Gótica hasta el exceso, de escenografía abigarrada y visualmente fascinante, esta película de mi admirado Guillermo del Toro es toda una reivindación del cine de terror más clásico: una joven heredera que ve fantasmas, se enamora en 1870 de un baronet tan elegante como enigmático que tiene, además, una hermana de lo más inquietante. Todo ello en un espacio majestuoso, una mansión de los horrores tan recargada y tortuosa que por momentos uno espera la aparición del gran Vincent Price.
Tan deudora de Rebeca como de La casa Usher, el cineasta las actualiza con una puesta en escena deslumbrante, donde el diseño de producción, el vestuario y la fotografía nos traslada a la suntuosa época de Jane Eyre o Sleepy Hollow. El mobiliario y los trajes tiene ese toque augusto y ampuloso de la época, y los colores (esa arcilla escarlata que escurre por las paredes y aflora en cada pisada) poseen una intensidad alucinatoria. Sin embargo el drama termina por ser convencional y la cinta no llega a las cimas que la orgía visual se merece.
No sé si la narración no logra transmitir lo malsano, o si el guión soslaya a la siniestra hermana. No sé si el pasado infame tiene el peso suficiente, o si los fantasmas que asaltan a la joven esposa son demasiado instrumentales; pero falta ese punto de intensidad que sí tenía Sleepy Hollow.
Ahora bien, la narración es fluida y las secuencias se encadenan perfectamente dibujadas. Del mismo modo, las escenas de violencia son rotundas y secas, como el asesinato del padre en los lavabos del club o el duelo final entre las dos mujeres.
Del Toro se recrea en esta historia de fantasmas y amores incestuosos y la puebla de detalles malsanos, como esas mariposas moribundas en medio de un picnic o las abejas muertas y las enormes polillas que se agitan por toda la casa como si fuese un túmulo mortuorio.
En una entrevista reconocía Del Toro que, "cuando yo era un niño, encontré en una librería de segunda mano los libros de Fabre, el famoso entomólogo francés, y ya adolescente me enteré de que ¡eran los libros favoritos de Buñuel!. Los insectos son para mí metáforas vivientes. Son tan extraños, tan arcaicos y perfectos, pero también tan carentes de emociones, que no tienen ningún instinto humano o de mamífero. Pueden comerse a sus crías en un abrir y cerrar de ojos. ¡Pueden comerse su casa!. No tienen empatía alguna. La película entera está cifrada alrededor de polillas y mariposas: Edith es la delicada mariposa de luz, mientras Lucille es la poderosa y repugnante polilla de la oscuridad."
Por supuesto Edith es la pálida Mia Wasikowska, mientras que Lucille es Jessica Chastain. Ambas, junto a Tom Hiddleston, se desenvuelven con la elegancia y el porte necesario para transmitir los tormentos escondidos en la sombría Cumbria.
Guillermo del Toro en el set de Crimson Peak |
Del Toro rinde homenaje a las cumbres del género, como "The Haunting" de Robert Wise o "El Resplandor", de Stanley Kubrick, película ésta a la que el director considera "el monte Everest" de las casas encantadas. Él mismo parece ser que vive en una, según nos mostró en este reportaje.
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