sábado, 30 de marzo de 2013

Ehrengard

de Isak Dinesen






Mundialmente conocida por su novela "Memorias de África", donde de verdad encuentra Isak Dinesen la horma de su talento literario es en el cuento. Así lo atestiguan recopilaciones tan brillantes como "Cuentos de Invierno" y "Siete cuentos góticos".

Ehrengard fue publicado póstumamente y en él encontramos el supremo gozo de contar, refrendado inequívocamente por nuestro deleite lector. Como Vargas Llosa señalara, para Dinesen «contar era encantar". 

Desde su mismo comienzo el relato tiende a lo fabuloso. La distancia del narrador con los hechos narrados se expande por momentos y adquiere un ropaje casi ilusorio: "Una vieja dama contó esta historia: Hace ciento veinte años -empezó-, mi historia se contó sola." Así empieza. 

La historia se refiere al príncipe Lothar, heredero de la Gran Casa Ducal de Fugger-Babenhausen que, tras años de holganza, encuentra el amor de su vida. Su pasión por la princesa Ludmilla hace que el heredero se adelante "dos meses largos antes de lo que la ley y la decencia permitían." Menudo escándalo. Herr Cazotte, pintor de la nobleza y confidente de la Gran Duquesa será el muñidor de un plan. Una vez casados, los príncipes se retirarán a Rosenbad, un castillo idílico y remoto. Allí y en secreto nacerá el heredero retrasando su presentación hasta el momento oportuno. En una de sus cartas, Cazotte ve el castillo como un cuadro de Claude Lorrain. En el placentero y bucólico retiro se instala una reducida corte, como dama de honor se ha seleccionado a Ehrengard, joven de aristocrática familia militar y religión luterana; cuya belleza hermética querrá Cazotte seducir.
"Querida, adorada señora:
Llamáis seductor a un artista y no os dais cuenta de que le estáis haciendo el mayor cumplido. La entera actitud del artista hacia el Universo es la de un seductor. (...) Yo he seducido a un viejo puchero de barro y a dos limones hasta hacer que me rindieran su ser más íntimo, fueran míos y, en ese mismo instante, se convirtieran en fenómenos de irresistible hermosura y deleite." pág. 28-29





















Uno de los detalles más embaucadores y sutiles del relato son las cartas que recoge. La vieja dama cuenta la historia en la que participó su bisabuela, amiga y protectora de Herr Cazotte. Ambos mantienen una relación epistolar absolutamente desinhibida que nos introduce en la alcoba más íntima de los personajes. La vieja dama reconoce que "la mayor parte de lo que sé acerca de la historia de Ehrengard la debo a las cartas que él le enviaba."

El cuento tiene varios niveles que contrastan entre sí. Por un lado es un cuento oral, autoconsciente de su façon de raconter.
"Aquí -dijo la vieja dama que contaba la historia- finaliza esta parte segunda de mi historia que he titulado "Rosenbad". Ha ido un poco lenta, lo sé: así, por lo general, van las pastorales. Ahora, para recuperar el tiempo perdido, el último movimiento de mi pequeña sonata será un rondó, que quizá hasta pueda pareceros que termina con furore". pág. 88
Por otro están las circunstancias de la corte y el retiro de los príncipes Lothar y Ludmilla. Entremezclado a todo ello asistimos al ejercicio de seducción de Herr Cazotte. 

Tanto el perfil de Cazotte como el de Ehrengard están dibujados con una finura exquisita. Cazotte es un hombre de mundo, habilidoso y desenvuelto. Su lealtad es incuestionable, pero también actúa como un verdadero fauno. "Para su propia sorpresa, la Gran Duquesa se encontró al instante suspirando por Herr Cazotte. El rabo y la pata hendida del caballero desparecieron del cuadro", requiriendo de nuevo a su consejo. No menos paradójica es la personalidad de Ehrengard. Su estricta moral luterana y su entrenamiento militar poco valen ante las sutilezas mundanas. La pureza de su alma nos regalará una escena final sorprendente y emocionante.

Cazotte afronta la aventura toda como la composición de una obra de arte. Cuida los detalles, traza la filigrana y busca la profundidad allí donde el drama se acentúa. La pieza es todo un mecanismo maravilloso que juega con los modos de los relatos cortesanos y pastoriles para trascenderlos.

El estilo es lento y sinuoso, pero sazonado, nunca superfluo. El idilio nunca es pueril. Como acertadamente señala Javier Marías en el prólogo:
"En esta pastoral concebida a la sombra del Diario de un seductor de su otro compatriota ilustre, Kierkegaard, a la de Goethe, a la de Shakespeare  de The Tempest, está el artificio llevado hasta su último extremo, está la estructura -tan querida por la baronesa- de cajas chinas y de relato epistolar, está la desfachatez del cuentista que sacrifica cualquier regla si le es preciso para la eficacia de la historia, está bien presente, incluso explícito, el lema que Isak Dinesen adoptó durante la última etapa de su vida, "A Dios le gustan las bromas". Y está uno de sus temas preferidos, la relación y entretejimiento de vida y arte."
Leer a Dinesen es saltarse las modas y acudir a una de las más acendradas raíces de la literatura. Según Javier Marías "escribe como si no hubiera habido corrientes, ni escuelas, ni movimientos, ni progresos, ni cambios".
Al recibir el Premio Nobel, Hemingway declaró, "me habría quedado más contento si este premio se hubiese otorgado a una magnífica escritora, Isak Dinesen".

Por su parte Vicente Molina Foix ha escrito que «mientras la Europa de los narradores destruía con estudiado genio los patrones vigentes de la novela en las tres grandes lenguas de la crisis —el francés analítico de Proust, el alemán alegórico de los austrohúngaros, el inglés extraterritorial de Joyce—, una danesa paciente y memoriosa se dedicaba en África a recoger los restos de un logos vapuleado para recomponerlo como mythos (en el último cuento de sus Últimos cuentos resume en una página esa heroica tarea), recuperando también, en la contracorriente de los lenguajes rotos y las vastas empresas novelescas, la unidad del cuento y el repleto escenario de una Europa romántica».

La página en blanco

por Isak Dinesen


Javier Marías coloca en el frontis del prólogo que escribió a Ehrengard la siguiente cita de la autora:
Moi, je suis une conteuse, es rien qu´une conteuse. 
C´est l´histoire elle-même qui m´intéresse, 
et la façon de la raconter.

Al final de dicho prólogo cita esta reflexión de la baronesa:


"Lo más asombroso tanto de Ehrengard como de la mayoría de las obras de Isak Dinesen es, sin embargo, el perfecto cumplimiento de lo que ella misma enunció en su cuento The Blank Page (perteneciente a Last Tales), probablemente la reflexión más inteligente, más clarividente, que jamás se haya escrito acerca del arte de contar cuentos y que muestra hasta qué punto aquella anciana baronesa consumida por la sífilis y de rostro cadavérico en sus últimos años sabía lo que a lo largo de su artística vida se había traído entre manos:
´Donde el cuentista es leal, eterna e inquebrantablemente leal a la historia, allí, al final, hablará el silencio. Donde la historia ha sido traicionada, el silencio es tan sólo vacío. Pero nosotros, los fieles, cuando hayamos dicho nuestra última palabra , oiremos la voz del silencio...¿Quién, entonces, cuenta mejorescuentos que cualquiera de nosotros? El silencio. ¿Y dónde lee uno cuentos más profundos que en la página más perfectamente impresa del más precioso libro? En la página en blanco. Cuando una regia y valerosa pluma, en su momento de mayor inspiración, haya puesto por escrito su cuento con la tinta más rara de todas, ¿dónde , entonces, puede uno leer un cuento aún más profundo, más dulce, más alegre y más cruel que ése? En la página en blanco."

jueves, 28 de marzo de 2013

Los Croods

de Kirk DeMicco y
   Chris Sanders





Parece ser que la prehistoria es muy adecuada para explicarnos como género humano y hasta ella nos traslada esta entretenidísima aventura. Allí nos encontraremos con los Croods, una familia de neandertales que sobreviven con mucho esfuerzo y eso sí, sin aventurarse muy lejos de su protectora caverna.

La película es muy divertida y mantiene un ritmo endiablado ya desde su mismo comienzo, en el que asistimos a una típica jornada de búsqueda del sustento en forma de un gran partido de fútbol americano. Padres, hijos y hasta la abuela contra un montón de animales persiguiéndose y pasándose un gigantesco huevo.

Las normas de Grug, el jefe de la familia, son muy estrictas. Todo está prohibido. Sólo se sale de la cueva para buscar comida. Sólo se sobrevive si se permanece escondido y sobretodo sin buscar ni intentar nada nuevo. Todo ello será cuestionado por Eep, la inquieta adolescente que busca nuevos retos. En una de sus escapadas encontrará a Guy ("Chico") un cromañón con variadas habilidades entre las que cuenta hacer fuego.

Aunque la cohabitación entre neandertales y cromañones no está documentada, hay indicios de que pudieron coincidir en Europa del Norte hace casi 30.000 años. La película provoca atinadamente su encuentro como forma de conflicto. Los Croods son más primitivos que el cromañón Chico. Están muy bien diferenciados tanto en el diseño de sus figuras como en sus habilidades intelectuales. Los Croods aparecen más toscos y elementales. Eep no es precisamente una esbelta barbie, pero no por ello carece de encanto y atractivo. Es una muchacha intrépida que no se conforma y busca una vida mejor. Su imagen intentando capturar la luz del sol nos habla de sus anhelos.
Finalmente un terremoto destruirá su caverna y hasta el temeroso Grug tendrá que iniciar una nueva singladura. La tierra se mueve.

El sustrato de la película es la lucha entre lo viejo y lo nuevo, la resistencia al cambio, el valor de las ideas frente al inmovilismo.

Los dos directores han sabido dotar a la cinta de un ritmo trepidante y aventurero. Chris Sanders ya tenía nuestro reconocimiento por dos películas tan deliciosas como "Lilo y Stitch" y "Cómo entrenar a tu dragón"; pero aquí nos ofrece además un espectáculo visual extraordinario, con unos fondos espectaculares que van desde los paisajes rocosos del principio hasta las selvas abigarradas y multicolores que atraviesan los protagonistas antes de llegar a la montaña, que es su objetivo final. 














El mundo animal no le va a la zaga, tanto en su diseño como en su presentación. Hay múltiples y raras hibridaciones en pleno proceso evolutivo: pájaros piraña, tortugas voladoras, ballenas con patas, etc. Con todos ellos se cruzarán los Croods en su empeño por "llegar al sol", tras una enorme montaña. Entremedias mil peligros les acecharán, animales mortíferos, abismos, lagos de alquitrán y la propia Tierra resquebrajándose por la deriva de los continentes.

A todo harán frente aprendiendo a conjugar la fuerza de Grug con la inteligencia de Chico.

Más allá del tan manido conflicto familiar, lo interesante de la película son los deseos de cambio, el impulso de conocer  y explorar el mundo.   

En definitiva, entretenimiento puro, película de aventuras muy divertida y con una realización espectacular.

martes, 26 de marzo de 2013

El último exorcismo

-The Last Exorcism-
de Daniel Stamm








Rodada con el estilo de un falso documental, la película sigue al reverendo Cotton; un predicador que lo ha sido desde niño por la influencia de su padre, pero que ahora es un escéptico redomado. 
Él mismo ha practicado docenas de exorcismos; pero al conocer la muerte de un niño en uno de ellos, reniega de su práctica. Para demostrar que todo es un engaño, se compromete con un equipo para realizar un documental sobre un caso y así desvelarlo todo. 

En este último exorcismo le seguiremos hasta el profundo Sur de Estados Unidos. Un padre fundamentalista religioso le ha llamado porque cree que su hija Nell está poseida. Amanece muchos días manchada de sangre mientras algunos de los animales de la granja han sido destrozados.

Allí tendremos oportunidad de apreciar la trastienda del exorcismo: el reverendo prepara la habitación con artilugios de todo tipo, crucifijos que echan humo, hilos invisibles, grabaciones, agua con tranquilizantes, etc. Cuando sobreviene un nuevo incidente, el reverendo lleva a cabo su actuación. El padre y el hermano de Nell asisten alarmados a toda la parafernalia, pero finalmente la niña se relaja y duerme tranquila. El padre paga los servicios y todos contentos. 
El hermano de Nell los recibe al principio con agresividad. Está enfrentado a su padre y quiere proteger a su hermana; pero cuando descubre que todo es un fraude les saluda jocoso. Para él ya no hay problema.

Aprovechando los recursos del documental como ya hicieran REC o Paranormal Activity, este último exorcismo aporta un condimento más. Nuestro guía es un arrepentido y la ambigüedad se adueña del relato.
Efectivamente, una de las bazas más convincentes de la cinta es el reverendo Cotton Marcus. Patrick Fabian lo representa con un gran encanto personal. Su habilidad con los sermones, afinada durante décadas, es manifiesta y aunque consciente del engaño que ejecuta, él lo sublima pensando que presta un servicio: conforta a la gente de sus penas y aflicciones.

Lo más interesante de la película es su punto de partida. Asistiremos a un exorcismo conociendo los trucos. Las imágenes documentarán los hechos, sin montajes, y nuestro cicerone será precisamente un reverendo ya escéptico que nos descubre sus falacias.

Por eso mismo el nuevo giro que toman los hechos nos ofrece una intriga apasionante. De regreso a casa, el reverendo y los documentalistas descansan en un hotel, cuando en medio de la noche, Nell aparece en una habitación sin saberse cómo ha llegado. Se impone el retorno a la granja donde el terror se desata.

Nell está verdaderamente poseída (sus contorsiones espeluznan) y el incrédulo reverendo se ve sobrepasado. Nos encontramos en una situación semejante a El exorcismo de Emily Rose, en la que una niña angelical está sometida a unas fuerzas terribles.

La historia está muy bien hilvanada y por eso mismo, en este momento clave, nos encontramos desarmados. Para colmo, la niña ha realizado un dibujo en el que todos aparecen muertos. El reverendo en un gigantesco fuego, el cámara con la cabeza cortada, etc. Todos temen que sea una premonición.

Después de un buen tramo de incertidumbre y terror corriendo por habitaciones y exteriores cámara en mano, el final se precipita, en el pleno sentido de la palabra. En pocos minutos la película da un giro repentino y cierra los hechos de forma trágica. No falta coherencia a lo narrado, pero las nuevas circunstancias patinan por la velocidad con que están expuestas, dando la sensación de emergencia.

Aun así, una buena película de terror que huye del susto por el susto; actuando por inmersión en un trance bien siniestro. 

domingo, 24 de marzo de 2013

El hombre sin pasado

-The Man from Nowhere-
de Lee Jeong-beom





Taquillazo en Corea desde su estreno en 2010, en España hemos tenido que esperar a 2012 para verla. Se trata de un thriller narrado con gran potencia visual en la senda de las venganzas. "Ajeossi" es el título original, el  "vecino corriente" que se ve implicado para proteger a una niña. 

Tae-shik es un vecino silencioso y taciturno que regenta una pequeña oficina de empeños. La niña se pasa el día sola esperando a su madre que trabaja de bailarina en un local de la mafia. Una noche roba un alijo de droga en los camerinos y lo esconde camuflado como un empeño. La brutal reacción de los secuaces es secuestrar a madre e hija y buscarle las cosquillas al vecino; pero no saben que éste, se esconde de un pasado turbio como espía militar que le llevó a perder a su mujer embarazada. La banda le conmina a realizar una entrega a un capo, si quiere recuperar a sus vecinas.

La película tiene dos partes marcadas por un ritmo bien distinto. En la primera vemos su relación con la niña. Ambos están solos y desamparados. Él encerrado en sus remordimientos, la pequeña abandonada en la calle hasta que llegue su madre. En un arranque de sinceridad le cuenta cómo su madre le llama "basura".
Esta parte es más lenta, pero resulta deliciosa por la gran interpretación de la niña (Kim Sae-ron)  que aúna desparpajo y  patetismo.

Cuando Tae-shik hace la entrega cae en una trampa y tanto él como el capo son detenidos por la policía. A punto de huir descubre el cadáver de la madre, sin ojos y sin vísceras. Ya no es un simple asunto de drogas, sino de tráfico de órganos y sabe que la niña sólo tiene una pequeña posibilidad de salvarse. 

A partir de ahí la segunda parte es ya un thriller potentísimo que se desarrolla en varios frentes. Después de huir de comisaría, Tae-shik es perseguido por la policía mientras él persigue a la banda que mantiene secuestrada a la niña.

El film es muy estilizado en su puesta en escena. Los personajes hablan a través de sus silencios y sus miradas. El director sabe colocar planos muy significativos en la narración: Cuando va a iniciar la persecución, Tae-shik se rasura su larga melena, vuelve a ser un cazador vengativo y justiciero. Las uñas pintadas de una compañera de So-mi delata el destino de los niños después de servir como "hormigas" (transportar la droga o desvalijar cajeros con tarjetas robadas).
La acción fuera de plano es otra de las señas de calidad de esta cinta. En el primer ataque que recibe Tae-shik en su tienda, un gigantón se abalanza hacia él. En ese momento la cámara se sitúa en la calle y segundos después vemos un gran impacto desde dentro de la ventana. En otra secuencia Tae-shik se encuentra esposado en comisaría. Al ofrecersele comida alega que es zurdo y el agente se agacha para abrirle las esposas. Ahí se cierra el plano.

Los recuerdos del hombre y su relación con la niña dotan a la película de un lirismo que contrasta enormemente con la acción y la violencia de algunas secuencias. Asimismo es notable la admiración que el lugarteniente de la banda profesa hacia Tae-shik. La brutal pelea que mantienen ambos en el w.c. de una discoteca se salda en tablas y quedan citados para el duelo final.

A este duelo acude el "ajeossi"  solo, dispuesto a encontrar a la niña en la misma boca del lobo. El lugarteniente no dispara mientras Tae-shik se desembaraza de los numerosos secuaces. El duelo final entre ambos es eléctrico. A cuchillo y sin música.

Las fantásticas escenas de acción son una de las cosas que más ha cuidado el director. Según ha declarado,  buscaba algo nuevo: "Excluimos las patadas extravagantes, los movimientos circulares y cualquier otra cosa grandilocuente y fuimos directamente a por los movimientos simples y directos. Quería que la secuencia fuera continua para que la banda pudiera moverse toda a la vez y Tae-Shik pudiera usar a sus oponentes para su propia ventaja defensiva".

La película también se beneficia de la estilizada presencia de Won Bin, un actor y modelo muy atractivo y de aspecto juvenil, que cambia el rumbo de sus anteriores trabajos (normalmente de hijo menor y con problemas como en My Brother, Lazos de Guerra o Mother), por un registro más oscuro, casi desesperado, que se desata para intentar salvar a su pequeña vecina.

Seguro que alguien se acordará al verla de León, el profesional (con Jean Reno y Natalie Portman) o de Gloria  (del gran John Cassavetes, con Gena Rowlands).

Y la nómina de thrillers pujantes y elocuentes procedente de Corea del Sur sigue creciendo....

viernes, 22 de marzo de 2013

LEVIATÁN - ESPEJOS NEGROS - de Arno Schmidt






Asomado al apocalipsis.-

El libro lo componen dos novelas cortas. Comparten ambas la desesperación, el caminar al borde del precipicio. En Leviatan el mundo es un bombardeo constante al final de la segunda Guerra Mundial; las horas, las del hambre y el frío extremo. Un grupo de alemanes desesperados se hacen con una locomotora e intentan huir. El tren termina colgado sobre el abismo, en medio de un viaducto destruido. En Espejos negros el mundo es el del apocalipsis nuclear. El narrador cree ser el último hombre sobre la tierra. Y no echa de menos a nadie.
"¡Recuerde tan sólo el aspecto que tenía la humanidad! ¿¡Cultura!?: la tenía uno entre mil; ¡uno entre cien mil la producía!: ¿Moralidad?: ¡Ja, ja, ja!: ¿En el fondo de su conciencia cada uno de nosotros sabe que hace mucho tiempo que merece la horca!". pág. 144
El estilo es cortante como el hielo. Hecho de frases cortas. Los pensamientos se suceden ágilmente, con un lenguaje que busca lo esencial. Los dos relatos son en primera persona. Secos y fragmentarios como trozos de metralla. El primero marcado por las horas como un diario, el segundo marcado por los párrafos denominados franceses (primera línea llena con la primera palabra en cursiva y las demás líneas sangradas). 

Los pensamientos refulgen como relámpagos. Son narraciones de gran intensidad, con carga autobiográfica, que albergan una honda amargura y un gran desprecio a la humanidad. La fragilidad con la que aparecen estos seres contrasta con su denodado esfuerzo por sobrevivir, por comprender la vida y hasta el universo; que es  en definitiva todo lo que se les escapa.
Sus páginas están salpicadas de demostraciones físicas y matemáticas. En Leviatan se habla de la fuerza de la gravedad y la infinitud del espacio. En Espejos negros se nos explica la fórmula de la rotación de un proyectil y la solución al teorema de Fermat. Incluso aparecen citadas obras del propio Schmidt, como en Leviatan, las anotaciones de Klopstock en La República de los sabios, obra feroz y corrosiva.

Todo el libro está regado de desesperación, anticristianismo, malthusianismo y el vértigo del apocalipsis. 
En Leviatan el grupo lo componen dos soldados heridos y hastiados, dos jóvenes aún fanáticos de las juventudes hitlerianas, tres ancianos, algunos niños, un pastor protestante con su familia y Anne, antigua novia del narrador; el cual mantiene una discusión soterrada con un viejo herido sobre Dios y el diablo.
"Sus retruécanos de 2000 años sobre el pecado original puede ir a contárselos a los que ya no tienen seso: ¿es posible que esta gente no haya considerado nunca la posibilidad de que el culpable pudiera ser Dios? ¿Acaso nunca oyeron hablar de Kant y Schopenhauer, de Gauss y Riemann; Darwin, Goethe, Wieland? ¿O simplemente no lo entienden, y siguen rumiando disparates, impasibles como vacas, a través de los siglos? Éste es el espíritu que rechaza la modificación del curso de un río por considerarla un voto de desconfianza hacia Dios y una intromisión en SU creación. Una vez oí a un teólogo sentenciar fehacientemente a propósito del apéndice: "¡Si no tuviese alguna utilidad, no estaría allí!" - Whatever is, is right: esto debe valer también para la poliomielitis, la bulimia, la Sphaerularia Bombi Dufour y Herms Niels; por lo que parece, los acólitos incondicionales llevan siempre uniforme negro. - Gentuza" pág. 26
Donde Whatever is, is right* cita el famoso poema "Essay on Man" de Alexander Pope (1688-1744) y el uniforme negro equipara a fanáticos de toda índole sea religiosa o política. 

Hermann Hesse escribió sobre el autor de Leviatan, "nos escupe en la cara su asco".

Espejos negros transcurre en un mundo postapocalíptico. El narrador superviviente intenta recomponer su vida con los restos de la civilización. Sus reflexiones adoptan tintes malthusianos, por el excesivo crecimiento de la población. Hacia el final reproduce una carta que dirigió a George R. Stewart, supuesto autor de una historia de la humanidad al que reprocha su ignorancia. Curiosamente Stewart es autor de La tierra permanece, una ficción también postapocalíptica pero de orientación más constructiva. Se relata allí el posible reinicio de la humanidad. Schmidt es mucho más pesimista.

"¡Los bosques son lo más hermoso que existe! Y yo estaba entrando ahora en los cuarenta; si todo salía bien (?) iba a poder seguir vagando por la tierra despojada de seres humanos todavía por un buen rato: ¡no me hacía falta nadie!- pág.73
"Este mundo es algo que sería mejor que no fuera; ¡quien dice otra cosa miente! Piense en los mecanismos del mundo: gula y lujuria. Usura y asfixia." pág 35

Recientemente se ha publicado en España Los hijos de Nobodaddy, título que agrupa tres novelas cortas: Momentos de la vida de un fauno, El brezal de Brand y Espejos Negros. Julián Ríos nos explica en el prólogo que "Schmidt concibió la idea de la trilogía a posteriori, una vez que acabó de escribir el Fauno en enero de 1953, en Kastel, tras tres años de trabajo. Entre enero y septiembre de 1950 había escrito en Cordingen El brezal de Brand, que se publicó en 1951 conjuntamente con la novela corta Espejos negros, escrita en el mes de mayo de ese año en Gau-Bickelheim. El Fauno venía así a cubrir el primer período histórico de la trilogía, los años del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1944, al que sigue la posguerra de 1945 a 1946 en El brezal de Brand, que concluye con el pesimista futuro o futurible de 1960 a 1962 en Espejos negros, cinco años después de la tercera guerra mundial." pág. 17


Patricio Pron escribió un artículo muy completo sobre la figura de Arno Schmidt, aquí.
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*  La estrofa final de la Epístola I dice así:
All Nature is but Art, unknown to thee;
All chance, direction, which thou canst not see
All discord, harmony not understood,
All partial evil, universal good:
And, spite of pride, in erring reason's spite,
One truth is clear, whatever is, is right.

La naturaleza toda es un arte desconocido para ti; 
todo acaso, es una dirección, que no eres capaz de ver; 
toda discordia, una armonía que no llegarás a entender; 
todo mal particular, un bien general; 
y en despecho del orgullo y de la razón extraviada 
una verdad está clara: todo cuanto existe, así debe ser.

martes, 19 de marzo de 2013

El LIBRO de MONELLE - de Marcel Schwob







Desgarradoras en primer término, las palabras de Monelle son también mórbidas y sensuales. Predican un juego profético y aúnan belleza y dolor en su hálito decadente.  













"Monelle me halló en el páramo en donde yo erraba y me tomó de la mano.
   -No debes sorprenderte -dijo-, soy yo y no soy yo;
   Volverás a encontrarme y me perderás;
  Regresaré una vez más entre los tuyos; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido;
   Y me olvidarás, y me reconocerás, y me olvidarás.

Y Monelle dijo: Te hablaré de las pequeñas prostitutas, y conocerás el comienzo.

A los dieciocho años, Bonaparte el asesino se encontró a una pequeña prostituta bajo las puertas de hierro del Palais Royal. tenía el semblante pálido y temblaba de frío. Pero "había que vivir", dijo. ni tú ni yo conocemos el nombre de aquella pequeña que Bonaparte llevó a su cuarto del hotel de Cherbourg, en una noche de noviembre. Ella era de Nantes, en Bretaña  Estaba débil y cansada, su amante la había abandonado. Era simple y buena; un sonido muy dulce tenía su voz: de todo eso se acordó Bonaparte. y pienso que después el recuerdo del sonido de su voz lo emocionó hasta las lágrimas, y que la buscó largo tiempo en las noches de invierno, pero no volvió a verla jamás.
El libro de Monelle en Demipage
Pues tienes que saber que las pequeñas prostitutas no salen más que una vez de la muchedumbre nocturna por una tarea de bondad. La pobre Anne se acercó a Thomas de Quincey,el comedor de opio, que desfallecía en Oxford Street bajo las grandes lámparas de aceite. Húmedos sus ojos, ella le acercó a los labios un vaso de vino dulce, lo abrazó y lo mimó. Después de sumió otra vez en la noche. Quizá murió al poco tiempo. Tosía, dice de Quincey, la última noche que la vi. Tal vez vagaba todavía por las calles  no obstante la pasión de su búsqueda, y por mucho que soportó las risas de aquellos a quienes se dirigía, Anne se había perdido para siempre. Cuando tuvo más tarde una casa caliente,a menudo pensó, entre lágrimas, que la pobre Anne habría podido vivir allí a su lado; en lugar de ello se la representaba enferma, o moribunda, o desamparada, en la insondable negrura de un burdel londinense, y se había llevado consigo toda la amorosa piedad de su corazón.

Mira, ellas profieren un grito de compasión por ustedes, y les acarician la mano con su mano descarnada. no los comprenden a menos que sean muy desdichados  lloran con ustedes y los consuelan  La pequeña Nelly vino hacia el convicto Dostoievski desde su casa abyecta; desahuciada de fiebre, lo miró largo rato con sus grandes y negros ojos trémulos. La pequeña Sonia (existió, como todas las otras) abrazó al asesino Rodión después de la confesión de su crimen: "¡Usted está perdido!", dijo con un acento desesperado. y de pronto se alzó para arrojarse a su cuello y abrazarlo..."¡No, no hay ahora mismo sobre la tierra un hombre más desgraciado que tú!", gimió en un arranque de piedad, y estalló de repente en sollozos.

Como Anne y como aquella que carece de nombre y se acercó al joven y triste Bonaparte, la pequeña Nelly se hundió en la niebla. Qué fue de la pequeña Sonia, pálida y descarnada, Dostoievski no lo ha dicho. ni tú ni yo sabemos si pudo ayudar a Raskolnikov hasta el final en su expiación. yo no lo creo. Se fue muy dulcemente entre sus brazos, tras demasiado sufrir y demasiado amar.
Ninguna de ellas, debes saberlo, puede quedarse con ustedes. Estarían demasiado tristes y les de vergüenza quedarse. cuando ustedes ya no lloran, ellas no se atreven a mirarlos. Le enseñan la lección que han de enseñarles  y se van. Vienen a través del frío y la lluvia a besarlos en la frente y enjugar sus ojos y las horribles tinieblas vuelven a atraparlas. Pues deben tal vez irse a otra parte.
Ustedes no las conocen sino mientras ellas los compadecen. No hay que pensar otra cosa. No hay que pensar en lo que ellas han podido hacer en las tinieblas. Nelly en la horrible casa, Sonia borracha en un banco del bulevar, Anne devolviendo el vaso vacío al tabernero en una calleja oscura tal vez fueran crueles, obscenas. Son criaturas de carne. Han salido de un sombrío callejón para dar un beso bajo la lámpara encendida de la calle. En ese momento eran divinas.
Todo lo demás hay que olvidarlo.

Monelle guardó silencio y me miró:
Yo he salido de la noche, dijo, y a ella regresaré. Porque yo también soy una pequeña prostituta."


Este es el comienzo de Las palabras de Monelle, primera sección de El Libro de Monelle, de Marcel Schowb.









Ariel Dilon,  en el Prólogo al "Libro de Monelle" en LONGSELLER, Buenos Aires 2005, escribe:

 "Marcel Schwob fue un lector de una curiosidad y de una erudición inmensas; periodista y cronista de talento, traductor ambicioso, maestro de la prosa simbolista, alcanzó renombre gracias a sus colecciones de cuentos (Corazón doble, El rey de la máscara de oro, La cruzada de los niños). Su vena fantástica se mezcla con una preferencia por los marginales de la historia, en una escritura límpida, elegante y precisa cargada de un fino humor y de una esencial compasión. Poco antes de 1891, conoció a la joven Louise, una trabajadora de espíritu infantil, que vivía de manera más que humilde y que, en ocasiones, había practicado la prostitución. (...)
Louise estaba minada por la tuberculosis.  Schwob cuidó de ella con devoción, pero la muchacha murió el 7 de diciembre de 1893. Tenía veinticinco años, es decir, apenas era más joven que el propio escritor: el definirla como una niña responde más a una apreciación del carácter que a la condición real de la joven. La muerte de Louise lo había arrasado. (...)

En el verano de 1894, se publica por primera vez El libro de Monelle, texto inclasificable, suerte de evangelio de inocencia y de piedad, al mismo tiempo que manifiesto de un nihilismo absoluto, que combina cuentos ("Las hermanas de Monelle"), aforismos y poemas en prosa. El libro es un reflejo del clima anarquista de la época —que tuvo otro alto exponente literario en la obra de Alfred Jarry, discípulo confeso de Schwob—pero, sobre todo, del genio del escritor para convertir en sustancia estética los materiales del dolor, de la marginalidad y del desamparo. Muchas premisas concurren en la redacción de El libro de Monelle. Aun cuando la impronta del dolor real por la pérdida de Louise estuviese todavía grabada en su conciencia, Schwob se despega de su caso y lo sublima a través de Monelle, alma del libro, de quien hace el autor una auténtica niña de no más de doce años. Su desamparo y su lucidez extienden un manto de fraternidad infantil sobre las "pequeñas prostitutas", como Louise misma y como los personajes de la literatura que invoca en sus primeras páginas: las heroínas "deshonradas" de Dostoievski, la figura femenina de Anne en las Confesiones de Thomas de Quincey, la prostituta de una página del diario de juventud de Napoleón Bonaparte. Pero ni Monelle ni sus hermanas —que protagonizan los cuentos de la segunda sección— ejercen la prostitución. Son, sí, niñas de una marginalidad social o espiritual patente, que no se amoldan a los designios de una sociedad en la que el trabajo y la pérdida de la inocencia son de alguna manera sinónimos. Estos niños se resisten a ser expulsados del Edén infantil en el que el trabajo no existe, en el que el tiempo no pasa, en el que el misterio de la existencia está todavía intacto, visible, y es lo que domina sus vidas. La primera sección, "Palabras de Monelle", es un verdadero manual de anarquismo, escrito en el estilo aforístico de los textos sapienciales.

Mucho de lo que dice Monelle allí podría leerse como un credo estético, un manifiesto del arte del caos que anticiparon el propio Schwob y Jarry, y que tiene sus antecedentes en Arthur Rimbaud, Henry de Lautréamont, Charles Baudelaire, y mucho antes, Francois Rabelais y Francois Villon, a quien tanto admiró Schwob. Monelle celebra el culto del instante, enseña a destruir lo pasado, instrucción que podría corresponder al budismo o al taoísmo, pero que al mismo tiempo sirve como invitación a quemar las formas anquilosadas de un arte perimido. La sección final del libro retoma ese tono profético y desgarrado que mezcla hedonismo, crueldad y piedad. Allí una secta de niños alucinados, como la de La cruzada de los niños —obra que Schwob escribió en 1896—guiados por una Monelle resurrecta, deambula por la tierra preconizando el olvido y la inocencia perpetua. El narrador terminará por apartarse, en el último párrafo, de ese mandato terrible, al comprender, tal vez, que en lo efímero de la niñez está su mismo encanto. La sección media del libro está ocupada por once cuentos protagonizados por niñas, donde Schwob, liberado del tañido de la voz profética de Monelle, hace gala de toda su sensibilidad, de su humor y de la sutileza de su prosa para retratar justamente lo efímero de esas niñas en las que toda la riqueza y la contradicción de lo humano están ya presentes. (...)

Schwob, ya célebre, pero enfermo desde la juventud a consecuencia del uso de drogas como el opio y el éter, en el final de su vida emprendió un viaje por mar, siguiendo la ruta de su admirado Robert Louis Stevenson. De regreso en París, trabajó en un ambicioso proyecto sobre Francois Villon, cuando lo sorprende la muerte en 1905 (sólo dos años antes que Jarry), a la edad de treinta y siete años. Su influencia literaria es enorme y mal conocida. Es la inspiración indiscutible del genio de Guillaume Apollinaire, es reconocible en André Bretón y los surrealistas, en Antonin Artaud (Heliogábalo), en Michel Leiris (Aurora). Pero el más ilustre de sus discípulos es argentino: lector de Schwob a los veinte años, Borges reconoció tardíamente su deuda decisiva hacia los modos de creación, de reflexión estética y filosófica del escritor francés, que están difundidos en toda su obra. Y todo esto, muy claramente en Historia Universal de la Infamia, que debe mucho a Vidas imaginarias. Antes de morir en Ginebra en 1986, Borges se hizo leer nuevamente el ensayo de Rémy de Gourmont consagrado a Schowb. La brevedad de la vida de Schowb pudo haberle inspirado al escritor argentino esta frase: "La vida es demasiado pobre par no ser, también, inmortal". 

sábado, 16 de marzo de 2013

Oz, un mundo de fantasía

-Oz, the great and powerful-
de  Sam Raimi


Un frase recorre las redacciones cinéfilas: si no sabes hacerlo bien, hazlo en 3D. Pero aquí no es el caso. La película está justita pero bien, el director contrastado, la historia tiene el encanto de la fantasía, pero entonces ¿por qué la insatisfacción cuando la has visto?

¿Hay sentido de la aventura? Muy poquito.
¿Hay misterio o intriga? Apenas.
¿Nos ofrece el hechizo de la fantasía? De un modo somero.

Juguemos a averiguar por qué. 
Oscar Diggs es un mago de feria ambulante. Malvive dando tumbos por Kansas mientra sueña con llegar a ser un gran hombre. Huyendo de uno de sus enredos, el globo es absorbido por un tornado y trasladado a Oz, un mundo de fantasía con tres brujas y una profecía: la llegada de un mago grande y poderoso resolverá los problemas de la Ciudad Esmeralda.

Como precuela del clásico rodado por Victor Flemming en 1939 no aporta prácticamente nada nuevo. Lo que empieza siendo un homenaje al original con la introducción en blanco y negro y formato 4:3, acaba siendo una simple copia -pero sin ángel- de su estructura narrativa: juntar un grupo de amigos que transitan por el camino de baldosas amarillas.

El hilo narrativo de quién es Oz y cómo llegó al Mundo de Fantasía está bien hilvanado. Se trata de un mago charlatán con sueños de grandeza y finalmente sus trucos ayudarán a liberar ese mundo. Pero lo que con Dorothy era un sueño para ser mejor (coraje en el león, corazón en el hombre-hojalata y cerebro en el espantapájaros), aquí es una simple búsqueda de oportunidades, al mejor estilo americano. 
Creo, además, que James Franco (secundario en los tres spidermans de Raimi) es más adecuado para personajes atormentados que para un tarambana y simpático calavera como se requería aquí. Si es verdad que Robert Downey Jr. y Johnny Depp rondaron el papel, hubiesen sido una mejor elección. 

Si comparamos la llegada a Oz por parte de Dorothy con la del mago que nos ocupa, podremos apreciar las diferencias de concepto. En la clásica, encontramos la gracia de la niña y el misterio de un mundo en el cada aventura y personaje no lo agotaba. En la película de Raimi, que parece fiarlo todo a unos paisajes y unos efectos digitales brillantísimos (a veces hasta demasiado brillantes), en el primer encuentro con Theodora (Mila Kunis) ya está todo el mundo descrito y asumido. No hay más misterio y mucho menos gracia.

La malvada y sus mandriles voladores apenas tiene incidencia y resulta demasiado plana. La admirable Rachel Weisz (Evanora) carece aquí de maldad y sutileza. El director pierde una oportunidad magnífica de aportar oscuridad al relato en la secuencia del ataque a la ciudad de porcelana, que está resuelta con simpleza.
Tampoco el mono ni la muñequita de porcelana aportan nada como acompañantes de nuestro héroe; todo lo contrario de lo que pasaba con los compañeros de Dorothy.

Resulta atractiva la idea de que aquella odiosa Bruja del Oeste,  fueran en origen tres. La insidiosa Evanora, que se presenta como abnegada regente de Oz en compañía de Theodora y Glinda que parece condenada al ostracismo. El vuelco que posteriormente se da a esta situación es atractivo, pero lamentablemente relatado sin tensión alguna. Como prueba, la escena en que Oscar acecha a Glinda (Michelle Williams) para robarle su varita mágica y destruirla, es inconsistente y hasta sosa.

Mejoran las sensaciones en el desenlace. El mago recuenta su ejército y descubre panaderos, herreros, costureras y cantantes muy alegres. Se impone tirar de ingenio. Si no hay ejército al menos ha de parecerlo y su magia parece la adecuada. Ante la batalla final, el mago se prepara para huir con su botín de oro. Al fin, el sentido aventurero asoma levemente y el círculo se cierra sobre el gran mago que actúa escondido tras unas cortinas. 

Se ve, pero sin entusiasmo. De magia, sólo algún destello. Y encima le falta una canción tan maravillosa como Somewhere over the rainbow.

jueves, 14 de marzo de 2013

La mosca

de Slawomir Mrozek






Juguetón, irónico y sarcástico a partes iguales. Por sus relatos cruzan siempre el humor y la reflexión. También, en ocasiones, la sombra del telón de acero,  como en esa mirada de Stalin que de pronto le asalta al pescador desde el fondo del riachuelo en el relato "Las vacaciones", dándole un susto de muerte.

Los picotazos de esta mosca se dirigen por igual a políticos que a filósofos. En El Oso es Sartre el que tropieza con un plantígrado famoso entre los turistas de Zakopane. El filósofo se disculpa: "Pardon Monsieur", y el oso le recrimina: "Nada de monsieur, gilipollas, sino: lo siento osito. ¿Es que no sabes que être c´est paraître?"

Los relatos recogidos en este libro se escribieron entre 1990 y 1993, con el muro de Berlín recién caído y en algunos cuentos ridiculiza los nuevos ímpetus capitalistas  y hasta los deseos de occidentalización. En El Emigrante un barco oceanográfico se encuentra a un emigrante que rema con tesón en el Mar de Bering. El emigrante les inquiere si va bien hacia Occidente. A lo que le responden que efectivamente se dirige a Occidente, "encontrará primero Siberia y luego toda la bella y fértil Unión Soviética". El emigrante se desespera y grita "¡Dios mío, he estado yendo a la deriva!"

También las situaciones absurdas proliferan, como la del náufrago que es todo voluntad y acción, pero sólo tiene una herramienta que es un sacacorchos. Personajes como el que se anunciaba en el periódico: "Asumo la responsabilidad por cualquier cosa, precios moderados" en C. de Turco; aunque la competencia es enorme, los judíos lo hacen gratis. También aparece un hotelero que publicita una de sus habitaciones como la de vistas más extraordinariamente bellas. Cuando recibe las quejas por el horrible patio que se ve, explica que las vistas no son por la ventana, sino detrás de la puerta, donde hay un espejo de cuerpo entero que te refleja.

El formato de los cuentos es casi periodístico, el estilo muy directo. He aquí un par de ejemplos.

Animal Farm - Libros del Zorro Rojo
EL EDÉN
Me senté en un banco del parque. En el otro lado del sendero, en el césped, jugaban dos pequeños, una niña y un niño. Al rato me quedé pensativo y dejé de prestarle atención.

-Señor, ¿qué hora es?

Los niños estaban delante de mí, la pregunta la había hecho él.
Miré el reloj.
-Las tres y media.
Me dio las gracias y los dos volvieron al césped. Sin embargo, en lugar de jugar, parecía que discutían por algo. Me quedé pensativo de nuevo.
-Señor, ¿qué hora es?
Esta vez la pregunta la hizo ella. Él se quedó un poco apartado.
Miré el reloj.
-Las cinco menos cuarto.
-¿No te lo he dicho?- se dirigió a él triunfalmente.
-Miente- exclamó el pequeño-. ¡Antes me había dicho otra cosa!
-Señor, explíquele que cada vez es una hora diferente.
-¡Miente!- El pequeño estaba a punto de llorar.-
¡A mí me había dicho que eran las tres y media!
-Es tan testarudo- se dirigió ella a mí, como un adulto a otro. Lo abrazó con un gesto proteccionista y maternal, y cuando él se apartó con vehemencia, añadió con el tono de una mujer martirizada, pero satisfecha de sí misma-:Ya ve usted. Era claramente una imitación. Seguro que habrá oído a su madre más de una vez usar esa expresión haciéndole confidencias a una amiga: "Ya ve usted cómo es él, ya ve usted."
-De verdad que son las cinco menos cuarto- le dije con la mayor suavidad que pude, aunque también es cierto que antes eran las tres y media. El mundo está hecho de  manera que lo que antes era verdad, ahora ya no lo es.
-Hazle caso al señor- lo amonestó ella severamente.
-E incluso lo que es verdad ahora, después no lo será.
-¿En serio?
-Sí, tienes que aceptarlo.
Estuvo pensando un rato y después se sentó en el banco. Pero no a mi lado, sino en el extremo mismo, lo más lejos que pudo de mí y de ella.
-Entonces esperaré-dijo con determinación, mirando no hacia nosotros sino hacia lo lejos, donde acababa el parque.
-¿Qué es lo que esperarás?-pregunté.
-El después. A que lo que usted dice ahora deje de ser verdad.
La niña me miró con complicidad, pero yo sentí de repente que estaba harto. No quería ser su cómplice.
-Debo irme- dije-. Tengo asuntos que arreglar.
Me levanté del banco y empecé a alejarme.
-Señor, señor-escuché detrás la voz de la niña.
Apreté el paso.
-Señor, ¿qué hora es?
Iba ya casi corriendo. Quería huir del Edén en el que los personajes de siempre reproducen la misma escena. No me gustaba el papel de la serpiente o, más bien, del burro transformado por Eva en serpiente. Aunque, posiblemente, fuera ya tarde para huir, puesto que me sentía una serpiente.


NOMENCLATURA
   -Señores -dijo el presidente-. El hecho no se puede ocultar más. Nosotros, el consejo de administración de la cooperativa Futuro Luminoso, somos una organización criminal.
   -¿Desde cuándo? -preguntó cuerdamente el secretario.
   -Desde que nos han sido probados malversación, desfalco, e incluso hurto a la hacienda pública. O sea, desde hace poco.
   -Si es cierto -se mostró de acuerdo el secretario-, merecemos una enérgica condena.
   -Exacto -asintió el tesorero-. Expresemos una autoreprobación y en paz.
   -Esta vez una autocrítica no será suficiente. La sociedad espera de nosotros algo más radical.
   -¿Y si nos autoreprobamos con toda rotundidad?
   -De esto ya ha habido también y es poco. Ahora hace falta algo definitivo. Propongo que nos disolvamos.
   -¿Y si nos pillan?
   -No hay que temer. Nos constituiremos de nuevo como comisión de instrucción de la actividad criminal del consejo de administración de la cooperativa Futuro Luminoso.
La comisión de instrucción de la actividad criminal comenzó sus trabajos en breve. Las acusaciones de que sus miembros cobrasen sueldos aún más altos que en sus puestos anteriores resultaron infundados. Nadie tenía mejores cualificaciones que ellos para realizar esta instrucción. 


Es fascinante que este último relato se refiera a los noventa y a los comunistas de Europa del Este. Sirve por igual como caricatura de los democristianos y berlusconis italianos o de los actuales populares en España. La corrupción tiene el mismo rostro independientemente del partido político o el área geográfica.


Slawomir Mrozek es un autor polaco nacido en 1930. Estudió arquitectura, historia del arte y cultura oriental. Desde 1957 desarrolla dos facetas, la de dramaturgo y la de narrador. Otros libros suyos de relatos son Juego de azar, La vida difícil y El árbol.

martes, 12 de marzo de 2013

La bestia con cinco dedos y otros relatos de horror y misterio

de William F. Harvey




Pocas cosas hay más deliciosas para mí que coger un libro de la Colección Gótica Valdemar y sumergirme en un relato terrorífico o fantástico. El primer libro que compré de esta colección fue Corazones Perdidos, los 31 relatos de fantasmas escritos por el erudito M.R. James, y desde entonces cada uno de ellos constituye una joya de mi biblioteca.

Por eso no puedo sino suspirar de gozo al afrontar una tarde de este lluvioso invierno con el libro entre las manos. Sus vicarías de piedras mohosas y sus páramos desolados esconden el puro deleite.

Me llama la atención la forma de resolver unos cuantos relatos, en que el propio narrador aventura una explicación, sobrenatural o no, dejándolo ahí, sin que sepamos a ciencia cierta si eso es lo que pasó. Óscar Palmer Yáñez, en el prólogo, ya nos avisa de que "su personalísimo modo de afrontar la narrativa fantástica, sin renunciar a las convenciones del género pero adoptando un tono ligeramente distanciado, a medio camino entre el humorismo irreverente (probablemente su educación cuáquera impidió que pudiera tomarse demasiado en serio los horrores sobrenaturales sobre los que pretendía escribir; de ahí que muchos de sus cuentos sean deliberadamente ambiguos: lo sobrenatural siempre puede ser explicado como signo de locura) y la fascinación por el género", le hacen un autor muy peculiar.

Esta ambigüedad aparece pletórica en La Herramienta, uno de los relatos más extraordinarios del libro, donde un pobre vicario descubre el cadáver de un marino en los páramos y al despertarse al día siguiente se percata que en su mente ha perdido un día entero. Hojeando una revista en la posada ve una ilustración que reproduce la misma escena que ha vivido y con la siguiente leyenda, "¿Qué no habría dado por eliminar aquella visión de su memoria?" . 

El páramo es uno de los parajes recurrentes de Harvey. Los de su tierra natal de Yorkshire.  Aunque habitados por la soledad y el frío, no son éstos los que finalmente te hielan el corazón. En A través de los páramos el personaje es el escenario que por supuesto incluye un aparecido. También El corazón del fuego nos presenta un caserío perdido, aplastado por la soledad y los años, en la que su propietario comete un crimen durante una noche invernal. A ese cuerpo y esa noche quedará encadenado toda su vida, rememorándolo en el preciso instante de su muerte. La señorita Avenal languidece asimismo en una estancia remota. Hasta allí es enviada una enfermera que verá cómo su vitalidad se le va escapando mientras su paciente florece. 

Me encantan esos parajes desnudos preñados de misterios. Envidio esa tradición literaria tan inglesa de fantasmas y páramos. Los transitó Holmes en el misterio de Baskerville así como el padre Brown de Chesterton. También algunas páginas de Stevenson los recorren. Mi mente se evade perezosa por la geografía española en busca de una réplica hasta que de pronto se ilumina con los candiles de Anxel Fole (Cuentos para leer en invierno), lo cual no es poco.

En el libro hay un grupo de relatos deudores de las sutilezas del comportamiento. Allí el misterio e incluso el horror se desliza hacia el desequilibrio mental. Así por ejemplo en El Doble Demonio y en La Señorita Cornelius. Este último tiene una progresión angustiosa en la que un científico es llamado para observar unos hechos telequinéticos. En primera instancia declara la falacia del asunto, pero poco a poco él mismo será empujado hasta el centro de una obsesión. 

El Reloj y El oratorio de los Arkadyne comparten el sustrato de las casas encantadas. El oratorio en cuestión está unido a la casa y a la capilla, en él se encuentra “algo conectado con dolor, fuego y un pájaro y con algo que además era hermoso”. 

Quizás los mejores son los que descubren ciertos pliegues del espacio-tiempo en los que uno mismo puede descubrir, durante un paseo, una lápida tallada con su nombre (Calor de agosto). O también puede ocurrir que después de escribir un relato sobre un monje protector de sagrados manuscritos, se te presente con su barba y su levita a tomar el té y te amoneste veladamente para que guardes el secreto (El Seguidor). Algo semejante ocurre en Desenrollando donde se juntan dos momentos separados por unas decenas de años. En el primero un joven caballero deja huir a un criminal. En el segundo, ya mayor, un inocente juego de salón con sus sobrinos delatará a uno de sus invitados como a aquel criminal.

Restan dos cuentos que refieren fuerzas ancestrales. En Peter Levisham se alude al ímpetu de una fuerza que arrastra a Daniel Crockett hacia varios encuentros fortuitos con el tal Levisham. En el último de ellos acude a sus oficinas y algo le impele a quedarse un tiempo determinado a pesar de que Levisham está ausente. Todo ello será determinante en un juicio posterior. 

Por su parte Sambo es un muñeco que un tío envía a su sobrina desde África. Poco a poco la niña es obligada a deshacerse del resto de los muñecos e incluso a sacrificarlos de modo horrendo. El cuento resulta magistral por la forma tangencial en que está narrado. El autor observa desde fuera los inocentes juegos de la niña hasta hacernos percibir el poder espeluznante del muñeco. 

El autor del relato inconcluso El Seguidor nos ofrece las claves del propio Harvey: "lo principal era ser capaz de reflejar adecuadamente la atmósfera, el conocimiento aparente y el miedo desconocido”. (pág. 178)