viernes, 4 de diciembre de 2020

LA MAGA y otros CUENTOS CRUELES - de Elia Barceló


Durante el primer confinamiento de esta pandemia varias editoriales regalaron libros y cómics electrónicos para ayudar al personal a sobrellevarla. Me pareció una idea genial que abundaba en la solidaridad que inundó la red para mostrar el apoyo necesario entre unos y otros. Para esas horas de encierro (y para cualquier hora) nada mejor que la literatura de género y Elia Barceló practica muchos y con gran destreza. Uno de los libros que me descargué entonces fue esta recopilación de relatos de la autora alicantina que actualizaba la editorial gaditana Cazador de RatasEn el prólogo ella misma nos cuenta cómo afrontó la enorme variedad de los textos recopilados, resolviéndola con la apostilla "cuentos crueles"; la cual nos remite con acierto a Villiers de L´Isle Adam y también al Barbey d´Aurevilly de Las diabólicas.

Barceló nunca decepciona y muestra esa capacidad imaginativa que ella admiraba en Cortázar y esa familiaridad con lo fantástico que me recuerda a Stephen King. Autora de más de 50 cuentos, en los 14 que nos entrega encontramos historias netamente fantásticas, otras de terror, algunas de misterio, otras de crimen y hasta un par de ciencia ficción. Una gozada muy entretenida y escrita con gran pericia.

Un extra del volumen es que, al final de cada relato, la autora nos confiesa las circunstancias de su génesis y desarrollo, así como los aspectos que más le gustan o a qué autor homenajea. En ningún caso estas observaciones son fútiles. Por ejemplo tras el relato Tinta violeta Barceló nos revela su preocupación por el narrador, que es central en su forma de concebir la escritura.
"Cualquiera que me conozca a través de conferencias, artículos o talleres sabe que el narrador, la instancia narradora, siempre ha sido el elemento que más me preocupa o, al menos, me ocupa a la hora de plantear un relato o una novela." 
Todo ello se corrobora en estos cuentos crueles donde se juega mucho con el lector a través de relatos epistolares, narradores inverosímiles y puntos de vista sorprendentes que introducen una vuelta de tuerca en historias que creíamos reconocer. Así ocurre en el cuento Alana, donde la autora se aventura a reinventar cuentos tan populares como Caperucita Roja o la Bella Durmiente. 

También experimenta con el narrador en el referido Tinta violeta, donde consigue escribir un relato en segunda persona (o mejor, en una primera persona que se dirige a un personaje del relato con el que el lector se identifica) tal como hiciera Cortázar en "Reunión con un círculo rojo". Este relato es uno de los mejores. El meticuloso mecanismo de notas y cartas misteriosas que recibe la protagonista y que la conducen inexorablemente a la perdición, me recuerda la atroz venganza postmorten que un suicida deja montada en la estupenda novela de Fernando Marías "Esta noche moriré". Del mismo modo en Desde mi ventana la autora juega, además de con el guiño a la película de Hitchcock, con los prejuicios y estereotipos del lector para contarnos una historia de corte criminal en la que una mujer es observada a diario a través de su ventana. Todo parece un inocente juego de erotismo y transgresión hasta que se produce un horrible crimen.

Muchos cuentos contienen, además, una veta lírica que mezclada con la fantasía o la ciencia ficción nos provoca un gozo añadido. Así ocurre con La quinta ley, que nos lanza a un futuro tan lejano que ha olvidado los robots. La historia del anciano guía de un museo de ciencias a punto de cerrar, junto a su robot de ultimísima generación está cargada de nostalgia y amor por un mundo desaparecido que homenajea a Isaac Asimov y sus leyes de la robótica. Además Barceló plantea una cuarta y quinta ley que son una hermosa declaración. También tienen ese toque lírico Cobarde y La llegada. El primero es un relato postapocalíptico, con una humanidad buscando el sentido de su agónico esfuerzo por sobrevivir. La llegada, por su parte, es un cuento totalmente realista que según va llegando al final se vuelve amargamente fantástico. Ambos relatos bucean en los anhelos más profundos del ser humano. 

Oscuro, como un cristal es otro excelente relato donde se mezclan varios planos de realidad y ficción con la ayuda de un juego de espejos: el que se produce entre la realidad de la protagonista y una película que se está proyectando. 
"No recuerdo cómo surgió la idea, pero sé que es un cuento que me gusta mucho porque en él está la nostalgia de un pasado que no conocía junto con mi amor al cine, a los cines de mi infancia, y está también otro de mis amores: la mezcla entre varios planos de realidad y de ficción: el histórico de la época en que se rodó la película, el mundo real en el que se mueve el protagonista, la historia que cuenta el guión de la película, la relación entre el hombre y la mujer, cada uno preso de su propio mundo..."
Tinta violeta, La decisión de una dama y La maga son cuentos epistolares que se van construyendo sobre cada misiva. En La decisión de una dama la protagonista decide acabar con su vida y escribe una serie de cartas en las que comunica la decisión a sus seres queridos. Julia es una mujer que lo tiene todo pero se siente vacía. Ha sido una mujer florero que nunca ha decidido nada, pero cuando empieza al enviar estas cartas para anunciar su inminente suicidio encuentra que, en ese preciso momento, es el centro de todo. Qué extraña paradoja. 


En Ritos Barceló sigue una técnica que suele practicar, juntar dos ideas sin aparente conexión para encontrar un nuevo destello. En este caso mezcla un rito atávico con la invasión de turistas en un pueblo del Mediterráneo. Un cuento muy oscuro y trágico que transcurre en un lugar luminoso, como velada crítica al turismo avasallador: Santa Rosa es un pueblo costero, hospitalario y alegre que vive, apartado de los grandes centros mediterráneos, en invierno de la pesca y en verano del turismo, "pero hay una regla. Una regla tácita que prácticamente no plantea problemas: el fin de temporada es el treinta y uno de agosto. Ninguna pensión acepta huéspedes después de ese día, ningún piso se alquila para septiembre, ningún forastero es invitado a las fiestas patronales que empiezan el día uno con el adorno colectivo de las calles del pueblo. Su fiesta es suya." Y solo suya.

La Maga es el relato final y más largo. Se podría decir que trata de una casa maldita en la que no hay fantasmas, ni amenaza mortal, todo lo contrario. La casa te cuida y te premia... si te entregas a ella. Al tratarse de un relato epistolar la autora puede desvelar poco a poco una relación tóxica y maligna de la que su propietaria no se percata. El contraste entre las cartas entusiastas que emite la residente y la posesión diabólica que prospera acentúa el terror sibilino de la historia. 

Lectura muy amena e inquietante. 

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