Starz - HBO, 2018
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Sobria y elegante, esta serie va de espionaje al estilo clásico y además entre mundos paralelos. A cada vuelta de la esquina nos encontramos con dobles y duplicidades que nos llevan a preguntarnos cómo se construye nuestra identidad.
Hace 30 años y por causas desconocidas el mundo se escindió en dos dimensiones exactas y paralelas: con las mismas gentes, las mismas relaciones, los mismos recuerdos, los mismos lugares, las mismas circunstancias. A partir de entonces cada dimensión empezó a evolucionar por su cuenta y sólo quedó un punto de unión, en Berlín. Allí un enorme edificio alberga El Cruce, en cuyos sótanos se encuentra la única vía de acceso entre los dos mundos. En muy pocos años las diferencias han ido en aumento, también las sospechas y los recelos. El asunto es peliagudo y una Agencia creada ex-profeso, en cada lado, controla la situación y mantiene el secreto para el resto del mundo incluido el gobierno alemán. Pero las cosas se están complicando.
Al transcurrir en Berlín, su muro, sus Check-Points y esa particular atmósfera de Guerra Fría se reproduce en tu mente con facilidad. También sus bunkers subterráneos, por mucho que se hayan convertido en atracción turística en la actualidad. Del mismo modo se reproduce el contradictorio carácter que distancia ambos mundos. En el otro existe un férreo control mientras que éste....es como es: más libre y anárquico. De modo que la serie nos regala una de espías con todas sus consecuencias, secretos y dobleces pero, además, le añade unos trazos de ciencia ficción. Ya no son dos bloques ideológicos, sino dos mundos que comparten las mismas personas, ciudades y recuerdos, pero en mundos paralelos... que poco a poco se van diferenciando.
El asunto comienza cuando a un aburrido funcionario le presentan de pronto a su otro yo. A la vez se entera de que la Agencia en la que trabaja es la encargada de ocultar y gestionar El Cruce entre los dos mundos. Su gemelo es un agente de inteligencia en el otro lado y ha venido a éste siguiendo las pistas de un complot que se está urdiendo y que afecta a ambos mundos. Va a necesitar su ayuda por mucho que esté alucinando.
Uno de los asuntos más interesantes es precisamente el de los doppelgängers, esa duplicidad tan morbosa. Estos incipientes enemigos no son precisamente extraños, son las mismas personas, con el mismo ADN, el mismo carácter, recuerdos y personalidad. De ahí que la dinámica entre los dos Howard (J.K. Simmons) sea el sustento de la trama. Todo ello les ofrecerá la ocasión de analizar sus diferencias. Ambos comparten la misma esposa, Emily (Olivia Williams), pero los de allí están separados y la Emily de aquí está en coma.
La paranoia del infiltrado se multiplica por cien al tratarse de dobles idénticos que hasta tienen el mismo ADN y los mismos recuerdos. Nadie los puede diferenciar. Que uno pueda conocer a su doble con los cambios que han determinado sus distintas opciones, le da a la trama un desarrollo cercano a la meditación existencial. ¿Cómo llegamos a ser quienes somos? ¿Cuánto nos moldean nuestras elecciones? ¿Cómo se construye nuestra personalidad? ¿Cuánto incide la genética, el determinismo o el azar?
J. K. Simmons como Howard Silk |
Lo que precipita los hechos es que el Howard agente tiene una fuente en este lado que le comunica que aquí hay infiltrados en las más altas instancias. En la Agencia del otro lado nadie conoce esta operación encubierta, de modo que Howard tiene que venir de incógnito. Todo urge porque tiene información de que una sicario ha venido a esta lado para asesinar a un grupo de personas entre las que está Emily Silk, ¡la mujer del Howard de aquí!
Al contraste entre los dos Howard se suma ahora el contraste entre la sicario Baldwin y su doble aquí, una reputada solista de violín. Vivieron la misma vida hasta la primera juventud, entonces ¿qué ha cambiado en estos pocos años para que sean tan diferentes? Esos pequeños flashsback que explican los años comunes son bastantes perturbadores.
Pero ¿quién está detrás de Baldwin y qué pretenden? ¿Quién está en su lista de ejecuciones y por qué?. Poco a poco iremos conociendo las Agencias de ambos lados, sus opacas Direcciones, las secciones de Estrategia y Organización, qué papel juega el misteriosos Alexander Pope o el enigmático Cónsul Lambert... y se comenzará a hablar de un grupo de fanáticos que proceden de un lugar secreto denominado La Escuela. Un complot en toda regla que se está fraguando que acabará con el frágil equilibrio actual.
La serie avanza con un esquema claro. Ir profundizando en los personajes dobles a la vez que se va revelando información del otro lado. El capítulo 3 comienza con el atropello que dejó en coma a Emily y.....¡parece que ha sido intencionado! ¿ Por qué? Tanto el Howard como la Emily del otro lado son agentes de inteligencia y los dos acuden a sendas reuniones secretas con un misterioso demiurgo, Alexander Pope (Stephen Rea), que controla hilos muy secretos.
También veremos a la Emily del otro lado en el cine mientras sale un anuncio en el que un niño tose en un parque y todos se retiran alarmados poniéndose mascarillas: "Si alguien muestras síntomas de enfermedad debe notificarlo, no informar de alguien enfermo está castigado con multas, prisión o cuarentena. Tu salud es la de todos". Luego se ven las cafetería vacías y las pocas personas que cruzan la calle meten sus manos en unas cajas con luz ultravioleta antes de continuar. ¿Qué mundo es ese y qué infección teme? La verdad es que da un poco de escalofrío ver esta serie de 2018 anticipar nuestro vírico presente. En el episodio 7 por fin el gobierno del otro lado descubre La Escuela y se nos declara el complot en toda su magnitud.
También veremos a la Emily del otro lado en el cine mientras sale un anuncio en el que un niño tose en un parque y todos se retiran alarmados poniéndose mascarillas: "Si alguien muestras síntomas de enfermedad debe notificarlo, no informar de alguien enfermo está castigado con multas, prisión o cuarentena. Tu salud es la de todos". Luego se ven las cafetería vacías y las pocas personas que cruzan la calle meten sus manos en unas cajas con luz ultravioleta antes de continuar. ¿Qué mundo es ese y qué infección teme? La verdad es que da un poco de escalofrío ver esta serie de 2018 anticipar nuestro vírico presente. En el episodio 7 por fin el gobierno del otro lado descubre La Escuela y se nos declara el complot en toda su magnitud.
La serie merece mucho la pena porque sus planteamientos y personajes está muy conseguidos. Al original planteamiento de dos mundos paralelos y un punto de unión se añaden una ambientación elegante y gélida como corresponde y unas relaciones personales muy bien trabajadas.
Mención aparte merece el gran J. K. Simmons. Interpreta a los dos Howard con increíble soltura, sin ningún tipo de apósito o maquillaje. Le basta un gesto, una mirada, una forma de caminar para que enseguida sepamos si se trata de uno u otro.
Mención aparte merece el gran J. K. Simmons. Interpreta a los dos Howard con increíble soltura, sin ningún tipo de apósito o maquillaje. Le basta un gesto, una mirada, una forma de caminar para que enseguida sepamos si se trata de uno u otro.
Las referencias son inmejorables. Estos agentes que entregan y recogen mensajes secretos escondidos bajo los bancos del parque, por supuesto me llevan a le Carré. Mientras que estos mundos paralelos me traen a la memoria los dos mundos alternativos que exploró con gran gozo la serie Fringe, pero también las realidades alternativas que en muchas obras imaginó Philip K. Dick. Y, sin duda, cuando vi el edificio de El Cruce me pareció que estaba viendo un hermano gemelo de la Cámara Conjuntiva por la que se comunicaban las ciudades superpuestas de Beszel y Ul Qoma, en la maravillosa novela "La Ciudad y la Ciudad", de China Miéville.
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