jueves, 13 de enero de 2022

ONCE - de Patricia Highstmith





Patricia Highsmith nació el 19 de enero de 1921 en Ford Worth, Texas. No fue una hija querida como demuestra el hecho de que su madre intentó abortar bebiendo aguarrás durante su embarazo. La tormentosa relación que mantuvieron ambas marcaría a la escritora de por vida. Desde niña fue una lectora voraz y ya antes de cumplir 14 años había leído Crimen y castigo, de Dostoievski; Los falsificadores de moneda, de André Gide y, sobre todo, La mente humana, del padre de la psiquiatría norteamerican, Karl Menninger; quedando fascinada por la descripción de casos de enfermedad mental. Estas lecturas precoces sin duda influyeron en su obra, donde destacan los personajes torturados y obsesivos que, de pronto, pueden ser asaltados por la irracionalidad o la posibilidad de cometer un crimen sin mayor conflicto moral o mordisco de culpa. Cuando preguntaban a Highsmith por qué escribía, siempre respondía lo mismo: "Como todos los artistas, por salud". Se supone que mental.

En 1950, a los 26 años, publicó su primera novela, Extraños en un tren, adaptada sólo un año después al cine por el gran Alfred Hitchcock. En EEUU no gustaban sus historias turbias y pesimistas, ni sus análisis éticos. Tampoco sus ideas políticas de carácter comunista, por lo que en 1963 se trasladó definitivamente a vivir a Europa. Más fiel a sus mascotas que a las personas, Hisghsmith tenía aversión al trato humano. Uno de sus biógrafos, Andrew Wilson, llegó a escribir: "Podía ser una mujer monstruosa, violenta y bastante desagradable". La mejor compañía para la escritora eran sus gatos y un buen puñado de caracoles que en una época adoptó como mascotas. 

Esta afición por los gasterópodos se puede apreciar en dos cuentos incluidos en este volumen: "El observador de caracoles", en el que un hombre vulgar, solitario y voyeur se obsesiona con el acto de apareamiento de los caracoles hasta el extremo enfermizo de encerrarse en una habitación con cientos de ellos para examinarlos. Este observador minucioso podría ser una analogía de la propia Highsmith, escrutadora irreverente de los rincones más oscuros del alma humana.  Ante la aparición de la novela El cuchillo, en 1954, el diario The Observer dijo que Patricia escribía sobre los hombres “con la misma sabiduría con que una araña escribiría sobre las moscas”.


El otro cuento con caracoles es "En busca de Tal o cual Claveringi", un relato un tanto ajeno a la bibliografía de Hisgsmith ya que toma la forma de una pesadilla apocalíptica con un científico perseguido en una isla por unos caracoles gigantescos. No es infrecuente que los animales aparezcan en los cuentos de Highsmith que incluso tiene un volumen titulado "Cuentos bestiales". En muchos casos los animales se convierten en elementos alegóricos o precipitantes de la culpa o angustia de los protagonistas. 

En "La tortuga marina" el quelonio hace surgir un enfrentamiento violento e irracional entre un niño que cree recibir una mascota y su madre represora. El cuento posee un final magníficamente escalofriante. También en "La pajarera vacía" aparece un misterioso e inaprensible animal que logra sacar a relucir las insatisfacciones de una mujer en su matrimonio. 
"Ahora que el yuma estaba muerto, se daba cuenta de lo que había sucedido, o por lo menos ahora podía reconocerlo. El yuma había abierto el pasado, como si fuese un precipicio oscuro y amenazador. Le había hecho revivir la época en que perdió -voluntariamente- al niño y recordar la amarga pena de Charles entonces y su fingida indiferencia de más tarde. La había hecho revivir su culpabilidad. Se preguntaba si el animal había tenido el mismo efecto en Charles."



Otra de las líneas fuerza de estos relatos son las relaciones familiares. Highsmith es capaz de lograr que las más prosaicas escenas hogareñas se tensen hasta adquirir tintes de pesadilla. Las relaciones personales son un campo abonado para que la autora haga aflorar las frustraciones, resentimientos y venganzas que alimentan una convivencia prolongada. En "Gritos de amor" dos ancianas resentidas y solitarias descubren que después de muchos años viviendo juntas no se soportan. El roce continuo provoca irritaciones que van derivando en pequeñas venganzas hasta lograr dinamitar la relación. La ironía que introduce Highsmith es que finalmente las ancianas se odian tanto como se necesitan. 

También en "Cuando la escuadra llegó a Mobile" encontramos a una mujer harta de un matrimonio asfixiante. Un poco de cloroformo quizás será suficiente para deshacerse de su marido y huir hacia la libertad. Graham Green declaraba en el prólogo que este era su cuento preferido del libro, sin duda por el suspense y el intenso recorrido emocional que lleva a cabo esta mujer mientras huye, recordando su pasado, sus expectativas y esa sensación de fracaso que la rodeaba hasta casi asfixiarla.

Finalmente quisiera destacar tres relatos obsesivos y perturbadores en los que sus protagonistas se sumergen en una soledad y enajenación espantosa. En "Los pájaros a punto de emprender el vuelo" un tipo vive desvariando a la espera de una carta de la mujer a la que cree amar mientras calibra, ofuscado hasta la extenuación, cada palabra y cada gesto con la que responderá. En "Señora Afton, entre tus verdes laderas" asistimos a la extraña relación que mantiene una anciana con su psiquiatra, al que visita de forma vicaria a cuenta de su marido. Mientras que en "La heroína" una joven neurótica comienza a trabajar de institutriz para una familia mientras lucha contra una pulsión de ser una salvadora que la devora. El tema de la institutriz que entra en un hogar para colonizarlo y volverlo del revés me ha recordado a la excelente novela de Leila Slimani, Canción dulce.



Algunos de estos relatos se escribieron antes de su primera novela, pero la personalidad de Hisghsmith era tan acusada desde el principio que su estilo y enfoque ya está decantado: un profundo conocimiento de la naturaleza humana para hacer aflorar frustraciones y neurosis y una gran penetración psicológica para rastrear el mal en personas cotidianas que de pronto se asoman al crimen sin ninguna duda moral o remordimiento. También es habitual en ella la crueldad, el suspense y un humor de lo más macabro. 
  
"Poeta de la aprensión" es como la bautiza su amigo personal Graham Green, quien en un certero prólogo nos describe su universo:    

"Es una escritora que ha creado su propio mundo, un mundo claustrofóbico e irracional, en el cual entramos cada vez con un sentimiento de peligro personal, con la cabeza inclinada para mirar por encima del hombro, incluso con cierta renuencia, pues vamos a experimentar placeres crueles, hasta que, en algún punto, allá por el capítulo tercero, se cierra la frontera detrás de nosotros, y ya no podemos retirarnos, estamos condenados a vivir hasta el fin del relato con uno más de su larga serie de hombres buscados por la policía. (...)  Es un mundo sin finales morales, que no tiene nada en común con el mundo heroico de sus pares, Hammett y Chandler, y sus detectives."

Uno de los aspectos que más llama la atención en Hisghsmith es cómo la maldad surge de personajes y situaciones domésticas. La irracionalidad, la obsesión o una irresistible compulsión emocional hacen el resto. 






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Patricia Highsmith es una escritora inquietante porque crea personajes ambiguos, cuyos impulsos muchas veces carecen de lógica y en ocasiones explotan la hipocresía que reina en el mundo para construirse una fachada y medrar, como su famoso Tom Ripley. Pero también porque resulta perturbador el modo en que habla de cada uno de nosotros y ese fondo oscuro al que evitamos asomarnos. No hay más que comprobar con quién de sus personajes nos identificamos mientras la leemos. Ella asume que el crimen se encuentra escondido en el corazón de la vida cotidiana: cualquiera puede ser un asesino o una víctima. Sus historias no hablan de policías y ladrones; ni sus personajes y criminales son los sospechosos habituales. La naturaleza del mal en Highsmith es muy compleja y profundamente humana. Sus protagonistas son casi siempre seres normales envueltos en un torbellino criminal. Los temas alrededor de los que gira su obra son la culpa, la mentira y el crimen.

Los relatos son la parte menos reconocida de su obra, relegados por la fama de sus novelas; pero los 10 volúmenes que conforman sus narraciones harán disfrutar a cualquier aficionado. 
-Once (Eleven, también conocida como The Snail-Watcher and Other Stories, 1970)
-Pequeños cuentos misóginos (Little Tales of Misogyny, 1974)
-Crímenes bestiales (The Animal Lover's Book of Beastly Murder, 1975)
-A merced del viento (Slowly, Slowly in the Wind, 1979)
-La casa negra (The Black House, 1981)
-Sirenas en el campo de golf (Mermaids on the Golf Course, 1985)
-Catástrofes (Tales of Natural and Unnatural Catastrophes, 1987)
-Los cadáveres exquisitos (1995, selección de relatos escritos entre 1960 y 1990)
-Pájaros a punto de volar: Póstumamente se reunieron, en dos volúmenes, sus relatos inéditos. La colección se titula en inglés Nothing That Meets the Eye: The Uncollected Stories, 2002. Esta es la primera parte  y reúne relatos escritos entre 1938 y 1949.
-Una afición peligrosa Es el segundo volumen de sus relatos inéditos, Nothing That Meets the Eye: The Uncollected Stories. Aquí aparecen los relatos escritos entre 1950 y 1970. Los dos volúmenes abarcan casi cincuenta años de producción literaria.

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