jueves, 18 de mayo de 2023

LA DIPLOMÁTICA - creada por Debora Cahn



GESTIÓN DE CRISIS y ALCOBA.-
La creadora y guionista de esta serie es Debora Cahn y eso se nota. Colaboradora del gran Aaron Sorkin en la mítica serie El ala oeste de la Casa Blanca y guionista y productora de otro hito como es Homeland, ha sabido dar continuidad a los valores que las sustentan en un contexto nuevo y totalmente actualizado.
¿Y cuáles son esos valores?
Pues un ritmo vertiginoso y mucha actualidad, grandes personajes, intrigas políticas de alto nivel, diálogos chispeantes, bronca entre parejas muy profesionales y por supuesto una pizca de humor... o de cinismo llegado el caso. Si El ala oeste de la casa Blanca buceaba en los entresijos del gabinete del presidente Barlett (Martin Sheen), “La Diplomática” explora el ecosistema de la embajada americana en Londres en medio de una crisis global.

Kate Wyler (Keri Russell) es una diplomática de carrera con una larga experiencia en los conflictos de Oriente Medio y cuando la conocemos está preparándose para su nuevo destino en Kabul; pero en ese momento un misil no identificado impacta contra un portaviones británico frente a las costas del Golfo Pérsico. 42 muertos. La crisis es peliaguda, todo apunta a un ataque de Irán y los gobiernos de todas las potencias se miran entre sí para calibrar el alcance de una provocación que puede conducirlos a una desastrosa guerra.

En ese contexto la diplomática Kate Wyler es reasignada por el mismísimo presidente de EEUU para que se incorpore inmediatamente como nueva embajadora en el Reino Unido. No es lo que ella desea, pero la crisis es profunda y su experiencia en las relaciones internacionales junto a su perfil negociador serán sometidos a una dura prueba.





The Diplomat es un espectáculo inteligente y muy entretenido, como lo puede ser una partida de ajedrez contada por un fanático dicharachero. Su trama es retorcida y está llena de intrigas políticas que se suceden a un ritmo trepidante para conducirnos a una revelación final absolutamente impactante.

La embajada de Londres constituirá el tablero en el que la diplomática deberá lidiar con varias crisis. El dinamismo y la tensión que procura cada una de ellas supone una gozada para el espectador. La primera es de índole global, el barco sin identificar que ha lanzado el misil salió de un puerto de Irán y el Reino Unido busca desesperadamente el apoyo de Washington para castigar al régimen iraní. En cambio, la embajadora Wyler tiene sus dudas, merced a su gran experiencia en Oriente Medio. Pronto empezará a mover sus hilos de información para descubrir al verdadero inductor del atentado y apaciguar unos ánimos que están demasiado soliviantados.

La otra crisis es doméstica, de la Casa Blanca. Allí tienen noticia de que un escándalo le va a explotar en la cara al marido de la vicepresidenta, por lo que ésta tendrá que dimitir. El presidente y su jefa de gabinete tratan de adelantarse a los acontecimientos y han confeccionado una pequeña lista de candidatos idóneos para sustituirla. Sorprendentemente en esa lista figura Kate Wyler; aunque cuando el presidente se lo propone ella declina. Con lo que no cuenta ella es que tanto el presidente como su propio asistente en la embajada y hasta su marido se han conjurado para convencerla.



La tercera crisis es de pareja puesto que la embajadora Wyler y su marido están valorando divorciarse. Ella ha trabajado muchos años a la sombra de su marido, un brillante embajador reconocido internacionalmente; pero ahora le toca ser florero mientras ella lleva las riendas, lo que provocará múltiples roces. Finalmente está el propio ecosistema de la embajada en Londres en cuyo bullicio se cruzarán compromisos sociales y confidenciales, conflictos entre departamentos y hasta unas fricciones inevitables con el gobierno del “amigo especial” británico. Todo un puzle de tensiones y conflictos que en manos de Debora Cahn y su equipo de guionistas ofrece un juego tan entretenido como ingenioso.

Uno de los cimientos más sólidos de la serie son los perfiles de esta pareja de embajadores, trazados magistralmente: ella es honesta y trabajadora, le gustan las cosas claras y forjar todo tipo de alianzas incluso con el más acérrimo enemigo. Por eso no se ve de vicepresidenta. No le gusta el postureo. De hecho, las recepciones y la elección de sus trajes provocan situaciones bastante jocosas. La cuestión está en que ella se considera una funcionaria de carrera que acostumbra a trabajar sobre el terreno y en la sombra, lidiando con los subterfugios de la peor política y siempre estableciendo lazos con los que poder desactivar futuras crisis. Una profesional de la diplomacia. Pero la política (y el presidente) insiste en llamar a su puerta.

Su marido también es un tipo que se las trae. Hal Wyler (Rufus Sewell) es muy carismático y tiene un gran prestigio por haber negociado el fin de varias guerras. Está muy curtido en las relaciones internacionales y tiene una gran habilidad para leer las situaciones más complicadas, contactar con las personas clave y tomar decisiones. Es encantador, pero también un manipulador nato y casi sin querer no deja de inmiscuirse en el trabajo de su esposa, lo que la compromete. El ajuste de sus nuevos roles les va a hacer chocar en múltiples ocasiones.



Marca de la casa es la rabiosa actualidad en la que se desarrolla la serie: la situación mundial que retrata es la que acabamos de ver casi hoy mismo en el telediario: Rusia hace ya un año que invadió Ucrania, las sanciones económicas están hundiendo la economía de Irán, el presidente de EEUU es un anciano al que se critica su edad avanzada y sus lapsus de memoria para ejercer el cargo (¿os recuerda a alguien?). Su jefa de gabinete es de raza negra. El primer ministro británico está buscando un golpe de efecto que refuerce su imagen porque no es muy popular. El Brexit ha dejado a EEUU sin su “amigo especial” en el Consejo de la Unión Europea. Y además, cuando reciben información de que comandos de Rusia podrían estar detrás del atentado, la represalia que gana enteros es bombardear a la Brigada Lenkov, un ejército de mercenarios que utiliza Rusia (¡vaya! como el famoso Grupo Wagner que, en Ucrania, le está haciendo el trabajo sucio al asesino Putin).

Otro asunto que llama la atención es la sutileza con que se desarrollan los contactos internacionales. Por ejemplo, no mantienen relaciones con Irán pero necesitan entrar en contacto con ellos muy privadamente para desactivar la crisis: la solución es lanzar una nota de prensa ambigua que debe contener ciertas expresiones clave. La embajadora sabe cómo se interpretan las noticias en Irán y la redacción de esa nota es todo un clinic de agudeza.



La serie retrata con franqueza el juego de influencias y poder que se da en el escenario mundial; pero su mayor atractivo está en una rozagante mezcla de comedia e intriga política. Claro que todo esto no funcionaría sin un guión tan mordaz y unos personajes tan bien trazados donde conviven con agudeza los problemas personales y los del trabajo.










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UN POCO DE DETALLE:
Por supuesto ya ha salido un amplio panel de expertos criticando las inexactitudes de la serie en la definición de roles y funciones de una embajada. Está claro que se han olvidado de que es una ficción.
Tampoco el edificio que aparece como mansión de la embajadora es el real, aunque sí es verdad lo que se dice en la serie sobre el verdadero, que sus jardines son los más grandes de Londres, sólo por detrás de los del Palacio de Buckingham.
Sí es el verdadero el modernísimo edificio que aparece como embajada de EEUU en Londres. El edificio es muy seguro y muy ecológico, pero en su inauguración recibió el desdén del presidente en ese momento, Donald Trump, quejándose de que Obama lo impulsó malvendiendo el anterior edificio “por un puñado de cacahuetes”. Lo cual no es más que una nueva trola del rey de las fake news, ya que fue el expresidente Georges W. Bush quién acometió este cambio en 2008 ante la sucesión de amenazas terroristas que recibía un edificio muy difícil de adaptar, ya que data del siglo XVIII.
En uno de los primeros encuentros entre Kate Wyler y el Primer Ministro británico (Rory Kinnear) éste le hace notar la escasez de embajadoras que ha habido, lo cual es cierto ya que en los últimos cincuenta años sólo dos mujeres han sido embajadoras en U.K.
Aunque uno de los aspectos que más llaman la atención es que sea una diplomática de carrera quien esté en Londres, ya que las plazas europeas, al considerarse países aliados y poco conflictivos suelen ser ocupadas, como premio, por grandes donantes de las campañas presidenciales. Sin duda la mayor licencia de la serie tiene que ver con la consideración de una diplomática de carrera como Kate Wyler para vicepresenta, un puesto evidentemente político. Aunque el jefe de misión lo justifica basándose en se incorporaría sin campaña alguna y directamente a la cartera de exteriores para la que la consideran plenamente cualificada.

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