martes, 30 de mayo de 2017

El CASO SLOANE - de John Madden

Vida de una lobbista.-

En el Senado se va a votar una Ley para favorecer el control de armas y los poderosos grupos armamentísticos buscan contratar a un grupo asesor para hacer lobby contra ella. Les faltan un puñado de votos y están dispuestos a todo, por lo que buscan a la mejor, a las más decidida y voraz lobbysta: Elizabeth Sloane (Jessica Chastain).

Estos son los dos ejes sobre los que gira la película: el debate sobre la posesión de armas y -sobretodo- el funcionamiento de estos lobbys; epítome de los cuales es una feroz Sloane, quien sólo inicia una guerra para ganarla.

Pero la jugada ya se inicia con sorpresa. Cuando su bufete le plantea a la muy cotizada Miss Sloane encabezar la campaña para salvar la compra libre de armas, decide sacrificar sus potentes emolumentos, cambiar de bando y apoyar aquello que considera ético: controlar la venta de armas, para que no sea tan fácil como comprarse unos zapatos. 

Su máxima es: un lobbysta debe prever los acontecimientos y movimientos de su enemigo. Debe anticiparse y no ser sorprendida nunca. Siempre debe ir un paso por delante y dar su zarpazo definitivo cuando el enemigo ya ha descargado su munición. Pues bien, esta es la máxima que sigue la propia película. De modo que nos lleva en volandas por el escenario de una guerra sin cuartel entre los dos bufetes antagonistas.

Hacer lobby se define como el intento de influenciar a favor o en contra de una legislación o política. Esto se puede hacer a través de campañas publicitarias, a través de "expertos" que visitan platós televisivios o directamente influyendo (forzando todos los límites de la ley) en los políticos que promueven la legislación. Este juego político donde entran en conflicto los intereses de las grandes corporaciones con los intereses generales o incluso el sentido común, da un juego enorme: los argumentarios de unos y otros, las tretas y celadas  que se tienden, la corrupción y las amenazas, ¡todo vale! Hasta la utilización partidista del dolor ajeno y las historias personales. De todo ello da cumplida cuenta esta película intensa y fascinante.

La guerra es total y el guionista novato Jonathan Perera juega con las fichas de este drama como un mono sabio y cínico; con un estilo y unos diálogos punzantes que recuerdan mucho a Aaron Sorkin. Pero mas allá de las estrategias y golpes de efecto de la película, la verdadera sangre que corre por todos los planos y da vida palpitante a esta historia, es la personalidad de Elizabeth Sloane: insomne, voraz, frenética y brillante. Como los tiburones, no duerme. Está siempre al acecho. Posee una inteligencia práctica escalofriante y utiliza todos los recursos a su alcance. Por eso la película comienza con una Comisión Parlamentaria contra ella, por extralimitarse en sus funciones. Entremedias y mediante largos flashback, iremos conociendo los entresijos de su trabajo en el lobby.


Jessica Chastain vuelve a demostrar su enorme talento para sostener este complejo retrato donde confluyen obsesión enfermiza (se alimenta de anfetaminas), fragilidad (es alérgica a las relaciones humanas) e inquebrantable decisión. Un dato. Está preparándose para acudir a un cocktail donde asistirán varios senadores y ella ¡le indica a una de su equipo que le prepare temas para ganárselos en conversaciones informales! Su jefe le dice: ¿Te preparas tus interacciones sociales?. ¡Por supuesto! 
Nada queda al azar. Ella sólo juega para ganar y siempre juega al límite.

Me admira la capacidad de los anglosajones para montar verdaderos thrillers sobre crítica social y política. Allí donde España, Francia o Alemania montarían un rollo plúmbeo sobre la ética, la corrupción, la codicia o el eterno debate entre seguridad o libertad; los anglosajones tiran de oficio para educar entreteniendo: Ahí está la reciente Money Monster, de Jodie Foster, sobre los fraudes del sacrosanto mercado. O Los Idus de marzo, de George Clooney, sobre los entresijos de una campaña política. O In the Loop, sobre los chanchullos entre los dos amigos especiales, para conseguir que la ONU respaldara la invasión de Irak.

Hay un hecho que delata esa diferencia entre el mundo anglosajón y Europa. Estamos casi al final de la película y de la Comisión parlamentaria. La señorita Sloane está acorralada. La cantidad de dinero y de investigadores que ha tenido enfrente está a punto de aplastarla. El presidente de la Comisión le ofrece la posibilidad de un alegato final. Pues bien, una mujer que estaba sentada detrás de mí le dice a su compañera: "Ahora va a contar su historia". Estaba(mos) esperando que Sloane explicase sus motivaciones más íntimas para luchar contra la proliferación de las armas. Quizás el drama de un familiar o un amigo. Pero no va a ser así. Ella es una profesional que siempre tiene que ir un paso por delante y trabaja para asestar el último golpe. Genial.


Quizás el clímax final resulte excesivamente novelesco; pero redondea un función muy entretenida y con un gran ritmo. Quizás John Madden queda obnubilado (como nosotros) ante esta Miss Sloane a quien trata como una heroína, cuando su personaje puede ser reprobable y moralmente ambiguo. Pero no nos olvidemos, un personaje femenino empoderado en un ámbito tradicionalmente masculino. Por todo ello la película me resulta fascinante. Los diversos giros que ofrece la trama y la personalidad subyugante y feroz de Ms. Sloane son las dos bazas que hacen que la cinta te absorba como si de un thriller se tratara.










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P.D.
La película tiene ritmo de thriller y un suspense increíble pero, sobretodo, es una baño de realidad que nos ilustra sobre  las ocasiones en que las decisiones parlamentarias se toman no en beneficio del interés general, sino en beneficio de grupos y corporaciones que con su inmenso poder y dinero aseguran a los políticos permanecer en la charca del poder. En EEUU están perfectamente regulados y sometidos a vigilancia y control, tal como se muestra en la película. En Europa esta regulación está pendiente.
Se ha hecho algún progreso con la introducción del registro voluntario de transparencia, dirigido conjuntamente por la Comisión y el Parlamento Europeo. Pero la auténtica y total transparencia en este sentido es todavía un sueño lejano; a pesar de que el actual presidente de la Comisión Europea prometió en 2.014 introducir un registro obligatorio de lobbies. Se estima que hay entre 20.000 y 30.000 lobistas trabajando en los pasillos de la política europea, la mayoría de ellos para asociaciones y corporaciones.
En la web Transparencia.org han publicado todo un estudio sobre los lobbies en Europa. Allí se pueden encontrar todos los datos. La última crisis económica ha puesto sobre el tapete la desconfianza de los ciudadanos sobre las instituciones que los gobiernan. Los ciudadanos se sienten alejados de las estructuras que deben representarlos y dicen actuar en su nombre. Y todo esto no ayuda.
En España no creo que existan lobbies. Son demasiado profesionales. Esto es más chupucero. Aquí se da el amiguismo o la parentela. O el Boletín Oficial del Estado: por ley hay que rescatar las autopistas radiales de Madrid y reponer  con el dinero de todos, a los pobres inversores su inversión fallida. :O

domingo, 28 de mayo de 2017

LOS PELIGROS de FUMAR en la CAMA - de Mariana Enriquez









Es para celebrar el hecho de que la literatura en español se haya lanzado a explorar territorios que le parecían vedados, como el género criminal o el terror. Por supuesto no han faltado en la Historia casos aislados, pero en las últimas décadas se está produciendo una fructífera normalización con una bibliografía -sobretodo en el ámbito criminal- que empieza a ser desbordante: autores solitarios como Vázquez Montalbán en España o Rafael Bernal en México han tenido continuidad en una gran diversidad de autores que se extienden ya por varias generaciones y cualquier latitud: desde los más veteranos Leonardo Padura, Domingo Villar, Elmer Mendoza, Ernesto Mallo o Mempo Giardinelli; hasta los más recientes como Alexis Ravelo, Bernardo Fernández "Bef", Carlos Zanón, Marcelo Luján o David Llorente.

En cuanto al terror la nómina es más escueta pero no menos interesante. Los montes solitarios como El amigo de la muerte de Pedro Antonio de Alarcón o los cuentos de Horacio Quiroga, se han visto acompañados por la obra maestra de C. E. Feiling, El Mal menor, ya reseñada en este blog. Pero ha sido en las últimas décadas cuando no han dejado de surgir nuevos autores que, sin prejuicios y de forma audaz, se están adentrando en esas oscuridades tenebrosas que parecían alejadas de nuestro idioma y que tanto deleite nos procuran: Jose María Latorre, Pilar Pedraza, Alberto Ramponelli, Angel Olgoso, Pablo Tolosa, David Jasso o Emilio Bueso dan cuenta de la calidad y variedad de las propuestas. 

Todo esto viene a cuento de mi reciente descubrimiento de Mariana Enríquez. Una sólida narradora de cuentos claramente situados en el ámbito del terror, cuyas páginas exudan apariciones espectrales, hechizos, prisiones metafísicas y muertos que vuelven a la vida. Nació en Buenos Aires en 1973 y aunque escribe sobre personajes de su ciudad y su época, sus cuentos son intemporales porque están atravesados por miedos sustanciales, atávicos terrores y demencias. En España tiene publicados dos volúmenes de relatos (el presente y Las cosas que perdimos en el fuego) y ya se la conoce como la Shirley Jackson en español.

Sus cuentos tienen una textura realista y son actuales y urbanos. Su imaginación no necesita tétricos castillos, ni brujas, ni animales mitológicos. Ni siquiera la noche. Los entornos de sus historias son contemporáneos, reconocibles y familiares. Ahí es donde Enríquez es capaz de doblar la esquina para encontrar un mundo siniestro y misterioso. Como un bisturí su pluma encuentra el miedo en las personas, en sus temores y obsesiones. Pero también en la sociedad. Ha llegado a decir, "me parece que el miedo es más la policía, el barrio, la pobreza, la violencia, los hombres". Sus relatos aúnan lo cotidiano con la pesadilla y el terror.


























Esto se hace muy evidente en el cuento titulado El carrito, en el que un indigente que cruza un barrio, hace aflorar en su clase media un rechazo visceral y reaccionario.
También las sombras de la dictadura militar que la autora vivió siendo niña, salen a relucir en cuentos como Chicos que faltan. Aunque su enfoque habla del mito inglés del "changeling" (niños que son llevados al país de las hadas y que son sustituidos por niños idénticos pero sin alma); es difícil abstraerse de aquellos niños secuestrados por los "milicos" y que al regresar ya no eran los mismos.
"Los japoneses creen que, después de morir, las almas van a un lugar que tiene, digamos, un cupo limitado. Y que cuando se llegue a ese límite, cuando no quede más lugar para las almas, van a empezar sa volver a este mundo. Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo." pág. 171
En una entrevista llegó a señalar: "El fantasma es el pasado que sigue sucediendo", de ahí que la dictadura sea una evocación constante en sus cuentos. Como en el que abre el volumen -El desentierro de la angelita- cuando la joven protagonista encuentra unos huesos enterrados en el patio de su casa y un espectro se convierte en su compañía. Fantasmas del pasado que se niegan a desaparecer ante la ignominia de las fosas comunes. También en la última narración -Cuando hablábamos con los muertos- nos encontramos con unas adolescentes que se reúnen alrededor de una ouija para hablar con familiares desaparecidos.
"La cuestión era que todos sabían que los viejos de Julita no se habían muerto en un accidente: los viejos de Julita habían desaparecido. Estaban desaparecidos. Eran desaparecidos. Nosotras no sabíamos bien cómo se decía. (...) Julita los quería encontrar con la tabla, o preguntarle a algún otro espíritu si los había visto." pág 192
Todo esto habla de la capacidad de sus cuentos para sugerir. Incluso el terror sólo está sugerido. En sus páginas no hay tumulto, ni hachas sangrientas, ni apariciones truculentas, sedientas de venganza. Lo que sí se escucha es el espasmo de la angustia, la opresión del horror.

Barrio Gótico -Barcelona-
Hay muchas personas atrapadas en estos cuentos. En barrios y ciudades; pero también en prejuicios y obsesiones. La única familia que trató con dignidad al pordiosero de El carrito, permanece recluida en su casa mientras una plaga vengativa recorre el barrio. En Los peligros de fumar en la cama una mujer está encerrada entre sábanas hundiéndose en una neurosis autodestructiva. 

También en Rambla triste encontramos un monstruo terrible, celoso de sus prisioneros. Una argentina recala en Barcelona para visitar a unos compatriotas y poco a poco se da cuenta de que la ciudad no los deja escapar, que los vampiriza. 
En este punto cabe decir que esta "afrenta" a la ciudad Condal fue respondida por anticipado y como correspondía; otorgando a la autora el "Premi Ciutat de Barcelona" por Las cosas que perdimos en el fuego, en 2016.

Creo que la cita de Silvia Plath que encabeza El aljibe, bien podría servir como metáfora de muchos de los personajes del libro.
"Estoy aterrorizada por esta cosa lóbrega
que duerme en mí;
Todo el día siento sus giros gráciles y ligeros, su malignidad."
                                                              Versos de Silvia Plath, en El Olmo
"Esa cosa lóbrega" es un miedo profundo y visceral que habita en Josefina, la protagonista de El aljibe. Mientras que en el relato En dónde estás corazón, el monstruo es el propio músculo cardíaco que obsesiona al protagonista con sus palpitaciones.
"Puedo precisar el momento en que perdí el control. Después de años de búsqueda estéril, encontré un sitio de Internet donde otros fetichistas de los latidos cardíacos compartían sus corazones." pág 117
En El aljibe, Josefina era una niña jovial y sana. Todo lo contrario que su hermana, su madre y su abuela; personas lúgubres que vivían aterrorizadas por un miedo incesante e irracional. Hasta que en un viaje lo cambió todo. El aljibe es un cuento terrorífico que se eleva sobre un simple atavismo: las hijas tienen el deber de cuidar de sus madres.

Enríquez es contemporánea de la tecnología y el pop; por eso no es extraño que un par de relatos extraigan de allí su escalofrío. 
Carne refleja hasta donde puede llegar el fanatismo de dos adolescentes por un cantante de éxito muerto en plena juventud: "más hermoso que nunca, ahora que la muerte le brillaba en los ojos".

En Ni cumpleaños ni bautismos un joven cineasta amateur se anuncia así: "Nicolás. Filmaciones raras. No hago cumpleaños, bautismos o fiestas familiares. Ideal para voyeurs. No hago nada ilegal, ni trabajo para maridos cornudos." Una familia muy normal acabará llamándolo para obtener una prueba filmada de lo que le ocurre a su hija cuando le asaltan unas extrañas alucinaciones.  

Mariana Enriquez considera a Stephen King su maestro indiscutible. Pero también se considera deudora de Robert Aickman y Silvina Ocampo, de quien dice admirar "su humor negro, su crueldad desencajada."

Bienvenida Mariana, al lúgubre panteón de la fantasía y el terror.

sábado, 20 de mayo de 2017

ALIEN: COVENANT - de Ridley Scott



¡Menudo batiburrillo de ideas sueltas ha metido en la batidora el Sr. Scott!
Todas las noticias sobre la película eran malas, pero nunca he faltado a la cita con Alien desde sus comienzos.

Se supone que la pretensión de Ridley Scott, para retomar la dirección de la serie, era explicar de dónde procedía la famosa nave circular y el xenomorfo que se encuentran en el inicio de la saga. De hecho esta nueva serie que comenzó con Prometheus se presenta como una precuela de la original Alien, el 8º pasajero. Pero tanto Prometheus como este Alien Covenant son decepciones supinas desde su misma base. Y cuando digo esto me estoy refiriendo a la famosa escena inicial de Prometheus, que nos presentaba a una especie de Supremos Ingenieros que en sus viajes siderales aterrizaban en la tierra para depositar la semilla de la que germinaría la Humanidad. 
Voy a dejar aquí un gran espacio en blanco para mostrar toda mi perplejidad.















A partir de ahí todo es un desatino. La pretensión de trascendencia de esta nueva serie arruina la función. También esta segunda entrega se inicia con una escena filosófica. El ingeniero Peter Wyland (Guy Pierce) conversa con su creación, un avanzado sintético que, ante la escultura de Miguel Angel de la que ha tomado su nombre (David) reflexiona: "Tú me has creado. Pero tú morirás, yo no".
El sintético David a punto de descubrir el sentido de la vida

No es la única referencia profunda y culta que el Sr. Scott y sus guionistas introducen en una cinta que está ahíta de ellas: 
La lucha entre el bien y el mal representada por los dos sintéticos David (superviviente de Prometheus) y Walter (de la Covenant). O ya que son como gemelos, Caín y Abel. El mito de Frankenstein que sisea en la escena inicial entre el sintético David y su creador. El mito de la creación y del dios creador. Aunque David juega el papel de Angel exterminador de la Humanidad. El mito del doctor ensoberbecido de la isla del Dr. Moreau (La gruta con los grabados y pruebas genéticas llevadas a cabo por David resultan altamente perturbadoras). El mito del moderno Prometeo. La referencia al soneto Ozymandias escrito por Percy B. Shelley. La referencia a "La entrada de los dioses al Valhalla" en la ópera de Wagner "El oro del Rin".

Todo es relleno.
Una pretenciosa profundidad filosófica que busca dar lustre a un simple cristal de colores.

En otra obra maestra de Ridley Scott, Blade Runner, los replicantes también encuentran a su creador, el jefe de la Tyrrel Corporation, para terminar destruyéndolo. Pero mientras en aquel Los Angeles de 2.019 (uff, sólo quedan dos años) había un hilo conductor, una síntesis filosófica, aquí todo es confusión y revoltijo.

El octavo pasajero de 1979, era profundamente materialista, producto de un azar cósmico, como nosotros. Incluso la atmósfera del planeta en que lo encuentran es analizada como "primordial". El sintético Ask lo tenía claro: 
"-Aún no habéis comprendido con lo que os enfrentáis. Es un perfecto organismo. Su perfección estructural sólo es igualada por su hostilidad.
-¿Tú lo admiras?
-Admiro su pureza. Es un superviviente al que no afectan la conciencia, los remordimientos, ni las fantasías de moralidad.
Precisamente quienes toman en consideración esta nueva propuesta del Sr. Scott valoran especialmente su regreso al origen. Y es verdad que la banda sonora, el juego de persecución por los pasillos y exclusas o el intento de erigir una nueva teniente Ripley homenajean a la película original. Incluso en la estructura de la trama: una nave con más de 2.000 colonos en hibernación va camino de un planeta para terraformarlo; pero es desviada de su trayectoria por una señal difusa. La tripulación acude al llamado para encontrarse con David, el sintético superviviente de Prometheus que ha estado jugando a ser dios. 

Y aquí llegamos a otro de los problemas principales de este Alien: Covenant. Está desenfocado. El Alien se ha convertido en un simple bicho instrumental: el verdadero malvado es el sintético David, un producto de los humanos.
No te equivoques, Alien soy yo

De modo que llegados a este punto, voy a intentar un resumen loco de estas dos películas que nos ha entregado el señor Scott:
"Los Supremos Ingenieros que nos presentó Ridley en Prometheus crearon a la Humanidad. Los hombres evolucionaron hasta crear a un sintético que en sus delirios de grandeza destruyó a los Supremos Ingenieros; y ahora va a destruir a toda la Humanidad con su experimento científico de cobayas alien. David nos explica muy en serio que, al igual que los caballos, "si los soplas en la nariz te obedecerán toda la vida". 
¿De verdad es esto lo que nos quería contar el Sr. Scott?

Además los personajes carecen de cualquier entidad. El capitán, interpretado por Billy Crudup, desaparece en un mar de dudas y la aparición de la nueva guerrera Daniels (Katherine Waterston) no pasa de ser un aplicado ejercicio de emulación. No logramos empatizar con ningún personaje. 

Los mejores minutos de la película corresponden a este Robinson Crusoe vengativo que es David. La escena que muestra a los dos androides idénticos, frente a frente, uno enseñando al otro a tocar la flauta posee un pérfido toque de sutileza y turbación. 

En general todo resulta arbitrario y voluntarista. Nos choca que ahora los alien se transmitan por unas simples esporas. Se te introducen por cualquier orificio para implantarte un alien. También que, en menos de dos horas, el alien salga del cuerpo con un tamaño casi igual al del huésped.

Me parece lamentable que se monte esta nueva serie para buscar el origen de los Space Jockeys y que resulte que son semidioses. Pero el colmo es que, sin mayor desarrollo, los borran del mapa como si sobraran, en unos pocos segundos. Eso sí, mientras David declama los últimos versos del poema Ozymandias, referido a la caída de los imperios.
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes...



No ha habido verdadero talento para explorar el origen de los enigmas planteados. Ridley Scott ha recurrido a John Logan (Gladiator, El último samurai, Star Trek: Némesis y los James Bond de Sam Mendes) para dar un giro más sangriento y trascendente; pero la película se enreda entre citas y referencias sin conseguir crear una síntesis propia.

Ahora bien, como en cualquier producto con la firma de Ridley Scott, la factura visual es envidiable. Su capacidad para la puesta en escena, mas la fotografía del polaco Dariusz Wolski (Dark City, la saga de Piratas del Caribe o el Sweeney Todd de Burton), consiguen crear una atmósferas únicas. 

Por desgracia los tiempos de la Nostromo quedan lejos. Tan lejos como la entrevista que Danny Peary hizo, en 1989, al propio Ridley Scott donde le preguntaba sobre sus ideas para una posible secuela de Alien, el Octavo Pasajero:
"Sin duda, debe explicar qué es el alien y de dónde proviene y eso será difícil porque requerirá tratar con otros planetas, mundos y civilizaciones. Porque, obviamente, el Alien vino de algún tipo de civilización. El Alien sería presentado, realmente, como uno de los últimos supervivientes de Marte, un planeta llamado así por el dios de la guerra. El Alien puede ser uno de los últimos descendientes de algún grupo de seres autodestruidos y perdidos desde hace mucho tiempo.
En muchos aspectos será más interesante que la primera película, desde un punto de vista de pura ciencia-ficción. Entraríamos en áreas especulativas, nos ocuparíamos de dos civilizaciones."
Entrevista citada en BlogdeCine.
Como bien dice el director la empresa sería harto "difícil porque requerirá tratar con otros planetas, mundos y civilizaciones". Nada de esto encontramos ni en Prometheus, ni en Alien: Convenant.








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3 Bonus Track.
1.-Alien, el pasajero perdido de una nave sin futuro, es un excelente artículo de Eliane Brum en ElPaís.com. Toma en consideración las seis películas Alien para ensayar unas reflexiones tan atractivas como lo que nos dice la saga respecto a nuestra incapacidad para imaginar un futuro que no sea distópico: "Tal vez Ozymandias indique la imposibilidad de crear un futuro distópico que ya no pertenezca al pasado. O, en otras palabras, el futuro distópico es el pasado."

2.- Otro estupendo artículo para frikarse del todo con explicaciones entre sorprendentes y peregrinas es Alien: Convenant, Análisis y Explicación. Aviso de que hay ideas como que Jesucristo pudo haber sido uno de los Ingenieros Supremos o explicaciones de por qué coño hay unas esporas que cuando se te introducen por la napia te hace crecer un Alien. Todo ello gracias al Sabanero X.

3.- No quiero desaprovechar la ocasión de releer el famoso soneto de Percy B. Shelley,



                        OZYMANDIAS
I met a traveller from an antique land
Who said: – Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them on the sand,
Half sunk, a shatter’d visage lies, whose frown

And wrinkled lip and sneer of cold command
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamp’d on these lifeless things,
The hand that mock’d them and the heart that fed.

And on the pedestal these words appear:
“My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye mighty, and despair!”

Nothing beside remains: round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare,
The lone and level sands stretch far away.




                      OZYMANDIAS

Conocí a un viajero de una tierra antigua
que dijo: "dos enormes piernas pétreas, sin tronco,
hay en el desierto. Cerca de ellas, en la arena,
yace un rostro quebrado, cuyo ceño 
y mueca de desdén y tiranía
revela las pasiones que el escultor supo captar.
Perviven talladas en los mármoles sin vida,
trascendiendo a la mano de quien las esculpió.  
En el pedestal se leen estas palabras:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes
¡Contemplad mi obras, Oh poderosos y desesperad!" 
Nada permanece. Alrededor de estas ruinas
de un naufragio colosal, ilimitadas y desnudas
se extienden hasta el infinito las solitarias arenas.




Y aquí una esforzada versión de Fernando G. Toledo que atiende a la esencia de la obra:


Vi a un viajero de tierras muy remotas.
Hay dos piernas –me dijo– en el desierto,
Son de piedra y sin tronco. Un rostro yerto
Sobre la arena yace: la faz rota,

El frío de esos labios de tirano,
Hablan del escultor que ha conseguido
Reflejar la pasión, y ha trascendido
Al que pudo tallarla con su mano.
Hay algo escrito en ese pedestal:

«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, hombres de poder! ¡Desesperad!:
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Sólo queda la arena solitaria».

jueves, 18 de mayo de 2017

NEBIROS - de Juan Eduardo Cirlot

InCitación que nos trae a un autor y una novela escondidos en el barro de los años 50 en España.














El autor de la novela que nos ocupa es uno de los intelectuales más peculiares del siglo XX en España y en el mundo hispanohablante, y solo razones históricas y propiamente textuales explican que el conocimiento de su obra poética no se haya extendido más allá de las fronteras de nuestra lengua en la medida en que lo merece. Su Diccionario de los símbolos, sin embargo, ha conocido varias traducciones y sigue usándose como fuente de referencia, a pesar de que hayan aparecido otros del mismo tipo más enjundiosos y anotados, como el de Gheerbrant y Chevalier, quizá por la limpidez de la prosa y la acertada vinculación metafísica y cultural de las explicaciones. Su poesía es de las mejores que se han escrito en castellano en las últimas generaciones, pero no es de fácil lectura y demanda un esfuerzo interpretativo al que nos vamos desacostumbrando en esta era de información rápida y significados explícitos.

El manuscrito de Nebiros ha atravesado una trayectoria que, en cierto modo simbólico, remeda la de la historia de España: censurada cuando el editor José Janés la quiso publicar, por expresar una "moral repugnante" y ostentar un "espíritu derrotista", acabó arrumada en algún armario de la casa del autor, hasta que fue redescubierta no hace mucho por su hija, Victoria Cirlot, perdido en los entresijos de la casa familiar. También ha aparecido en los Archivos Generales de la Administración, en Alcalá de Henares, el ejemplar utilizado por la censura parar su evaluación, marcados con rojo varios pasajes que, presumiblemente, ofendían el gusto del censor.

La novela, la única que escribió Cirlot (en los meses de agosto y septiembre de 1950), es en realidad un largo monólogo interior, al que los hechos externos, que no son muchos, solo sirven de acicate o de apoyo narrativo. Cuenta la historia de un hombre en edad madura, al que no se nombra, como indicando que representa a cualquiera de nosotros, que trabaja en la vieja empresa familiar de contabilidad que ha heredado de su padre. La empresa decae ante la indiferencia del personaje, que detesta dicho trabajo, pero que no ha tenido jamás el valor de labrarse otra profesión o de abandonar la vida rutinaria que ha llevado hasta entonces. La historia cubre una noche, al menos en el manuscrito que se ha rescatado, pues la hija indica en el epílogo que quizá se han perdido algunas páginas que la continúan hasta igualar las 24 horas del Ulises de Joyce, obra que conocía y admiraba Cirlot. El personaje sale del trabajo y decide caminar por la ciudad innombrada que es el escenario de la novela; una ciudad portuaria, como la Barcelona del autor, pero le atraen los barrios bajos, donde se encuentran los prostíbulos y los bares de prostitutas, donde vagan la gente pobre y los descastados de la sociedad. Como ha hecho tantas veces, retrasa el retorno a su casa, donde vive en soledad, temeroso de oír las voces de su padre en su habitación, de hundirse en la serena desesperación que cimenta sus días.
Sala Ba Ta Clan, Barcelona 1920

Durante el paseo, el personaje reflexiona. Todo lo que encuentra le lleva a la indagación espiritual, su mente, que él mismo tipifica como ondulante y ambivalente, pendula entre el nihilismo existencialista que deniega todo sentido a la vida y la esperanza de una revelación que otorgue sentido a todo aquello que ha vivido. Siente, de forma imprecisa, que aquella noche le espera alguna experiencia de orden trascendente y se afana para obtenerla, pero, de acuerdo con su carácter contradictorio, toda vez que parece encontrarla, le asalta la convicción en la futilidad de todo esfuerzo. Durante su largo peregrinaje nocturno a ninguna parte, se entrega a alucinaciones que distorsionan la realidad en la dirección de algún contenido simbólico o recuerda episodios de su infancia, de su juventud, en los que sufrió o en los que no supo qué hacer y le llenaron de culpa. 

Recala en un bar que tiene el nombre que da título a la novela, Nebiros, el nombre de un demonio que preside sobre un pecado que no se puede nombrar, en concordancia con el tono de ambigüedad opresiva de la novela. En aquel bar observa a un borracho hablar a solas y piensa que su trabajo es más arduo que el de cualquiera, el de hundirse en el abismo del alcohol con disciplina casi mística. Entran personas que parecen empleados del puerto y de pronto aparece una mujer semidesnuda, con los pechos al aire, que termina por identificar con la mítica Lilith. Va a un prostíbulo y ejerce el acto sexual con desapego, lo que le incita la culpa que ha marrado buena parte de su vida. Se queda dormido por un rato, sentado en unos sacos del puerto, y la ciudad se convierte en jaula, en una prisión. Se encuentra con una niña mendicante, a la que asume de no más de dos, tres años, y se le ocurre la idea de adoptarla, de redimir con aquel acto y el amor que le daría, toda una vida de irrelevancia e intrascendencia vital. Pero los pensamientos, como en toda la novela, se interponen entre él y la realidad y la niña desaparece, para no verla jamás.

Todo este periplo viene acompañado de reflexiones filosóficas que, como dijimos, oscilan entre la desesperación y la revelación. Tan pronto como piensa que recoger a aquella niña le salvaría moralmente, por ejemplo, como que se arrepiente y decide que la soledad no puede ser quebrada con actos que a la larga son ilusorios. Al punto que ve en las prostitutas a símbolos de la magia sexual que ha leído en algún libro o encarnaciones de divinidad femenina, le perturban pensamientos sobre la naturaleza cruel de tal profesión, que las obliga a acostarse con 20 o 30 hombres cada noche y sobre su debilidad de carácter al hacer uso de sus servicios. Poco más sucede en esta novela, que tiene antes la cualidad de un largo poema en prosa que de un texto narrativo en el que hechos y personajes estructuren una realidad reconocible. Nada es reconocible de modo fácil en la novela de Cirlot, que hace referencias a sus propios poemas y a lecturas de gran rango, desde Dante hasta la literatura del mal de Bataille y el surrealismo, por lo que es de suponerse que incluso su publicación no le hubiera traído un público lector demasiado amplio. Me pregunto si se lo traerá incluso ahora, cuando las reflexiones de orden metafísico atraen menos la atención del lector, a menos que vayan ornamentadas de acción dramática, de impulso de thriller americano o de sexualidad patente.
Randall Nyhoff, "Dreams So Real A Surreal"

Si Cirlot hubiera merecido la atención de alguien como Rubén Darío, no me cabe duda de que le hubiera incluido en su famoso libro Los raros, por la extrañeza y misterio de su producción literaria. En estos tiempos, se me ocurre que la mejor aproximación a su obra la proveería el marco interpretativo de la escuela tradicionalista (también llamada perennialista) de interpretación de la religión y la mística, la que representan figuras como Mircea Eliade o Frithjof Schuon, por el énfasis que ponen en el simbolismo y la experiencia de lo trascendental de modo directo, intuitivo. Su propio diccionario se inscribe en este movimiento de indagación de las universalidades subyacentes a la variedad de expresiones filosóficas o religiosas. Nebiros patentiza una visión gnóstica de la existencia, en la que el mundo de la materia y de la carne se encuentra en perpetua lucha con el mundo del espíritu y de la trascendencia, un mundo creado tal vez por un dios subalterno, desprovisto de la perfección del principio absoluto, pero emanado del mismo y aún provisto de sombras de la divinidad, algunas de las cuales se encarnan en símbolos. El paseo nocturno del personaje es, de algún modo, una expresión más de la discontinuidad existencial de lo mundano con lo Absoluto, y, a la vez, de su continuidad esencial con el mismo, hasta en los aspectos más abyectos y degradantes.

En ciertos tipo de gnosticismo existe la noción de que una forma de acceder a la trascendencia, al mundo superior que subyace a las apariencias, consiste en abandonarse a lo infernal, al mal, a lo de abajo. O como lo expresa el título del magnífico estudio de lo oculto en el simbolismo literario de John Senior, The way down and out, el camino hacia abajo y hacia afuera. El peregrinaje de Nebiros ejemplifica dicha expresión, y el personaje acaba en la novela comiendo la cena que le han dejado la noche anterior, de madrugada, como si de la última cena se tratara, atrapado en las redes del universo material, pero aspirando a ir abajo y arriba, hacia lo trascendente. Una novela, por tanto, que debe leerse más como un poema surrealista que como un constructo narrativo de literatura realista.






Artículo de Frans van den Broek, crítico literario, aparecido en InfoLibre.es

martes, 16 de mayo de 2017

PLAN de FUGA - de Iñaki Dorronsoro

España, 2017


A palo seco.
Así nos muestra Dorronsoro esta operación de un infiltrado en un grupo criminal del Este que planea un gigantesco atraco a un Banco importante. Mientras tanto, el jefe del departamento de Robos de la policía, Luis Tosar, intenta anticiparse a la banda.

La película está muy bien construida en tres partes. En la primera conocemos los entresijos de la banda criminal y accedemos a los preparativos del atraco. En el centro se profundiza en los personajes, sobretodo la historia del infiltrado Víctor (Alain Hernández) con un amigo conocido como Rápido (Javier Gutiérrez). De jóvenes fueron pendencieros y Rápido se comió el marrón de la cárcel sin delatarle. Ahora necesita ayuda y Víctor está dispuesto a pagar su deuda. Demasiados frentes abiertos. Por eso la tensión se masca.
La tercera afronta el desenlace con la ejecución del robo; pero no como estaba planeado. 


La cinta tiene muy buena factura técnica y la narración se centra en la acción. Los planos duran sólo lo preciso. Las miradas se cruzan muchas veces diciéndolo todo sin palabras. La película maneja una historia interesante que se salva de caer en los tópicos del cine de atracos. Aunque quizás peque de esquemática. Le falta un poco de contexto social y sobre todo cierta aura trágica o desesperanza. La pizca que hay presente la aporta Javier Gutiérrez con una interpretación más que notable de un amigo derrumbado; pero le falta al personaje de Alain Hernández, que peca de hierático, cuando es quien soporta toda la trama.
La escena del bar entre los dos amigos que buscan reconciliarse, marca el punto álgido del drama. Ambos se atisban perdedores; "traes un letrero en la frente que pone ´no tengo nada pa tí´", le espeta con amargura Rápido. Necesitan un golpe de timón para apurar sus opciones. Esto será lo que marque el desenlace. 

Claro que el tema ya ha sido visto: policías, ladrones, bancos y exmilitares del este; pero Plan de Fuga ofrece su forma de narrar, muy seca; el personaje (un infiltrado que se mueve en una zona moral muy pantanosa) y sobre todo, una deuda de amistad que acabará precipitándolo todo. El conjunto se beneficia de una ambientación muy conseguida y una narración con mucho ritmo; sin tiempos muertos. Destaca asimismo la banda sonora de Pascal Gaigne que aporta tensión y refuerza con brío las imágenes.

El plan de fuga del atraco acaba resultando una metáfora del plan de fuga de Rápido. Él necesita huir de la vida que arruinó la cárcel y su amigo Víctor necesita sanar del sentimiento de culpa que contrajo. Ahora él es policía y los dos juegan en el bando equivocado. 



Cuando el director pensó en una de atracos tenía muy claro que "los terceros actos, esos últimos treinta minutos de un largometraje, son especialmente delicados para la satisfacción del espectador. Una buena resolución del atraco era vital y para ello nada mejor que estudiar la realidad."
Pues conseguido. Espectador satisfecho y película muy entretenida.

domingo, 14 de mayo de 2017

ADVERTENCIA - de Jean Ferry

Ilustración de Claude Ballaré incluida en el libro de Ferry


"Es posible que este texto se imprima y se lea algún día. Tampoco se puede descartar que duerma largos años, silencioso, en un cajón, en forma de manuscrito. Quizá un día el propietario del mueble se vea obligado a huir, dejando atrás las páginas olvidadas. ¿Qué nos impide pensar que la cómoda se ponga a la venta? Ahí la tenemos, recién comprada por un mayorista que quiere amueblar la habitación del servicio de su nueva casa. La criada encuentra el manuscrito y lo tira a la basura. El comerciante, que si ha hecho fortuna es porque no deja que nada se desperdicie, echa a la criada, recupera el manuscrito y lo manda a sus servicios de embalaje. Las hojas arrugadas, hechas un rebujo, servirán de relleno en un paquete que sale hacia una factoría aislada en el centro de África. No, nada de todo eso es inverosímil. Tras varios meses de vagones, vapores, hangares, gabarras, caravanas y porteadores, el paquete llega a su destinatario. Es un hombre blanco. Hace veinte años que partió de Francia para convertirse en el modesto empleado de una importante compañía minera y lo han olvidado en aquel puesto, inútil desde hace tiempo. No hay un solo europeo en mil kilómetros a la redonda y el hombre está perdido en medio de los negros, como una alubia blanca en un saco de alubias negras. El paquete llega demasiado tarde. El hombre es viejo. Había encargado una máquina de hacer hielo, pero el comerciante se equivocó y le envió un dictáfono ultramoderno. Asqueado del mundo, el blanco alisa maquinalmente las hojas de manuscrito que calzaban los rodillos vírgenes. Como no tiene nada que hacer y carece de imaginación, dicta el texto una primera vez y luego una segunda, al revés. Y como habla perfectamente la lengua de la tribu negra más cercana (una especie de bomongo adulterado), dicta en esa lengua la primera traducción del manuscrito. Más tarde, el hombre muere y nadie lo reclama. La maleza invade su cabaña hasta sepultarla. Hace tiempo que las hormigas rojas se han comido el manuscrito.

Los bomongos adulterados han entrado en conflicto con una poderosa tribu enemiga y comienza una nueva guerra de los cien años. Tras un sinfín de batallas, el último de los bomongos, único superviviente de una raza extinta, se ve obligado a refugiarse en la selva. Allí, perseguido por un jaguar una noche de tornado, se esconde en la cabaña del hombre blanco, una vaga y oscura burbuja hueca entre masas de jungla. El negro descubre el dictáfono, lo pone en marcha por casualidad y escucha, en su lengua, el texto de las páginas que vamos a leer.

Para ese negro escribo."




Este texto abre el libro de Jean Ferry, "El maquinista y otros cuentos"
publicado en la Editorial Malpaso y que incluye las 
ilustraciones originales de Claude Ballaré









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El maquinista y otros cuentos es un libro lleno de viajes fascinantes y desvaríos fantásticos, caracterizados por un humor sombrío y cercano al sentir surrealista. Por sus páginas transitan trenes que circulan sin descanso durante años, sociedades tan secretas que se ocultan a sus propios miembros, números de music-hall a caballo entre lo pavoroso y lo grotesco, autores nonatos que recuerdan su infancia, marineros enajenados, robinsones abúlicos, alpinistas astrales, estudios cartográficos de la conducta, crónicas de viajes irrealizables, apologías del cansancio o del sueño, antropologías descabelladas: salvo la realidad impuesta por el sinsentido común, todo cabe en estos cuentos rebosantes de humor absurdo y pesadillas surrealistas. Emparentados con la fábula kafkiana y las ficciones borgianas que despuntaban en otras latitudes, los relatos de Ferry nos sumergen en un universo donde lo insensato resulta verosímil y lo racional deriva de premisas inconcebibles.
Jean Ferry - (1906-1974), fue marino, guionista y narrador. Afín al grupo surrealista y habitual de sus reuniones en el café Cyrano, en 1940 adaptó al cine la novela de René Lefèvre Les musiciens du ciel. Después colaboraría con Luis Buñuel, Louis Malle, Marcél Carné o Henri-Georges Clouzot entre otros grandes directores. En 1957 fue nombrado sátrapa del Colegio de Patafísica.
Hay mucho de surrealismo en la prosa de Ferry, que también bebe de otros autores como Julio Verne o Arthur Conan Doyle. Siempre se mantuvo fiel a esta máxima de Raymond Roussel:«una obra literaria no tiene que contener nada real, ninguna observación acerca del mundo, nada salvo combinaciones de objetos totalmente imaginarios». Lo fantástico es el denominador común de todos los relatos.
El autor del Prólogo, RAPHAËL SORIN recuerda el humor sombrío del autor y que "era un hombre bajito, rechoncho, con los ojos vivarachos tras las gafas de montura redonda, el pelo rapado al cero, la voz de pito y una panza que recordaba a la de Ubú.
A pesar de sus magníficas dotes para el cansancio, encontró tiempo para escribir varios relatos entre los que se encuentra su famosísimo «Tigre mundano». En la última edición de su Antología del humor negro, Breton lo colocó al lado de Swift, Charles Cross o Lichtenberg. Consagró varios libros a Raymond Roussel: Une étude sur Raymond Roussel, Une autre étude sur Raymond Roussel, L’Afrique des impressions. Ese trabajo le valió el reconocimiento del Colegio de Patafísica, del que acabó siendo uno de los sátrapas junto a Eugène Ionesco, René Clair, Boris Vian, Jean Dubuffet, Michel Leiris o Maurice Saillet. Su título de regente por suscepción transeante de la cátedra de doxografía y doxodoxia rousselianas lo llenaba de orgullo. Fue el mejor guionista de Henri-Georges Clouzot, con quien trabajó en Manon, En legítima defensa y Miquette et sa mère.

martes, 9 de mayo de 2017

Z, LA CIUDAD PERDIDA - de James Gray

El teniente coronel Percival Harrison Fawcett (Inglaterra 1867-Brasil 1925?) fue un militar, arqueólogo y explorador británico que realizó seis expediciones a la Amazonia en busca de la ciudad Z, como él la llamaba, una antigua ciudad perdida con todos los ecos de El Dorado. Antes de convertirse en explorador trabajó para el servicio secreto británico en Africa, y entremedias de las expediciones se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial, donde dirigió una brigada de artillería a pesar de tener ya cincuenta años. Después de la guerra volvió a Brasil en distintas expediciones. En la última, en 1925, fue acompañado por su hijo Jack. Cuando la expedición desapareció, los últimos informes les situaban cruzando el Alto Xingú, un afluente del río Amazonas. Una zona habitada por numerosas tribus indias que nunca habían visto al hombre blanco.

Conan Doyle fue amigo personal de Fawcett y se basó en él para crear al personaje del Profesor Challenger y las historias de la "ciudad perdida de Z", fueron la base de su novela "El mundo perdido". También Pete Docter ha admitido que Fawcett fue una de las fuentes de inspiración para el villano de Up, el explorador perdido Charles F. Muntz.

Todas estas idas y venidas están presentes en la película; pero sin un hilo dramático claro; como una ilustración a través de diversas estampas. Sin la fiebre, ni la pasión que enardece a estas vidas aventureras. En la pantalla no encontramos ni la chispa audaz de Indiana Jones, ni las tinieblas enfermizas de Apocalypse Now

Eso sí, la película está rodada con la elegancia y el clasicismo con que Gray dota a sus propuestas. Además la cinta muestra un nivel de producción excelente que brilla en todo tipo de escenas: bailes de época, reuniones de la Royal Geographical Society, la terrible guerra de trincheras en el Somme o las vicisitudes por la selva amazónica.

Todo resulta muy convincente; pero la película peca de anticlimática. El coronel pasa de estar desesperado y a punto de morir en la selva a una recepción en Londres con un simple cambio de plano y sin saber muy bien por qué. Del mismo modo la gestación de sus teorías sobre una ciudad perdida se resuelve en unos segundos, sin más recorrido que haber encontrado en el barro unos pocos trozos de cerámica. Su desarrollo es muy plano, el protagonista muy desdibujado y la acción muy dispersa. Quizás sea por la mala elección del actor principal, Charlie Hunnan, que no transmite casi nada, al contrario que Robert Pattinson o Sienna Miller que están muy bien. 

O quizás sea un fallo de guión que quiere representar muchas cosas (aventuras en la selva, 1ª Guerra mundial, debates en la sociedad (¡los salvajes no son personas!) y aspectos íntimos (la discusión que tiene Fawcett con su mujer sobre la igualdad de género); sin lograr un hilo dramático que articule la narración.
Después de retratarnos a un Percy Fawcett ignorado en una cacería por no tener linaje ni galones, nos lo presenta ante la Royal Geographical Society, que le propone la expedición para levantar los mapas de un territorio inexplorado, frontera entre Bolivia y Brasil. Él duda inicialmente; pero al final elige lanzarse a la aventura  para intentar recibir alguna medalla u honor. Ahí se queda el personaje, como un tipo bondadoso y familiar que simplemente quiere hacer carrera. Un plan mediocre.

Seguro que el libro en que se basa la película, de David Grann, está perfectamente documentado y aporta todos los datos (el manuscrito 512 que Percy adoptó como guía para una de sus expediciones) o su forma de tratar y relacionarse con los indios (muy humana, en contra de la sociedad de su época que los despreciaba por salvajes); pero falta un verdadero drama, una brega con el destino o incluso un poco de épica. 

viernes, 5 de mayo de 2017

GHOST in the SHELL - de Rupert Sanders

Ghost in the Shell es un manga de ciencia ficción creado por Masamune Shirow, que tuvo continuación en dos mangas más titulados: Ghost in the Shell 2: Man/Machine Interface y Ghost in the Shell 1.5: Human-Error Processor. De allí surgieron dos películas animadas dirigidas por Mamoru Oshii: Ghost in the Shell (1995) y Ghost in the Shell 2: Innocence. También se produjo una serie.

Pero todo este semillero de ideas argumentales y mundos ciberpunk tiene su mejor sedimento en el anime dirigido por Mamoru Oshii en 1995, un producto más serio y filosófico que el manga. Sus imágenes perturbadoras, su estilo narrativo pausado y poético y una banda sonora sombría e inquietante hicieron de este anime una película de culto y de impacto universal. De pronto, en 1995, cuando Internet aún gateaba y la tecnología empezaba a llegar a nuestros hogares, Ghost in the Shell dió un salto gigantesco y nos presentó el final de esa carrera: un mundo hipertecnológico que no solamente ha extendido sus redes y conexiones por todos los espacios públicos y privados; sino que ha llegado hasta la integración de la tecnología en el cuerpo humano: prótesis para potenciar el cuerpo y salvar accidentes o enfermedades y, lo más perturbador, una red neuronal que a través de conectores llega al propio cerebro humano. 

Ahora se nos presenta esta recreación con actores reales (live action) y un argumento casi calcado del primer anime, con algún añadido del segundo (los robots geisha asesinos); y hay que reconocer que la película de Sanders es muy respetuosa con la original. De hecho la reproduce con pasión de orfebre y mantiene asimismo su esencia filosófica; pero no aporta nada nuevo, ni da un paso más allá que el de convertir el anime en live-action o cambiar el origen del villano. ¿Es insuficiente? 
Sí, porque el poso filosófico es más superficial y, sobretodo, nos deja un poco fríos a quienes vivimos en su día el impacto de la original. Pero hay que decir que quien visite este mundo ciberpunk de primeras no saldrá defraudado: la reproducción es muy esmerada, la ambientación de ese opresivo mundo futuro es excelente y los intérpretes (pese a tanto cacareo con que la Johansson no es japonesa) encajan muy bien en sus papeles.

El respeto al clásico le hace reproducir sus secuencias más icónicas, como el salto inicial desde el rascacielos, la persecución y pelea con el basurero por la decrépita ciudad o el asalto final enfrentándose la Mayor a todo un blindado casi indestructible (aunque con un nuevo giro argumental).

La protagonista es Motoko Kusanagui -conocida simplemente como "La Mayor" (Scarlett Johansson)-, un ciborg que sólo conserva su cerebro humano en un cuerpo robótico (único en su especie), lo que la convierte en la máquina perfecta para combatir el crimen. Pertenece a la Sección 9, un cuerpo de élite que persigue a los enemigos de Hanka Robotik, una megacorporación tecnológica que amenaza con monopolizar todos los estamentos de la sociedad. Esta actividad no es la única preocupación de La Mayor. Le corroe la duda sobre si sigue siendo humana por lo que intenta descubrir su pasado y el sentido de esas extrañas interferencias que a veces surgen en su cerebro. 

La Sección 9 sigue la pista de un peligroso terrorista llamado Kuze (Michael Pitt), el cual practica lo más avanzado del terrorismo cibernético, la invasión y manipulación de los cerebros humanos. Pero cuando  La Mayor por fin se enfrenta a él surge la ambigüedad, ¿es un terrorista que destruirá a la humanidad o es el siguiente paso evolutivo que la liberará de gobiernos y corporaciones?.

Kuze, es un personaje original de la serie anime Ghost in the Shell: Stand Alone Complex. El Kuze de esta película es una mezcla del de la serie y de El Titiritero (The Puppet Master) que aparece en la película de Oshii. Resulta de lo más interesante el encuentro entre ambos ciborgs: La Mayor lo quiere capturar mientras Kuze quiere destruir Hanka Corp. Descubrirán que los dos son meros títeres de los grandes poderes.

Mamoru Oshii centró la película en esta agente androide y puso el foco sobre algo tan novedoso (en aquella época) y tan sugestivo como la Inteligencia Artificial y los límites entre lo humano y la máquina; una preocupación propia de la era de las máquinas que se puede rastrear desde Metrópolis (1927) de Fritz Lang, hasta las más recientes Matrix, Avatar o Ex-Machina.

El asunto está claro: cada uno poseemos un espíritu/personalidad que nos diferencia. La memoria, el aprendizaje, las decisiones conforman nuestra conciencia; pero si esta conciencia se puede crear e implantar ¿qué nos hace humanos? ¿Quién nos asegura que lo hemos creado nosotros y no es una experiencia inducida por una máquina en nuestro cerebro pirateado?