El pasado mes de octubre el óleo de Bansky "Muéstrame el Monet" (Show me the Monet), se vendió por 9,8 millones de dólares en la casa de subastas Sotheby´s de Londres. Se trata de una sarcástica versión del clásico impresionista "El puente del jardín japonés de Giverny" de Claude Monet, 1911, perteneciente a la serie "Los nenúfares" que el artista francés estuvo ejecutando desde 1898 hasta 1926.
Admiro a Bansky porque es un artista activo y comprometido, lleno de ideas incisivas que interactúan cáusticamente con su tiempo para sacar a la luz las miserias del mundo moderno. En su obra siempre está presente una crítica acerada a la sociedad, a la política y al autoritarismo. En su forma de criticarlos nunca falta el ingenio y la ironía. A través de sus grafitis estarcidos y el color negro, ha conseguido una iconografía distintiva y muy reconocible; en ella abundan las ratas, la basura, los niños y los policías. Los elementos visuales que utiliza son simples y limpios pero con ellos logra destilar profundas reflexiones éticas, políticas y sociales. Sus sátiras se dirigen contra el capitalismo, la guerra, la codicia y la hipocresía. Se trata de un artista agitador y altamente subversivo contra la sociedad de consumo en la que nos regodeamos.
Pero a lo que iba.
Me llamó la atención que la noticia de la subasta se ilustrara con la imagen que reproduzco más arriba. Creo que es un Bansky sobre otro Bansky.
Bansky "pervierte" la obra de Monet y transforma el idílico jardín en un canal de desagüe donde la gente ha tirado un par de carritos de supermercado y un cono fosforescente de tráfico. Pero resulta que la obra final, subversión de la pintura clásica, vuelve a ser sacralizada, enmarcada y tratada por los operarios como una nueva pieza de culto dispuesta para su venta y consumo.
Círculo completado.
Parecería como si Bansky, sacando su obra a subasta, se riese de la sociedad que lo venera y donde cotiza al alta, como hace el bufón cuando señala al rey su propio ridículo. ¿Provocador, avispado o transgresor?. Siendo así que la obra contiene una reflexión irreverente e impactante sobre el arte y el consumismo visto desde fuera; verla integrada en el circuito de subastas como un van Gogh o un Monet más, no deja de ser paradójico.
Recordemos que todo en el cuadro pone en la diana al consumismo. No sólo los carritos del supermercado son una imagen emblemática de la fiebre consumista, sino que también en el título, “Show Me the Monet”, el artista juega con la homofonía que se da entre "Monet" y "Money" (dinero), para articular una crítica a la banalización y comercialización espuria del arte. Los elementos invasores en la obra son mínimos, pero en cambio el impacto es máximo gracias al anacronismo disruptivo de mezclar una pintura clásica de museo con tres objetos comunes y muy contemporáneos.
Además al elegir objetos vulgares y urbanos abandonados en un entorno natural idílico, coloca sobre el tapete el desprecio de la sociedad actual por la naturaleza, en favor de la producción exagerada y el exceso derrochador del consumismo.
Show Me the Monet fue pintado como parte de una serie denominada Crude Oils, en la que Bansky subvierte y actualiza obras de arte canónicas introduciendo en ellas elementos transgresores capaces de provocar nuevos significados.
La muestra incluía 22 pinturas entre las que se encontraban Los Girasoles de Van Gogh, (sólo que marchitos, porque la belleza también es atacada por el tiempo); los retratos coloreados que Andy Wharhol hizo de Marilyn Monroe, pero trastocada ésta por Kate Moss o el cuadro Nighthawks de Edward Hopper, pero con la irrupción de un hooligan vestido con un calzón estampado con la union jack y lanzando sillas contra la cristalera del restaurante.
Show me the Monet tuvo su primera aparición pública en 2005, en la segunda exposición que una galería dedicaba al artista inglés. La muestra tuvo lugar en un local abandonado en Notting Hill y su visita tenía unos requerimientos muy especiales. Antes de acceder al espacio los visitantes debían firmar una renuncia a eventuales acciones legales y prepararse para compartir la experiencia con 164 ratas que Banksy contrató para ambientar adecuadamente la exposición. Su visión del mercado del arte como un albañal parecía nítida.
Esta venta supone la segunda en valor por una de sus obras. El récord lo ostenta Devolved Parliament, que representa a los parlamentarios como chimpancés en la Cámara de los Comunes. Se vendió por 12 millones de dólares hace un año.
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Desde el inicio de la pandemia, el anónimo artista se ha mostrado muy activo presentando en diversas obras su preocupación por los efectos del coronavirus. Empezó con un homenaje a los sanitarios -Game Changer- a través de la imagen de un niño jugando con su heroína favorita, una enfermera del Servicio Público de Salud británico (NHS) con capa y mascarilla, por encima de Spiderman o Batman. Apareció en el vestíbulo del Departamento de Emergencia del Hospital de Southampton.
Continuó en julio cuando sus célebres ratas tomaron el underground de Londres para concienciar sobre el uso de los geles y las mascarillas. Lástima que sólo duraron unas horas porque la empresa Transport for London procedió a su borrado debido a su "estricta política antigrafiti".
Lo siguiente fue un niña con hula hoop en Nothingham.
Aunque la obra más contundente y necesaria de este malhadado 2020 la lanzó contra la lacra del racismo sistemático que sufre EEUU. Con el movimiento Black Live Matter en pleno auge, publicó en su cuenta de Instagram un sentido homenaje a George Floyd acompañada de una reflexión:
"Al principio pensé que debía callarme y escuchar a la gente negra sobre este asunto. Pero, ¿por qué debería hacerlo? No es su problema, es el mío. El sistema está fallando a la gente negra. El sistema blanco. Como una tubería rota que inunda el piso de las personas que viven debajo. Este sistema defectuoso hace su vida miserable, pero no es su trabajo arreglarlo. No pueden, nadie les dejará entrar en el piso de arriba. Esto es un problema blanco. Si la gente blanca no lo arregla, alguien tendrá que subir y dar una patada en la puerta"© Banksy
Su última actuación hasta ahora es Achoo!! y ha aparecido esta misma semana en Bristol, la que se supone su ciudad natal. El estornudo de una anciana (tan fuerte que hasta se le escapa la dentadura) juega con el efecto óptico de una de las calles con más pendiente de la ciudad (y del país según dicen), Vale Street, con 22 grados de inclinación. Un signo de los tiempos, que un simple estornudo haga tambalearse al mundo.
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