sábado, 26 de febrero de 2022

ASESINATO en CHARLTON CRESCENT - de Annie Haynes



Annie Haynes (1865-1929) fue una escritora inglesa de novelas de misterio considerada por muchos críticos como la «principal rival de Agatha Christie» en la Golden Age. Murió muy joven y pasó rápida e injustamente al olvido. Su obra permanecía inédita en castellano y con la edición de esta novela protagonizada por el Inspector Furnival, la editorial d´Época la recupera para el lector en español. Su intención es acercarnos toda su obra.

Haynes vivió en Londres durante las dos primeras décadas del siglo XX, participando en círculos literarios y en los primeros movimientos feministas londinenses. Su primera novela, «The Bungalow Mystery», apareció en 1923, llegando a publicar otras nueve novelas más antes de su prematura muerte en 1929.

En Asesinato en Charlton Crescent nos encontramos ante un perfecto "whodunit" en habitación cerrada, todo un clásico. Lady Anne Daventry es viuda y desde que sus dos hijos fallecieron en la Gran Guerra se ha vuelto una anciana austera y de trato poco agradable.
" Lady Anne Daventry no era una anciana agradable. Sus personas más cercanas y estimadas encontraban algunas dificultades para congeniar con ella, sus sirvientes la tenían por "cascarrabias" y sólo sus contemporáneos, aquellos que la recordaban por su remota hermosura, alegaban que tenía buen corazón"
Vive en Londres con las dos hijas huérfanas de su hermana y una nieta de su esposo llegada de Australia. Otro habitual de la casa es John Daventry, un familiar de su marido y heredero directo de éste a la muerte de la anciana. Lady Anne lleva un tiempo sospechando que alguien de su círculo más íntimo quiere asesinarla. La manipulación de su pastillero y otros indicios la han alertado. Dado que todos sus parientes y criados constan en su testamento, sospecha que se trata de codicia e impaciencia por su muerte. Por eso contrata al detective privado Bruce Cardy, al que infiltra en la mansión como secretario personal para que investigue a sus allegados y la proteja. 



Pero a pesar de todo Lady Anne es finalmente apuñalada ¡en su propia habitación! y en presencia de cinco habitantes de su casa, incluido el detective privado. En el momento justo todos se encontraban distraídos por la aparición fantasmagórica de una imagen en la ventana. Evidentemente todos son sospechosos y la investigación irá descubriendo que tienen secretos bien guardados. El inspector Furnival de Scotland Yard, conocido como "El hurón", será el encargado de esclarecer este crimen rodeado de misterio.

Annie Haynes recrea, con una prosa limpia y ajustados diálogos, un crimen en un escenario cerrado que gira en torno a un limitado grupo de sospechosos. Tanto las deducciones del inspector, como los pequeñas aportaciones de una ciencia forense aún incipiente serán cruciales para la resolución del crimen. 



La ambientación de ese escenario "de época" es magnífica, con cuidadas descripciones del ambiente y de los personajes cuya psicología se va revelando a través del carácter de sus intervenciones y de su pasado. Destaca el aventurero detective Bruce Cardy; pero también un inspector Furnival que se desmarca de los tópicos policiales de la época gracias a su perspicacia e ingenio. En la obra también se pueden atisbar dos aspectos, digamos modernos: los trazos psicológicos con que Haynes retrata a los personajes femeninos, que revelan a una autora firme defensora de los derechos de la mujer; y una leve crítica social que aparece en las relaciones de la burguesía con ciertos personajes secundarios y la servidumbre.

Ello no estorba a una lectura placentera donde encontramos perfectamente retratada la sociedad británica de los años 20, con sus tradiciones y clases sociales bien definidas junto a la presencia, casi tópica, de distinguidas damas, prometedoras jóvenes de la alta sociedad y mayordomos de estricto juicio. 

La "ambientación" se completa en este caso con una cuidada edición de la obra, que incluye magníficas ilustraciones a página completa del escenario y los personajes, así como el regalo de una ilustración exenta a todo color.

Además, una Introducción concisa y apasionante de Juan Mari Barasorda nos acerca al misterio de la vida de Annie Haynes y de su última e inconclusa obra. Comparto su opinión de que Haynes merece figurar junto a Dorothy L. Sayers y Agatha Christie como una de las grandes damas del crimen de la primera mitad del siglo XX.



viernes, 25 de febrero de 2022

NO a la GUERRA

 





















Toda guerra es un fracaso y una imposición; 
pero la fuerza bruta nunca da la razón.
La guerra es la renuncia a la humanidad.
En ningún caso la guerra soluciona nada y sólo aporta dolor.
Toda guerra es un sinsentido, no razona,
contesta con las armas a todas las preguntas.

Ucrania es una país autónomo e independiente con un gobierno elegido democráticamente. Su invasión es una agresión injustificada.






PREGUNTAS



Ya se han puesto en camino
la muerte y sus patrullas:
la muerte, esa aliada
de la guerra más sucia,
y con ella los cómplices
duchos en imposturas.
Dejan por los caminos
una imperial basura
y sus armas contestan
a todas las preguntas.

Patrañas y rapiñas
con la paz se camuflan
mientras la vida cuenta
sus muertes una a una.
La guerra es una patria
de horrible catadura
y el dios de los ejércitos
no retrocede nunca:
con sus armas contesta
a todas las preguntas.


                                J.M. Caballero Bonald 

jueves, 24 de febrero de 2022

UN CASO de CONCIENCIA - de James Blish



Frecuentemente, como se puede comprobar en este blog, echo mano de un libro pretérito de mi estantería porque no quiero ser prisionero de las novedades y porque me gusta leer obras significativas sean de la época que sean. Pues bien, el verano pasado leí «Un caso de conciencia», de James Blish, novela con la que consiguió el Premio Hugo en 1959. Me pareció notable pero no conseguí dar forma a un comentario satisfactorio. Había mucha tela que cortar, de modo que ahí se quedaron mis notas. 
Sin embargo, navegando por internet, que es otro modo de recorrer el tiempo y la historia, encontré este artículo de Manuel Rodríguez Yagüe sobre la novela que es muy satisfactorio. Manuel Rodríguez sí ha sabido comentar y expandir las ideas contenidas en la novela.  
Reproduzco aquí unos extractos del artículo. 





«Existen innumerables soles; innumerables tierras giran alrededor de esos soles de forma similar a la de nuestros planetas moviéndose alrededor de nuestro Sol. Seres vivos habitan esos mundos». Estas palabras las escribió el místico italiano Giordano Bruno en su obra Del universo infinito y los mundos, (1584). Bruno, un seguidor del nuevo modelo del Cosmos descrito por Copérnico fue arrestado por la Inquisición en Venecia en 1591 y quemado en la hoguera en 1600 por creer en alienígenas y otras supuestas herejías.

Bruno era un pluralista apasionado y visionario. Su crimen fue pensar y exponer que el universo era infinito y que en su interior albergaba incontables mundos. Poblaba de seres los planetas y las estrellas, les atribuía almas individuales e incluso dotaba de conciencia al Universo entero ¿Qué había de escandaloso en las ideas de Bruno? ¿Por qué se consideraba herético proclamar la existencia de mundos habitados diferentes de la Tierra? (...)

El problema teológico se puede resumir de esta forma: si hay muchos mundos y cada uno de ellos alberga seres inteligentes, implícitamente se niega el carácter extraordinario de la crucifixión de Jesucristo y, por lo tanto, el propio cristianismo se devalúa. La Iglesia predica que Dios envió a Cristo a la Tierra para redimir a la Humanidad, una raza creada a Su Imagen y Semejanza. Aquel sacrificio fue un hecho singular y milagroso, que establecía un lazo sagrado entre el Hombre y Dios. Pero si la Humanidad no es sino una más entre muchas especies inteligentes en el Cosmos, ¿qué hay de los otros? ¿Han sido también redimidos por sus propios Cristos –una posibilidad que erosionaría la excepcionalidad del sacrificio de Jesús en nuestro mundo–? ¿O han quedado excluidos de la posibilidad de salvación –lo que ofrece una imagen ciertamente cruel e injusta de Dios–?
(...)


Ya en el siglo XX, los escritores de ciencia-ficción tendieron a anclar sus historias en el racionalismo y decidieron, o bien ignorar el elemento religioso inherente en el hombre o bien tratarlo (como se puede ver en algunos relatos de Heinlein o Asimov) con simplista suspicacia, cuando no clara animadversión.

Otros autores, en cambio, optaron por el camino opuesto, como C. S. Lewis, cuya Trilogía de Ransom (1938-1947) contemplaba el universo como el marco de actuación de fuerzas místicas donde Marte, la Tierra o Venus ejercían de campo de batalla entre el Bien y el Mal. El trabajo de Lewis llevó a otros escritores como Ray Bradbury («El hombre», «Los globos de fuego») o Harry Harrison (Las calles de Ashkelon) a considerar la cuestión de cómo entenderían los alienígenas la idea de Dios, y si en sus culturas podría existir la figura del Mesías. La novela que ahora comentamos, Un caso de conciencia explora esas mismas ideas.

Un equipo de cuatro científicos, (el biólogo y jesuita Ruiz-Sánchez, el físico Michelis, el geólogo Agronski y el químico Carver) han sido enviados al planeta Litia en misión exploratoria, y para decidir si es apto para el establecimiento de asentamientos de algún tipo, o por el contrario, someterlo a cuarentena. La particularidad de ese mundo es que es el único que se ha encontrado habitado por seres inteligentes. Aún más, su ecosistema se asemeja al de la Tierra jurásica, con espesos bosques y unos seres mezcla de canguros y dinosaurios, que han construido lo que parece ser una utopía en la que reina la paz social: no existen guerras ni crimen y además gozan de desarrollo científico, al tiempo que de una perfecta adaptación al medio ambiente.


El veredicto se halla dividido: Michelis cree que el planeta debería ser abierto al contacto con la Tierra para que así la Humanidad pueda beneficiarse del conocimiento de unos seres tan pacíficos como los litianos. Carver, por su parte, cree que la riqueza mineral en litio y tritio hace a ese mundo ideal como fábrica de armamento nuclear. Agronski vacila entre los puntos de vista de sus dos compañeros.

Pero la conclusión más chocante es la que aporta el jesuita Ruiz-Sánchez, profundamente afectado por descubrir la total ausencia de sentido divino en los litianos. No carecen de moralidad, pero ésta viene regida por la más fría lógica y no inspirada por creencias transmitidas, de una forma u otra, directa o indirectamente, por un ser superior. En lugar de plantearse que quizá sus propias creencias estén equivocadas, Ruiz-Sánchez llega a la conclusión de que esa disociación entre la perfección biológica y social y la ausencia de creencias en lo trascendente, unido a la imposibilidad estadística de encontrar en la inmensidad del universo un planeta con esas características (adaptado a la vida humana, poblado por seres inteligentes y con un ecosistema reminiscente al terrestre), obedece a un plan del Maligno.

Como la decisión final ante un empate ha de ser tomada por las autoridades de la Tierra, el equipo científico regresa a la Tierra… con un regalo. Chtexa, uno de los litianos, les ha entregado una de sus crías en estado embrionario para que crezca y sea educado en la cultura humana. De vuelta a la Tierra, Ruiz-Sánchez desconfía y se desvincula del pequeño litiano, Egtverchi, mientras se debate en sus propias dudas religiosas. Por su parte, privado del proceso socializador de su cultura nativa, pacífica y pragmática, Egtverchi no consigue entender la lógica –o falta de ella– del mundo humano. Al crecer, se convierte primero en una celebridad televisiva gracias a sus poco ortodoxas opiniones, y luego en un peligroso agitador que amenaza con destruir el sistema económico y social vigente en la Tierra. El jesuita, entonces, recibe instrucciones directas del Papa: exorcizar todo el planeta Litia, borrándolo de la existencia.
(...)



























El jesuita Ruiz-Sánchez es capaz de combinar de forma retorcida y al mismo tiempo lógica y coherentemente, sus conocimientos en biología con sus creencias religiosas para llegar a la inquietante –para los católicos– conclusión de que los litianos son creación del Diablo, aunque ignorantes de su auténtico propósito: ser encontradas por el hombre y mostrarle que es posible crear una sociedad pacífica y desarrollada careciendo no sólo de sentimientos genuinos, sino de alma, sentido del pecado y un sustrato ético emanado de Dios.

Este descubrimiento podría dinamitar las bases de las creencias religiosas, pero al mismo tiempo, convierten al padre Ramón en un hereje y un enemigo de la Iglesia, puesto que afirmar que el Maligno es capaz de crear vida en iguales términos que Dios, es doctrina propia del maniqueísmo y opuesta a los dogmas católicos. Para colmo, esas criaturas no parecen tener malicia alguna, lo que equivale a negar la existencia en ellas del pecado original, y por tanto, del alma. Por supuesto, hay ciertos defectos en esa sociedad ideal, como el total desapego de los padres por las crías o la renuncia a la individualidad, pero aun así y en resumen, los litianos, sin creer en Dios, han conseguido la paz social sin renunciar al desarrollo científico y una perfecta integración con el medio ambiente.

Por tanto, de acuerdo con una perspectiva propia del pensamiento católico, la novela es una interesante exploración de una cuestión netamente teológica: ¿son posibles la ética y la moral sin un sustrato religioso básico?
Sin embargo, para los agnósticos o ateos, el relato es una descorazonadora historia de cómo la arrogancia y cortedad de miras de los humanos les hace ver en una raza bondadosa y pacífica a unos seres terribles a los que hay que aislar o incluso destruir.

Al final de la novela, en un pasaje que para un no creyente es difícil no interpretarlo como una monstruosa celebración del genocidio, Ruiz-Sánchez exorciza todo el planeta, coincidiendo con una letal reacción en cadena desatada por imprudentes investigadores humanos desplazados allí para explotar los recursos naturales litianos. Tal destrucción, ¿ha sido obra de Dios o fruto de la irresponsabilidad humana? Blish deja la cuestión en el aire, pero da igual, porque la enorme violencia de esa conclusión pone de manifiesto esa vena hostil que anida en el ser humano hacia todo lo que es diferente, y ello incluye, por supuesto, la idea de una pluralidad de mundos habitados.(...)



Más allá de su contenido religioso, la novela constituye un interesante ejemplo de creación de especies extraterrestres, un aspecto éste que en la ciencia-ficción ha seguido las pautas más variadas.
En un extremo, tenemos a los autores que se conforman con breves pinceladas descriptivas de una cultura alienígena, meros apuntes que sirvan para apoyar el argumento y la interacción entre aquélla y los humanos. En el otro, están los escritores que se molestan en imaginar un complejo marco biológico, social o cultural para esos seres no humanos, especialmente si ello va a jugar un papel relevante en la historia.
(...)
Un caso de conciencia es claramente una alegoría, pero no por ello su autor descuidó la descripción meticulosa del sustrato científico que, por otra parte, juega un papel sustancial en la narración. James Blish no solo se graduó en Biología, sino que trabajó como editor científico para la multinacional farmacéutica Pfizer hasta que su talento como escritor le permitió dedicarse exclusivamente a la literatura. Y aunque la formación científica no es ni mucho menos una rareza entre los escritores de ciencia-ficción, no deja de ser notable la forma en que aquí consiguió concentrar de forma armónica aspectos tan dispares a priori como la ciencia dura y la meditación teológica.

Así, Un caso de conciencia está bien fundamentado en lo que de biología se sabía en su momento. Integrado en la primera parte de la novela y desarrollado en profundidad en el apéndice incluido al final, se detalla con minuciosidad el ciclo evolutivo y la estructura ecológica del planeta Litia, su geología y estructura química. Se describe asimismo la ciencia que los litianos conocen, diferente a la nuestra pero a su modo igualmente avanzada: dado que en Litia no hay hierro, sus conocimientos de electromagnetismo son muy reducidos, pero a cambio se han hecho grandes especialistas en astronomía descriptiva, química y óptica.



En cuanto a su estructura narrativa, resulta evidente que Un caso de conciencia es una novela algo desequilibrada a causa de su origen como fix-up: la primera parte fue publicada como novela corta en 1953, ampliándose años más tarde con un segundo bloque para su edición en forma de libro. Ello hace que ambas partes, siendo diferentes su tono y tratamiento de los personajes, no terminen de encajar del todo bien.

El principal fallo de la primera parte, centrada en la exploración, descubrimientos y conclusiones de los científicos en Litia, es precisamente la caracterización de dos de ellos, Agronski y Carver. Este último se nos presenta tan estúpido, xenófobo y venal que su propuesta para el planeta ya resulta absurdo aun antes de que lo detalle. Agronski, por su parte, es una página en blanco, un invitado de piedra que no juega papel alguno de relevancia ni en el desarrollo de la acción ni en la exposición de contenido intelectual. Con todo, es esta primera parte la mejor de las dos gracias a su descripción del mundo litiano y la ingeniosa argumentación que el padre Ruiz-Sánchez utiliza para racionalizar su punto de vista, especialmente teniendo en cuenta que el propio Blish era agnóstico.

La segunda y más problemática mitad de la novela transcurre ya en la Tierra y narra el desarrollo del espécimen litiano desde su estado de embrión hasta alcanzar la celebridad como estrella mediática. El estilo e ideas de Blish demuestran estar por delante de su tiempo, pudiendo perfectamente medirse con novelas más complejas y ambiciosas de los setenta. Su descripción de la Tierra del futuro, lastrada por la paranoia de la Guerra Fría y acosada por serios desequilibrios económicos y sociales, recuerda a la que luego imaginará John Brunner para Todos sobre Zanzíbar o Thomas M. Disch para 334, aunque sin la experimentación estilística que marcó a los escritores de la New Wave.


En marcado contraste con la primera mitad de la novela y no para mejor, el tono mordaz domina esta segunda parte. En menos de cien páginas se pasa del debate teológico-científico a una sátira algo tosca del poder de la televisión, la irresponsabilidad de sus gestores y la doble moral y decadencia de la clase dirigente.

En la primera parte el foco de la narración se centraba en Ruiz-Sánchez y su dilema personal y moral; en la segunda, ese tema se halla también presente, pero Blish desplaza al jesuita del papel protagonista para incluir a otros personajes, especialmente Michelis y Liu, los «padres» adoptivos de Egtverchi en la Tierra. El desarrollo psicológico antisocial de éste último y su tránsito de criatura inocente a líder apocalíptico carece del suficiente dramatismo y no resulta convincente. Al tratar de cubrir demasiado terreno, el libro y sus personajes pierden impulso conforme avanza la acción. Uno tiene la impresión de que si la novela se hubiera concebido y escrito de una sola vez, los resultados habrían sido más armónicos y sólidos.

Con todo, Un caso de conciencia ha envejecido razonablemente bien, y su primera parte sigue contándose entre la mejor ciencia-ficción publicada en los últimos cincuenta años, una muestra de lo que James Blish hubiera podido llegar a ser: su carrera pasó de las space operas grandilocuentes y solo relativamente interesantes de los años cuarenta a un temprano declive, atrapado por mediocres novelizaciones del universo Star Trek antes de fallecer a los 59 años.

lunes, 21 de febrero de 2022

VIGIL: CONSPIRACIÓN NUCLEAR - creada por Tom Edge



Tensión e intriga en una investigación criminal que se desarrolla en las tripas claustrofóbicas de un submarino nuclear.

La miniserie consta de seis episodios y arranca con dos trágicos eventos sin aparente relación: el hundimiento de un pesquero escocés en alta mar, arrastrado al fondo con toda su tripulación por una fuerza misteriosa, y la muerte sospechosa de un tripulante a bordo del submarino HMS Vigil. Oficialmente se achaca a una sobredosis, pero muchos indicios delatan un crimen. Dado que el asesinato ha ocurrido en aguas escocesas la ley obliga a que sea investigado por la policía escocesa, lo cual supone todo un reto puesto que los submarinos nucleares son como los tiburones, no paran ni duermen, patrullando constantemente los mares por rutas secretas. El sigilo es fundamental y durante muchos días ni tan siquiera el almirantazgo llega a saber dónde están. 

Dado el secretismo de su misión, ni la investigación de un crimen puede cambiar su proceder; de ahí que la detective Amy Silva (Suranne Jones) tenga que subir a bordo en alta mar y sumarse a un estado de alarma permanente, con comunicaciones escuetas y cifradas y un ambiente claustrofóbico que amenaza su estabilidad mental. Cuando la escotilla se cierra sobre la cabeza de la detective Silva se activa una olla a presión que hará aflorar sus peores miedos y traumas. 


La acción se plantea tanto dentro del submarino como fuera, ya que otra detective, Kirsten Longacre (Rose Leslie), investiga los antecedentes de la tripulación del submarino y la posible implicación de un grupo de manifestantes contra el programa de disuasión nuclear conocido como Trident. El pasado de ambas detectives y el de los propios tripulantes esconde alguna tragedia que arrojará luz sobre las circunstancias actuales.

La situación es muy volátil y las detectives no encuentran toda la ayuda que precisan de las jerarquías machistas de la marina. Además, a bordo impera una especie de ley del silencio que parece estar tapando algún tipo de secreto. Con la mismísima Royal Navy bajo sospecha y el Vigil cerrando sus comunicaciones, las dos compañeras han de enviarse notas con mensajes en clave para avisarse de sus descubrimientos. Por si fuera poco, también los rusos acechan para destapar al submarino cuando un gas tóxico letal obliga a sellar tanto la reserva de alimentos como la sala de misiles: la operatividad del Vigil está comprometida. Si continúa el sabotaje podría inutilizar el submarino hasta dejarlo a la deriva con un montón de cadáveres en su interior.


Será la detective Longacre quien comience a atar cabos investigando al asesinado telegrafista Craig Burke (Martin Compston) y sus contactos con la activista Jade Antoniak (Lauren Lyle) que de pronto aparece muerta. Tanto su ordenador como una memoria USB que le había entregado Burke han desaparecido y parecen contener la clave de una misión anterior del Vigil, en la que se produjeron dos muertos en medio de un escándalo con sexo y drogas. Pero también en el interior la investigación avanza. El experto en telecomunicaciones descubre que un tripulante del Vigil estuvo intercambiando mensajes codificados a través de un "inocente" foro de pesca hasta el mismísimo momento de la salida del Vigil. Poco a poco parece cobrar cuerpo la idea de un traidor a bordo.

La investigación en dos escenarios, interior y exterior, mas la información nueva que va surgiendo en cada episodio hacen que la trama se complique hasta resultar absorbente. Si a eso le sumamos el aislamiento de la detective y el claustrofóbico ambiente del submarino donde cualquier fallo puede ser letal, la angustia está asegurada.

La serie cuenta con una trama densa y vertiginosa que se desarrolla con giros constantes y sorprendentes, además de una impecable puesta en escena. Una amplia batería de personajes complejos hace el resto; ya que la historia de espionaje de altos vuelos, con el MI5, los rusos y los americanos implicados, encuentra su perfecto contrapunto en los conflictos personales de todos ellos.



La BBC se basó en puntuales eventos históricos referidos al submarino británico HMS Vigilant y a las protestas contra el programa Trident para montar este policial tan adictivo como lleno de recovecos. 

Otro acierto de World Productions, la misma productora de series tan excitantes como Line of Duty y Bodyguard.

sábado, 12 de febrero de 2022

SOLO las BESTIAS - de Colin Niel




Dos aspectos me llaman la atención de esta original novela, su estructura laberíntica con 5 historias de personajes sin aparente conexión -uno vive en África, otro en Paris y tres en el Causse, una remota meseta del Macizo Central francés-, y su buceo inmisericorde en la soledad y la incomunicación de sus vidas. Como una metáfora de este mundo hiperconectado en el que vivimos, el autor nos irá descubriendo cómo la tecnología y el deseo puede unir estos destinos tan dispares; aunque la moraleja sea que esta conexión no hace más que constatar la soledad implacable de cada uno de ellos.

La novela se estructura en cinco capítulos donde se recoge la versión de los hechos, anhelos y frustraciones de cada personaje. El nombre de cada uno de ellos sirve de título: Alice, Joseph, Maribé, Armand y Michel. Cinco historias perdidas en distintos continentes que inopinadamente acabarán trabadas. Alice es una trabajadora social que presta asistencia a los solitarios granjeros entre los que están su propio marido -Michel- y su amante -Joseph-; además Maribé, una joven caprichosa que vende ropa reciclada mientras busca su lugar en la vida y Armand, un joven africano que corre el riesgo de ahogarse en sus sueños mientras se dedica a la extorsión online.

Los Causses son unas elevadas mesetas rodeadas por impresionantes gargantas fluviales. Islas remotas llenas de náufragos. Son una de las zonas menos pobladas de Francia y en general están dedicadas al pastoreo. Allí es donde desaparece Évelyne Ducat, la mujer de un prestigioso y rico empresario, cuyo coche abandonado es encontrado por Alice en medio de una carretera helada. Colin Niel teje una red de historias en torno a esta desaparición haciendo que cada uno de los cinco personajes nos revele no sólo su intersección con la desaparecida, sino también su vida y frustraciones.


La arquitectura de la trama es uno de los hallazgos del libro. Los diferentes puntos de vista nos permitirán ir completando el puzzle en nuestra cabeza, añadiendo nuevos datos según conocemos la historia de cada personaje. Niel transita con facilidad tanto en el ambiente rural de la Francia vaciada como entre los estafadores africanos cargados de supersticiones; con todo ello es logra trazar un mapa global de las frustraciones.

Sin duda los puntos donde confluye cada personaje con la desaparecida excitan nuestra curiosidad; pero no es menos apasionante el relato en primera persona donde cada personaje da cuenta de su decepción. Con un dramatismo muy ajustado Colin Niel nos traslada el naufragio de estas vidas. En una entrevista el autor reflexionaba que "lo que me ha resultado muy difícil ha sido encontrar la voz, la trayectoria y la historia de cada uno de estos protagonistas, tan distintos entre sí". Como en el caso de Maribé.
Dos años a la mierda.
Volvía a tener migrañas, golpeándome el cráneo todo el día. No salía mucho de mi estudio, solo para arrastrarme por tiendas de segunda mano. Ni siquiera quería escuchar música: el rap me recordaba demasiado a ese gilipollas al que acababa de darle una patada antes de que a él le salieran pelotas para hacerlo antes. Dibujaba vagamente fumando cigarrillo tras cigarrillo, diseñaba ropa improbable que luego nunca se convertían en vestidos.
Pero lo peor no era quedarme sin dinero o hundirme en la oscuridad entre cuatro paredes. Estoy acostumbrada. No, lo que me daba más miedo era estar sola.
Realmente sola.
Después de la sensación de libertad, volví a sentirme como la vez anterior.
Una angustia brutal. No ver a nadie, instalarse indefinidamente en la soledad, se me hacía aterrador. Como si estuvieras hundiéndote en un túnel del que nunca volverá a salir. Después de una semana, estaba en caída libre. Y esperaba con impaciencia que se abriera el paracaídas.
El comienzo de mi vida número cuatro.




Se puede decir que el sustrato de esta novela es la soledad. Armand está solo con sus sueños en una populosa ciudad africana; mientras que para Michel y Joseph la soledad de sus granjas es como una metástasis que ha ido dejando huecas sus vidas. Así empieza el capítulo narrado por Joseph
"Hay días en que no quieres volver al interior. Te levantas con el sol de verano que se arrastra por el cielo, y te quedas medio dormido en la galería detrás de tu granja con tu perro que se da la vuelta como un pequeño demonio. En la parcela donde han pastado toda la noche, recoges a tus ovejas, las cuentas un poco, de vista, solo para ver si algún lobo bastardo no se ha comido ninguna. Las llevas a pastar de nuevo, gritándoles aunque después de tantos años ya no te hacen caso, vas más allá de la avenida donde tu abuelo una vez perdió una oveja, cierras la cerca. Allí, en lugar de volver sobre tus pasos, te subes a la colina, te sientas en el borde de un muro, enciendes un cigarrillo y miras el rebaño, disperso, como hacen los pastores desde siempre. Observas sus movimientos que te hacen pensar en un río que fluye, que aparece y desaparece detrás de las rocas. Sabes que tienes que irte, que el trabajo te espera. Hay mucho trabajo todo el tiempo. Piensas en los papeles que se amontonan en la mesa de la cocina, las cercas que hay que reparar, el estiércol que repartir por los campos. Pero no puedes. Sigues mirando sin moverte de tu piedra. No estás bien, no es solo una cuestión de cabeza, es algo más dentro de ti lo que no está bien. Como vives solo, al final has aprendido a conocerte. Sabes que si aquí, en medio de la montaña y con tus animales, te sientes mal, significa que dentro será aún peor. Y luego empiezas a odiar también a tus ovejas. Ya sabes que no tienen la culpa: tú eres el pastor, no al revés. Pero eso no cambia nada. Las odias porque no tienes nadie más a quien odiar."
Y es que el territorio de los Causses es otro de los hallazgos de la novela. Parajes áridos e inhóspitos que quedan aislados del mundo en invierno, donde la vida se convierte en un trabajo de supervivencia. Un territorio que marca de forma indeleble a sus habitantes y que también cuenta con sus propios mitos, como la tormenta. 
La tormenta.
Sí, algunos decían que Évelyne Ducat había sido arrastrada por la tormenta, como había sucedido en otras ocasiones. La tormenta es el nombre del viento de invierno que a veces estalla en las cumbres de estos parajes. Es un viento que drena con violentos chubascos de nieve, que esculpe la nieve detrás de cada bloque de roca y que, según se decía entonces, mata con mayor seguridad que una mala gangrena. Así murieron dos maestras en los años cuarenta, historia que yo conocía desde que era niña. Desde su pueblo, se encaminaron para ir a la escuela, a solo dos kilómetros de distancia, y se perdieron en medio de la tormenta. Las habían encontrado congeladas, aferradas la una a la otra al pie de un árbol escarchado. En las aldeas, nuestros antepasados habían construido campanarios que hacían sonar para guiar a los que se perdían cuando llegaba la aspereza del invierno. Ahora era parte del folklore local, restos de una época en la que todo era más difícil.
Aunque la peor tormenta de estos parajes son los suicidios. La estadística dice que  un granjero se suicida en Francia cada dos días.
Cinco trabajadores sociales para cuatro mil campesinos, recorriendo las granjas del territorio para conocer a aquellos que nadie más va a ver, para explicarles que no, que no están solos, que tienen derechos, que existen ayudas para contratar a una señora de la limpieza o para dejar su rebaño con alguien durante al menos una semana en agosto. Nadie se imagina lo que sucede dentro de estas granjas donde solo unos pocos profesionales siguen trabajando. Nosotros, implicados hasta el cuello. Los éxitos agrícolas, los jóvenes que se instalan en el campo, que innovan, que crean empleos y se desarrollan en internet, aquellos que honran la profesión, sabemos que existen, a veces pensamos en ellos para darles ánimos, pero no los vemos.
Lo que vemos son las familias destrozadas, las parejas que se separan porque la señora quiere tener un hijo mientras que el señor quiere un nuevo establo, los hombres que caen en la depresión bajo el peso del trabajo, los jubilados que se dejan morir cuando pierden a sus esposas, y los hijos huyen de la región.


Una novela de formas de vida y personajes taciturnos y abandonados. ¿Quiénes son las bestias que dan título de la novela? “Solo ellas, sus vacas, sus ovejas, sus corderos, comparten la soledad de los protagonistas”, explica el escritor. Pero va más allá: "Me gusta el título porque también es metafórico, acepta interpretaciones de todo tipo. Después de todo, nosotros también somos bestias. Todos somos bestias".









En marzo de 2021 se estrenó una notable adaptación cinematográfica de esta novela, dirigida por Dominik Moll. 

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Colin Niel nació en 1976 en Clamart, Francia. Cursó Ingeniería Agraria y se convirtió en ingeniero especializado en la preservación de la biodiversidad. Dejó la metrópolis para instalarse en la Guayana Francesa durante seis años. Estuvo a cargo de la creación del Parque Nacional del Amazonas, una misión que lo marcó profundamente. Más tarde se convirtió en director adjunto del Parque Nacional de Guadalupe. A su regreso de la Guayana, se lanza a escribir novelas negras. Influido por Indridason, Lehane o Hillerman escribe novelas policíacas muy documentadas y con un fuerte trasfondo social; inspiradas en la realidad cotidiana de las fronteras donde se mezclan inmigrantes, apátridas y demás forasteros en situación irregular.

jueves, 3 de febrero de 2022

BELFAST - de Kenneth Branagh




Kenneth Branagh nos invita a visitar su infancia con esta película en blanco y negro, y lo hace con un ejercicio narrativo plenamente nostálgico.

La acción transcurre en Belfast durante los violentos hechos de 1969, cuando se rompió la convivencia entre protestantes y católicos, produciéndose disturbios e incendios de casas. Branagh elige el punto de vista de un niño de 9 años, Buddy (Jude Hill), para mostrar el surgimiento del sectarismo y la violencia que obligó a muchos irlandeses de norte a emigrar.

La película tiene un comienzo hermosamente cinematográfico con dos secuencias que resumen todo lo que sir Kenneth Branagh quiere exponer en el film. La secuencia de los créditos se abre con unas radiantes vistas del Belfast contemporáneo con el color dorado del atardecer acariciando sus edificios más emblemáticos, como el museo del Titanic, y tomas aéreas de la ciudad rodeada por el verde sedoso de Cave Hill. Todo ello mientras suena el clásico de Van Morrison "Coming Down to Joy".



Pero un ligero movimiento de cámara nos hace transitar del color al blanco y negro, mientras nos acerca a una calle donde una madre llama a su hijo: ¡Buddy!. El mensaje va transmitiéndose de vecino en vecino y de calle en calle hasta que llega al niño que está jugando a guerrear con espadas de madera. Entonces Buddy regresa a casa cruzando saludos y bromas con los vecinos, pero cuando llega a su calle se encuentra metido de lleno en una de las primeras escaramuzas de los violentos sectarios que agredían y rompían ventanas al grito de "¡católicos fuera!". Buddy se queda clavado, con los ojos muy abiertos, mientras la cámara gira a su alrededor y nos transmite esa sensación amarga de la inocencia asaltada por la incomprensible furia e intransigencia.

Ahí está todo el sentido de la película. Primero el homenaje a su ciudad y luego el recuerdo imborrable y nostálgico de una infancia feliz en el paraíso del que fue expulsado por la violencia. De ahí que la película concluya con unas emotivas dedicatorias:
"A los que se fueron",
"A los que se quedaron"
"A los que se fueron para siempre"

En esta entrevista, Kenneth Branagh repasa sus sentimientos mientras escribía la película: 

"El viaje de escribir 'Belfast' fue regresar a ese sentimiento claro de entender quién soy; no un individuo, sino a la idea de un pueblo que educa a un hijo. En este caso una calle en Belfast. La película es un acto de gratitud a esos guardianes que dieron sentido a mi vida."





Además de las barricadas en las calles, los cortes que aparecen de televisión y noticias de radio nos ofrecen un contexto histórico completo de esos años de enfrentamientos viscerales fomentados por las diferencias políticas y religiosas; pero el director lo deja como telón de fondo centrándose en la experiencia vital del niño. Esto hace que, como espectadores, sintamos que algo se nos ha hurtado.

Branagh no elige profundizar sobre el virulento conflicto de Irlanda de Norte, que tiene sus raíces en la violenta partición de Irlanda en 1921 y que enfrenta a la comunidad nacionalista o republicana, generalmente católica, y a la comunidad unionista que se identifica como británica, mayoritariamente protestante. Se queda con la mirada expectante del niño, con sus problemas amorosos con una compañera, con sus primeros escarceos con los problemas adultos y, sobre todo, con la educación sentimental que le proporciona su abuelo (Ciarán Hinds). Efectivamente debemos conformarnos con eso, y no es poco. Es notable el carácter elegíaco y la calidez con que Branagh retrata su infancia en Belfast.
Buddy con su padre y su abuelo


Diluido el conflicto político, la película centra su pugna en la decisión de quedarse en Belfast o emigrar a una nueva vida en Inglaterra. El enorme paro que asolaba la región y la virulencia de los disturbios los empujan fuera de su hogar. Recordemos que decenas de casas fueron incendiadas y que miles de personas abandonaron sus hogares.

En la misma entrevista, Branagh repasa sus intenciones a la hora de escribir la película: 

"Supongo que una de las razones para hacer la película fue algo que yo mismo descubrí en la sala de montaje y que nunca había mencionado. El día que la mafia subió por las calles exigiendo que se fueran los católicos y todos los protestantes que los apoyaban, mis padres se vieron obligados a marcharse, a hacer un sacrificio por mi hermano y por mí. El egoísmo de unos pocos demostró la generosidad de otros, que nunca dejaron de amar a su ciudad y se vieron obligados a emigrar."

 

Aunque no se cargan las tintas políticas, sí que hay un par de bofetones a los intransigentes: Un primerísimo plano de la abuela del niño (una estupenda Judi Dench) susurrando con amargura y firmeza, "Vete, hijo". También cuando un compañero presiona al padre de Buddy para que se implique en la lucha como protestante. Le exige que se defina quién es con esa frase tan odiosa de "es muy fácil o estás con nosotros o contra nosotros", a lo que él responde: "yo por lo menos sé quien eres tú, un pandillero".

Belfast, 1969







La película contiene  todo un puñado de citas que subrayan el amor por el cine que desde niño tuvo Branagh. Buddy sueña con un futuro que le aleje de los problemas pero, mientras tanto, tiene el escape del cine. Le vemos ir al cine con su familia, y la pantalla la vemos a todo color, para ver contemplar a la imponente Raquel Welch en Hace un millón de años o al divertido Dick Van Dyke en Chitty, Chitty Bang, Bang.

Brannagh también utiliza las películas clásicas que aparecen en el aparato de TV para subrayar el valor de su padre, que es protestante, pero no quiere implicarse con los grupos violentos. Así aparecen en los momentos más dramáticos escenas de El hombre que mató a Liberty Valance y Solo ante el peligro.

El homenaje que el director hace a su tierra permea todos los estratos de la película. El elenco de actores (a excepción precisamente del niño, Jude Hill) es plenamente irlandés: Jamie Dornan (el padre)  Caitriona Balfe (la madre) y Ciarán Hinds (el abuelo) son irlandeses, lo mismo que el gran Van Morrison que aporta ocho canciones a la banda sonora. También nos arranca una sonrisa cuando la tía de Buddy, ante su inminente marcha, le dice: "los irlandeses nacemos para emigrar. Sólo necesitamos un poco de nostalgia, una Guiness y Dany Boy"



No sé si la época que estamos viviendo invita a la nostalgia o es la edad de sus creadores que, después de triunfar, vuelven su mirada hacia la infancia. En poco tiempo nos hemos juntado con Roma de Alfonso Cuarón; Fue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino y Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar. Ésta de Branagh abunda en el tema y de hecho ha reconocido que el clic para lanzarse a escribir y realizar Belfast, se lo produjo la película de Almodóvar. Viéndola encontró el tono correcto para un proyecto que llevaba varias décadas en su cabeza. 
Si comparamos ambas no cabe duda de que a Belfast le sobra un poco de azúcar y le falta alguna complejidad y desgarro.