Cultivador como soy de la cultura hago caso al dictador Putin para mantener viva la cultura rusa y no cancelarla. Por ese motivo volví a sacar mi edición de El Maestro y Margarita para deleitarme con su ironía y amargura supremas. Si no fuese tan trágico sería grotesco que la cultura dependiese de un tipo de la calaña de Putin.
Esto viene a cuento de la polémica mundial que se ha generado por la cancelación* en Occidente de todo tipo de actividades y contratos culturales relacionados con instituciones y personajes rusos que apoyan abiertamente la invasión de Ucrania. Se trata de elevar un clamor contra una guerra imperialista y arbitraria además de no alimentar con dinero y propaganda al agresivo oso ruso. Por supuesto se trata de una situación compleja sobre la que sigue existiendo un debate. ¿Cualquier artista ruso debe ser boicoteado por el simple hecho de ser ruso? ¿Sólo si muestra un apoyo público a Putin? ¿Esto es efectivo o corremos el peligro de alimentar la rusofobia?
Por supuesto el dictador Putin aprovechó el debate para presentarse como defensor de la “cultura” frente a la “barbarie” de Occidente. La realidad es que Putin sólo engaña a las ovejas de su redil de acero. Con él no hay libertad de expresión, ni de prensa, ni opciones para una oposición política libre. El exilio, la cárcel o el asesinato esperan a quien ose oponerse. Putin sólo permite la cultura servil que lo adule a él y a su idea imperialista de Rusia.
Mijaíl Bulgákov sí es un representante genuino de lo mejor de la cultura rusa y sufriría con Putin lo mismo o más que sufrió con Stalin; al fin y al cabo, el dictador georgiano admiraba las obras teatrales de Bulgákov. Pero el autor se enfrentó al tirano, en contra de toda censura y a favor de la libertad de creación artística, por lo que fue enterrado en vida negándosele la posibilidad de publicar, así como la de salir de Rusia. Con Putin no le hubiese ido mejor, suele encarcelar o asesinar a sus detractores, como atestigua el hecho de que a día de hoy más de 300 periodistas han perdido la vida en Rusia desde su ascenso al poder. A esta cifra hay que sumar un buen número de empresarios y activistas que han sido envenenados o asesinados a tiro limpio sin que el Kremlin se haya inmutado o promovido investigación alguna (el último, por ahora, el vicegobernador de Jersón). Muchos expertos en Rusia resumen el modo de actuar de Putin como “mafioso”, al ejercer un control absoluto del estado, incluida la judicatura, amañar las elecciones y practicar tácticas criminales para quitar de en medio a las voces disidentes.
Los secuaces del diablo, el gato Behemot y Azazello |
De ahí que la obra de Bulgákov esté plenamente vigente. Stalin y Putin son tiranos y comparten un ansia imperialista que en ambos casos impactó en Ucrania. Bulgákov escribió El Maestro y Margarita en los años 30 del siglo XX, cuando Stalin ejercía un poder omnímodo, implantaba sus delirantes planes quinquenales y decretaba el genocidio ucraniano conocido como Holomodor, causando más de tres millones de muertos por hambre. En El Maestro y Margarita Bulgákov ridiculiza a una sociedad rusa aborregada, así como a unos estamentos culturales y políticos más preocupados por la sumisión al poder que por cualquier creación artística. Los críticos oficiales y la Asociación de Escritores dictaban lo que era válido en literatura y Bulgákov centra en ellos buena parte de su burla. La novela cuenta la visita del diablo a Moscú junto a un pequeño séquito, los cuales desencadenan toda una serie de disparatadas peripecias que ponen en solfa la burocracia, estupidez y cobardía de la sociedad soviética. Por ejemplo, en una escena les piden a dos de los ayudantes del diablo el carnet de escritor:
"—Los carnets, por favor —dijo ella mirando sorprendida los impertinentes de Koróviev y el hornillo de Popota y su codo roto.
—Mil perdones, pero, ¿qué carnets? —pregunto Koróviev, extrañado.
—¿Son ustedes escritores? —preguntó a su vez la ciudadana.
—Naturalmente —contestó Koróviev con dignidad.
—¡Sus carnets! —repitió la ciudadana.
—Mi encanto... —empezó dulcemente Koróviev.
—No soy ningún encanto —le interrumpió la ciudadana.
—¡Ah! ¡Qué pena! —dijo Koróviev con desilusión y continuó—: Bien, si usted no desea ser encanto, lo que hubiera sido muy agradable, puede no serlo. Dígame, ¿es que para convencerse de que Dostoievski es un escritor, es necesario pedirle su carnet? Coja cinco páginas cualesquiera de alguna de sus novelas y se convencerá sin necesidad de carnet de que es escritor. ¡Y me sospecho que nunca tuvo carnet! ¿Qué crees? —Koróviev se dirigió a Popota.
—Apuesto a que no lo tenía —contestó Popota, dejando el hornillo en la mesa junto al libro y secándose con la mano el sudor de su frente, manchada de hollín.
—Usted no es Dostoievski —dijo la ciudadana, desconcertada, dirigiéndose a Koróviev.
—¿Quién sabe?, ¿quién sabe? —contestó él.
—Dostoievski ha muerto —dijo la ciudadana, pero no muy convencida.
—¡Protesto! —exclamó Popota con calor—. ¡Dostoievski es inmortal!"
Mijaíl Bulgákov (1891-1940) ya había triunfado como autor teatral cuando Stalin comenzó a marcarlo muy de cerca. La primera novela que había publicado, La Guardia Blanca, había cosechado un éxito notable, pero tenía un déficit peligroso, los protagonistas eran campesinos que luchaban contra los bolcheviques y no contenía ningún héroe comunista. A pesar de ello Stalin era un admirador de la obra de Bulgákov, se dice que vio quince veces la adaptación teatral de La guardia blanca, titulada Los días de los Turbin. Pero la libertad artística del escritor era una amenaza. Su mirada satírica sobre los funcionarios de la cultura en la obra "Zoikina Kvartira" (1926) motivó la creciente censura de sus obras y por lo tanto la falta de ingresos. Ante esta situación Bulgákov le escribió a Stalin una carta desesperada, en 1930, donde le pedía poder salir de Rusia para poder ganarse la vida. A la vez hacía en ella una declaración de principios, conmovedoramente sincera ante la barbarie, sobre la importancia y necesidad de la libertad artística:
‘la lucha contra la censura, de cualquier tipo y bajo cualquier gobierno, es mi deber como escritor, tanto como lo es apelar por la libertad de prensa. Creo firmemente en esta libertad, e incluso diría que, si un escritor sugiriera solamente que esta libertad no es necesaria, sería lo mismo que si un pez declarase que no necesita el agua’.
La respuesta del tirano fue bloquear sus escritos, impedirle salir de la URSS y condenarle a un trabajo de ayudante en un teatro. Bulgákov no vio publicada una sola línea de sus escritos durante los últimos trece años de su vida. En dramas posteriores como Molière y Pushkin aparece una temática que lo obsesionaba, la relación entre el artista y el poder.
Composición con los temas de "El Maestro y Margarita" |
Silenciado como artista y postrado como ciudadano llama la atención que crease una novela como esta, con un tono tan desenfadado y fantástico. En algún momento de la lectura me ha recordado a Alicia en el País de las Maravillas, y no sólo por la presencia de un gato (perverso y aficionado al vodka en este caso), sino por la descripción de una realidad con la lógica trastocada donde se instala el disparate. Bulgákov describe una sociedad donde nada es lo que parece. Los moscovitas llevaban décadas mintiéndose rutinariamente, fingiendo que vivían en un paraíso; donde la realidad era sustituida por el relato oficial. Un lugar donde las personas corruptas y dóciles recibían recompensa. Bulgákov se basó en esta vida falaz para confeccionar su novela y dinamitar ese régimen de apariencias a través de la imaginación, el absurdo, la sátira y el humor.
El novelista ruso Viktor Pelevin dijo que era casi imposible explicar a cualquiera que no hubiera vivido la vida soviética lo que esta novela significó para la gente: “El Maestro y Margarita ni siquiera se molesta en ser antisoviética, pero leer este libro te libera instantáneamente. No te libera de algunas viejas ideas en particular, sino del hipnotismo de todo el orden de las cosas”.
El Maestro y Margarita es una gran ópera bufa sobre la miseria humana, el miedo y la indignidad. Comienza con el diablo llegando a Moscú con una panda de demonios tan taimados como irresistibles: el fino Koróviev (otras veces llamado Fagot), el bruto Azazello, pelirrojo, tuerto y con un colmillo sobresaliente; y el descacharrante Behemot (también llamado Popota), un gato negro, gordo y sarcástico, puesto que sabe hablar, que reparte sus aficiones entre beber vodka, jugar al ajedrez y decapitar majaderos. En menor medida aparece la bella y aterradora Hella, que suele pasearse desnuda. Allí donde aparecen se desencadena el caos y revela la estupidez.
Esculturas de Koróviev y Behemot en un parque de Moscú |
Los elementos fantásticos permiten a Bulgákov lanzar una sátira contra la mendacidad de los círculos literarios moscovitas pero, sobre todo, escapar de la realidad del estalinismo hacia un reino donde imperan la verdad y la justicia poética. Paradójicamente la liberación de la estupidez y la cobardía la proporcionará el diablo, dado que Stalin es dios y la sociedad soviética el nuevo paraíso.
Sin duda se trata de un gran clásico ruso, pero tan mordazmente original que nada tiene que ver con otros clásicos rusos como Guerra y Paz, Los Hermanos Karamazov, Ana Karenina o Crimen y Castigo. Al dramatismo de éstos opone ligereza, a la profundidad psicológica un satírico ingenio y al retrato histórico un conjunto de situaciones grotescas muchas veces hilarantes. Si hubiese que buscarle un compañero de baile no podría ser otro que el maestro Gogol, con cuya Almas muertas guarda semejanzas.
La novela se abre con una conversación entre Berlioz, editor y presidente del club de escritores soviéticos Massolit, y el poeta Ivan Nikoláyevich, apodado Desamparado. Debaten sobre la inexistencia de Dios cuando se presenta Voland, el mismísimo diablo, acompañado por sus grotescos secuaces. Voland se sumerge de inmediato en el debate y asegura que por lo menos Jesucristo existe, ya que él lo vio cuando visitó a Pilatos. También vaticina la muerte del editor que, efectivamente, sucede a los pocos minutos, cuando es decapitado por un tranvía en un absurdo accidente. Todo esto sucede en las primeras páginas y fija a los contendientes de la novela: la encorseta sociedad y los organismos moscovitas por un lado y el diablo y su séquito por otro, dedicados a subvertir todo orden establecido.
A continuación, el poeta y testigo del incidente, escucha a Voland contar una extraña historia sobre Poncio Pilato justo antes de escapar por las calles de Moscú. Desamparado los persigue receloso, sufriendo todo tipo de percances hasta acabar trastornado e ingresado en un manicomio. Allí conoce al Maestro, un escritor que precisamente ha escrito una novela sobre el filósofo errante Joshuá Ga-Nozri (Jesús) y el procurador Poncio Pilatos. La obra fue repudiada por el estamento literario oficial provocando el hundimiento del autor que quemó el manuscrito y se recluyó en el psiquiátrico. Los capítulos de esta novela sobre Pilatos aparecen intercalados en el libro, como una novela dentro de la novela.
Fuera del manicomio, Voland se apodera del piso de Berlioz organizando allí todo tipo de desafueros y disparates que culminan con un espectáculo de magia en el gran teatro de Varietés. Allí Voland ridiculiza a la sociedad moscovita desnudando sus miserias: las damas son invitadas al escenario para cambiar su vestimenta por vestidos de lujo, pero cuando salen a la calle resulta que van desnudas. Mientras que los hombres recogen con jolgorio los billetes de rublos que llueven desde el techo, para comprobar después, en las tabernas, que justo al gastarse se vuelven a convertir en simples trozos de papel.
Este piso que Berlioz compartía precisamente con el director del Teatro Varietés, apartamento 50 del inmueble 302bis de la calle Sadóvaya, tiene un papel protagonista y simbólico en la novela. Se presenta en el capítulo 7 que se titula precisamente "Un apartamento misterioso". En él se relata la multitud de historias que circulaban sobre "los desaparecidos del piso maldito". Una referencia nada velada a las desapariciones repentinas que practicaba el estanilismo. Bulgákov recoge el asunto con negrísimo humor y hace que cualquiera de los que estorba a Voland desaparezca sin dejar rastro: como el pobre Stiopa Lijodéyev, director del Teatro Varietés que, en medio de una discusión con Voland, sintió que la habitación giraba hasta acabar sentado y mareado a mil quinientos kilómetros, en los muelles de Yalta ¡!.
Si la primera parte de la novela se centra en las barrabasadas de Voland y su cuadrilla, la segunda pone el foco en Margarita, joven que renuncia a una vida acomodada con su marido por el amor incondicional hacia el Maestro y su obra. De hecho el primer capítulo del Libro segundo comienza así:
"¡Adelante lector! ¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso!¡Sígueme, lector, a mí, y sólo a mí, yo te mostraré ese amor!"
Ella será la fiel amante y valedora del Maestro incluso cuando desaparece para ingresar en el manicomio. Cuando ya Voland ha sembrado el caos en Moscú, organiza el Gran Baile del Plenilunio Primaveral (coincidente con el Viernes Santo) al que invita a Margarita. Para premiar su amor y lealtad le ofrece convertirla en una bruja con poderes mágicos. Ella acepta y vuela desnuda sobre un Moscú donde se extienden los incendios y la confusión. Además Voland le concede el deseo de liberar al Maestro, tanto del manicomio como de la pérdida de su obra. Para convencer al escéptico Maestro, Voland hace aparecer el manuscrito pronunciando una de las sentencias más memorables del libro: "los manuscritos no arden".
Con el Maestro y su obra rescatados Voland invita a beber a la pareja el mismo vino de Falerno que bebía el procurador de Judea. Mueren envenenados pero resucitan y Voland les hace volar sobre unos corceles negros hasta una especie de limbo donde se encuentran a Pilatos atormentado por los remordimientos de haber condenado a un inocente. Durante siglos ha tenido una pesadilla recurrente: un camino de luz hacia la luna que le llevaría al perdón de Joshuá; pero que algo le impide tomar. Entonces Voland le indica al Maestro que su novela está sin concluir y que puede hacerlo con una sola frase. El Maestro grita: "¡Libre! ¡libre! ¡Te está esperando!" Propiciando que Pilatos pueda acabar su tormento.
El Maestro pretende seguir esa misma luz, pero Voland se lo impide. Siguiendo una solicitud de Joshuá le indica una casa eterna donde podrá vivir en paz.
¿No dirá que no le gustaría pasear con su amada bajo los cerezos en flor y por las tardes escuchar música de Schubert? ¿No le gustaría, como Fausto, estar sobre una retorta con la esperanza de crear un nuevo homúnculo? ¡Allí irá usted! Allí le espera una casa con un viejo criado, las velas ya están encendidas y pronto se apagarán, porque en seguida llegará el amanecer. ¡Por ese camino, maestro, por ese camino! ¡Adiós, ya es hora de que me marche!
Un final que es célebre por su ambigüedad.
Voland les otorga la paz, pero no la "luz" de la salvación eterna. ¿Por qué Bulgákov no los absuelve y envía al cielo? ¿Por qué tanto Joshuá como el Diablo parecen estar de acuerdo en su "castigo"? Yo creo ver la clave en una frase: "Alguien dejaba libre al maestro, igual que él acababa de liberar a su héroe creado". No se trataba de ganar el cielo o la salvación, sino la libertad para crear, fin supremo para Bulgákov.
Fausto y Mefistófeles |
Como se ve la novela se compone de tres historias interrelacionadas: las peripecias de Voland y compañía sembrando el caos en Moscú, la historia de amor entre el Maestro y Margarita y la novela sobre las dudas de Pilatos. Una trama fácil de resumir pero no de interpretar.
Lo más evidente es considerarla una obra satírico-política ya que Voland y sus secuaces logran poner en solfa la mezquindad y la codicia propios de un sistema político tiránico. Incluso se puede jugar a sustituir a los personajes por figuras históricas del Moscú estalinista: ahí están reflejados el fanático e intolerante Leopold Averbackh como dirigente del RAPP, (Asociación Rusa de Escritores Proletarios) o los juicios sumarios de la represión estalinista en la injusta condena de Joshuá. Incluso no faltan las invectivas sobre el hambre de la población, la corrupción de los burócratas o el problema endémico de la vivienda.
"—¿Esto? ¡Sencillísimo! —contestó—. Quien conozca bien la quinta dimensión puede ampliar cualquier local todo lo que quiera y sin ningún esfuerzo, y además, le diré, estimada señora, que hasta unos límites incalculables. Yo, personalmente —siguió Koróviev—, he conocido a gente que no tenía ni la menor idea sobre la quinta dimensión, ni sobre nada, y que hacía verdaderos milagros en eso de agrandar sus viviendas. Por ejemplo, me han hablado de un ciudadano que recibió un piso de tres habitaciones y, sin conocer la quinta dimensión ni demás trucos, la convirtió en un piso de cuatro, dividiendo con un tabique una de las habitaciones. Después cambió este piso por dos separados en distintos barrios de Moscú: uno de tres y otro de dos habitaciones. Convendrá usted conmigo en que ya eran cinco habitaciones. Uno de ellos lo cambió por dos pisos de dos y, como fácilmente comprenderá, se hizo dueño de seis habitaciones, aunque completamente dispersas en Moscú. Cuando se disponía a efectuar el último canje, y el más brillante, insertando un anuncio para cambiar seis habitaciones en distintos barrios por un piso de cinco, sus actividades, y por razones ajenas a su voluntad, quedaron paralizadas. Puede que ahora tenga alguna habitación, pero me atrevo a asegurar que no será en Moscú."
Pero el protagonismo de un diablo tan distinguido como desconcertante y la novela inserta sobre Pilatos nos abocan a una interpretación ética más que religiosa; sin olvidar que Margarita y su pacto con el diablo nos remiten directamente al mito de Fausto (aunque con un cambio muy significativo de papeles, ya que es Margarita quien pacta y salva al pusilánime Maestro). Me llama mucho la atención Margarita, un personaje muy moderno y resuelto que se convierte en el centro neurálgico donde confluyen tanto Voland, como el Maestro y su obra. Recordemos que la novela de Pilatos es destruida justo cuando ella y el Maestro se separan y su restauración coincide con su reencuentro. Yo creo que su coraje representa el otro extremo de la cobardía que tanto pesar causa al Maestro (y a Bulgákov): Joshuá había definido la cobardía como el más grande defecto del hombre; mientras que el Maestro por su parte, cuando resucita tras ser envenenado, le anuncia a Margarita, "Nunca me permitiré la cobardía".
La cobardía y el poder están muy relacionados y Bulgákov pone en la boca de Joshuá, cuando cena en casa de Judas de Kerioth, la opinión sobre el poder político que acabará condenándolo:
“(…) que cualquier poder es un acto de violencia contra el hombre y que llegará un día en el que no existirá ni el poder de los césares ni ningún otro. El hombre formará parte del reino de la verdad y de la justicia, donde no es necesario ningún poder”
Entre las muchas cuestiones que suscita la novela quisiera destacar dos.
La primera es la poderosa reflexión que la obra realiza sobre el arte y el artista. El Maestro representa al artista íntegro, casi místico, dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda de la verdad y la belleza, cifrada en la escritura de su libro. Tanto Joshuá como el Maestro (y Bulgákov) serán quebrantados por la ignominia. La obra será rechazada por los estamentos literarios de Moscú a la vez que Pilatos, aun sabiendo de la inocencia de Joshuá, acatará la condena que la sociedad le impone.
El Maestro y Margarita se convierte así en un testimonio de la necesidad del arte y la libertad de expresión en tiempos de represión. Bulgákov estuvo trabajando en la novela durante los últimos trece años de su vida (1928-19490) y podemos pensar que la escritura fue el salvavidas creativo al que se aferró en el océano embrutecedor de la Rusia estalinista. Al concluir su novela el Maestro reconoce que ese día “su vida llegó a su fin”.
La segunda cuestión a destacar es la extraña convivencia que se produce en la novela entre el bien y mal. Bulgákov defiende que ambos deben coexistir. Se necesitan. Voland necesita la fe en Dios para obtener poder. Esto también posibilita que las personas cosechen las recompensas o castigos que merezcan. De hecho, Voland castiga a los malhechores (el gerente del teatro también es decapitado por “decir mentiras”) mientras recompensa a Margarita por su devoción, lealtad y valentía. También sitúa al Maestro en un mundo de paz a instancias de Joshuá. El bien y el mal trabajan juntos para proporcionar justicia y equilibrio a nuestras vidas, tal y como Voland argumenta convincentemente:
"Has pronunciado las palabras como si no reconocieras la existencia del mal y de las sombras. Por qué no eres un poco amable y te detienes a pensar en lo siguiente: ¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Ésta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio."
Finalmente dedicaré unas líneas a la inserción de una novela sobre Pilatos que en principio choca. Me parece un elemento accesorio que cumple una función simbólica centrada en los temas de cobardía, traición y redención. Bulgákov utiliza el símbolo universal que es Jesús, pero cambiando nombres y circunstancias (Judas no se ahorca sino que es asesinado, Pilatos aprecia a Joshuá y éste, en la cruz, no interpela a Dios) para convertirlo en un hombre común ⎼Joshuá Ga-Nozri⎼; cuyos bienes supremos son la verdad y la justicia, no la fe; mientras critica la cobardía. Un hombre como Bulgákov, una víctima más de la arbitrariedad del Poder.
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Mijaíl Afanásievich Bulgákov nació el 15 de mayo de 1891 en Kiev, en pleno Imperio ruso, y murió el 10 de marzo de 1940 en Moscú, durante el absolutismo soviético. Fue dramaturgo de éxito y novelista. Bulgákov tenía una evidente vena satírica que plasmó también en obras como "Corazón de Perro" y "Los huevos fatales".
Condenado al ostracismo murió sin llegar a cumplir los cincuenta años ni ver publicada la novela en que estuvo trabajando desde 1928. En 1930 quemó una primera versión de su manuscrito como medida preventiva, cuando se enteró que otra de sus obras había sido prohibida por el gobierno de la Unión Soviética. Al año siguiente la reescribió de memoria y en 1936 comienza a redactar una tercera versión, que siguió corrigiendo hasta su muerte.
Su tercera y última esposa, su fiel Elena Sergeievna, será como la Margarita de la novela y velará por su memoria personal y literaria con coraje y dedicación. Custodió la obra en secreto durante años hasta que pudo circular entre los amigos bajo el formato de samizdat (edición doméstica y clandestina), hasta que se pudo editar en 1967, en un periodo de deshielo de la censura, aunque con notables amputaciones.
Algunos críticos consideran que la novela está inacabada pues Bulgákov escribió al menos seis versiones de la misma y murió antes de poder revisar completamente la segunda parte. Recientemente, la editorial Nevski (especializada en literatura rusa) ha publicado la que hoy en día se considera edición íntegra y canónica, llevada a cabo por la especialista rusa Marietta Chudakova, contando con la traducción de Marta Rebón.
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