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viernes, 16 de mayo de 2025

UNA QUINTA PORTUGUESA - de Avelina Prat


España-Portugal, 2025


Fernando es un profesor universitario casado con una mujer serbia. Una mañana se encuentra con que ella se ha ido sin dejar rastro. Siendo profesor de Geografía y amante de los mapas antiguos Fernando se queda sin rumbo, como un navío desarbolado. No sabe qué hacer con su vida y acaba yéndose a la costa portuguesa. Allí encuentra a Manuel, un jardinero que gusta de estar "de acá para allá", enlazando trabajos y temporadas en distintos pueblos. Su próximo destino era la "Quinta de los Almendros Blancos" en el interior de Portugal pero, inopinadamente, muere de un infarto. Fernando no lo duda, todavía está flotando en un vacío existencial, decide suplantarlo y se presenta en la Quinta como jardinero. 

Allí conocerá a Amalia que nació en Angola pero tuvo que huir tras la revolución. Después de unos años por Europa acabó regentando la Quinta de su tía. Una noche le reconocerá a Manuel (Fernando) que la Quinta representa para ella "su libertad y su prisión". 








Como se ve, todo lo que ocurre en la cinta son los habituales menesteres de la vida. La película rezuma autenticidad y calidez. Los tres personajes principales se encuentran desplazados. Han dejado una vida atrás y están buscando el rumbo que los sitúe.

Se puede decir que la película, por un lado, habla de la impostura, el tratar de inventarse uno mismo aunque sea convirtiéndose en otro. Fernando ha suplantado a Manuel. Amalia, de algún modo, ha suplantado a su tía. La finca a veces le parece una elección y a veces una imposición de la vida. «Yo no pertenecía ni allí ni aquí, mi patria era el colonialismo. Esta quinta ha sido mi libertad y mi prisión», reconoce agudamente. Incluso cuando Fernando va a vender su piso de España se lo encuentra okupado por una mujer que está suplantando a su esposa. 

Todos somos impostores, parece decirnos. Todos vivimos como un personaje que vamos construyendo.


Los tres protagonistas son personajes extraviados y dolientes que vienen rebotados del infortunio. 
Todos están intentando encontrar su lugar en el mundo. 
Este es el otro tema de la película.

La propia directora y guionista, Avelina Prat, ya lo avanzó en una entrevista: 
"Uno de los pilares de la identidad es el lugar y la película habla de la búsqueda de ese lugar donde sentirse bien, donde ser uno mismo. Un lugar del que dejar de huir. Un lugar que no tiene que ver con las raíces, sino con el hallazgo”







La experiencia humana está atravesada por giros de guión que nos desubican, como bien muestra la película. Para Fernando perder a su mujer fue como perder la brújula. En clase un alumno le dice no entender su explicación, a lo que responde "ya tampoco entiendo nada". Por ese motivo emprende un viaje a ninguna parte en busca de ese algo que le ayude a saber quién es y cual es su lugar en el mundo. 

Fernando sintonizará con los ciclos que emanan de la Quinta portuguesa; los de la siembra y la cosecha, los de los días ociosos por la lluvia y las veladas de confidencias. 

El ritmo de la cinta es plácido, los giros narrativos estimulantes y la película delicada, casi lírica. El dolor siempre es contenido. Amalia de vez en cuando desaparece de la Quinta para volver de madrugada ebria. Sale "para ver su vida desde fuera", nos dice. Lo contrario de lo que hace esta película, capaz de mostrar en cada plano la intimidad emocional de sus personajes. En ese sentido tanto Manolo Solo como María de Mederios y Branka Katic están espléndidos.



Un asunto más me llama la atención. Cuando la directora junta a sus protagonistas nos hipnotiza. Todos acarrean historias. El jardinero Manuel le detalla al profesor perdido sus vagabundeos impenitentes. El tabernero que recibe a Fernando le refiere la accidentada historia de Amalia. La propia Amalia le cuenta el extraño suceso de un ladrón que encontró a un anticuario desnucado en su bañera y cómo actuó. Parecería que la guionista y directora buscara complicidades en un mapa lleno de itinerarios para que nos orientemos. Ratificando aquello de que la vida es buscar aunque no se sepa qué.

La película está "falada" en español y portugués. Otra delicia más que sumar en esta cautivadora historia.









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‘Una quinta portuguesa’ es el segundo largometraje de la directora Avelina Prat, tras su ópera prima ‘Vasil’ (2022), cuyos protagonistas consiguieron el Premio al Mejor Actor ex aequo en la SEMINCI de Valladolid.
El guion de "Una Quinta..." fue seleccionado en el laboratorio internacional MIDPOINT Feature Launch organizado por dicho Instituto junto al Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, donde fue uno de los 9 proyectos seleccionados.
La película está rodada entre distintas localizaciones de Barcelona y la Quinta da Aldeia, una verdadera quinta portuguesa que se puede alquilar y que se encuentra en la villa de Ponte de Lima, al norte de Portugal.

miércoles, 19 de marzo de 2025

ANORA - de Sean Baker



Esta película se llevó la Palma de Oro del último Festival de Cannes y acaba de recibir el Oscar a la mejor Película, a la mejor Dirección, al Mejor Guión y al Mejor montaje, además del Oscar a la mejor interpretación femenina. 
No entiendo el por qué de los cuatro primeros Oscars. 
La película me parece más que sencilla simple, con un conflicto de poca envergadura y unos personajes en los que hay poco que rascar.

Anora es una joven de ascendencia rusa que trabaja en un local neoyorkino como bailarina erótica. Una noche recibe a un grupo de jóvenes entre los que destaca uno de carácter jovial, con muchas ganas de divertirse. Es el hijo de un jerarca ruso multimillonario y acaba enrollándose con Anora. El pase privado le parece poco y termina llevándosela a su mansión de Brighton Beach. Deseoso de alargar la fiesta le propone un contrato de 15.000 dólares por ser su novia durante una semana. 


Todo es fantástico. Anora alucina. El dinero corre a raudales. Se van de juerga y luego a follar. Salen de compras y luego a follar. El chico se pasa el día jugando a videojuegos y sólo para para follar. Finalmente coge su jet privado y se van a Las Vegas para correrse una juerga y... acaban casándose en una de esas capillas tan kistch que pululan por la ciudad del juego. Anora cree que ha encontrado a su príncipe azul pero, aunque ellos no lo saben, acaban de cruzar una línea roja.

El guardaespaldas avisa a la madre del chico que monta en cólera y viene rauda desde Rusia para deshacer el entuerto. Cuando baja del avión en Nueva York ya la están esperando el abogado y el juez con los papeles del divorcio preparados. A nadie le importa Anora. Ha tenido un pico de felicidad que apunta a estrellarse contra el suelo. Aunque ella no es una víctima. Conoce bien los sinsabores de la vida y planta cara; pero la calidez de ese corto viaje que acaba de hacer desde lo contractual hasta lo emocional ha convertido su fuerza en vulnerabilidad. 


La historia tiene el gancho de presentarse como el reverso acibarado de Pretty Woman, pero no tiene profundidad ni encanto. Anora se ha lanzado por el tobogán enloquecedor de esa oportunidad única sin reservas ni dudas. Ella solo vive el momento. Por supuesto se resiste cuando la madre empuja para organizar el divorcio; pero no percibo drama y la emoción es limitada. Todo es demasiado previsible.
Es como cuando has perdido un contrato. 
El chico es un viva la virgen que por supuesto va a lo suyo, mientras Anora sigue resbalando por un cristal de colores que sólo se rompe en el último plano.
 

Creo que todos estos premios tienen algo que ver con reconocer una carrera, una mirada y un estilo que, por supuesto, lo merecen; pero no han acertado con la película. Sean Baker tiene mejores películas donde practica esa vuelta de tuerca a la sociedad norteamericana para mostrar sus miserias y sus valores deshumanizantes. 

Sean Baker nació en 1971 y su trayectoria lo avala como un cineasta de gran honestidad y humanismo. Su cámara pone el foco en la gente que habita los márgenes de ese mito edulcorado que es el sueño americano. Y lo hace con un riguroso realismo pero también con una gran sensibilidad, atento al dolor de los excluidos. Aunque se dio a conocer con Starlet (2012) rompió moldes definitivamente con "Tangerine", una cinta muy cruda sobre una prostituta transgénero que, al salir de la cárcel, inicia la búsqueda de su anterior amante sondeando en la noche de la ciudad. Este asunto se repite en Anora cuando el chico desaparece y la madre, el guardaespaldas y Anora recorren todos los antros de la ciudad buscándolo. Aunque yo me quedo con "The Florida project’ (2017), una crónica ácida y tierna de los descartados por el sueño americano.
 
En ella Willem Dafoe encarna al responsable de un motel situado en las inmediaciones de Disney World. Tanto el motel como el parque acaban siendo dos espacios extremos, artificiales y casi irreales. En ese motel cercano al "lugar más feliz de la Tierra" malviven una madre y su hija, víctimas de la desesperanza y la miseria que provoca la trituradora capitalista. Cabe recordar que en EEUU está prohibido instalarse de forma permanente en estos alojamientos, de modo que aquellos que no disponen de vivienda deben deambular de motel en motel o de habitación en habitación escondiendo su infortunio. El recorrido de ambas por la derrota es amargo pero vitalista y, sobre todo, está lleno de humanidad y amor.  Brooklynn Prince interpreta a la niña protagonista de seis años y, como Mikey Madison en Anora, está magnífica.
Finalmente queda "Red rocket" (2021) otra crónica más de la realidad americana mas sórdida. Su protagonista es una estrella en declive del cine porno que abandona Los Angeles para regresar a su pueblo de origen en Texas. Pero tiene grabado a fuego la cultura del éxito americano de modo que, una vez allí, se lía con una Lolita local en la que ve una nueva oportunidad para reverdecer laureles en la Tierra de los Sueños. Sean Baker retrata a este buscavidas adulador y ególatra con una gran empatía, sin juzgarlo.

viernes, 28 de febrero de 2025

EMILIA PÉREZ - de Jacques Audiard


Por fin he podido ver Emilia Pérez en el cine: muy buena. Una película sobre violencia, redención y muerte.

Cuando te dicen que vas a ver una película que es como un narco-corrido en el que el temido jefe de un cártel de México quiere empezar una nueva vida convirtiéndose en la mujer que siempre ha soñado ser y que encima tiene números musicales... se te puede ir la olla. Pero la verdad es que la película es coherente y audaz. No es la primera película sobre un capo que quiere cambiar de vida alejándose del crimen y la violencia. Que en este caso el cambio afecte hasta el género y el sexo, ¿Por qué no?.

Rita (Zoe Saldaña) es una abogada a la que contrata el capo Manitas del Monte para ayudarlo a salir de México y someterse en secreto a una cirugía de reasignación de sexo. Siempre se ha sentido mujer pero la ciénaga donde se ha criado le ha obligado a ser más cabrón que nadie para sobrevivir. Ahora ya está en la cima del crimen pero esta vida que lleva le es tan insatisfactoria que ha llegado a pensar en el suicidio. Aunque piensa que no puede quitarse de en medio sin haber intentado siquiera alcanzar la vida que anhela. Ya como Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón) regresará a México años después para estar cerca de sus hijos y su esposa (Selena Gómez).

Yo creo que más que en el narcotráfico la película se centra en quién quiere ser Emilia Pérez, una persona que quiere vivir como siempre se ha sentido, y en eso me resulta notablemente sincera. Desde el primer número musical la película emite un oscuro magnetismo; aunque me sorprende el cambio moral que se produce con el cambio de sexo. Ya como mujer y lejos de su horda de sicarios, Emilia se muestra cariñosa y empática; llegando a crear una fundación para rescatar a las víctimas de los cárteles. ¿Será por el hecho ser/sentirse mujer? La violencia suele ser cosa de hombres.😒


La película tiene tiros, muertes y amputaciones y está contada con mucho brío. México tiene una realidad muy cruda y la cinta se sumerge allí con sólo un par de trazos porque lo que interesa son los personajes. Sus dudas y urgencias. Ahí es donde entran los números musicales que en modo alguno son un pegote, al contrario; están encajados de un modo coherente pues recogen de forma lírica los lamentos y temores de los personajes. Además no son canciones cantadas a pleno pulmón como en un musical al uso; sino que muchas veces son susurradas, con voz rasgada, como cantadas para uno mismo. Por eso las canciones no solo no menoscaban la acción, sino que elevan el nivel dramático del relato gracias a unas interpretaciones -sobre todo de Zoe Saldaña y de Karla Sofía Gascón- sentidas y espectaculares. 

La cinta tiene tres números excepcionales, con canciones debidas a la estrella pop francesa Camille con partitura de Clément Docul. El primero, con el que se abre la película, nos muestra a Rita en un mercado cuyas gentes le hace los coros, mientras expone sus dudas redactando el alegato de un caso imposible.

La segunda es con el tema "Aquí estoy yo" y nos muestra a los familiares de las víctimas de violencia que quieren dar cuenta y testimoniar. Un alegato profundo y dramático.




El tercero nos habla de la corrupción de todo el sistema social mexicano. Cuando ya Manitas del Monte se ha convertido en Emilia Pérez y vuelve a su México natal monta una Fundación para recuperar los cadáveres de las víctimas y que sus familiares puedan enterrarlos y guardar luto. Para conseguir fondos organiza una gala benéfica con ministros, gobernadores, empresarios, jueces y capos indistintamente. Ahí es donde Rita se lanza a bailar y cantar "El Mal", una pieza poderosa y acusatoria cuya letra desgrana la complicidad entre el crimen y las instituciones gubernamentales. La canción tiene un estribillo que repite "hablan, hablan, hablan"; refiriéndose a todos estos tipos que discursean y hablan sin parar pero no hacen nada para resolver la situación.

Emilia acaba enamorándose de Epifanía (Adriana Paz), una mujer maltratada y violada que entona la última y estremecedora canción de la película en nombre de los "condenados". Así vemos a la propia Emilia Pérez cuando vuelve a México ya convertida en mujer. Sospechamos que está condenada.



Chapeau para Audiard, el cineasta francés autor de las estupendas “Un prophète” (“Un profeta”) y “De rouille et d’os” (“De óxido y hueso”). Ha escrito y dirigido         1. un musical 
                                     2. en español
                                     3. en el territorio del narco
                                     4. con una protagonista trans.
Genial extravagancia que el director ha sabido llevar a puerto solventemente. Aunque Emilia Pérez no está basada en hechos reales, sí se inspira en un personaje del libro Écoute (2018) de Boris Razon, un amigo del director francés. Según ha explicado él mismo en el libro hay un personaje secundario que desea hacer la transición para convertirse en mujer. Le atrajo la idea y pidió permiso para desarrollarla.

Lamentablemente en la carrera de la película se han cruzado todo tipo de polémicas. Primero por unos tuits ofensivos que Gascón publicó hace tiempo. Y también en México se la ha criticado por la imagen distorsionada que da del país, por presentar a un narcotraficante como una heroína y por la ausencia de actores mexicanos. Estoy de acuerdo en que la dicción española de Selena Gómez es desafortunada, pero en lo demás no.
Esto es ficción. 
Si además tiene música, la estilización de la realidad se agudiza, como en una ópera. Emilia viene de ser un narcotraficante en México, pero igual podría haber sido un pirata en las costas del Índico. Audiard ha explicado así el germen de su película: "Algo me impacta profundamente de México: todos estos problemas de personas desaparecidas. Hay regiones enteras a las que no se puede ir porque no son seguras. Quería hacer un musical, entonces ¿por qué no en el contexto de una tragedia?"



viernes, 31 de enero de 2025

THE BRUTALIST - de Brady Corbet

EEUU - 2025


Parece que sólo se habla de las tres horas y veinte minutos que dura esta película; pero que nadie se asuste, tiene un gran ritmo y lo que cuenta mantiene alto el interés durante todo el metraje. A mí no se me hizo pesada en ningún momento. Otra cosa es que la considere extraordinaria.

La cinta narra la historia del arquitecto judío László Tóth (Adrien Brody), célebre en Europa por sus edificios estilo Bauhaus, pero que tuvo que huir a EE UU tras pasar por un campo de concentración nazi. En Norteamérica debe empezar de cero sufriendo el racismo y la desconfianza que los estadounidenses destilan hacia los inmigrantes. Vive con su primo al que ayuda en su tienda de muebles, pero acaban enemistados y él viviendo en un albergue. Por suerte le dio tiempo a realizar una biblioteca para el ricachón Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), cuyo diseño llama la atención de una revista, lo que le otorga un incipiente prestigio. El propio Van Buren quiere rentabilizar el éxito y le encomienda el diseño y ejecución de un complejo religioso-cultural en homenaje a su madre muerta. Esta construcción y la relación tumultuosa con su mecenas serán el hilo conductor de esta película que aparece dividida en dos actos y un Epílogo.
 



El protagonista absoluto de la cinta es este arquitecto de talento único que revolucionó la forma de construir edificios y creó el estilo brutalista que da título a la película. Es en este sentido que la película me ha decepcionado. Seguimos la peripecia vital del hombre -su angustia por traer a su mujer retenida en Austria, su vivencia tormentosa con su familia, sus enfrentamientos con el ricachón y su entorno, su drogadicción- pero de sus ideas revolucionarias como arquitecto casi nada se dice.

Si enfocamos la película sobre el modo en que los emigrantes judíos fueron recibidos en EEUU el asunto es amargo. El propio primo se ha cambiado el apellido para tener su empresa y su mujer norteamericana no acepta a su primo judío. Finalmente logra enfrentarlos y acaba echando a László. Tampoco el hijo del ricachón deja de vigilarlo y un día le advierte "no te olvides, sólo os toleramos". En otro momento escuchamos por la tele la resolución de la ONU creando el estado de Israel, así como la proclamación por parte de Ben Gurión. 
Pero no está ahí el centro de la película.



Si, en cambio, enfocamos la película sobre las turbulentas relaciones entre el poder económico y el arte, ahí sí que hay tela que cortar (y pantalones que bajar). Mr. Van Buren es un tipo que quiere jugar el papel de mecenas del arte y la arquitectura, pero sobre todo quiere ganar dinero y que la gente le rinda pleitesía. Ninguna de estas dos cosas le ofrece László. Hay dos momentos brutales en que Mr. Van Buren le deja muy claro quién manda allí y quién debe obedecer. Uno es cuando decide cerrar la obra y despedir a todo el mundo y otro es más íntimo y descarnado. Por ese motivo el duelo interpretativo entre Pearce y Brody es colosal. Tóth será sucesivamente bendecido y admirado para decaer después a ser tolerado, posteriormente despreciado y finalmente abusado mientras lucha por hacer realidad su obra. László Tóth comprobará con amargura que huyó del fascismo para caer en el capitalismo más depravado.

No hay duda de que el director y guionista sitúa aquí el centro de su película tal y como ha referido en alguna entrevista: «Me interesa tratar aquello que alimenta ideologías tiránicas. El brutalismo como metáfora. Y, como en el caso de The Brutalist, los personajes que luchan y buscan mostrar su mundo interior aún en circunstancias claramente adversas». Este desequilibrio coercitivo, plenamente capitalista, se lo recuerda su mujer al pobre Laszlo con una cita de Goethe  «No hay mayor esclavo que aquel que se considera libre sin serlo».


Tengo que reconocer que esperaba mucho más de la película en cuanto a los tormentos y destellos creativos de un artista tan dotado. No hay nada de esto en El Brutalista. Se nos cuenta el detalle de sus desventuras como hombre, pero nada aparece sobre su inspiración o audacia como arquitecto. Sólo un par de frases me he podido llevar al gaznate. Una, que el hormigón es más barato que el mármol. Otra cuando le reconoce a su mujer que donará su sueldo para poder acabar la obra y ésta le pregunta "¿qué parte del edificio es la que pagamos?"; a lo que él responde, "la altura de los techos. La gente tendrá que mirar hacia arriba para ver la luz en este edificio".
Demasiado poco.

Aunque nos regala unas imponentes imágenes de las canteras a cielo abierto de donde se extrae el mármol de Carrara. Tenemos que esperar a un escueto Epílogo, con formato de reportaje televisivo, en el que vemos a un László ya anciano recibir un homenaje en Venecia. Allí su sobrina explica el sentido de su obra y la motivación de su estilo.

Después de reflexionar sobre la película me quedo con el potente carácter de biopic que ha conseguido. En este sentido me recuerda al film Tar (Todd Field). László Tóth no existió, pero como personaje es fascinante; el tejido que conforma su experiencia personal y el momento histórico que vive logra trasladarnos una intensa sensación de realismo y autenticidad. 







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M. Breuer - Iglesia de la Abadía de St. John´s - Minnesota















   El director ha reconocido que para escribir el guión se inspiró en dos libros, el del historiador de la arquitectura Jean-Louis Cohen, "Architecture in Uniform: designing and building for the Second World War" (2011); y otro donde se relatan los trabajos del arquitecto Marcel Breuer para diseñar los planos de la abadía de San Juan en Minnesota. Fue “una de las mayores fuentes de inspiración para The Brutalist” ha reconocido. Como Tóth, Breuer era húngaro de origen judío y se trasladó a los Estados Unidos antes de que estallase la guerra. 

Ayuntamiento de Boston




    Fue el mismísimo Le Corbursier quien acuñara en la década de 1950 el término béton brut (hormigón a la vista o en bruto), que más tarde se transformaría en “brutalismo” de la mano del crítico de arquitectura Reyner Banham. El ´brutalismo´ surgió durante la posguerra en el Reino Unido. Heredero en parte del racionalismo de Le Corbusier, plantea exponer al edificio de una forma honesta, con materiales a la vista, sin adornos.  De ahí que se construyese con hormigón desnudo (u otros materiales, siempre que quedasen a la vista), en edificios de grandes dimensiones y con paneles de hormigón enormes.

El brutalismo nació de la mano de las utopías sociales propias de aquélla época, aunque tuvo acogida y desarrollo a ambos lados del Telón de Acero durante las dos décadas siguientes. Posteriormente, en tiempos más cercanos a la actualidad, numerosos diseñadores trabajaron para que este estilo arquitectónico perviviera, aunque muchos de los edificios insignia del movimiento cayeron en el olvido o incluso fueron abandonados y finalmente derribados.

En España también hay edificios brutalistas.
Iglesia Nuestra Sra. del Rosario de Filipinas, de Cecilio Sánchez-Robles (1970) -Madrid-

Torres Blancas -Saenz de Oiza (1969) -Madrid-


Iglesia Sta. María de Sales, Viladecans (1967) de R. Kramreiter

domingo, 28 de enero de 2024

ANATOMÍA DE UNA CAÍDA - de Justine Triet

Francia,2023

En los últimos dos meses he visto tres películas francesas sobre juicios a cual mejor, pero ésta es la más floja. Las otras dos son Una íntima convicción (Antoine Raimbault, 2018) que supera a ésta en intriga y pasión por el procedimiento judicial; y El acusado (Les choses humaines,  Yvan Attal, 2021), una formidable película donde el debate traspasa lo judicial hasta convertirse en una reflexión social profunda y nada maniquea sobre el consentimiento y todas sus aristas. 

Anatomía de una caída gira en torno a un matrimonio que ha regresado desde Londres al pueblo de la infancia del marido, en Los Alpes franceses. Él ya no quiere seguir dando clases sino convertirse en escritor. Pero es un deseo largamente frustrado: abandonó una novela a medias y nunca acaba de atacar de lleno su presunta vocación. Mientras tanto su mujer ya ha publicado un puñado de libros. La película comienza en el salón de su casa de montaña, con la mujer atendiendo a una periodista que ha venido a entrevistarla. De pronto, en medio de la conversación, suena una música ensordecedora que proviene del ático, donde el marido se encuentra realizando arreglos. La tensión es evidente, la mujer le reconoce a su entrevistadora que ha sido mala idea citarla allí y la periodista acaba yéndose. En el plano siguiente el hijo, que quedó prácticamente ciego por un accidente del que se culpa el marido -no fue a recogerlo a tiempo al colegio-, regresa a la casa después de pasear al perro y allí, delante del porche, se encuentra el cadáver de su padre con una gran brecha en la cabeza.














Durante el resto del metraje se intentará dilucidar en un juicio si fue un accidente, un suicidio o una asesinato por parte de la esposa. Esta última hipótesis cobra certeza cuando los investigadores descubren un pen drive donde el marido tenía grabada la acalorada discusión que tuvo el matrimonio justo el día anterior a su muerte. 

Anatomía de una caída aborda las relaciones de pareja y tangencialmente cuestiones de género y sentimientos de culpabilidad. La película tiene una duración que se alarga hasta las dos horas y media, pero hay que decir que tiene buen ritmo y nunca decae el interés. También que la realización nunca se eleva por encima de la media, es meramente funcional, sin planos o movimientos de cámara que nos digan algo especial. Todo gira alrededor de la mujer pero no hay malicia, ni suspense más allá de si la declararán culpable o no.

Aunque esta tensión es suficiente para ver con gusto la película, no está ahí el centro neurálgico de la historia. Las intervenciones en el juicio y todo lo que tiene que revivir la esposa tienen que ver con ofrecernos una visión de los problemas de pareja. Ahí está el meollo; pero creo que presentándose como un thriller judicial no da la talla. La narración está carente de intriga o giros más allá de último y definitivo que aporta un recuerdo del hijo.


El juicio ocupa una gran parte del metraje y eso no ayuda porque el desarrollo procesal se muestra torpe y atropellado. Durante toda la película me causan extrañeza las acusaciones del fiscal, ya que en su totalidad no son más que meras suposiciones. Hay que tener en cuenta que nunca se ve cómo ocurrió la muerte y las pruebas son mínimas, apenas 3 gotas de sangre y una brecha en la cabeza del marido. Por eso los argumentos del fiscal, airado y condenatorio, no ofrecen más que endebles conjeturas. 

También me extraña la declaración del psiquiatra del marido que se enzarza en una discusión con la mujer, en pleno juicio, sobre la profundidad de la depresión del marido, excediendo los límites de la interpretación y la confidencialidad. Asimismo el trato del juez instructor hacia el hijo me parece fuera de lugar, un tanto despótico y como prejuzgando. 



Tampoco está muy conseguido el convertir el relato en una espiral de metaficción, dado que marido y mujer son escritores y su narrativa es autorreferencial. La entrevistadora le pregunta al inicio sobre el nexo entre realidad y ficción ya que hay mucho de biográfico en sus novelas. También descubrimos que el marido suele grabar conversaciones y discusiones con su esposa como base de su proceso narrativo. Incluso durante el juicio el fiscal lee un párrafo de un libro de la esposa donde un personaje reflexiona sobre los problemas que hay que tener en cuenta a la hora de planificar un asesinato. Creo que este aspecto no está nada definido y podemos zanjarlo como lo hace la abogada defensora, con un “No juzgamos libros, juzgamos hechos”. 

Me quedo, en cambio, con la escena de la bronca del matrimonio, que en el juicio sólo se oye, pero que la directora nos la reproduce en pantalla con los dos implicados. Todo un acierto porque ahí está el corazón de esta película. La bronca es monumental. Tras años de felicidad, frustraciones y desengaños (lo que es la vida en pareja) el marido abre la caja de Pandora de los reproches: quién se ha sacrificado más, quién lleva la batuta, quien se sale siempre con la suya, quién da más, quién recibe menos, dónde está el tiempo para mí... esa enojosa retahíla que acaba incendiando cualquier relación. La actitud de los contrincantes, los asuntos que se tocan, la gradación en el enfado...todo cuadra y se convierte en una coreografía en busca la explosión. Yo creo que esta escena -maravillosamente escrita y magníficamente interpretada- resume y eleva definitivamente la película. Lo cual está en sintonía con el objetivo de la directora, que la escribió junto a su marido, Arthur Harari, durante la pandemia: "Quería poner el foco en una pareja, donde todo es una negociación". 

Cabría interpretar entonces la caída del título, no como algo físico y mortal sino como referida al fracaso de una pareja.  Si aceptamos que éste es el asunto principal no es extraño que su desarrollo criminal-judicial esté un tanto fuera de foco.


No quiero terminar sin subrayar la portentosa actuación de Sandra Hüller, muy medida y llena de sutileza. En cada escena logra el punto exacto de intensidad y emoción, tanto cuando se trata de una declaración judicial, como en las broncas matrimoniales o en las confidencias con su hijo. Parece el despegue definitivo de la carrera de esta actriz alemana que en la presente temporada nos ofrece un doblete extraordinario, ya que también interpreta a la esposa de un comandante de Auschwitz en la sobrecogedora La zona de interés, de Jonathan Glazer.

lunes, 4 de diciembre de 2023

LA VIDA DE LOS DEMÁS - Mohammad Rasoulof

Irán, 2020


El mal no existe (There Is No Evil), es el título original de una película decidida a demostrar que lo creamos nosotros.

La cinta está compuesta por cuatro historias que son variaciones sobre un mismo tema: el protagonista es obligado a ejercer de verdugo mientras está haciendo el servicio militar, que es obligatorio en Irán. A través de este tema común se nos muestra un Irán actual y cotidiano donde hasta en los pequeños detalles aflora el clima de represión, falta de libertad y control social que deshumaniza todo lo que toca. 

A pesar de constar de cuatro episodios independientes, la película no adolece de la desconexión narrativa que suele afectar a este tipo de cintas. El hilo argumental que las une es suficientemente poderoso para mantenernos centrados en el camino que comparten, cómo afrontan la orden de matar y qué consecuencias tiene para ellos. 

Hay una imagen que resume para mí toda la película y transcurre en el segundo episodio. Los pobres soldados que han sido designados para llevar a cabo las ejecuciones sumarias esperan su turno hacinados en una habitación con literas. Al que le toca esa noche está vomitando y no logra dormir. Cuando llega la hora le conducen hasta la celda del reo y los guardias le indican que debe esposarse a él, para llevarlo hasta la sala donde está preparada la horca. 
Ese plano, con el verdugo y el reo unidos por las esposas camino del cadalso, resulta definitorio del asunto de la película. Los dos, realmente, son prisioneros de un sistema cruel y dictatorial.

















Cada episodio tiene una alcance y una narrativa diferente, pero hay que decir que están magníficamente planteados y rodados. El primero es un modelo de planteamiento narrativo que culmina en un desenlace atroz; mientras que el segundo, después de un debate meridianamente claro entre los personajes apunta a thriller; huir de la cárcel y de la ignominia. El tercero es menos directo que los dos primeros, pero más dramático y sutil. Mientras que en el cuarto se abre el foco del conflicto perdiendo el mensaje contundencia. 

El primero exhibe una capacidad de impacto tan brutal que nos hará recordarlo durante días. Plantea la paradoja de la banalidad del mal acuñada por Hannah Arendt exponiendo con toda su crudeza el debate moral de fondo: ¿es posible matar a otras personas y llevar un vida normal con familia e hijos? Sin duda es el que más fuerza atesora, quizás por tener su origen en una experiencia propia del director y guionista:
“El año pasado, vi a uno de mis interrogadores saliendo del banco mientras cruzaba una calle de Teherán. De repente, experimenté una sensación indescriptible. Sin que se diera cuenta, lo seguí durante un rato. Después de diez años, había envejecido un poco. Quería tomar una foto de él con mi móvil, quería correr hacia él, revelarme contra él y, enojado gritarle todas mis preguntas. Pero cuando lo miré de cerca y observé sus gestos con mis propios ojos, no pude ver un monstruo malvado”, explica el director. Y añade: “Impulsado por experiencias tan personales, quise contar historias que preguntaran: como ciudadanos responsables, ¿tenemos otra opción para hacer cumplir las órdenes inhumanas de los déspotas?”.
En el segundo episodio la prisión moral de quienes matan legitimados por la ley y el estado se convierte en una prisión física de la que el condenado a verdugo ansía huir. La conversación entre ellos revela la trampa urdida por el estado.
-Alguien ha cometido un delito y lo han condenado a muerte. Quitarle la vida no es decisión tuya. A ver si lo entiendes de una vez.
-¿Por qué tengo que ejecutarlo yo?
-Sigue sin poder entenderlo.
...
-Y ¿por qué te has alistado en el ejército entonces?
-Tendrías que haberte ido del país.
-A dónde quieres que vaya sin pasaporte. ¿Qué puedes hacer sin pasar por la mili? No tienes derecho a pedir el pasaporte si no te han dado el certificado. ¿Puedes sacarte el carnet de conducir sin haber hecho el servicio? ¿Apuntarte a la bolsa de trabajo? ¿Sacarte una simple licencia de comercio? ¿Contratar un seguro de familia?.





El tercero es el que tiene un desarrollo más dramático. Es la caída del caballo de un joven dispuesto a matar con tal de seguir su vida, pero las vueltas que da la vida y su novia le enseñarán que no se trata de un peaje cualquiera. Este episodio es el que más me gusta. Es el más reflexivo y sutil, aunque tenga un sesgo melodramático. El soldado no es consciente (o no quiere serlo) de las consecuencias de sus actos hasta que las circunstancias lo sitúan frente a ellas. 
㆒Sirim este sitio es maravilloso, ¿por qué decidiste renunciar a todo, a tu vida, a tu carrera profesional, para volver aquí?
Alguna vez alguien te ha obligado a hacer algo que no deberías hacer?
Sí, en el servicio militar. Desde lavar los platos a lavar los baños hasta marchar y hacer guardias a cualquier hora. Allí todo es forzado. Todo.
㆒Y por qué lo haces?
㆒Si no lo hago el servicio militar será más largo. No puedes hacer nada hasta acabarlo. No puedes trabajar, ganar dinero o salir del país. Después de todo es obligatorio por ley.
㆒¿Quién decide lo que es ley?
㆒No sé qué decir. Alguien con más poder que nosotros.
㆒Si alguna de estas leyes son forzosas ¿Por qué no puedes negarte?
Podría negarme si quisiera. Son 2 años; lo aguantaré como pueda y dejaré de estar en deuda. Incluso si quisiera no tendría el poder.
-Tu poder está en decir NO.
-Si decidimos decir no destrozarán nuestras vidas.
La película ciertamente es amarga. En un sistema represivo elegir claudicar o disentir siempre tiene un coste que se acaba pagando. 


A pesar de los 150 minutos de metraje la película se sigue con interés debido al ingenio del guionista y director, así como a una narración muy sólida y fluida en la que no abundan los tiempos muertos. 

Hacer cine en el Irán de los ayatolás es una heroicidad y más cuando el director tenía prohibido hacer películas y estaba pendiente de entrar en la cárcel. Burló la prohibición pidiendo permisos para rodar cortos en distintos sitios y con distintos nombres, lo que le llevó a componer  este cuadro compuesto de partes. A pesar de estas precarias condiciones la película luce espléndida. La puesta en escena está muy cuidada e incluso cuenta con una magnífica fotografía, debida a Ashkan Ashkani.

Me interesa mucho la conjunción que se da entre crítica social al sistema y crítica al individuo. Ante el poder injusto ¿te pliegas, te escondes, te revelas o convives? ¿Puedes mirar para otro lado mientras "retiras el taburete" a algún reo?




El cineasta iraní Mohammad Rasoulof  fue arrestado por primera vez en 2010 —al mismo tiempo que Jafar Panahi— acusado de rodar sin permiso y, tras ser hallado culpable de “diseminar propaganda contra el Estado” a través de sus películas. Fue condenado a seis años de cárcel y la prohibición de hacer cine durante dos décadas. La pena fue posteriormente reducida a un solo año de prisión, y actualmente sigue pendiente de hacerse efectiva. En 2019, la Justicia iraní volvió a declararlo culpable de cargos similares y lo sentenció a un año más entre rejas, y lo mismo sucedió otra vez en 2020.
En el momento de presentar su película en 2020, Rasoulof tenía pendientes de ejecución dos sentencias de prisión y prohibida la salida del país.

jueves, 27 de abril de 2023

EN LA HABITACIÓN - de Todd Field

EEUU,2001



Leyendo el volumen de relatos "Adulterio", de Andre Dubus, me encontré con el cuento "Asesinatos". Rápidamente sus personajes y vicisitudes me recordaron una película que dejó huella en mí, "En la habitación" (In the bedroom), el primer largometraje de Todd Field, y anoche mismo la recuperé. La adaptación seduce porque aborda con gran cercanía y sensibilidad la tragedia que viven unos padres cuando asesinan a su hijo justo antes de irse a la Universidad.

El doctor Matt Fowler (Tom Wilkinson) y su mujer Ruth (Sissy Spacek) viven plácidamente en Maine con su único hijo, Frank (Nick Stahl), que pasa el verano pescando langostas ante de irse a la Universidad. El típico amor de verano parece que va a ser algo más puesto que Frank se ha enamorado de Natalie Strout (Marisa Tomei), una mujer mayor que él y con dos hijos, que está en proceso de divorcio. Pero esa dulce tranquilidad del verano se viene abajo cuando el exmarido de Natalie sufre un ataque de celos y asesina a Frank.

La película (igual que el relato en que se basa) no se centra en una venganza estridente o en el laberinto judicial que hace que el asesino circule por el pueblo tranquilamente mientras se sustancia el juicio. No se trata de un thriller sino de un drama profundo, sutilmente trazado y desgarradoramente interpretado, que nos acerca a esta familia esencialmente amorosa rota por una tragedia inesperada.



In the Bedroom es el tipo de película que es imposible olvidar. Es brillante, sensible y desoladora. Nos hace sentir la tragedia que viven Matt y Ruth con una emoción tan genuina como intensa. Los días de luto se acumulan como una pesada losa sobre Ruth hasta acabar desquiciándola. Cuando Natalie acude a verla para pedirle perdón, Ruth no puede ni hablar y le suelta un bofetón. Pero lo que más le afecta es cruzarse con el asesino de su hijo por el pueblo. 

La película es un retrato minucioso del dolor de estos padres que va derivando hacia la rabia por una justicia defectuosa y hacia un anhelo de venganza que poco a poco va tomando forma pero que, en todo caso, no es más que un apéndice de la aflicción.

Porque la película está centrada en la congoja por la pérdida y en el modo de resolver el duelo. Lo cual nos lleva a un debate moral que enfrenta, como en un espejo, al crimen pasional cometido por el exmarido de Natalie, con el que está maquinando un desconsolado Matt. Lo mejor es que la película no juzga a nadie. 



En la habitación es un retrato devastador de pérdida, duelo y venganza. Muestra cómo la presión de una tragedia puede poner a prueba incluso al matrimonio más sólido. Pronto Matt y Ruth verán cómo su tranquila camaradería se convierte en ira y recriminación. Una confrontación explosiva que necesita una catarsis que Matt no duda en afrontar. Matt es capaz de asesinar al asesino sólo por amor y gracias al apoyo de un amigo de esos que ya no quedan, incondicional.

Tengo que decir que el relato es más denso y contundente, mientras que la película amplía algunas escenas con un gran sentido dramático. Por ejemplo la escena en que el matrimonio se tira los trastos a la cabeza que está interpretada de forma insuperable. También se subraya la amistad inequívoca que siente Will por Matt: lo cual se traduce en implicarse y ayudarle con los preparativos sin cuestionar su derecho a tomarse la justicia por su mano. Por su parte la escena de los colegas en la partida de póker del sábado es el destilado de una camaradería que impregna toda la cinta.  




La película está construida de forma impecable y avanza hacia un climax que, aparentemente, está fuera de lugar (de ahí su contundencia); porque su centro es más profundo y tiene que ver con afrontar una situación incomprensible de una manera veraz y esencial.  

En esa partida de póker de la que antes hablaba, los compañeros de Matt se quedan sin palabras ante su desconsuelo. Entonces uno de sus amigos recita una estrofa del poema "Mi juventud perdida", de Longfellow. Su inclusión viene determinada porque el poeta es muy popular en EEUU al estudiarse en todas las escuelas.
Nada como la poesía para expresar lo inexpresable y lograr el consuelo. El problema es que el doblaje de los versos al español peca de inexacto.
Donde el doblaje dice:
Hay cosas de las que no se puede hablar
hay sueños que no deben morir
hay pensamientos que al corazón fuerte le hacen débil
y a las mejillas le dan palidez.
Los ojos se llenan de lágrimas
por la letra de una antigua canción.
Un escalofrío me sobrecoge.
El deseo de un niño es la voluntad del viento.
Los pensamientos de juventud son lejanos, lejanos pensamientos.
realmente debería decir: 
Hay cosas de las que no puedo hablar;
hay sueños que no pueden morir;
hay pensamientos que debilitan el corazón fuerte,
y traen palidez a las mejillas,
y niebla ante los ojos.
Y entonces las palabras de esa canción fatal
llegan a mí como un escalofrío:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos pensamientos”.

Todo ello me llevó a buscar el poema completo  que reproduzco en la siguiente entrada, ya que en el contexto de todas las estrofas, esta cita adquiere todo su penetrante sentido. 




miércoles, 8 de marzo de 2023

TÁR - de Todd Field



Un retrato tan complejo y contemporáneo como apasionante.-
La película se centra en la figura de una directora de orquesta en la cúspide de su carrera, momento en que entramos en su vida para conocer su complejísima y narcisista personalidad. Se nos presenta al inicio en todo su esplendor con una larga entrevista que el periodista Adam Gopnik (interpretándose a sí mismo) le hace en el New Yorker Festival. Ahí se nos recuerda que la directora ya ha conseguido la cumbre del EGOT (los premios Emmy, Grammy, Oscar y Tony). Pero lo más interesante es cuando la conversación gira en torno a los mecanismos de la creación musical. Su visión de lo que es "interpretar" una partitura, el flujo de las manos para orientar a los instrumentistas hacia la revelación última escondida en la partitura, sus apuntes secretos para desarrollar cada obra... Con su profundo conocimiento de los entresijos de la música, Lydia Tár logra fascinarnos. 

Fue protegida del gran Leonard Bernstein y, como él, opina que la música tiene el poder de producir emociones y modos de experiencia tan profundos y complejos que resultan insondables. La película seguirá esta pauta con la directora; tanteará sus luces y sombras, buceará en los resplandores y demonios que sostienen a esta artista totalmente intransigente y dueña de sí misma.

La guinda de su éxito va a ser la próxima grabación de la monumental Quinta Sinfonía de Gustav Mahler y los preparativos de este concierto nos permitirán acercarnos a su vida íntima, conocer el lado oscuro de este monstruo de enorme talento y aún más grande egocentrismo. El recorrido de la película debería ser el camino hacia el triunfo total; pero se convierte en un descenso a los infiernos y el derrumbe de su prestigio.



Esta caída en desgracia está narrada de forma elíptica y viene marcada por varias etapas. Primero es una clase magistral en la Escuela Julliard de Nueva York donde humilla a un alumno; luego es su vida familiar junto a su pareja Sharon, que es también la primera violinista de su orquesta. Sharon (Nina Hoss) es el soporte de la familia y se encarga de la hija adoptada por ambas, ya que Lydia sólo vive para su carrera. Posteriormente vendrá el despido del director adjunto y la promoción a este puesto de Olga, una joven violonchelista de la que inapropiadamente se ha encaprichado. Todo esto mientras desestima a su fiel asistenta, que también optaba al puesto, e ignora las desesperadas conversaciones de whatsapp que recibe de una antigua "preferida" que perdió su favor. 

Estas tres chicas representan a la perfección las tres etapas que consume Tár con sus favoritas: primero seducción como ahora con Olga, luego sometimiento como sufre su asistente y finalmente rechazo tal como demuestran los angustiosos e-mails de la repudiada a la que Tár se ha encargado cruelmente de cerrar todas las puertas. 
 

Como vemos Lydia Tàr dirige sus asuntos con mano de hierro; pero sin darse cuenta el caos se irá colando en su universo perfecto y triunfal. La devota asistente acaba abandonándola cuando ve desdeñadas sus aspiraciones e incluso Sharon, al verse relegada, le dice a su arrogante pareja: "todas tus relaciones son transaccionales". Y no le falta razón. Todo alrededor de Lydia Tár es de usar y tirar a su conveniencia. Todo debe estar al servicio de este genio exigente y obsesivo con la perfección; pero absolutamente centrado en sí mismo. 

La introducción de este caos la hace Todd Field de forma sutilísima. Tár es hipersensible al ruido y por las noches comienza a escuchar sonidos extraños y fuera de lugar que la desquician. Incluso haciendo jogging por el parque le parece escuchar el llanto de una mujer. Notamos que una angustia se va apoderando de ella. 

Esta situación aparece perfectamente reflejada en una de las dos secuencias clave de la película, de tintes pesadillescos. Justo después de conocer el suicidio de su antigua preferida, Lydia está intentando seducir a Olga, la nueva violonchelista. La lleva en su coche hasta el apartamento donde dice que convive con unos amigos. Se despiden; pero con la excusa de un peluche olvidado en el coche, Lydia la sigue y entra en un edificio destartalado. Accede a un patio lleno de basura, desde allí desciende por una estrecha escalera hacia un inframundo oscuro lleno de pasillos y habitaciones desvencijadas. Llega un momento en que está perdida, en un territorio muy ajeno al suyo. Oye pasos, se vuelve asustada y al fondo ve a un gigantesco perro negro. Se queda paralizada unos segundos antes de huir trastornada.

Ese perro negro es todo un símbolo de lo que no controla, de esa amenaza o angustia que se apodera de ella al descubrir que existe un mundo desenfrenado y salvaje que está quebrando su burbuja impecable y serena.  






La otra secuencia ya ha sido muy comentada en todos los medios porque reúne en ella los principales temas de la película. Se trata de la clase magistral que imparte en la prestigiosa Escuela Julliard. Acude allí con su aureola de inteligencia y carisma y cuando un alumno elige para su práctica una partitura poco brillante, ella le recomienda dirigir obras más canónicas como las de Bach. Pero el alumno le responde que él se considera "pangénero" y que la fama de misógino de Bach le impide apreciar su obra: “hoy en día, los compositores blancos, hombres cisgénero simplemente no son lo mío”. A lo que Lydia responde: “No tengas tantas ganas de ofenderte. El narcisismo de las pequeñas diferencias conduce al conformismo más aburrido”. 

Tár realiza un juicio incisivo e ingenioso que menoscaba al alumno, el cual elige retirarse no sin que antes Lydia le atice con una sentencia devastadora: "desafortunadamente, el arquitecto de tu alma parecen ser las Redes Sociales". Toda la clase resultante un tanto atemorizante, sensación que se acentúa al estar rodada es un intenso plano secuencia. Lydia tiene razón en su crítica al joven, pero la pierde al recrearse en su arrogancia, lo que hará que el asunto se vuelva contra ella. Ya sabemos que las redes sociales se revuelven y pican como avispas. 



Aquí tenemos la crítica a la vulgarización de la cultura, a la dictadura de las redes sociales y a las reducciones absurdas sean al género o a cualquier otra cuestión. Efectivamente parece que hoy en día estamos ansiosos por ofendernos; por eso creo que Lydia Tár responde acertadamente al alumno "pangénero": "Si el talento de Bach se puede reducir a su género, país de nacimiento, religión, sexualidad, etc., entonces también se puede reducir el tuyo". 

Bach y posteriormente la propia Tár ilustran en toda su extensión la dolorosa cultura de la cancelación. Es cierto que sus intenciones son loables: erradicar actitudes y opiniones nocivas e inaceptables, sobre todo en personajes públicos; pero en el fondo no es más que una forma moderna de ostracismo que ocurre sin mayor consideración. La película pone sobre la mesa el debate moral sobre si en la "cancelación" debemos separar al artista de su arte. Lo mejor de todo es que la película deja que sea el espectador quien lo juzgue, mostrándonos a una protagonista que nos genera sentimientos contradictorios. 

El director y guionista nos desafía a reflexionar sobre las complejidades del poder en un entorno cultural de excelencia. Admiramos el talento de Lydia Tàr y la pasión inigualable con que afronta la música; pero su arrogancia y su dañina necesidad de ejercer la potestad a su conveniencia nos arranca un rictus de desaprobación.


Dos notas finales. 
La película consigue que al salir de la sala creamos que Tár es una persona real. Así de potente es la construcción de este personaje apasionado, carismático, depredador y narcisista que Cate Blanchett desarrolla en todo su esplendor. También por estar incrustado en instituciones tan reconocibles como la Filarmónica de Berlín. Según parece, Marin Alsop, directora musical de la Orquesta Sinfónica de Baltimore se ha quejado por los aparentes paralelismos que hay entre su propia vida y la de Tár, aunque nunca haya sido acusada de irregularidades. También ha criticado que se presente a una mujer simplemente replicando los abusos típicamente masculinos. Pero yo creo que la película y el personaje están muy por encima de este debate y que, precisamente, por elegir a una mujer en un rol asociado a hombres, la película se puede centrar en desmenuzar el virus del poder en sí, independientemente del género de quien lo ejerza.

La otra nota se refiera a la sección final de la película cuando los escándalos "cancelan" la figura de Tár. Pierde familia, títulos y favores en una retirada de la primera línea mundial que la lleva hasta una remota ciudad del sudeste asiático. Allí encuentra acomodo dirigiendo música para videojuegos. Una broma amarga







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Todd Field debutó en 2001 con In the bedroom, un minucioso y desgarrador drama que también incluye una interpretación llena de verdad y dolor de Sissy Spacek. Posteriormente estrenó Juegos secretos (Little Children) en 2006 y desde entonces había permanecido en silencio.