domingo, 22 de mayo de 2011

El juego de Arcibel

de Alberto Lecchi




¿Puede un juego de estrategia elaborado para matar el tiempo interminable del encarcelamiento cobrar vida y decidir una revolución? Esta historia, tan de Borges, es la que desarrolla El Juego de Arcibel.


En una dictadura latinoamericana un comentarista de ajedrez es encarcelado producto de un malentendido. Con todo el tiempo del mundo por delante en la prisión da en elaborar un juego que integra la complicidad de su hija a través de los crucigramas que publica en el periódico.

Finalmente un rebelde, compañero de celda, a quien alfabetiza primero y con quien perfecciona el juego después, logra huir. La estrategia del juego, sus celadas y engaños son trasladados a la realidad.

El ejército del dictador no entiende nada, está fuera del juego, la lógica de los enfrentamientos no es la de los manuales al uso. Finalmente, el pobre ajedrecista, ya anciano, termina convertido en un demiurgo, cuya sola mente ha logrado dar la vuelta al país.

A pesar de todo la idea de la trama es superior a su realización, que está hecha con lo justo. Pero es suficientemente honesta como para llevarla a buen puerto. El patetismo de las esperanzas revolucionarias están representadas por Juan Echanove. Darío Grandinetti de tanto representar un papel sumiso, a veces resulta inexpresivo.


La película se apoya en un principio y un final excelentes. Comienza con lo que parece un interminable nuevo duelo entre un anciano preso y un general exasperado. Entre ambos un tablero de juego. Se produce un disparo. Pero necesitamos conocer la historia desde el principio antes de saber el desenlace. Esto y la creíble relación que establecen Arcibel y el joven revolucionario mantienen el drama.
Entremedias, situaciones sobre el juego, la vida o la guerra o ¿era todo lo mismo?.

El general del ejército, sorprendido por la motivación y estrategia de los combatientes, obliga a Arcibel a que le enseñe a jugar. Mientras aprende las reglas se queja de que una de la fichas del juego es tendenciosa porque culpa al ejército de una matanza de civiles y deben retroceder varias posiciones en el tablero de juego. Arcibel le responde cogiendo otra ficha donde lee que los grupos guerrilleros también hacen una matanza y deben abandonar el juego dejando que gane el gobierno. El militar sorprendido pregunta: ¿Por qué el gobierno sólo retrocede mientras los guerrilleros pierden el juego ante una matanza de civiles?

Arcibel responde: “Porque si los que quieren cambiar todo actúan como los que no quieren cambiar nada, mejor que dejen de jugar.”

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