lunes, 29 de mayo de 2023

Mi CRIMEN - de François Ozon


Francia, 2023


¡Qué gozada de película!
Todo un vodevil pletórico de elegancia e ingenio construido sobre unos diálogos chispeantes llenos de réplicas agudas e interpretaciones burbujeantes como el champán. Esta comedia de boulevard tiene un ritmo endiablado, pero su forma ligera esconde una apuesta profundamente feminista.

La cinta nos cuenta la historia de Madeleine Verdier (Nadia Tereszkiewicz), una actriz sin recursos, que es acusada del asesinato de un poderoso productor al que acababa de visitar y que trató de propasarse con ella. Con la ayuda de su mejor amiga (Rebecca Marder), una abogada también principiante, logrará revertir la situación y utilizar el juicio contra ella para convertirlo en un espectáculo de varietés que acabará lanzando sus carreras.

Cuando la Verdier es interrogada por el juez de instrucción salen a la luz los prejuicios sociales contra las mujeres, pero también un resquicio por el que se sobreentiende que sería más comprensivo si el crimen fuese en defensa propia de su virtud ultrajada. Ah, los hombres. A la vista de esto y aun siendo inocente, Madeleine y su abogada deciden seguir la corriente al juez, declararse culpable y preparar su debut ante el gran público: un juicio mediático en el que los alegatos en defensa de la virtud, tan apreciada por la sociedad machista, jueguen a su favor y sea absuelta.



La carnaza para la prensa y el público funciona a la perfección y las dos amigas salen del juicio convertidas en las nuevas heroínas que el público adora. Tanto a la actriz como a la abogada les llueven contratos y comienzan a vivir días de gloria. Sin embargo, la historia adopta un giro insospechado cuando una olvidada actriz de cine mudo, Odette Chaumette (Isabell Hupert), aparece en escena y las chantajea, amenazándolas con descubrir la verdad, que fue ella la que asesinó al productor para robarle. Oh, vuelta a empezar.

La película logra algo tan difícil como rendir homenaje a la época dorada del cine siendo a la vez muy contemporánea, sobre todo en lo relativo al empoderamiento de la mujer.

El vodevil se define como una comedia frívola, ligera y picante, con un argumento basado en la intriga y el equívoco. Pues eso. La historia y los diálogos de la película de Ozon están medidos con precisión para establecer un juego de ambigüedades y sobrentendidos de lo más ingenioso. Madeleine se declarará culpable de un crimen que no ha cometido y eso le granjeará la absolución y una inmensa popularidad. Toda la secuencia del juicio tiene ese punto entre frívolo y grotesco que proporciona una acusada de tierna mirada frente a un jurado compuesto exclusivamente por hombre maduros. Los personajes son un poco caricaturescos y los alegatos populacheros pero sumamente efectivos. Esta secuencia es un resumen concentrado de la película.



El equívoco será llevado hasta el absurdo cuando la Chaumette intente la misma jugarreta de mujer asesina y agraviada ante el mismo magistrado Rabusset (Fabrice Luchini). Éste la dirá que no puede declararse culpable de un crimen que ya ha sido juzgado y ¡le ofrecerá algunos crímenes pendientes de resolver para que elija uno y se declare culpable!. Bendito juego en el que el magistrado siempre ascenderá... toda vez que haya un culpable.

Replicar una película de género no es fácil. Sus engranajes están muy perfilados y el corsé puede asfixiarte; pero en cambio te ofrece la libertad de un tono y una estructura ya formado, que todo el mundo reconoce, lo que te permite servirte de las convenciones para desarrollar unos juegos malabares realmente deliciosos. En cada escena la protagonista podría mirar a cámara y hacernos un guiño. Todo el rato estamos dentro de un juego.

Algunas reseñas hablan de crítica social a la sociedad machista de los años 30. Yo no veo eso. Creo que la película replica un género para divertirse y divertirnos mientras habla de una problemática muy actual como es el feminismo. Situar la acción en 1935 permite a Ozon jugar con ligereza con un tema tan candente que, ubicado en la actualidad, le hubiese obligado al drama. Al situarla en una sociedad pretérita puede jugar con las reglas sociales y ofrecernos un agudo divertimento. 



No se puede hacer una buena comedia de enredo sin contar con la complicidad de los actores y todos ellos actúan con la desenvoltura y mordacidad que el film necesita en cada momento. Para ello cuenta con dos estupendas estrellas emergentes del cine francés como son Nadia Tereskiewicz y Rebecca Marder, muy bien acompañadas por algunos veteranos que frecuentan el cine de Ozon, como son los grandísimos Isabelle Huppert y Fabrice Luchini por más que, sus personajes, sean un tanto caricaturescos.

La película juega a ese juego tan gozoso de contar una mentira para descubrir la verdad y no es extraño que sus dos protagonistas se dediquen a la interpretación, una actriz y otra abogada, a la espera ambas de la oportunidad de lucirse ante una audiencia ansiosa de fuertes emociones. La cinta tiene un aire teatral que aprovecha muy bien para dar el tono y es que el guión de Francois Ozon y Phillippe Piazzo proviene de la obra teatral homónima, escrita en 1934, por Georges Berr y Louis Verneuil.



François Ozon es un director tan ecléctico como productivo. Me encantan sus protagonistas; invariablemente están perdidos, pero siempre encuentran su camino y nunca es convencional. A lo largo de dos décadas y media el director ya ha entregado 22 películas; algunas tan serias como ´Frantz´, melodrama que es un remake del clásico de Ernst Lubitsch ´Remordimiento´ (1932) o 'Grâce à Dieu', sobre los casos de pederastia ocultados durante mucho tiempo por la Iglesia católica. Pero también cuenta en su filmografía con obras tan deliciosas como En la casa (Dans la maison, 2012) basada en una obra de teatro de Juan Mayorga. Con ´Mon Crime´ cierra una trilogía de comedias ligeras y un poco cínicas sobre la condición de la mujer; siendo las dos primeras Ocho mujeres (Huit Femmes, 2002) y 'Potiche' (2010).

A disfrutar.

sábado, 27 de mayo de 2023

EL ASEDIO de TROYA - de Theodor Kallifatides


Esta es una novela brutal, sangrienta y conmovedora.
Tal y como lo es La Ilíada de Homero, ya que este clásico relato es la base de la crónica que nos hace un niño griego mientras su pueblo está ocupado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Ante el peligro de los bombardeos, la maestra del pueblo recoge a sus alumnos en una cueva y para animarlos les relata la guerra de Troya. La narración del asedio de Ilión por parte de los aqueos se superpone a la vivencia actual de la ocupación, estableciendo un fructífero paralelismo de sangre y guerra que nos lleva a una conclusión común: la guerra es una barbarie sin sentido en la que todos pierden. Así lo atestigua Helena, la hermosa causante de la guerra, al abandonar a su esposo Menelao por el atractivo Paris, hijo del rey de Troya. En medio de la brutal refriega concluye que ella siempre perderá sea cual sea el resultado de la guerra:
"Iba a perder o al padre de su hijo o a su amante, Esparta o Troya, su tierra o la de Paris.
Ganara quien ganara la guerra, ella siempre sería la derrotada."
El escritor Theodor Kallifatides es un humanista en el más amplio sentido de la palabra. Su experiencia vital como emigrante le ha forjado ese poso de quien sabe lo que es esencial en la vida. Su estilo, sencillo y lleno de sabiduría, así lo atestigua. Ante la falta de oportunidades emigró desde su Grecia natal a Suecia en 1964, con 25 años. Allí aprendió sueco y pudo estudiar Filosofía primero y ser profesor universitario después, adoptando ese idioma como vehículo expresivo cuando decidió ser escritor. 
Aunque nunca abandonó sus raíces griegas. 

Según ha declarado llevaba mucho tiempo meditando sobre la forma de traer a la actualidad la obra de Homero. Él quedó fascinado con catorce años cuando un rapsoda recitó un pasaje del poema épico en su clase. Desde entonces lo ha releído en múltiples ocasiones y quería trasladar su fascinación a las nuevas generaciones. Encontró el formato en una situación muy sencilla y directa en la que también se contarían en una escuela las aventuras de Héctor y Aquiles, pero durante la ocupación nazi, lo cual resaltaría la dañina pervivencia de la guerra.

Aquiles protegido por Ares cae sobre Héctor - de A.R. Calliano - Palacio Real de Caserta


Cuando hay peligro o bombardeos la joven maestra refugia a sus alumnos en una cueva cercana y para ayudarlos a sobrellevar el espanto de las bombas no se le ocurre mejor cosa que invocar el poder del mito: les contará el asedio de Troya y así una guerra silenciará a otra guerra, aunque en el reflejo se cambiarán las tornas: en la Ilíada los griegos (aqueos) son los agresores. Una demostración de que el horror de la guerra perdura a través de los siglos de un modo impenitente. Incluso, cuando al final de la novela se retiran los nazis, el narrador que está recordando su infancia anota que la guerra no tardó en volver y de forma aún más amarga.
“No tardó mucho en estallar una nueva guerra.
La peor guerra de todas. Griego contra griego, hermano contra hermano, padre contra hijo.
La guerra de Troya no había hecho más que cambiar de nombre.”
Recordemos que la Ilíada narra los combates y hazañas del último de los diez años que duró el asedio de Troya. El poema de Homero está muy centrado en la cólera de Aquiles, primero por el ultraje del rey Agamenón al arrebatarle a su esclava favorita y luego por la furia que desata en su corazón la muerte de su amigo más querido, Patroclo, a manos de los troyanos. Alrededor de estos hechos, la Ilíada nos presenta un mundo de ideales heroicos y hazañas guerreras, en el que los dioses ostentan un protagonismo continuo. Kallifatides acierta plenamente en el tono y el alcance de la narración (que hace la Señorita) al obviar toda presencia de los dioses y centrarse en los hechos guerreros y las pasiones netamente humanas.

Aquiles llorando la muerte de Patroclo


Su lenguaje sencillo y la humanidad que destilan sus protagonistas logran trasladarnos el vértigo de la batalla y la emoción de la piedad y el amor. Los valerosos guerreros se nos muestran además como padres, amantes y amigos; del mismo modo que las mujeres aman, sufren y superan sus temores con coraje y lealtad. Desnudo de cualquier épica inflamada, el canto de Homero refulge como un alegato antibelicista que el propio Kallifatides subraya en un escueto Epílogo:
"Ya desde mis años en el instituto, la Ilíada me ha despertado fantasía y admiración. A mi modo de ver, es uno de los más firmes poemas antibelicistas jamás escritos. Por eso, a muchísimas personas les resulta difícil leerlo. No es culpa de las traducciones. Es culpa de que en nuestros tiempos no se nos estimula ni se nos prepara para la exigente lectura que brinda la Ilíada.
Durante años me pregunté si se podría hacer algo al respecto. Y eso he intentado. ¿Blasfemia? Tal vez. ¿Soberbia? No. No he pretendido reemplazar a Homero de ninguna manera.
Tan sólo he querido que lo conozca más gente.
El lector habrá de juzgar si lo he conseguido."
Efectivamente el grueso de la novela lo constituyen esos relatos que la Señorita desgrana en la gruta y que los niños (como nosotros los lectores) acaban esperando con delectación. Es verdad que la ocupación alemana queda en un segundo plano, pero actúa como un potente espejo que provoca la curiosidad y reflexión de los alumnos en torno a la guerra y la muerte, la amistad y el honor o la compasión y la crueldad. Así, del mismo modo que la muerte de Patroclo desata la ira de Aquiles para arrasar a los troyanos, en el pueblo los alemanes buscan venganza por el asesinato de un coronel por los partisanos. Si hasta ese momento la convivencia con los alemanes había sido benévola, la arbitrariedad de la venganza mostrará a los niños sus verdaderos designios. El capitán reúne en la plaza a todos los hombres y matará a tres cada día hasta que los partisanos se entreguen o sean apresados. Como no hay muchos hombres en el pueblo, hasta el mismo niño narrador será incluido en la partida.
Ifigenia - de Anselm Feuerbach, 1871

Otro doloroso paralelismo se aprecia cuando la flota griega está presta para ir contra Troya pero no hay viento durante meses. Para solventarlo consultan al adivino Calcante que aconseja a Agamenón el sacrificio de su hija Ifigenia. Aunque se resiste el rey acaba claudicando y cuando la joven se encuentra sobre el ara sacrificial le pregunta a su padre por qué ha de morir:
"Agamenón carecía de respuesta más allá de que a veces uno ha de sacrificarse por su patria, su honor o el honor de otros, y él mismo oyó lo hueco que sonaba. No eran meras mentiras, eran falacias repulsivas. Pero la muchacha tenía que morir. Y así llegaron finalmente los vientos favorables que condujeron a los griegos hasta la costa de Troya y a la desconsolada guerra que duró diez años."
Estos hechos agitan en Dimitra, la compañera del niño narrador, el recuerdo de la hermosa Katerina cuando quedó embarazada de un hombre casado y su padre la disparó en el bosque para restañar su honor. Llora Dimitra y reflexiona que "pase lo que pase, al final siempre muere una mujer".

Está claro que el cuento de la Señorita no solamente consuela a los niños, sino que los sitúa ante la barbarie, azuzando sus espíritus con historias que les ayuden a entender el absurdo de la guerra y la caótica realidad.

Encuentro un profundo aliento feminista en los paralelismos que Kallifantides establece entre el mito y la actualidad. Por ejemplo, cuando Dimitra pregunta el por qué los griegos abusaban de las esposas e hijas de los troyanos y la Señorita le responde
"No para disfrutar en el regazo de las mujeres, sino para humillar a sus hombres. Así se hacía a veces y así se sigue haciendo. El cuerpo de la mujer es el campo sobre el que los hombres se pisas, unos a otros, el honor y la gloria.
-Tengo catorce años y mi cuerpo no es ningún campo. Yo soy mi cuerpo.
La Señorita la mira sorprendida.
-Espero que no olvides jamás -dijo."
Helena de Troya - Botticelli

También cuando salen a relucir los dioses y el niño le pregunta a Dimitra si cree en Dios:
"Creo en Dios. Sólo que no creo que sea benévolo ni sabio ni listo ni, en general, bueno. Me hace enfadar. ¿Por qué están aquí los alemanes? ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué soy una chica? Odio ser una chica. Voy a acabar como mi madre. Jamás estudiaré nada, me casaré con un borracho y me quedaré embarazada dos veces al año."
Concluyo con una imagen que en mi cabeza se solapa a la de la Señorita: Sherezade. Los niños al principio no gustan del relato, pero al final acaban atrapados por la magia de una historia poderosa y de un estilo que destila sencillez y sabiduría. Como Sherezade, la Señorita primero los embauca y luego pospone cada día la continuación hasta encelarlos: 
“Incluso quienes, en un principio se mostraron reticentes o indiferentes habían capitulado. No éramos muchos, siete en total. Nos estábamos convirtiendo en una especie de pueblo dentro del pueblo, que ya nos había apodado “los siete fieles ".
Para quien no haya leído el poema de Homero (y también para los demás), Kallifatides les ofrece una recreación muy cercana a la sensibilidad actual pero sin abandonar su fuerte impronta literaria. El relato que hace la maestra a sus alumnos (y a nosotros) posee intensidad y emoción. Su lectura resulta muy fluida y las descripciones poderosas, escuchamos el impacto de las lanzas y los bufidos de los héroes arrastrando sus heridas.

El rey Príamo suplica a Aquiles


En el relato de la Ilíada conviven lo brutal y sangriento con lo conmovedor, así como lo vengativo con lo noble. El mejor ejemplo es cuando Príamo acude a Aquiles para pedirle el cadáver de su hijo Héctor, al que ha arrastrado por el campo de batalla en venganza por la muerte de Patroclo.
»Mi desgracia no tiene límites. Tenía cincuenta hijos cuando vinieron los aqueos. Diecinueve de ellos de mis dos esposas y el resto, de mujeres de la ciudad. La mayoría de ellos ha muerto en la guerra y he sujetado sus cuerpos inertes entre mis brazos. Héctor era mi único apoyo y está muerto. Es por él que estoy aquí. Para llevarme su cuerpo a casa. Te daré lo que quieras, fuera hay una carreta llena de preciados obsequios. ¡Apiádate! Acabo de hacer lo que ningún mortal había hecho hasta ahora: besar tus manos, las mismas manos que mataron a mi hijo.
Las palabras de Príamo llegaron hasta el corazón de Aquiles. Quería a su padre y aquel anciano arrodillado ante él era un rey y un enemigo, pero sobre todo un padre que lloraba la muerte de su hijo. Se conmovió. Ayudó al sollozante Príamo a ponerse en pie, lo abrazó y se quedaron un buen rato sumidos en el recuerdo de lo que habían perdido. Uno, a su querido hijo; el otro, a su querido amigo. La pena no tiene patria ni fronteras. No había nadie en esa tienda que no hubiera perdido a alguien.
Ese era el fruto de la guerra."
Un fruto emponzoñado.








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Kallifatides nació en Molaoi, Grecia, en 1938. Tras vivir en su infancia la ocupación nazi y ante las dificultades para labrarse un futuro emigró a Suecia cuando tenía 25 años. Allí ha desarrollado su carrera literaria en la lengua del país escandinavo. Su trayectoria literaria incluye más de cuarenta libros escritos en sueco y posteriormente traducidos por él mismo al griego en la que podemos encontrar poemarios, novelas, ensayos de viaje y obras de teatro. El autor también ha escrito guiones cinematográficos y dirigido películas. En España saltó a la fama en 2019 tras la publicación de "Otra vida por vivir", un relato íntimo y maravilloso, ya de madurez, en el que vuelve a escribir en griego.
Ha traducido del sueco al griego a grandes autores como Ingmar Bergman y August Strindberg, así como del griego al sueco a Giannis Ritsos o Mikis Theodorakis.

EL DOLOR de AQUILES - por Theordor Kallifatides

Menelao sosteniendo el cadáver de Patroclo - Florencia


La novela de Theodor Kallifatides, El asedio de Troya, nos vuelve a llevar a las puertas de Troya donde los aqueos llevan diez años asediándola. Kallifatides utiliza el artificio de que sea una maestra la que efectúe el legendario relato a sus alumnos, mientras están refugiados en una cueva durante los bombardeos que asolan su pueblo en la Segunda Guerra Mundial. El autor griego incide en un relato guerrero y sangriento en el que los dioses han desaparecido y sólo quedan las ardientes pasiones de los humanos. La descripción de tremendas batallas, con lanzazos, cabezas rodando e intestinos saliéndose de los vientres como serpientes pretende inculcar en los alumnos el horror de la guerra y su contumaz persistencia en la historia del género humano.

Aquiles, enfadado con el rey Agamenón no participa en la guerra, pero le permite a su amigo/amante Patroclo que vista su armadura y comande a los mirmidones para ayudar a unas huestes griegas en retroceso. El joven obtiene algunas victorias pero finalmente cae muerto al enfrentarse a Héctor. La muerte de Patroclo desatará una cólera en Aquiles tan impetuosa que arrasará a los troyanos, llegando a matar a Héctor, cuyo cadáver deshonrará arrastrándolo atado a su carro. Lo cual no le impedirá más tarde mostrarse compasivo con el rey Príamo, cuando acude a su tienda para suplicarle poder enterrar a su hijo. Pero antes de todo esto Aquiles está concentrado en las honras fúnebres de su amado Patroclo que resultan a la vez feroces, conmovedoras y sangrientas. 
 




Aquiles muestra el cuerpo de Héctor a los pies de Patroclo - Joseph Taillason, 1769











«Aquiles regresó de vuelta con sus hombres. Habían ido a sus tiendas para dormir. Él no podía. Estaba muy cansado, pero no lograba conciliar el sueño. Al final se sentó en la playa. Soplaba un viento del este ligeramente refrescante, que traía consigo los gemidos y el llanto de los troyanos.
El destino de Patroclo era morir a manos de Héctor. El destino de Héctor era morir a manos de Aquiles. "¿Quién o cuál será mi destino?", se preguntaba. En ese momento le gustaría tener a Briseida a su lado. Ella siempre podía dormirlo con sus caricias. Sólo imaginársela lo tranquilizaba, y se sumió en un profundo y agitado sueño plagado de pesadillas e imágenes perturbadoras. Perseguir a Héctor a los pies de las murallas de Troya y bajo todas aquellas miradas lo había hecho sentirse más como un verdugo que como un héroe. Pero lo que más lo atormentó fue que Patroclo se le apareció en sueños y se le quejó amargamente.
—¿Cómo puedes dormir, Aquiles? Fuiste mi fiel amigo en vida, pero no en la muerte. Estoy vagando a la entrada del Inframundo, y los viejos héroes y reyes muertos no me dejan entrar porque no has incinerado mi cuerpo. Tiéndeme la mano por última vez. También a ti te aguarda un destino. Pero prométeme que meterás mis cenizas en la misma urna dorada a la que irán a parar las tuyas. ¡No me dejes reposar lejos de ti!
Así habló Patroclo en sueños y Aquiles estiró los brazos para abrazarlo, pero no había nada que abrazar. Ese vacío era tan palpable que lo despertó, igual que el silencio a veces puede ser más atronador que el aullido de unos lobos.
El día amaneció con un brillo tras el monte Ida, resplandeciente como una novia camino de su boda. Agamenón mantuvo su promesa. Los suyos ya se habían puesto a talar robles jóvenes y viejos, y los iban cortando en leños que ardían fácilmente y que iban apilando unos sobre otros donde quería Aquiles.
A continuación, ordenó a los mirmidones que se pusieran la armadura y engancharan los caballos a los carros. Encabezaban el desfile. Tras ellos iban miles de soldados de infantería como una nube parda. Cuatro dirigentes llevaban la parihuela de Patroclo, cubierta de cabello. Todos los aqueos, conocidos por sus largas melenas, se habían cortado el pelo.
Aquiles sujetó la cabeza de su difunto amigo para luego entregarlo con sus propias manos a la muerte. Cuando llegaron a la pira, también él se cortó su frondosa cabellera de color rubio rojizo y la colocó sobre las yertas manos del difunto.
Muchos prorrumpieron en llanto y llorarían hasta que se pusiera el sol sobre su pena, pero Aquiles pidió a Agamenón que enviara el ejército de vuelta a las naves para cenar.

Detalle de los juegos funerarios de Patroclo - Jacques-Louis David



Tan sólo se quedaron los amigos más cercanos de Patroclo, que subieron desconsolados su cuerpo a la pira, de casi cuatro metros de ancho por cuatro de alto. A continuación, sacrificaron un gran número de ovejas y bueyes y los descuartizaron. Aquiles ungió el cuerpo con la grasa de los animales, cuyos cuerpos despellejados apilaba en torno al cadáver. Después añadió unas tinajas llenas de aceite y miel. Y también cuatro caballos. Pero no era suficiente. Degolló incluso a dos de sus nueve perros, a los que solía dar de comer en la mesa.
Pero lo peor de todo, lo más nefario, estaba por llegar. A escasa distancia de la pira estaban los doce jóvenes troyanos que habían apresado en el río. Miraban todo aquello con creciente pavor. Cuando eran pequeños seguramente soñaban con convertirse en héroes, con despertar la admiración y el amor de bellas mujeres, con ser objeto de canciones y leyendas. Ahora estaban sobre la suave arena atados de pies y manos, apretados unos contra otros y, sin embargo, no estaban juntos. Cada uno pensaba en su propia familia o en su propia amada. Cada uno pensaba en la propia muerte. No se les daría sepultura, sus cuerpos vivos se convertirían en ceniza. En eso pensaban y lloraban en silencio. Sabían que nada ni nadie podría ayudarlos.
No muchos dominan el arte de cortarle el pescuezo a una cabra o una oveja. Todavía menos dominan el de rebanárselo a una persona de un solo tajo, pero Aquiles era uno de ellos y era el más atroz. Uno por uno le llevaron a los jóvenes troyanos allá donde estaba, con las piernas abiertas y la afilada espada en las manos. Quería mirarlos a los ojos. Quería que lo miraran a los ojos. Quería ser lo último que vieran.
Y lo fue.

Estaba rociado de sangre, pero seguía, como poseído por una furia sacrílega. Incluso algunos de los viejos dirigentes pensaban que había ido demasiado lejos, pero se mantuvieron callados.
Por último, agarró dos antorchas prendidas, una en cada mano, y gritó tan alto como pudo, de manera que hasta su difunto amigo pudiera oírlo.
—Recibe nuestro saludo, Patroclo, en el Reino de los Muertos. Todo cuanto te prometí se ha cumplido. Doce jóvenes hijos de nobles troyanos te harán compañía en la hoguera. No así tu asesino. A Héctor lo tiraremos a los perros.
Aquello era extraño. El fuego no prendía y los perros no tocaban el cadáver de Héctor.
"Los dioses deben haberlo querido mucho", pensó Aquiles, y sintió algo posiblemente similar a la simpatía por el hombre al que tan burdamente había humillado.»






☙☘






Inevitablemente esta humanidad sufriente de Aquiles me ha recordado el poema de Louise Glück titulado




El triunfo de Aquiles



En la historia de Patroclo,
no sobrevive nadie, ni siquiera Aquiles,
que era casi un dios.
Patroclo se parecía a él; usaron
la misma armadura.

En estas amistades,
siempre hay uno que atiende al otro,
la jerarquía
se nota todo el tiempo, aunque no se pueda
confiar en las leyendas:
su fuente es el que sobrevive,
el abandonado.

¿Qué eran las naves griegas incendiadas
en comparación con esa pérdida?

En su carpa, Aquiles
lo lloró con todo su ser,
y los dioses vieron
que ya era un hombre muerto, víctima
de la parte que amaba,
de la parte mortal.

jueves, 18 de mayo de 2023

LA DIPLOMÁTICA - creada por Debora Cahn



GESTIÓN DE CRISIS y ALCOBA.-
La creadora y guionista de esta serie es Debora Cahn y eso se nota. Colaboradora del gran Aaron Sorkin en la mítica serie El ala oeste de la Casa Blanca y guionista y productora de otro hito como es Homeland, ha sabido dar continuidad a los valores que las sustentan en un contexto nuevo y totalmente actualizado.
¿Y cuáles son esos valores?
Pues un ritmo vertiginoso y mucha actualidad, grandes personajes, intrigas políticas de alto nivel, diálogos chispeantes, bronca entre parejas muy profesionales y por supuesto una pizca de humor... o de cinismo llegado el caso. Si El ala oeste de la casa Blanca buceaba en los entresijos del gabinete del presidente Barlett (Martin Sheen), “La Diplomática” explora el ecosistema de la embajada americana en Londres en medio de una crisis global.

Kate Wyler (Keri Russell) es una diplomática de carrera con una larga experiencia en los conflictos de Oriente Medio y cuando la conocemos está preparándose para su nuevo destino en Kabul; pero en ese momento un misil no identificado impacta contra un portaviones británico frente a las costas del Golfo Pérsico. 42 muertos. La crisis es peliaguda, todo apunta a un ataque de Irán y los gobiernos de todas las potencias se miran entre sí para calibrar el alcance de una provocación que puede conducirlos a una desastrosa guerra.

En ese contexto la diplomática Kate Wyler es reasignada por el mismísimo presidente de EEUU para que se incorpore inmediatamente como nueva embajadora en el Reino Unido. No es lo que ella desea, pero la crisis es profunda y su experiencia en las relaciones internacionales junto a su perfil negociador serán sometidos a una dura prueba.





The Diplomat es un espectáculo inteligente y muy entretenido, como lo puede ser una partida de ajedrez contada por un fanático dicharachero. Su trama es retorcida y está llena de intrigas políticas que se suceden a un ritmo trepidante para conducirnos a una revelación final absolutamente impactante.

La embajada de Londres constituirá el tablero en el que la diplomática deberá lidiar con varias crisis. El dinamismo y la tensión que procura cada una de ellas supone una gozada para el espectador. La primera es de índole global, el barco sin identificar que ha lanzado el misil salió de un puerto de Irán y el Reino Unido busca desesperadamente el apoyo de Washington para castigar al régimen iraní. En cambio, la embajadora Wyler tiene sus dudas, merced a su gran experiencia en Oriente Medio. Pronto empezará a mover sus hilos de información para descubrir al verdadero inductor del atentado y apaciguar unos ánimos que están demasiado soliviantados.

La otra crisis es doméstica, de la Casa Blanca. Allí tienen noticia de que un escándalo le va a explotar en la cara al marido de la vicepresidenta, por lo que ésta tendrá que dimitir. El presidente y su jefa de gabinete tratan de adelantarse a los acontecimientos y han confeccionado una pequeña lista de candidatos idóneos para sustituirla. Sorprendentemente en esa lista figura Kate Wyler; aunque cuando el presidente se lo propone ella declina. Con lo que no cuenta ella es que tanto el presidente como su propio asistente en la embajada y hasta su marido se han conjurado para convencerla.



La tercera crisis es de pareja puesto que la embajadora Wyler y su marido están valorando divorciarse. Ella ha trabajado muchos años a la sombra de su marido, un brillante embajador reconocido internacionalmente; pero ahora le toca ser florero mientras ella lleva las riendas, lo que provocará múltiples roces. Finalmente está el propio ecosistema de la embajada en Londres en cuyo bullicio se cruzarán compromisos sociales y confidenciales, conflictos entre departamentos y hasta unas fricciones inevitables con el gobierno del “amigo especial” británico. Todo un puzle de tensiones y conflictos que en manos de Debora Cahn y su equipo de guionistas ofrece un juego tan entretenido como ingenioso.

Uno de los cimientos más sólidos de la serie son los perfiles de esta pareja de embajadores, trazados magistralmente: ella es honesta y trabajadora, le gustan las cosas claras y forjar todo tipo de alianzas incluso con el más acérrimo enemigo. Por eso no se ve de vicepresidenta. No le gusta el postureo. De hecho, las recepciones y la elección de sus trajes provocan situaciones bastante jocosas. La cuestión está en que ella se considera una funcionaria de carrera que acostumbra a trabajar sobre el terreno y en la sombra, lidiando con los subterfugios de la peor política y siempre estableciendo lazos con los que poder desactivar futuras crisis. Una profesional de la diplomacia. Pero la política (y el presidente) insiste en llamar a su puerta.

Su marido también es un tipo que se las trae. Hal Wyler (Rufus Sewell) es muy carismático y tiene un gran prestigio por haber negociado el fin de varias guerras. Está muy curtido en las relaciones internacionales y tiene una gran habilidad para leer las situaciones más complicadas, contactar con las personas clave y tomar decisiones. Es encantador, pero también un manipulador nato y casi sin querer no deja de inmiscuirse en el trabajo de su esposa, lo que la compromete. El ajuste de sus nuevos roles les va a hacer chocar en múltiples ocasiones.



Marca de la casa es la rabiosa actualidad en la que se desarrolla la serie: la situación mundial que retrata es la que acabamos de ver casi hoy mismo en el telediario: Rusia hace ya un año que invadió Ucrania, las sanciones económicas están hundiendo la economía de Irán, el presidente de EEUU es un anciano al que se critica su edad avanzada y sus lapsus de memoria para ejercer el cargo (¿os recuerda a alguien?). Su jefa de gabinete es de raza negra. El primer ministro británico está buscando un golpe de efecto que refuerce su imagen porque no es muy popular. El Brexit ha dejado a EEUU sin su “amigo especial” en el Consejo de la Unión Europea. Y además, cuando reciben información de que comandos de Rusia podrían estar detrás del atentado, la represalia que gana enteros es bombardear a la Brigada Lenkov, un ejército de mercenarios que utiliza Rusia (¡vaya! como el famoso Grupo Wagner que, en Ucrania, le está haciendo el trabajo sucio al asesino Putin).

Otro asunto que llama la atención es la sutileza con que se desarrollan los contactos internacionales. Por ejemplo, no mantienen relaciones con Irán pero necesitan entrar en contacto con ellos muy privadamente para desactivar la crisis: la solución es lanzar una nota de prensa ambigua que debe contener ciertas expresiones clave. La embajadora sabe cómo se interpretan las noticias en Irán y la redacción de esa nota es todo un clinic de agudeza.



La serie retrata con franqueza el juego de influencias y poder que se da en el escenario mundial; pero su mayor atractivo está en una rozagante mezcla de comedia e intriga política. Claro que todo esto no funcionaría sin un guión tan mordaz y unos personajes tan bien trazados donde conviven con agudeza los problemas personales y los del trabajo.










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UN POCO DE DETALLE:
Por supuesto ya ha salido un amplio panel de expertos criticando las inexactitudes de la serie en la definición de roles y funciones de una embajada. Está claro que se han olvidado de que es una ficción.
Tampoco el edificio que aparece como mansión de la embajadora es el real, aunque sí es verdad lo que se dice en la serie sobre el verdadero, que sus jardines son los más grandes de Londres, sólo por detrás de los del Palacio de Buckingham.
Sí es el verdadero el modernísimo edificio que aparece como embajada de EEUU en Londres. El edificio es muy seguro y muy ecológico, pero en su inauguración recibió el desdén del presidente en ese momento, Donald Trump, quejándose de que Obama lo impulsó malvendiendo el anterior edificio “por un puñado de cacahuetes”. Lo cual no es más que una nueva trola del rey de las fake news, ya que fue el expresidente Georges W. Bush quién acometió este cambio en 2008 ante la sucesión de amenazas terroristas que recibía un edificio muy difícil de adaptar, ya que data del siglo XVIII.
En uno de los primeros encuentros entre Kate Wyler y el Primer Ministro británico (Rory Kinnear) éste le hace notar la escasez de embajadoras que ha habido, lo cual es cierto ya que en los últimos cincuenta años sólo dos mujeres han sido embajadoras en U.K.
Aunque uno de los aspectos que más llaman la atención es que sea una diplomática de carrera quien esté en Londres, ya que las plazas europeas, al considerarse países aliados y poco conflictivos suelen ser ocupadas, como premio, por grandes donantes de las campañas presidenciales. Sin duda la mayor licencia de la serie tiene que ver con la consideración de una diplomática de carrera como Kate Wyler para vicepresenta, un puesto evidentemente político. Aunque el jefe de misión lo justifica basándose en se incorporaría sin campaña alguna y directamente a la cartera de exteriores para la que la consideran plenamente cualificada.

miércoles, 17 de mayo de 2023

FATUM - de Juan Galiñanes

España,2023


Aunque la película comienza con vuelo bajo de pronto remonta –con un atraco a una sucursal bancaria rodado con mucho brío- y nos empieza a demostrar que Galiñanes sabe rodar un thriller tenso y compacto.
La película tiene un ritmo consistente y sabe aprovechar los puntos de inflexión que ofrece la trama para conseguir un puñado de secuencias de gran intensidad dramática.

Dos padres que no tienen nada que ver acabarán confluyendo en una situación fatal. Sergio (Luis Tosar) es un pobre hombre que ha caído en las garras de la ludopatía. Su mujer está a punto de irse de casa con sus dos hijos, pero decide darle una última oportunidad. Sin embargo, a las pocas horas recibe el soplo de un amaño y, a pesar de estar con sus hijos, acude con ellos a la casa de apuestas.
El otro es Pablo (Alex García), un francotirador de los GEO cuyo hijo sufre una insuficiencia cardíaca tan severa que está hospitalizado hasta que pueda recibir un trasplante.



El fatum del que habla el título se va a encargar de que mientras Sergio está con sus hijos en la casa de apuestas se produzca allí un violento atraco. Hay toma de rehenes, aparecen los GEO (con Pablo entre ellos) y la situación se enquista con negociaciones y muchos nervios. En el asalto final muere accidentalmente el hijo de Sergio. El sentimiento de culpabilidad de ambos padres los enzarzará en una agria disputa que acabará conduciéndolos a un chantaje emocional con visos homicidas.

La película presenta a los personajes de forma somera, sin profundizar demasiado en el drama de la ludopatía o en los problemas de estas dos parejas. Va directa al conflicto que se establece entre estos dos padres obsesionados con sus hijos. La intriga que establece está muy bien manejada y, sin caer excesos, nos mantiene pegados a la pantalla.



Galiñanes juega muy bien con las herramientas del thriller y nos regala varios picos de tensión rodados con mucho acierto. Luis Tosar y Alex García sostienen la función de forma solvente y creíble con la presencia puntual de una Elena Anaya que sorprende en el papel de comisaria al frente del operativo policial. Sin olvidar la música de Manuel Riveiro que es de las que aporta el dramatismo necesario para sumergirnos en la intriga.

En suma, una puesta en escena muy cuidada con sólidas interpretaciones y secuencias muy bien elaboradas que mantienen la tensión hasta un final que, en cambio, me parece un tanto impostado. De hecho me recordó el final que le impusieron a Clint Eastwood en Ejecución Inminente (True Crime, 1999)



La película está producida en Galicia por Vaca Films, lo cual empieza a ser garantía de cualificados y entretenidos thrillers como atestiguan «El desconocido», «Celda 211» o «Quien a hierro mata», película de Paco Plaza de la que precisamente Juan Galiñanes fue guionista.

sábado, 13 de mayo de 2023

TRES - de Dror Mishani



Esta es una novela negra que no parece tal porque se desarrolla como un drama de personajes más profundo de lo habitual en el género. De hecho, los crímenes parecen una desgracia más entre las que sufren las tres mujeres protagonistas cuyas historias, verídicas y cotidianas, conforman tres estudios psicológicos, tan penetrantes como conmovedores.

El libro se articula en tres capítulos, centrado cada uno de ellos en una de estas mujeres que, aunque viven en Tel Aviv, nunca se llegan a conocer. Comparten sólo una situación de vulnerabilidad y el acecho de un asesino. La primera es Orna, una recién divorciada que intenta curar sus heridas iniciando una relación a través de una web de contactos. No sólo a ella ha hundido el divorcio, su hijo pequeño está recibiendo terapia por el trauma. A ello se suma que, tras una larga ausencia, el padre regresa temporalmente a la ciudad con su nueva familia, lo que la hace temer a Orna que su hijo se quiera integrar en ella con sus nuevos hermanitos.

Emilia es la segunda, una inmigrante de Letonia que está sola en el mundo y se dedica a cuidar ancianos como interna. En el momento en que la conocemos el anciano al que cuidaba acaba de morir, por lo que necesita encontrar un nuevo trabajo y un lugar donde vivir. El problema es que si cambia de trabajo puede tener problemas con su restrictivo visado, por lo que la viuda del anciano le sugiere que hable con su hijo Guil que es abogado.

El tercer capítulo se refiere a Ella, una mujer innominada, casada y con tres hijos que acude todas las mañanas a un café con su portátil. Es su forma de buscar tranquilidad. Está preparando su tesis doctoral y en la cafetería logra abstraerse de sus asfixiantes obligaciones familiares. Adora a sus hijas pero, como ella misma llega a verbalizar, está empezando a darse cuenta de que su vida no es como esperaba que sería. Conoce a Guil en la cafetería y pronto su relación avanza. Ella no puede imaginarse engañando a su marido pero, aun así, siente curiosidad por esa nueva experiencia.

Una tentación a la que no es ajeno el criminal. 
«Lo que me atrae mucho no es el sexo, sino el mero hecho de acercarse, de tener de repente una intimidad verdadera con alguien que no conocías y que ahora poco a poco se descubre ante ti. Eso es lo que excita, ¿no te parece?»



Tratándose de un thriller criminal posee la originalidad de pausar el ritmo y darse tiempo para conocer a las mujeres, haciendo que la tensión aumente gradualmente hasta llegar a un desenlace retorcido y sorprendente. Justo la táctica que utiliza el asesino con ellas.

El abogado Guil es el nexo que acaban teniendo en común estas tres mujeres, aunque nunca se encuentran entre ellas porque sus relaciones con él son cronológicamente consecutivas. Al contrario que las mujeres, retratadas con una palpitante profundidad psicológica, Guil es un personaje poco desarrollado. Es un depredador escurridizo que se mueve en la sombra que le ofrece una vida corriente. Está casado, trabaja en su bufete y siempre tiene un hombro que ofrecer a mujeres angustiadas. Es un tipo que no llama la atención, espera su oportunidad y nunca presiona demasiado para conseguir lo que quiere. Así es el insípido perfil que llama la atención de Orna.
“Se conocieron en una web de contactos para personas divorciadas. Su perfil era bastante impersonal y precisamente por eso le escribió. Cuarenta y dos años, divorciado una vez, residente en Guivataim. Sin ese «estoy dispuesto a comerme el mundo» ni ese «estoy en proceso de búsqueda de mí mismo y quiero hacerlo contigo». Dos hijos. 1,77 m. Con estudios universitarios, trabajador autónomo con buen nivel económico. De origen askenazí. Tendencia política: casilla vacía. También estaban vacíos otros apartados del perfil. Tres fotografías. Una de hace mucho tiempo y las otras dos parecían más recientes. Y en todas, su rostro transmitía cierta tranquilidad, aunque no era nada especial. No estaba gordo”.
Las mujeres mantienen una relación con él de tira y afloja. Los buenos momentos son seguidos por situaciones extrañas que, aunque no levantan sospechas en las mujeres, colocan al lector en una situación de alarma. Es verdad que conocemos al asesino desde el primer tercio de la novela, pero Mishani logra fintar lo evidente y regalarnos un desenlace insólito. Lo consigue gracias a un tercer capítulo realmente sorprendente, donde la forma de narrar adquiere una ambigüedad suprema.
Lo más inaudito de la novela es su verosimilitud y cotidianeidad. Lo que nos acerca de forma inusual al estilo de vida, costumbres y fiestas de los israelíes. El autor huye del thriller y de todo sensacionalismo para concentrarse en la vida diaria y la veracidad emocional de sus protagonistas. Sobre todo en sus miedos e insatisfacciones. Ése es uno de los motivos por lo que la novela resulta inquietante; porque es el lector, más que las protagonistas, quien va acumulando datos hasta percibir la amenaza que se cierne sobre ellas. Una perturbación que me recuerda al estilo de Patricia Highsmith.

Al enfocarse en personas comunes y mujeres parece que el libro nos invita a reflexionar sobre la soledad y la vida anodina que llevamos, lo que puede llegar a convertirnos en invisibles. En eso estoy pensando cuando se producen los crímenes; sospecho que serán olvidados, sin encontrar a nadie que le importe su escrutinio. Incluso tiendo a ver las tres historias como un recorrido cada vez más acentuado hacia la invisibilidad que el asesino se encarga de acentuar. Primero tenemos a Orna que es del país y tiene lazos familiares y laborales; pero cuando se divorcia, el hijo se va de fin de semana con su padre y ella se va con Guil sin que nadie lo sepa, su estela se pierde como un golpe de viento. Nadie sabrá ni dónde, ni con quien ha estado. Luego está Emilia, que no es del país, por lo que sus registros y relaciones prácticamente suman cero. Nadie la echará de menos si desaparece. Finalmente, Ella incluso es una persona innominada a la que nos costará identificar y poner cara.


Obra de Nicola Samori (1977)

No sé si la intención del autor era mostrarnos esta sociedad llena de sumideros por los que muchas mujeres se pierden impunemente. El asunto acentúa el carácter dramático del libro, ya que no es la investigación criminal la que tira de la historia -la policía aparece muy al final de la novela- sino la situación vital de estas mujeres y la vulnerabilidad que las sigue acosando en cualquier lugar del mundo.

A la postre será también una mujer quien persevere en su investigación hasta darles de nuevo visibilidad. Cuestión que está relacionada con la tesis que prepara Ella sobre un gueto de Lodz y, más en concreto, sobre la gente que vivió en un edificio de ese gueto entre los años 1941 y 1944: “Decenas de personas, decenas de historias muy diferentes entre sí, decenas de muertes, a cual más trágica”. Cuando Guil le pregunta por qué está escribiendo sobre ese tema, ella contesta: «yo ya no sé realmente cómo llegué a él, sentía que esas personas (...) me estaban pidiendo que no las olvidase». Un asunto central en la novela.











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Dror Mishani es un reputado escritor israelí de novela negra, nacido en 1975 en Holon, un suburbio de Tel Aviv que aparece habitualmente en sus libros. Es conocido sobre todo por la serie policíaca protagonizada por el inspector Abraham Abraham, la cual alcanza ya tres novelas y se inició con el gran éxito que supuso Expediente de desapariciónTres es su primera novela independiente de la serie. 

lunes, 8 de mayo de 2023

LA UTILIDAD de LO INÚTIL - de Nuccio Ordine




Nuccio Ordine es un ensayista y profesor de literatura italiano, experto en Giordano Bruno. Recibirá el próximo mes de Octubre el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023. Ordine es un acérrimo defensor del saber y la cultura por sí mismas y cree que una mente bien amueblada de filosofía, Arte y Literatura (las tan denigradas Humanidades) no solamente hacen mejor al individuo, sino a la sociedad entera. Este profesor nacido en 1958 alcanzó el estrellato con la publicación en 2013 de 'La utilidad de lo inútil' (Acantilado), todo un manifiesto contra la mercantilización de la universidad y en defensa del saber porque sí. El autor critica la mercantilización de nuestras vidas y la supremacía en nuestro tiempo del tener y el aparentar sobre el ser.
El libro posee unos chispazos reveladores contra la Universidad profesionalizadora y la tiranía de lo útil y rentable que nos conduce al temible pensamiento único, recortando la libertad de pensamiento y matando la curiosidad intelectual que, paradójicamente, es la que ha producido los mayores avances de la Humanidad.
El título de ese libro, "La inutilidad de lo inútil", según ha explicado el autor, hace referencia a Aristóteles: un día le preguntaron para qué servía la filosofía, y éste respondió que era inútil.

En el Introducción del libro nos explica el objeto de su pensamiento:
"He querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. Existen saberes que son fines por sí mismos y que —precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial— pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores.
Pero la lógica del beneficio mina por la base las instituciones (escuelas, universidades, centros de investigación, laboratorios, museos, bibliotecas, archivos) y las disciplinas (humanísticas y científicas) cuyo valor debería coincidir con el saber en sí, independientemente de la capacidad de producir ganancias inmediatas o beneficios prácticos."

(,,,) 

"No por azar en las últimas décadas a las disciplinas humanísticas se las considera inútiles, se las margina no sólo en los programas escolares sino sobre todo en los capítulos de los presupuestos estatales y en los fondos de las entidades privadas y las fundaciones. ¿Para qué gastar dinero en un ámbito condenado a no generar beneficios? ¿Por qué destinar fondos a saberes que no aportan un rápido y tangible rendimiento económico?
Lo sublime desaparece cuando la humanidad, precipitada en la parte baja de la rueda de la Fortuna, toca fondo. El hombre se empobrece cada vez más mientras cree enriquecerse."



He querido reproducir uno de sus epígrafes por lo imponente y claro de su metáfora. 




Iris Scout


¿QUÉ ES EL AGUA? 
UNA ANÉCDOTA DE FOSTER WALLACE


Al inicio de cada año académico me gusta leer a mis alumnos un pasaje de un discurso pronunciado por David Foster Wallace ante los graduandos del Kenyon College, en Estados Unidos. El escritor —muerto trágicamente en 2008, a los cuarenta y seis años— se dirige el 21 de mayo de 2005 a sus estudiantes refiriendo una breve historia que ilustra de manera magistral el papel y la función de la cultura:

Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez más viejo que nadaba en dirección contraria; el pez más viejo los saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?».

El mismo autor nos brinda la clave de lectura de su relato:
El sentido inmediato de la historia de los peces no es más que el hecho de que las realidades más obvias, ubicuas e importantes son a menudo las que más cuesta ver y las más difíciles de explicar.

Como les sucede a los dos peces más jóvenes, no nos damos cuenta de qué es en verdad el agua en la que vivimos cada minuto de nuestra existencia. No tenemos, pues, conciencia de que la literatura y los saberes humanísticos, la cultura y la enseñanza constituyen el líquido amniótico ideal en el que las ideas de democracia, libertad, justicia, laicidad, igualdad, derecho a la crítica, tolerancia, solidaridad, bien común, pueden experimentar un vigoroso desarrollo.

lunes, 1 de mayo de 2023

La VÍCTIMA NÚMERO 8 - de Sara Antuña y Marc Cistaré


Pero ¡Por Dios! ¡Cómo se puede tirar por la borda una serie que prometía tanto y con tan buenos mimbres!

La serie tiene 8 episodios de los que los dos primeros son muy notables, con intriga y dinamismo; pero a partir del tercero la tensión se cae como un suflé fallido y la intriga se va de paseo por subtramas torpemente desarrolladas y hasta con pinceladas de telenovela familiar. Los dos últimos episodios, capitales para aclarar un complot que pintaba de lo más interesante, son atropellados y desaprovechan secuencias que podían haber sido tan potentes como la del coche en el que coinciden la inspectora honesta y el agente corrupto mientras ambos están recibiendo whatsapps particulares que destapan la trama y los enfrenta definitivamente. 

Hagamos un análisis de daños.
La serie comienza por todo lo alto con un atentado yihadista en el casco viejo de Bilbao. En principio hay siete muertos; pero mientras se está montando el operativo policial se da a conocer que uno de los heridos acaba de morir. Es la víctima número ocho y su muerte esconde detrás todo un complot criminal que tiene su origen en las disputas de poder en una familia de la aristocracia empresarial vasca.  


Cuando en el capítulo dos nos enteramos de que esta octava víctima era el presidente de una poderosa compañía y que han sido su celoso hermano y un agente de la Inteligencia quienes han montado el atentado para encubrir su asesinato, imaginamos una trama en la que visitaríamos las cloacas del estado y los secretos inconfesados entre el alto empresariado y los servicios secretos españoles. 
Pues no. 
También imaginamos una trama de corrupción policial al estilo de Line of Duty. Pues tampoco. 
Qué queda pues.
Pues queda una trama que sobre el papel tiene un dibujo muy interesante, un complot organizado para hacerse con el poder de una gran empresa jugando con el miedo al yihadismo y con un cabeza de turco que, siendo musulmán, ya está condenado.





El detonante de la trama principal es la identificación de Omar Jamaal (César Mateo) como el presunto terrorista. Aunque ha sido raptado y le han obligado a grabar un mensaje para atar todos los cabos de su condena, un accidente lo pone en libertad y pasa a ser el fugitivo más buscado. Sólo le cabe huir mientras intenta probar su inocencia. 

Otras dos tramas se suman a esta principal. La investigación que sigue la inspectora de la ertzaintza  Koro Olaegui (Verónika Moral) por un lado, torpedeada por el agente de Inteligencia corrupto, y los esfuerzos de la novia de Omar, Edurne (María de Nati), para intentar convencer a la inspectora de que Omar es inocente. Para ello se aliará con un periodista de sucesos de la vieja escuela y dudosa ética -Eche (Marcial Álvarez)- que utilizará todos los cauces para conseguir la información necesaria. 

Mientras tanto se nos muestra el impacto del atentado en las dos familias implicadas, los Azkárate por un lado con sus intrigas de poder y la familia de Omar por otro, sufriendo los prejuicios discriminatorios que vemos a través de una estupenda Farah Hamed interpretando a Adila, la madre de Omar.



Aunque hay que reconocer que la implicación de todo un agente especial de inteligencia está justificada de un modo tosco, la idea del complot y el fugitivo tira con fuerza de la historia. También hay personajes muy atractivos como el de la inspectora Koro que está embarazada y defiende un sentido muy ético de su trabajo. 

O el periodista Eche, un cínico baqueteado en mil batallas que tiene que someterse a diálisis todas las semanas. Es un personaje al que vemos cambiar según avanza la investigación, desde buscar sólo el pelotazo de una noticia en exclusiva a querer ayudar a Edurne y a Koro. Su situación personal, sus habilidades para extraer información y su relación con la perra Manola que le dejó su exmujer son de lo mejor de la función. También el lío familiar-empresarial de los Azkárate prometía mucho aunque al final se ha quedado en meros clichés. Lástima. 



A pesar de todos estos atractivos el visionado de la serie a partir del capítulo 3 sufre de una apatía producto de una realización plana, meramente instrumental, donde las escenas exponen las ideas mínimas para el desarrollo de la trama pero sin ninguna tensión ni dinamismo.

Mientras la veía me acordé de la estupenda serie de la BBC Collateral, a cuyo nivel podría haber aspirado ésta; y también del Mateo Gil de Los favoritos de Midas, que le habría dado a esta historia la energía de la que carece.