El silencio era profundo
y se oía la agitada respiración de Alejandra
y algún silbato lejano de los muelles.
Nunca la conoceré del todo, pensó,
como en una repentina y dolorosa revelación.
Estaba ahí, al alcance de su mano y de su boca.
En cierto modo estaba sin defensa ¡pero qué lejana,
qué inaccesible estaba!
Intuía que grandes abismos la separaban
(no solamente del sueño sino otros)
y que para llegar hasta el centro de ella
habría que marchar durante jornadas temibles,
entre grietas tenebrosas, por desfiladeros peligrosísimos,
al borde de volcanes en erupción,
entre llamaradas y tinieblas.
Nunca, pensó, nunca.
(En Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato pág. 80)
y se oía la agitada respiración de Alejandra
y algún silbato lejano de los muelles.
Nunca la conoceré del todo, pensó,
como en una repentina y dolorosa revelación.
Estaba ahí, al alcance de su mano y de su boca.
En cierto modo estaba sin defensa ¡pero qué lejana,
qué inaccesible estaba!
Intuía que grandes abismos la separaban
(no solamente del sueño sino otros)
y que para llegar hasta el centro de ella
habría que marchar durante jornadas temibles,
entre grietas tenebrosas, por desfiladeros peligrosísimos,
al borde de volcanes en erupción,
entre llamaradas y tinieblas.
Nunca, pensó, nunca.
(En Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato pág. 80)
P.D. Acaba de morir Ernesto Sábato, colosal autor de una obra doliente. Hombre comprometido que supo dar voz a los dolientes caidos bajo el terror de la dictadura: "Nunca más".
Sirvan sus propias líneas como homenaje.
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