sábado, 2 de noviembre de 2013

Insidious 2



















de James Wan


En la primera y original Insidious nos encontrábamos con película muy disciplinada, que seguía los cánones previstos para casas encantadas y poltergeist y conseguía meternos buenos sustos, más desde la psicología que desde el gore. Se agradecía además, el estilo clásico y nada estrepitoso de la propuesta.

En este Capítulo 2, como se llama la continuación, han encontrado una buena idea, unir un poco de precuela (llevarnos a la infancia del padre, Josh, para asistir a su viaje a las sombras) con la secuela (el mismo Josh cuyo cuerpo concluyó el capítulo uno colonizado por una vieja mujer de negro).

Esos diez minutos iniciales y los veinte finales funcionan de maravilla, tienen tensión y coherencia. Pero la hora que hay en medio se convierte en un batiburrillo, en una feria de dar sustos porque sí. De hecho los créditos iniciales ya nos avisan que la película lo es a modo de inventario: los planos de puertas, del andador del bebé y de los caballitos balancines nos avisan de los trucos y efectismos que nos esperan.

Con todo ¿es entretenida? Sí.  ¿Da sustos? Varios y un par de ellos espeluznantes. ¿Te deja buen sabor de boca? No, porque se nota el relleno y la mala orientación del guión. No se aprovecha al padre poseído que, durante gran parte de la película, está perdido en el limbo, mientras la acción va dando palos de ciego, intentando encontrar un nexo entre la historia de la mujer que ha poseído a Josh y el propio Josh.
Hubiese sido más acertado, creo yo, centrar el suspense en la doble personalidad del padre y a través de los indicios orientar la investigación hacia la mujer de negro. 

Lejos de la contención y exposición milimétrica de Expediente Warren, en este Capítulo 2 el efectismo campa a sus anchas y cada objeto  que aparece -las latas unidas con hilo o el walkie-talkie del bebé- sabes que tarde o temprano conectará con tus miedos y el más allá.

De todos modos hay que agradecer a Wan su inclinación al terror, su habilidad para crear atmósferas opresivas y el buen oficio con que rueda sus películas.
La escena en que descubren la habitación secreta con una quincena de mujeres penitentes tapadas con velos y ensangrentadas es magnífica.

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