadores de tesoros... 

Pero ocurre que Hayri es demasiado anticuado para los estándares de esa nueva y visionaria sociedad. En él conviven todavía lo nuevo y lo viejo, el progreso y la fe; por lo que ve con incredulidad el absurdo que le rodea. 

CINCO CIUDADES (1946)
Quizá sea la colección de ensayos más notable de la literatura turca moderna: cuadro histórico, arquitectónico, musical y literario de las cinco capitales del Imperio otomano, testigos del paso de las distintas civilizaciones que llegaron a asentarse en ellas. 
Aparte de Estambul nos encontraremos con cuatro grandes ciudades de Anatolia –Ankara, Erzurum, Konya y Bursa.

sábado, 3 de junio de 2023

RAFAEL CADENAS, POETA

 




















RAFAEL CADENAS es un poeta, traductor y catedrático venezolano nacido en Barquisimeto en 1930. Hace pocas semanas recogió en Alcalá de Henares (Madrid) el Premio Cervantes correspondiente a 2022.
Desde muy joven se adentró en la literatura y en la militancia comunista por lo que sufrió cárcel y exilio durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Acabó refugiándose en la isla de Trinidad hasta que pudo regresar a Caracas en el año 1957.

Formó parte del grupo de debate político y literario «Tabla redonda», colaborando en la revista del mismo nombre hasta 1965, junto con Manuel Caballero Agüero, Jesús Sanoja Hernández, Jacobo Borges, y otros. Actualmente es profesor jubilado de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde dio clases de poesía española y norteamericana durante tres décadas. Ha traducido a D. H. Lawrence, Walt Whitman, Robert Graves, Zbigniew Herbert y Constantino Cavafis entre otros. Reunió sus traducciones en el volumen El taller de al lado, (Bid&Co Editor, Caracas, 2005), inédito en España.

Cadenas es sin duda un héroe civil por su compromiso ético y cívico ya que nunca ha renunciado a vivir en su patria pese a ser contrario al chavismo, régimen que considera autoritario. Del mismo modo nunca se ha escondido a la hora de opinar y escribir sobre la necesidad de democracia y libertad.

Quien lo haya escuchado en alguna entrevista habrá apreciado su laconismo y cuánto tiempo se toma para responder. Algunos lo llaman el poeta del silencio, pero también cabría decir que lo es de la precisión. En su obra están unidos indisolublemente poesía y pensamiento filosófico.



La poesía de Cadenas se ha venido transformando desde sus primeros libros hasta alcanzar la plenitud en tres poemarios: Falsas maniobras (1966), Memorial e Intemperie, estos dos últimos de 1977. Esa evolución tiene que ver con la búsqueda de un lenguaje cada vez más despojado y preciso con el que poder acceder a la revelación del ser, esa honda sabiduría que nos acerca al contacto pleno con lo real.

En una entrevista en Granada recordaba así la evolución y gestación de su yo poético:
“El origen está en una especie de quiebra psíquica al comienzo de los años 60, la cual me llevó a hacerme preguntas que creía resueltas. Fue un despertar, pues hasta entonces yo había vivido conforme a ideas procedentes de un esquema que a todo responde, que todo lo explica, cuando en realidad no existe nada que esté fuera del misterio, de ese misterio de fondo que también nos constituye, y cualquier explicación no trasciende el campo de lo relativo donde sí puede tener validez. Es allí donde funciona el pensamiento, más allá no, más allá tiene que enmudecer, lo que no está mal pues es muy hablador, porque ha de toparse con lo desconocido, con la fuente infranqueable, con lo que ha recibido muchos nombres, pero en realidad no puede tener ninguno.”
En la exploración poética de Cadenas son habituales los interrogantes sobre la existencia. En este sentido estudió y recibió la influencia de su colega docente, el filósofo J.R. Guillent Pérez, el cual defendía que “el conocimiento es un camino inconducente, así como el idealismo y el materialismo son intentos fracasados ya que ´no hay nada que pueda darle sentido a la vida, excepto la vida misma´”. El propio Guillent le hizo una famosa entrevista al poeta, en 1966, en la que le preguntaba: “¿Hay temas en la poesía?”, a lo que Cadenas respondió de forma memorable:

“Lo importante no es el tema, sino la visión (…). Cualquier tema vale por el desarrollo que se le dé. Hay un poema japonés muy famoso sobre una rana, Blake tiene otro sobre una rosa destruida por un gusano, William Carlos Williams escribió otro sobre una carretilla. Todos son mínimos y todos misteriosos. Sin embargo, el tema único es la existencia, la interrogación en la que se funda, los caminos hacia la trascendencia. Los demás temas giran en torno a este eje”

En la obra de Rafael Cadenas se aprecian un puñado de asuntos centrales. Uno es el yo como obstáculo o impedimento para lograr un estado de compenetración con la realidad. Cadenas encuentra el mejor ejemplo del yo dictador en las personas que quieren imponer su visión de la realidad, sin atender a ésta; pero define muy pulcramente este conflicto:
«No se trata de combatir el yo, pues eso tendría que hacerlo el mismo yo, lo que terminaría fortaleciéndolo. Veríamos aparecer un yo tan fuerte que ha sido capaz de vencer al yo. Hasta daría miedo. Es el caso de algunos ascetas o fanáticos. Creo que la vía es verlo, vernos a fondo en nuestro vivir, pero tampoco para someternos a juicio por nuestras fallas. Este ver nos muestra nuestro condicionamiento, lo cual nos desabsolutiza. Desaparece el dictador».
Para él está claro que el “yo no puede destruir el yo.” Cadenas estudió a Alan Watts lo que le llevó a un acercamiento al taoísmo y a la filosofía zen, por eso cree que hay que vaciarse del yo para tener una vivencia más plena de la realidad. El profesor Antonio López Ortega, estudioso de la obra de Cadenas, denomina este estado como discernimiento *: «La pesadilla viene a ser la acumulación de pensamiento, esa barrera que no nos permite ver la realidad. ¿Un estado de iluminación? Creo que se aspira a menos: quizás a un estado de discernimiento. Estar a la intemperie, por lo tanto, no significa estar desprotegido, sino más bien abierto a todos los influjos de la realidad, a todos los estímulos».

En el libro Memorial se insiste en la necesidad de abolir el yo:

Vida
arrásame,
barre todo,
que sólo quede
la cáscara vacía, para no llenarla más,
limpia, limpia sin escrúpulo
y cuanto sostuviste deja caer
sin guardar nada.

Otro asunto lo encontramos en la indagación que hace en sus poemas respecto a la experiencia de lo real. Para el poeta el hombre, en su afán de progreso, ha perdido el sentido de misterio que tiene lo real o el presente.

En los años 70 del siglo pasado Cadenas atravesó un periodo de aprendizaje en el que recibió la influencia de uno de los pensadores más penetrantes de Venezuela, Rafael López Pedraza, psicoterapeuta especializado en cultura y mitología, y más en concreto, en el análisis psicológico de las expresiones artísticas o de las formas culturales, donde pretende revelar los misterios insondables de la creación. A través de él llegó al divulgador Alan Watts en quien, Cadenas, encontró revelaciones sobre los temas que más le interesaban: los misterios de la identidad personal, la verdadera esencia de la realidad, la elevación de la conciencia, la búsqueda de la trascendencia o, como decía el propio Watts, “la naturaleza última de las cosas”.

La opción de Cadenas para acercarse a esa esencia de la realidad es poner el foco sobre el presente más inmediato y común. De ahí que sea conocido como el poeta de lo ordinario. “Me interesa lo ordinario” ha dicho repetidamente. Y también “el presente es todo”. Pero esto no convierte su poesía en algo prosaico ya que el poeta siempre mira hacia la insondabilidad del mundo real y ordinario porque, como él mismo señala, un grano de arena es tan asombroso como un sol.

La consecuencia de esta postura es clara, aboga por una concepción de la poesía contraria a la retórica, al énfasis o al fatuo lirismo. Apuesta en cambio por la precisión y la sobriedad. En el poema “Reconocimiento”, del libro Falsas maniobras, habla por ejemplo de adoptar “la forma directa”. También en el poema “Al que apenas”, del libro Amantes, habla de cultivar “una voz / sin tretas”. Quizás por eso mismo la poesía de Cadenas ha seducido tanto a entendidos como a la gente común y corriente.



RECONOCIMIENTO

   Me veo frente a este paisaje parecido al que protejo.
   No soy el mismo. Debo comprenderlo de una vez. He de encajar en mi molde.

   He acechado la aceptación súbita de mi realidad.
   Despedí la poesía que se cuelga de los brazos.
   Incendié los testimonios falaces.
   Adopté la forma directa.

   Una convergencia prospera en mí.

   Abandono mi caminar intrincado. Me dilato en vastedades blancas. Sirvo en  silencio 
a un solo rey.

   Con huesos de ave violento los espacios cerrados.

   He sentido ráfagas de otra región sin culpa.

   Me hago a la lentitud, al gesto consciente, al rumor del desierto.



Otro aspecto a destacar de su poesía es la consideración paradójica del lenguaje, ya que se trata de un artificio que nos aleja de la experiencia primaria de la realidad; pero a la vez es nuestro mejor vínculo con ella. Esta reticencia del poeta viene determinada, además, porque “el lenguaje es la vía principal que utiliza la sociedad para perpetuarse en nosotros a través del condicionamiento”, según ha reflexionado. Pero también es cierto que el lenguaje es una preocupación central para él ya que uno de los empeños de su poesía es hurgar en el lenguaje en busca del misterio esencial de la existencia.

Me cautiva el lenguaje de los místicos, especialmente, desde luego, el de los españoles. Tienen el don de acuñar expresiones indelebles para comunicarnos un saber, que es más bien, en última instancia, un no saber”. Esta frase, extraída de sus Apuntes sobre san Juan de la Cruz y la mística, señala la tendencia de su poesía hacia un estado de iluminación. En el libro Memorial (1977) habla de lastre que nos impide discernir el misterio de la vida: “La vida nos llamó desnudos, y cuando acudimos, el lastre nos impedía verla. No encontramos su casa. Ni el camino de regreso”. O también: "Un día, de tanto verte, te vi". Y todavía: "Esto te debo: haber restablecido el instante en mis ojos. Júbilo que no puede morir porque no tiene nombre".

Rafael Cadenas es autor de poemarios como Los cuadernos del destierro (1960); Falsas maniobras (1966); Intemperie (1977); Memorial (1977); Amante (1983); Gestiones (1992); Sobre abierto (2012); En torno a Basho y otros asuntos (2016) y Contestaciones (2018).
A su obra poética hay que añadir una penetrante obra ensayística que cuenta con títulos como Realidad y literatura (1979), Anotaciones (1983), En torno al lenguaje (1983) y Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística (1998).
Su trayectoria ha recibido numerosos reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1985, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2018, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de Guadalajara (México) en 2009 o el referido Premio Cervantes, entre otros.

Los cuadernos del destierro (1960) está considerado un texto fundamental en la renovación poética iniciada en la década de 1960 en Venezuela. Lo escribió durante los tres años de su exilio en la isla de Trinidad. El libro está compuesto por un único poema en prosa, distribuido en treinta y un fragmentos, que relatan un viaje interior del poeta desde un pasado feliz hasta un presente decepcionante. Estos poemas los escribió bajo el influjo del poeta venezolano José Antonio Ramos Sucre y del poeta francés Henry Michaux, de los que aprendió los secretos del poema en prosa. Las frases iniciales del primer canto son legendarias y se puede decir que están asentadas en el acervo popular: “Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor”.

La prosa poética del libro es suntuosa y envolvente al contar con un generoso impulso verbal en el que destaca la profusa adjetivación. “En sus cantos la preponderancia de la primera persona es abrumadora: un “yo” que se desdobla y enmascara en múltiples presencias, incapacitado para vincularse con la realidad, siempre perseguido por la incertidumbre, cuya vida interior es expresión de un intenso delirio en el que fertiliza la auto impugnación”**:

(…) Sólo yo conocía mi
mal. Era —caso no infrecuente en los anales de los falsos desarrollos—
la duda.
Yo nunca supe si fui escogido para trasladar revelaciones.
Nunca estuve seguro de mi cuerpo.
Nunca pude precisar si tenía una historia.
Yo ignoraba todo lo concerniente a mí y a mis ancestros.
Nunca creí que mis ojos, orejas, boca, nariz, piel, movimientos,
gustos, dilecciones, aversiones me pertenecían enteramente.
Yo apenas sospechaba que había tierra, luz, agua, aire, que vivía
y que estaba obligado a llevar mi cuerpo de un lado a otro, alimentándolo,
limpiándolo, cuidándolo para que luciera presentable en el
animado concierto de la honorabilidad ciudadana.
Mi mal era irrescatable”.

A partir de 1963, la fama de Rafael Cadenas se extendió por toda Latinoamérica tras la publicación del poema que es considerado un referente de la poesía universal, Derrota. Este poema fue publicado en la revista Clarín del Viernes, el viernes 31 de mayo de 1963, y compilado en 1970 junto con Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras. Se trata de un canto al fracaso en el que plasma el infierno personal en que vivía el autor. Allí se expresa el desamparo de un joven idealista ante una realidad que pasó por encima de todos los de su generación. Estos desgarradores versos son el retrato de unos jóvenes que sintieron el fracaso de la revolución en su país como un fracaso propio. 

A pesar de ser considerada la composición más representativa de la poesía venezolana de los sesenta, el autor ha confesado recientemente no sentirse representado en él, ya que lo escribió con sólo treinta y dos años, durante un período depresivo y aguda crisis personal. Quizás el impacto que sigue causando en los lectores se deba a lo que él mismo dijo una vez: «Todo hombre, en el fondo, es un derrotado».

Este boom se confirmó con el libro "Falsas Maniobras" (1966), en el que figura el espléndido poema "Fracaso", una especie de contrapartida o “respuesta involuntaria” (en sus palabras) a Derrota, donde está mejor plasmada la consciencia con la que se identifica. Así lo podemos apreciar en este magnífico fragmento que ocupa la parte central del poema:

Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla, cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios, reñir las jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida. Por haberme ceñido.
Me has brindado solo desnudez.

 

En este libro, Falsas maniobras, encontramos las primeras evidencias de esa nueva búsqueda que perfilará el resto de su obra, el despojamiento del yo y otra forma de avenencia con la realidad, la palabra y la vida. En estos poemas nos encontramos con un hablante poético que aspira a ser “un hombre racional, que viva con precisión y burle los laberintos” de las imposturas.


    Hace algún tiempo solía dividirme en innumerables personas. Fui sucesivamente, y sin que una cosa estorbara a la otra, santo, viajero, equilibrista.
    Para complacer a los otros y a mí, he conservado una imagen doble. He estado aquí y en otros lugares. He criado espectros enfermizos.
    Cada vez que tenía un momento de reposo, me asaltaban las imágenes de mis transformaciones, llevándome al aislamiento. La multiplicidad se lanzaba contra mí. Yo la conjuraba.
    Era el desfile de los habitantes desunidos, las sombras de ninguna región.
    Ocurría al final que las cosas no eran lo que yo había creído.
    Sobre todo, me ha faltado entre los fantasmas aquel que camina sin yo verlo.
    Tal vez el secreto de lo apacible esté allí, entre líneas, como un resplandor innominado, y mi soberbia injustificada ceda el paso a una gran paz, una alegría sobria, una rectitud inmediata.
    Hasta entonces.

 

Obra de Chema Madoz

Quiero concluir haciéndome a un lado para escuchar las reflexiones del propio poeta respecto a los temas más acuciantes de la literatura y de su propio quehacer poético. Las encontramos en el libro de ensayo Anotaciones (1983):

El poeta moderno habla desde la inseguridad. No tiene más asidero que la vida. Seguramente una voz queda le dice en los adentros: La época de las causas terminó. Ya no puedes aferrarte a religiones, ideologías, movimientos, ni siquiera literarios. Se acabaron las banderas. Pero este desengaño lo libera para luchar en otra clave por lo que religiones, ideologías, movimientos dicen defender: lo religioso, lo humano, lo valedero. Esa voz, que parece del nihilismo, podría ser más bien la voz de la vida que desea recuperarnos. “


El lenguaje de la poesía mira al misterio, lo tiene presente; es lo que lo hace esencial. Los otros lenguajes no lo advierten, no le dan cabida, operan a sus espaldas; muchos de ellos son seguros, afirmativos, sapientes; están llenos de suficiencia; rezuman autoridad. Si algo tiene que ver con la poesía es la ignorancia fundamental, el no saber, sobre el cual está erigido el mundo del hombre. De ahí lo inconcluyente de la poesía. Se mueve en un borde donde no caben certidumbres rotundas. Esta es su fuerza desconcertante.”




ARS POÉTICA


Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir
                                                                                            [brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico.
Debo llevar en peso mis palabras.
Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira,
señálame la impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.



de Intemperie (1977)





Referencias:

Artículo de Rafael Cadenas: Camino dejándome

Artículo de Arturo Gutiérrez Plaza

* Conferencia de Antonio López Ortega en la Universidad de Salamanca, 2019

** Prólogo del libro de R. Cadenas “Florecemos en un Abismo”, Madrid FCE, 2023



domingo, 5 de diciembre de 2021

EL ENIGMA de LAS ARENAS - de Erskine Childers


Esta novela fue publicada en 1903 y supuso el nacimiento de la moderna novela de espías, del mismo modo que se considera a La piedra lunar, de Wilkie Collins, como la inauguración de la novela policial. Se trata de una novela tan realista y detallada que sus revelaciones tuvieron consecuencias reales. Anticipó una posible invasión de Inglaterra en los años de creciente tensión política que precedieron a la Gran Guerra e identificó las debilidades defensivas de la isla.  El propio Winston Churchill admitió que esta novela fue una de las que contribuyeron a dar forma a un estado de opinión en cuanto al peligro militar alemán, lo que llevó al Almirantazgo a establecer nuevas bases en el Mar del Norte (como Scapa Flow o Invergordon).

El funcionario Charles Carruthers acepta la invitación de su amigo Arthur Davies para realizar un viaje de placer en su yate recorriendo las islas Frisias, mientras practican la caza de patos. Pero cuando llega al barco se da cuenta de que allí no cabe el deleite ni el entretenimiento. Las comodidades del balandro son espartanas y los intereses de Davies están lejos de las playas y los campos de caza. Pronto tendrá que confesar a su amigo sus verdaderos planes: investigar a un traidor inglés que está ayudando a los alemanes y explorar el territorio de las islas alemanas en el Mar del Norte para revelar los preparativos secretos de una posible invasión. 



Carruthers y Davies son unos personajes muy british, amigos desde sus tiempos de juventud en Oxford; el primero es un aburrido funcionario del Foreign Office y el segundo un excéntrico fanático de la navegación como lo era el propio Childers. Trabajaba durante el día en la Cámara de los Comunes y por la noche se afanaba en esta novela, a la que agregó una subtrama romántica (Carruthers se enamora precisamente de la hija del traidor inglés) por sugerencia de su hermana Dulcibella. Como homenaje a ella ése es el nombre que luce el yate de la aventura.

Se puede decir que es un relato apasionante montado sobre elementos mínimos. Se trata de una exploración a campo abierto en territorio enemigo por lo que cada encuentro con otro barco o cada acechanza a un puerto supone una amenaza y un peligro. Davies sólo tiene sospechas pero acaba reuniendo suficientes indicios que le conducen a revelar el complot. 
"Por lo general estábamos completamente solos, pero de cuando en cuando nos encontrábamos con galeotas como el Johannes, que bordeaban entre las arenas, y un par de veces descubrimos una flota de esas embarcaciones ancladas en un paso, esperando la marea. Sus bodegas cargadas tenían seis o siete pies; la nuestra, sólo cuatro, sin la orza de deriva, pero tomábamos su calado medio como criterio de todas nuestras observaciones. Es decir, tratábamos de averiguar cuándo y cómo podía navegar por las arenas un barco de seis pies y medio de calado." pág. 172
Para dar mayor veracidad a sus hipótesis, la novela se presenta como una experiencia real de "Carruthers" y "Davies", los cuales piden ayuda a Erskine Childers para dar forma al relato de sus averiguaciones. Así lo expresa el Prefacio del Autor:
"Me pidieron ayuda y yo se la di al instante. Se acordó que yo escribiera el libro; que "Carruthers" me diera su diario y me contara con más detalle y desde su propio punto de vista, todas las fases de la "búsqueda", tal como solían llamarla; que míster "Davies", se reuniera conmigo con sus mapas y cartas de navegación e hiciese lo mismo, y que toda la historia se escribiese tal como saliera de labios del primero, con sus extravagancias y errores, con su lado claro y su lado misterioso."

Islas Frisias


La obra pretende una veracidad geográfica tan grande que muchas de sus páginas tienen la apariencia de un informe náutico y topográfico, con abundancia de datos sobre la profundidad de los canales y su navegabilidad, las mareas y corrientes o las posibilidades de atraque. Los detalles e informes son tan concienzudos que a menudo saturan y ralentizan la narración. 
"Parecía conocer todos los buques de memoria. Tuve que hacerle volver al tema. -Pues bien, piensa en Alemania como en una nueva potencia naval -prosiguió-. Y la siguiente cuestión es: ¿Cómo es su línea costera? Muy extraña, como sabes. Dinamarca la divide en dos, la mayor parte queda al este de este país y da al Báltico, que prácticamente es un mar interior con la entrada bloqueada por las islas danesas. Para eludir ese obstáculo, el Káiser Guillermo construyó el canal de gran calado que va desde Kiel al Elba; sin embargo puede destruirse fácilmente en tiempo de guerra. La zona más importante de la línea costera es la que está la oeste de Dinamarca y que da al Mar del Norte. Ahí es donde Alemania saca la cabeza al mar abierto por decirlo así. Ahí es donde nos hace frente a nosotros y a Francia, las dos grandes potencias navales de Europa occidental, y ahí es donde están sus puertos mayores y su comercio más rico.
Pero enseguida te parecerá que es ridículamente pequeña comparada con el enorme país que se extiende a sus espaldas. Desde Borkum al Elba sólo hay setenta millas en línea recta. Añade a eso la costa oeste de Schleswig, unas ciento veinte millas; en total, digamos, doscientas. Compáralo con la costa de Francia e Inglaterra. ¿No es lógico que cada centímetro de ella sea importante?"
Pág. 114.
Dado que transcurre en su mayor parte a bordo de un barco el relato desgrana puntualmente los hechos como si de un cuaderno de bitácora se tratara, ofreciéndonos todo tipo de datos, planos, cartas de navegación y singladuras. El estilo está más enfocado a la precisión geográfica que al entretenimiento, aunque la expectativa de descubrir tanto al traidor como el secreto del complot y la pasión del narrador mantienen la tensión en todo lo alto. Los protagonistas llevan a cabo acciones encubiertas que nos mantienen en vilo como arribar a un pequeño puerto en medio de la noche sin que se note que son extranjeros, abordar furtivamente un barco para conocer su procedencia o sorprender una conversación subrepticia en una taberna escondida.

 


Se podría decir que la novela tiene una combustión lenta. Las técnicas y datos de navegación que lastran su ritmo en la parte central desaparecen en un último tercio donde la acción se acelera y nuestros protagonistas deben arriesgarse a jugar al ratón y el gato con los alemanes; lo que nos lleva en volandas hasta un final fascinante.

Aunque El enigma de las arenas fue un éxito de ventas instantáneo, Childers nunca escribió otra novela. Se dedicó a redactar manuales de estrategia militar antes de ingresar en política y convertirse en un ferviente nacionalista irlandés.






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La apasionante vida de Childers añade un escalofrío a la lectura de este libro pionero. Podemos reconocer al autor en el protagonista de esta aventura y conmovernos ante sus valerosas acciones en defensa de su país ahora que sabemos que Childers murió siendo considerado un traidor por el gobierno británico. La paradoja definitiva nos la ofrece su muerte, ya que fue ejecutado en 1922 por orden del Estado Libre de Irlanda al que entregó su lealtad. Childers llegó a un punto en el que los irlandeses lo veían como un maldito inglés, mientras que para los británicos era un perfecto traidor. 

Robert Erskine Childers era hijo del erudito orientalista británico Robert Caesar Childers y fue el padre del cuarto presidente de Irlanda, Erskine Hamilton Childers. Nació en Londres pero creció en Irlanda donde con los años se convirtió en un ferviente nacionalista defensor de la independencia de Irlanda. 
Childers pasó de ser un entusiasta partidario del Imperio Británico, sirviendo en la Guerra de los Bóers y siendo condecorado en la Primera Guerra Mundial; a ser un vehemente partidario de la independencia irlandesa y miembro del IRA. Fue amigo íntimo de Michael Collins, el líder nacionalista irlandés. Su compromiso con la causa llevó a Childers a practicar el contrabando de armas, con su yate de vela Asgard, para nutrir de armamento y munición a los Voluntarios Irlandeses. Esas armas se usaron más tarde en el Levantamiento de Pascua en 1916 que declaró unilateralmente la independencia de Irlanda.
En 1921 se firmó el Tratado Anglo-Irlandés que puso fin a la guerra e instauró el Estado Libre Irlandés. El tratado dividió profundamente a los irlandeses y Childers se opuso a él vehementemente situándose en tierra de nadie y siendo vigilado tanto por irlandeses como por ingleses. Finalmente fue arrestado por las fuerzas del Estado Libre por portar un arma de fuego que, irónicamente, había sido un regalo de Michael Collins. Fue acusado ante un tribunal y sentenciado a muerte. 
El día de su ejecución Childers estrechó la mano de cada miembro del pelotón de fusilamiento. Incluso bromeó con uno de ellos: "Da un paso o dos hacia adelante, muchacho. Será más fácil de esa manera". Le ordenó a su hijo que estrechara la mano de cada uno de los hombres que firmaron su sentencia de muerte. También le estimuló a dedicarse a la política irlandesa. En 1973, Erskine Hamilton Childers Jr. fue elegido cuarto presidente de Irlanda. Lamentablemente murió en el cargo un año más tarde.