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lunes, 1 de julio de 2024

LA VOZ y EL TIEMPO - de Pascal Quignard


"Las manos de la protesta" de Oswaldo Guayasamin

               



                I


A las mujeres la voz les es fiel,
a los hombres infiel.
Un destino biológico los ha sometido
a ser traicionados.
Les ha impuesto ser abandonados.
Les ha impuesto mudar.

Las mujeres escapan a la muda.
No se les exige ningún esfuerzo,
para recobrar la voz de la infancia les basta
con hablar.
Los hombres están condenados,
a partir de los trece o catorce años, a la pérdida
de la compañía del propio canto de sus emociones,
de la emoción innata.

Las mujeres se perpetúan en el soprano,
su voz es un reinado,
un sol que no muere.
Pero un niño pierde su voz,
la voz que unía ese cuerpo a la lengua materna
se ha quebrado para siempre. 

¿Dónde está mi infancia?
¿Dónde está mi voz?
¿Dónde estoy yo, o al menos
dónde estuve?
No me conozco ya ni de oídas.
¿Cómo acordarme siquiera
del motivo de mi lamento, yo
que ya sólo puedo expresarlo con una voz
gruesa que sin cesar lo recrimina
y le da miedo y lo aleja?.

La muda materializa la nostalgia.
Toda voz baja es una voz caída.
Los hombres no recobrarán jamás la voz.
El tiempo está en ellos y no
volverán jamás sobre sus pasos.






                         II



El sufrimiento humano está ligado a la música porque
el sufrimiento humano resuena en el tiempo,
antes de que el grito se haga lenguaje.


Lamento y música.
El lamento es una muda del grito.
La música es una muda de la muda.
Es el lamento de las confesiones de Agustín de Tagasca.
"Me he dispersado en un mundo
cuyo ordenamiento ignoro".


Siempre hay algo que desgarra el instante.
Y el desgarrado soy yo.
Necesito una concordancia
para aliviar la discordancia.
¡Una intriga! ese es el grito
desde que el grito se vuelve lenguaje.
Mi vida es un continente abordado sólo
por un relato.
No sólo hace falta un relato para abordar mi vida,
sino un héroe para garantizar la narración,
un yo mismo para decir yo.


Necesito un melodía 
-un cantus obscurius de la lengua materna-
para calmar la aniquilación del tiempo por el tiempo.






                                ✤  ✦  ✤


      

I  en pág. 32,33,35 y 36     
II en pág. 58                                              
de La lección de música                            
de Pacal Quignard.                                    

sábado, 29 de mayo de 2021

TIEMPO de VENDIMIA - de Luis Landero



  

Tengo un cuaderno nuevo y no sé
en qué gastarlo. 
Es invierno, 
ya ha oscurecido, hace mucho frío y afuera 
resuena el temporal. 
Yo me he arrimado a este cuaderno 
como el mendigo 
al calorcillo de la lumbre. 
Por el momento no sé qué escribir, es cierto, 
pero eso importa poco. 
Cuando uno no sabe qué escribir, 
cuando la imaginación flaquea, 
cuando el alma se apaga y se embrutecen 
los sentidos, 
y cuando aun así uno siente la necesidad de escribir, 
siempre queda la posibilidad de abandonarse a los recuerdos. 
En nuestro pasado está todo 
cuanto necesitamos para encender 
el fuego de la inspiración. 
Hasta la fantasía tiene su casa en la memoria. 

No escribas lo que sientes, escribe 
lo que recuerdas y dirás la verdad, 
como decía no recuerdo quién. 
Así que no hay más que salir 
a pasear por el bosque del tiempo ya vivido, 
sin otro rumbo que el azar. 

No buscas nada, 
no vas a ningún sitio. 
Y sin embargo de vez en cuando encuentras una seta, 
un lazo del pelo, un nido de perdiz. 
Una moneda de oro. 
 
                                Todo, 
todo está en el fardo de la vida. 
                                 Recojamos, pues, 
nuestros propios despojos 
como el mejor botín ganado en buena guerra.








_____________________________________
Con estas líneas comienza el libro El huerto de Emerson, retazos de unas memorias muy particulares que comenzaron con El balcón de Invierno. Luis Landero (Alburquerque, Badajoz 1948) es un novelista esencial de la literatura contemporánea española con obras tan notables como Juegos de la edad tardía (1989), El mágico aprendiz (1998), Retrato de un hombre inmaduro (2010) o Lluvia fina (2019). En sus novelas aparecemos todos nosotros, antihéroes del cada día; personajes que no nos cuesta imaginar cruzando cualquier calle por la que pasamos a diario. Landero nos atrapa con la sencillez de lo cotidiano, con la verosimilitud de las vivencias que expone y con un manejo muy particular de la representación del tiempo; entre elipsis, vueltas al pasado y anuncios del futuro.
Sin olvidar la omnipresencia en todos sus libros del acto de narrar, bien a través de reflexiones o de personajes (escritores fallidos o amantes de la literatura) que introducen constantemente una reflexión metatextual acerca del hecho de narrar.

sábado, 11 de abril de 2020

La BLANCURA de la NIEVE - de Amelie Nothomb


Sisley, "Efecto nieve en Louvecinnes"
























Hoy está nevando,
como hace un año,
cuando llegamos a vivir aquí.

Miro caer la nieve.
"Cuando la nieve se funde,
¿A dónde va su blancura?"

Mi blancura se ha extinguido
y nadie se ha dado cuenta.

Hace doce meses sabía quién era yo.
Ahora contemplo la nieve.
Se derretirá sin dejar rastro,
como yo.

Ahora comprendo que la nieve es un misterio.
No sé nada más acerca de mí.





Amelie Nothomb 
en "Las Catilinarias" pag. 134
CIRCE Ediciones, 1997


lunes, 17 de abril de 2017

ESTO es UNA HISTORIA de AMOR - de Jeanette Winterson

Tristán e Isolda, de J. William Waterhouse


    Me quedé dormida 

    y
    soñé con una puerta que se abría.

    Puertas que se abren a habitaciones que se abren a puertas 
    que se abren a habitaciones. 
    Las traspasamos como un rayo, 
    puertas de paneles, revestidas de fieltro, encajadas, 
    barnizadas, de acero, reforzadas, 
    puertas de seguridad, secretas, dobles puertas, puertas
                             que son trampillas. 
    La puerta prohibida que solo puede abrirse 
    con una llavecita de plata. 
    La puerta que no es tal 
    en la 
    solitaria  
    torre
    de Rapunzel.

    Eres la puerta excabada en la roca que por fin 
    se abre de par en par cuando 
    la luz de la luna la ilumina. 
    Eres la puerta en lo alto de la escalera 
    que solo aparece en sueños. 
    Eres la puerta que deja en libertad al prisionero. 
    Eres la puertecita labrada que da acceso
    a la capilla del Grial. 
    Eres la puerta en el confín del mundo. 
    Eres la puerta que abre 
                                       a los ojos 
                                                     un mar de estrellas.

    Ábreme. 
    Ancha. Estrecha. 
    Atraviésame 
    y, haya lo que haya al otro lado, 
    no podría ser jamás alcanzado si no es así.

    Por este tú. Este ahora. 
    Este instante capturado que se abre 
    a toda una vida.


Jeantette Winterson en La niña del faro, pág. 191

lunes, 1 de diciembre de 2014

TEORÍA de BUDAPEST o afán de realidad - de Enrique Vila-Matas

       
Julian Schnabel -The Sea-

            I

       Soledad de la tarde de agosto,
       ansia moderada de veneno,
       pentotal para el tibio 
       horizonte muerto.

       Me he quedado aquí, sola y quieta,
       dentro de mi ropa blanca.
       La tarde es plana.
       Un beso frío en la ventana.

       Escribo en la tarde de agosto
       un dialecto de hielo.
       Ríe la pobre 
       realidad sin enterarse
       de que no es más que apariencia,
       y su fama la borro yo
       en el mapa del futuro.

       A veces percibo la segunda vida
       de las cosas, 
       la vida secreta y huidiza
       detrás de la realidad.


Julian Schnabel  -Bob´s Worlds-


                     II

       Hoy es mi onomástica,
       palabra fea.
       Feo.
       Muy feo todo.
       Fea la vida.

       El otoño, por ejemplo,
       pura tristeza.
       Los árboles se han quedado sin hojas
       y el sol y el mundo
       han perdido intensidad.
       Por fin dicen la verdad.



El primer texto se esconde en la página 131 y el segundo en la 126 del libro El mal de Montano de Enrique Vila-Matas. Ed. Anagrama, Barcelona 2002. Sus protagonistas están enfermos de literatura.
Multiplicando la cualidad parasitaria de la que el autor hace gala en esta obra, transcribo estos poemas.  Vila-Matas, como Borges, se declara parásito de toda la literatura universal. En medio de múltiples ficciones y reflexiones sobre el hecho literario, en esta obra el autor alumbra una madre como personaje, Rosario Girondo, cuyo diario íntimo descubre con el título de Teoría de Budapest. Este personaje y su texto tiene un desesperado afán de realidad enseguida traicionado por el hijo; puesto que del dolor de sus frases él va extrayendo literatura. Suprema traición.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

CLAMORES de GRECIA - de Miguel Espinosa

Templo de Apolo en Delfos - "Conócete a tí mismo"-

"El que investiga su interioridad, sufre"


CLAMOR DE APOLONIO DE TIANA
Un mes de Mayo habité el Valle de Tabladillo,
cerca de Segovia, lugar que no me es ajeno.
Estando una mañana en el bosque, aparecieron tres niños.
En los primeros instantes no alcancé
a recordar que los pequeños son hombres;
me parecieron figuras de la enramada,
formas de la Naturaleza, animales o vegetales,
y sentí una indecible emoción. 


Pienso que la Divinidad contempla así el mundo.
Las palabras no reflejan al niño, cuya interioridad
no puede ser expresada ni transmitida.
Según crecemos e investigamos nuestra infancia,
nos asombramos de descubrir un desconocido.


“Los griegos solemos considerar a los egipcios,
a los medos, y aun a los frigios y lidios, como seres
diferentes de nosotros, sin embargo, no sabemos
que la verdadera diferencia reside en nuestros niños;
tan lejos de nosotros como los dioses” –decía Apolonio de Tiana-. 


En la Isla Myconos oí cantar a un ciego:
“Nunca el hombre ha visto a otro hombre, y menos a un niño”
¿No habéis advertido que los adultos hablan
al pequeño como si éste se hallara lejos
o ausente del entorno?
Para dialogar con la Divinidad,
o con los niños,
el hombre sale de sí, se extraña y eleva la voz,
porque presiente que se dirige a desconocidos.”                              pág 28-29




CLAMOR EN  MEGARA
¿Qué diferencia hay entre la noche y el día? 

Cuando una tal Berenice, muchacha procedente 
de las laderas del Pindo, contempló 
por primera vez las olas del Egeo, en el siglo IV a. C., 
definió la tierra como una torpe excrecencia 
nacida al mar, en su opinión, sustancia nobilísima 
y preexistente a las islas y continentes. 

Lo inmenso parece anterior a lo limitado; 
lo abstracto, a lo concreto; lo informe, a lo configurado; 
y las ideas, al mundo. 

En el pensamiento de muchos, 
la oscuridad es el origen de la claridad, salida de aquélla. 
Antes que el día, fue la noche, 
de donde aquel nació como lunar. 
El silencio y la soledad del Cosmos, en Tales, 
Eudoxo y Aristarco de Samos, están hechos 
de la misma sustancia que la noche; 
son necesidades o protoelementos, por así expresarlo. 

Ciertos habitantes de Megara decidieron 

preguntar al Apolo en Delfos si existía alguien 
más irremediable que los propios dioses.
-´El Fatum, que somete a hombres y dioses´-replicó el Oráculo.
-´¿Y más que el Fatum?
-´La Tierra, que soporta a los hombres, a los dioses y al Fatum.´
-´¿Y más que la Tierra?´
-´La noche, que envuelve a los hombres, a los dioses, 

al Fatum y a la Tierra´-exclamó finalmente el Oráculo.”          pág 52 y 53




CLAMOR de HERACLIDES PÓNTICO 
Llamo avidez al deseo constante
e inextinguible del mundo, tal como surge 
en la adolescencia y se prolonga dignamente en el hombre. 
Perder la avidez es morir. 

¡Destino!, no me arrebates

la alegría de captar y descubrir el universo; 
no inhabilites mi olfato para sus olores; 
mi tacto, para su tacto; mis oídos, para sus sonidos; 
mi vista, para sus colores; mi corazón, para sus valores, 
ni mi razón para sus leyes en sistema. 

Déjame desear el cosmos como a la mujer; 
consiente que siempre espere y descubra, 
pues en la conciencia ávida habita el gozo”.                      pág 152





CLAMOR ante EL ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ
El conocimiento del ser es afectivo.
Así como la medida hace referencia a la extensión,
el volumen o la longitud de los cuerpos,
así el amor hace referencia al ser.

Por medio de la ternura mostramos nuestra disposición
a favorecer al ser, como si de algún modo
nos sintiéramos responsables de su estancia en el Mundo.

¿Podríamos  experimentar ternura por un tirano, 
un intrigante, un lama o un personaje del Greco?
Caras pálidas e iluminadas por un estertor interior, 
manos sobre el pecho, en ademán de cerrar 
el corazón a la Naturaleza y a la Vida; 
exceso de esqueleto y odio a la forma;  
desprecio del hombre y de toda apariencia; 
agonía perpetua sin compañía de paisaje; 
claroscuros y rayitos de luz hervida, 
que proyectan el polvo de la miseria y la incapacidad 
sobre el terciopelo de un pecho todo aparente meditación; 
paños negros y estética del responso; 
abstracción, eterna abstracción.

Engañosa austeridad, entendida como renuncia 
a lo que no se tiene ni se tendrá nunca: espontaneidad, 
alegría, ingenio, danza, chanza, instinto, 
teoría, vivacidad y profunda intención.
Envaramiento y limitación, 
odio a la rerum natura y a toda capacidad; 
soberbia de la tristeza trascendida a Moral, 
venganza de la ineptitud para los goces, 
glorificación de la insuficiencia y éxtasis de la nulidad.

Visión sucia y confusa del Espíritu, 
definido como negación constante, comparecencia plúmbea
y piojosa, locura sin antídoto y pasión sarnosa, 
que desgrasa las entrañas y se experimenta 
y conlleva a la manera de joroba.
Ausencia de las virtudes y gracias de los animales; 
séquito de insuficientes y temblones, 
agitados por la envidia, aduladores, sopones, 
prebendados, aterrados intrigantes y delatores, 
que tuercen el cuello y elevan los ojos para aparentar transcendencias.

¡Esto es lo que yo, Asklepios, he visto en "El Entierro del Conde de Orgaz"!
pág 160



CLAMOR de ALCIBÍADES de TIRINTO

Al contemplar el desnudo de mi amada Climene, 
tan estremecido y embargado por un miedo propio; 
tan difuso, modesto y tímido; tan verdadero y solo; 
tan arrebatado por el imperio de lo misterioso, 
he sentido en mi conciencia la profunda evidencia 
de ser criatura de un Creador lejano, 
aunque siempre presente. 

Durante la larga noche y su silencio, 
el cuerpo de Climene me ha hablado de la Divinidad 
con razones que no son de razón. 
Por él he visto la distancia que hay entre las estrellas, 
la luz de otros planetas, el suceder del tiempo, 
la lluvia que humedece y fecunda lejanos astros, 
y tormentas sin fin en los infinitos espacios. 

Finalmente, por él he conocido 
la emoción inacabable que habita en Dios, 
en cuyo corazón no existe un instante de hastío, 
y la calma sin origen de la bella eternidad. 

Climene, amada mía; ¡cómo me hiciste filósofo en Cartago!”. pág 213





En el extraordinario libro Asklepios, el último griego, Miguel Espinosa hace rebosar de sus páginas una erudición deslumbrante. 
El autor perfila el discurso de Asklepios a través de un coro de personajes de la Antigüedad, la mayoría seguramente apócrifos; pero que presentados a través de citas y reflexiones filosóficas, dan cuerpo al texto y a sus ideas.
Allí caben filósofos y poetas, historiadores y artistas tanto como personajes mitológicos o gentiles, como "un cierto Atamantes de Tebas" o "la famosa y gentil Corina". Los testimonios logran trasladarnos al ámbito de la Grecia más clásica. Un profundo aliento humanístico atraviesa sus páginas.


«Cuando el mundo no parezca nuevo, extenso ni profundo y misterioso, morirá el Espíritu del Primer Día de las Cosas, y, por tanto, Grecia."

"Acaece el río, la planta, la hormiga, la nube, el sol, las estrellas y el pensamiento. El hombre poseído y predispuesto por la expectación, es un ser inspirado. Lo que muchos llaman inspiración no es otra cosa que una predisposición del ánimo hacia el suceso vivo del mundo.”

El libro es una reflexión y un canto tan vitalista como elegíaco.
“He tenido una vida completamente dedicada a la reflexión y su tortura, siempre con el peso del mundo sobre la conciencia. Solamente una vez logré liberarme de esa carga y disfrutar un estado de ánimo superior al del pensamiento. Me hallaba entre montañas, soplaba un suave viento, reinaba una calma sin fin, y de pronto me sentí tranquilo, infinitamente tranquilo y libre, sin necesidad alguna de pensar y trabajar juicios; me percibí alígero y despreocupado, más allá del futuro y del presente, y llegué a vivir, con el viento y la piedra, la eternidad que existe fuera del tiempo.” pág 170


domingo, 6 de abril de 2014

La LLAVE de los SUEÑOS - de Manuel Vicent



Sinagoga del Tránsito - Toledo-


En el bazar de Estambul un sefardita
comerciante de ámbar, me contó que sus antepasados
vivían en Toledo.
Él había realizado varios viajes a España
con la llave de una puerta
que solo estaba en sus sueños.

La puerta ya no existía, pero pensó que, tal vez,
la cerradura pudiera andar
en manos de algún chamarilero.
Después de recorrer cientos de anticuarios
por toda España,
un día se produjo el milagro. 
Entre los cachivaches de una almoneda,
que regentaba un gitano de Plasencia,
el sefardita encontró
una cerradura herrumbrosa del siglo XV
en la que su llave encajaba perfectamente. 
La adquirió a buen precio y con certificado. 
En el bazar de Estambul
el sefardita me hizo una demostración.
Metió la llave en la cerradura, la accionó varias veces
y con palabras pronunciadas
en un ladino meloso me dijo:
así es cómo se abre y se cierra el destino.
                                                            

                                                    Manuel Vicent



Al hilo de la reciente iniciativa del gobierno para ofrecer la nacionalidad española a todos los sefarditas descendientes de aquellos judíos expulsados por los Reyes Católicos en 1492, Manuel Vicent, en su columna de El País, nos relata esta hermosa historia.

martes, 12 de noviembre de 2013

Es allí a donde voy

de Clarice Lispector



            Más allá de la oreja existe un sonido,
            la extremidad de la mirada un aspecto, 
            las puntas de los dedos un objeto:
            es allí donde voy.

            La punta del lápiz el trazo.
            Donde expira el pensamiento hay una idea,
            en el último suspiro de alegría 
            otra alegría,
            en la punta de la espada la magia:
            es allí donde voy.

            ¿O no voy? Voy, sí.
            Y vuelvo para ver cómo están las cosas.
            Si continúan mágicas.
            ¿Realidad? Te espero.
            Es allí donde voy.

            En la punta de la palabra está la palabra.
            Soy un yo que anuncia.
            No sé de qué estoy hablando.
            Estoy hablando de nada. Yo soy nada.
            Es hacia mi pobre nombre adonde voy.

            En la extremidad de mí estoy yo.
            Yo, implorante, yo, la que necesita,
            la que pide, la que llora, la que se lamenta.
            Pero la que canta. La que dice palabras.
            ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos
            las traen de nuevo y yo las poseo.
            Yo al lado del viento.


                                                          Clarice Lispector, en el cuento Es allí a donde voy,
                                                                                                                           del volumen Silencio

sábado, 26 de octubre de 2013

Las sombras de la caverna

de Alberto Manguel


















"Las sombras en la pared de la caverna de Platón;
los signos de neón en un país extranjero cuya lengua no hablamos; 
la forma de una nube que Hamlet y Polonio vieron una tarde en el cielo;
la escritura que los antiguos sumerios creían leer en las huellas 
dejadas por las aves en el cieno del Éufrates; 
las figuras mitológicas que los astrónomos griegos 
distinguían en las estrellas remotas; 
 el nombre de Alá que los creyentes han visto en un aguacate; 
 la flamante escritura de Dios en el palacio de Nabucodonosor; 
los sermones y libros que Shakespeare descubría en guijarros y arroyuelos; 
las cartas del tarot que empleaba el viajero de Italo Calvino para leer 
historias universales en El castillo de los destinos cruzados;  






















el anuncio  rasgado sobre una cartelera recompuesta en una pintura de Tàpies;  
el río de Heráclito, que es también el fluir del tiempo; 
el poso del té en el fondo de la taza; 
el jarrón hecho añicos de Lurgan Sahib, que casi se reconstruye 
ante los ojos incrédulos de Kim; 
la flor de Tennyson en el muro agrietado;
          los ojos del perro de Neruda, en los que el poeta ateo veía a Dios; 
          el He kohau rongorongo o "madero parlante" de la isla de Pascua
la ciudad de Buenos Aires, que para el ciego Jorge Luis Borges 
era "un mapa de mis humillaciones y fracasos"; 
las puntadas en la tela donde el sastre Kisimi Kamla de Sierra Leona vio el futuro
 alfabeto de la escritura de los mendi; 
la ballena errante que San Brandán confundió con una isla; 
la geografía filosófica  de un jardín japonés; 
los cisnes salvajes de Coole, 
en los que Yeats desentrañó el sentido de nuestra transitoriedad, 

todo esto nos ofrece o sugiere, 
o simplemente nos permite, una lectura
 cuyo único límite son nuestras propias capacidades. 

"¿Cómo vas a saber que cada ave que hiende
 el espacio aéreo
 es un inmenso mundo de deleite, 
si estás confinado en tus cinco sentidos?", 
preguntaba William Blake.





                                Alberto Manguel en "Leer imágenes" pág. 22,23,24. Alianza Editorial .2002



martes, 1 de octubre de 2013

La Mujer Eterna


En los ojos de aquella niña había
visto a la mujer eterna, la de todos los tiempos
y todas las apariciones mías 
en la tierra. 
En sus ojos brillaban los de mi compañera
del bosque virgen, de las arboledas, de las cavernas 
y de los fuegos protectores. 

Vi en sus ojos la mirada de Igar, cuando yo era el arquero Ushu, 
los de Arunga que acompañaban al plantador de arroz, 
los de Selpa que reprendían a quien soñó con domar al caballo, 
los de Nuhila que se lanzaba gustosa contra la espada 
del Hijo de las Montañas para no llevar simiente 
de una raza extranjera en sus entrañas. 

Sí, algo había en aquellos ojos que revivían los de  Lei-Lei abandonada con una sonrisa de mis labios, 
los de la dama Om que compartió cuarenta años 
de miseria por los caminos del mendigo, 
los de Philippa por quien perecí en una pradera 
bañada de luz de luna, allá en la antigua Francia, 
y los de la incansable madre de Jesse, 
siempre trabajando entre los cuarenta carros 
que acampaban en la Montaña de las Praderas. 

Era Sar, la diosa de los cereales; 
Isthar, vencedora de la muerte; Sheba y Cleopatra; 
Esther y Herodías; María madre de Jesús, y María Magdala, y Marta y María su hermana. 
Era Brunilda y Ginebra, Isolda y Julieta, Eloísa y Nicolette; 
y Eva y  Lilith y Astarté. 


Tenía sólo once años...¡Y ya era todas las mujeres 
que han sido, y todas las que han de ser!...

pág 466, El Peregrino de las estrellas. Jack London. Valdemar (Club Diógenes)


miércoles, 2 de enero de 2013

Feliz Navidad


Tantos grandes de la literatura abrazaron el periodismo,  desde García Márquez y Cabrera Infante hasta el Zola de J´accuse pasando por Dickens; que me parece muy oportuno y literario incorporar a este blog una sencilla columna (aquí) de Almudena Grandes. Oportuno porque la literatura habla en todo caso de los anhelos y miserias del hombre, y literario porque está muy bien escrita y su estructura me recuerda al poema El enemigo generoso de H. Gering, que Borges incluyó en El hacedor.  Parece claro que un artículo puede ser un canto que celebre la doliente Navidad de un país que ha sometido y hecho prisioneros a sus propios ciudadanos. 



A los que luchan por la dignidad de todos.
A los huelguistas de la sanidad pública,
a los combatientes de la marea verde,
a los investigadores y científicos que no quieren emigrar
a los voluntarios que paran los desahucios,
a los que se indignan,
a los que protestan por ellos y por los demás.
A los pequeños héroes de la vida cotidiana.

A los pensionistas que mantienen a sus hijos
en paro con una pensión raquítica.
A los que cantan y bailan
con un sapo atravesado en la garganta.


A los que no tienen trabajo,
a los que no ven la luz,
a quienes no duermen por las noches,
a quienes sienten que les han robado el futuro.

A todos ellos,
cualquiera que sea el significado de esas palabras
en este año maldito,
Feliz Navidad.

A los demás, no.
A los culpables,
a los corruptos,
a los indiferentes,
a los insolidarios,
a los mentirosos, lo único que les deseo es
que se intoxiquen con una ostra justiciera.
Ojalá.


Almudena Grandes en una columna titulada "Feliz Navidad" publicada en El País el 24/12/12.

martes, 24 de julio de 2012

El abismo de una pared


No llovía, o quizás no nevaba.
Yo estaba sentado de espaldas a una pared, no,
a una ventana,
la ventana de enfrente,
a mí mismo,
a todos.

No quería ser nadie.
No me atrevía a volver la cabeza.
A mis espaldas alguien observaba todo
lo que yo hacía,
y si me giraba
iría a la policía para decir: EPPUR SI MUOVE.

Hay demasiadas negaciones -pensé-
sintiéndome como el sujeto de una oración
compuesta que termina precisamente aquí.


A lo largo de la noche fui encogiéndome.
El teléfono sonaba. Era yo
comprobando si estaba en casa.
Dudaba de mí mismo.


Obstinadamente, la lluvia no caía.
Nunca olvidaré cómo no llovió aquellos días.
Aquí falta una frase.
Y aquí otra.


pág. 83 y 84  de Peking by Night de Svetislav Basara, Editorial Minúscula

lunes, 12 de marzo de 2012

MEMORIA





Todos están aquí,
los veo a todos al mismo tiempo.

Y en verdad, si alguien quisiera desenterrar
aquel escuadrón del lugar donde se pudre,
no faltaría nadie,
no faltaría ningún hombre, ningún animal,
ningún arma,
nada,
ninguna herradura, ninguna correa,
ninguna vasija.

Pero
la realidad no sería más clara que mis
recuerdos,
pues los hechos se me grabaron
como si cada línea
se hubiera trazado en mis ojos
con una aguja de fuego.


                        Alexander Lernet-Holenia 
“El Barón Bagge” 
pág. 15

lunes, 2 de enero de 2012

Me llamo Rojo



                                  
                        ¿Que ilustrador puede soñar siquiera
que la maravilla que ha creado pueda vivir un siglo,
que un día alguien mirará su pintura y lo recordará,
como a Behzat?

Şirin contemplando orgullosa a Hüsrev por la ventana,
Rüstem luchando a muerte con el Diablo Blanco
en el fondo de un pozo.
Todos los intérpretes de laúd pintados
para adornar los misteriosos poemas de Hafiz,
las minúsculas inscripciones colgadas de los muros,
escondidas en los marcos
que se entrecruzan en el interior de la pintura.

Todas las cabezas cortadas de infieles que esperan
pacientemente a un lado mientras el difunto abuelo 
de Nuestro Sultán ataca victorioso una fortaleza enemiga;
todos los cañones, los mosquetes y las tiendas
que se ven al fondo.
Tus shas agonizantes, tus enemigos prisioneros, tus galeones infieles y tus ciudades enemigas.

Todas esas noches oscuras y brillantes que refulgen
como si la oscuridad brotara de tu pincel,
y todas tus estrellas, los cipreses fantasmales y las pinturas en rojo del amor y la muerte,
todo,
Todo desaparecerá.
                                                
Orhan Pamuk    Me llamo Rojo  Pág. 290/1, Cap. 29 

lunes, 30 de mayo de 2011

Los Puentes






Receptáculos de ideas opuestas
son los puentes.
Su distancia horizontal habla
de trascendencia,
Su declive vertical nos recuerda
la inminencia del fracaso,
La certeza de la muerte.

Construimos, erigimos,
fabricamos,
Pero la muerte es el arquitecto
supremo,
Que modela alturas
Sólo para que haya
honduras.

Construyamos nuestros
excelsos puentes
Sobre mil ríos,
Unamos los confines del planeta;
La tierra aguarda con
paciencia debajo.
Debemos seguir un camino,
Aguzando el ingenio,
Mas sin dejar de aprender
una lección:
El corazón está hecho para
recibir la lanza.

Robert Sheckley
“Trueque mental” pág. 119



R. Sheckley.- Muerto en 2.005, es uno de los grandes de la Ciencia-Ficción. Luchó en la guerra de Corea y a partir de 1951 escribe docenas de excelentes relatos, publicados en las revistas más prestigiosas del género. Su talento más puro se concentra en su obra corta, recopilada en antologías como Ciudadano del Espacio; Peregrinación a la Tierra o Paraíso II.
Si hubiera que señalar algún rasgo singular, sin duda sería su sentido del humor. Un humor ácido, sarcástico, que lo hermana con otro maestro del relato: Fredric Brown, otro profeta del absurdo. Pero mientras que este último usaba el humor como una cortina para ocultar su pesimismo y falta de fe en la humanidad, Sheckley prefería especular acerca de órdenes sociales alternativos (a veces aterradores, como es el caso de THE STATUS CIVILIZATION) y de la indefensión del ser humano ante el universo y los avances científicos.


Sheckley comparte, junto con Philip K. Dick y Kurt Vonnegut el mérito de ser uno de los mejores (y más irónicos) investigadores acerca de la naturaleza de la realidad y el papel que el ser humano tiene en ella.