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lunes, 17 de junio de 2024

ELLA DIJO DESTRUYE - de Nadia Bulkin



Nadia Bulkin pasó su infancia en Indonesia. Es hija de padre javanés y madre estadounidense. Posteriormente se trasladó a Nebraska donde se licenció en Ciencias Políticas. Señalo estas tres circunstancias porque se evidencian en sus relatos. Aparecen historias terroríficas ancladas en su tierra natal conviviendo con historias de monstruos y chicas atrapadas en poblachos del Medio Oeste americano. Su licenciatura y trabajo en política también aflora en un puñado de historias sobre parias y dictadores cuya vesania los acaba convirtiendo en auténticos monstruos sanguinarios.

En toda reseña de este volumen se subrayan las implicaciones políticas de los relatos de Bulkin. Es la nota culta y diferencial; pero es que hay quien no señala nada más. La verdad es que no sólo aparecen dos déspotas tan feroces como despiadados, también hay seres miserables y humillados a los que la sociedad ha dado la espalda. La propia Bulkin describe este rasgo como “horror sociopolítico”. Aunque yo pienso que no deja de ser más que un atributo -muy bien integrado- en el sesgo terrorífico de sus relatos. Recordemos que también encontramos en ellos el bullying, la intimidación, el suicidio o el abuso infantil. 

El relato más político es el primero, Zona de convergencia intertropical, donde un sanguinario dictador -trasunto de Suharto en Indonesia- abraza la magia y el terror para perpetuarse eternamente en el poder. Suharto gobernó Indonesia durante 31 años, hasta 1998, generalizando la tortura, masacrando a presuntos comunistas y cometiendo crímenes de guerra en Timor Oriental, Papúa y las islas Molucas. Con estos antecedentes Bulkin necesita muy poco para convertirlo en un monstruo sediento de poder que se pone en manos de un dukun o chamán para que le dote de inmunidad incluso ante la muerte. Dice la autora: 
"Estaba leyendo sobre los rituales psíquicos y las maquinaciones políticas que tanto Suharto como Sukarno solían hacer para ayudar a asegurar su continuidad en el poder, y decidí hacer lo simbólico literal (porque de eso se trata la magia ritual, ¿verdad? ¿representación?)."
Desde el mismo comienzo el relato nos transmite  la extrañeza del mundo de la magia: "Al principio, al mismísimo principio de todos los tiempos, el general se comió una bala". Esa bala lo inmunizará contra otras balas porque fue ya disparada al corazón de un enemigo comunista. Tras ingerirla, el general disparará pequeñas balas por la boca cada vez que hable: una grotesca representación de sus brutales dictados. Cada nuevo objeto que exige el dukun vendrá acompañado de un sacrificio y así la historia gira hacia el teniente más leal del general, su conseguidor. Él acometerá los actos más terribles para servirlo... incluso cuando se le exija un espantoso sacrificio personal. Me acordé de la frase de Albert Eisntein: "El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellos que permiten su maldad". 


También en Vida eterna hay un general carnicero que se suicidó en la habitación 305 del Hotel Armitage. Desde entonces está encantada. En el relato se refieren las atrocidades del general pero tiene un contrapunto curioso, los peregrinos de lo paranormal que se hospedan en la habitación reciben los sustos de una pobre criada que también murió allí poco después. "Melanie surgía de la niebla como una Medusa de pelo negro. Quería que la recordasen". Es otra olvidada del mundo, por eso suplanta el general. Este toque conmovedor no es raro en los relatos de Bulkin. Además pienso que la no aparición del general tiene que ver con la impunidad con que se van estos tiranos.
    -General Festín, ¿te enoja que estemos aquí? -preguntó Phoebe; le temblaba la voz-. ¿Sigues enfadado por la guerra?
    "Debe de ser que sí. Arrasar a la gente como una segadora, dejar las tumbas sin cubrir, él (yo) debía de estar furioso". Sus soldados siempre llevaban su rostro igual que sus uniformes, siempre llevaban su Galón Negro, y golpeaban, gritaban y vaciaban los cartuchos como posesos. Las purgas más implacables tenían lugar después de los discursos más furibundos del general Festín. Con la ropa manchada de él, Melanie sentía que lo entendía. "Yo también estoy enfadada. ¿Teníamos miedo? ¿Por eso empuñamos el martillo?".
pág. 151
Me llama la atención que los muchos monstruos que albergan estas páginas tengan una cualidad perturbadora: nacen de la inocente protagonista. Esta suplantación que hace la criada con el general también ocurre en uno de los mejores y más alegóricos relatos, "Y cuando fue mala...": allí la última chica que sobrevive al monstruo que ha masacrado todo a su alrededor, logra herirlo y matarlo... para transformarse en él a continuación.
"Aquella chiquilla fea y sudorosa en el barro con las uñas sucias y grasa en el pelo estaba por fin llena de un dolor auténtico que estalla, un combustible que ardían mucho más limpiamente que la tristeza interior. El monstruo la deja sangrar. El monstruo la deja blandir bates de béisbol y rasgar ropas y aullar como la mismísima Bestia de Bray Road. La deja romper huesos y la deja que le guste. La deja maldecir. Ha dicho "joder" más veces en los últimos tres días que en sus veinte años de vida, y en cada ocasión se sentía como una ola rompiendo. Hacer todas esas cosas sucias y feas y enfermizas ha sido como vomitar los tristes años solitarios con sus colores pastel y sus lazos azules y las palmaditas en la cabeza a la niñita buena.
La última chica se clava las uñas sucias en la piel y se pregunta qué estaba intentando atropellar en realidad con la empacadora cuando hundió el pie en el acelerador y gritó: "¡Muere, montón de mierda! ¡Muere!".
pág. 55
Finalmente parece que al monstruo al que se ha enfrentado ha sido al de sus propios miedos y a su angustia por ser diferente. Esto mismo ocurre en otros relatos en los que Bulkin demuestra una pericia especial para mezclar el terror con la alucinación. En Pugelhueso hay colonias de personas que viven hacinadas en madrigueras y la joven protagonista no sabe si a los niños los está matando la miseria a la que los condena el gobierno o el monstruo que la encarna. De nuevo el "horror sociopolítico".
"Un «poco más» no es un plazo. Un «poco más» es una serpiente joven. Aquel «poco más» en concreto ya duraba cinco meses. Cuando la madriguera le dijo a la ciudad que había monstruos en las paredes, el «poco más» se había alargado hasta un sangriento año entero."

También ocurre en Siete minutos en el cielo cuya protagonista tiene pánico a los esqueletos... hasta que el pastor de su iglesia le recuerda lo que lleva dentro: "No deberías tener miedo de los esqueletos, Amanda. Ya tienes uno dentro de tí."

Bulkin sabe dotar a sus personajes de una gran humanidad. Hablan en primera persona y nos trasladan sus traumas y problemas; luego nos revelarán su naturaleza más profunda al enfrentarse a los monstruos que los acechan. Como en Cero absoluto en el que un adolescente solitario de Nebraska acaba descubriendo que el padre ausente es un monstruo con cabeza de venado. O la pobre Lily -en Sin dioses ni amos- que debe lidiar con la maldición que persigue a su familia desde 1679 cuando un antepasado hizo un pacto con el diablo: no deben tener hijos porque un demonio acecha para encarnarse en ellos.  




Hasta la princesa Dhani que lidera el éxodo de su pueblo -en La Verdad es el Orden y el Orden es la Verdad- tiene que llegar a la tierra de sus ancestros para descubrir quién es ella en realidad. 
"Después de que sus guardaespaldas hubieran sido pasados a cuchillo, o mordidos o descalabrados, cuando el estrado de la ceremonia nupcial quedó resbaladizo por la sangre, me acerqué a él.
    ‒Siempre supe que eras un monstruo ‒siseó‒. Tú y esa maldita bruja a la que llamabas madre. Debería haberte cortado el cuello cuando eras un bebé.
    ‒Sí, somos monstruos ‒dije‒. Mi padre también lo era. Vives en un imperio de monstruos. Lo que te molesta es que ya no eres el monstruo más grande."
pág. 185
Muchos aspectos de los relatos de Bulkin resultan novedosos. Está el sustrato político, por supuesto, y sus orígenes indonesios; pero también añadiría el punto de vista desde el que se cuentan, muy personal, subjetivo y femenino. El mal actúa a través de los personajes afectándolos de maneras violentas y desgarradoras. Así ocurre en Los siete pasos del duelo en el que una niña ha de afrontar la muerte de su hermana pequeña, de 7 años. Primero se convertirá en un "sangriento", una especie de no muerto que seguirá haciendo vida normal con ellos hasta que se transforme en un monstruo asesino y destructor. De nuevo Bulkin es capaz de transmutar un dolor muy humano -el de la pérdida- en un monstruo que se revuelve cuando queremos atraparlo.

Respecto a los orígenes indonesios de algunas de sus historias provienen de su infancia en Indonesia donde vivió los disturbios y el caos de la caída del dictador Suharto. Ella misma lo ha revelado en alguna entrevista
"El terror es parte del tejido cultural de Indonesia, porque los espíritus son parte de ese tejido. Cada casa tiene espíritus; la única diferencia es si son buenos o malos. Todo el mundo conoce al menos un puñado de personas (si no muchas más) que darán fe de haber visto un fantasma. Se sabe simplemente que ciertos lugares están embrujados y se evitan; Hay mucho alarmismo sobre el uso de maldiciones y brujos nefastos (dukun sihir). Mi exposición a ello fue principalmente en el cine, pero a veces leo historias cortas de fantasmas en revistas para adolescentes. Se trata principalmente de fantasmas femeninos vengativos y grotescos y magia negra, con algo de maldad demoníaca en buena medida. Es muy intenso, melodramático, casi histriónico; mucho de ello es algo cómico o absurdo. Al mismo tiempo, hay un par de fantasmas arquetípicos de los que no puedo hablar porque me asustan mucho."
Cabra Roja, Cabra Negra” también se desarrolla en una finca de Indonesia. Hasta allí llega Kris para ser la niñera de dos niños que viven bajo la maldición de la antigua niñera, encarnada en una terrorífica cabra. 



Respecto al punto de vista tan personal desde el que están narrados, ya lo indica Paul Tremblay (autor de La cabaña del fin del mundo) en su Introducción: las mejores historias de terror "son las que muestran a los personajes una verdad desastrosa y terrible que cambia irreparablemente todo y a todos. No hay restauración del statu quo." Así son las circunstancias que viven sus heroínas, como la única chica viva de "Y cuando fue mala...". O la amiga que anhela vengar la muerte de su "hermana de sangre" -en Te quiero, chica-, empujada hasta el suicidio por un bullying abrasador. O la princesa Dhani en "La verdad es el Orden y el Orden es la Verdad". Su madre ha sido despuesta del trono y ella ha de conducir a sus últimos fieles hasta la tierra natal de sus ancestros donde descubrirá la terrible verdad de su linaje. 

Hay un grupo de narraciones en las que Nadia Bulkin toma situaciones y tropos reconocibles del género y los reubica en un nuevo tiempo y lugar, revelando nuevos aspectos de los mismos. Así ocurre en La verdad es el Orden y el Orden es la Verdad donde Bulkin retoma la cosmología sacrílega de Lovecraft para narrar un encuentro entre criaturas que emergen del mar y humanos del cual habrá de surgir una nueva estirpe... mientras "en su morada de R´lyeh, el difunto Cthulhu espera soñando".



En Violeta es el color de tu energía retoma una obra de Lovecraft, El color que cayó del espacio, y la traslada desde el mítico Arkhan a una granja del Medio Oeste americano. Un meteoro cae sobre sus campos y provoca en los cultivos una mejora genética enloquecedora. Bulkin se suma al hallazgo de Lovecraft que convierte un color indefinido en objeto de un terror inexplicable. Pero ella aporta una rastrera dimensión económica (alimentos mejorados, rendimiento y mercado) frente al sesgo puritano del original. En ambos casos el color caído marca el colapso y la locura del matrimonio de granjeros.
"Abigail Gardner, de Soltera Cuzak, estaba sentada en el suelo del baño, pensando en la relación que los ratones metidos en laberintos tienen con la muerte, cuando las estrellas arrojaron una luz esplendorosa semejante a un toque de divina providencia." pág. 159
Por su parte en Solo la unión salva a los condenados se aprecian las reminiscencias de la película The Blair Witch Project. También aquí un grupo de jóvenes -que se llaman a sí mismos Los Lunátikos- se adentran con su cámara en el bosque para "capturar imágenes espeluznantes del espectro del lugar", Annie La Andrajosa que, según la leyenda, fue colgada en un árbol maldito frente al cementerio. Su objetivo es hacerse virales en las redes y así poder escapar de ese poblacho deprimente que les llega a producir claustrofobia. Pero ya se sabe que con las leyendas no se juega y es que los árboles en esta historia se convierten en una alegoría y sus raíces en una condena. 
"A la hora de acostarse le contaba una historia especial sobre el árbol embrujado. No tenía nada que ver con Annie la Andrajosa. Trataba sobre los hombres y las mujeres que construyeron Whippoorwill antaño, cuando América era joven. Construyeron la cárcel y construyeron la iglesia, construyeron el juzgado y construyeron la escuela. Y entonces plantaron el árbol embrujado para poder seguir cerca de sus hijos después de que hubieran muerto sus cuerpos humanos, y poder vivir para siempre." pág 77


El árbol cósmico del pueblo no dejará escapar a nadie porque igual que "todas las carreteras llevaban al lago Goose, todos los caminos de tierra del lago Goose llevaban al árbol embrujado; el roble que era semilla y fin del mundo".

Me gustan los comienzos de estos cuentos. Suelen empezar en el interior de una muchacha que nos sumerge de golpe, como en un bautismo, en un universo nuevo en descomposición. Esto nos obliga a tener que averiguar en qué tipo de universo estamos y cuáles son sus normas. Fijémonos en el comienzo de Pugelhueso: "Nací en la madriguera, y la madriguera era todo lo que conocía. Mi madre y mi padre eran suris, los dos. Nos remontábamos hasta los fundadores". De pronto un futuro distópico se abre ante nosotros.

Mientras que en Te quiero, chica dice así: "Mi mejor amiga, mi hermana de sangre, decidió realizar el Sacrificio Definitivo para destruir a Asami Ogino". Este Sacrificio es el de su vida y pronto descubriremos que estamos en un universo de bullying y potencias psíquicas donde los más ricos compran potentes talismanes con que protegerse. Creo que el comienzo de Las cinco etapas de duelo es de los mejores: "Matilda murió el día de Santa Águeda, a pesar de que es mi santa patrona [...] Aquella noche fue la primera de muchas que se sentó a la mesa y nos miró mientras comíamos".

Como esa estampa de un muerto sentado a tu mesa el libro logra imágenes potentísimas y llenas de violencia que atrapan tu imaginación.

sábado, 24 de febrero de 2024

LOS SUEÑOS de EINSTEIN - de Alan Lightman


¿Quién no ha experimentado alguna vez que el tiempo se para si estás aburrido o vuela cuando estás disfrutando? El tiempo es el fluido inaprensible de nuestras vidas. Una dimensión que nos resulta incógnita y proclive a lo fantástico. En el tiempo, escribe Lightman, hay una infinidad de mundos y con espíritu aventurero nos propone una seductora exploración alrededor de su naturaleza y repercusión en la vida humana.

Todo comienza en la tranquila ciudad suiza de Berna, en 1905, cuando un invisible reloj de pared señala las seis y diez en una oficina de patentes llena de fajos de expedientes. En la mortecina luz del amanecer un joven oficinista duerme en su silla. Ha estado trabajando toda la noche. “Tiene en la mano veinte páginas arrugadas: la nueva teoría del tiempo que enviará hoy por correo a una revista alemana de física”. Los últimos meses ha estado soñando con el tiempo y el espacio, buceando en ideas sobre su índole que ningún ser humano había imaginado antes. 

Se trata de un Albert Einstein de ficción que sueña mundos en los que el tiempo se comporta de forma moldeable. Sus sueños se han solapado a sus investigaciones. Lo han desgastado y fatigado de tal modo que a veces no sabe si está despierto o dormido. Pero ya ha terminado. Entre las posibles naturalezas del tiempo, una le parece la más convincente y acabará plasmada en sus dos teorías: la de la Relatividad General, ligada al campo gravitatorio y a los sistemas de referencia; y la de la Relatividad Especial, más relacionada con la física del movimiento en función del espacio-tiempo. Estos trabajos cambiaron por completo la visión del Universo y de muchos fenómenos y conceptos como el tiempo, el espacio y la gravedad.


Alan Lightman, físico y profesor de Humanidades en el MIT, especula con esos meses previos a que Einstein alcanzara su teoría y rastrea los dispares mundos que podría haber soñado bajo cada «una de las muchas naturalezas posibles del tiempo»: en uno de esos mundos Einstein sueña que el tiempo es un círculo que se pliega sobre sí mismo haciendo que todo vuelva a suceder de nuevo. En otro mundo el tiempo discurre hacia atrás, en otro el tiempo es lento mientras en el de al lado es acelerado. Unos mundos virtuales y desconcertantes que el joven Einstein pudo haber soñado antes de demostrar que el tiempo no es una dimensión absoluta y que, por tanto, no se mide igual en todas las circunstancias, ni es el mismo en cada punto del Universo.

El libro consta de treinta relatos breves que nos permiten visitar mundos dispares que el tiempo ha forjado drásticamente. Con un espíritu semejante al del Borges más metafísico o al del Italo Calvino de las Ciudades invisibles, Lightman se plantea cómo sería cada mundo y cómo afectaría a la gente si el fluir del tiempo tuviera una naturaleza distinta a la que conocemos.



Así Einstein llega a soñar un mundo en el que el tiempo es como un flujo de agua, como un riachuelo. Pero también otro que avanza a saltos como un grillo. Y otro que tiene tres dimensiones por lo que los acontecimientos se producen de tres maneras distintas simultáneamente. También un mundo en el que todos viven eternamente y nadie puede liberarse de su pasado. Y hasta un mundo en el que sólo se vive un día porque el tiempo se acaba al día siguiente. Allí los hombres viven el último minuto del universo sonriendo y siendo corteses, porque «en un mundo de un día, todos somos iguales».

Pero claro, si el tiempo fuera circular y todo se repitiera exactamente una y otra vez hasta el infinito, ¿no sería una pesadilla?. O imaginemos un mundo donde el tiempo es local y corre a diferente velocidad según en qué ciudad estés, ¿nos atreveríamos a hacer turismo o sería una experiencia demasiado perturbadora?. ¿Sería un mundo ideal aquel en el que el tiempo se congela justo en el momento en el que somos más felices? 


Los sueños de Einstein apareció por primera vez en 1992 y ha venido recibiendo excelentes críticas tanto literarias como científicas desde entonces. Forjado con una pródiga imaginación destila humor, melancolía, lirismo y ciencia; pero también una sutil emoción cuando el autor constata en cada relato la vulnerabilidad del ser humano.

Dejo a continuación dos ejemplos.

viernes, 22 de diciembre de 2023

UN VERDOR TERRIBLE - de Benjamín Labatut


Podría aplicársele a este libro la misma cita -de H. Christian von Baeyer en "Controlando el átomo"- con que se abre el estupendo Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson. En ella un físico se propone "registrar los hechos de su vida para que Dios se informe". A lo que le responde un colega "¿Tú crees que Dios no conoce los hechos?" y el físico, Leo Szilard, responde: "Sí. Él conoce los hechos, pero no conoce esta versión de los hechos"... elaborada con drama y ciencia, podríamos añadir en este caso.

Labatut es un malabarista de la narración que ha escrito un libro tan inclasificable como seductor. Más que un demiurgo se ha convertido en una perspicaz araña que tras bucear en los abrevaderos de la historia de la ciencia ha tejido una telaraña brillantísima donde se engarzan las vidas de un puñado de científicos y sus descubrimientos de una forma embriagadora.

Dos circunstancias definen los relatos de este libro. Una, la capacidad del autor para vincular hechos históricos y científicos aparentemente inconexos. Las conexiones que logra -en El azul de Prusia aparecen van Gogh, Frankenstein, Hitler, Napoleón, Rasputín o Alan Touring- logran electrocutarnos. Y otra, su penetrante vis dramática para narrar la atormentada experiencia de unos científicos en trance de sufrir una epifanía que los dejará aislados en un mundo hiperbóreo. 
Karl Schwarzschild, 1873-1916


La mayor parte de los relatos persiguen iluminar el momento en que un científico accede a un conocimiento casi revelado. Así ocurre en La singularidad de Schwarzschild donde asistimos al "último chispazo de un genio, Karl Schwarzschild, astrónomo, físico, matemático, y teniente del ejército alemán" que, desde el barro de las trincheras y comandando una unidad  de artillería en el frente ruso en 1915, fue capaz de elevarse hasta el mundo de las ideas y remitir por carta al mismísimo Einstein la primera solución exacta a las ecuaciones de la teoría de la relatividad general. Sus razonamientos le llevarían hasta una idea que él mismo empezó rechazando, la de los agujeros negros. El patetismo de verlo postrado por las heridas mientras su mirada echaba chispas al intercambiar ideas con el joven matemático Courant estremece.
"En su diario de vida, Courant describió cómo los ojos del teniente Schwarzschild, nublados por el campo de batalla, se encendieron de golpe apenas él le contó las ideas que Hibert estaba desarrollando. Conversaron toda la noche. Cerca del amanecer, Schwarzschild le habló de la ruptura que creía haber descubierto.
Según Karl, lo peor de la masa concentrada a ese nivel no era la forma en que alteraba el espacio, ni los extraños efectos que tenía sobre el tiempo: el verdadero horror -le dijo- es que la singularidad era un punto ciego, fundamentalmente incognoscible. Como la luz no podía salir de allí, no podríamos nunca verla con los ojos del cuerpo. Pero tampoco podríamos entenderla con la mente, ya que las matemáticas de la relatividad general perdían su validez en la singularidad. La física simplemente dejaba de tener sentido."
Por su parte las historias de los físicos Werner Heisenberg -autor del principio de indeterminación- y Erwin Schrödinger nos acercan hasta ese momento de suprema inspiración donde el conocimiento se les presenta casi como un arrebato místico. Heisenberg lo tuvo mientras vivía retirado en la isla de Heligoland dando largos paseos hasta descubrir las matrices que regulan el interior de los átomos. Labatut logra unir en una modélica escena al físico y a su descubrimiento, el principio de indeterminación: en uno de sus paseos por el monte el físico se pierde en la niebla con el peligro de un precipicio acechando. Entonces piensa, sé donde estoy pero no lo veo. Mientras que Schrödinger, también retirado en un sanatorio suizo, pero viviendo un romance dado que era un mujeriego, consigue acceder a la revelación de una ecuación única que “su mente había arrancado de la nada”. 
"Cuando lograba dormir, Heisenberg soñaba con derviches que giraban en el centro de su habitación. Hafez los perseguía a cuatro patas, borracho y desnudo, ladrándoles como un perro. les tiraba su turbante, su vaso de vino y después la jarra vacía para tratar de sacarlos de sus órbitas. Al no poder romper su trance, los iba meando uno a uno, dejando un patrón de manchas amarillas en la tela de sus túnicas, patrón en el cual Heisenberg creía reconocer el secreto de sus matrices. Werner estiraba las manos para atraparlo, pero las manchas se convertían en una larga hilera de números que danzaba a su alrededor, envolviendo su cuello en un círculo más y más estrecho, hasta que apenas era capaz de respirar. Esas pesadillas eran un descenso bienvenido a sus sueños eróticos, que solo se volvían más intensos a medida que iba perdiendo fuerza y lo hacían manchar sus sábanas como un adolescente. (...)
En medio de la noche, su mente agotada por la fiebre establecía extrañas conexiones que le permitían alcanzar resultados de forma directa, sin pasos intermedios. Durante el delirio del insomnio, sentía su cerebro escindido en dos; cada hemisferio trabajaba por su cuenta, sin la necesidad de comunicarse con el otro. Sus matrices violaban todas las reglas del álgebra común. Obedecían a la lógica de los sueños, donde una cosa puede ser muchas: era capaz de sumar dos cantidades y obtener una respuesta diferente dependiendo el orden en que lo hiciera; tras más dos eran cinco, pero dos más tres podían sumar diez. Demasiado exhausto para cuestionar sus resultados, siguió trabajando hasta llegar a la última matriz."
Todos los científicos que nos presenta Labatut son personajes apasionados y apasionantes, con una mente tan incandescente que casi los convierte en visionarios; y el autor logra que nos apasionen con un estilo ágil y diáfano. No se trata de relatos divulgativos, aunque sí están presentes los conceptos generales de sus trabajos. Pero lo que interesa es el drama, la vivencia íntima de estos seres de inteligencia tan pura y osada que hace que leamos el libro con voracidad.

Alexander Grothendieck en diversos momentos de su vida





Entre ellos hay uno que se nos quedará grabado en la memoria, el matemático Alexander Grothendieck, quien tras explorar los mundos abstractos de las matemáticas se sintió tan aterrorizado por el poder de la ciencia que abjuró de la misma, cayendo en una especie de delirio místico que le llevó a convertirse en un ermitaño. Antes pidió a sus alumnos que abandonasen el estudio de las matemáticas para siempre, avisándoles de que no serían los políticos los destructores del planeta sino científicos como ellos que “caminaban como sonámbulos hacia el Apocalipsis”.

Entre 1958 y 1973, Grothendieck reinó en el mundo de las matemáticas como un príncipe ilustrado. Aunque resolvió los mayores enigmas matemáticos de su época lo que le interesaba de verdad era "alcanzar una comprensión absoluta de los fundamentos" de las matemáticas. Lo suyo fue la generalización. Cualquier dilema se volvía sencillo si uno lo miraba desde la distancia suficiente. No le interesaban los números, las curvas, las rectas ni ningún otro objeto matemático en particular: "lo único que le importaba era la relación entre ellos".
"Su obsesión fue el espacio y una de sus mayores genialidades fue expandir la noción del punto. Ante la mirada de Grothendieck, el humilde punto dejó de ser una posición sin dimensiones para bullir con complejas estructuras internas. Donde otros veían algo sin profundidad, tamaño, anchura ni largura, Alexander vio un universo entero. Desde Euclides no se había propuesto algo tan audaz."
Grothendieck era muy radical tanto en su trabajo como en su vida. También muy ascético. Rechazaba todo lo que no fuese estrictamente necesario así como todo lo que oliera a falta de sinceridad. Admiraba a los budistas HuaYen por la atención que prestaban a las relaciones entre las cosas más que a las cosas mismas, en la creencia de que cualquier noción de identidad e individualidad que tengamos emerge de esas relaciones.

A sus colegas les molestaba el giro hacia la abstracción pura que exigían sus matemáticas. Pero él buscaba la comprensión total, "la raíz secreta capaz de unir innumerables teorías sin ninguna relación aparente". Incluso sus colaboradores más cercanos consideraron que había ido demasiado lejos y que por eso su mente se había precipitado al abismo.

Shinichi Mochizuki dibujado por Paddy Mills

En el relato "El corazón del corazón" se nos cuentan dos historias y un encuentro, cuyos protagonistas son Shinichi Mochizuki y Alexander Grothendieck. El primero fue capaz en 2012 de probar una de las conjeturas más importantes de la teoría de números, conocida como a + b = c , prueba que ha día de hoy nadie ha sido capaz de comprender.
"La conjetura a + b = c  toca los fundamentos de las matemáticas. Postula una profunda e inesperada relación entre las propiedades aditivas y multiplicativas de los números. De ser cierta, se convertiría en una herramienta poderosísima, capaz de resolver de manera casi automática una inmensa variedad de enigmas. Pero, la ambición de Mochizuki había sido aún mayor, no se limitó a probar la conjetura, sino que creó una nueva geometría que obligaba a pensar en los números de una forma radicalmente diferente. Según Yuichiro Yamashita, uno de los pocos que dice haber comprendido el alcance real de la teoría Inter-Universal, Mochizuki ha creado un universo completo del cual él es, por el momento, el único habitante."
Mochizuki visitó a un moribundo Grothendieck en el Hospital de Saint-Girons en noviembre de 2014. Pasó muchas horas escuchándole durante sus últimos cinco días. Cuando regreso a Japón renunció a su puesto en la Universidad de Kioto y cerró el blog en el que comunicaba sus avances matemáticos, no sin antes escribir que "incluso en las matemáticas ciertas cosas debían permanecer ocultas para siempre, por el bien de todos nosotros". Todo el mundo pensó que había sucumbido a la maldición de Grothendieck.



Aparte de esos momentos gloriosos de suprema abstracción, encuentro fascinantes los encuentros entre dos científicos. Así ocurre con los matemáticos Mochizuki y Grothendieck y también con Heinsenberg y Schrodinger, en la Universidad de Munich, donde el primero llegó a ser abucheado. Pero si he de resaltar un relato me quedaría con Azul de Prusia, una portentosa sucesión de acontecimientos históricos, aparentemente sin relación, que acaban hermanados perturbadoramente. 

Azul de Prusia es el nombre del primer pigmento sintético moderno, creado en el siglo XVIII por el alquimista Conrad Dippel, cuando buscaba el Elixir de la Vida. Sus crueles experimentos con animales vivos sirvieron de inspiración para la historia del doctor Frankenstein. 

Labatut sigue la sinuosa crónica de este pigmento y sus derivados (como el cianuro) conectando a Frankenstein con el van Gogh de Una noche de estrellada o los suicidios de la plana mayor del partido nazi, pasando por el envenenamiento de Napoleón, la adicción a las drogas de Hermann Göering o el primer ataque con gas de la Historia que arrasó a las tropas francesas atrincheras cerca de Ypres, en Bélgica, en 1915. Este ataque fue pensado y ejecutado por el genial químico Fritz Haber, judío y creador del pesticida Zyklon que en manos de los nazis acabó sirviendo para el exterminio masivo de judíos, entre los que estaban sus propios parientes. En Haber conviven la maravilla y el horror. Es cierto que fue el padre de la guerra química; pero también le debe la Humanidad un descubrimiento fundamental, ser el primero en extraer nitrógeno directamente del aire, lo que salvó a millones de personas haciéndole acreedor del Premio Nobel de Química en 1918.
"Con ello (el nitrógeno), solucionó, del día a la mañana, la escasez de fertilizantes que a principios del siglo XX amenazaba con desencadenar una hambruna global como no se había visto nunca antes. De no haber sido por Haber, cientos de millones de personas que hasta entonces dependían de sustancias naturales como el guano y el salitre para abonar sus cultivos podrían haber muerto por falta de alimentos. "
Esta es la técnica que sigue Labatut, documentar hechos científicos e históricos contrastados para llegar a la persona que los descubrió y dar cuenta de su peripecia más íntima con las herramientas de la ficción. Porque ¿realmente alucinó Schrödinger con la diosa Kali manifestada como un escarabajo en el pubis de la lolita tuberculosa que ansiaba? O ¿Hasta dónde es real la intimidad que se cuenta de estos personajes históricos? El propio Benjamín Labatut nos da las claves en esta entrevista:
"Yo siempre parto de la realidad. Escribo en base a la investigación, así que mis primeros borradores son 100% no-ficción. Luego voy introduciendo ficción, poco a poco, según la historia que quiero contar, para tratar de alcanzar una verdad más profunda que la que muestran los hechos desnudos. En ese sentido, creo que mis libros son más fieles a la realidad que los que son pura ficción, o pura no-ficción, porque así es la realidad cotidiana que habitamos: una mezcla confusa e indistinguible de ambas."
En esa misma entrevista identifica la obsesión que une estos relatos:
"-Todos los relatos están conectados por una obsesión singular que recorre el libro completo: aquellas ideas, experiencias, métodos y fórmulas que no podemos comprender, por más que lo intentemos. Me interesa todo aquello que excede el modelo actual del mundo, o que lo amplía hasta volverlo inimaginable: las dos versiones enfrentadas de la mecánica cuántica, la singularidad al interior de los agujeros negros, la abstracción matemática llevada al paroxismo, y el horror que pulsa al fondo del alma humana, y que desplegó sus alas, como nunca antes, durante las guerras mundiales, gracias al avance de la ciencia moderna. "





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*  Un verdor terrible fue elegida como una de las cinco mejores novelas del año por el New York Times, y fue finalista del premio Booker en 2021.
Benjamín Labatut nació en 1980 en Róterdam, Países Bajos. Se crio en distintas ciudades del mundo, pasando por Buenos Aires y Lima, entre otras. A los 14 años se instaló en Santiago de Chile donde estudió periodismo.

**  Después de disfrutar mucho con este libro no me queda más remedio que continuar con el más reciente publicado por Labatut, MANIAC, en el que según la editorial "explora los límites de la razón trazando el camino que va desde los fundamentos de las matemáticas hasta los delirios de la inteligencia artificial. Guiado por la enigmática figura de John von Neumann, un moderno Prometeo que hizo más que nadie por crear el mundo que habitamos y adelantar el futuro que se avecina, en este libro Benjamín Labatut se sumerge en las tormentas de fuego de las bombas atómicas, en las mortíferas estrategias de la Guerra Fría y en el nacimiento del universo digital."

miércoles, 13 de septiembre de 2023

HISTORIAS IMPOSIBLES - de Zoran Živković



No haré esperar a nadie por mi valoración. Este libro de cuentos es magnífico y prueba, además, que la teoría de la Gestalt es correcta: El todo es mucho más que las partes.

En realidad, el volumen es una antología que reúne cinco conjuntos de relatos escritos entre 1997 y 2004 a los que se ha añadido un cuento independiente a modo de Epílogo. Estos cinco tomos comparten una estructura juguetona y postomoderna: cada uno reúne un puñado de relatos plenamente independientes que acaban interrelacionados en una última historia que nos ofrece una vuelta de tuerca más en su interpretación.

El problema de la escritura y el universo de los libros y las bibliotecas aparecen ampliamente en el volumen, pero también otros temas clásicos de la literatura fantástica como son los pactos con el diablo, los viajes en el tiempo e incluso los encuentros con uno mismo y hasta con Dios.






El libro parece compuesto por un relojero maniático debido a la cantidad de relojes que aparecen en sus tramas. Y no todos marcan la hora. Siendo cada uno de los relatos absolutamente original, los de cada tomo comparten una idea matriz. Así en el primer conjunto titulado “Los regalos del tiempo” nos encontramos con una situación común, la visita que el diablo hace a una persona para proporcionarle un viaje en el tiempo –al pasado o al futuro- a través del cual podrá determinar el valor de su vida. Lo cual los emparenta con el clásico de Max Beerbohm, Enoch Soames. El segundo conjunto se titula “Encuentros imposibles” y aquí el visitante fantástico ya no será el diablo, sino Dios (que es a quien se encuentra en el tren un cauteloso vicepresidente de banco) y también uno mismo con más edad e incluso postmorten. En el extraordinario cuento “La librería” un librero y escritor de ciencia ficción llega a encontrarse con un habitante de uno de sus mundos inventados que le alecciona sobre la “quinta fuerza”, la imaginación.
“-Todos estos libros aquí no son más que prosa inventada, mientras que en mi mundo representarían documentos de cuya autenticidad nadie dudaría. Pero este concepto erróneo ya se corregirá cuando ustedes dominen la quinta fuerza, y no solo la utilicen de manera salvaje, incontrolada, como han hecho hasta ahora.
-Si lo he entendido bien, entonces ¿esto ya no sería una librería, sino alguna suerte de... archivo?
-Sí, un lugar donde se reúnen datos sobre otros mundos. Yo me dedico precisamente a eso. Utilizo la quinta fuerza para investigar mundos foráneos y catalogarlos. Así me he topado con la Tierra.”
El tercer tomo lleva por título “Siete contactos con la música” y nos plantea una serie de situaciones cotidianas en la que un leve aleteo de música es capaz de quebrar la realidad y revelar mundos fantásticos. Por ejemplo, en “El susurro”, un niño autista resuelve un legendario misterio matemático tras escuchar una obra de Chopin. 

El cuarto conjunto se titula “La Biblioteca” y en él encontramos tanto una infinita “Biblioteca virtual” en la que el tiempo no existe, como “La biblioteca del infierno” y “La Biblioteca nocturna”, una biblioteca especular de la abierta durante el día en la que el protagonista se pierde como si estuviese en una dimensión paralela. Los relatos de este epígrafe juegan con el vértigo de la totalidad o del infinito hasta causarnos asombro. Finalmente, el último grupo se titula “Pasos en la niebla” aludiendo a la niebla que oculta el futuro y en la que nos adentramos tan audaces como inconscientes.



Cada uno de estos tomos integra un último relato que asume y resume a todos los demás, estableciendo un hilo que los engarza y dota de un nuevo alcance. Genial.

Otras peculiaridades del volumen llaman mi atención. Una es el carácter puramente mental de la mayoría de los relatos y otra la condición de encrucijada o encuentro que comparten, hasta el punto de que el libro bien podría haberse titulado “Encuentros imposibles”; ya que la mayoría de relatos narran encuentros que para sus protagonistas son trascendentales. Lo cual me ha llevado a recordar durante toda la lectura el cuento XI del Conde Lucanor, “El deán de Santiago”, que el mismísimo Borges reescribió como “El brujo postergado” para incluirlo en su “Historia universal de la infamia”. No es el único nexo. Los cuentos de Živković nos hacen recordar otros relatos del escritor argentino como “El milagro secreto” donde el tiempo queda en suspenso cuando van a fusilar al escritor Hladík para que éste pueda concluir –mentalmente- su obra maestra.

"El Astrónomo con vela" de Gerrit Dou  (1613-1675)


No menos destacables son estos dos asuntos: la metaficción y el carácter paradójico que aflora en muchos relatos. En varios de ellos los personajes van al encuentro con su autor o incluso el escritor es el protagonista, como en "El teléfono", relato que hace de Epílogo general del libro. En otros tantos se discuten las consecuencias de conocer el futuro o visitar el pasado. En este sentido en varios relatos (“El relojero”, “La ventana”, “Los gansos en la niebla”) se cita el famoso “efecto mariposa”, que refiere la posibilidad de que el batir de unas alas diminutas pueda desencadenar una serie de acciones potencialmente incalculables y calamitosas. 
“-Si le descubriera lo que le espera, lo privaría del principal punto de apoyo que hace posible la vida. Para él todo se volvería determinado, inevitable. Perdería no sólo la esperanza sino también el miedo. Y ¿acaso es posible vivir sin la esperanza y el miedo?
-Pero ¿qué ocurre si, por ejemplo, lo aguarda una gran desgracia, un sufrimiento que se pudiera fácilmente eludir estando advertido? ¿También dejaría de hacerlo en ese caso?
-Por supuesto.
-¿Y no es eso una crueldad hacía sí mismo?
-Quizás. Pero, en realidad, no hay elección. No se puede evitar lo que ya ha pasado, ¿no es así?”
Me gustan especialmente aquellos relatos que consiguen una atmósfera enrarecida y onírica. Como si el tiempo de pronto se hubiese detenido. Así es como el anciano relojero del relato homónimo llega a pensar “¿estaré soñando?”, cuando una figura oscura, con capa y sombrero, accede a su tienda desde la niebla de la calle para hacer que revise su extraño reloj, mientras entabla con él una conversación sobre el azar y el "río del tiempo". Del mismo modo la mazmorra donde está preso "El astrónomo" parece situarse fuera del espacio y del tiempo mientras el diablo debate con él sobre su destino. O esa estación de trenes fantasmagórica en cuya "Sala de Espera", la señorita Adela ve el futuro sangriento de sus compañeros cada vez que escucha la música del organillero. También en "El cono", "La paleolingüista", "El violinista", "La Biblioteca nocturna" o "Un agujero en la pared" encontramos este tipo de escenarios ilusorios en los que los protagonistas se enfrentan a sus más profundos anhelos y miedos.

La verdad es que cada uno de estos cuentos es una gema fantástica. "El rompecabezas" me hace recordar a "La Obra Maestra Desconocida" de Balzac, con un pintor a punto de captar unos insondables guiños del universo. Mientras que en "La biblioteca virtual" un escritor se asoma, aturdido, al infinito océano de la web donde encuentra todas las obras escritas y por escribir. En cuanto a “Desorden de la mente” una profesora delibera con las alumnas en torno a sus redacciones sobre sueños para acabar enredada en la niebla donde se confunden realidad y sueño.





Si tuviese que elegir el relato más fantástico me quedaría con el que es menos fantasioso; ya que no precisa de la presencia del diablo ni de viajes en el tiempo: “El Violinista” nos narra la iluminación que alcanza un músico al escuchar los acordes embrujados que un violinista desgrana desde una buhardilla. La melodía le lleva a percibir un atisbo de la armonía secreta del mundo. Encuentro que el autor logra expresar esta experiencia mística con total precisión, sin huecos lirismos.
"Pero, al menos, era consciente de que el mosaico existía, de que era intachable en su reducida y evidente noción de necesidad. La parecía, sin embargo, que no tenía derecho a esperar volver a verlo, peso a que ya sabía que dedicaría toda su vida posterior a buscarlo infatigablemente". 
Se podría decir que el libro versa sobre el Tiempo y la Muerte revelados a través de estos encuentros imposibles en los que la mayoría de personajes, ya de por sí excéntricos y solitarios, se encuentran en trance de muerte. También que es un libro tendente a autocontenerse porque continuamente se vuelve sobre sí mismo llegando a aparecer el mismísimo Escritor frente a sus personajes que llegan a visitarlo para salvarle de una muerte inminente. 










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Zoran Živković es un escritor, editor y traductor serbio. Autor de 23 libros de ficción y de 8 de no ficción, algunos han sido traducidos a 21 idiomas. En 1990 publicó una "Enciclopedia de Ciencia Ficción" desde una perspectiva europea, en dos volúmenes. Sus ficciones traspasan los límites entre lo fantástico y lo surrealista, alineándose claramente con el tipo de fantasía que proponen autores como Borges, Stanislaw Lem o Italo Calvino, caracterizadas por el bibliomisterio y la metaficción. Otros aspectos de su obra lo emparentan con Mijaíl Bulgákov y Franz Kafka.
Hasta su jubilación a finales de 2017, Živković fue profesor titular en la Facultad de Filología, donde impartió cursos de Escritura Creativa.

jueves, 27 de abril de 2023

ADULTERIO - de Andre Dubus


Los personajes de estos relatos son gente común y corriente a los que la vida atropella. Sea un divorcio indeseado, un adulterio, una obesidad descontrolada o el asesinato de un hijo a punto de irse a la Universidad. El autor enfoca a estas personas en esos momentos de trance en que una grieta amenaza con derruir sus vidas.

El máximo atractivo de estos cuentos es que sus personajes son reales como nosotros mismos y su vulnerabilidad nos es muy reconocible. Dubus los muestra aturdidos por el golpe, intentando recomponer una vida que se hace pedazos.

En "Miranda al otro lado del valle", la protagonista ha de afrontar el salto al vacío de la vida adulta cuando tiene que abandonar su hogar materno para ir a la Universidad. Ella se siente ajena a ese mundo y para colmo de males se queda embarazada. Afrontar esa nueva vida la llena de agonía. 
"No estoy hecha para este mundo, se dijo. O este mundo no es para mí. Y no es porque tenga solo dieciocho años. Michaelis tiene veintidós; se pondrá moreno al sol mientras habla con los chicanos, olerá a a cerveza y a cebolla, pero su espíritu no se elevará; Michaelis es de este mundo, será abogado.
Llevó las cervezas a Holly y a Brian. Se supone que soy fría, se dijo, mirando la mano de Holly en la pierna de él, mirando el rostro gesticulante de él en el que ella no vivía. ¿Y dónde vivía ella? ¿Qué ojos me contendrán, qué ojos me reconocerán cuando mis propios ojos me contemplen por la mañana y yo no esté en ellos? Se supone que soy fría, se dijo."
pág 32


Lo mismo le pasa a Matt en "Asesinatos": acaba de perder a su hijo en la flor de la vida porque otro joven lo ha asesinado. Matt siente que su vida ha entrado en suspensión desde la muerte de su hijo. Todo se ha parado. Nada tiene sentido en medio de tanta amargura y menos ver constantemente al asesino pulular por el pueblo a la espera de juicio. 
"A Matt le parecía que desde que Mary Ann había llamado llorando para decírselo hasta entonces, un sábado de septiembre por la noche, sentado allí en el coche con Willis, aparcado junto al coche de Strout, esperando que el bar cerrara, no había avanzado en la vida, sino vagando por ella, el espíritu como un cuerpo aturdido chocando con los muebles y las esquinas." pág 74

Tampoco Louise lo tiene fácil. Es la protagonista del relato "La chica gorda" que nos resume toda su vida y desgracias en apenas veinte páginas. Después de vivir su adolescencia marcada por el desprecio de su madre, encuentra en la Universidad a una compañera que le ayuda a adelgazar. 
Es entonces cuando le llega el éxito. Todos adoran a la nueva Louise, su madre por fin está orgullosa y hasta le sale un novio con el que llega a casarse pero... ¿dónde ha quedado la auténtica Louise? 
El aburrimiento al que pronto se aboca su matrimonio le hace ver que su vida sólo suma cadenas, como la dieta o el matrimonio; cuando en realidad sólo busca que le amen por sí misma... como ella venera a esas chocolatinas que ha vuelto a comprar.

Edith, la protagonista de "Adulterio", es otra joven que se casa con la ilusión de construir una vida perfecta y llena de amor; pero lo que se encuentra es un marido enamorado de su ego que sólo quiere triunfar como escritor. Su marido Hank aduce necesidad de experiencias para escribir, por lo que declara el derecho de ambos para tener aventuras extramatrimoniales. A pesar de seguir viviendo juntos y cuidando de sus hijos, para Edith su matrimonio es una farsa. Después de otras relaciones Edith aterriza en los brazos del padre Joe Ritchie, un sacerdote católico con un cáncer terminal que renuncia a sus votos para completar su experiencia vital con el amor de una mujer. 

Edith y Joe viven una situación extraña que les obliga a explorar los límites del adulterio. Ninguno de los dos considera que lo esté cometiendo: para ella el verdadero adulterio es permanecer en un matrimonio hipócrita que le hace sufrir "el callejón sin salida de la pesadumbre del amor".
"La atmósfera de la casa era ya como agua cuando se movía por ella subiendo las escaleras hacia el dormitorio, donde se desvestía y se ponía el traje de baño. Y salía de la casa con Sharon de la mano y las cazadoras y el termo y las toallas, y pestañeaba al sol de última hora de la mañana preguntándose, casi implorante, cuándo terminaría aquello, aquella desconexión espantosa entre sí misma y lo que hacía. " pág 175



Para el padre Ritchie su relación con Edith tampoco es adulterio sino una forma más de acercarse a Dios. 

"No había perdido la fe en la eucaristía. Cuando dejó el sacerdocio siguió yendo a misa todos los días y recibiendo lo que sabía que eran el cuerpo y la sangre de Cristo. Lo sabía, le dijo a Edith, de forma más simple y profunda; más profunda, le dijo, porque creía que la fe no tenía que ver más con el intelecto que el amor; que, tocándola, él sabía que la amaba y amándola la tocaba; y que su carne conocía a Dios por contacto, como tenía que ser; que no había otra forma posible; que la transformación del pan y el vino en cuerpo y sangre no era milagro ni misterio, sino algo natural, pues sucedía en el salto del corazón del hombre hacia el corazón de Dios, un salto causado por la conciencia de la muerte. Como nosotros, le había dicho. ¿Como nosotros qué?, le había preguntado ella, echada a su lado la primavera pasada, con el semen de él meciéndose en su interior, pensando en su infancia episcopaliana, su familia y ella cristianos por el color de la piel y pragmáticos de credo. Cuando hacemos el amor, le había dicho él. Lo hacemos desafiando la muerte (Y esto fue en primavera antes de que él supiera.) Entonces nuestros cuerpos dejan de ser solo carne para ser también afirmación; para ser espíritu. Si podemos hacerlo el uno con el otro, ¿por qué no vamos a poder hacerlo con Dios y él con nosotros? No sé, dijo ella; nunca lo había pensado. No, dijo él; es demasiado simple." pág. 199
Me llama la atención que Edith se convierta en el centro de dos adulterios un tanto sacrílegos: el que practican un escritor y un sacerdote. El primero necesita liberarse de la mujer y el matrimonio para su arte, el segundo necesita liberarse de Dios para llegar a él a través del contacto con una mujer.

Como se ve la visión que tiene Dubus de las personas y sus relaciones personales es muy particular. Los personajes de sus relatos son gente de a pie, muy cercanos y reconocibles; con los típicos deseos de éxito y felicidad pero que son golpeados duramente por la vida obligándolos a reinventarse. El bien más preciado de estas páginas es la penetración psicológica con que nos introduce en sus complejidades emocionales. Especialmente preocupado por la tensión y el conflicto entre los sexos, Dubus suele utilizar el punto de vista de sus personajes femeninos para desarrollar el relato, como ocurre brillantemente en "La chica gorda", "Miranda al otro lado del valle" o "Adulterio". También se aprecia en sus historias una particular sensibilidad existencial cercana al carácter cristiano. 

"Lugareños" es el relato perfecto para apreciar la técnica de Dubus.  Un guardia del campus universitario encuentra el cadáver de una estudiante golpeada salvajemente en el césped. Este crimen le sirve para presentarnos la personalidad de los tres implicados -el guarda, la joven y su agresor- y, sobre todo, los cambios sociales que se produjeron en los 60: el acceso de los jóvenes al alcohol y a las drogas, la mezcla de chicos y chicas en las facultades, las experiencias sexuales y hasta un poco de nihilismo.  
"Supuso que había muerto de sobredosis de drogas o de una mezcla de drogas y licor. Esto intensificaba su dolor. Muchas veces, cuando pensaba en lo que se estaban haciendo los jóvenes, se sentía triste y confuso, como si en el país que amaba hubiera una guerra civil cuyas causas le desconcertaban, cuyas víctimas parecían heridas y muertas sin razón." pág 122
Me gusta el ritmo de una prosa que en ningún momento chirría, ni es lírico, ni melodramático. Es como una cámara que registra estas vidas en un momento crucial para dejarnos escuchar el crujido de sus vulnerabilidades. No en balde Dubus tuvo que afrontar en su vida varias desgracias: primero violaron a su hija, lo que le convirtió en alguien muy neurótico que siempre salía de casa con un arma. Posteriormente fue atropellado y condenado a una silla de ruedas para el resto de sus días. 


Quizás por eso mismo se convirtió en un gran cronista de los dramas que acucian a la sociedad contemporánea huyendo de efectismos y buscando lo genuino. Sus historias son delicadas y duras a la vez. En "El padre de Invierno" el protagonista es un padre con dos hijos que intenta reconducir su vida tras la debacle de un divorcio reciente. Y no es que el matrimonio Jackman se divorcie por odio, ya que se quieren... pero no pueden vivir juntos porque todo se convierte en bronca. Así se lo comunican a los niños con toda naturalidad: "Reñimos demasiado, hemos intentado vivir juntos pero no podemos; ya veréis como también vosotros estaréis mejor; los miércoles cenaréis con papá y los sábados y los domingos haréis cosas con él". El comienzo mismo ya recoge esta dolorosa paradoja:
"El matrimonio de los Jackman había sido adúltero y violento, pero los últimos días volvieron a ser una pareja, como habrían hecho si uno de los dos hubiera estado agonizando lentamente. lloraron juntos, se miraron a los ojos sin malicia, desconfianza ni odio, y planificaron el tiempo que pasaría Peter con los niños. La última noche que pasó en el hogar, él y Norma hicieron el amor con ternura, y sin palabras. " pág. 35
En la contraportada se avisa de que el relato más largo, y que da título al volumen, fue adaptado a la gran pantalla por John Curran con el título de "Ya no somos dos" y con el protagonismo de Naomi Watts, Laura Dern y Mark Ruffalo. Pero durante la lectura el que llamó mi atención fue el relato "Asesinatos"; porque enseguida me recordó a una película sencilla y terrible contada con una gran sensibilidad, "En la habitación" (In the Bedroom), primera película dirigida por Todd Field en 2001, de quien hace muy pocas semanas comentaba su tercera y magnífica película, "Tar". 
He querido volver a verla y comentarla a continuación.
















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Andre Dubus (Luisiana 1936-Massachusetts, 1999) es uno de los grandes maestros norteamericanos del relato en el siglo XX. Amigo y discípulo de Kurt Vonnegut, admirado por Stephen King, John Irving o Elmore Leonard, Dubus fue también ensayista, biógrafo y guionista. Su juventud la pasó en los marines, donde llegó a ser capitán. Abandonó la vida militar para seguir los pasos de su admirado John Cheever. En 1986 fue víctima de un accidente de coche que finalmente lo confinó a una silla de ruedas. Dancing after hours, publicada después del accidente, es su última recopilación de relatos.

Sufrió la violación de su hija, lo que prácticamente le condujo a la locura: salía de casa armado, y trataba de no dejar solo a ninguno de sus hijos, ni a sus mujeres. Incluso en una ocasión casi mata accidentalmente a una persona. Posteriormente un accidente le dejó postrado en una silla de ruedas de modo que colegas tan dispares como Ann Beattie, Stephen King, Vonnegut, John Updike o John Irving se unieron para recaudar fondos y pagar sus facturas médicas.

En la editorial Gallo Nero también podemos encontrar el volumen Vuelos Separados, su primera colección de cuentos, publicada en 1975. El asunto principal que sobrevuela estos relatos es la infidelidad, con su compleja red de causas y consecuencias. La película que en 2004 dirigió John Curran, "Ya no somos dos" está basada en los relatos "Ya no vivimos aquí" de este volumen y "Adulterio", comentado más arriba.