viernes, 26 de agosto de 2011

El Eternauta

de Oesterheld y Solano López

Magna obra de ciencia ficción que hay que colocar al lado de los grandes clásicos. La invasión extraterrestre, la visión de la Humanidad en un momento épico, la certeza de lo minúsculos que somos en la vastedad del universo. Pero aderezado todo ello con un plus, la invasión se produce en Buenos Aires y se inicia con una extraña nevada; memorable imagen  que ha perdurado como una plena y hermosa metáfora.

Al ser un cómic que se publicó serializado, ofrece esos picos de suspense cada seis páginas que añaden un renovado interés cuando la página concluye con un: "no sospechábamos lo que se nos avecinaba".


El autor se planteó la historia como un homenaje a uno de sus personajes favoritos, Robinsón Crusoe. De hecho toda la primera parte del cómic es una demostración del Homo habilis: cómo organizar la supervivencia cuando estás aislado en una casa por una nevada mortal: víveres, agua, medicinas, herramientas.
En primera instancia el interés se centra en la lucha del hombre con el medio.  Después aparece el temor, la lucha  hombre-hombre y finalmente, ya integrados en un pequeño ejército, contra la invasores.

La definición del grupo de personajes es magistral: el propio guionista, Favelli y su pragmatismo o el jovenzuelo Pablo que personifica el valor, el incorformismo.
 
La novedad del paisaje urbano bonaerense se traduce en un atractivo añadido, con esas avenidas ya famosas por su literatura o el reconocible perfil del estadio de fútbol del River Plate. El acierto en el escenario marca la historia y la enriquece. 

Es un cómic de indudable clasicismo y universalidad, sembrado de ideas brillantísimas como la propia nevada con que se inicia, la empatía final con los "Manos", seres que ejecutan la invasión pero que a su vez son una raza esclavizada por los "Ellos" y que afrontan la muerte con una dignidad renacida. Los "Ellos" no aparecen como personajes y son la raza superior. El "Continuum", dimensiones paralelas por donde Juan Salvo navega. Y el desenlace, cuando el eternauta se da cuenta que estando en 1.959, está relatando una historia ocurrida en 1963.

"Cuando una obra atraviesa el tiempo sin perder vigencia, es porque permite a quienes se acercan a ella una lectura que se adecua a la época que se está viviendo. (...)
Cuando (El Eternauta) reapareció, en 1976, la desgracia se había adueñado de nuestra vidas. Oesterheld -como tantos argentinos- fue apresado, torturado y asesinado por los militares apenas un año después, mientras miles de nuevos lectores se emocionaban con esa nevada fatal tan cargada de metáforas inmediatas y esa peripecia solidaria de un grupo de resistentes. La inocente lectura de 1.957 dejo de ser posible. (...) La más grande de las historietas argentinas regresaba, esquivando censores, para ser leída como un himno a la libertad, a la necesidad de pelear contra los monstuos, a que la vida es lo más importante que hay sobre la Tierra."
(del Prólogo de Carlos Trillo)

Oesterheld creó personajes muy reconocidos como Ernie Pike o el Sargento Kirk. Muy concienciado socialmente, en los 70 se unió a los  Montoneros y fue secuestrado en abril de 1977. Sus cuatro hijas también están desaparecidas.

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