Receptáculos de ideas opuestas
son los puentes.
Su distancia horizontal habla
de trascendencia,
Su declive vertical nos recuerda
la inminencia del fracaso,
La certeza de la muerte.
Construimos, erigimos,
fabricamos,
Pero la muerte es el arquitecto
supremo,
Que modela alturas
Sólo para que haya
honduras.
Construyamos nuestros
excelsos puentes
Sobre mil ríos,
Unamos los confines del planeta;
La tierra aguarda con
paciencia debajo.
Debemos seguir un camino,
Aguzando el ingenio,
Mas sin dejar de aprender
una lección:
El corazón está hecho para
recibir la lanza.
Robert Sheckley
“Trueque mental” pág. 119
son los puentes.
Su distancia horizontal habla
de trascendencia,
Su declive vertical nos recuerda
la inminencia del fracaso,
La certeza de la muerte.
Construimos, erigimos,
fabricamos,
Pero la muerte es el arquitecto
supremo,
Que modela alturas
Sólo para que haya
honduras.
Construyamos nuestros
excelsos puentes
Sobre mil ríos,
Unamos los confines del planeta;
La tierra aguarda con
paciencia debajo.
Debemos seguir un camino,
Aguzando el ingenio,
Mas sin dejar de aprender
una lección:
El corazón está hecho para
recibir la lanza.
Robert Sheckley
“Trueque mental” pág. 119
R. Sheckley.- Muerto en 2.005, es uno de los grandes de la Ciencia-Ficción. Luchó en la guerra de Corea y a partir de 1951 escribe docenas de excelentes relatos, publicados en las revistas más prestigiosas del género. Su talento más puro se concentra en su obra corta, recopilada en antologías como Ciudadano del Espacio; Peregrinación a la Tierra o Paraíso II.
Si hubiera que señalar algún rasgo singular, sin duda sería su sentido del humor. Un humor ácido, sarcástico, que lo hermana con otro maestro del relato: Fredric Brown, otro profeta del absurdo. Pero mientras que este último usaba el humor como una cortina para ocultar su pesimismo y falta de fe en la humanidad, Sheckley prefería especular acerca de órdenes sociales alternativos (a veces aterradores, como es el caso de THE STATUS CIVILIZATION) y de la indefensión del ser humano ante el universo y los avances científicos.
Si hubiera que señalar algún rasgo singular, sin duda sería su sentido del humor. Un humor ácido, sarcástico, que lo hermana con otro maestro del relato: Fredric Brown, otro profeta del absurdo. Pero mientras que este último usaba el humor como una cortina para ocultar su pesimismo y falta de fe en la humanidad, Sheckley prefería especular acerca de órdenes sociales alternativos (a veces aterradores, como es el caso de THE STATUS CIVILIZATION) y de la indefensión del ser humano ante el universo y los avances científicos.
Sheckley comparte, junto con Philip K. Dick y Kurt Vonnegut el mérito de ser uno de los mejores (y más irónicos) investigadores acerca de la naturaleza de la realidad y el papel que el ser humano tiene en ella.
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