sábado, 13 de mayo de 2023

TRES - de Dror Mishani



Esta es una novela negra que no parece tal porque se desarrolla como un drama de personajes más profundo de lo habitual en el género. De hecho, los crímenes parecen una desgracia más entre las que sufren las tres mujeres protagonistas cuyas historias, verídicas y cotidianas, conforman tres estudios psicológicos, tan penetrantes como conmovedores.

El libro se articula en tres capítulos, centrado cada uno de ellos en una de estas mujeres que, aunque viven en Tel Aviv, nunca se llegan a conocer. Comparten sólo una situación de vulnerabilidad y el acecho de un asesino. La primera es Orna, una recién divorciada que intenta curar sus heridas iniciando una relación a través de una web de contactos. No sólo a ella ha hundido el divorcio, su hijo pequeño está recibiendo terapia por el trauma. A ello se suma que, tras una larga ausencia, el padre regresa temporalmente a la ciudad con su nueva familia, lo que la hace temer a Orna que su hijo se quiera integrar en ella con sus nuevos hermanitos.

Emilia es la segunda, una inmigrante de Letonia que está sola en el mundo y se dedica a cuidar ancianos como interna. En el momento en que la conocemos el anciano al que cuidaba acaba de morir, por lo que necesita encontrar un nuevo trabajo y un lugar donde vivir. El problema es que si cambia de trabajo puede tener problemas con su restrictivo visado, por lo que la viuda del anciano le sugiere que hable con su hijo Guil que es abogado.

El tercer capítulo se refiere a Ella, una mujer innominada, casada y con tres hijos que acude todas las mañanas a un café con su portátil. Es su forma de buscar tranquilidad. Está preparando su tesis doctoral y en la cafetería logra abstraerse de sus asfixiantes obligaciones familiares. Adora a sus hijas pero, como ella misma llega a verbalizar, está empezando a darse cuenta de que su vida no es como esperaba que sería. Conoce a Guil en la cafetería y pronto su relación avanza. Ella no puede imaginarse engañando a su marido pero, aun así, siente curiosidad por esa nueva experiencia.

Una tentación a la que no es ajeno el criminal. 
«Lo que me atrae mucho no es el sexo, sino el mero hecho de acercarse, de tener de repente una intimidad verdadera con alguien que no conocías y que ahora poco a poco se descubre ante ti. Eso es lo que excita, ¿no te parece?»



Tratándose de un thriller criminal posee la originalidad de pausar el ritmo y darse tiempo para conocer a las mujeres, haciendo que la tensión aumente gradualmente hasta llegar a un desenlace retorcido y sorprendente. Justo la táctica que utiliza el asesino con ellas.

El abogado Guil es el nexo que acaban teniendo en común estas tres mujeres, aunque nunca se encuentran entre ellas porque sus relaciones con él son cronológicamente consecutivas. Al contrario que las mujeres, retratadas con una palpitante profundidad psicológica, Guil es un personaje poco desarrollado. Es un depredador escurridizo que se mueve en la sombra que le ofrece una vida corriente. Está casado, trabaja en su bufete y siempre tiene un hombro que ofrecer a mujeres angustiadas. Es un tipo que no llama la atención, espera su oportunidad y nunca presiona demasiado para conseguir lo que quiere. Así es el insípido perfil que llama la atención de Orna.
“Se conocieron en una web de contactos para personas divorciadas. Su perfil era bastante impersonal y precisamente por eso le escribió. Cuarenta y dos años, divorciado una vez, residente en Guivataim. Sin ese «estoy dispuesto a comerme el mundo» ni ese «estoy en proceso de búsqueda de mí mismo y quiero hacerlo contigo». Dos hijos. 1,77 m. Con estudios universitarios, trabajador autónomo con buen nivel económico. De origen askenazí. Tendencia política: casilla vacía. También estaban vacíos otros apartados del perfil. Tres fotografías. Una de hace mucho tiempo y las otras dos parecían más recientes. Y en todas, su rostro transmitía cierta tranquilidad, aunque no era nada especial. No estaba gordo”.
Las mujeres mantienen una relación con él de tira y afloja. Los buenos momentos son seguidos por situaciones extrañas que, aunque no levantan sospechas en las mujeres, colocan al lector en una situación de alarma. Es verdad que conocemos al asesino desde el primer tercio de la novela, pero Mishani logra fintar lo evidente y regalarnos un desenlace insólito. Lo consigue gracias a un tercer capítulo realmente sorprendente, donde la forma de narrar adquiere una ambigüedad suprema.
Lo más inaudito de la novela es su verosimilitud y cotidianeidad. Lo que nos acerca de forma inusual al estilo de vida, costumbres y fiestas de los israelíes. El autor huye del thriller y de todo sensacionalismo para concentrarse en la vida diaria y la veracidad emocional de sus protagonistas. Sobre todo en sus miedos e insatisfacciones. Ése es uno de los motivos por lo que la novela resulta inquietante; porque es el lector, más que las protagonistas, quien va acumulando datos hasta percibir la amenaza que se cierne sobre ellas. Una perturbación que me recuerda al estilo de Patricia Highsmith.

Al enfocarse en personas comunes y mujeres parece que el libro nos invita a reflexionar sobre la soledad y la vida anodina que llevamos, lo que puede llegar a convertirnos en invisibles. En eso estoy pensando cuando se producen los crímenes; sospecho que serán olvidados, sin encontrar a nadie que le importe su escrutinio. Incluso tiendo a ver las tres historias como un recorrido cada vez más acentuado hacia la invisibilidad que el asesino se encarga de acentuar. Primero tenemos a Orna que es del país y tiene lazos familiares y laborales; pero cuando se divorcia, el hijo se va de fin de semana con su padre y ella se va con Guil sin que nadie lo sepa, su estela se pierde como un golpe de viento. Nadie sabrá ni dónde, ni con quien ha estado. Luego está Emilia, que no es del país, por lo que sus registros y relaciones prácticamente suman cero. Nadie la echará de menos si desaparece. Finalmente, Ella incluso es una persona innominada a la que nos costará identificar y poner cara.


Obra de Nicola Samori (1977)

No sé si la intención del autor era mostrarnos esta sociedad llena de sumideros por los que muchas mujeres se pierden impunemente. El asunto acentúa el carácter dramático del libro, ya que no es la investigación criminal la que tira de la historia -la policía aparece muy al final de la novela- sino la situación vital de estas mujeres y la vulnerabilidad que las sigue acosando en cualquier lugar del mundo.

A la postre será también una mujer quien persevere en su investigación hasta darles de nuevo visibilidad. Cuestión que está relacionada con la tesis que prepara Ella sobre un gueto de Lodz y, más en concreto, sobre la gente que vivió en un edificio de ese gueto entre los años 1941 y 1944: “Decenas de personas, decenas de historias muy diferentes entre sí, decenas de muertes, a cual más trágica”. Cuando Guil le pregunta por qué está escribiendo sobre ese tema, ella contesta: «yo ya no sé realmente cómo llegué a él, sentía que esas personas (...) me estaban pidiendo que no las olvidase». Un asunto central en la novela.











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Dror Mishani es un reputado escritor israelí de novela negra, nacido en 1975 en Holon, un suburbio de Tel Aviv que aparece habitualmente en sus libros. Es conocido sobre todo por la serie policíaca protagonizada por el inspector Abraham Abraham, la cual alcanza ya tres novelas y se inició con el gran éxito que supuso Expediente de desapariciónTres es su primera novela independiente de la serie. 

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