jueves, 3 de febrero de 2022

BELFAST - de Kenneth Branagh




Kenneth Branagh nos invita a visitar su infancia con esta película en blanco y negro, y lo hace con un ejercicio narrativo plenamente nostálgico.

La acción transcurre en Belfast durante los violentos hechos de 1969, cuando se rompió la convivencia entre protestantes y católicos, produciéndose disturbios e incendios de casas. Branagh elige el punto de vista de un niño de 9 años, Buddy (Jude Hill), para mostrar el surgimiento del sectarismo y la violencia que obligó a muchos irlandeses de norte a emigrar.

La película tiene un comienzo hermosamente cinematográfico con dos secuencias que resumen todo lo que sir Kenneth Branagh quiere exponer en el film. La secuencia de los créditos se abre con unas radiantes vistas del Belfast contemporáneo con el color dorado del atardecer acariciando sus edificios más emblemáticos, como el museo del Titanic, y tomas aéreas de la ciudad rodeada por el verde sedoso de Cave Hill. Todo ello mientras suena el clásico de Van Morrison "Coming Down to Joy".



Pero un ligero movimiento de cámara nos hace transitar del color al blanco y negro, mientras nos acerca a una calle donde una madre llama a su hijo: ¡Buddy!. El mensaje va transmitiéndose de vecino en vecino y de calle en calle hasta que llega al niño que está jugando a guerrear con espadas de madera. Entonces Buddy regresa a casa cruzando saludos y bromas con los vecinos, pero cuando llega a su calle se encuentra metido de lleno en una de las primeras escaramuzas de los violentos sectarios que agredían y rompían ventanas al grito de "¡católicos fuera!". Buddy se queda clavado, con los ojos muy abiertos, mientras la cámara gira a su alrededor y nos transmite esa sensación amarga de la inocencia asaltada por la incomprensible furia e intransigencia.

Ahí está todo el sentido de la película. Primero el homenaje a su ciudad y luego el recuerdo imborrable y nostálgico de una infancia feliz en el paraíso del que fue expulsado por la violencia. De ahí que la película concluya con unas emotivas dedicatorias:
"A los que se fueron",
"A los que se quedaron"
"A los que se fueron para siempre"

En esta entrevista, Kenneth Branagh repasa sus sentimientos mientras escribía la película: 

"El viaje de escribir 'Belfast' fue regresar a ese sentimiento claro de entender quién soy; no un individuo, sino a la idea de un pueblo que educa a un hijo. En este caso una calle en Belfast. La película es un acto de gratitud a esos guardianes que dieron sentido a mi vida."





Además de las barricadas en las calles, los cortes que aparecen de televisión y noticias de radio nos ofrecen un contexto histórico completo de esos años de enfrentamientos viscerales fomentados por las diferencias políticas y religiosas; pero el director lo deja como telón de fondo centrándose en la experiencia vital del niño. Esto hace que, como espectadores, sintamos que algo se nos ha hurtado.

Branagh no elige profundizar sobre el virulento conflicto de Irlanda de Norte, que tiene sus raíces en la violenta partición de Irlanda en 1921 y que enfrenta a la comunidad nacionalista o republicana, generalmente católica, y a la comunidad unionista que se identifica como británica, mayoritariamente protestante. Se queda con la mirada expectante del niño, con sus problemas amorosos con una compañera, con sus primeros escarceos con los problemas adultos y, sobre todo, con la educación sentimental que le proporciona su abuelo (Ciarán Hinds). Efectivamente debemos conformarnos con eso, y no es poco. Es notable el carácter elegíaco y la calidez con que Branagh retrata su infancia en Belfast.
Buddy con su padre y su abuelo


Diluido el conflicto político, la película centra su pugna en la decisión de quedarse en Belfast o emigrar a una nueva vida en Inglaterra. El enorme paro que asolaba la región y la virulencia de los disturbios los empujan fuera de su hogar. Recordemos que decenas de casas fueron incendiadas y que miles de personas abandonaron sus hogares.

En la misma entrevista, Branagh repasa sus intenciones a la hora de escribir la película: 

"Supongo que una de las razones para hacer la película fue algo que yo mismo descubrí en la sala de montaje y que nunca había mencionado. El día que la mafia subió por las calles exigiendo que se fueran los católicos y todos los protestantes que los apoyaban, mis padres se vieron obligados a marcharse, a hacer un sacrificio por mi hermano y por mí. El egoísmo de unos pocos demostró la generosidad de otros, que nunca dejaron de amar a su ciudad y se vieron obligados a emigrar."

 

Aunque no se cargan las tintas políticas, sí que hay un par de bofetones a los intransigentes: Un primerísimo plano de la abuela del niño (una estupenda Judi Dench) susurrando con amargura y firmeza, "Vete, hijo". También cuando un compañero presiona al padre de Buddy para que se implique en la lucha como protestante. Le exige que se defina quién es con esa frase tan odiosa de "es muy fácil o estás con nosotros o contra nosotros", a lo que él responde: "yo por lo menos sé quien eres tú, un pandillero".

Belfast, 1969







La película contiene  todo un puñado de citas que subrayan el amor por el cine que desde niño tuvo Branagh. Buddy sueña con un futuro que le aleje de los problemas pero, mientras tanto, tiene el escape del cine. Le vemos ir al cine con su familia, y la pantalla la vemos a todo color, para ver contemplar a la imponente Raquel Welch en Hace un millón de años o al divertido Dick Van Dyke en Chitty, Chitty Bang, Bang.

Brannagh también utiliza las películas clásicas que aparecen en el aparato de TV para subrayar el valor de su padre, que es protestante, pero no quiere implicarse con los grupos violentos. Así aparecen en los momentos más dramáticos escenas de El hombre que mató a Liberty Valance y Solo ante el peligro.

El homenaje que el director hace a su tierra permea todos los estratos de la película. El elenco de actores (a excepción precisamente del niño, Jude Hill) es plenamente irlandés: Jamie Dornan (el padre)  Caitriona Balfe (la madre) y Ciarán Hinds (el abuelo) son irlandeses, lo mismo que el gran Van Morrison que aporta ocho canciones a la banda sonora. También nos arranca una sonrisa cuando la tía de Buddy, ante su inminente marcha, le dice: "los irlandeses nacemos para emigrar. Sólo necesitamos un poco de nostalgia, una Guiness y Dany Boy"



No sé si la época que estamos viviendo invita a la nostalgia o es la edad de sus creadores que, después de triunfar, vuelven su mirada hacia la infancia. En poco tiempo nos hemos juntado con Roma de Alfonso Cuarón; Fue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino y Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar. Ésta de Branagh abunda en el tema y de hecho ha reconocido que el clic para lanzarse a escribir y realizar Belfast, se lo produjo la película de Almodóvar. Viéndola encontró el tono correcto para un proyecto que llevaba varias décadas en su cabeza. 
Si comparamos ambas no cabe duda de que a Belfast le sobra un poco de azúcar y le falta alguna complejidad y desgarro. 

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