martes, 26 de marzo de 2019

XAVIER VILLAURRUTIA, POETA - por Octavio Paz











Poco conocido y apenas editado en España Xavier Villaurrutia (1903-1950) es, sin embargo, un poeta imprescindible de la literatura hispanoamericana.  Su momento histórico viene a coincidir en algunos aspectos con la evolución de la poesía española, desde Juan Ramón Jiménez hasta Lorca y Cernuda. Ensayista, critico y dramaturgo; su obra poética es escasa. Figura polémica en el México de su tiempo, miembro fundacional del grupo Contemporáneos y maestro de Octavio Paz, jamás abandonó su defensa de la independencia del arte, su oposición al nacionalismo cultural y su propuesta de una literatura mexicana en dialogo consigo misma, con el resto de literaturas del mundo y con la esencia del fenómeno poético. Su obra poética, inserta en la tradición romántica a través del surrealismo, puede leerse como una concisa y luminosa autobiografía espiritual en la que este curioso Ulises, como se denominó a si mismo, indagó y profundizó en los ternas que le obsesionaron: la muerte, el amor y los problemas de identidad a los que se enfrenta el hombre moderno; agravados por la triple condición de marginal que le tocó vivir: la de poeta con vocación de puro, la de homosexual, y la de exiliado en su propia tierra acusado de extranjerizante y traidor a la patria. La poesía de Villaurrutia sobrevuela el misterio de su intimidad. Deliberadamente oscuro en ocasiones, sus símbolos son fruto de sus vastas lecturas. Visionario como Blake, audaz en las imágenes y símbolos, se desliza desde la metafísica de la muerte al amor homosexual: “porque la promesa de la cópula se convierte en la antesala de la muerte”.





La UNAM de México tiene unos cuadernillos titulados Material de Lectura. El referido a la poesía de Xavier Villaurrutia, tiene una Selección y Nota Introductoria de Octavio Paz y creo que es una perfecta presentación de este poeta insomne.







EL PLIEGUE Y SUS DOBLES



Xavier Villaurrutia (1903-1950) escribió obras de teatro, ensayos, artículos, poemas. El tomo de sus Obras, publicado en 1966 por el Fondo de Cultura Económica, tiene más de mil páginas. Sin embargo, para la mayoría de sus lectores, Villaurrutia es el autor de unos quince o veinte poemas. ¿Poco? A mí me parece mucho. Por esos poemas recordamos las obras teatrales y volvemos a leer los ensayos de crítica poética: queremos encontrar en ellos, ya que no el secreto de su poesía, sí el de la fascinación que ejerce sobre nosotros. Esos quince poemas cuentan entre los mejores de la poesía de nuestra lengua y de su tiempo, es decir, entre 1920 y 1950. ¿El lugar que ocupa Villaurrutia en México y en Hispanoamérica corresponde a esta excelencia? Hay que contestar con franqueza: no. Villaurrutia no tiene una reputación continental y su poesía es poco leída. No es difícil entender la razón. Su poesía es una poesía solitaria y para solitarios, que no busca la complicidad de las pasiones que hoy tiranizan a los espíritus: la política, el patriotismo, las ideologías. Ninguna iglesia, ningún partido y ningún Estado tiene interés en propagar poemas cuyos asuntos —mejor dicho: obsesiones— son el sueño, la soledad, el insomnio, la esterilidad, la muerte. Incluso el erotismo, el gran fetiche de nuestro siglo frígido y cruel, aparece en sus poemas como una pasión secreta y cuyos atributos más visibles son la ira, la sequía, la impotencia, la aridez. Nada en esta poesía puede atraer a lectores que, como la mayoría de nuestros contemporáneos, reducen la vida, sin excluir a la de los instintos y el sexo, a categorías ideológicas. La poesía de Villaurrutia no es antisocial sino asocial.


El Gobierno mexicano, gran embalsamador y petrificador de celebridades, ha mostrado una soberana indiferencia ante la obra y la memoria de Villaurrutia. Tal vez haya sido mejor así: se ha salvado de la estatua grotesca y de la calleja con su nombre. (En México las grandes avenidas y las plazas pertenecen por derecho propio, iba a decir: por derecho de pernada, a los ex presidentes y a los poderosos. Las calles de nuestras ciudades, como si fuesen reses, han sido herradas con nombres no pocas veces infames.) Tampoco la opinión pública mexicana —me refiero a los intelectuales y a los sabihondos— ha mostrado mucho amor por la poesía de Villaurrutia. Pero su caso no es excepcional: con parecido desdén miran nuestros letrados y semiletrados a Tablada, Pellicer, Gorostiza, Reyes, González Martínez y al mismo López Velarde. En realidad, al único artista que admiran al unísono nuestros burgueses y nuestros hombres públicos es a David Alfaro Siqueiros... La gloria de Villaurrutia es secreta, como su poesía. No lo lamento y él tampoco lo lamentaría. No pidió más mientras vivió: el fervor de unos pocos. En la época moderna la poesía no es ni puede ser sino un culto subterráneo, una ceremonia en la catacumba.

A Villaurrutia le preocupó siempre la oposición entre clasicismo y romanticismo. Estos términos no tenían para él una significación exclusivamente histórica y estilística sino vital y personal. La oposición entre ellos era su conflicto, su drama. Hay poetas poseídos por la unidad, como si la realidad y el lenguaje mismo fuesen emanaciones del Uno plotiniano, poetas del ser, no disperso en la multiplicidad sino resuelto en la esencia. Pienso en Jorge Guillén. Hay otros poetas para los que el mundo y el lenguaje son el oleaje de una sustancia fecunda y confusa, anterior a la unidad, una sustancia genésica, indistinta, rítmica. Pienso en Pablo Neruda. A la poesía de Xavier Villaurrutia no la define ni la unidad de la esencia ni la sustancia plural sino la dualidad. Su poesía parte de la conciencia de la dualidad y es una tentativa por resolverla en unidad. Pero unidad que no destruye la dualidad sino que, al contrario, la preserva y en ella se preserva. El uno es dos y el dos es uno.

La oposición entre clásico y romántico es una de las formas que asume la contradicción general. No es difícil encontrar otras en cada uno de los poemas de Xavier Villaurrutia: soledad/compañía, silencio/ruido, sueño/vigilia, tiempo/ eternidad, fuego/hielo, pleno/vacío, nada/todo, etcétera. Villaurrutia no se propuso en sus poemas la trasmutación de esto en aquello —la llama en hielo, el vacío en plenitud— sino percibir y expresar el momento del tránsito entre los opuestos. El instante paradójico en el que la nieve comienza a oscurecerse pero sin ser sombra todavía. Estados fronterizos en los que asistimos a una suerte de desdoblamiento universal. En ese desdoblamiento no somos testigos, como quería Nicolás de Cusa, de la coincidencia de los opuestos sino de su coexistencia. La poesía de Villaurrutia conserva y preserva la dualidad. La palabra que define a esta tentativa es la preposición entre. En esa zona vertiginosa y provisional que se abre entre dos realidades, en ese entre que es el puente colgante sobre el vacío del lenguaje, al borde del precipicio, en la orilla arenosa y estéril, allí se planta la poesía de Villaurrutia, echa raíces y crece. Prodigioso árbol transparente hecho de reflejos, sombras, ecos.

El entre no es un espacio sino lo que está entre un espacio y otro; tampoco es tiempo sino el momento que parpadea entre el antes y el después. El entre no está aquí ni es ahora. El entre no tiene cuerpo ni sustancia. Su reino es el pueblo fantasmal de las antinomias y las paradojas. El entre dura lo que dura el relámpago. A su luz el hombre puede verse como el arco instantáneo que une al esto y al aquello sin unirlos realmente y sin ser ni el uno ni el otro —o siendo ambos al mismo tiempo sin ser ninguno. El hombre: dormido despierto, llama fría, copo de sombra, eternidad puntual... El estado intermedio, que no es ni esto ni aquello pero que está entre esto y aquello, entre lo racional y lo irracional, la noche y el día, la vigilia y el sueño, la vida y la muerte, ¿qué es? El estado intermedio, en la poesía de Villaurrutia, designa un momento de extrema atención en el centro del abandono también más extremo: dormir con los ojos abiertos, ver con los ojos cerrados. El estado intermedio tiene otro nombre: agonía. También se llama: duda. ¿De qué? Duda de ser pero también de no ser. El poeta duda, se mira en un espejo, se percibe como un reflejo, se ahoga en un resplandor. La duda es agonía: muerte y resurrección en un minuto largo como la creación y la destrucción de los mundos. El poeta es un fantasma y el eco de su grito al golpear contra el muro es un puño que golpea un pecho desierto, una página en blanco, un espejo empañado que se abre hacia una galería de ecos. No metáforas: visiones instantáneas del hombre entre las presencias y las ausencias. El entre: el hueco. Pausa universal, vacilación de las cosas entre lo que son y lo que van a ser.

El entre es el pliegue universal. El doblez que, al desdoblarse, revela no la unidad sino la dualidad, no la esencia sino la contradicción. El pliegue esconde entre sus hojas cerradas las dos caras del ser; el pliegue, al descubrir lo que oculta, esconde lo que descubre; el pliegue, al abrir sus dos alas, las cierra; el pliegue dice No cada vez que dice Sí; el pliegue es su doblez: su doble, su asesino, su complemento. El pliegue es lo que une a los opuestos sin jamás fundirlos, a igual distancia de la unidad y de la pluralidad. En la topología poética, la figura geométrica del pliegue representa al entre del lenguaje: al monstruo semántico que no es ni esto ni aquello, oscilación idéntica a la inmovilidad, vaivén congelado. El pliegue, al desplegarse, es el salto de tenido antes de tocar la tierra —¿y al replegarse? El pliegue y el entre son dos de las formas que asume la pregunta que no tiene respuesta. La poesía de Villaurrutia se repliega en esa pregunta y se despliega entre las oposiciones que la sustentan:

       ¿Quién medirá el espacio, quién me dirá el momento
       en que se funda el hielo de mi cuerpo y consuma
       el corazón inmóvil como la llama fría?


Octavio Paz

México, a 30 de septiembre de 1977







CUADRO

Fuera del tiempo, sentada,
la mano en la sien,
¿qué miras, mujer,
desde tu ventana?

¿Qué callas, mujer, pintada
entre dos nubes de mármol?

Será igual toda la vida
tu carne dura y frutada.

Sólo la edad te rodea
como una atmósfera blanda.

No respires, no.
De tal modo el aire
te quiere inundar,
que envejecerías,
¡ay!, con respirar.

No respires, no.

¡Muérete mejor
así como estás!



                               ❃✿❃



SUITE DEL INSOMNIO

ECO

La noche juega con los ruidos
copiándolos en sus espejos
de sonidos.


SILBATOS

Lejanos, largos
—¿de qué trenes sonámbulos?—,
se persiguen como serpientes,
ondulando.


TRANVÍAS

Casas que corren locas
de incendio, huyendo
de sí mismas,
entre los esqueletos de las otras
inmóviles, quemadas ya.


ESPEJO

Ya nos dará la luz,
mañana, como siempre,
un rincón que copiar
exacto, eterno.


CUADRO

Qué temor, qué dolor
de envidia
hacer luz y encontrarte
—mujer despierta siempre—,
ahora que crees que no te veo,
dormida.


RELOJ

¿Qué corazón avaro
cuenta el metal
de los instantes?


AGUA

Tengo sed.
¿De qué agua?
¿Agua de sueño? No,
de amanecer.


ALBA

Lenta y morada
pone ojeras en los cristales
y en la mirada.



                                        ❃✿❃



POESÍA


Eres la compañía con quien hablo
de pronto, a solas.
Te forman las palabras
que salen del silencio
y del tanque de sueño en que me ahogo
libre hasta despertar.

Tu mano metálica
endurece la prisa de mi mano
y conduce la pluma
que traza en el papel su litoral.

Tu voz, hoz de eco,
es el rebote de mi voz en el muro,
y en tu piel de espejo
me estoy mirando mirarme por mil Argos,
por mí largos segundos.

Pero el menor ruido te ahuyenta
y te veo salir
por la puerta del libro
o por el atlas del techo,
por el tablero del piso,
o la página del espejo,
y me dejas
sin más pulso ni voz y sin más cara,
sin máscara como un hombre desnudo
en medio de una calle de miradas.



                                      ❃✿❃



NOCTURNO DE LA ESTATUA

                                                                             a Agustín Lazo

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las fichas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: "estoy muerta de sueño".



                                              ❃✿❃



NOCTURNO EN QUE NADA SE OYE


En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
en esta soledad sin paredes
al tiempo que huyeron los ángulos
en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
para salir en un momento tan lento
en un interminable descenso
sin brazos que tender
sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible
sin más que una mirada y una voz
que no recuerdan haber salido de ojos y labios
¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
porque he dejado pies y brazos en la orilla
siento caer fuera de mí la red de mis nervios
mas huye todo como el pez que se da cuenta
hasta ciento en el pulso de mis sienes
muda telegrafía a la que nadie responde
porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.



                                      ❃✿❃



NOCTURNO SUEÑO

                                                   a Jules Supervielle

Abría las salas
profundas el sueño
y voces delgadas
corrientes de aire
entraban

Del barco del cielo
del papel pautado
caía la escala
por donde mi cuerpo
bajaba

El cielo en el suelo
como en un espejo
la calle azogada
dobló mis palabras

Me robó mi sombra
la sombra cerrada
Quieto de silencio
oí que mis pasos
pasaban

El frío de acero
a mi mano ciega
armó con su daga
Para darme muerte
la muerte esperaba

Y al doblar la esquina
un segundo largo
mi mano acerada
encontró mi espalda

Sin gota de sangre
sin ruido ni peso
a mis pies clavados
vino a dar mi cuerpo

Lo tomé en los brazos
lo llevé a mi lecho

Cerraba las alas
profundas el sueño



                               ❃✿❃




NOCTURNO AMOR

                                                 a Manuel Rodríguez Lozano

El que nada se oye en esta alberca de sombra
no sé cómo mis brazos no se hieren
en tu respiración sigo la angustia del crimen
y caes en la red que tiende el sueño
Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos
pero encuentro tus párpados más duros que el silencio
y antes que compartirlo matarías el goce
de entregarte en el sueño con los ojos cerrados
sufro al sentir la dicha con que tu cuerpo busca
el cuerpo que te vence más que el sueño
y comparo la fiebre de tus manos
con mis manos de hielo
y el temblor de tus sienes con mi pulso perdido
y el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos
que la sombra corroe con su lepra incurable
Ya sé cuál es el sexo de tu boca
y lo que guarda la avaricia de tu axila
y maldigo el rumor que inunda el laberinto de tu oreja
sobre la almohada de espuma
sobre la dura página de nieve
No la sangre que huyó de mí como del arco huye la flecha
sino la cólera circula por mis arterias
amarilla de incendio en mitad de la noche
y todas las palabras en la prisión de la boca
y una sed que en el agua del espejo
sacia su sed con una sed idéntica
De qué noche despierto a esta desnuda
noche larga y cruel noche que ya no es noche
junto a tu cuerpo más muerto que muerto
que no es tu cuerpo ya sino su hueco
porque la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte
y es tan grande mi frío que con un calor nuevo
abre mis ojos donde la sombra es más dura
y más clara y más luz que la luz misma
y resucita en mí lo que no ha sido
y es un dolor inesperado y aún más frío y más fuego
no ser sino la estatua que despierta
en la alcoba de un mundo en el que todo ha muerto.




                                      ❃✿❃



NOCTURNO MUERTO



Primero un aire tibio y lento que me ciña
como la venda al brazo enfermo de un enfermo
y que me invada luego como el silencio frío
al cuerpo desvalido y muerto de algún muerto.

Después un ruido sordo, azul y numeroso,
preso en el caracol de mi oreja dormida
y mi voz que se ahogue en ese mar de miedo
cada vez más delgada y más enardecida.

¿Quién medirá el espacio, quién me dirá el momento
en que se funda el hielo de mi cuerpo y consuma
el corazón inmóvil como la llama fría?

La tierra hecha impalpable silencioso silencio,
la soledad opaca y la sombra ceniza
caerán sobre mis ojos y afrentarán mi frente.




                                      ❃✿❃




NOCTURNO EN QUE HABLA LA MUERTE


Si la muerte hubiera venido aquí, conmigo, a New Haven,
escondida en un hueco de mi ropa en la maleta,
en el bolsillo de uno de mis trajes,
entre las páginas de un libro
como la señal que ya no me recuerda nada;
si mi muerte particular estuviera esperando
una fecha, un instante que sólo ella conoce
para decirme: "Aquí estoy.
Te he seguido como la sombra
que no es posible dejar así nomás en casa;
como un poco de aire cálido e invisible
mezclado al aire duro y frío que respiras;
como el recuerdo de lo que más quieres;
como el olvido, sí, como el olvido
que has dejado caer sobre las cosas
que no quisieras recordar ahora.
Y es inútil que vuelvas la cabeza en mi busca:
estoy tan cerca que no puedes verme,
estoy fuera de ti y a un tiempo dentro.
Nada es el mar que como un dios quisiste
poner entre los dos;
nada es la tierra que los hombres miden
y por la que matan y mueren;
ni el sueño en que quisieras creer que vives
sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro;
ni los días que cuentas
una vez y otra vez a todas horas,
ni las horas que matas con orgullo
sin pensar que renacen fuera de ti.
Nada son estas cosas ni los innumerables
lazos que me tendiste,
ni las infantiles argucias con que has querido dejarme
engañada, olvidada.
Aquí estoy, ¿no me sientes?
Abre los ojos; ciérralos, si quieres."

Y me pregunto ahora,
si nadie entró en la pieza contigua,
¿quién cerró cautelosamente la puerta?
¿Qué misteriosa fuerza de gravedad
hizo caer la hoja de papel que estaba en la mesa?
¿Por qué se instala aquí, de pronto, y sin que yo la invite,
la voz de una mujer que habla en la calle?

Y al oprimir la pluma,
algo como la sangre late y circula en ella,
y siento que las letras desiguales
que escribo ahora,
más pequeñas, más trémulas, más débiles,
ya no son de mi mano solamente.




                                      ❃✿❃




NOCTURNO DE LOS ÁNGELES

                                                                                    a Agustín J. Fink

Se diría que las calles fluyen dulcemente en la noche.
Las luces no son tan vivas que logren desvelar el secreto,
el secreto que los hombres que van y vienen conocen,
porque todos están en el secreto
y nada se ganaría con partirlo en mil pedazos
si, por el contrario, es tan dulce guardarlo
y compartirlo sólo con la persona elegida.

Si cada uno dijera en un momento dado,
en sólo una palabra, lo que piensa,
las cinco letras del deseo formarían una enorme cicatriz luminosa,
una constelación más antigua, más viva aún que las otras.
Y esa constelación sería como un ardiente sexo
en el profundo cuerpo de la noche,
o, mejor, como los Gemelos que por vez primera en la vida
se miraran de frente, a los ojos, y se abrazaran ya para siempre.

De pronto el río de la calle se puebla de sedientos seres,
caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas,
forman imprevistas parejas...

Hay recodos y bancos de sombra,
orillas de indefinibles formas profundas
y súbitos huecos de luz que ciega
y puertas que ceden a la presión más leve.

El río de la calle queda desierto un instante.
Luego parece remontar de sí mismo
deseoso de volver a empezar.
Queda un momento paralizado, mudo, anhelante
como el corazón entre dos espasmos.

Pero una nueva pulsación, un nuevo latido
arroja al río de la calle nuevos sedientos seres.
Se cruzan, se entrecruzan y suben.
Vuelan a ras de tierra.
Nadan de pie, tan milagrosamente
que nadie se atrevería a decir que no caminan.

¡Son los ángeles!
Han bajado a la tierra
por invisibles escalas.
Vienen del mar, que es el espejo del cielo,
en barcos de humo y sombra,
a fundirse y confundirse con los mortales,
a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres,
a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,
y que otros cuerpos busquen los suyos hasta encontrarlos
como se encuentran al cerrarse los labios de una misma boca,
a fatigar su boca tanto tiempo inactiva,
a poner en libertad sus lenguas de fuego,
a decir las canciones, los juramentos, las malas palabras
en que los hombres concentran el antiguo misterio
de la carne, la sangre y el deseo.

Tienen nombres supuestos, divinamente sencillos.
Se llaman Dick o John, o Marvin o Louis.
En nada sino en la belleza se distinguen de los mortales.

Caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas.
Forman imprevistas parejas.

Sonríen maliciosamente al subir en los ascensores de los hoteles
donde aún se practica el vuelo lento y vertical.
En sus cuerpos desnudos hay huellas celestiales;
signos, estrellas y letras azules.
Se dejan caer en las camas, se hunden en las almohadas
que los hacen pensar todavía un momento en las nubes.
Pero cierran los ojos para entregarse mejor a los goces
      de su encarnación misteriosa,
y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con 

      los mortales.

                                                                              Los Ángeles, California



                                      ❃✿❃




NOCTURNO ROSA

                                                 a José Gorostiza
Yo también hablo de la rosa.
Pero mi rosa no es la rosa fría
ni la de piel de niño,
ni la rosa que gira
tan lentamente que su movimiento
es una misteriosa forma de la quietud.

No es la rosa sedienta,
ni la sangrante llaga,
ni la rosa coronada de espinas,
ni la rosa de la resurrección.

No es la rosa de pétalos desnudos,
ni la rosa encerada,
ni la llama de seda,
ni tampoco la rosa llamarada.

No es la rosa veleta,
ni la úlcera secreta,
ni la rosa puntual que da la hora,
ni la brújula rosa marinera.

No, no es la rosa rosa
sino la rosa increada,
la sumergida rosa,
la nocturna,
la rosa inmaterial,
la rosa hueca.

Es la rosa del tacto en las tinieblas,
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital,
la rosa ciega.

Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.

Es la rosa encarnada de la boca,
la rosa que habla despierta
como si estuviera dormida.
Es la rosa entreabierta
de la que mana sombra,
la rosa entraña
que se pliega y expande
evocada, invocada, abocada,
es la rosa labial,
la rosa herida.

Es la rosa que abre los párpados,
la rosa vigilante, desvelada,
la rosa del insomnio desojada.

Es la rosa del humo,
la rosa de ceniza,
la negra rosa de carbón diamante
que silenciosa horada las tinieblas
y no ocupa lugar en el espacio.




                                      ❃✿❃



NOCTURNO MAR

                                                   a Salvador Novo

Ni tu silencio duro cristal de dura roca,
ni el frío de la mano que me tiendes,
ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,
ni mi nombre, ni siquiera mi nombre
que dictas como cifra desnuda de sentido;

ni la herida profunda, ni la sangre
que mana de sus labios, palpitante,
ni la distancia cada vez más fría
sábana nieve de hospital invierno
tendida entre los dos como la duda;

nada, nada podrá ser más amargo
que el mar que llevo dentro, solo y ciego,
el mar antiguo edipo que me recorre a tientas
desde todos los siglos,
cuando mi sangre aún no era mi sangre,
cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo,
cuando alguien respiraba por mí que aún no nacía.

El mar que sube mudo hasta mis labios,
el mar que me satura
con el mortal veneno que no mata
pues prolonga la vida y duele más que el dolor.
El mar que hace un trabajo lento y lento
forjando en la caverna de mi pecho
el puño airado de mi corazón.

Mar sin viento ni cielo,
sin olas, desolado,
nocturno mar sin espuma en los labios,
nocturno mar sin cólera, conforme
con lamer las paredes que lo mantienen preso
y esclavo que no rompe sus riberas
y ciego que no busca la luz que le robaron
y amante que no quiere sino su desamor.

Mar que arrastra despojos silenciosos,
olvidos olvidados y deseos,
sílabas de recuerdos y rencores,
ahogados sueños de recién nacidos,
perfiles y perfumes mutilados,
fibras de luz y náufragos cabellos.

Nocturno mar amargo
que circula en estrechos corredores
de corales arterias y raíces y venas
y medusas capilares.

Mar que teje en la sombra su tejido flotante,
con azules agujas ensartadas
con hilos nervios y tensos cordones.

Nocturno mar amargo
que humedece mi lengua con su lenta saliva,
que hace crecer mis uñas con la fuerza
de su marea oscura.

Mi oreja sigue su rumor secreto,
oigo crecer sus rocas y sus plantas
que alargan más y más sus labios dedos.

Lo llevo en mí como un remordimiento,
pecado ajeno y sueño misterioso,
y lo arrullo y lo duermo
y lo escondo y lo cuido y le guardo el secreto.




                                      ❃✿❃



NOCTURNO MIEDO


Todo en la noche vive una duda secreta:
el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.
Inmóviles dormidos o despiertos sonámbulos
nada podemos contra la secreta ansiedad.

Y no basta cerrar los ojos en la sombra
ni hundirlos en el sueño para ya no mirar,
porque en la dura sombra y en la gruta del sueño
la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar.

Entonces, con el paso de un dormido despierto,
sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar.
La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar.

¿Y quién entre las sombras de una calle desierta,
en el muro, lívido espejo de soledad,
no se ha visto pasar o venir a su encuentro
y no ha sentido miedo, angustia, duda mortal?

El miedo de no ser sino un cuerpo vacío
que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar,
y la angustia de verse fuera de sí, viviendo,
y la duda de ser o no ser realidad.




                                      ❃✿❃



AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE



Amar es una angustia, una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo.

Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

Amar es una cólera secreta,
una helada y diabólica soberbia.

Amar es no dormir cuando en mi lecho
sueñas entre mis brazos que te ciñen,
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,
acaso en otros brazos te abandonas.

Amar es escuchar sobre tu pecho,
hasta colmar la oreja codiciosa,
el rumor de tu sangre y la marea
de tu respiración acompasada.

Amar es absorber tu joven savia
y juntar nuestras bocas en un cauce
hasta que de la brisa de tu aliento
se impregnen para siempre mis entrañas.

Amar es una envidia verde y muda,
una sutil y lúcida avaricia.

Amar es provocar el dulce instante
en que tu piel busca mi piel despierta;
saciar a un tiempo la avidez nocturna
y morir otra vez la misma muerte
provisional, desgarradora, oscura.

Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse,
y el hambre de una boca atormentada
que pide más y más y no se sacia.

Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.

Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia.




                                      ❃✿❃



DÉCIMA MUERTE

                                              a Ricardo de Alcázar


     I

¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.


     II

Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?


     III

Si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando,
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.


     IV

Por caminos ignorados,
por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados,
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante,
en materia de diamante
luminosa, eterna y pura.


     V

No duermo para que al verte
llegar lenta y apagada,
para que al oír pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda, sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muero despierto.


     VI

La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible, acaso,
vivir después de haber muerto.


      VII

En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay el misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.


VIII

¡Hasta en la ausencia estás viva!
Porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas sólo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.


     IX

Si te llevo en mí prendida
y te acaricio y escondo;
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
si mi muerte te da vida
y goce mi frenesí,
¿qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo del mundo
deshecho el nudo profundo,
tengas que salir de mí?


     X

En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a mi vida
con una palabra inerte.
¡Qué puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera;
si en vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo no muera!

sábado, 23 de marzo de 2019

La Señal y el Ruido - de Nate Silver

"The signal and the noise"
Editorial Península












El autor es un reconocido estadístico, economista y escritor que se dio a conocer en EEUU con un sistema de predicción del rendimiento de los jugadores de la Liga profesional de Béisbol y saltó a la fama en 2008, cuando inauguró FiveThirtyEight, (538, el número total de electores que eligen al presidente estadounidense), una web dedicada al análisis político que logró predecir la victoria de Obana en la que nadie creía y además el vencedor de 49 de los 50 Estados norteamericanos en esas mismas elecciones. Posteriormente, en 2012, acertó el candidato presidencial ganador en todos y cada uno de los 50 estados.
Este libro se publicó en 2014 y al césar lo que es del césar, Nate Silver pinchó en hueso con Donald Trump de quien dijo que jamás lograría la nominacióN.

Silver sostiene que, a menudo, las predicciones son mediocres debido a su afán de precisión: expresan un resultado absoluto, en lugar de asignar probabilidades a una gama de resultados posibles. Además, según sus estudios, se suele dar mayor importancia a la información cualitativa, al instinto y a la información anecdótica que a los datos. Todo lo contrario de lo que él hace, que es recoger datos (siempre de distintas fuentes y encuestas) y aplicar modelos estadísticos de su propia creación. Todos estos datos, a los que da distinto peso dependiendo de su fiabilidad, derivan en porcentajes que se han mostrado muy certeros.  

Otro de los factores de error que detecta en las previsiones es el ruido mediático. La televisión no sólo debe proporcionar información, sino también espectáculo y, por este motivo, siempre es más excitante una predicción categórica sobre una tormenta de proporciones bíblicas que un rango de resultados probables. Según Silver, el mero hecho de salir en televisión reduce nuestra capacidad predictiva. Los pronósticos más "espectaculares" reciben una difusión mediática desproporcionada y a menudo se equivocan. Los que ofrecen porcentajes y matizaciones resultan poco espectaculares. 
El trabajo estadístico de Nate Silver para las elecciones tiene una base matemática y estadística que también se ha aplicado en otros entornos como el deportivo: ahí está el ejemplo que nos trajo la película Moneyball. El General Manager Billy Beane convirtió a un equipo secundario de béisbol en un equipo ganador confeccionando una plantilla en base a las estadísticas de jugadores que no eran estrellas, pero sumaban en cada uno de los apartados del juego.

El libro es ameno y hasta divertido. Intenta mostrar, tanto al experto economista como al lego, a navegar por la ingente masa de datos que proporciona nuestra era de la información. La mejor muestra de su sano escepticismo es el chiste que cuenta: "un estadístico se ahogó cruzando un río de tan sólo un metro de profundidad media". Su capacidad de divulgación es altísima y hablando de situaciones concretas de economía, estadística o meteorología, sus conceptos y argumentos son accesibles para cualquiera que haya acabado Secundaria. 



Además aporta su propia experiencia y errores pero, sobretodo, ofrece reflexiones sobre el mundo actual, puesto que analiza las predicciones de las famosas agencias de calificación de riesgos del capital: Standard and Poor, Fitch, Moody´s, etc . A estas alturas ya es público y notorio que fallaron estrepitosamente en 2008 cuando pusieron sus excelentes notas AAA a las hipotecas subprime.




Para Silver resulta trascendental comprender la diferencia entre riesgo e incertidumbre; según él:

"* Riesgo:  es calculable, con una evaluación de las probabilidades entre
                   los eventos posibles. 
* Incertidumbre: es un riesgo difícil de calcular. Siendo difícil saber cuantos
                  elementos y cuando van a actuar en una situación dada."
Cuando se juega con la incertidumbre como si fuese un riesgo, aparece una alta probabilidad de un desastre en la predicción. Como hicieron las agencias de calificación al tomar unos títulos novísimos, con un alto nivel de incertidumbre sistémica, como si fuesen un riesgo, cuantificándolo sesgadamente y asegurando en muchas ocasiones que no existía tal. 

El análisis que hace Silver le hace concluir que este error en la predicción se debió a que no consideraron la posibilidad de un pinchazo en la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. Y no lo tomaron en consideración... ¡porque nunca había ocurrido en el mercado norteamericano! La obligación de estas agencias es valorar distintos escenarios por improbables que parezcan; pero todas ellas rechazaron la posibilidad de un pinchazo que, en cambio, ya había sido contrastado en Japón, en 1990.


De modo que el autor no duda en mofarse del exceso de confianza que los economistas tienen en sus pronósticos, toda vez que la mayoría de sus predicciones económicas carecen de valor. Para él son papel mojado. En el capítulo 2 desmonta la capacidad predictiva de los analistas políticos, a la cual no da más valor que el de una moneda lanzada al azar. Para demostrarlo, aporta un análisis propio sobre la fiabilidad histórica de algunos comentaristas políticos de la televisión norteamericana. Como ejemplo señala que, en su día, se consideraba que el ganador de la Super Bowl era un indicador de tendencia de la economía, dependiendo de si ganaba un equipo procedente de la antigua NFL o de la vieja AFL.

La lógica y el azar -Porma visual de David Pérez Pol
Según explica, para el pronosticador económico es muy difícil identificar los mecanismos de causa y efecto sólo a partir de datos estadísticos puesto que la economía cambia constantemente y las leyes de un ciclo económico pueden no servir para otro. Además, en la era de la información, hay una sobreabundancia de variables entre las que elegir para interpretar lo que sucede. Por eso mismo se fija en el trabajo de meteorólogos, sismólogos y epidemiólogos; expertos que lidian constantemente con sistemas dinámicos y complejos para establecer sus acertadas predicciones.

El reto al que se enfrentan los economistas es comparable al de los meteorólogos: la economía y la atmósfera son sistemas dinámicos, sujetos a la teoría del caos: una mariposa bate las alas en Brasil y puede haber un tornado en Texas. Además de la ilegible incertidumbre, los que realizan los pronósticos añaden sus propios sesgos. Uno de los problemas centrales en las previsiones que lanza un experto economista, político o presentador, es su propia "mochila" de prejuicios, ideología y sesgos producto de su idiosincrasia. O como dijo Harry el Sucio, "el problema de las opiniones es que son como el culo. Todo el mundo tiene uno."



En el mismo capítulo 2, se hace eco de un amplio estudio del psicólogo y profesor de Ciencias Políticas Philip E. Tetlock, sobre los "expertos políticos" (Editado en España por Capitán Swing, 2016, El juicio político de los expertos). Entre 1987 y 1990 se pasó un cuestionario a diversos expertos gubernamentales sobre política, economía, educación, etc. Los cuestionarios fueron realizados de forma sistemática e incluían temas tan candentes en aquel entonces como la Guerra del Golfo, la potencial secesión de Quebec, el desmembramiento de la URSS, etc.

El profesor Tetlock estuvo recogiendo en tiempo real las predicciones de estos analistas y expertos. Cuando años después analizó los datos descubrió que las predicciones de estos expertos, independientemente de su experiencia o posición, se demostraban totalmente arbitrarias. Su capacidad predictiva era nula. 

Dado que Tetlock era además psicólogo, analizó el proceso cognitivo que siguen estos expertos para emitir sus juicios; lo que le llevó a definir dos grupos básicos: los que predicen mejor y los que lo hacen peor. Para la definición de cada grupo se guió por un aforismo del poeta griego Arquíloco: "los zorros saben muchas cosas pequeñas y los erizos saben una sola y gran cosa". De modo que asignó a los peores pronosticadores las características de los "erizos" y a los mejores las de los "zorros".

Los zorros suelen ser más certeros, aunque sus ideas son menos espectaculares.

"      * Erizos: personas que creen en las grandes ideas, en principios generales sobre el mundo, que funcionan como si fuesen leyes de la física y que constituyen la base de prácticamente todas las interacciones sociales (Marx, Freud...) 
      * Zorros: creen en múltiples pequeñas ideas y abordan los problemas desde perspectivas distintas. Muestran más tolerancia ante los matices, incertidumbre, complejidad y opiniones discrepantes.

Los erizos son cazadores al acecho de la gran presa, los zorros recolectores.
A los zorros se les dan mejor las predicciones, sin embargo los erizos son mejores tertulianos en los medios de comunicación."

La del erizo y el zorro es una distinción clásica que ya utilizó otro memorable ensayista, Isaiah Berlin. Reproduzco a continuación el cuadro en que Silver define las características de unos y otros.

Cómo piensan los Zorros           Cómo piensan los Erizos

Multidisciplinares: obtienen                                 Especialistas: típicamente
ideas de múltiples campos                                   su carrera gira alrededor
independientemente del                                       de uno o dos grandes temas.
origen ideológico del que                                     Consideran las opciones
provengan.                                                           externas de forma escéptica.


Adaptables: siempre están buscando                  Fieles incondicionales a sus enfoques
nuevos enfoques o utilizan                                  Tienen más problemas a la hora de 
varios a la vez si el que                                       diferenciar entre sus intereses y sus análisis.
originalmente siguen no                                       Crean historias de buenos y malos,
funciona.                                                              Perdedores y ganadores, historias más
                                                                             bonitas y pulcras que el mundo real.


Autocríticos:                                                       Tercos: achacan los errores a la mala suerte
reconocen errores en sus                                    o a que los buenos modelos pueden tener
predicciones fallidas y                                        un mal día, y a medida que tienen más 
aceptan críticas.                                                 experiencia peor son sus predicciones.


Tolerantes ante la complejidad                            Fanáticos del orden, esperan que una vez
aceptando que muchos problemas son               aislado el ruido, el mundo se rija según
irresolubles o impredecibles                                unos principios rectores simples.
                                                                              

Cautos: expresan sus opiniones en                    Confiados, rara vez justifican sus predicciones
términos probabilísticos y argumentan               y son reacios a cambiarlas.
sus opiniones matizando.                                                        


Empíricos: confían más en la observación           Ideológicos: creen que las soluciones a
que en la teoría. La experiencia les                      muchos problemas cotidianos son 
permite mejorar los pronósticos.                           manifestaciones de una teoría o principio
                                                                              superior.


Para Silver, evidentemente, los analistas con mayor proyección mediática son casi siempre pronosticadores tipo "Erizo", con personalidades grandilocuentes y dispuestos a dar proyecciones absolutas y llamativas cargadas de tintes ideológicos. No es de extrañar puesto que en la televisión todo tiende a verse como un partido de fútbol. No me puedo imaginar escuchar una opinión razonada, pausada y probabilística en programas tan vociferantes como "La Sexta Noche" o en cualquier otro debate televisivo.

Creo que estos modelos conceptuales no sólo sirven para los analistas bursátiles o expertos en política económica. También sirven para orientarnos como ciudadanos y tentarnos las ropas. No hay más que mirar a nuestro alrededor para comprobar el grado de fanatismo ideológico que aflora por doquier y la intolerancia a la complejidad con que muchas personas afrontan asuntos sociales, económicos o políticos. Todo es maximalismo. 

Según explica Silver, él basa su modelo predictivo en el ministro presbiteriano inglés del siglo XVIII Thomas Bayes, autor del famoso teorema homónimo que indica las probabilidades de que una teoría sea cierta si se produce un acontecimiento determinado. Por ejemplo -dice- la teoría es que tu pareja te está engañando y el acontecimiento es encontrar una prenda de ropa interior extraña en el cajón. Para aventurar una predicción en ese caso hay que calcular, por ejemplo, las probabilidades de que la aparición de la prenda se deba a un error -por ejemplo, una confusión de equipajes- y, sobre todo, atribuir una probabilidad previa a la posibilidad de que la pareja te engañe. Si es baja, también lo será la probabilidad de que la prenda signifique infidelidad.


La estadística Bayesiana, al contrario que la estadística frecuentista que se fundamenta en la idea de cuantificar la probabilidad de un suceso a partir de la frecuencia relativa de aparición; parte de la noción de que la probabilidad representa el grado de creencia que otorgamos al suceso en cuestión. En
el teorema de Bayes la predicción sirve para procesar información. Usa datos nuevos para contrastar nuestras hipótesis sobre el mundo y a partir de los aciertos y errores afina las probabilidades con las que creemos que suceden las cosas.


Para los más optimistas, en la era del big data lograremos una mejora sustancial de nuestra capacidad para realizar diagnósticos y pronósticos fiables en numerosas áreas de la vida social. En cambio Silver adopta una posición más prudente.

La señal y el ruido propone una evaluación crítica, comprensible y sofisticada de nuestra capacidad predictiva en ámbitos como la economía, la meteorología o la política, en los que estamos arrojados a la incertidumbre y debemos confiar en herramientas probabilísticas. Al igual que en nuestra vida cotidiana, el reto es distinguir lo que sabemos de lo que creemos saber, la información significativa (la señal) que suele ser escasa, de la gran cantidad de interferencias cognitivas aparentemente relevantes (el ruido). Por eso la sobreabundancia de información puede tener el efecto paradójico de empeorar nuestra capacidad para realizar pronósticos fiables.
Reloj astronómico de Praga con los signos del Zodíaco inscrustados




  En este sentido, Tetlock descubrió que los "zorros" mejoran poco a poco sus predicciones a medida que acumulan mayor experiencia; mientras que los "erizos" empeoran a medida que obtienen más títulos académicos y doctorados. La razón es que, cuanto más aumenta la teoría y también la cantidad de datos, los "erizos" disponen de más herramientas para sesgar aún más su visión del mundo. Como dice Silver en una más que gráfica metáfora:
"Esta situación es análoga a lo que ocurre cuando pones a un hipocondríaco en una habitación oscura con un ordenador conectado a Internet. Cuanto más tiempo le das, mayor información tendrá y más ridículo será el auto diagnóstico que se haga. No pasará mucho tiempo antes de que crea que cualquier catarro es la peste bubónica".