Esta serie de 6 episodios por temporada comienza de forma ramplona, el hallazgo de un cadáver en un sótano de un barrio londinense, y las primeras pruebas parecen enfriar el poco interés: el cadáver fue enterrado en los años 70, ¡hace 40 años!. Pero la detective Cassie Stuart (Nicola Walker) cree que es de humanidad identificarlo y entregarlo a la familia que lo esté esperando. La sorpresa es cuando a los primeros escarceos de la investigación un grupo dispar de personajes comienza a ver sus actuales vidas tambalearse. El interés dramático de este asalto del pasado eleva definitivamente la función.
Y es que este policial es de poco ruido y muchas nueces. No cuenta con persecuciones espectaculares, tiros o asaltos a todo trapo. Lo que nos irá ganando es el profundo dramatismo que el terremoto de este hallazgo producirá en un puñado de vidas satisfactorias y estables.
Los dos primeros capítulos detallan una minuciosa investigación histórica que pende de un sólo hilo, una pequeña llave. La llave les conduce a los restos de un coche en el desguace y éste a una mochila y una agenda (totalmente en blanco por el paso del tiempo, momento CSI) que empieza a darles alguna inicial y algún apellido. En los siguientes capítulos continúa la investigación pero lo que cobra interés es el drama de unas personas con la vida ya hecha a las que su pasado les atropella. Ése fue precisamente el motivo de la serie según ha confesado su autor David Lang: "me pregunté cómo debe haber sido vivir una vida entera fingiendo ser algo muy distinto de lo que fuiste".
Sorprende la cantidad de insólitas ramificaciones que van surgiendo cuando se empieza a remover el pasado: un jovial párroco de barrio, un sir justo cuando recibe una oferta para entrar en el gobierno, una voluntaria social que trabaja en un barrio marginado y un anciano paralítico ya jubilado de su aburrida vida de contable. De modo que no puedes más que preguntarte ¿cómo terminaron todos ellos, tan dispares, en la agenda de Jimmy Sullivan, el cadáver? ¿Qué tipo de implicación tienen y por qué todos temen las revelaciones de su pasado?
Bernard Hill es Robert Greaves, un vicario que dirige un hogar para mujeres vulnerables. Tom Courtenay y Gemma Jones son los Slaters, con una vida sencilla y ordenada en la que empieza a aflorar la demencia. Trevor Eve es sir Philip Cross, empresario de éxito, que está a punto de culminar su carrera entrando en el gobierno de su Majestad. Ruth Sheen interpreta a Lizzie Wilton que ayuda a su marido con el equipo de fútbol en el que encauza a jóvenes marginales. Entre ellos, su proyecto personal es el prometedor estudiante Curtis que se está preparando el examen de Graduado.
Según van aflorando sus personalidades de hace 40 años, tendrán que hacer frente a su pasado. En la vivencia de este conflicto está lo mejor de la serie. Ya se sabe, negación, resistencia, encubrimiento... El vicario que engañó a su mujer, Mr. Slater que se engañó a sí mismo, Lizzie que buscó la redención y sir Philip Cross que no le importó tomar atajos.
Es admirable la profundidad psicológica con que se define cada personaje y no son pocos. Sus motivaciones, sus penitencias y sus ambiciones se desgranan con plenitud en un desarrollo dramático modélico. Los investigadores persisten en cada pequeño detalle e interrogan a cada testigo con una educación y parsimonia que contrasta enormemente con el volcán soterrado que producen al revelar secretos de ambición desmedida, racismo o celos que amenazan el actual equilibrio.
Todas las vidas son fructíferas y están encauzadas, pero el pasado siempre regresa para tomar la palabra y hacer visible lo que parecía olvidado. Hay un momento en que la policía llega a casa y su padre, gran aficionado a los pasatiempos, le pregunta:
-Estoy atascado en la horizontal 8, "porque el mal que comete un hombre...
-...Sigue viviendo tras él. Es de la Biblia." Le responde ella.
Ésta es la esencia de la serie. Cómo se ven afectados los sospechosos y los familiares a partir de la revelación de secretos inconfesables, pero sobre todo cómo lo afrontan ahora que son casi otra persona.
Tom Courtenay y Gemma Jones como los Slater. |
Los dos detectives, interpretados por Nicola Walker y Sanjeev Bhaskar, personifican el tono de la serie. Entre ellos no hay bronca ni tensión sexual. Son adultos equilibrados y muy profesionales. El interés se centra en unos conflictos alejados de todo maniqueísmo entre los que el espectador tiene difícil encontrar un equilibrio moral.
Se agradece la estructura de la serie (un caso por temporada), pero más su verosimilitud y complejidad. Además, los detallados y genuinos métodos de investigación refuerzan el valor de esta propuesta.
El casting es todo un acierto y Nicola Walker, que soporta el protagonismo, demuestra ser capaz de una poderosa presencia. El ritmo es pausado y persistente, como una lluvia lenta que va limpiando un pasado escondido y oxidado. Punto por punto todos los hilos se van trenzando de forma dolorosa e inapelable hasta su resolución final. La temporada guarda un último giro sorprendente que tiene, como toda la serie, un gran poder emocional.
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