martes, 1 de diciembre de 2020

CUENTOS del OCASO - de Rhoda Broughton




¡Qué enorme contraste puede suponer leer hoy estos cuentos de horror victorianos, donde los monstruos sólo se entrevén y priman la atmósfera y el miedo, frente al terror actual más visceral y directo. Pero la lectura de estos Cuentos del ocaso, publicados en 1873, es deliciosa y sus protagonistas, siendo completamente encantadoras, nunca son melindrosas. Los textos están escritos con brío e ironía, sin afectación alguna, y son capaces de crear atmósferas sobrecogedoras y fantasmales con un manejo impecable de la tensión y el miedo. 

Estos cuentos tienen el encanto de las veladas nocturnas en las que alguien refiere una historia de fantasmas mientras se recrea en las terroríficas emociones que suscita. Cabe destacar que nunca hay una explicación total del fenómeno o un desvelamiento del mal. En El hombre de la nariz un ser maligno se aparece a una joven en varias ciudades de Europa sin que nunca sepamos quién es. Un relato que nos hace asomar a lo oculto y al mesmerismo. 

Juega también la autora con la veracidad de sus historias. Varias de ellas concluyen con un "esta es una historia real" o "Lo que he escrito es literalmente verdad, aunque no me sucedió a mi" con el que finaliza Bajo la capa, un intenso cuento de suspense que transcurre en absoluto silencio y en el cuarto cerrado de un compartimento de tren. 

También ¡Atiende! Era un sueño, quizás el más famoso de los relatos de Broughton, se remata con un "los hechos narrados en esta historia ocurrieron en Irlanda. La única libertad que me he tomado es trasladarlos a Inglaterra". En él una mujer visita a su mejor amiga para conocer a su marido y su nuevo hogar; pero la primera noche que pasa allí tiene un sueño premonitorio sobre un sangriento crimen que amenaza con cumplirse. 

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad es un relato epistolar en el que una mujer recomienda una propiedad a una amiga. El intercambio de cartas va reflejando el crescendo de terror que descubren en esa casa encantada.

El último y más largo de la colección es El pobre y apuesto Bobby, y se centra en un fantasmal visitante que regresa desde el mar para poder decir adiós a su amada.


Estos crímenes, visiones y fantasmas están aderezados por ese estilo tan british donde brilla la fina ironía, la ligera crítica de costumbres ("No pretendo ofenderte de ninguna manera, pero creo que las jóvenes muchachas en aquellos tiempos éramos menos remilgadas y más puramente delicadas que las de hoy en día") y esos hábitos tan reconocibles de viajeros impenitentes como es el Bradshaw (famosa guía que no faltaba en ningún equipaje y que contenía todos los horarios de trenes y barcos del mundo).

El Prólogo de Janine Hatter, de la Universidad de Hull, nos ayuda a situar a Rhoda Broughton y lo que aportó:
"Los relatos de fantasmas de finales del siglo XVII y principios del XVIII recurren a los parajes remotos, las mujeres histéricas y los hombres racionales, y presentan al fantasma como el ente revelador. Sin embargo, Rhoda Broughton ofrece relatos victorianos que amplían el canon de las típicas historias de fantasmas a través de cuentos perspicaces, divertidos y profundos." pág. 12
Los relatos ocurren a y están narrados por mujeres que muestran una independencia y libertad de acción notables. Recordemos que la autora nació en Gales en 1840, permaneció siempre soltera y escribió ininterrumpidamente durante casi sesenta años, manteniéndose a sí misma y a su hermana. Fue amiga de Henry James y sobrina política de Sheridan Le Fanu, quien le ayudó a publicar sus novelas; la segunda de las cuales, Cometh Up as a Flower, gozó de extraordinaria popularidad provocando una gran controversia social al presentar a heroínas transgresoras con los usos sociales. De nuevo el Prólogo nos ofrece el contexto de la época.
"Debido a ser un género descuidado, cultivado además por el sexo reprimido, los relatos cortos de fantasmas escritos por mujeres emergieron a lo largo del siglo XIX como un subgénero. Autoras como Margaret Oliphant, Mary Elizabeth Braddon y Charlotte Riddell contribuyeron a establecer este nicho de mercado como un género por derecho propio, y Rhoda Broughton no es una excepción. El hecho de ser doblemente marginalizadas, por género y sexo, dotó a estas autoras de voz para examinar los terrores victorianos subyacentes. Sus experiencias como mujeres victorianas desprovistas del derecho a votar, con escasas posibilidades para ganar su propio dinero o gestionar sus propiedades reflejan exactamente el fantasma del abandono y la marginalidad. Mujeres y fantasmas eran colocados como "el otro" en la sociedad a través de su asociación con el ambiente doméstico, la irracionalidad y los puntos de vista alternativos (los fantasmas eran percibidos normalmente por los sirvientes, los niños o las mujeres lo que revela una afinidad diferente de las experiencias racionales tradicionalmente masculinas). pág. 14-15
Un libro deliciosamente terrorífico.

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