viernes, 23 de agosto de 2013

El Llanero Solitario

de Gore Verbinski








Se anuncia y alardea como la nueva película del equipo de Piratas del Caribe. Pero mientras en aquella lograron crear una modélica película de aventuras a partir de una atracción de parque temático; aquí es la película la que se les ha convertido en una sosa atracción. Todo el atracón de puentes, trenes y toboganes en constante aceleración y descarrilamiento no alcanza sino para mostrar una pericia técnica hueca, carente de contenido y por supuesto de emoción. 

Han querido mezclar aventura, comedia y acción pero los ingredientes que maneja son pobres y no han ligado. El resultado es una cinta de ritmo plano e insípida. La comedia no enriquece la aventura sino que la aborta y encima con chistes toscos y hasta ridículos. Toda la película se resume en la escena final, cuando el Llanero Solitario ya se cree su papel y encabrita al caballo para ofrecernos la estampa típica del Llanero. Entonces el indio Toro le dice "chistt, ¡no hagas eso!" y el Llanero pide perdón. Puf.

En muchas ocasiones parece como que el director no sabe por donde tirar y elige acumular escenas que no añaden nada... y mira que tema había. 
Es la época en que el ferrocarril está uniendo el Este con el Oeste, transportando a sus lomos el Futuro. Y este caballo de fuego está conducido por dos malvados estupendos: Tom Wilkinson como director de operaciones y William Fichner como bandido sanguinario. Pero la película en vez de buscar lo genuino de la aventura elige perderse en el despropósito y la broma chusca.















Resulta curioso que en medio de la astracanada, el más pintarrajeado sea el único que mantiene el tipo, Johnny Depp. Aunque repetido, el suyo es un papel que nos creemos. Él sí transmite ese candor del payaso tras cuya cara pintada sospechamos la tristeza. 

Desde que realizaran la deliciosa y delirante Rango, parece que la dupla Verbinski-Depp había echado el ojo al salvaje oeste. Pero lo que allí era un personalísimo y disparatado homenaje al spaghetti-western, aquí dejan que el espectáculo se les convierta en una tosca opereta. 

Me resulta increíble el modo en que el cine norteamericano es capaz de gastarse una millonada en algo tan aburrido. Debieron de pensar que acumulando trenes que descarrilan y vías que se cruzan y solapan como en una feria nos íbamos a quedar con la boca abierta. Pues no. Antes que los efectos especiales debe haber una historia, un desarrollo, un ritmo y un tono. Todo lo que aquí falta.

Incluso me da palo ubicar este bodrio en el sagrado capítulo del western, donde figuran obras maestras incontables. 
Comparte con The Searchers el mítico paisaje de Monument Valley, y eso me servirá de excusa para recordar al maestro John Ford, de cuya muerte se cumplirán 40 años este próximo 31 de Agosto.

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