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jueves, 14 de agosto de 2025

WEAPONS - de Zach Cregger

EEUU,2025


El director y guionista Zach Cregger ha creado un gancho inapelable capaz de cautivar incluso a los que no son fanáticos del terror. La película comienza con la voz en off de un niño que nos cuenta el origen de esta terrorífica historia. Un día, a las 2:17 de la madrugada, 17 alumnos de la misma clase de Primaria, salieron de sus casas corriendo, todos con los brazos extrañamente extendidos, y se perdieron en la noche. 

Este comienzo aterrador y traumático sacude al pequeño pueblo de Maybrook hasta los cimientos. Todos quedan tocados y lo peor es que no hay ninguna pista a la que aferrarse. La amenaza sólo se desvelará al comenzar el último tercio de la cinta (pero no del todo); por lo que cabe decir que el miedo que pasamos durante el metraje es de los más atávicos que sufre el ser humano, el miedo a lo desconocido. ¿Por qué se fueron los niños? ¿Quién o qué los controlaba? ¿Por qué todos pertenecían a la misma clase del colegio? ¿Por qué sólo hay un niño, Alex, que no fue afectado por esa llamada?

La voz del niño que nos cuenta la historia no hace sino ratificar a la película como una versión actualizada de una cuento de hadas clásico, uno de esos en el que unos niños se adentran en el bosque sin saber que los acecha un engendro. 



Cregger combina tensión y terror al elegir una ambiciosa estructura narrativa en seis capítulos que combina diferentes puntos de vista que acaban superponiéndose. Primero el de la maestra de los niños (Julia Garner), contra la que el pueblo se revuelve en primera instancia; luego el de un policía y a continuación el de un indigente, para seguir con Archer Graff (Josh Brolin), el padre iracundo de uno de los niños. En los dos últimos ya tocamos el fuego, primero con el director del colegio (Benedict Wong) y finalmente con el propio Alex que nos revelará la madriguera del conejo. Cada episodio nos acercan un poco más al enigma sin revelarlo, lo que acrecienta el mal rollo y te obliga a imaginar nuevas teorías como si estuvieses jugando una partida macabra. Esta fórmula la inauguró el clásico Rashomon (Akira Kurosawa, 1950) y ayuda a dotar de nuevas capas a la historia.

Es como una narración circular en la que los seis protagonistas (más los espectadores) nos encontramos mirando los mismos hechos sin llegar a comprenderlos. Es lo que le ocurre a Archer Graff, único padre que intenta resolver racionalmente el misterio. La cámara del timbre de su casa grabó a su hijo huyendo. Él mira estas imágenes constantemente sin detectar nada extraño. Ha llegado a trazar varias líneas sobre un mapa del pueblo que conforman una gigantesca X, ante la que acaba preguntándose "¿Qué estoy mirando?. El guión juega a dejar caer pistas falsas como el tema que estaban dando los niños en clase, los parásitos. También Archer tiene una pesadilla en la que llega a una casa sobre la que flota un arma automática; una metáfora nada encubierta de los horrores reales que a veces sufren los institutos.  



Los intérpretes están muy ajustados; pero la que llama la atención, sin duda, es la actuación de Amy Madigan. Cuando veas la película ya me dirás. 

A mí me encanta ese ritmo alterno que te lleva repetidamente de la tranquilidad al terror. Cuando empieza un nuevo episodio estás esperanzado pero al acabar siempre te da un hachazo. Una vez es el policía que entra en una casa y sale diabólicamente transformado. Otra vez es la maestra que es atacada por su propio director desfigurado. Así una y otra  vez. La verdad se mantiene velada mucho tiempo. La expectación es máxima. Pero, ¿Qué coño está pasando?


Como suele ocurrir en estos casos, tendrá que ser ese único niño que se quedó sin compañeros quien nos guíe por los vericuetos de esta retorcida casa del terror. La última carta de la película es sangrienta y feroz. El pequeño Alex se enfrentará al monstruo en su mismísima madriguera siendo capaz de encontrar la clave que nos proporcione un final necesariamente catártico... aunque no completamente feliz.

La película es un misterio oscuro y morboso que no acaba de ofrecer todas las respuestas que esperamos, lo cual es aún más excitante y placentero.








Zach Cregeer se estrenó como director en 2022, con Barbarian,  un viaje perverso que invitaba a preguntas espeluznantes sobre lo que podría estar sucediendo tras la puerta de tu vecino. Aquí se ha superado.

viernes, 24 de enero de 2025

CONCLAVE - de Edward Berger

UK, 2024


Siempre se ha dicho que una partida de ajedrez es la metáfora perfecta de una batalla entre dos ejércitos, con sus infantes, torres y caballería. Del mismo modo se puede decir que esta película sobre unos cardenales encerrados para elegir Pontífice es una metáfora inesperada de los tiempos que vivimos. Porque aunque no sea una película de autor sino un muy entretenido thriller sobre la descarnada lucha por el poder en el Colegio Cardenalicio; el microcosmos que generan este centenar de cardenales confinados reproduce con sutileza los males de nuestro tiempo, la lucha por imponer el relato, la intolerancia, el frentismo ("¡Sí que es una guerra y tienes que elegir bando!" le grita un compañero al cardenal Decano) y la manipulación.

Cónclave nos permite ser testigos de uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección de un nuevo Papa. Cuando los regidores de la Iglesia Católica se reúnen en el Vaticano, el decano de los cardenales se percata de una compleja conspiración, a la vez que descubre un secreto que podría hundir o revolucionar a la propia institución de la Iglesia.

La historia comienza con la súbita muerte del Sumo Pontífice. La Sede Vacante obliga a iniciar los protocolos del Cónclave que reunirá a todos los cardenales del mundo para elegir un nuevo Papa. El encargado de dirigir la elección es el padre Lawrence, Decano del Colegio Cardenalicio, papel que le viene como anillo al dedo a un Ralph Fiennes que lo borda. Aturdido aún por la muerte del Papa, el Cónclave le llega a Lawrence en un momento muy delicado. Lleva un tiempo albergando muchas dudas sobre su papel en Roma y querría retirarse a un convento. No dejan de asaltarle preguntas como ¿a quién estoy sirviendo de verdad, a Dios o a la Iglesia?.





La película es un thriller lleno de suspense en el que abundan los pasillos vacíos, las puertas que se abren y cierran en secreto y las confidencias. Las conversaciones son un susurro y las miradas siempre están alerta lo que logra crear una enrarecida atmósfera de complot.

Las soberbias estancias y la solemnidad de los actos encajan perfectamente con las intrigas solapadas. Entre los silenciosos claustros y el aleteo de sotanas y mucetas¹ no solo asistimos a una encarnizada lucha por el poder, sino también a la disputa sobre el papel de la iglesia en el mundo de hoy y a la milenaria batalla que en su seno libran tradición y modernidad. Para ello vale todo, reuniones secretas, manipulación, difamación y simonía². Monseñor Lawrence pronto se dará cuenta de que se está fraguando un complot que no puede controlar. 



La cinta adapta el libro homónimo del autor superventas Robert Harris y, como él, sabe colocar cada nueva revelación en el momento adecuado para que el interés no decaiga. Porque hay que decir que el ritmo es pausado pero intenso. Las secuencias están llenas de silencios y susurros que no hacen sino acrecentar el misterio y la sospecha de que algo se está maquinando. 

Para ese juego de silencios y miradas oblicuas nada mejor que contar con un gran elenco de actores, gente capaz de hacernos saber lo que está pasando por su cabeza mientras escuchan y observan. Ralph Fiennes representa con un gran poso la desazón por sus propias dudas y el abatimiento por la mezquindad de sus colegas. Enfrente tendrá a tres líderes muy dispuestos a jugar sus cartas; el liberal monseñor Bellini (Stanley Tucci), el insidioso monseñor Tremblay (John Lithgow) y el retrógrado monseñor Tedesco (Sergio Castellitto).

Aprecio tres niveles en la película. El puro thriller por un lado, las intrigas en torno al poder. Por otro lado el viaje personal de monseñor Lawrence, sus dudas, su resignación e incluso -en un momento dado de la elección- su ofuscamiento ante las llaves de Pedro. Finalmente, y no menos importante, el nítido manifiesto que recorre la película en favor de la tolerancia...¡en estos tiempos oscuros! 
Esto se puede ver en tres momentos clave. 
El primero tiene lugar en la homilía que abre el Cónclave. Tradicionalmente este sermón tiene como objetivo exponer el estado actual de la Iglesia y sugerir las cualidades necesarias que en ese momento histórico se esperan de un elegible a Papa. Pues bien, el decano Lawrence, como encargado de dicho sermón, provoca un pequeño terremoto al expresar que espera un Papa que responda a los retos del mundo actual y que dude: "El pecado que más temo es la certeza", llega a decir. También, deseo más un Papa que dude o que peque a uno que venga con el látigo o la espada. Efectivamente uno de los cardenales más destacado aboga por plantar batalla al islam y a otras religiones, expresándolo con visceralidad
"¿No les parece que en parte también nosotros somos responsables? Toleramos el islam en nuestra tierra, pero a nosotros nos insultan en la suya; les ofrecemos comida en nuestra patria, pero ellos nos exterminan en la suya, por decenas de millares y, sin duda, por cientos de millares, el genocidio ignorado de nuestra era."
El segundo momento clave se produce cuando al retrógrado y belicoso cardenal Tedesco le replica un insignificante cardenal que ha vivido en carne propia la barbarie de la guerra en el Congo y en Afganistán. Este cardenal será el mejor diapasón para las dudas de monseñor Lawrence.
"Todo hombre digno de verdad debe considerarse indigno. ¿No era eso lo que quería decir con su homilía? ¿Que sin cierto grado de duda no puede existir la fe? Me recordó mucho a mi experiencia. Las escenas que he presenciado, sobre todo en África, harían que cualquier persona se cuestionase la misericordia de Dios."
El tercer momento se da en el sorpresivo desenlace que se anuncia con una imagen muy sutil, la de una ligera brisa que entra por una ventana rota de la Capilla Sixtina y que hace aletear la cuartilla donde Lawrence va a escribir su candidato. 
Notable.


Edward Berger dirigió anteriormente el film antibelicista "Sin novedad en el frente"

¹ Muceta.- Prenda corta que cubre los hombros y llega hasta los codos teniendo una fila de botones en la parte delantera. Es de origen medieval y la pueden llevar los jerarcas eclesiásticos. La de los cardenales es de color rojo.

²  Simonía.-  Dentro del cristianismo, la simonía es la compra o venta de cargos eclesiásticos, sacramentos, reliquias, etc. (algo espiritual) por medio de bienes materiales. En la wikipedia podemos leer que esta palabra "deriva de un personaje de los Hechos de los Apóstoles llamado Simón el Mago, quien quiso comprarle al apóstol Simón Pedro​ su poder para hacer milagros y conferir, como ellos, el poder del Espíritu Santo, lo que le supuso la reprobación del Apóstol: «¡Que tu dinero desaparezca contigo, dado que has creído que el don de Dios se adquiere a precio de oro!».





❧☘☙



Cuando escuché el sermón del Decano al Colegio Cardenalicio no puede dejar de acordarme del sermón que antes de ayer mismo le soltó a la cara, al mismísimo Trump, la obispa de la iglesia episcopaliana Mariann Edgar Budde.

El servicio religioso en la Catedral Nacional de Washington también es una tradición antes de la investidura del Presidente de EEUU; pero la obispa encargada del sermón, después de las proclamas de odio, homofobia y xenofobia del Presidente electo, no pudo menos que recordarle que si había venido a la casa de Dios debía escuchar su palabra y practicar sus valores.

"En el nombre de nuestro Dios le pido que tenga piedad de la gente de nuestro país que ahora está asustada. Hay niños homosexuales, lesbianas y transgénero en familias democráticas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas. Y por la gente que recoge nuestras cosechas y limpia nuestras oficinas. Que trabajan en granjas y en empacadoras de carne, que lavan la vajilla después de que comamos en los restaurantes y que trabajan en turnos de noche en los hospitales".

"Podrán no ser ciudadanos, o no tener la documentación apropiada. 
Pero la vasta mayoría de los migrantes no son criminales. Ellos pagan impuestos, son nuestros vecinos, son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos".

"Le pido que tenga clemencia con aquellos en nuestras comunidades cuyos niños temen que sus padres sean llevados lejos. Y que ayude a los que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí".

Como se ve no hizo más que recordar valores universales de piedad, misericordia y compasión. Lamentablemente Trump considera a Dios el presidente de una república menor y esa misma noche respondió en su red social considerando a Budde como "una radical de izquierda que odia a Trump", señalándole que "ella y su iglesia le deben una disculpa al público".
El republicano Mike Collins quiso llegar más lejos y dijo que Budde debería ser "añadida a la lista de deportaciones"... pese a que la obispa es estadounidense.
Pandilla de impresentables.

jueves, 6 de diciembre de 2018

VIUDAS - de Steve McQueen

U.K., 2018

Una de atracos y mucho más.
Con Steve McQueen a los mandos y Gillian Flynn (autora de Perdida) en la escritura, la película no se iba a quedar ahí.
Viudas es una impecable pieza de género en cuyo recorrido nos encontramos con un puñado de giros de guión de lo más sorprendente y, sobretodo, unas pinceladas de denuncia social y un drama muy bien armado. Un brebaje para disfrutar.

La trama se inicia con un atraco que acaba de la peor manera, todos muertos. Las viudas de los ladrones son asediadas por la víctima del robo, un mafioso de barrio que acaba de iniciar su carrera política. Ante esta situación las esposas deciden acometer un atraco que ya tenía diseñado el meticuloso líder difunto. En paralelo asistimos a la carrera electoral de dos tipos de signo bien distinto: uno es el capo robado que ve más oportunidades de medrar en la política con su reparto de cargos, prebendas y mordidas urbanísticas; y el otro, la octava generación de los Mulligan (Colin Farrell) cuyo padre (Robert Duvall) ha tenido que retirarse por sospechas de corrupción. 

Me encanta cómo la película nunca abandona la senda del atraco mientras va filtrando unos trazos verdaderamente interesantes sobre el empoderamiento de las mujeres, la violencia racista de la policía o la corrupción política. En definitiva una película de atracos con el fondo de un intenso drama. 

Hasta tres personajes tienen un dibujo fuerte y bien definido. Viola Davis brilla espectacularmente como Verónica, la mujer del líder que a su vez dirige esta nueva banda. La historia de amor interracial que comparte con su marido (Liam Neeson) está fotografiada con una hondura que ennoblece a la película. Pero es que además Viola Davis logra transmitir con igual desgarro, angustia y amor, duelo, desamparo y determinación. Está magnífica.

Los otros dos personajes que destacan son el de Linda (Michelle Rodríguez), la típica ama de casa engañada y el cínico aspirante a concejal del distrito 18 de Chicago, Jack Mulligan. Pero no les van a la zaga la tercera viuda (Elizabeth Debicki), una joven prisionera de su belleza y de una madre alcahueta. O el padre de Jack Mulligan: Robert Duvall sólo necesita un par de minutos en escena para sentar cátedra y depositar la jarra de cinismo a rebosar en medio de la mesa. Ante las dudas de su hijo le espeta:

¿tú crees que vas a cambiar algo?
Sólo se trata de sobrevivir, de mantener el poder. Esta ciudad es nuestra y no se la vamos a dejar al primero que venga.

Ahí está la presencia de un autor que sigue agitando conciencias: “El arte debe incitar el debate. Aquí quiero hablar de la corrupción, la violencia, la lucha de clases… Pero también explorar el duelo y el dolor", ha declarado. Lo bueno es que estas situaciones de crítica social (como la muerte del hijo de Verónica) son escuetas pincelas que están perfectamente encajadas en la trama. Y que la trama avanza anudando problemas y giros sin detenerse. Y que la narrativa visual de McQueen es elegante y precisa; haciendo que los contados golpes de violencia sean secos y contundentes. 


La película es compleja, con un buen puñado de personajes y situaciones (los dos políticos a la greña, el matón -Daniel Kaluuya- de uno de ellos, las tres viudas, el robo que acabó fatal); pero está urdida con una gran astucia y sabiduría para proporcionar un entretenimiento de altura. La mejor muestra de que un autor puede bajar a la arena de lo comercial y triunfar sin pecar de superficial. 



Las tres primeras películas de McQueen reflejaban rabia e incluso un desafío ante el sufrimiento. "Hunger", una huelga de hambre por parte de un miembro del IRA; "Shame", la obsesión autodestructiva de un tipo por el sexo, y "12 años de esclavitud", un golpe en la mesa contra la esclavitud y el racismo. Evidentemente no es el caso de esta cuarta película, que sigue derroteros propios del entretenimiento; pero sí incluye un cierto desafío: La película adapta una serie británica de 1983 y el director ha relatado su gestación
Es una historia que llevo conmigo desde 1983, desde que tenía 13 años. Recuerdo estar tumbado en el sofá de casa de mi madre, viendo una serie de ITV con la boca abierta. Esa serie era ‘Viudas’, uno de los primeros trabajos de Lynda La Plante. Sus protagonistas eran cuatro mujeres a las que todo el mundo les decía que no eran aptas. Y eso era lo que me decían a mí cuando era un crío: que no era apto, que no era competente. Es muy cruel que te juzguen por tu apariencia… pero ellas se salían con la suya, y eso me encantó. Por eso es personal”


MIchelle Rodríguez y Cynthia Erivo

























P.D.
Acabo la entrada y me doy cuenta que no figura el nombre de Cynthia Erivo. Quiero corregirlo y evitar la injusticia. Es una de esas secundarias que transmite una inmensa fuerza y se hace fácilmente un hueco entre las estrellas. Además, después de verla brillar en la reciente "Malos tiempos para El Royale", creo que la veremos frecuentemente.

lunes, 12 de noviembre de 2018

ABRADACADABRA - de Pablo Berger

España, 2017

Salgo de la sala con una media sonrisa de satisfacción. He disfrutado de la película, he comprobado la calidad de Pablo Berger para sortear en varias ocasiones el precipicio al que se le iba la película y no puedo menos que ponderar lo magnífica actriz que es Maribel Verdú. En este caso se mete en la piel de una choni total (con su sombra de ojos azul restallante y sus sudaderas con brillos) del más profundo Carabanchel. Nos ofrece toda una panoplia de recursos expresivos y está genial incluso en los contraplanos sin frase. Esas expresiones tópicas de "Vete tú a saber", "Ay, no seas así", "Ni se te ocurra", las coloca en pantalla la Verdú, con sólo su rostro. Magistral.

Carmen y Jose son una pareja de Carabanchel que acuden a una boda y después de una sesión de hipnotismo realizada por un primo aficionado (Jose Mota), Jose es poseído por el espíritu de un joven educado y pulcro. El problema está en que años atrás, el joven cometió varios asesinatos. Antes de que todo se desmadre, el primo pide ayuda a su maestro (otro farsante interpretado por Jose María Pou) para intentar volver las cosas a su sitio. 

El director de Torremolinos 73 (2003) y la maravillosa Blancanieves (20l2) parece centrado en retratar la España cañí desde todos los géneros más clásicos del cine; pero la osadía y el talento que derrochaba Blancanieves, aquí se queda en brillantes referencias cinéfilas y un cúmulo de trucos que sólo en algún momento fascinan. Esta Carmen inocente y sufridora de un marido "macho ibérico", remite a "Qué he hecho yo para merecer esto" de Almodóvar. Según se suceden las escenas, las referencias se multiplican: La escena de discoteca con el Abracadabra de la Steve Miller Band a "Fiebre del sábado noche"; los líos de la hipnosis chabacana a "El misterio del medallón de Jade" de Woody Allen
Demasiadas bolitas con sabores muy dispares.

La película se sigue con interés y tiene un puñado de buenos momentos perfectamente resueltos (el encuentro de la pareja protagonista en una discoteca nocturna, la visita al piso de los horrores donde el joven vivía con su madre, la aparición del chimpancé en la grúa, la alucinación del banquete de boda sangriento y la escena mental con los tres protagonistas hipnotizados); pero la cinta no consigue despegar y creo que es por la rémora de su marcado tonillo costumbrista que a veces roza el ridículo. Sin embargo me gusta, y mucho, cuando acierta con el humor negro.

Siendo abigarrada y disparatada, todos los asuntos tratados aparecen como secundarios, sin tener uno que se imponga y haga de aglutinador: no se decide a ser una película de suspense y terror (aunque ahí está Julián Villagrán cortando cabezas con un cuchillo eléctrico -qué tío más bizarro-). Tampoco se decide a ser una comedia salvaje como hubiese sido llenándola de escenas como la del hospital con un anciano moribundo y el maestro Fantonelli. O una historia chunga y entrañable de una pareja y su primo el mago, a los que la vida ha arrasado.

Para bien y para mal es verdad lo que el propio director ha escrito sobre su película: "Abracadabra es una muñeca rusa, una matrioskha; es un mestizaje de géneros, es una comedia dentro de un drama, dentro de una película de género fantástico, dentro de una de terror, dentro de una de cine social y dentro de un musical" ha declarado en una entrevista.    

Cada parte funciona y hace que la película no se derrumbe, pero en su conjunto te quedas sin saber a qué caballo apostar. Es como si el director estuviese en pleno ejercicio de prestidigitación y nos fuese llamando la atención primero sobre esto, luego sobre lo otro y luego sobre el más allá. Al final acabas despistado.

miércoles, 25 de enero de 2017

CONTRATIEMPO - de Oriol Paulo

Después de la estimable El Cuerpo, Oriol Paulo reincide en la intriga turbia y retorcida jugando a los vericuetos y sorpresas. A las dos se las puede acusar de artificiosas, pero también de muy efectivas y deleitables.


Adrián (Mario Casas) es un joven empresario de éxito que despierta un día en la habitación de un hotel, junto al cadáver de su amante (Bárbara Lennie). Acusado de asesinato, decide contratar los servicios de Virginia Goodman (Ana Wagener), la mejor preparadora de testigos del país. En el transcurso de una sola noche, asesora y cliente trabajarán para encontrar una duda razonable que le libre de la cárcel. Adrián no suelta prenda y junto a la preparadora jugarán al ratón y al gato.  Este duelo claustrofóbico y tenaz es una de las mejores bazas de la película. Entre mentiras y revelaciones irán construyendo el relato.


Los hechos comienzan el día en que los dos amantes regresan de una escapada secreta al Pirineo. En una solitaria carretera tienen un accidente de tráfico y un joven resulta muerto. El escándalo puede ser mayúsculo. Las carreras de ambos se truncarían, de modo que hay que taparlo. ¿Qué ocurrió a partir de aquí y cómo se explica la escena del hotel, con ella asesinada, él malherido y el suelo plagado de billetes?

El guionista y director ha sabido montar un gozoso puzzle y nos invita a jugar, mostrando poco a poco pistas y detalles para que podamos armarlo. La película se articula en constantes flashback en los que se nos presenta la historia de estos dos amantes desde distintos puntos de vista. En uno Adrián es un hombre agobiado por la culpa y sometido por su hermosa amante. En otro es un calculador ejecutivo que ejecuta un plan brillante. Entremedias, el padre (Jose Coronado) del joven desaparecido inicia su propia cruzada. 

La factura visual es impecable y resultan muy atractivos tanto los ambientes urbanos, de esa Barcelona de rascacielos y negocios, como los de montaña. El director demuestra una gran habilidad en la construcción de atmósferas: El duelo entre la preparadora y su cliente, los furtivos encuentros de los amantes, su viaje de vuelta al hotel de montaña, citados por un presunto testigo; la amenaza de chantaje. Todas las piezas y escenarios suponen una grata intriga.  






















Otro valor de la película son sus personajes femeninos. Si en El Cuerpo, Paulo regaló a Belén Rueda un papel turbio y deslumbrante; en Contratiempo nos obsequia con una Bárbara Lennie extraordinaria. Su personaje es una joven decidida y moderna, con fuerte personalidad. En los distintos flashbacks tiene oportunidad de lucir multitud de pliegues, entre los que se encuentra una acerada femme fatale. Sus cuidados trajes, gafas y peinados le aportan a la película un innegable punto de sofisticación.


Coronado y Wagener bordan, sin estridencias, su papel. Quien sale perdiendo es Mario Casas. No logra imprimir un carácter a su personaje. A este muy competente actor, en esta cinta le falla la voz. Es demasiado monocorde. Esa voz que en Toro reflejaba ira y contención; aquí está huérfana de matices. 

En definitiva, la película no elude algunos lugares comunes e incluso algún retorcimiento rebuscado, pero tiene firmeza, mantiene el suspense y el director sale airoso de este ejercicio de género hitchcockiano.

domingo, 10 de julio de 2016

MONEY MONSTER - de Jodie Foster

Furibundo reality en la edad dorada de los realities, crítica económica en el imperio de los apalancamientos y fraudes financieros. Money Monster entra de lleno en los mecanismos y el lenguaje de la televisión para ofrecer un espectáculo de los de antes; cuando se decía aquello de "enseñar entreteniendo".

Un joven desesperado, que ha perdido todos sus ahorros en una inversión fallida, se cuela con un chaleco de explosivos en el estudio de televisión desde donde se emite el programa Money Monster. Allí se encierra con su presentador, Lee Gates (George Clooney) que, mientras baila y hace el payaso con sus azafatas, analiza las bolsas y recomienda inversiones. Todo es un juego parece decirnos Gates mientras baila, suena la música de fanfarria y grita como un energúmeno ¡¡Triple doble!!. Las finanzas son un juego...y ¡ay! de quien vaya en serio. Producen heridos y arrasan vidas.

Jodie Foster dirige su cuarto largo mezclando todo el morbo de los reality televisivos con el puro drama. Y ése es su mayor acierto. El joven de las bombas exige que se mantenga abierta la emisión y es entonces cuando la directora del programa (Julia Roberts) y el presentador estrella asumen su rol. La televisión manda. Prima el espectáculo y el contraste entre el drama que se está ventilando y el formato plenamente frívolo nos regala una ironía plena: la reflexión sobre el estado actual de los medios y los gurús económicos; todos ellos monstruos con pies de barro que encenagan una sociedad idiotizada. 

La cinta está en la línea de un puñado de películas que últimamente se empeñan en explicarnos la gran estafa que está siendo esta crisis. El robo de los pobres, parados y pensionistas para enriquecer aún más escandalosamente a los más ricos. Ahí están La Gran Apuesta, Margin Call o El lobo de Wall Street. Aunque la línea narrativa más fuerte tiene que ver con el mundo de la televisión tal y como se reflejaba en películas como Network (Un mundo implacable), Tarde de perros o Mad City

La crítica económica no hace sangre, aunque todos queden retratados: los bancos, los medios y el propio inversor fallido. La presencia de su novia es una refrescante bofetada. La directora, además, clava una pica en Flandes haciéndole confesar al directivo en el corazón de Wall Street. Pero no nos engañemos. También le hace decir: el sistema funciona así, no he hecho nada ilegal.

Como digo, más que en la explicación de la crisis, donde triunfa la directora es en el formato televisivo que utiliza para establecer un tenso juego del gato y el ratón: la directora ordena los planos, el presentador sigue las órdenes del pinganillo, entran los vídeos y los redactores persiguen los datos. De pronto el vacuo periodismo-espectáculo adquiere hondura y se convierte en la conciencia moral de una sociedad envilecida por las ansias del enriquecimiento rápido. 

El ritmo es plenamente de thriller, la tensión crece por instantes, y el hecho de que todo se desarrolle en un set televisivo habla de una planificación tan precisa como milimétrica.  La línea argumental que sigue el hilo de la empresa quebrada (Dominic West es el financiero que ofrece transparencia mientras esconde los millones) ofrece un punto más de intriga, aunque no pasa de ser meramente instrumental. 

George Clooney es el puto amo. La evolución de su personaje de payaso a periodista verdadero está muy conseguida y es de agradecer que un tío con su carisma se dedique a mostrar las miserias del mundo occidental: Los idus de marzo en cuanto a política y Buenas noches y buena suerte, como homenaje a los valores que alberga el cuatro poder.  
También Julia Roberts se lava la cara para representar a una profesional de los medios con gran veracidad.

En un momento dado el Macguffin de la película es un algoritmo creado para realizar miles de operaciones bursátiles en segundos. Cuando más rápido mejor. Especulación a la enésima potencia. Pero todos sabemos que las máquinas son tontas y por lo tanto virtuosas. No así quien las manipula.

Es España ya se nos mostró esta rabia ante la estafa con formato de thriller, en El desconocido. Jodie Foster va un poco más allá al implicar y jugar con el medio televisivo. Muy notable.

domingo, 11 de octubre de 2015

REGRESIÓN - de Alejandro Amenábar

Floja.
Es la conclusión a la que llegamos mi mujer y yo al salir del cine. 

Amenábar ha conseguido contar lo que quería, cómo se va extendiendo un caso de psicosis colectiva alrededor de sectas satánicas. Primero la policía, luego un psicólogo y los familiares hasta llegar a los periodistas. La chispa inicial es una joven (Enma Watson) que denuncia malos tratos por parte de su padre. Las medias verdades, los deseos más oscuros hacen que todo se complique. Los ingredientes parecen cada vez más claros: hay una conspiración con implicaciones satánicas. Lo confirma el psicólogo que aplica terapia de regresión tanto a la chica como a su hermano.

La película ilustra cómo se conforma la psicosis en una pequeña comunidad de Minnesota: la declaración inicial, las sesiones de terapia, el secretismo de la hija, la aparición de un libro sobre satanismo, el interés de los periodistas. Todo es tan envolvente que acaba implicando al propio detective. Mientras duerme recibe la visita de la secta satánica. La atmósfera está muy conseguida. Hay opresión. Sospecha. Pero la verdad es que el interés del asunto es relativo.

El inspector (Ethan Hawke) que investiga el caso tiene escaso conflicto. En los mejores momentos de la película, él mismo se ve inmerso en misas negras y rituales satánicos. Pero el asunto no va mucho más allá de un par de poderosas secuencias (la que más cuando el inspector repite la llegada a comisaria del padre de la joven: asustado, murmurando rezos y en un estado semicatatónico). Pero todo se acaba pronto y resulta bastante instrumental.

La película tiene clima pero carece de tensión.
Si era un ataque a las terapias de regresión, éstas no ocupan todo el espacio que debieran, ni aparecen como motivo o causa. Si fuese un juego psicológico de manipulación por parte de la hija, tampoco tiene un gran desarrollo o entidad dramática. Incluso la participación del sacerdote como sostén necesario de la amenaza satánica no está muy perfilado.

Sí que es verdad que el director consigue componer un intrigante juego alrededor de la confusión: durante toda la película no sabes a qué palo quedarte, si es una conspiración, un invento o de verdad algo sobrenatural; pero este juego tiene una intriga muy limitada. 

Sobretodo hay que achacarle escasa profundidad. Es como si se tratara de ilustrar ese tortuoso camino que empieza con una chica denunciando malos tratos y acaba con toda la comunidad patas arriba. Pero no hay crescendo. La propuesta no se abisma más que lo necesario. Sólo ilustra. Una lástima. 

Desde su magnética Tesis, siempre espero ansioso cada nueva propuesta de Amenábar; pero esta película no es una propuesta, es un producto de un profesional muy dotado del que esperamos mucho más.

domingo, 17 de mayo de 2015

CIRCUITO CERRADO - de John Crowley














Aunque se trata tan sólo de una de espías, este Circuito Cerrado se revela como una metáfora de la cárcel en que se están convirtiendo nuestras democracias.

Al concepto de justicia ciega, garante de objetividad, vamos a tener que incorporar un lado oscuro, maquinaria de estado ciega: donde no importan los ciudadanos, la Justicia o la verdad; sino que la estructura del estado prevalezca, aunque sea a costa de inocentes. Una estafa, vamos. 

Porque la película, aunque tiene una trama de intriga que afecta a un secreto de Seguridad Nacional y un sospechoso musulmán, no habla tanto del problema del terrorismo, como de la sociedad que lo afronta. De modo que, si ya de por sí las buenas películas de espías suelen ser amargas y entrañan algún tipo de derrota; esta película además, cabría decir, que es anticlimática. Los dos protagonistas sienten y declaran que no podrán ganar a tan poderoso enemigo.

El comienzo es impactante. Un atentado terrorista en el precioso Borough Market de Londres. Un centenar de muertos, confusión y, en pocos días, un detenido como principal sospechoso.

Los dos protagonistas, interpretados por Eric Bana y Rebecca Hall, serán los dos abogados nombrados por el estado para defender al detenido. El lío judicial pasará a otro nivel cuando descubran que el detenido es un simple títere.

La historia mantiene muy bien el pulso y está rodada con una precisa y elegante puesta en escena. Abundando en la metáfora de que vivimos en un vigilante Gran Hermano, se multiplican los planos de cámaras de seguimiento, a través de ventanas o con abundancia de rejas. Los mismísimos paneles de madera del alto tribunal acabarán erigiéndose en un trenzado de rejas para encubrir la verdad. 

La primera parte se solventa con una rápida investigación que descubre la chapuza de los servicios secretos. Las entrevistas y los primeros escarceos judiciales dan paso, en la segunda, a un incremento de la acción. Los protagonistas irán contra reloj  para impedir que se eche tierra sobre el asunto. 

Toda la causa adquiere un halo de conspiración que afecta  a las más altas esferas. "El secreto es mortal", le dice una periodista al abogado, sin sospechar que para ella será verdad en pocas horas. La sensación de amenaza y opresión se hace presente de forma virulenta en la vida de los abogados. Ciertas miradas que sorprenden, un libro mal colocado en el estante... el aparato del estado tiene sus propias reglas y nadie podrá transgredirlas.
Muy entretenida. 

martes, 23 de diciembre de 2014

OPEN WINDOWS - de Nacho Vigalondo








Nacho Vigalondo es nuestro lince ibérico, merece toda nuestra atención y cuidado porque su especie en nuestro país es endémica. Un tipo dedicado a la fantasía desbordante con toques de ciencia ficción (Los cronocrímenes), poseedor de una gran potencia narrativa  y una originalidad fuera de toda duda.

Ahora bien sus películas,  todavía, aparecen desmañadas; con una inefable textura amateur que nos habla de que las ideas (a borbotones) están por encima de su realización.

Open Windows es su primer largometraje en inglés y habla de lo más característico de nuestra época con herramientas de nuestra época: la interconexión obsesiva, la sobreexposición de nuestras vidas a través de las redes sociales, la realidad aumentada, la invasión de nuestra privacidad.

Toda la acción de la película transcurre en pantallas digitales donde se van abriendo ventanas (de ahí el título) a través de las cuales intervienen los personajes. Open Windows fue un encargo, según reconoce el propio Vigalondo: "Me hicieron una propuesta para hacer una película, un thriller en el que internet y las redes sociales tuvieran una presencia importante y yo lo que hice fue proponerles que toda la película transcurriese en el escritorio de un ordenador donde las ventanas se van abriendo."

Este reto narrativo y la intriga sostenida son lo mejor de la cinta. En cuanto al reto hay que decir que lo supera brillantemente. La dificultad era enorme, según reconoce él mismo, "no sólo porque sea por ordenador, sino porque es a tiempo real; no hay un solo corte de cámara y la cámara va constantemente de un lado a otro, de ventana en ventana. La película suma siete horas de vídeo que se concentran en los cien minutos que dura la cinta." Ello se consigue superponiendo ventanas en el mismo plano constantemente.

Vigalondo se aventura en una orgía de ventanas y cámaras -ordenadores, smartphones, tablets, cámaras de seguridad- y lo hace con inusitado virtuosismo. El trabajo del editor Bernat Vilaplana es enorme y con estos recursos aparentemente constrictivos logra montar una narración de ritmo trepidante.

Nick Chambers (Elijah Wood) es el webmaster de una página dedicada a su estrella favorita, Jill Goddard (Sasha Grey). Ella es la protagonista de una franquicia de películas de ciencia ficción bizarra y Vigalondo aprovecha para iniciar la película con un teaser de regalo de su última entrega. Nick está en el hotel siguiendo la gala del estreno por internet, cuando el típico loco se cuela en su ordenador  y empieza a utilizarle para acosar  virtualmente a Jill: piratea su móvil, coloca cámaras en su habitación, etc. A partir de ahí la tecnología y la intriga inician una gincana vertiginosa.

¿Y los personajes? Bueno, son marionetas, obedecen a la primera y no se cuestionan nada. Está claro que lo que importa es el engranaje y que funcione.

En la película hay una leve crítica a la sobreexposición en la red y a la falta de privacidad, pero no demasiada; el director y guionista lo da por descontado en la sociedad en que vivimos: "En internet no actuamos necesariamente como si estuviésemos delante de una persona y eso es fascinante", reconoce. También que "internet está poniendo a prueba nuestra moral y, de esa tentación, es de donde arranca la película". Vigalondo juega con esa variable moral al contar como protagonista con Sasha Grey:
 “El hecho de que Sasha haya sido actriz porno le añade otra capa de ironía y significado a su personaje. Ella es consciente de su pasado. La película no explota esa parte de su vida pero es consciente de ello, lo que creo que lo hace más interesante, y su presencia me permite hablar del tipo de consumidores que las películas porno tienen en internet.”
“Desde que sabían que iba a hacer una película con ella (...), estaban furiosos contra ella y creo que ese sentimiento es perturbador. Creo que eso está reflejado en el villano, porque algo que me gusta de Neil Maskell es que él está tan furioso, tan cabreado, parece odiarla tanto... pero cuando está delante de ella, quiere ser su ‘white knight’, su salvador”.
También se apunta la perversidad que puede suponer ser meros espectadores. En una escena hay una conexión en directo con la actriz en trance de morir. A la vez el psicópata propone a los usuarios abandonar la web para salvarla. Pero es un mero apunte. Este juego perverso también aparece en Kik-ass y de manera más trágica en "Rastro oculto" (Untraceable, de G. Hoblit).
Neil Maskell (el psicópata asesino de Utopía) se cuela en Open Windows
El primer acto con Nick en el hotel, en plan Ventana Indiscreta, es donde mejor funciona este ejercicio multipantalla; porque Vigalondo se lo toma como tal y se centra en resolverlo con tensión e intriga. Pero más adelante la película enloquece y se lanza a una vorágine de giros argumentales que hacen que descarrile. De todos modos el director logra que el interés no decaiga gracias a una huida constante hacia adelante y al buen manejo de los resortes de la intriga.

lunes, 3 de noviembre de 2014

PERDIDA - de David Fincher

Gone Girl
-EEUU, 2014-









Fincher tiene ya una película titulada The Game, tan entretenida como superficial puesto que adopta el esquema formal de un simple entretenimiento. Pues bien, esta Perdida que nos presenta ahora podría considerarse la cara A de aquella propuesta, ya que su estructura se basa en un juego, aunque infinitamente más ácido y poderoso. El juego de la manipulación, el de las máscaras. ¿Quiénes somos, cómo nos mostramos y cómo nos ven los demás? A dibujar ese fascinante poliedro se dedica esta excelente película.

Fincher nos vuelve a mostrar su juego preferido, el de ofrecer los sucesos en su cómoda apariencia para luego desnudar la más inclemente realidad. Ya lo hizo en The game y también en El club de la lucha.

El matrimonio Dunne se dispone a celebrar su quinto aniversario. Amy (Rosamund Pike) ha preparado con mimo su juego preferido, la búsqueda del tesoro, pero cuando su marido vuelve a casa se encuentra con que ella ha desaparecido. Las pistas más aparentes hablan de secuestro, luego de asesinato y posteriormente terminan implicando al propio marido (Ben Affleck) como principal sospechoso.

Fincher sumerge su cámara a través del turbio laberinto que escondía el matrimonio. Traspasa el brillo aparente de una pareja ideal hasta llegar a iluminar los cuartos oscuros de la hipocresía y la disfunción.



Para acercarnos a la verdad contaremos, en la parte íntima, con el diario que secretamente escribió Amy. Mientras la investigación avanza, su voz en off nos revelará pasajes de sospecha y tormento. En la parte pública de este juego, y tratándose de airear trapos sucios, nada mejor que el escándalo amarillista de los tabloides y el juicio paralelo en los medios de comunicación. En antena y ante millones de espectadores asistimos a la entrevista del siglo: "Eres probablemente el hombre más odiado de América ahora mismo. ¿Mataste a tu esposa, Nick?"

Pero todo esto sería demasiado convencional y, tanto en la novela de Gillian Flynn (Gone girl), como en la película de Fincher, los acontecimientos sufren varias vueltas de tuerca. El marido sospecha que todo está manipulado, que la secuencia de pistas es demasiado pulcra y ordenada. De modo que se propone, él mismo, manipular a los medios y a la audiencia. Cada engaño nos va descubriendo nuevas miserias y la trama afronta toda una serie de giros a cual más audaz y sorprendente.

En la cinta están presentes las mejores artes del director, incertidumbre, tensión y giros de guión de los que te dejan con la boca abierta.

















La película se desarrolla en diversos planos. Al principio está la investigación policial y el relato de la mujer que nos lee su diario. En la segunda parte todo cambia; se descubre una nueva verdad, no por ello demasiado cristalina. Fincher remueve magistralmente esas aguas turbias, donde los medios, eso que llamamos la opinión pública y la institución del matrimonio son zarandeados.
Nick Dunne: Mierda. ¡Eres delirante! Quiero decir, estás demente. ¿Por qué querrías esto? Sí, te amé, y luego todo lo que hicimos fue resentirnos el uno del otro, tratamos de controlarnos mutuamente. Nos hicimos mucho daño entre nosotros.
Amy Dunne: ¡Eso es el matrimonio! - 
El enfoque de la película es clásico, su puesta en escena sobria (en la línea de lo que el director hiciera en Zodiac). La narración fluye limpia y sin estridencias, mientras el guión va atornillando a cada personaje. Evidentemente es una película minuciosa y prolija que se alarga más de dos horas y media, pero de forma harto satisfactoria. Su interés no sólo no decae, sino que va en aumento.

La propia novelista Gillian Flynn ha escrito el guión y no ha dejado títere con cabeza. Perdida es una inmisericorde reflexión sobre la vida en pareja, una crítica social sobre el poder de los medios y una intriga perfectamente urdida. 

Al comienzo de la cinta, escuchamos la reflexión de Nick Dunne.

"Cuando pienso en mi mujer siempre pienso en su cabeza, me imagino fracturando su hermoso cráneo, desentrañando su cerebro, intentando obtener respuestas a las preguntas primordiales de cualquier matrimonio ¿En qué estás pensando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?



Ben Affleck interpreta con facilidad (¿?) a un marido soso y calzonazos. Según ha reconocido, fue a trabajar con Fincher para recibir un master en Dirección. Rosamund Pike por su parte encuentra el papel de su vida. A mí que siempre me pareció tan hermosa como gélida y distante, este papel me parece un traje echo a su medida. 

La conclusión es amarga. Con aparente inocencia, la película lanza una carga de profundidad contra el matrimonio. Él adúltero, ella manipuladora. En el juego de la impostura los dos posan sonrientes para la televisión: "nos hemos sincerado, ahora somos cómplices"