miércoles, 9 de diciembre de 2020

TRAMPA para CENICIENTA - de Sébastien Japrisot




Yo hubiera asesinado, Yo he asesinado, Yo habría asesinado, Yo asesiné.... así  se titulan los capítulos de esta novela llena de laberintos, espejos y flashback donde a la vuelta de cada página tendemos a confundir a asesina y asesinada.

Una joven despierta en el hospital tras un horrible incendio que la ha desfigurado. En el incendio pereció otra chica. La superviviente tiene envueltas en blancas vendas todo su cuerpo y también su memoria, puesto que no recuerda nada sobre sí misma o su vida anterior. ¿Quién es ella y cuál era su relación con la chica muerta?. Contada en primera persona y desde la mente quebrada de la joven, la novela se convierte en un rompecabezas que se recompone y desbarata según van llegando los recuerdos y testimonios. 

Me llamo Michèle Isola tengo veinte años. La historia que les cuento es la historia de un asesinato. Soy el investigador, soy el testigo, soy la víctima, soy el asesino, soy los cuatro a la vez, pero ¿Quién soy ? 



Del mismo modo que en el cuento clásico la Cenicienta transita entre dos mundos opuestos, en esta novela la protagonista tiene que buscar su identidad entre las dos jóvenes del incendio: ¿Será ella Michèle la joven rica, tiránica y caprichosa de vida disipada o bien será Domenica, la amiga y esclava que la acompañaba? Para subrayar el carácter fantástico del cuento, la novela comienza como una fábula: 
Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, tres niñas: la primera se llamaba Mi, la segunda Do, la tercera La. Tenían una madrina que olía bien, que no las regañaba jamás cuando no se portaban bien, y a la que llamaban madrina Midola.
Un día, están en el patio. La madrina besa a Mi, no besa a Do, no besa tampoco a La.
Un día, juegan a los matrimonios. La madrina elige a Mi, no elige nunca a Do, no elige tampoco a La.
Un día, están tristes. La madrina, que se va, llora con Mi, no dice nada a Do, tampoco dice nada a La.
De las tres niñitas, Mi es la más guapa, Do la más inteligente, La muere enseguida.
El entierro de La es un gran acontecimiento en la vida de Mi y de Do. Hay muchos cirios, muchos sombreros encima de la mesa. El ataúd de La está pintado de blanco, la tierra del cementerio es blanda. El hombre que cava el hoyo lleva una chaqueta con botones dorados. La madrina Midola ha venido. A Mi, que le da un beso, le dice: «mi amor». A Do: «me manchas la ropa».
El relato nos irá descubriendo las relaciones que unen a estas dos jóvenes cuyo destino ha quedado fundido en el accidente, Michèle y Domenica; los juegos perversos en que se fueron enredando. Oiremos los ecos lejanos de la madrina Midola y su cuantiosa herencia. También conoceremos a Jeanne Murneau, la preceptora que se ha ocupado de Michèle desde que era niña, por encargo de la madrina, y que ha sido la primera en acudir a su auxilio. 
Tenías un capricho nuevo cada dos o tres días: un coche, un perro, un poeta americano, Domenica Loï... todo eran las mismas tonterías. Con dieciocho años te encontré en un hotel de Ginebra con un oficinista. Con veinte te encontré en otro hotel con Domenica Loï.
—¿Y ella qué era para mí?
—Una esclava, como todo el mundo.
—¿Como tú?
—Como yo.
Angustiada, la superviviente se lanzará a reconstruir sus recuerdos y sus relaciones para apresar su identidad; pero cuanto más descubre más confuso se vuelve todo. Nota que Jeanne le escamotea información, que no se identifica con alguno de sus testimonios y que entre sus propios y confusos recuerdos reina la confusión. 
"Me dormí con la boca apoyada en su mano. ella no hablaba. Justo antes del sueño, en ese espacio que linda con la inconsciencia en el que todo es absurdo, en el que todo es posible, por primera vez se me ocurrió la idea de que yo no era nada, solo lo que Jeanne decía de mí, y que bastaba con una Jeanne mentirosa para que yo fuese una mentira."
Fotograma de la película "Piege pour Cendrillon" de André Cayatte














Cuando se siente recuperada huye del retiro donde le cuida una solícita Jeanne y corre en busca de la verdad. Primero encuentra a François que parece haber sido su amante aunque ella lo siente como algo ajeno. Luego conoce a Gabriel, que le informa de cómo lo sedujo para que rompiese con Domenica. Para Gabriel Domenica era un inocente cordero que cayó en las garras de Michèle; pero cuando aparece de nuevo Jeanne Murnau ésta le explica que en realidad Dominique no era la chica amable y simpática que le ofrecía su hombro; sino una alimaña que logró infiltrarse en la vida de Michèle para manipularla. 

Japrisot consigue tejer una telaraña cada vez más compleja e intrigante en la que la narradora se ve golpeada por un perturbador oleaje de remordimiento y enajenación. 
Aun quemada, yo era reconocible. El error era posible para los extraños, pero no para Jeanne.
Entonces era lo contrario, más horrible, pero mucho más sencillo.
«¿Quién me dice que no estás haciendo comedia?». Jeanne tenía miedo, miedo de mí. No porque yo me pareciese cada vez más y más a Do, ¡sino porque sabía que yo era Do!
Trampa para Cenicienta es una novela negra y thriller psicológico que se nutre de la angustia existencial por hallar la propia identidad. Un asunto nada convencional en la novela negra y más si consideramos que está narrada desde la mente atormentada y amnésica de quien realiza esta búsqueda. Pero no sólo importa esta pesquisa, sino que también tienen sustancia los giros radicales de la trama, las distintas máscaras de cada personaje y la naturaleza de esta enfermiza relación entre dos chicas tan diferentes... sin olvidar la tortuosa personalidad de la institutriz. 

Por la transformación de una persona en otra, la novela nos remite al clásico de Boileau-Narcejac, D´entre les morts, publicada en 1.954 y adaptada por Hitchcock a la pantalla como Vértigo. Mientras que por la suplantación de identidad en una lucha muy particular de clases, no podemos dejar de recordar la elegante y siniestra novela de Patricia Highsmith, El talento de Mr. Ripley.

Apasionante. 





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Sébastien Japrisot (1931-2003) estudió en los jesuitas y luego en la Universidad de la Sorbona. A los diecisiete años publicó su primera novela con su verdadero nombre (Jean-Baptiste Rossi) titulada Les mal partis, por la que recibió el Prix de l´Unanimité con un jurado compuesto, entre otros, por Jean Paul Sartre y Louis Aragon. Con veinte años, tradujo varias obras de Salinger. Más adelante compaginó su trabajo como creativo y director de publicidad con la escritura de ficción. Todas sus novelas han sido llevadas a la gran pantalla desde que en 1984 le fue concedido el César a la mejor adaptación cinematográfica por Verano asesino. Largo domingo de noviazgo fue llevada al cine en 2004 por Jean-Pierre Jeunet. Cabe destacar y recomendar sus otras dos novelas negras y criminales El tren de la muerte y La mujer del coche, con gafas y un fusil.

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