martes, 9 de mayo de 2017

Z, LA CIUDAD PERDIDA - de James Gray

El teniente coronel Percival Harrison Fawcett (Inglaterra 1867-Brasil 1925?) fue un militar, arqueólogo y explorador británico que realizó seis expediciones a la Amazonia en busca de la ciudad Z, como él la llamaba, una antigua ciudad perdida con todos los ecos de El Dorado. Antes de convertirse en explorador trabajó para el servicio secreto británico en Africa, y entremedias de las expediciones se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial, donde dirigió una brigada de artillería a pesar de tener ya cincuenta años. Después de la guerra volvió a Brasil en distintas expediciones. En la última, en 1925, fue acompañado por su hijo Jack. Cuando la expedición desapareció, los últimos informes les situaban cruzando el Alto Xingú, un afluente del río Amazonas. Una zona habitada por numerosas tribus indias que nunca habían visto al hombre blanco.

Conan Doyle fue amigo personal de Fawcett y se basó en él para crear al personaje del Profesor Challenger y las historias de la "ciudad perdida de Z", fueron la base de su novela "El mundo perdido". También Pete Docter ha admitido que Fawcett fue una de las fuentes de inspiración para el villano de Up, el explorador perdido Charles F. Muntz.

Todas estas idas y venidas están presentes en la película; pero sin un hilo dramático claro; como una ilustración a través de diversas estampas. Sin la fiebre, ni la pasión que enardece a estas vidas aventureras. En la pantalla no encontramos ni la chispa audaz de Indiana Jones, ni las tinieblas enfermizas de Apocalypse Now

Eso sí, la película está rodada con la elegancia y el clasicismo con que Gray dota a sus propuestas. Además la cinta muestra un nivel de producción excelente que brilla en todo tipo de escenas: bailes de época, reuniones de la Royal Geographical Society, la terrible guerra de trincheras en el Somme o las vicisitudes por la selva amazónica.

Todo resulta muy convincente; pero la película peca de anticlimática. El coronel pasa de estar desesperado y a punto de morir en la selva a una recepción en Londres con un simple cambio de plano y sin saber muy bien por qué. Del mismo modo la gestación de sus teorías sobre una ciudad perdida se resuelve en unos segundos, sin más recorrido que haber encontrado en el barro unos pocos trozos de cerámica. Su desarrollo es muy plano, el protagonista muy desdibujado y la acción muy dispersa. Quizás sea por la mala elección del actor principal, Charlie Hunnan, que no transmite casi nada, al contrario que Robert Pattinson o Sienna Miller que están muy bien. 

O quizás sea un fallo de guión que quiere representar muchas cosas (aventuras en la selva, 1ª Guerra mundial, debates en la sociedad (¡los salvajes no son personas!) y aspectos íntimos (la discusión que tiene Fawcett con su mujer sobre la igualdad de género); sin lograr un hilo dramático que articule la narración.
Después de retratarnos a un Percy Fawcett ignorado en una cacería por no tener linaje ni galones, nos lo presenta ante la Royal Geographical Society, que le propone la expedición para levantar los mapas de un territorio inexplorado, frontera entre Bolivia y Brasil. Él duda inicialmente; pero al final elige lanzarse a la aventura  para intentar recibir alguna medalla u honor. Ahí se queda el personaje, como un tipo bondadoso y familiar que simplemente quiere hacer carrera. Un plan mediocre.

Seguro que el libro en que se basa la película, de David Grann, está perfectamente documentado y aporta todos los datos (el manuscrito 512 que Percy adoptó como guía para una de sus expediciones) o su forma de tratar y relacionarse con los indios (muy humana, en contra de la sociedad de su época que los despreciaba por salvajes); pero falta un verdadero drama, una brega con el destino o incluso un poco de épica. 

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