de Duncan Jones
Paso adelante de este interesante director volcado en la ciencia ficción que ya nos entregó una notable ópera prima "Moon", aunque con algunos baches de ritmo.
Paso adelante de este interesante director volcado en la ciencia ficción que ya nos entregó una notable ópera prima "Moon", aunque con algunos baches de ritmo.
En esta su segunda película nos ofrece un producto perfectamente elaborado, con una escritura cinematográfica muy rigurosa al desarrollar una enrevesada historia con una punzante intriga que no decae en ningún momento.
El Código Fuente es una avanzadísima tecnología que nos permite penetrar en la mente de una persona muerta y volver a vivir sus últimos 8 minutos. Jake Gyllenhall es el capitán que afronta esa misión en el tiempo para revivir un atentado en un tren que le permita conocer sus causas y causantes.
El Código Fuente es una avanzadísima tecnología que nos permite penetrar en la mente de una persona muerta y volver a vivir sus últimos 8 minutos. Jake Gyllenhall es el capitán que afronta esa misión en el tiempo para revivir un atentado en un tren que le permita conocer sus causas y causantes.
El ritmo es sostenido y la tensión creciente. La identificación tan nítida con el protagonista nos hace recibir con dramatismo los datos sobre su verdadera situación. Está muy bien desarrollada la exploración de ese mundo mental, en el cual todos los personajes -menos el capitán- repiten irrrevocablemente sus palabras y actos; mientras que en cada nueva visita el capitán amplía su radio de acción. Va conociendo a otros pasajeros e incluso persigue a alguno de ellos fuera del tren. Siempre, en cada caso, llegado el momento de la explosión vuelve a nuestra realidad para reiniciar el proceso.
Todo ello produce un relato intrigante con realidades paralelas y un suspense que se enfoca en varias direcciones: ¿se puede cambiar la realidad del tren? ¿qué pasa si se baja del tren antes de que explote? ¿cómo se accede al Código Fuente? ¿Cada realidad es cerrada y excluyente?.
Al igual que en Moon, el director Duncan Jones parece gustar de escenarios reducidos para sus tramas. Allí era sólo una estación lunar con algún viaje al exterior. Aquí prácticamente es un tren y dos cabinas. Una donde permanece el protagonista y otra el laboratorio desde donde se dirige el montaje. Producir intriga en espacios tan escuetos no habla sino de un director que no se conforma con medianías.
La película tiene muchos referentes y todos buenos: desde la reciente Origen, pasando por Atrapado en el tiempo e incluso Olvídate de mí.
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